INTRODUCCIÓN
EXTRACCIÓN LÍQUIDO-LÍQUIDO: EQUILIBRIO DE REPARTO
La extracción puede definirse como un proceso de separación en el cual un soluto se
reparte o distribuye entre dos fases diferentes. Lo más común es realizar la
extracción entre dos fases líquidas, aunque también pueden realizarse extracciones
sólido-líquido.
La extracción líquido-líquido se utiliza con frecuencia para separar especies
moleculares simples (I2, Br2, ...), compuestos de coordinación y compuestos orgánicos,
de las disoluciones acuosas en las que se encuentran inicialmente. El procedimiento
consiste en agitar las disoluciones acuosas con un disolvente orgánico inmiscible con el
agua y dejar separar ambas fases. Se establece entonces un equilibrio o reparto de
los solutos entre las dos fases gobernado por la solubilidad relativa de los solutos en
las fases acuosa y orgánica.
Recuerda, pues, el fundamento d
Trabajos Preliminares en Obras de Construcción..pdf
Estación sin parada_ii
1.
2. I.-Pueblos olvidados de la llanura
Como monumentos espectrales esparcidos en sitios predeterminados por la
historia y el olvido, pululan por la planicie del Camagüey, otrora
asentamientos humanos de los que ahora solo quedan ruinas, alguno que otro
recuerdo en la mente cansada de un anciano cuya escasa vista se pierde en la
polvareda del camino, o en las crónicas recogidas en museos, notarías o
registros de la época, pero que en esencia, en este momento, no son nada o
poco de lo que fueron y pudieron llegar a ser; y que por infausto destino
comenzaron a decaer, comprimirse, y por último perderse en el olvido.
Esta transformación involutiva en el tiempo de núcleos poblacionales de
mayor o menor importancia, activos en épocas pasadas, es un proceso
objetivo, ajeno a la voluntad de sus pobladores, y se lleva a cabo de diferentes
formas: en unas de ellas sus habitantes se trasladan paulatinamente, o de
golpe, hacia otras zonas generalmente cercanas, en otras la disminución de la
población ocurre de forma natural alcanzando indicadores muy bajos, con lo
que va perdiéndose lentamente el recuerdo del pasado con el devenir del
tiempo; y lo último, lo peor, cuando desaparece hasta la última alma viva del
lugar, quedando una especie de pueblo fantasmal rodeado de misterios y
leyendas, que pican la curiosidad de los que se aventuran por aquellos lugares,
que no encuentran respuestas apropiadas a sus múltiples interrogantes.
Da un sentimiento sobrecogedor cuando se deambula por aquellos lugares
sobre, todo de noche, cuando se espera ver aparecer por cualquier recodo la
figura de una mujer, el rostro de un niño, o el grito desgarrador de un alma que
desde hace mucho no pertenecen al mundo de los vivos.
Las causas de su perecer o estado actual languidicente, pueden estar
determinadas por diferentes acontecimientos: bélicos, naturales, económicos,
migratorios, e incluso religiosos. Entre los primeros me viene a la memoria un
pequeño pueblo aún existente, pero no recordando lo que fue: San Jerónimo a
poco más de diez Km. de la ciudad de Florida en el centro del Camagüey, que
sufrió el fragor de la guerra en varias ocasiones durante los movimientos
3. independentistas de 1868 y 1895, para al final ceder en importancia a la ciudad
de referencia y convertirse en un pequeño caserío.
Palm City o Palma City, próspera colonia de laboriosos emigrantes
alemanes al norte de la provincia, cayó en completa decadencia a finales de la
Primera Guerra Mundial por cuanto sus habitantes estaban ubicados en el
bando contrario, y el perdedor, durante el conflicto
Igual suerte, pero por cambio de política imperial, sufrió Gloria City,
actualmente la Gloria, más que próspera colonia de granjeros norteamericanos
que introdujeron el cultivo de cítricos en la zona de Cubitas, y que en poco
más de quince años lograron establecer un importante núcleo urbano con todos
los progresos básicos de la época, para después declinar con el cambio de
rumbo de la nave imperial norteamericana hacia el llamado capitalismo
monopolista, en el que más que conquistar territorios se hace más eficaz
conquistar y expandir mercados. Lo que fue “gloria” fue contrayéndose de tal
manera, que al final de la década del 60 solo contaba con uno de aquellos
descendientes anglosajones para poder contar su historia.
Aún existe la Gloria, como una población aislada de autóctonos que nada
tiene que ver con sus fundadores de habla inglesa, así como ruinas aisladas y
dispersas por la zona.
Un ejemplo palpable, ya no en la llanura sino en un islote, es el de Cayo
Romano, donde durante el siglo XIX y principio del XX existió también un
asentamiento poblacional destacado, con factorías para manufacturar cuero y
grandes explotaciones de carbón vegetal, a expensas de sus bosques vírgenes,
pero que devino a finales del siglo XX, en un paraje solitario, con la única
existencia de una construcción en ruinas, y la isla solo habitada por caballos,
vacas y cerdos salvajes así como venados, jutías y cocodrilos acribillados por
mosquitos y bebiendo agua salobre.
No sabemos si el desarrollo del turismo devuelva el esplendor a este, uno de
los cayos más grandes de la isla; y en un futuro próximo, los visitantes
embelezados escuchen con atención las leyendas, tal vez sobredimensionadas,
4. sobre corsarios y piratas, que según dicen se escondían en las aguas bajas y
calidas de sus ensenadas, a cubierto seguro de ojos indiscretos por la
vegetación salvaje, pero no así de jejenes y mosquitos que adorarían a aquellos
bandoleros de los mares como fuente de sangre fresca necesaria en su original
dieta draculiana.
Tal vez atemorice narrar esto que no es solo un problema de las llanuras del
Camagüey, sino un evento real y natural en el transcurso de los
acontecimientos históricos.
La ubicación de la actual capital de la provincia: Camagüey, antes Puerto
Príncipe, no es la misma donde se fundó, muy al norte, cerca de la costa, ni
siquiera su segundo asentamiento en las márgenes del río Caonao. Aquí tal
vez no fue la guerra sino acontecimientos naturales: falta de agua, plagas,
enfermedades u otros eventos los que dictaron su traslado hacia otros sitios.
La época de la piratería dejó también marcada su impronta en la isla de
Cuba, con un hecho trascendente recogido en las crónicas históricas de la
época, en que ensalzado el miedo al castigo divino y a los ataques de corsarios
y piratas, la villa de San Juan de los Remedios, conocida más comúnmente
como Remedios que era la comarca principal de la zona, vio como un día,
escoltando al párroco local la mayoría de sus vecinos, se adentraban tierra
adentro, en la región central, para fundar la ciudad de Santa Clara, que es la
actual cabecera provincial.
A principios del siglo XX, con el devenir de la fiebre del azúcar, se
construyeron enormes y complejas fábricas llamadas centrales azucareros,
generalmente de propiedad estadounidense, para procesar el fruto de las
enormes extensiones de caña de azúcar cultivada a sus alrededores. Algunos
de ellas aún continúan en activo, pero la mayoría fue desapareciendo, y con la
interrupción de la labor productiva que propiciaba el asentamiento
poblacional, fueron languideciendo, y de su existencia dan fe sus ruinas, y
sobre todo sus enormes chimeneas que aún desafían las alturas. De ellas para
citar dos ejemplos ajenos al derrumbe total de la producción azucarera a
finales del siglo XX, vale destacar Velazco con igual nombre de poblado -
7. II.-Fantasmal
El 31 de diciembre de 1963 ocurrió un hecho trascendental que marcó a Juan
Sánchez para el resto de su vida. Era el último día del año, y el club social del
pueblo lo celebró como siempre, con la solemnidad acostumbrada y una gran
fiesta con baile y orquesta tradicional incluida.
El “Club Social”, antiguo “Club Deportivo”, había sido el escenario de los
principales eventos y actividades sociales de las clases altas y medias del
pueblo, así como de algún pobretón que estrujaba al máximo estómago y
bolsillo, para ostentar conque era miembro del selecto círculo. Pero en la
época en que ocurrieron estos hechos ya nada de esto ocurría, y las clases
medias y ricas habían desaparecido como por arte de magia, con sus bienes
confiscados y la mayoría en el extranjero, por lo que ahora era un círculo
popular al que asistían blancos, negros y mulatos sin distinción de raza o color,
obreros, campesinos y el escaso grupo de intelectuales de la ciudad.
Juan Sánchez había abandonado el pueblo un par de años atrás para ir a
estudiar a la capital, con una beca ganada después de pasarse nueve meses
alfabetizando campesinos en las regiones más remotas e intrincadas del oriente
del país. Ahora, cuando regresaba al pueblo, un par de veces en los últimos
años, se sentía cada vez más solo y aislado, pues la revolución, con su
constante movimiento y efervescencia, movía a las personas de aquí para allá
y de allá para acá, y sobre todo a los jóvenes, con una notable dinámica.
He aquí entonces, que Juan se encontró en aquella fiesta de fin de año, en
un circulo social, a las afueras de la ciudad, solo, sin amigos ni conocidos y
bajo la atenta mirada de las viejas, madres, tías o acompañantes, que con
rostro severo obligaban a sus jóvenes protegidas a negar con la cabeza
cualquier baile que éste pidiera, porque para ellas era un perfecto desconocido
y alguien en quien no se debía confiar. Por este motivo, ya pensaba en retirarse
cuando de repente vio sola y sentada en un sillón pegado a la pared, a una
joven extraordinariamente hermosa, de un abundante y largo pelo castaño que
le llegaba a las espaldas y de labios provocativos, bajo unos ojos verdes más
14. III.-Controversia por una guajira
1.- Nostalgia
Fue en una época nostálgica y lejana, hoy olvidada en la memoria, en los
tiempos de la Cuba de antes, en los campos, cuando la hospitalidad y la
bondad de los guajiros era proverbial y generosa, superando todo lo
imaginable, cuando las sonrisas de las lindas campesinas alegraban el paisaje
natural y salvaje de los campos, cuando las flores nacían y florecían silvestres
sin la atención ni el cuidado del hombre, cuando el canto alegre y melodioso
de aves de mil colores conformaban una orquesta sonora de alegres trinos
alegrando el monte y los caminos; cuando el sinsonte: el ave cantora más
armoniosa que se ha visto, campeaba a su respeto por los patios y casas de los
campesinos, sin temerle a él ni a las jaulas, pues para qué necesitaba el hombre
de campo encerrarlos si tenía todas las aves a su alrededor comiendo casi de
sus manos.
Fue cuando los ríos estaban llenos de peces y la biajaca, de rica y apetitosa
carne, era la reina de las aguas fluviales compitiendo con las hermosas truchas
y las jicoteas, en un habitad silvestre y primitivo.
Fue cuando las aguas de los arroyos corrían transparentes, cristalinas y
rápidas, a saltos en los desniveles, y el agua de los ríos aunque más turbia, se
podía tomar para saciar la sed del viajero.
Fue cuando las lluvias llegaban a tiempo, en primavera, para hacer crecer el
maíz recién sembrado en el mes de abril, y todos querían disfrutar del primer
aguacero de mayo para que le trajera suerte, salud, prosperidad y limpiara y
expulsara todos los males del cuerpo.
Fue cuando las enfermedades se curaban con hierbas y cocimientos, y
cuando se prestaba ayuda al desvalido, y todos visitaban y ayudaban a los
enfermos, y se respetaba las palabras de los viejos, y todos estaban alrededor
17. Pronto los instrumentos de cuerda comenzaron a emitir sus agudos y
armónicos sonidos y comenzó la controversia: primero de dos viejos
campesinos, buenos poetas en sus tiempos, que en forma pausada y pacifica
alabaron las bellezas de las mujeres y el esplendor de los campos de Cuba.
Después les siguieron otros dos jóvenes que se iniciaban en las artes de la
trova improvisada, que no tardaron en cometer errores en la composición,
viéndose obligados a acudir a frases incoherentes para salir del trance, con el
consiguiente abucheo y burla de los presentes.
Las hermosas guajiras escoltadas por sus celosos padres y familiares
estaban sentadas en bancos o taburetes, mientras que por el centro desfilaban
los poetas como en una valla de gallos. En una esquina, desapercibido y
suspirando sus penas, estaba el maestro Andrés, desentonando en la fiesta con
una camisa blanca y corbata de pajarita.
En breve tocó el turno de Marcelino y Avelino comenzando el primero con
una estrofa de los versos de Juan Manuel Nápoles y Fajardo poeta insigne de
las letras cubanas llamado el “Cucalambé”.
─”Por la orilla floreciente que baña el río de Yara
donde dulce, fresca y clara se desliza la corriente …
iba un guajiro montado sobre su yegua trotona”
pensando en una cubana que lo amara eternamente.
Indudablemente había hecho alusión a su adorada Dulce. Le correspondía
ahora el turno a Avelino y todos estaban deseosos por oír su respuesta.
─”Andaba resplandeciente en el ambiente exquisito,
muerto de ser un mosquito, las dulces flores buscando”…
y al encontrar esa noche el rostro de una cubana
murió en su boca chupando dulce miel de la sabana.
Había arreglado unos versos de Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido),
aquel desdichado poeta mulato muerto un siglo atrás en la llamada
“Conspiración de la escalera”, aunque nunca hubo constancia de su
18. participación y de si aquello fue en verdad un intento de rebelión. Escogió
estas estrofas llenas de sensualidad que ruborizaron a la joven, de esto se dio
cuenta Marcelino que respondió, ya de su propia inspiración.
─Falsos poetas abundan y desbordan nuestros campos
sin pensar que en una noche se descubre la verdad
y tendrán que resignarse a vagar por los caminos
compitiendo con los grillos con toda solemnidad.
A lo que respondió pronto Avelino, apenas sin dejar de oírse las cuerdas de
la guitarra tocadas por los acompañantes musicales en la controversia
─Yo no soy un mal poeta, ni compito con los grillos,
sólo espero que mis notas inunden los corazones
fervientes de las doncellas, amables y siempre bellas,
que brillan en esta noche como si fueran estrellas.
Otra vez Avelino había acertado y las hermosas guajiras estallaron en risas
y aplausos.
─Yo también les sé cantar a las mujeres bonitas
como to las guajiritas que llenan este lugar,
y que con su contonear cuando comience la fiesta
nos darán una sorpresa imposible de olvidar.
Ahora sí Marcelino había cogido el rumbo y también recibió sonrisas y
aplausos. De ahí ambos se turnaron en sus armoniosos, pero cada vez más
ofensivos cantos
─Yo recuerdo una mañana cuando allá por el palmar
la dulzura fui a buscar y cuando pude cantar,
para mi triste pesar, se encontraba un abejorro
que metí en el chinchorro para obligarlo a callar.
─Yo no soy un abejorro que molesta a los ladinos,
sólo soy un ruiseñor que canta por los caminos
21. exterior y con las guayaberas desechas y manchadas de sangre, ojos
hinchados, labios partidos y cubiertos de fango y suciedad: Avelino y
Marcelino se vieron obligados a abandonar el local por caminos diferentes y
acompañados por parientes para que no la armaran de nuevo en otro lugar.
A poco las personas fueron entrando de nuevo al local y comenzó la fiesta y
el baile del “Son Montuno”. Al llegar Eulalia, la madre de Dulce, y Severiano
vieron a la joven sonriente, conversando amigablemente con el maestro como
si nada hubiese ocurrido, muy diferente a la muchacha que habían dejado al
comenzar la pelea.
─Ma y Pa, Andrés sabe mucho de poesía.
─¡Ah sí! ─ respondió el viejo campesino.
─Sí, las compone muy lindas y las recita de maravilla, ¿no quiere recitarle
algo a mis padres?
El maestro se quedó perplejo, confundido.
─No, no, en otra ocasión, pues ahora comienza la fiesta, y lo que deseaba
era que la niña estuviera calmada y disfrutara de la noche.
─Pues muy bien, quédese aquí con nosotros ─ dijo el viejo colono y mandó
a buscar una botella de ron de la cual tomaron a pico, sin vaso, y cuando el
alcohol comenzó a circular por la sangre, el maestro sacó a bailar a la guajira,
ya que ningún otro lo hubiera hecho por temor a buscarse una pelea posterior
con los primos: Marcelino y Avelino.
Dulce y Andrés bailaron toda la noche y hubo momentos en que sus cuerpos
se juntaron lo suficiente para que él acercase sus labios al oído de la joven, y
aunque ella lo rechazó, lo hizo de buena gana y cuando pudo, y el baile lo
permitió, la atrajo de nuevo hacia sí uniéndose el uno con el otro de forma un
tanto descarada para la época y el lugar. Al final, con el pretexto de tomar un
poco de aire fresco, la acompañó fuera y sin que los vieran se dieron algunos
besos fuertes y ardientes.