1. EXILIO INTERIOR
El juguete nuevo del emperador
EUGENIO FOUZ
twitter: @eugenio_fouz
“Para ser viejo y sabio, primero hay que ser joven y estúpido” (ANÓNIMO)
Mire, el otro día leía una noticia en un periódico cuyo titular decía: “Absuelta una
madre llevada a juicio por dar una bofetada a su hijo”(EL PAÍS, Silvia R. Pontevedra;
19.07.2017). Déjeme contarle más: una madre gallega pide a su hijo de once años que le
ayude a poner el desayuno. El chico no obedece, entretenido como está oyendo música
en su teléfono móvil nuevo. La madre insiste pero el niño no hace caso. Es lógico
suponer que la madre recordará a su hijo la tarea pendiente. Así sucede. El chico
reacciona lanzando de mala manera a su progenitora el caro juguete en un ataque de
rabia y ésta le da una soberana bofetada.
2. No me sorprende que un crío se pase el día enganchado a un teléfono móvil. Nuestra
sociedad moderna ha posicionado a estos aparatos electrónicos en la categoría de “los
imprescindibles”. Esto es innegable. Llama la atención la falta de cariño del niño hacia
su madre. No tiene sentido la intransigencia de un muchacho prepúber ante una tarea
tan sencilla como echar una mano en casa, y mucho menos la ira y la violencia fuera de
control.
La cosa no queda ahí. Según leemos en el periódico, casi un año después, el hijo
amenaza en un momento dado con irse de casa. Su madre le agarra como puede para
evitarlo con la mala fortuna de arañar el cuello a su churumbel. Eso fue suficiente para
que el pequeño tirano acudiese a un centro sanitario y denunciase posteriormente a su
madre por malos tratos. Este suceso puntual convertido en noticia evidencia la
necesidad de educar a los hijos ¿Habrá quien crea que un niño se educa solo?
Cabe preguntarse, pero ¿quién nos educa?, ¿dónde se imparte la buena educación?
Unos responderán que la familia es la única responsable. Otros dirán que la escuela, los
amigos, la sociedad entera.
No existe una fórmula mágica. La educación no consiste en una colección de
certificados, ya que nunca acabamos de ser educados. Se trata de un proceso. Uno no
aprende todo lo que debería aprender ni siquiera cuando se muere.
La primera vez que tus padres te hacen llorar es el comienzo. Sabes que te quieren y lo
hacen por tu bien. Luego, a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de lo que sufren
tus padres si tú lo pasas mal. Pero para notarlo hay que ser sensible.
En la escuela aprendes a leer y a ordenar tus pensamientos sobre el mundo, más pronto
o más tarde. Recuerdo a un profesor de literatura singular que nos decía que
cuestionásemos todas las cosas que aprendíamos y que no nos conformásemos con una
vía única. Le he hecho caso. Mis padres eligieron darme una educación basada en
principios morales y religiosos que me hicieron daño y me aliviaron y que preferí
conocer a ignorar. Y hoy estoy agradecido.
Los hijos bien educados hoy serán los padres bien educados mañana.
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510 palabras incluido título y autor.
Empieza con : “Mire, el otro día leía una noticia”...
Termina en : ...“ serán los padres bien educados mañana”…