2. Había un tirolés que vivía en las hermosas montañas de Austria
Una mañana, decidió salir a caminar por los hermosos y extensos campos
Y, entonces, se encontró a una hermosa tirolesa.
Él la saludó ……………………… y ella contestó
Ella comenzó a caminar hacia él…
3. … y comenzaron a caminar juntos
Llegaron al río, y se percataron de que sólo podrían cruzarlo por las piedras.
Con mucho cuidado y despacio, primero lo cruzó él …
… y luego lo cruzó ella
4. A lo lejos vieron unas montañas, y decidieron explorar.
Pero tenían que caminar más rápido, no fuera a ser que se
les hiciera de noche.
De repente…apareció un perro enorme, y echaron a correr
En realidad, el perro era muy dócil, lo que le pasaba es que tenía una patita
herida y por eso ladraba con angustia
5. Tenía una herida muy grande en la patita, y caminaba cojeando hacia ellos
Les dio mucha pena, así que le ayudaron curándole la patita con agua del rio. El
perro se puso muy contento, y siguió el camino con nuestros amigos.
Y así llegaron hasta la orilla de un lago….donde empezó a sonar una dulce melodía…
6.
7. ¡Qué música tan bonita! Dijo ella.
Y ambos aplaudieron….
¿Sabéis qué música ha sonado?
Era la “Danza de los cisnes”, del ballet de El lago de los cisnes. Es muy curioso,
ya que hoy en día es muy habitual en las compañías de ballet, a pesar de que tuvo
muy poco éxito en su primera representación.
La compuso Tchaikovsky, y pertenece al tercer acto de su obra. Como habéis
podido escuchar y ver en el musicograma, es una obra que tiene dos temas A y B,
con introducción y coda. ¿Recordáis esa forma)
¡Si! Es la forma lied. Veamos ahora que les sucede a nuestros amigos…
Muy contentos por haber podido asistir al espectáculo natural de los cisnes en el
lago, nuestros amigos siguieron caminando por el campo…y llegaron a la orilla de
un río. De repente, los pájaros comenzaron a cantar, las flores a balancearse….
8.
9. ¡Bufffff! Por fin ha pasado la tormenta….con la música de Vivaldi hemos
vivido una auténtica Primavera, con su tormenta y todo.
“Creo que ya es hora de regresar a casa”, dijo el tirolés….
“Si, claro…” dijo ella dubitativa…
Entonces, él la miró dulcemente a los ojos y le preguntó si quería ir a vivir con
él y con el perrito, que juntos pasearían todos los días y vivirían rodeados de la
música y los sonidos del campo.
Ella se emocionó, tenía los ojos llenos de lágrimas….
Juntos de la mano, bajaron de nuevo al pueblo y nunca más se separaron.