la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
La propiedad de la tierra
1. LA PROPIEDAD DE LA TIERRA
SITUACION
El problema de la tenencia de la tierra que afecta a amplios sectores del
campesinado paraguayo y que aflora hoy con fuerza en términos de conflicto
social, obliga a expresar, con evangélica franqueza, una palabra sobre el tema de
la propiedad y el uso de la tierra en nuestro país.
Se está pasando por una crisis profunda en todos los niveles. Esta crisis puede
constituirse en una oportunidad para encarar los cambios profundos que pueden
ayudar a la sociedad paraguaya a mejorar, a renovarse, a ofrecer a sus
ciudadanos condiciones de vida más dignas.
Los conflictos sociales como consecuencia de la propiedad y el uso de la tierra
son recurrentes, forman parte de un círculo vicioso que se deben romper para
hacer del Paraguay un país viable.
PRINCIPIOS NATURALES
La propiedad es garantía de libertad para el ser humano, pues quien nada posee
depende totalmente de otros. La propiedad puede ayudar a desarrollar a la
persona mediante la valoración y conservación de las cosas y hace surgir en ella
el sentido de la responsabilidad y el sentido de previsión.
Quien se apropia de la tierra se responsabiliza de usarla para su propio bien y
para bien de los otros. De lo anterior se concluye que el derecho a la propiedad
cumple una función personal, de promoción y desarrollo integral de la persona, y
una función social, de servicio a la comunidad.
El derecho a la propiedad es un derecho natural, se basa en la naturaleza del
hombre y, por tanto, es un derecho anterior al Estado. Sin embargo, a éste le
corresponde reglamentar el uso de la propiedad. En este sentido es oportuno
recordar que el derecho a la propiedad es también para el que no la tiene.
Si cada hombre tiene derecho a la propiedad, tiene igualmente el deber de
respetar la propiedad ajena; caso contrario, habría desequilibrio social por
procedimientos unilaterales injustos. Si no se respeta la propiedad ajena, ¿cómo
se puede exigir que respeten la propia?
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
En la doctrina social de la Iglesia se juzga el proceso de concentración de tierra
como un escándalo porque está en neta oposición con la voluntad y el designio
salvífico de Dios, porque niega a un amplio sector de la sociedad los beneficios del
fruto de la tierra.
2. "Las perversas desigualdades de la distribución de los bienes comunes y de las
posibilidades de desarrollo de toda persona y los desequilibrios deshumanizados
de las relaciones personales y colectivos, causados por este tipo de concentración
provocan conflictos que dañan las bases de la convivencia civil y provocan la
destrucción del tejido social". (Para una mejor distribución de la tierra, Pontificio
Consejo "Justicia y Paz", No. 27).
En el Paraguay, incluso, se dan situaciones concretas del origen ilegítimo de la
tenencia de la tierra, legitimadas por la corrupción, que requieren justicia y
esclarecimiento para recuperar las tierras malhabidas.
Además, "al Estado le toca impedir que se abuse de la propiedad privada en
contra del bien común... cuando la índole social es descuidada, la propiedad
fácilmente se convierte en múltiple tentación de ambiciones y graves desórdenes,
hasta dar pretexto a la impugnación de los derechos puestos en peligro." (CONC.
VAT. II, Gaudium et Spes, No. 71)
ACCIONES OPORTUNAS
La Iglesia condena todo tipo de violencia. La concentración e injusta distribución
de la tierra deben ser corregidas con urgencia por parte del Estado a través de los
mecanismos institucionales, porque mantenerlas es una forma de violencia
estructural contra amplios sectores de la población rural que no tienen un pedazo
de tierra donde asentarse y arraigarse.
Por otro lado, los métodos violentos de ocupación de propiedades privadas
legítimas pueden generar más violencia e, incluso, pueden significar la pérdida de
vidas humanas.
Es urgente que los poderes públicos diseñen e implementen un Plan serio para
dar respuesta a los graves problemas y conflictos sociales relacionados con la
tenencia y el uso de la tierra en el Paraguay.
La doctrina social de la Iglesia ve en la reforma agraria un instrumento adecuado
para difundir la propiedad privada de la tierra. Para ello, se debe actuar en tres
niveles complementarios: a) a nivel jurídico, para que haya leyes justas que
mantengan y tutelen la efectiva difusión de la propiedad privada; b) a nivel de
políticas económicas, para facilitar el acceso a la propiedad privada de los
siguientes bienes de consumo duradero: vivienda; pequeña propiedad agraria;
utillaje necesario para la empresa agrícola familiar y, c) a nivel de políticas fiscales
y tributarias, para asegurar la continuidad de la propiedad de los bienes en el
ámbito de la familia. (Cfr. Para una mejor distribución de la tierra, Pontificio
Consejo "Justicia y Paz", No.. 37)
Es necesario modificar las relaciones sociales injustas hacia horizontes de mayor
equidad y solidaridad, con una política que contemple el bien común. Así se podrá
pensar en una sociedad con la esperanza en un futuro en paz.