1. LA LAGARTIJA LULÚ
Cuentos cortos escritos por: Griselda Acosta
Con la visita de la abuela a la casa de Miguel, sus tremenduras se acentuaron.
Al ver las maletas de su abuelita imaginaba que era un carrito donde correr la fórmula uno,
el color rosado no le atraía tanto como las rueditas de las mismas en donde calculaba
darse colitas.
Sus padres, preocupados no sabían cómo distraerlo para que desistiera de montarse en el
equipaje de la mamá de su papá.
Sólo su abuela pudo inventarle un personaje para que dejara de llorar por las maletas:
lalagartija Lulú. Con doble L y doble U, le recordaba para que a la hora de escribir
supiera.
Lulú se escondía en el techo a mirarlo mientras lloraba, le sacaba la lengua. Lulú lo
abrazaba cuando se portaba bien.
Descubrió una tarde, mientras lloraba en la camioneta de su papá a Insofacto, el
hermanito menor de Lulú, quien más de una vez le sacó su enorme lengua., al ver el niño
esa larga y roja lengua rápidamente ceso el llanto.
En su casa siempre lo acompaña Lulú, observándolo cuando se porta mal, cuando no le
hace caso a mami y a papi. Lulú lo quiere mucho, claro más, lo quieren sus abuelos y sus
padres, en fin toda su familia!!
2. EL NIÑO Y LOS ALMENDROS
Érase una vez un niño llamado Chikipú que vivía en un pueblo de Madrid, en España.
Chikipú era un niño muy observador y le gustaba mucho la naturaleza.
Le encantaban las flores, y se había dado cuenta que la única época de flores, en los
almendros, era la primavera.
Todos los días de primavera, le gustaba observar las flores, por los colores tan bonitos que
presentaban en esta época del año.
Sin embargo, este niño se ponía muy triste cuando la primavera pasaba, y ya no se
podían ver las flores de los almendros.
Un día, su abuelo, que era muy sabio, le dijo, “debes mirar la parte positiva de todas las
cosas“, y le contó lo siguiente:
“En verano los almendros no tienen flor, pero puedes acercarte a ellos para que te
den sombra.
En otoño los almendros no tienen flor, pero tienen almendras, que te puedes comer
cuando caen al suelo, y las golpeas entre 2 piedras.
En invierno los almendros no tienen flor, pero sus ramas se llenan de nieve y forman
una imagentambién preciosa.”
Chikipú comprendió la grandeza de la naturaleza, y decidió que no debía ponerse triste
en ninguna época del año, ya que siempre existen cosas bonitas que admirar.
3. EL CERDITO VALIENTE DE LA
GRANJA
Había una granja situada a las afueras de un pueblo, llamada la granja de Bimbo. En esta
granja había muchos animales, vacas, ovejas, gallinas y un pequeño
cerdito llamado Pinki, quien había sido el último en llegar, pues tan sólo tenía dos meses
de vida, era un cachorrito.
Pinki, era un cerdito muy juguetón, al que le gustaba mucho estar con las
ovejas mientras que estaban en el prado pastando. Solía correr detrás de las ovejas hasta
que, Pluto, el perro pastor, le regañaba por no dejar a las ovejas comer tranquilas, y
entonces las dejaba de molestar, hasta que Pluto se distraía.
Pinki era un cerdito muy valiente, pues un día cuando se encontraban las ovejas en el
pradovió como se acercaba un lobo sigilosamente, pasando desapercibido por delante
de Pluto, que estaba echado la siesta.
De repente, el lobo salió de entre los matorrales y fué a por las ovejas, pero Pinki
rápidamente salió a avisar a las ovejas para que salieran corriendo todo lo rápido que
pudieran hacia donde se encontraba Pluto. Éste, al escuchar los balidos de las ovejas, se
despertó y fue a defenderlas, asustando al lobo.
Desde entonces, Pinki, pasó a llamarse el cerdito valiente de la granja de Bimbo, pues
gracias a él, las ovejas no fueron heridas por parte de aquel lobo malvado. Así fue como
las ovejas y el cerdito Pinki, comenzaron una relación de amistad para siempre,
además, a las ovejas ya no les molestaba que el cerdito jugara con ellas.
4. LAS ESTACIONES DEL AÑO
Había una vez, cuatro estaciones del año que se hacían llamar la Primavera, el Verano,
elOtoño y el Invierno. Cada estación era de una manera de ser, pero había dos que se
llevaban muy mal, ¿y quienes se llevaban mal?, os estaréis preguntando, pues el Invierno
con el Verano.
Desde que se conocieron el Invierno y Verano, siempre se han llevado mal, pues al
Invierno le gusta mucho el frío, que llueva y nieve, y sin embargo, al Verano le gusta que
haya más días de sol, que llueva poco y que haga calor. Así que son como polos
opuestos.
Sin embargo, un día se juntaron las cuatro estaciones del año, para resolver este
problema. La Primavera viene después del invierno, y con ella los árboles y campos
empiezan a florecer, y deja de hacer tanto frío. Y el Otoño, empieza después del Verano, y
con él, las hojas de los árboles se caen, comienza a hacer frío y hay algunas lluvias.
En la reunión que tuvieron, tanto la Primavera como el Otoño les intentaban explicar al
Invierno y al Verano que deben llevarse bien, pues gracias a los cuatro el ciclo de la
vida en la Tierra es posible.
La Primavera dijo:”Invierno, gracias a ti todos la seres vivos pueden vivir, pues existe el
agua y con los deshielos llenas los ríos. Y Verano , gracias a ti y tu magnífico sol
veraniego, hay vida en el planeta y un clima para que los campos puedan terminar de
florecer para darnos alimentos. Así que, como veis no sois tan diferentes“.
Tanto el Inverno como el Verano se quedaron pensando unos minutos, y después el
Invierno dijo: “es verdad, Primavera, ahora lo entiendo, tenemos que estar unidos, pues
gracias a que cada uno desempeñamos una función a lo largo del año, existe la vida en
el planeta“.
Así fue como la Primavera y Otoño hicieron reflexionar al Invierno y al Verano,
haciéndoles ver que sólo estando unidos, y no enfrentándose, conseguirían mantener
el equilibrio en la Tierra.
5. LA PACIENCIA DEL PAYASO JOB
Érase una vez, un payaso llamado Job, al que le gustaba tanto actuar en el circo, que
no era capaz de soportar la espera de varias horas hasta que le tocaba actuar a él.
Hasta tal punto llegó la impaciencia de Job, que empezó a actuar antes de que abrieran
las puertas del circo, por lo que, cuando llevaba ya un rato actuando, se daba cuenta de
que no había nadie riéndose…. y empezaba a llorar.
Esta situación se repetía todos los días que había función de circo, y Job se deprimía
tanto al ver el circo vacío, que una vez que se llenaba de público ya no era capaz de salir
a actuar.
La trapecista María se dio cuenta de lo que le pasaba a Job, y fue a hablar con él. “Job,
tienes que ser más paciente, porque te necesitamos. Si tú no sales cuando te toca, nunca
seremos un circo completo, y no vendrán a vernos nunca más…”
Job se estremeció al oír las palabras de María, y se dio cuenta que debía eliminar la
ansiedad que tenía por actuar, porque al final lo que provocaba es que sus compañeros
corrieran peligro de no poder actuar nunca más.”
Al día siguiente, empezó la función, y el paciente Job esperó su turno hasta el final,
para hacer reír a todos los niños y niñas que iban al circo a verle a él.