El Consejo Episcopal Permanente de la CEP emitió un mensaje sobre la difícil situación del país. Señala que las condiciones socioeconómicas difíciles que no encuentran respuestas adecuadas profundizan la pobreza y exclusión. También expresa que los discursos de confrontación que ignoran la dignidad de las personas no son útiles. La Iglesia exhorta a mantener la cordura y el respeto, y su objetivo es promover la justicia social para superar los graves problemas que afectan al pueblo. La Iglesia aporta a log
1. MENSAJE DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA CEP SOBRE DIFICIL
SITUACIÓN DEL PAÍS
A los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas, a los fieles laicos y a
todas las personas de buena voluntad:
Los Obispos nos dirigimos a nuestro pueblo en este momento de la vida de la
nación en que se ve afectadala convivencia respetuosa y pacífica en los diversos
ámbitos de la sociedad.
Las difíciles condiciones socioeconómicas del país, que no encuentran respuestas
adecuadas y oportunas, profundizando la situación de pobreza y exclusión de
muchos compatriotas, abruman y crean un estado de desesperanza y de
crispación en los ánimos.
En este contexto, los diversos actores utilizan un discurso de confrontación, en el
que todo vale, utilizando incluso el ataque a la dignidad de las personas e
ignorando el debido respeto que se merecen las instituciones, entre ellas,la Iglesia
Católica.
No nos parecen oportunas ni convenientes para la necesaria cooperación entre
nuestras instituciones las fricciones creadas por las mutuas agresiones verbales
entre el señor Presidente de la República, de personas de su entorno y algunos
miembros de la Iglesia.
La Constitución Nacional establece que las relaciones del Estado con la Iglesia
Católica se basan en la independencia, cooperación y autonomía. (Art. 24) En el
espíritu de la Constitución, desde la Conferencia Episcopal estamos siempre
abiertos al diálogo constructivo con referentes del Gobierno y los organismos del
Estado. No está en nuestro ánimo la confrontación.
Cuanto más alto es el cargo y la función que se ejerce al frente de las
instituciones, mayor responsabilidad se tiene en la tarea de la construcción de la
sociedad más justa posible, creando las condiciones propicias para la participación
de todos los miembros de la comunidad nacional.
La Iglesia exhorta a mantener la cordura y el respeto, a no perder de vista que el
objetivo fundamental de la actividad política es la construcción del bien colectivo,
donde el rol de los líderes es buscar la convergencia de las fuerzas hacia metas
comunes.
La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie
que sufra por falta de lo necesario. (Cfr. Encíclica "Dios Es Amor", Nº 28) Por eso,
ella busca, propone y promueve la justicia social, que permita superar los graves
problemas socioeconómicos que oprimen y angustian a nuestro pueblo.
2. La Iglesia Católica aporta, desde su naturaleza y misión propias, a la tarea común
de que el Paraguay sea una nación próspera, con oportunidades para que todos
sus ciudadanos y ciudadanas vivan según la dignidad que les corresponde como
hijos e hijas de Dios.
La naturaleza y la misión de la Iglesia es evangelizar: anunciar la salvación de
Jesucristo y denunciar todo aquello que se opone al plan salvífico de Dios, con
toda paciencia y deseo de instruir, a tiempo y a destiempo (2Tim, 4,2-4)y dar razón
de su esperanza con humildad y respeto, pero con firmeza. Y en este afán está
dispuesta a sufrir por hacer el bien (1 Pedro 3,15-17).
Benedicto XVI expresa: El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea
principal de la política. Como dice el Concilio Vaticano II, la Iglesia reconoce la
autonomía de las realidades temporales. Por su parte, el Estado no puede
imponer la religión, pero tiene que garantizar su libertad y la paz entre los
seguidores de las diversas religiones; en tanto que la Iglesia, como expresión
social de la fe cristiana,tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada
en la fe, que el Estado debe respetar. Son dos esferas distintas, pero siempre en
relación recíproca.(Cfr. "Dios es Amor", Nº 28)
Los Obispos reconocemos que la tarea política de construir la sociedad más justa
posible no es su responsabilidad directa. En efecto, según la doctrina y la
tradición, retomada por Benedicto XVI en su reciente encíclica, la Iglesia no puede
ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad
más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni
debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a
través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin
las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni
prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No
obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la
inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien. (Cfr. "Dios es Amor", Nº 28)
En este punto, reiteramos que la Conferencia Episcopal, por su naturaleza jurídica
y por su misión evangelizadora, no apoya ni acompaña a ningún candidato en las
campañas electorales. Sin embargo, la Iglesia sí reivindica su derecho y su
obligación de iluminar a la ciudadanía para el ejercicio consciente y responsable
del sufragio como un acto fundamental del sistema democrático.
Exhortamos a los sacerdotes, religiosos y religiosas y agentes de pastoral a no
promovercandidaturas políticas y a no utilizar capillas, instituciones ni recintos de
la Iglesia Católica para facilitar reuniones de carácter político partidario.
Nuestra tarea evangelizadora en el Paraguay enfrenta desafíos impostergables
que todos los miembros de la Iglesia debemos acompañar. Para ello necesitamos
convertirnos en discípulos y misioneros de Jesucristo. Sólo así podremos asumir
evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que
contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás
3. ciudadanos e instituciones en bien de nuestro pueblo. (Documento de Aparecida,
Nº 384).
Oren por nosotros y por nuestros gobernantes. Pedimos la gracia y la bendición de
Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen María,para nuestro querido pueblo
paraguayo. -
Asunción, 24 de agosto de 2007
CONSEJO EPISCOPAL PERMANENTE DE LA CEP