El documento argumenta que aunque el conocimiento y la experiencia acumulados pueden constituir un valioso capital intelectual, a menudo se usan de forma coercitiva y retrasada para obstaculizar la innovación. En lugar de analizar críticamente los actos y métodos, la experiencia se utiliza para imponer hábitos fijos y rutinas que automatizan la vida humana y anulan el pensamiento creativo.