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ISSN 1405-1931
HOMENAJE A
JUAN LUIS SARIEGO RODRÍGUEZ
AÑO 25, NÚM. 295, MARZO 2015
ÓRGANO INFORMATIVO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
/CIESAS DF @ciesas
Consulte más noticias
del ciesas en el blog:
Colaboradores
Editor
Óscar Espinoza Gracía
Diseño
Mario Alberto Vélez
Formación
Marlen Hernández Gómez
Corrección de estilo
Mario Brito
Diseño de portada
Samuel Morales
Adaptación digital
Anneli Torres
ÓRGANO INFORMATIVO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES
Y ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
Juárez 87, Tlalpan Centro, México D.F. C.P. 14000
ciesas.wordpress.com
Ichan tecolotl | marzo 2015
ÍNDICEEDITORIAL JuanLuisSariego:nuestroamigo
PUNTOSDE
ENCUENTRO
JuanLuisSariego:
investigandoyestudiando
desdelasorillas
JuanLuisSariego:
crearconocimiento
JuanLuisSariego
nosdionorte
JuanLuisSariego:
elbuensamaritano
MiamigoJuanLuisSariego
JuanLuisSariego
ysusinolvidables
contribuciones alciesas
Relevosen
elciesas-PacíficoSur
JuanLuisSariego:
delcentroalasorillas
JuanLuisSariego:
nuevoscaminosde
laantropología
PREMIOSY
RECONOCIMIENTOS
NOMBRAMIENTOS
CINEMANTROPOS
Reconocenlaborde
laDra.ElenaAzaola
Afterpornends
05
06 08
10 12
14 16
18 20
23 24
25
5
En el año 2010 Victoria Novelo y Juan Luis Sariego, a partir de una
reflexión sobre la práctica antropológica que desarrollaban, forma-
ron una red que bautizaron como Antropología en las orillas. Se dis-
tinguía de otras por su lejanía con los centros metropolitanos y de
laacademia“pura”;porlasrelacionespersonalesqueentablabacon
las sociedades locales muy distintas a las de los círculos de poder
hegemónicos y porque mucha de su producción resultaba invisible
en la historia oficial de la disciplina.
A esa red convocaron a algunos de sus semejantes para discu-
tir, escribir y participar en reuniones académicas. Ahora se reúnen
de nueva cuenta la Dra. Victoria Novelo (ciesas-d.f.); el Dr. Andrés
Fábregas (ciesas-Occidente); Séverine Durin (ciesas-Noreste); Mar-
garita Hope (eahnm); Ella F. Quintal (inah-Yucatán) y Everardo Gar-
duño (Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, Universidad
Autónoma de Baja California), para rendir un homenaje al querido
y admirado compañero Juan Luis Sariego.
EDITORIAL
Juan Luis Sariego: nuestro amigo
66
Puntos de encuentro
Fotografía:VictoriaNovelo.
Juan Luis Sariego: investigando y
estudiando desde las orillas
Victoria Novelo
CIESAS, D.F.
noveloppen@hotmail.com
A Juan Luis Sariego lo conocí en el Cen-
tro de Investigaciones Superiores del
Instituto Nacional de Antropología e
Historia (cis-inah) desde que era be-
cario de tesis de maestría hace cuaren-
ta años. Ángel Palerm lo dirigía. Había
llegado de la España franquista, era as-
turiano y tenía un abuelo minero.Tam-
biénpertenecíaalaCompañíadeJesús
yestuvoenChadcomomisionero,cua-
si antropólogo, aprendiendo la lengua
de los nativos. Ese dato me impresionó.
Al fin conocía a un antropólogo verda-
dero, con trabajo de campo en África,
como decían los libros que leí de estu-
diante en la Escuela Nacional de Antro-
pología e Historia (enah).
Juan se integró como investigador
en el Centro de Investigaciones y Estu-
dios Superiores en Antropología Social
(ciesas). Entre 1978 y 1982 emprendi-
mos junto con el colega ecuatoriano
José Díaz Estrella, con el peruano Raúl
Santana y con los jóvenes estudiantes
mexicanos Federico Besserer y Daniel
González, el proyecto colectivo Los
mineros mexicanos. Juan Luis llegaba
con la experiencia de su estudio sobre
mineros en Pachuca y Real del Monte
cuya tesis le valió el premio Fray Ber-
nardino de Sahagún que otorga el
inah. Yo venía de dirigir, entre 1975 y
1978, un proyecto también colectivo:
La clase obrera en las empresas esta-
tales. En ese proyecto trabajó conmi-
go y se recibió el también fallecido y
muy querido Augusto Urteaga, quien
coincidiría en Chihuahua con Juan Luis
años después. Cuando comenzamos
el proyecto de los mineros Juan Luis
7
pasó por una etapa tormentosa que lo
llevó, con felicidad para él, a tomar la
decisión de abandonar la Compañía de
Jesús y casarse y tener hijos. Nuestras
conversaciones de entonces sellaron
nuestra amistad y nos mantuvo al tan-
to uno del otro en el plano personal y
colaborando en distintos trabajos.
Con el proyecto sobre los mineros,
Juan Luis y yo continuamos, con una
gran energía y amor por el trabajo, una
etapa riquísima en experiencias de in-
vestigación, en formación de estudian-
tes–enlostrabajosdecamposeintegró
otro antropólogo en ciernes, Luis Rey-
gadas–, en producción de textos, en la
configuración de cursos y en creativas
confrontaciones con los que hasta en-
toncessedecíanúnicosespecialistasen
los estudios obreros y sindicales (eco-
nomistas y sociólogos); en todo ello re-
forzamosloqueluegoseconociócomo
“antropología del trabajo”donde tam-
bién confluyeron otros colegas del cie-
sas quesecobijabanenelgrantemade
“industrialización y clase obrera”. Dimos
clases juntos en el posgrado de la enah
en una época en que los estudiantes
eran más alborotadores y desafiantes
que de costumbre. A Juan Luis le asus-
taba mi atrevimiento cuando corría del
salón a algún alumno por fumar ma-
riguana, pues pensaba que nos podía
agredir cuando nos encontrara. Pronto
aprendióaconoceralaenah.
Lo mejor de ese proyecto de mi-
neros, aparte de la producción inte-
lectual, fueron los trabajos de cam-
po. Yo sólo participé en el de Nueva
Fotografía:VictoriaNovelo.
Rosita, Coahuila; no fui a Sonora, ni
a Chihuahua, ni a Baja California. La
convivencia estaba tan bien organiza-
da como el trabajo de investigación y
los viajes para comprar cigarros hasta
Monclova y al“súper”del lado gringo.
La formación de nuestros pupilos,“hi-
jos académicos”, fue tarea básica y la
parte lúdica tuvo un importante pa-
pel que contribuyó a la fortaleza del
equipo de trabajo. Éramos tres los que
sabíamos cantar y tocar la guitarra y
también tres los que disfrutábamos
cocinar. La tortilla española de Juan
no tenía paralelo, y tampoco cantaba
mal. Su risa, su parloteo, su manera de
mediar y alejar los conflictos, fueron un
importante ingrediente en el trabajo.
Juan Luis se enamoró de Chihuahua
y de su gente. Se mudó al norte en
1988 dedicándose a fundar espacios
tan importantes como la Escuela de
Antropología, donde dio rienda suelta
a sus grandes dotes de maestro y men-
tor y a su espíritu investigativo que lo
llevó a descubrir su veta como estudio-
so del indigenismo norteño y a darse
cuenta de cuán injusta e ignorante y,
por tanto, parcial, había sido hasta en-
tonces la antropología hegemónica
(en una palabra: mesoamericana) con
los grandes territorios del norte. Y se
dedicó en cuerpo y alma a sacar al nor-
te de la invisibilidad.
Se le extrañará mucho a Juan Luis
Sariego. Su buen humor, sagacidad,
inteligencia y bonhomía harán mucha
falta. A mí me quedó a deber un viaje
a Asturias.
8
De hablar cerrado, como arrastrando las palabras, irónico y
rebosando pasión por lo que decía, Juan Luis Sariego po-
seyó una forma peculiar de expresarse. Lo conocí allá por el
año de 1974 como estudiante de la maestría en antropolo-
gía social en la Escuela de Graduados de la Universidad Ibe-
roamericana. Juan Luis se integró rápido al medio mexicano,
no sólo al académico, sino también al del pueblo. Estudiaría
a los mineros junto con Victoria Novelo, Luis Reygadas, Fe-
derico Besserer, Daniel González, José Díaz Estrella,“Pepo-
ne”, Raúl Santana y Ana Patricia Cabrera. No tardó en ser muy
apreciado, querido, por todos quienes lo conocimos.
Juan Luis transmitía no sólo bonhomía, sino ternura y
confianza. Uno sentía estar ante un amigo, un cultivador
de la amistad vista ésta como el don más preciado del ser
humano. Nunca lo sentí en competencia con nadie. Su ge-
nerosidad estaba a la par de su humildad. No fingía. No era
intrigante. Juan Luis se entregó a la vocación de indagar al
ser humano para servirle mejor. Tuvo en sus horizontes in-
telectuales el no servirse ni el sacar ventaja, sino poner al
servicio de los demás, sin regateos, lo que era lo suyo: crear
conocimiento.
Con pasión y esfuerzo fundó la Escuela de Antropología
enChihuahua,suterruñoadoptivo,alqueseabrazóentraña-
blemente. Conocer el norte de México se volvió una misión
para él. No era el suyo un sentimiento sólo guiado por el afán
Juan Luis Sariego:
crear conocimiento
Andrés Fábregas Puig
CIESAS Occidente
apfgup@gmail.com
¡Graciasportuvida,amigo!
Fotografía:VictoriaNovelo.
9
Foto: eahnm.
Fotografía:VictoriaNovelo.
académico, sino que lo guiaba un hondo sentido de justicia.
Percibió que la gente del norte estaba marginada, sin ser re-
conocida en sus atributos culturales y en su contribución a la
nación. Juan Luis vio en ello un acto de injusticia que debía
repararse. Si en algún lugar la antropología tenía un enorme
vacío que llenar, ese lugar era el norte de México, según lo
pensó Sariego. Nos convocó a que lo acompañáramos con lo
queestuvieseennuestracapacidaddehacer.Muchoslohici-
mosyellofueoportunidadespléndidaparaconvivirconJuan
LuisenChihuahua,tierraquellegóaconocerpalmoapalmo.
Había que ver la iluminación de su rostro cuando ha-
blaba de Chihuahua o del norte de México. Vívido tengo el
recuerdo­de un día en que hablé, en Chihuahua, de la false-
dad de los juicios de Vasconcelos sobre el norte de México.
Juan Luis me dijo que le sorprendía cómo un hombre del sur
podía expresar su defensa del norte. En parte es una lección
que aprendí con él. Lo recuerdo en aquellos primeros días
de la Escuela de Antropología, con Luis Reygadas, Margarita
Urías y Augusto Urteaga, poniendo todo su empeño porque
esaempresaintelectualnofracasara.AllíestabaJuanLuisSa-
riego dispuesto a darlo todo por obtener antropólogos pro-
cedentesdelnorte,quesirvieranalnorte,porquehacerloera
servir a México y a la humanidad.
Profunda convicción, otra lección de Sariego: sólo esa
profundidad en las convicciones explica la fortaleza con
la que se emprenden tareas como las suyas. Usó la terque-
dad ibérica de la mejor manera. En el desarrollo de esa ta-
rea de hacer antropología en tierras fuera de la órbita me-
soamericana, Juan Luis también desplegó generosidad e
inteligencia.­También paciencia.Tengo el recuerdo de cuan-
do en varias ocasiones platicamos acerca de la burocracia a
la que había que enfrentarse para sacar adelante proyectos
como los que llevó a cabo. Sólo un profundo compromiso
es capaz de explicar esa determinación. Pasó por momentos
en que si hubiese abandonado sus propósitos, hubiera sido
comprendido. Los extraños caminos de la burocracia son
agotadores para quien debe transitarlos por estar obligado
a ello. Fue el caso de Sariego. Pero no abandonó el barco. Su
compromiso era mayor que su pena ante las interminables
argucias burocráticas. Con Victoria Novelo estuve pendien-
te de su estado de salud. Una vez me atreví a escribirle y me
respondió con el mismo afecto de siempre. Me enteré de su
muerte por voz de Vicki Novelo, amiga de Juan Luis, amiga
mía. La voz de Vicki no podía ser más triste. Hice esfuerzos
para que mi voz no se quebrara al responderle que me dolía
esa muerte, y mucho. Pero Juan Luis es un faro.
10
Hablar del legado de Juan Luis Sariego a escasos días de su
partida es difícil porque los sentimientos aún afloran den-
samente al recordarlo. Lo conocí en 2001 cuando era doc-
torante­y participaba en un proyecto coordinado por Gui-
llermo de la Peña sobre políticas sociales hacia los pueblos
indígenas. Mi ingreso en 2003 al Programa Noreste del Cen-
tro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo-
gía Social (ciesas) lo puso de nuevo en mi camino. Cuando
inauguramos la oficina del ciesas en Monterrey, en enero
2005, Juan Luis fue el conferencista magistral y nos regaló
su análisis acerca de la antropología en el norte de México.
Quién mejor que él para entender el reto de hacer antro-
pología en este norte ancho y ajeno, despreciado por los
antropólogos.
En el noreste casi todo estaba por hacerse: temas de in-
vestigación, formación y redes. Investigar en el noreste era
una gran oportunidad porque brindaba libertad y a su vez
era arriesgado porque muchos dudaban de lo bien funda-
do de la presencia del ciesas en el noreste. Seguir ahí no fue
tarea fácil y Juan Luis contribuyó a apoyarnos. Hacer antro-
pología en el norte nos colocó en una misma trinchera y nos
unió la adversidad.
Supo jalarnos a sus proyectos, hacernos participar, y lo in-
volucramos también a los nuestros. Cecilia Sheridan, Efrén
Sandoval y yo fuimos profesores de la Maestría en Antropo-
logía Social de la Escuela Nacional de Antropología e Histo-
ria en Chihuahua (enah-Chihuahua) que Juan Luis creó. Me
encantaba viajar a Chihuahua para dar clase, comentar los
avances de los estudiantes, y convivir. Juan Luis, siempre
atento, era un gran anfitrión. En torno a la escuela y los co-
loquios Carl Lumholtz, atrajo a sus colegas y amistades, y en
estos espacios se formaron los primeros antropólogos nor-
teños in situ. Desde Monterrey soñábamos con lograr algo
Juan Luis Sariego nos dio norte
Séverine Durin
CIESAS Noreste
durin@ciesas.edu.mx
¡Nos comprometiste con tu generosidad
y jovial compañia. Querido Juan Luis,
muchasgraciasporhaberabiertoelsurco.
Portuspasosseguiremos!
Fotografía:eahnm.
11
Fotografía:eahnm.
parecido, la experiencia de Chihuahua fue para nosotros un
ejemplo.
En el noreste nos quedaba claro que teníamos que for-
mar estudiantes, pese a no contar con un posgrado. Aún re-
cuerdo a las autoridades de docencia del ciesas cuestionar
por qué queríamos un posgrado en Monterrey si había uno
en Chihuahua. Como si Chihuahua estuviera a la vuelta de
la esquina y Monterrey no estuviera tan lejos de Chihuahua
como del Distrito Federal. Pese a la distancia, Juan Luis siem-
pre estuvo presente para apoyarnos en la formación, y cuan-
do capacité estudiantes a la investigación en el proyecto Mi-
gración indígena urbana en el noreste de México: el caso de
Monterrey, acudió para comentar sus avances, junto con
Guillermo de la Peña, François Lartigue y Horacia Fajardo.
También fue quien presentó el libro resultado de este pro-
yecto Entre luces y sombras. Miradas hacia los indígenas en el
áreametropolitanadeMonterrey en julio 2009. Incluso, cuan-
do en 2010 ofrecimos el primer diplomado en antropología
en Monterrey, participó como docente y conquistó a los es-
tudiantes con su buen humor y talento como catedrático.
Colaboró en las dos ediciones siguientes y lo haría nueva-
mente en la cuarta por iniciar en agosto 2015. Juan Luis no
podíafaltar,yloteníamoscomomiembrodenuestroequipo
de trabajo.
Éste norte tan poco conocido y querido por la
antropología nos unió una vez más cuando la violencia
criminal y de Estado se avalanzó sobre nosotros hacia 2010.
Entonces los tiroteos, bloqueos y desaparecidos parecían ser
cosa de la frontera norte. Juntos, con el apoyo de su amiga
Victoria Novelo, comunicamos nuestras dificultades en el
video Trabajo de campo en tiempos violentos1
acerca de las
consecuencias de la violencia para el ejercicio de nuestra
profesión. Este mismo año nos conformamos como un equi-
podetrabajoAntropologíaenlasorillas,encabezadoporVic-
ky y Juan Luis, e integrado por Everardo Garduño de la Uni-
versidadAutónomadeBajaCalifornia(uabc),MargaritaHope
de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah), An-
drés Fábregas del ciesas, Ella Fanny Quintal del Instituto Na-
cional de Antropología e Historia (inah-Yucatán) y yo. Nos
reunía una misma condición: hacer antropología desde los
márgenes de la disciplina.
Juan Luis fue un gran tejedor, supo reunir a unos y otros
en torno a su objetivo de hacer norte, de abrir surco y formar
semillas para que mañana el norte sea una región fértil para
laantropología.Eldíadesulamentablepartidaescribí“Élnos
dio norte”. Así fue.
1	 ElvideoformapartedeAntropovisiones,seriedirigidaporVictoria
Novelo y AndrésVilla.
1212
A pesar de que sabíamos la difícil con-
dición de salud en la que se encontra-
ba desde hace más de un año y fuimos
testigos del vertiginoso deterioro de
su cuerpo en los últimos dos meses, la
mañana del miércoles cuatro de marzo
recibimos con enorme desconcierto y
profundo pesar la noticia de la muerte
de nuestro querido Juan Luis.
Difícil tarea la de escribir sobre tan
notable antropólogo cuando lo prime-
ro que viene a mi mente es su entraña-
ble amistad.Tal vez lo más conveniente
sea un ejercicio retrospectivo. De todas
mis experiencias con él elijo la primera,
porque creo que ejemplifica con clari-
dadeltratoqueJuanLuisdiosiemprea
laspersonasconlasqueseencontraba.
Margarita Hope
eahnm
margaritahope@hotmail.com
Juan Luis Sariego: el buen samaritano
Conocí a Juan Luis en la primavera del
2002, en la ciudad de Guadalajara, du-
rante un coloquio del Centro de Inves-
tigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social (ciesas) de Occi-
dente. Por azares del destino me senté
junto a él durante la comida del even-
to e inmediatamente empezamos a
conversar. Yo acababa de regresar de
Salamanca, España, en donde realicé
mis estudios de posgrado. Lo primero
que hizo fue preguntarme:“¿y qué te
fuiste a hacer allá si tenemos mucho
mejores posgrados aquí?”Me platicó
que él era español, pero había veni-
do a México a estudiar antropología
y ahora estaba en la Escuela Nacional
de Antropología e Historia-Chihuahua
(enah-Chihuahua).
Cuando le comenté que mi proyecto
de tesis era con los Pimas de Sonora y
Chihuahua, se entusiasmó y me pre-
guntó cómo había llegado hasta allá.
Le conté que mi madre era originaria
de Maycoba, Sonora y que yo conocía
esa región desde que era una niña. Pla-
ticamos un buen rato y cuando se des-
pidió me regaló su tarjeta de presenta-
ción y me pidió mi correo electrónico
para mantenernos en contacto.
Yo en ese momento no sabía mu-
cho de él pero, como suele suceder,
después de este encuentro empecé a
escuchar sobre Juan Luis por todos la-
dos; había ganado recientemente el
premio Fray Bernardino de Sahagún
a la mejor tesis de doctorado que fue
publicada como libro, el ahora célebre
Fotografía:AgustínEscobar.
13
El indigenismo­en la Tarahumara. Me enteré que era un re-
conocido especialista en minería y un estudioso del indige-
nismo y la antropología del desarrollo; alumno de Palerm y
fundador de la enah-Chihuahua. Su trato afable me había
despistado porque contrastaba con la actitud distante que
suelen tener algunos distinguidos antropólogos ante un es-
tudiante desconocido.
Unas semanas después recibí con sorpresa un correo
electrónico suyo poniéndome en contacto con Eugeni Po-
rras para que me integrara al Proyecto Nacional de Etnogra-
fía del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah).
Gracias a Juan Luis me sumé al equipo Chihuahua y tuve la
fortuna de participar en ese proyecto que marcó el resto de
mi trayectoria académica y personal.
En enero de 2003, regresaba de una estancia de campo
enYepachi y decidí llegar a buscar a Juan Luis a la enah-Chi-
huahua. No sabía si me recordaría pues sólo nos habíamos
visto una vez. Pregunté por él en la recepción y me dijeron
que esperara, casi de inmediato bajó Juan Luis las escaleras
de esa casona y con una enorme sonrisa y calidez me abrazó.
“¿Qué estás haciendo por aquí en estas fechas?, sólo a uste-
des se les ocurre venir a hacer trabajo de campo en pleno in-
vierno”, fueron sus palabras, sentí como si nos conociéramos
de toda la vida.
En mayo de 2004, Andrés Oseguera y yo nos integramos
como profesores investigadores de la enah-Chihuahua. Juan
Luis nos acogió con la generosidad que siempre lo caracteri-
zó. Desde entonces compartimos muchas experiencias pro-
fesionales y personales, en todas ellas vimos en Juan Luis a
un antropólogo comprometido, a un maestro incansable y
paternal, a un humanista y por momentos a un humorista.
Tras la noticias de su partida, más de un centenar de per-
sonas se dieron cita para despedir a Juan Luis y acompañar a
su familia. A pesar de que sabíamos que estábamos diciendo
adiós al profesor emérito del inah y excepcional maestro de
casi 30 generaciones de antropólogos, los relatos que ahí se
compartían eran sobretodo testimonios de su integridad y
calidez humana.
Su hermano gemelo, Jesús, ofició la misa en la que dimos
el último adiós al cuerpo de Juan Luis; eligió como lectura el
evangelio de San Lucas El buen samaritano. La homilía fue
muy reconfortante, mi impresión es que todos los asisten-
tes sentimos que era la mejor manera de describir a nuestro
Juan Luis: el extranjero que se detenía a ver, a escuchar y a
ayudar al que nadie veía ni escuchaba; el que dedicó su cuer-
po y alma a proyectos que otros consideraron poco atracti-
vos pero que, gracias a su obra, ahora representan un legado
inconmensurable.
Fotografía:MargaritaHope.
14
A principios de la década de 1980 Juan Luis Sariego se in-
tegró al Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah)
como profesor investigador de tiempo completo de la Es-
cuela Nacional de Antropología e Historia (enah). Su incor-
poración al grupo de profesores, a cargo de la recién creada
Maestría en Antropología Social, se dio a través del taller de
estudios obreros, coordinado hasta entonces por Augusto
Urteaga(q.e.p.d),unodelosinvestigadoresfundadoreseim-
pulsores de dicho programa de estudios. En ese tiempo, yo
hacíaunainvestigaciónacercadelostrabajadorespetroleros
y la sección 30 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de
la República Mexicana (stprm) en Poza Rica. Juan Luis, que
había llevado a cabo trabajos de investigación con los mi-
neros del norte de México, comentó en más de una ocasión
mis avances de investigación. Una de sus muchas y muy úti-
les sugerencias fue que me acercara al concepto company
town1
para entender mejor características clave del sindicato
petrolero y su contrato colectivo de trabajo.
Pocos años más tarde, entre los trabajos académicos que
le tocó realizar, estuvo la coordinación del número 29 de la
Revista Nueva Antropología. El número está dedicado a la
antropología y la clase obrera. En él colaboramos los sociólo-
gos Francisco Zapata y, Enrique de la Garza; y los antropólo-
gos Raúl Nieto, Victoria Novelo, Miguel Ángel Gómez, Jorge
Aceves, Ana Hortensia Castro, Ariel García y yo. Debo decir
que es gracias a esta publicación que, aun cuando hace años
que no trabajo el tema, estudiantes de antropología enVera-
cruz conocen mi investigación sobre Poza Rica.
En 1985, ante la tremenda situación que vivió la ciudad
de México con el terremoto, Juan Luis no dudó en partici-
par activamente en las labores de rescate, aún a costa de su
seguridad, cuando en la avenida Reforma un hotel se vino
abajo. Tres días después del sismo los trabajadores aca-
démicos del inah participamos de diferentes maneras en
1	 Asentamiento provisto de viviendas, sus servicios básicos,
tiendas y transporte, todo propiedad del patrón, en el que vivían
los obreros.
Juan Luis Sariego:
del centro a las orillas
Ella F. Quintal
Centro inah-Yucatán
efqa@hotmail.com
15
el levantamiento­de una encuesta de diagnóstico de los
efectos­inmediatos del terremoto en las familias y las vivien-
das del centro histórico. En ese contexto me tocó ayudar a
Juan Luis en la captura inmediata de la información, que lle-
gaba“del campo”, en una máquina inmensa (para los actua-
les estándares) ubicada en el sótano del Museo Nacional de
Antropología.
A fines de los años ochenta, salimos de la enah, Juan Luis
a Chihuahua a fundar una escuela de antropología y yo aYu-
catán donde empezaría poco a poco a tratar de entender la
historia, vida y la cultura del pueblo maya que, a pesar de ser
yucateca, me eran en gran medida desconocidas.
Para el primer Congreso Mexicano de Etnología y Antro-
pología2
,Victoria Novelo y Juan Luis nos invitaron a varios in-
vestigadores que trabajamos fuera del centro del país, a par-
ticipar en un simposio que denominaron Antropología en
las Orillas. Para el segundo congreso, en Morelia, los mismos
organizadores y los mismos investigadores participamos en
otro simposio con el mismo nombre. Como resultado de es-
tas dos experiencias han sido publicados dos libros3
gracias
2	 Realizado en la ciudad de México en el año 2010.
3	 Novelo y Sariego. Coords. (2011). La antropología de las orillas:
prácticas profesionales en la periferia de la antropología
mexicana. Ediciones de la Universidad Intercultural de Chiapas:
México. Novelo y Sariego. Coords. (2014).Temas emergentes en
la antropología de las orillas. Consejo Estatal para la Cultura y las
Artes de Chiapas: México.
a la muy ágil gestión de Andrés Fábregas. Cuando el primero
de estos libros fue presentado en Mérida, los asistentes pu-
dieron beneficiarse de la amplia experiencia de Sariego en
lostemasysobretodoenelentendimientodelosproblemas
del norte del país, una realidad poco conocida para los que
vivimos en esta otra“orilla”.
Juan Luis Sariego vivió durante algunos años en el sur de
la ciudad de México, cerca de la enah. Mi esposo y yo tam-
bién. Así, en muchas ocasiones pudimos platicar sobre el
país, sobre la antropología, porque nos íbamos juntos en su
vehículo. Primero pasábamos a recoger a su hijaYunuén que
estaba en una guardería sobre Insurgentes sur.
Para nadie es un secreto que Juan Luis era muy simpático.
Sus anécdotas de trabajo de campo, sobre todo aquellas de
la época de sus estudios sobre mineros, debieron haberse
escrito, no sólo por divertidas sino porque eran anécdotas
a través de las cuáles se podía entrever no únicamente las
condiciones de producción del conocimiento antropológi-
co, sino también características y rasgos relevantes de la rea-
lidad estudiada.
Por su participación en un proyecto acerca de la antropo-
logía de la antropología (Proyecto adela), llamaba frecuen-
temente a la casa para hablar con mi esposo. Siempre pre-
guntaba:“¿y tú cómo estás?”Nunca era esta una pregunta
meramente retórica.
Fotografía:VictoriaNovelo.
16
Hacia el final de mis estudios de doctorado en antropología
conocíaJuanLuisSariego.Élmeinvitóaparticiparenunma-
ravilloso evento para explorar los nuevos caminos de México
desde una antropología distinta, construida en el norte del
país,endiálogoconlaantropologíadelcentro,perotambién
confrontándola. Se trataba del II Coloquio Carl Lumholtz que
se realizó en el año 2007 en la ciudad de Chihuahua, en la en-
tonces Escuela Nacional de Antropología e Historia-unidad
Chihuahua (enah-Chihuahua).
En dicho evento, pude dar cuenta de la agenda de Juan
Luis. Él tenía por propósito cuestionar la orientación mesoa-
mericanista de la antropología, con la convicción de que la
llamada Aridoamérica era algo más que un extenso y árido
desierto. Desde su perspectiva, y de quienes lo seguimos, el
norte de México es una geografía diversa y disputada, esce-
nario de noveles procesos socioculturales aún por estudiar.
En lo particular, Juan Luis encontró en la cotidianidad de
los Rarámuri una forma de territorialidad basada en unida-
des de organización. Altamente móviles y flexibles, definen
unaformadecomunidadtotalmentediferenteaaquellades-
critacientosdevecesenlaantropologíamexicanacomocor-
porada, sedentaria y agrícola. Desde esa perspectiva, Juan
Luis planteó incansablemente la necesidad de reorientar
las políticas públicas que, desde una visión centralizada y
Juan Luis Sariego: nuevos
caminos de la antropología
Everardo Garduño
Instituto de Investigaciones Culturales-Museo
Universidad Autónoma de Baja California
everardo.garduno@yahoo.com
Esperamosunamásdetusfascinantes
etnografías,queridoJuanLuis!
Fotografía:eahnm.
17
Fotografía:eahnm .
estereotipada­de lo indígena, pretendían impulsar el desa-
rrollo entre los grupos del norte.
En este sentido, Sariego fue un agudo e inteligente crítico
de las unidades de análisis seguidas por el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (inegi) en la sierraTarahumara; del
indigenismo aplicado por el Instituto Nacional Indigenista
(ini)1
hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pue-
blos Indígenas (cdi), y de los programas asistenciales como
Oportunidades.
Siendo consecuente con su posición teórica y convic-
ción política, Juan Luis Sariego creó las herramientas para
construir el nuevo paradigma de las comunidades del nor-
te mexicano que instrumentalizó a través de la enah-Chi-
huahua, ahora Escuela de Antropología e Historia del Norte
de México­(eahnm), el programa de Maestría en Antropolo-
gía Social en dicha escuela, y el Coloquio Carl Lumholtz.
1	 Creado en 1948, el INI fue una filial Instituto Indigenista
Interamericano. Su labor fue, hasta el 2003, atender y tratar de
resolver los rezagos sociales de los pueblos indígenas.
El día miércoles 4 de marzo me desperté con la triste noticia.
JuanLuisSariegohabíapartidoenlamadrugada.Losquetu-
vimos la fortuna de conocerlo, de disfrutar su conocimiento,
su apoyo, su afecto, sus carcajadas, estamos tristes. Gracias
a él conocí a esa segunda Alma Mater, la eahnm. Gracias a él
conocí a mis colegas y amigos que pensamos y hacemos la
antropología en las orillas. En Juan Luis encontré siempre a
alguien dispuesto a escuchar, a conversar, a debatir, a cola-
borar.Tuvimos la suerte de tenerlo en un coloquio del Insti-
tuto de Investigaciones Culturales en noviembre de 2011, y
en diciembre de 2013 como lector de una de mis estudian-
tes. El día sábado previo al día de su partida, esta estudian-
te entregó finalmente su tesis. Ya no pude invitarlo al exa-
men. Seguramente Juan Luis partió a campo para explorar
los nuevos caminos que llevan a aquellos territorios mágicos
habitados por los hombres buenos, los hombres con convic-
ciones, los hombres con ganas de cambiar las cosas.
18
Generoso, incansable, alegre, entusiasta y comprometido;
serio y divertido. Así fue siempre Juan Luis Sariego.
Fuimos compañeros en la Universidad Iberoamericana, él
estudiando la maestría y yo la licenciatura en antropología
social, allá por los setenta del siglo pasado. Recuerdo que a
Ángel Palerm le gustaba platicar con él, lo apreciaba bien y
fue el responsable de que Juan Luis se iniciara en el estudio
de las zonas mineras, del papel de la minería en la evolución
de la economía novohispana y su vínculo con el sistema-
mundo. Ese interés lo llevó primero a Real del Monte y de allí
siempre hacia el norte hasta que se instaló en Chihuahua y
se hizo chihuahuense de pura cepa. El interés por la minería
no lo abandonó nunca.
Luego se hizo mi pariente, pues se casó con la también
chihuahuense Lorelei Servín Herrera, sobrina de mis tíos. De
esta manera, además de la antropología, la universidad, el
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropo-
logía Social (ciesas) y la academia, compartíamos comidas,
fiestas y bodas familiares aderezadas de buenos vinos como
a él le gustaba. En septiembre del año pasado comimos jun-
tos en casa de nuestros parientes comunes. Fue la última vez
que lo vi, aunque seguíamos comunicados.
Juan Luis nunca sabía decir que no. Por eso mismo uno
tampoco podía negarse a cualquier invitación o propuesta
que él hiciera. Con argumentos convincentes, que nunca le
faltaban, en 2003 logró una alianza entre la Escuela Nacio-
nal de Antropología e Historia Chihuahua (enah-Chihuahua)
y el ciesas para inaugurar y mantener, de manera conjunta
Juan Luis Sariego y sus invaluables
contribuciones al CIESAS
Virginia García Acosta
ciesas D.F.
vgarciaa@ciesas.edu.mx
¡Comonosayudasteycómoteextrañaremos!
Tu legado para la antropología mexicana en
generalyparaelciesasenparticular
seráinolvidable.
19
Fotografía:VirginiaGarcíaAcosta .
durante más de una década, la primera Maestría en antropo-
logía social en el norte de México. De ella egresaron tres ge-
neraciones,deellafueJuanLuiselalmayelcorazón.El ciesas
donó sus fondos editoriales para la biblioteca, equipo de vi-
deoconferencias y becas para estudiantes que Juan Luis año
con año intentaba incrementar. En ella dimos clases y dirigi-
mos decenas de tesis de investigadores. Literalmente te em-
barcabaensussiempreexitosasaventuras:todavíahoydirijo
una tesis de licenciatura de la ahora transformada en Escuela
de Antropología e Historia del Norte de México del Institu-
to­Nacional de Antropología e Historia (ahnm/inah), de un
estudiante que él me recomendó y me pidió que atendiera.
El ciesas fue, sin duda, uno de nuestros temas en común
que más nos unió. Fue investigador de tiempo completo de
la institución, publicó en ella varios de sus libros, dirigió y co-
dirigió numerosas tesis en los posgrados y estuvo, particu-
larmente activo e involucrado, con la fundación primero y
consolidación posterior del antiguo Programa Noreste del
ciesas. Ese prístino Programa es hoy la flamante séptima Uni-
dadRegionaldelciesas conunaproyecciónúnicaenlaregión.
Ese involucramiento con el ciesas hizo ineludible impli-
carlo en actividades de gran envergadura, como las que des-
empeña el Comité Externo de Evaluación (cee) de la institu-
ción, un órgano que constituye una verdadera brújula que
guía con una mirada externa, pero comprometida, los des-
tinos de la misma. Aceptó con mucho gusto la invitación
y cumplió con ella con empeño y consistencia. Una de sus
preocupaciones era, como lo fue siempre, la expansión de la
investigación y enseñanza de la antropología en, del y para
el norte de México. No se cansaba de decirlo, era tan diferen-
te de Mesoamérica y los antropólogos no lo lograban en-
tender. Lo decía siempre moviendo la cabeza de un lado a
otro y abriendo grandes los ojos para mostrar su desazón
al respecto.
Participó en las sesiones anuales del cee durante cuatro
años consecutivos a partir de 2010, siempre crítico e impla-
cable en sus juicios. En 2014 ya no le fue posible hacerlo. Los
informes de ese comité son elocuentes –de la mano del otro
“norteño”también miembro delcee, Mario Cerutti– en cuan-
to a su insistencia por avanzar en la construcción de esa an-
tropología del norte de México. Desde el ciesas había que
hacerlo a partir de consolidar el Programa Noreste: reclutó
al menos a un investigador por año hasta su consolidación,
consideró la oferta regional de recursos humanos con una
adecuada formación y creó una maestría en antropología
social con un programa y líneas de investigación acordes
a las demandas, historia y perfiles culturales del norte de
México. En 2014 la Junta de Gobierno del ciesas autorizó la
creación de la Unidad Noreste del ciesas que, con su equi-
po comprometido, ya ofrece una Maestría en Antropología
Social como continuidad de los exitosos diplomados que la
antecedieron y en los cuales él siempre participó.
20
Afirmar que Juan Luis Sariego Rodríguez (diciembre de 1949
– marzo de 2015) fue un gran antropólogo, un magnífico
maestro y un amigo solidario y generoso es casi un lugar co-
mún. Los textos que han circulado por la red desde el pasado
4 de marzo, el triste día en el que Juan Luis nos dejó, subra-
yan esas y muchas otras cualidades. Asumo el riesgo de caer
en el lugar común e inicio este texto, con el que honro la me-
moriademiamigoycolegaJuanLuisSariego,afirmandoque
losantropólogosmexicanoshemosperdidoaungrancolega.
Mi relación con Juan Luis no es de larga data. Cuando yo
entré a estudiar la licenciatura en antropología social en la
Universidad Iberoamericana, en septiembre de 1974, Juan
Luis estaba metido de lleno en la maestría. En esa época yo
estaba demasiado ocupada leyendo a Van Velsen, a Evans
Pritchard y a Radcliffe-Brown y él se dedicaba al diseño de
su investigación en Nueva Rosita. Siempre supe de él como
un antropólogo de valía y un gran ser humano a través de
amigos comunes, como Shoko Doode, para quien Sariego
era uno de sus más entrañables colegas en ese mundo nor-
teñocomplejoyllenodecontrastes.Muchotiempodespués,
a fines del 2005 o principios de 2006, en una cena en casa de
Guillermo de la Peña y de su esposa, Pastora Rodríguez Avi-
ñoá, Agustín Escobar y yo reconectamos con Juan Luis. Él co-
nocía nuestras evaluaciones del Programa Oportunidades y
estaba muy interesado en la posibilidad de hacer un estudio
semejante en la SierraTarahumara. Ahí empezó nuestra cor-
ta pero profunda amistad. No sé qué nos unió más: si el mu-
tuo interés en la aplicación del conocimiento antropológico
enprácticasqueconduzcanamejorarelbienestardelosmás
necesitados, nuestro gozo al conversar al final de un día de
trabajo de campo, o el también mutuo gusto por el buen Ja-
bugo, los chorizos y el buen vino…. español, de ser posible.
Fue en esa cena en casa de Guillermo y Pastora cuando
Juan Luis, Lorelei, Agustín y yo acordamos una visita a Chi-
huahua. Agustín y yo, dimos un curso intensivo en la enah-
Chihuahua y después nos fuimos con Sariego a hacer un
Mercedes González de la Rocha
ciesas Occidente
mgdelarocha@gmail.com
Mi amigo Juan Luis Sariego
LibrodeSariegoeditadoen1988,alaventaen
LibreríaGuillermoBonfilBatalla.
Siempreterecordaremos,amigo
21
recorrido por distintos municipios de la Sierra Tarahumara.
Lore trabajaba en una mina en Monterde y llegamos todos a
hospedarnos en el campamento de los trabajadores. Ese fue
elepicentrodenuestrosrecorridosetnográficosporlasierra;
el punto del que salíamos con una libreta de notas y donde,
por la noche, discutíamos lo observado al calor de un buen
tequila. Inés, mi hija menor, que había iniciado su licencia-
tura en antropología social, fue con nosotros a todos y cada
unodelosrecorridos.Losrecuerdoaambos,JuanLuiseInés,
fumando y hablando de las paradojas de la minería y de sus
implicaciones sociales y medioambientales. Y es que Juan
Luis siempre disfrutó enseñar. Hablar y discutir con los jóve-
nes. Transmitirles la pasión por el oficio de investigar. Verse
reflejado en los saberes aprendidos por los estudiantes en el
arte de hacer trabajo de campo etnográfico.
Durante 2007 y 2008 tuve el privilegio de contar con la
colaboración de Juan Luis en un proyecto de investigación,
la evaluación cualitativa del Programa Oportunidades, largo
plazo, zonas rurales. El equipo de investigación no era pe-
queño. Veinticinco jóvenes investigadores, distribuidos en
cuatro estados (uno de ellos Chihuahua), participaron en la
recolección de evidencias sobre el impacto diferencial de di-
cho programa según la etnicidad de los beneficiarios, con su
debidogrupodecontrol,losnuncabeneficiariosperoseme-
jantes a los primeros. Juan Luis fue una pieza fundamental
para el éxito de dicho proyecto. Su generosidad en la trans-
misión de sus conocimientos a estos jóvenes investigadores
no tenía límite. Siempre tuvo el comentario acertado, la ob-
servación pertinente, la broma que aligeraba un momento
de tensión. Gran hombre, sabio, profundo, generoso, buen
amigo, terco. No dejó de insistir en la necesidad de cambiar
el modelo de operación de la política social cuando de asen-
tamientos dispersos e indígenas –como las muchas localida-
des de menos de cinco viviendas de la sierraTarahumara- se
trata. Como resultado, el programa modificó su modelo de
atención en regiones indígenas. Se instrumentaron algunos
cambios y, aunque nunca nos dejaron plenamente satisfe-
chos, algo logramos. Mi querido Juan Luis, no todos nuestros
esfuerzos fueron en vano.
El pasado cinco de marzo, en Chihuahua, Juan Luis estu-
vo rodeado de flores y de muchísimos amigos y colegas que
acudimos a decirle adiós. Su hermano gemelo, Jesús Sariego
SJ, ofició una misa emotiva y profunda. Alumnos y alumnas
estuvieronahíparadespedirasuProfe.Habléconmuchosde
ellos.Todosexpresaronsuprofundodolorporperderalmen-
tor, al maestro que les dio tanta luz. Ese dolor, que todos sen-
timos, es el tributo que debemos pagar por el privilegio de
vivir y, en el camino, coincidir con seres tan fabulosos como
Juan Luis Sariego, ¡te vamos a extrañar siempre!
Fotografía:AgustínEscobar.
22
Fotografías:VictoriaNovelo,eahnm,AgustínEscobary
VirginiaGarcíaAcosta.
23
Desde el 15 de febrero del presente año, la Dra. Erica Elena
González Apodaca funge como Coordinadora de la Maestría
en Antropología Social de la Unidad Pacífico Sur del CIESAS.
Experta en antropología e historia de la educación, perte-
nece al Sistema Nacional de Investigadores (sni) y es docto-
ra en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma
Metropolitana (uam). Sus líneas de investigación son: etnici-
dad en la escuela, profesionistas indígenas e intermediación,
educación intercultural y gestión comunitaria e intercultural
de la escuela.
Al publicarse su tesis doctoral con el nombre Losprofesio-
nistas indios en la educación intercultural. Etnicidad, interme-
diación y escuela en territorio mixe (2008, uam, Juan Pablos),
recibió el premio a la mejor tesis doctoral de la Universidad
Autónoma Metropolitana, y el premio inah Fray Bernardino
de Sahagún en el año 2007.
Durante su formación académica fue becaria de la Uni-
versidad de California en San Diego (ucsd) y en el año 2010
obtuvo la beca para Mujeres en las Humanidades de la Aca-
demia Mexicana de Ciencias (amc). En su vasta trayectoria,
destaca su trabajo de campo con los pueblos mixes de Oaxa-
ca y su estancia posdoctoral en el Departamento de Investi-
gación Educativa en el Centro de Investigación y de Estudios
Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (cinvestav).
Actualmente dirige el proyecto Políticasinterculturalesen
la educación superior. Lo instituido y lo instituyente en la cons-
truccióndeuncamposocial.
La comunidad del ciesas agradece la disposición de la
doctora González Apodaca y le reitera su apoyo en el desa-
rrollo de sus funciones, proyectos e investigaciones.
Dra. Erica Elena González Apodaca, nueva Coordinadora­
de la Maestría en Antropología Social de la Unidad
Pacífico Sur
Relevos en el ciesas-Pacífico Sur
Fotografía: ciesas-PacíficoSur.
Redacción
NOMBRAMIENTOS
24
El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antro-
pología Social (ciesas) otorgó el reconocimiento Profesor In-
vestigador Emérito a la Dra. Elena Azaola Garrido por su des-
tacada trayectoria en investigación y compromiso social en
apoyo de los grupos vulnerables del país.
Durantelaceremoniarealizadaenelmesdefebrero,elDr.
Carlos Flores, académico del ciesas – df, leyó una semblanza
sobre la homenajeada en la que destacó su trayectoria, de
casi 38 años, en el estudio de los grupos más desprotegidos
del país: niños de la calle, jóvenes en las correccionales, ni-
ñas y mujeres que han sido objeto de explotación sexual, así
como también, al análisis de las instituciones de policía, las
prisiones, el incremento de la violencia, la inseguridad y di-
versos fenómenos delictivos.
“Los resultados de su prolífico trabajo pueden juzgarse
en una obra que consta de un total de 202 trabajos publica-
dos: 24 libros (12 en coautoría), 70 capítulos de libros y 108
artículos. Estos trabajos han sido publicados tanto en Méxi-
co como en 12 países: Estados Unidos, Canadá, España, Ale-
mania, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Japón, Argentina, Brasil,
Venezuela y Ecuador.
En los reconocimientos nacionales a su trabajo, debe des-
tacarse que, desde su creación en 1985, forma parte del Sis-
tema Nacional de Investigadores y, desde hace más de diez
años (2001), cuenta con el Nivel III”, apuntó el Dr. Flores.
El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en An-
tropología Social felicita a la Dra. Elena Azaola Garrido por su
reconocimientoyagradecesucontribuciónalaconstrucción
de un sociedad donde la justicia social sea una garantía tan-
gible para todos los mexicanos.
Redacción
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS
Reconocen labor de la
Dra. Elena Azaola
25
La idea de este documental realizado por BryceWagoner es muy sencilla: mostrar
quéocurreconlosactoresyactricesunavezqueconcluyesucarreraenlaindustria
del entretenimiento para adultos. ¿Qué los motivó a iniciar y concluir su carrera?
¿Qué problemas enfrentan durante y después de ejercer su carrera? ¿Cómo deter-
minanyresuelvensusprioridadesenlavida?¿Quéproblemasenfrentanparaesta-
blecer relaciones afectivas? Esas son algunas de las interrogantes que se abordan
de manera amena y respetuosa, como debe ocurrir con cualquier grupo humano
cuyo comportamiento pretenda estudiarse de manera formal.
Les recomiendo esta película, primero, porque es muy entretenida. Segundo,
porque recoge los testimonios de algunos de los actores porno más destacados
de los ochenta y noventa; y las entrevistas parecen ser el resultado de un enorme
rapport y de una aproximación empática por parte de los realizadores. Finalmen-
te, como sucede con cualquier buen documental, el espectador aprenderá mucho
acerca de los orígenes de la industria del entretenimiento para adultos, y tendrá la
posibilidad de superar ciertos estereotipos e identificar matices sobre la industria
de la pornografía.
After Porn Ends aborda, entre otros temas, el consumo de drogas legales e ile-
gales, el placer y el displacer en el trabajo, la salud mental, la generación y admi-
nistración del capital, los problemas de salud, entre una gran variedad de asuntos
que se abordan a lo largo de la película, disponible en Netflix.
After Porn Ends (EUA, 2012)
Karla Paniagua
Coordinadora de investigación
Centro de diseño, cine y televisión
kpaniagua@centro.edu.mx
www.centro.edu.mx/ciec
Fotografía:cincocerosex.com
CINEMANTROPOS
26
El desarrollo humano
ante la violencia crónica:
Mtra. Tani Adams
(School for Conflict Analysis and Resolution,
George Mason University, Arlington, Virginia)
Invita a la conferencia
Martes 7 de abril
10:00 h
EL CENTRO DE INVESTIGACIONESY ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
retos para la investigación, las políticas públicas
y la acción ciudadana
CIESAS Casa Chata
Hidalgo y Matamoros S/N
Colonia Centro deTlalpan
México D.F.
Informes:
Subdirección de Investigación
Tel. 54 87 36 00, Ext. 1154
intercam@ciesas.edu.mx
00295
OFICINAS ADMINISTRATIVAS
EN MÉXICO, D.F.
Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 36 00
Director General
Agustín Escobar Latapí
(ext. 1167) dirgral@ciesas.edu.mx
Directora Académica
Ma. Isabel Campos Goenaga
(ext. 1160) diracad@ciesas.edu.mx
Directora de Vinculación
Ma. Lorea Araceli Mendoza Fernández
(ext. 1169) dirvinc@ciesas.edu.mx
Subdirector de Informática
Gabriel Canizales Castillo
(ext. 1149) computo@ciesas.edu.mx
Subdirectora de Investigación
Lourdes Mondragón Barrios
(ext. 1155) investi@ciesas.edu.mx
Juárez 222, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 35 70
Subdirectora de Docencia
Regina Martínez Casas
(ext. 1302) docencia@ciesas.edu.mx
Subdirector de Difusión y Publicaciones
Bruno Aceves Humana
(ext. 1337) editor@ciesas.edu.mx
Ximilpa 39, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 85 42 82
Subdirectora de Bibliotecas
Ximena González Munizaga
(ext. 1501) xgmuniza@ciesas.edu.mx
Niño Jesús 251, Tlalpan, 14090, México, D. F.
Tel. 54 87 36 90
Director de Administración
Fabián Elí García Becerril
(ext. 1035) diradmin@ciesas.edu.mx
Subdirectora de Recursos Financieros
Elizabeth Rosas Orozco
(ext. 1030) ppp@ciesas.edu.mx
Casa Chata
Hidalgo y Matamoros s/n,
Tlalpan, 14000, México, D. F.
54 87 71 00
Librería Guillermo Bonfil Batalla
56 55 00 47
ventas@ciesas.edu.mx
Centro de Contraloría Social y Estudios de la
Construcción Democrática
Coordinador: Ernesto Isunza Vera
CIESAS-DF Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 36 00 ext. 1290
aocejo@ccs-ciesas.org
Laboratorio Audiovisual del CIESAS
Coordinador: Ricardo Pérez Montfort
CIESAS-DF Juárez 222, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 35 70 ext. 1314 y 1317
laboratorio.ciesas@gmail.com
UNIDADES
CIESAS-DF
Directora regional: Lucía Bazán Levy
Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 36 00 ext. 1177 y 1175
dirunidaddf@ciesas.edu.mx
CIESAS-Golfo
Director regional: Ernesto Isunza Vera
Encanto esq. Antonio Nava Col. El Mirador 91170,
Xalapa, Ver. Tel. (228) 842 39 40 ext. 5107
direccion.golfo@ciesas.edu.mx
CIESAS-Noreste
Director regional: Efrén Sandoval Hernández
Morelos 822 Ote., entre Diego de Montemayor
y Dr. Coss, Barrio Antiguo, Centro
64000, Monterrey, NL
Tel. (81)19 30 05 00 , ext. 111
coord.noreste@ciesas.edu.mx
CIESAS-Occidente
Director regional: Gerardo Bernache
Av. España 1359, Col. Moderna, 44190, Guad. Jal.
Tel. (33) 32 68 06 00, Fax (33) 32 68 06 25 ext. 3022
occte@ciesas.edu.mx
Biblioteca CIESAS-Occidente
Av. Alemania 1626, Col. Moderna
44190, Guadalajara, Jal.
Tel. (33) 38 10 44 53,
área académica (33) 38 11 68 17
biciesas@ciesas.edu.mx
CIESAS-Pacífico Sur
Director regional: Salvador Sigüenza Orozco
Dr. Federico Ortiz Armengol 201
Fracc. La Luz la Resolana, Col. Reforma
68050, Oaxaca, Oax. Tel. (951) 502 16 00 ext. 6506
oaxaca@ciesas.edu.mx
CIESAS-Peninsular
Director regional: Carlos Macías Richard
Calle 61, 443 (entre 50 y 52)
Col. Centro, 97000, Mérida, Yucatán
Tel. y fax (999) 930-34-40 ext. 7010
peninsu@ciesas.edu.mx
CIESAS-Sureste
Directora regional: Gabriela Robledo Hernández
Carr. San Cristóbal-San Juan Chamula, km 3.5
Barrio Quinta San Martín
29247, San Cristóbal de Las Casas, Chis.
Tel. (967) 674 91 00, Fax (967) 674 91 02 ext. 4013
sureste@ciesas.edu.mx
PROGRAMAS DE POSGRADO
Doctorado en Antropología
y Maestría en Antropología Social
CIESAS-DF
Coordinador: Gonzalo Saraví
docant@ciesas.edu.mx,
mas@ciesas.edu.mx
Tel. (55) 54 87 35 70 ext. 1324
México, D. F.
Doctorado y Maestría en Historia
CIESAS-Peninsular
Coordinadora: Gabriela Solís Robleda
historiapeninsular@ciesas.edu.mx
Tel. (999) 923 48 13
Mérida, Yucatán
Doctorado y Maestría
en Lingüística Indoamericana
CIESAS-DF
Coordinador: Gilles Polian Marcus
mli@ciesas.edu.mx
Tel. (55) 54 87 35 70, ext. 1326
México, D. F.
Maestría en Antropología Social
CIESAS-Pacífico Sur
Coordinador: Juan Julián Caballero
maesistmo@ciesas.edu.mx
maesistmo@yahoo.com.mx
Tel. (951) 502 16 00, ext. 6523
Oaxaca, Oaxaca
Posgrado en Antropología CIESAS-Occidente
Coordinadora : María Magdalena Villarreal Martínez
coordposg.ciesasoccte@gmail.com
pdoctoradoco@ciesas.edu.mx
pmaestriaco@ciesas.edu.mx
Tel. (33) 38 10 46 28
Guadalajara, Jal.
Posgrado en Antropología Social
CIESAS-Sureste
Coordinadora: María Elena Martínez Torres
mtriasur@ciesas.edu.mx
Tel. (967) 674 91 00, ext. 4024
San Cristóbal de Las Casas, Chis.
Maestría en Antropología Social CIESAS-Golfo
Coordinador: Saúl H. Moreno Andrade
masgolfo@ciesas.edu.mx
Tel. (228) 842 39 40, ext. 5109
Xalapa, Veracruz
Maestría en Antropología Social Sureste/Noreste
Coordinador: Shinji Hirai
CIESAS-Noreste
masnoreste@ciesas.edu.mx
Tel. (81) 1930 0500, ext. 115
Nuevo León, Monterrey
Laboratorio de Lengua y Cultura Victor Franco
Coordinadora: Frida Villavicencio Zarza
CIESAS-DF Casa Chata, Hidalgo y Matamoros s/n,
Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 71 00 ext. 1603 y 1604
lenguaycultura@ciesas.edu.mx
Laboratorio de Sistemas de Información
Geográfica del CIESAS
Coordinadora: Patricia Torres Mejía
CIESAS-DF Casa Chata, Hidalgo y Matamoros s/n,
Tlalpan, 14000, México, D. F.
Tel. 54 87 71 00 ext. 1601
antroposig@ciesas.edu.mx

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Juan Luis Sariego. En su memoria

  • 1. ISSN 1405-1931 HOMENAJE A JUAN LUIS SARIEGO RODRÍGUEZ AÑO 25, NÚM. 295, MARZO 2015 ÓRGANO INFORMATIVO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
  • 2. /CIESAS DF @ciesas Consulte más noticias del ciesas en el blog: Colaboradores Editor Óscar Espinoza Gracía Diseño Mario Alberto Vélez Formación Marlen Hernández Gómez Corrección de estilo Mario Brito Diseño de portada Samuel Morales Adaptación digital Anneli Torres ÓRGANO INFORMATIVO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL Juárez 87, Tlalpan Centro, México D.F. C.P. 14000 ciesas.wordpress.com
  • 3. Ichan tecolotl | marzo 2015 ÍNDICEEDITORIAL JuanLuisSariego:nuestroamigo PUNTOSDE ENCUENTRO JuanLuisSariego: investigandoyestudiando desdelasorillas JuanLuisSariego: crearconocimiento JuanLuisSariego nosdionorte JuanLuisSariego: elbuensamaritano MiamigoJuanLuisSariego JuanLuisSariego ysusinolvidables contribuciones alciesas Relevosen elciesas-PacíficoSur JuanLuisSariego: delcentroalasorillas JuanLuisSariego: nuevoscaminosde laantropología PREMIOSY RECONOCIMIENTOS NOMBRAMIENTOS CINEMANTROPOS Reconocenlaborde laDra.ElenaAzaola Afterpornends 05 06 08 10 12 14 16 18 20 23 24 25
  • 4. 5 En el año 2010 Victoria Novelo y Juan Luis Sariego, a partir de una reflexión sobre la práctica antropológica que desarrollaban, forma- ron una red que bautizaron como Antropología en las orillas. Se dis- tinguía de otras por su lejanía con los centros metropolitanos y de laacademia“pura”;porlasrelacionespersonalesqueentablabacon las sociedades locales muy distintas a las de los círculos de poder hegemónicos y porque mucha de su producción resultaba invisible en la historia oficial de la disciplina. A esa red convocaron a algunos de sus semejantes para discu- tir, escribir y participar en reuniones académicas. Ahora se reúnen de nueva cuenta la Dra. Victoria Novelo (ciesas-d.f.); el Dr. Andrés Fábregas (ciesas-Occidente); Séverine Durin (ciesas-Noreste); Mar- garita Hope (eahnm); Ella F. Quintal (inah-Yucatán) y Everardo Gar- duño (Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, Universidad Autónoma de Baja California), para rendir un homenaje al querido y admirado compañero Juan Luis Sariego. EDITORIAL Juan Luis Sariego: nuestro amigo
  • 5. 66 Puntos de encuentro Fotografía:VictoriaNovelo. Juan Luis Sariego: investigando y estudiando desde las orillas Victoria Novelo CIESAS, D.F. noveloppen@hotmail.com A Juan Luis Sariego lo conocí en el Cen- tro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (cis-inah) desde que era be- cario de tesis de maestría hace cuaren- ta años. Ángel Palerm lo dirigía. Había llegado de la España franquista, era as- turiano y tenía un abuelo minero.Tam- biénpertenecíaalaCompañíadeJesús yestuvoenChadcomomisionero,cua- si antropólogo, aprendiendo la lengua de los nativos. Ese dato me impresionó. Al fin conocía a un antropólogo verda- dero, con trabajo de campo en África, como decían los libros que leí de estu- diante en la Escuela Nacional de Antro- pología e Historia (enah). Juan se integró como investigador en el Centro de Investigaciones y Estu- dios Superiores en Antropología Social (ciesas). Entre 1978 y 1982 emprendi- mos junto con el colega ecuatoriano José Díaz Estrella, con el peruano Raúl Santana y con los jóvenes estudiantes mexicanos Federico Besserer y Daniel González, el proyecto colectivo Los mineros mexicanos. Juan Luis llegaba con la experiencia de su estudio sobre mineros en Pachuca y Real del Monte cuya tesis le valió el premio Fray Ber- nardino de Sahagún que otorga el inah. Yo venía de dirigir, entre 1975 y 1978, un proyecto también colectivo: La clase obrera en las empresas esta- tales. En ese proyecto trabajó conmi- go y se recibió el también fallecido y muy querido Augusto Urteaga, quien coincidiría en Chihuahua con Juan Luis años después. Cuando comenzamos el proyecto de los mineros Juan Luis
  • 6. 7 pasó por una etapa tormentosa que lo llevó, con felicidad para él, a tomar la decisión de abandonar la Compañía de Jesús y casarse y tener hijos. Nuestras conversaciones de entonces sellaron nuestra amistad y nos mantuvo al tan- to uno del otro en el plano personal y colaborando en distintos trabajos. Con el proyecto sobre los mineros, Juan Luis y yo continuamos, con una gran energía y amor por el trabajo, una etapa riquísima en experiencias de in- vestigación, en formación de estudian- tes–enlostrabajosdecamposeintegró otro antropólogo en ciernes, Luis Rey- gadas–, en producción de textos, en la configuración de cursos y en creativas confrontaciones con los que hasta en- toncessedecíanúnicosespecialistasen los estudios obreros y sindicales (eco- nomistas y sociólogos); en todo ello re- forzamosloqueluegoseconociócomo “antropología del trabajo”donde tam- bién confluyeron otros colegas del cie- sas quesecobijabanenelgrantemade “industrialización y clase obrera”. Dimos clases juntos en el posgrado de la enah en una época en que los estudiantes eran más alborotadores y desafiantes que de costumbre. A Juan Luis le asus- taba mi atrevimiento cuando corría del salón a algún alumno por fumar ma- riguana, pues pensaba que nos podía agredir cuando nos encontrara. Pronto aprendióaconoceralaenah. Lo mejor de ese proyecto de mi- neros, aparte de la producción inte- lectual, fueron los trabajos de cam- po. Yo sólo participé en el de Nueva Fotografía:VictoriaNovelo. Rosita, Coahuila; no fui a Sonora, ni a Chihuahua, ni a Baja California. La convivencia estaba tan bien organiza- da como el trabajo de investigación y los viajes para comprar cigarros hasta Monclova y al“súper”del lado gringo. La formación de nuestros pupilos,“hi- jos académicos”, fue tarea básica y la parte lúdica tuvo un importante pa- pel que contribuyó a la fortaleza del equipo de trabajo. Éramos tres los que sabíamos cantar y tocar la guitarra y también tres los que disfrutábamos cocinar. La tortilla española de Juan no tenía paralelo, y tampoco cantaba mal. Su risa, su parloteo, su manera de mediar y alejar los conflictos, fueron un importante ingrediente en el trabajo. Juan Luis se enamoró de Chihuahua y de su gente. Se mudó al norte en 1988 dedicándose a fundar espacios tan importantes como la Escuela de Antropología, donde dio rienda suelta a sus grandes dotes de maestro y men- tor y a su espíritu investigativo que lo llevó a descubrir su veta como estudio- so del indigenismo norteño y a darse cuenta de cuán injusta e ignorante y, por tanto, parcial, había sido hasta en- tonces la antropología hegemónica (en una palabra: mesoamericana) con los grandes territorios del norte. Y se dedicó en cuerpo y alma a sacar al nor- te de la invisibilidad. Se le extrañará mucho a Juan Luis Sariego. Su buen humor, sagacidad, inteligencia y bonhomía harán mucha falta. A mí me quedó a deber un viaje a Asturias.
  • 7. 8 De hablar cerrado, como arrastrando las palabras, irónico y rebosando pasión por lo que decía, Juan Luis Sariego po- seyó una forma peculiar de expresarse. Lo conocí allá por el año de 1974 como estudiante de la maestría en antropolo- gía social en la Escuela de Graduados de la Universidad Ibe- roamericana. Juan Luis se integró rápido al medio mexicano, no sólo al académico, sino también al del pueblo. Estudiaría a los mineros junto con Victoria Novelo, Luis Reygadas, Fe- derico Besserer, Daniel González, José Díaz Estrella,“Pepo- ne”, Raúl Santana y Ana Patricia Cabrera. No tardó en ser muy apreciado, querido, por todos quienes lo conocimos. Juan Luis transmitía no sólo bonhomía, sino ternura y confianza. Uno sentía estar ante un amigo, un cultivador de la amistad vista ésta como el don más preciado del ser humano. Nunca lo sentí en competencia con nadie. Su ge- nerosidad estaba a la par de su humildad. No fingía. No era intrigante. Juan Luis se entregó a la vocación de indagar al ser humano para servirle mejor. Tuvo en sus horizontes in- telectuales el no servirse ni el sacar ventaja, sino poner al servicio de los demás, sin regateos, lo que era lo suyo: crear conocimiento. Con pasión y esfuerzo fundó la Escuela de Antropología enChihuahua,suterruñoadoptivo,alqueseabrazóentraña- blemente. Conocer el norte de México se volvió una misión para él. No era el suyo un sentimiento sólo guiado por el afán Juan Luis Sariego: crear conocimiento Andrés Fábregas Puig CIESAS Occidente apfgup@gmail.com ¡Graciasportuvida,amigo! Fotografía:VictoriaNovelo.
  • 8. 9 Foto: eahnm. Fotografía:VictoriaNovelo. académico, sino que lo guiaba un hondo sentido de justicia. Percibió que la gente del norte estaba marginada, sin ser re- conocida en sus atributos culturales y en su contribución a la nación. Juan Luis vio en ello un acto de injusticia que debía repararse. Si en algún lugar la antropología tenía un enorme vacío que llenar, ese lugar era el norte de México, según lo pensó Sariego. Nos convocó a que lo acompañáramos con lo queestuvieseennuestracapacidaddehacer.Muchoslohici- mosyellofueoportunidadespléndidaparaconvivirconJuan LuisenChihuahua,tierraquellegóaconocerpalmoapalmo. Había que ver la iluminación de su rostro cuando ha- blaba de Chihuahua o del norte de México. Vívido tengo el recuerdo­de un día en que hablé, en Chihuahua, de la false- dad de los juicios de Vasconcelos sobre el norte de México. Juan Luis me dijo que le sorprendía cómo un hombre del sur podía expresar su defensa del norte. En parte es una lección que aprendí con él. Lo recuerdo en aquellos primeros días de la Escuela de Antropología, con Luis Reygadas, Margarita Urías y Augusto Urteaga, poniendo todo su empeño porque esaempresaintelectualnofracasara.AllíestabaJuanLuisSa- riego dispuesto a darlo todo por obtener antropólogos pro- cedentesdelnorte,quesirvieranalnorte,porquehacerloera servir a México y a la humanidad. Profunda convicción, otra lección de Sariego: sólo esa profundidad en las convicciones explica la fortaleza con la que se emprenden tareas como las suyas. Usó la terque- dad ibérica de la mejor manera. En el desarrollo de esa ta- rea de hacer antropología en tierras fuera de la órbita me- soamericana, Juan Luis también desplegó generosidad e inteligencia.­También paciencia.Tengo el recuerdo de cuan- do en varias ocasiones platicamos acerca de la burocracia a la que había que enfrentarse para sacar adelante proyectos como los que llevó a cabo. Sólo un profundo compromiso es capaz de explicar esa determinación. Pasó por momentos en que si hubiese abandonado sus propósitos, hubiera sido comprendido. Los extraños caminos de la burocracia son agotadores para quien debe transitarlos por estar obligado a ello. Fue el caso de Sariego. Pero no abandonó el barco. Su compromiso era mayor que su pena ante las interminables argucias burocráticas. Con Victoria Novelo estuve pendien- te de su estado de salud. Una vez me atreví a escribirle y me respondió con el mismo afecto de siempre. Me enteré de su muerte por voz de Vicki Novelo, amiga de Juan Luis, amiga mía. La voz de Vicki no podía ser más triste. Hice esfuerzos para que mi voz no se quebrara al responderle que me dolía esa muerte, y mucho. Pero Juan Luis es un faro.
  • 9. 10 Hablar del legado de Juan Luis Sariego a escasos días de su partida es difícil porque los sentimientos aún afloran den- samente al recordarlo. Lo conocí en 2001 cuando era doc- torante­y participaba en un proyecto coordinado por Gui- llermo de la Peña sobre políticas sociales hacia los pueblos indígenas. Mi ingreso en 2003 al Programa Noreste del Cen- tro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo- gía Social (ciesas) lo puso de nuevo en mi camino. Cuando inauguramos la oficina del ciesas en Monterrey, en enero 2005, Juan Luis fue el conferencista magistral y nos regaló su análisis acerca de la antropología en el norte de México. Quién mejor que él para entender el reto de hacer antro- pología en este norte ancho y ajeno, despreciado por los antropólogos. En el noreste casi todo estaba por hacerse: temas de in- vestigación, formación y redes. Investigar en el noreste era una gran oportunidad porque brindaba libertad y a su vez era arriesgado porque muchos dudaban de lo bien funda- do de la presencia del ciesas en el noreste. Seguir ahí no fue tarea fácil y Juan Luis contribuyó a apoyarnos. Hacer antro- pología en el norte nos colocó en una misma trinchera y nos unió la adversidad. Supo jalarnos a sus proyectos, hacernos participar, y lo in- volucramos también a los nuestros. Cecilia Sheridan, Efrén Sandoval y yo fuimos profesores de la Maestría en Antropo- logía Social de la Escuela Nacional de Antropología e Histo- ria en Chihuahua (enah-Chihuahua) que Juan Luis creó. Me encantaba viajar a Chihuahua para dar clase, comentar los avances de los estudiantes, y convivir. Juan Luis, siempre atento, era un gran anfitrión. En torno a la escuela y los co- loquios Carl Lumholtz, atrajo a sus colegas y amistades, y en estos espacios se formaron los primeros antropólogos nor- teños in situ. Desde Monterrey soñábamos con lograr algo Juan Luis Sariego nos dio norte Séverine Durin CIESAS Noreste durin@ciesas.edu.mx ¡Nos comprometiste con tu generosidad y jovial compañia. Querido Juan Luis, muchasgraciasporhaberabiertoelsurco. Portuspasosseguiremos! Fotografía:eahnm.
  • 10. 11 Fotografía:eahnm. parecido, la experiencia de Chihuahua fue para nosotros un ejemplo. En el noreste nos quedaba claro que teníamos que for- mar estudiantes, pese a no contar con un posgrado. Aún re- cuerdo a las autoridades de docencia del ciesas cuestionar por qué queríamos un posgrado en Monterrey si había uno en Chihuahua. Como si Chihuahua estuviera a la vuelta de la esquina y Monterrey no estuviera tan lejos de Chihuahua como del Distrito Federal. Pese a la distancia, Juan Luis siem- pre estuvo presente para apoyarnos en la formación, y cuan- do capacité estudiantes a la investigación en el proyecto Mi- gración indígena urbana en el noreste de México: el caso de Monterrey, acudió para comentar sus avances, junto con Guillermo de la Peña, François Lartigue y Horacia Fajardo. También fue quien presentó el libro resultado de este pro- yecto Entre luces y sombras. Miradas hacia los indígenas en el áreametropolitanadeMonterrey en julio 2009. Incluso, cuan- do en 2010 ofrecimos el primer diplomado en antropología en Monterrey, participó como docente y conquistó a los es- tudiantes con su buen humor y talento como catedrático. Colaboró en las dos ediciones siguientes y lo haría nueva- mente en la cuarta por iniciar en agosto 2015. Juan Luis no podíafaltar,yloteníamoscomomiembrodenuestroequipo de trabajo. Éste norte tan poco conocido y querido por la antropología nos unió una vez más cuando la violencia criminal y de Estado se avalanzó sobre nosotros hacia 2010. Entonces los tiroteos, bloqueos y desaparecidos parecían ser cosa de la frontera norte. Juntos, con el apoyo de su amiga Victoria Novelo, comunicamos nuestras dificultades en el video Trabajo de campo en tiempos violentos1 acerca de las consecuencias de la violencia para el ejercicio de nuestra profesión. Este mismo año nos conformamos como un equi- podetrabajoAntropologíaenlasorillas,encabezadoporVic- ky y Juan Luis, e integrado por Everardo Garduño de la Uni- versidadAutónomadeBajaCalifornia(uabc),MargaritaHope de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah), An- drés Fábregas del ciesas, Ella Fanny Quintal del Instituto Na- cional de Antropología e Historia (inah-Yucatán) y yo. Nos reunía una misma condición: hacer antropología desde los márgenes de la disciplina. Juan Luis fue un gran tejedor, supo reunir a unos y otros en torno a su objetivo de hacer norte, de abrir surco y formar semillas para que mañana el norte sea una región fértil para laantropología.Eldíadesulamentablepartidaescribí“Élnos dio norte”. Así fue. 1 ElvideoformapartedeAntropovisiones,seriedirigidaporVictoria Novelo y AndrésVilla.
  • 11. 1212 A pesar de que sabíamos la difícil con- dición de salud en la que se encontra- ba desde hace más de un año y fuimos testigos del vertiginoso deterioro de su cuerpo en los últimos dos meses, la mañana del miércoles cuatro de marzo recibimos con enorme desconcierto y profundo pesar la noticia de la muerte de nuestro querido Juan Luis. Difícil tarea la de escribir sobre tan notable antropólogo cuando lo prime- ro que viene a mi mente es su entraña- ble amistad.Tal vez lo más conveniente sea un ejercicio retrospectivo. De todas mis experiencias con él elijo la primera, porque creo que ejemplifica con clari- dadeltratoqueJuanLuisdiosiemprea laspersonasconlasqueseencontraba. Margarita Hope eahnm margaritahope@hotmail.com Juan Luis Sariego: el buen samaritano Conocí a Juan Luis en la primavera del 2002, en la ciudad de Guadalajara, du- rante un coloquio del Centro de Inves- tigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) de Occi- dente. Por azares del destino me senté junto a él durante la comida del even- to e inmediatamente empezamos a conversar. Yo acababa de regresar de Salamanca, España, en donde realicé mis estudios de posgrado. Lo primero que hizo fue preguntarme:“¿y qué te fuiste a hacer allá si tenemos mucho mejores posgrados aquí?”Me platicó que él era español, pero había veni- do a México a estudiar antropología y ahora estaba en la Escuela Nacional de Antropología e Historia-Chihuahua (enah-Chihuahua). Cuando le comenté que mi proyecto de tesis era con los Pimas de Sonora y Chihuahua, se entusiasmó y me pre- guntó cómo había llegado hasta allá. Le conté que mi madre era originaria de Maycoba, Sonora y que yo conocía esa región desde que era una niña. Pla- ticamos un buen rato y cuando se des- pidió me regaló su tarjeta de presenta- ción y me pidió mi correo electrónico para mantenernos en contacto. Yo en ese momento no sabía mu- cho de él pero, como suele suceder, después de este encuentro empecé a escuchar sobre Juan Luis por todos la- dos; había ganado recientemente el premio Fray Bernardino de Sahagún a la mejor tesis de doctorado que fue publicada como libro, el ahora célebre Fotografía:AgustínEscobar.
  • 12. 13 El indigenismo­en la Tarahumara. Me enteré que era un re- conocido especialista en minería y un estudioso del indige- nismo y la antropología del desarrollo; alumno de Palerm y fundador de la enah-Chihuahua. Su trato afable me había despistado porque contrastaba con la actitud distante que suelen tener algunos distinguidos antropólogos ante un es- tudiante desconocido. Unas semanas después recibí con sorpresa un correo electrónico suyo poniéndome en contacto con Eugeni Po- rras para que me integrara al Proyecto Nacional de Etnogra- fía del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah). Gracias a Juan Luis me sumé al equipo Chihuahua y tuve la fortuna de participar en ese proyecto que marcó el resto de mi trayectoria académica y personal. En enero de 2003, regresaba de una estancia de campo enYepachi y decidí llegar a buscar a Juan Luis a la enah-Chi- huahua. No sabía si me recordaría pues sólo nos habíamos visto una vez. Pregunté por él en la recepción y me dijeron que esperara, casi de inmediato bajó Juan Luis las escaleras de esa casona y con una enorme sonrisa y calidez me abrazó. “¿Qué estás haciendo por aquí en estas fechas?, sólo a uste- des se les ocurre venir a hacer trabajo de campo en pleno in- vierno”, fueron sus palabras, sentí como si nos conociéramos de toda la vida. En mayo de 2004, Andrés Oseguera y yo nos integramos como profesores investigadores de la enah-Chihuahua. Juan Luis nos acogió con la generosidad que siempre lo caracteri- zó. Desde entonces compartimos muchas experiencias pro- fesionales y personales, en todas ellas vimos en Juan Luis a un antropólogo comprometido, a un maestro incansable y paternal, a un humanista y por momentos a un humorista. Tras la noticias de su partida, más de un centenar de per- sonas se dieron cita para despedir a Juan Luis y acompañar a su familia. A pesar de que sabíamos que estábamos diciendo adiós al profesor emérito del inah y excepcional maestro de casi 30 generaciones de antropólogos, los relatos que ahí se compartían eran sobretodo testimonios de su integridad y calidez humana. Su hermano gemelo, Jesús, ofició la misa en la que dimos el último adiós al cuerpo de Juan Luis; eligió como lectura el evangelio de San Lucas El buen samaritano. La homilía fue muy reconfortante, mi impresión es que todos los asisten- tes sentimos que era la mejor manera de describir a nuestro Juan Luis: el extranjero que se detenía a ver, a escuchar y a ayudar al que nadie veía ni escuchaba; el que dedicó su cuer- po y alma a proyectos que otros consideraron poco atracti- vos pero que, gracias a su obra, ahora representan un legado inconmensurable. Fotografía:MargaritaHope.
  • 13. 14 A principios de la década de 1980 Juan Luis Sariego se in- tegró al Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) como profesor investigador de tiempo completo de la Es- cuela Nacional de Antropología e Historia (enah). Su incor- poración al grupo de profesores, a cargo de la recién creada Maestría en Antropología Social, se dio a través del taller de estudios obreros, coordinado hasta entonces por Augusto Urteaga(q.e.p.d),unodelosinvestigadoresfundadoreseim- pulsores de dicho programa de estudios. En ese tiempo, yo hacíaunainvestigaciónacercadelostrabajadorespetroleros y la sección 30 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (stprm) en Poza Rica. Juan Luis, que había llevado a cabo trabajos de investigación con los mi- neros del norte de México, comentó en más de una ocasión mis avances de investigación. Una de sus muchas y muy úti- les sugerencias fue que me acercara al concepto company town1 para entender mejor características clave del sindicato petrolero y su contrato colectivo de trabajo. Pocos años más tarde, entre los trabajos académicos que le tocó realizar, estuvo la coordinación del número 29 de la Revista Nueva Antropología. El número está dedicado a la antropología y la clase obrera. En él colaboramos los sociólo- gos Francisco Zapata y, Enrique de la Garza; y los antropólo- gos Raúl Nieto, Victoria Novelo, Miguel Ángel Gómez, Jorge Aceves, Ana Hortensia Castro, Ariel García y yo. Debo decir que es gracias a esta publicación que, aun cuando hace años que no trabajo el tema, estudiantes de antropología enVera- cruz conocen mi investigación sobre Poza Rica. En 1985, ante la tremenda situación que vivió la ciudad de México con el terremoto, Juan Luis no dudó en partici- par activamente en las labores de rescate, aún a costa de su seguridad, cuando en la avenida Reforma un hotel se vino abajo. Tres días después del sismo los trabajadores aca- démicos del inah participamos de diferentes maneras en 1 Asentamiento provisto de viviendas, sus servicios básicos, tiendas y transporte, todo propiedad del patrón, en el que vivían los obreros. Juan Luis Sariego: del centro a las orillas Ella F. Quintal Centro inah-Yucatán efqa@hotmail.com
  • 14. 15 el levantamiento­de una encuesta de diagnóstico de los efectos­inmediatos del terremoto en las familias y las vivien- das del centro histórico. En ese contexto me tocó ayudar a Juan Luis en la captura inmediata de la información, que lle- gaba“del campo”, en una máquina inmensa (para los actua- les estándares) ubicada en el sótano del Museo Nacional de Antropología. A fines de los años ochenta, salimos de la enah, Juan Luis a Chihuahua a fundar una escuela de antropología y yo aYu- catán donde empezaría poco a poco a tratar de entender la historia, vida y la cultura del pueblo maya que, a pesar de ser yucateca, me eran en gran medida desconocidas. Para el primer Congreso Mexicano de Etnología y Antro- pología2 ,Victoria Novelo y Juan Luis nos invitaron a varios in- vestigadores que trabajamos fuera del centro del país, a par- ticipar en un simposio que denominaron Antropología en las Orillas. Para el segundo congreso, en Morelia, los mismos organizadores y los mismos investigadores participamos en otro simposio con el mismo nombre. Como resultado de es- tas dos experiencias han sido publicados dos libros3 gracias 2 Realizado en la ciudad de México en el año 2010. 3 Novelo y Sariego. Coords. (2011). La antropología de las orillas: prácticas profesionales en la periferia de la antropología mexicana. Ediciones de la Universidad Intercultural de Chiapas: México. Novelo y Sariego. Coords. (2014).Temas emergentes en la antropología de las orillas. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas: México. a la muy ágil gestión de Andrés Fábregas. Cuando el primero de estos libros fue presentado en Mérida, los asistentes pu- dieron beneficiarse de la amplia experiencia de Sariego en lostemasysobretodoenelentendimientodelosproblemas del norte del país, una realidad poco conocida para los que vivimos en esta otra“orilla”. Juan Luis Sariego vivió durante algunos años en el sur de la ciudad de México, cerca de la enah. Mi esposo y yo tam- bién. Así, en muchas ocasiones pudimos platicar sobre el país, sobre la antropología, porque nos íbamos juntos en su vehículo. Primero pasábamos a recoger a su hijaYunuén que estaba en una guardería sobre Insurgentes sur. Para nadie es un secreto que Juan Luis era muy simpático. Sus anécdotas de trabajo de campo, sobre todo aquellas de la época de sus estudios sobre mineros, debieron haberse escrito, no sólo por divertidas sino porque eran anécdotas a través de las cuáles se podía entrever no únicamente las condiciones de producción del conocimiento antropológi- co, sino también características y rasgos relevantes de la rea- lidad estudiada. Por su participación en un proyecto acerca de la antropo- logía de la antropología (Proyecto adela), llamaba frecuen- temente a la casa para hablar con mi esposo. Siempre pre- guntaba:“¿y tú cómo estás?”Nunca era esta una pregunta meramente retórica. Fotografía:VictoriaNovelo.
  • 15. 16 Hacia el final de mis estudios de doctorado en antropología conocíaJuanLuisSariego.Élmeinvitóaparticiparenunma- ravilloso evento para explorar los nuevos caminos de México desde una antropología distinta, construida en el norte del país,endiálogoconlaantropologíadelcentro,perotambién confrontándola. Se trataba del II Coloquio Carl Lumholtz que se realizó en el año 2007 en la ciudad de Chihuahua, en la en- tonces Escuela Nacional de Antropología e Historia-unidad Chihuahua (enah-Chihuahua). En dicho evento, pude dar cuenta de la agenda de Juan Luis. Él tenía por propósito cuestionar la orientación mesoa- mericanista de la antropología, con la convicción de que la llamada Aridoamérica era algo más que un extenso y árido desierto. Desde su perspectiva, y de quienes lo seguimos, el norte de México es una geografía diversa y disputada, esce- nario de noveles procesos socioculturales aún por estudiar. En lo particular, Juan Luis encontró en la cotidianidad de los Rarámuri una forma de territorialidad basada en unida- des de organización. Altamente móviles y flexibles, definen unaformadecomunidadtotalmentediferenteaaquellades- critacientosdevecesenlaantropologíamexicanacomocor- porada, sedentaria y agrícola. Desde esa perspectiva, Juan Luis planteó incansablemente la necesidad de reorientar las políticas públicas que, desde una visión centralizada y Juan Luis Sariego: nuevos caminos de la antropología Everardo Garduño Instituto de Investigaciones Culturales-Museo Universidad Autónoma de Baja California everardo.garduno@yahoo.com Esperamosunamásdetusfascinantes etnografías,queridoJuanLuis! Fotografía:eahnm.
  • 16. 17 Fotografía:eahnm . estereotipada­de lo indígena, pretendían impulsar el desa- rrollo entre los grupos del norte. En este sentido, Sariego fue un agudo e inteligente crítico de las unidades de análisis seguidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi) en la sierraTarahumara; del indigenismo aplicado por el Instituto Nacional Indigenista (ini)1 hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pue- blos Indígenas (cdi), y de los programas asistenciales como Oportunidades. Siendo consecuente con su posición teórica y convic- ción política, Juan Luis Sariego creó las herramientas para construir el nuevo paradigma de las comunidades del nor- te mexicano que instrumentalizó a través de la enah-Chi- huahua, ahora Escuela de Antropología e Historia del Norte de México­(eahnm), el programa de Maestría en Antropolo- gía Social en dicha escuela, y el Coloquio Carl Lumholtz. 1 Creado en 1948, el INI fue una filial Instituto Indigenista Interamericano. Su labor fue, hasta el 2003, atender y tratar de resolver los rezagos sociales de los pueblos indígenas. El día miércoles 4 de marzo me desperté con la triste noticia. JuanLuisSariegohabíapartidoenlamadrugada.Losquetu- vimos la fortuna de conocerlo, de disfrutar su conocimiento, su apoyo, su afecto, sus carcajadas, estamos tristes. Gracias a él conocí a esa segunda Alma Mater, la eahnm. Gracias a él conocí a mis colegas y amigos que pensamos y hacemos la antropología en las orillas. En Juan Luis encontré siempre a alguien dispuesto a escuchar, a conversar, a debatir, a cola- borar.Tuvimos la suerte de tenerlo en un coloquio del Insti- tuto de Investigaciones Culturales en noviembre de 2011, y en diciembre de 2013 como lector de una de mis estudian- tes. El día sábado previo al día de su partida, esta estudian- te entregó finalmente su tesis. Ya no pude invitarlo al exa- men. Seguramente Juan Luis partió a campo para explorar los nuevos caminos que llevan a aquellos territorios mágicos habitados por los hombres buenos, los hombres con convic- ciones, los hombres con ganas de cambiar las cosas.
  • 17. 18 Generoso, incansable, alegre, entusiasta y comprometido; serio y divertido. Así fue siempre Juan Luis Sariego. Fuimos compañeros en la Universidad Iberoamericana, él estudiando la maestría y yo la licenciatura en antropología social, allá por los setenta del siglo pasado. Recuerdo que a Ángel Palerm le gustaba platicar con él, lo apreciaba bien y fue el responsable de que Juan Luis se iniciara en el estudio de las zonas mineras, del papel de la minería en la evolución de la economía novohispana y su vínculo con el sistema- mundo. Ese interés lo llevó primero a Real del Monte y de allí siempre hacia el norte hasta que se instaló en Chihuahua y se hizo chihuahuense de pura cepa. El interés por la minería no lo abandonó nunca. Luego se hizo mi pariente, pues se casó con la también chihuahuense Lorelei Servín Herrera, sobrina de mis tíos. De esta manera, además de la antropología, la universidad, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropo- logía Social (ciesas) y la academia, compartíamos comidas, fiestas y bodas familiares aderezadas de buenos vinos como a él le gustaba. En septiembre del año pasado comimos jun- tos en casa de nuestros parientes comunes. Fue la última vez que lo vi, aunque seguíamos comunicados. Juan Luis nunca sabía decir que no. Por eso mismo uno tampoco podía negarse a cualquier invitación o propuesta que él hiciera. Con argumentos convincentes, que nunca le faltaban, en 2003 logró una alianza entre la Escuela Nacio- nal de Antropología e Historia Chihuahua (enah-Chihuahua) y el ciesas para inaugurar y mantener, de manera conjunta Juan Luis Sariego y sus invaluables contribuciones al CIESAS Virginia García Acosta ciesas D.F. vgarciaa@ciesas.edu.mx ¡Comonosayudasteycómoteextrañaremos! Tu legado para la antropología mexicana en generalyparaelciesasenparticular seráinolvidable.
  • 18. 19 Fotografía:VirginiaGarcíaAcosta . durante más de una década, la primera Maestría en antropo- logía social en el norte de México. De ella egresaron tres ge- neraciones,deellafueJuanLuiselalmayelcorazón.El ciesas donó sus fondos editoriales para la biblioteca, equipo de vi- deoconferencias y becas para estudiantes que Juan Luis año con año intentaba incrementar. En ella dimos clases y dirigi- mos decenas de tesis de investigadores. Literalmente te em- barcabaensussiempreexitosasaventuras:todavíahoydirijo una tesis de licenciatura de la ahora transformada en Escuela de Antropología e Historia del Norte de México del Institu- to­Nacional de Antropología e Historia (ahnm/inah), de un estudiante que él me recomendó y me pidió que atendiera. El ciesas fue, sin duda, uno de nuestros temas en común que más nos unió. Fue investigador de tiempo completo de la institución, publicó en ella varios de sus libros, dirigió y co- dirigió numerosas tesis en los posgrados y estuvo, particu- larmente activo e involucrado, con la fundación primero y consolidación posterior del antiguo Programa Noreste del ciesas. Ese prístino Programa es hoy la flamante séptima Uni- dadRegionaldelciesas conunaproyecciónúnicaenlaregión. Ese involucramiento con el ciesas hizo ineludible impli- carlo en actividades de gran envergadura, como las que des- empeña el Comité Externo de Evaluación (cee) de la institu- ción, un órgano que constituye una verdadera brújula que guía con una mirada externa, pero comprometida, los des- tinos de la misma. Aceptó con mucho gusto la invitación y cumplió con ella con empeño y consistencia. Una de sus preocupaciones era, como lo fue siempre, la expansión de la investigación y enseñanza de la antropología en, del y para el norte de México. No se cansaba de decirlo, era tan diferen- te de Mesoamérica y los antropólogos no lo lograban en- tender. Lo decía siempre moviendo la cabeza de un lado a otro y abriendo grandes los ojos para mostrar su desazón al respecto. Participó en las sesiones anuales del cee durante cuatro años consecutivos a partir de 2010, siempre crítico e impla- cable en sus juicios. En 2014 ya no le fue posible hacerlo. Los informes de ese comité son elocuentes –de la mano del otro “norteño”también miembro delcee, Mario Cerutti– en cuan- to a su insistencia por avanzar en la construcción de esa an- tropología del norte de México. Desde el ciesas había que hacerlo a partir de consolidar el Programa Noreste: reclutó al menos a un investigador por año hasta su consolidación, consideró la oferta regional de recursos humanos con una adecuada formación y creó una maestría en antropología social con un programa y líneas de investigación acordes a las demandas, historia y perfiles culturales del norte de México. En 2014 la Junta de Gobierno del ciesas autorizó la creación de la Unidad Noreste del ciesas que, con su equi- po comprometido, ya ofrece una Maestría en Antropología Social como continuidad de los exitosos diplomados que la antecedieron y en los cuales él siempre participó.
  • 19. 20 Afirmar que Juan Luis Sariego Rodríguez (diciembre de 1949 – marzo de 2015) fue un gran antropólogo, un magnífico maestro y un amigo solidario y generoso es casi un lugar co- mún. Los textos que han circulado por la red desde el pasado 4 de marzo, el triste día en el que Juan Luis nos dejó, subra- yan esas y muchas otras cualidades. Asumo el riesgo de caer en el lugar común e inicio este texto, con el que honro la me- moriademiamigoycolegaJuanLuisSariego,afirmandoque losantropólogosmexicanoshemosperdidoaungrancolega. Mi relación con Juan Luis no es de larga data. Cuando yo entré a estudiar la licenciatura en antropología social en la Universidad Iberoamericana, en septiembre de 1974, Juan Luis estaba metido de lleno en la maestría. En esa época yo estaba demasiado ocupada leyendo a Van Velsen, a Evans Pritchard y a Radcliffe-Brown y él se dedicaba al diseño de su investigación en Nueva Rosita. Siempre supe de él como un antropólogo de valía y un gran ser humano a través de amigos comunes, como Shoko Doode, para quien Sariego era uno de sus más entrañables colegas en ese mundo nor- teñocomplejoyllenodecontrastes.Muchotiempodespués, a fines del 2005 o principios de 2006, en una cena en casa de Guillermo de la Peña y de su esposa, Pastora Rodríguez Avi- ñoá, Agustín Escobar y yo reconectamos con Juan Luis. Él co- nocía nuestras evaluaciones del Programa Oportunidades y estaba muy interesado en la posibilidad de hacer un estudio semejante en la SierraTarahumara. Ahí empezó nuestra cor- ta pero profunda amistad. No sé qué nos unió más: si el mu- tuo interés en la aplicación del conocimiento antropológico enprácticasqueconduzcanamejorarelbienestardelosmás necesitados, nuestro gozo al conversar al final de un día de trabajo de campo, o el también mutuo gusto por el buen Ja- bugo, los chorizos y el buen vino…. español, de ser posible. Fue en esa cena en casa de Guillermo y Pastora cuando Juan Luis, Lorelei, Agustín y yo acordamos una visita a Chi- huahua. Agustín y yo, dimos un curso intensivo en la enah- Chihuahua y después nos fuimos con Sariego a hacer un Mercedes González de la Rocha ciesas Occidente mgdelarocha@gmail.com Mi amigo Juan Luis Sariego LibrodeSariegoeditadoen1988,alaventaen LibreríaGuillermoBonfilBatalla. Siempreterecordaremos,amigo
  • 20. 21 recorrido por distintos municipios de la Sierra Tarahumara. Lore trabajaba en una mina en Monterde y llegamos todos a hospedarnos en el campamento de los trabajadores. Ese fue elepicentrodenuestrosrecorridosetnográficosporlasierra; el punto del que salíamos con una libreta de notas y donde, por la noche, discutíamos lo observado al calor de un buen tequila. Inés, mi hija menor, que había iniciado su licencia- tura en antropología social, fue con nosotros a todos y cada unodelosrecorridos.Losrecuerdoaambos,JuanLuiseInés, fumando y hablando de las paradojas de la minería y de sus implicaciones sociales y medioambientales. Y es que Juan Luis siempre disfrutó enseñar. Hablar y discutir con los jóve- nes. Transmitirles la pasión por el oficio de investigar. Verse reflejado en los saberes aprendidos por los estudiantes en el arte de hacer trabajo de campo etnográfico. Durante 2007 y 2008 tuve el privilegio de contar con la colaboración de Juan Luis en un proyecto de investigación, la evaluación cualitativa del Programa Oportunidades, largo plazo, zonas rurales. El equipo de investigación no era pe- queño. Veinticinco jóvenes investigadores, distribuidos en cuatro estados (uno de ellos Chihuahua), participaron en la recolección de evidencias sobre el impacto diferencial de di- cho programa según la etnicidad de los beneficiarios, con su debidogrupodecontrol,losnuncabeneficiariosperoseme- jantes a los primeros. Juan Luis fue una pieza fundamental para el éxito de dicho proyecto. Su generosidad en la trans- misión de sus conocimientos a estos jóvenes investigadores no tenía límite. Siempre tuvo el comentario acertado, la ob- servación pertinente, la broma que aligeraba un momento de tensión. Gran hombre, sabio, profundo, generoso, buen amigo, terco. No dejó de insistir en la necesidad de cambiar el modelo de operación de la política social cuando de asen- tamientos dispersos e indígenas –como las muchas localida- des de menos de cinco viviendas de la sierraTarahumara- se trata. Como resultado, el programa modificó su modelo de atención en regiones indígenas. Se instrumentaron algunos cambios y, aunque nunca nos dejaron plenamente satisfe- chos, algo logramos. Mi querido Juan Luis, no todos nuestros esfuerzos fueron en vano. El pasado cinco de marzo, en Chihuahua, Juan Luis estu- vo rodeado de flores y de muchísimos amigos y colegas que acudimos a decirle adiós. Su hermano gemelo, Jesús Sariego SJ, ofició una misa emotiva y profunda. Alumnos y alumnas estuvieronahíparadespedirasuProfe.Habléconmuchosde ellos.Todosexpresaronsuprofundodolorporperderalmen- tor, al maestro que les dio tanta luz. Ese dolor, que todos sen- timos, es el tributo que debemos pagar por el privilegio de vivir y, en el camino, coincidir con seres tan fabulosos como Juan Luis Sariego, ¡te vamos a extrañar siempre! Fotografía:AgustínEscobar.
  • 22. 23 Desde el 15 de febrero del presente año, la Dra. Erica Elena González Apodaca funge como Coordinadora de la Maestría en Antropología Social de la Unidad Pacífico Sur del CIESAS. Experta en antropología e historia de la educación, perte- nece al Sistema Nacional de Investigadores (sni) y es docto- ra en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana (uam). Sus líneas de investigación son: etnici- dad en la escuela, profesionistas indígenas e intermediación, educación intercultural y gestión comunitaria e intercultural de la escuela. Al publicarse su tesis doctoral con el nombre Losprofesio- nistas indios en la educación intercultural. Etnicidad, interme- diación y escuela en territorio mixe (2008, uam, Juan Pablos), recibió el premio a la mejor tesis doctoral de la Universidad Autónoma Metropolitana, y el premio inah Fray Bernardino de Sahagún en el año 2007. Durante su formación académica fue becaria de la Uni- versidad de California en San Diego (ucsd) y en el año 2010 obtuvo la beca para Mujeres en las Humanidades de la Aca- demia Mexicana de Ciencias (amc). En su vasta trayectoria, destaca su trabajo de campo con los pueblos mixes de Oaxa- ca y su estancia posdoctoral en el Departamento de Investi- gación Educativa en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (cinvestav). Actualmente dirige el proyecto Políticasinterculturalesen la educación superior. Lo instituido y lo instituyente en la cons- truccióndeuncamposocial. La comunidad del ciesas agradece la disposición de la doctora González Apodaca y le reitera su apoyo en el desa- rrollo de sus funciones, proyectos e investigaciones. Dra. Erica Elena González Apodaca, nueva Coordinadora­ de la Maestría en Antropología Social de la Unidad Pacífico Sur Relevos en el ciesas-Pacífico Sur Fotografía: ciesas-PacíficoSur. Redacción NOMBRAMIENTOS
  • 23. 24 El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antro- pología Social (ciesas) otorgó el reconocimiento Profesor In- vestigador Emérito a la Dra. Elena Azaola Garrido por su des- tacada trayectoria en investigación y compromiso social en apoyo de los grupos vulnerables del país. Durantelaceremoniarealizadaenelmesdefebrero,elDr. Carlos Flores, académico del ciesas – df, leyó una semblanza sobre la homenajeada en la que destacó su trayectoria, de casi 38 años, en el estudio de los grupos más desprotegidos del país: niños de la calle, jóvenes en las correccionales, ni- ñas y mujeres que han sido objeto de explotación sexual, así como también, al análisis de las instituciones de policía, las prisiones, el incremento de la violencia, la inseguridad y di- versos fenómenos delictivos. “Los resultados de su prolífico trabajo pueden juzgarse en una obra que consta de un total de 202 trabajos publica- dos: 24 libros (12 en coautoría), 70 capítulos de libros y 108 artículos. Estos trabajos han sido publicados tanto en Méxi- co como en 12 países: Estados Unidos, Canadá, España, Ale- mania, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Japón, Argentina, Brasil, Venezuela y Ecuador. En los reconocimientos nacionales a su trabajo, debe des- tacarse que, desde su creación en 1985, forma parte del Sis- tema Nacional de Investigadores y, desde hace más de diez años (2001), cuenta con el Nivel III”, apuntó el Dr. Flores. El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en An- tropología Social felicita a la Dra. Elena Azaola Garrido por su reconocimientoyagradecesucontribuciónalaconstrucción de un sociedad donde la justicia social sea una garantía tan- gible para todos los mexicanos. Redacción PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS Reconocen labor de la Dra. Elena Azaola
  • 24. 25 La idea de este documental realizado por BryceWagoner es muy sencilla: mostrar quéocurreconlosactoresyactricesunavezqueconcluyesucarreraenlaindustria del entretenimiento para adultos. ¿Qué los motivó a iniciar y concluir su carrera? ¿Qué problemas enfrentan durante y después de ejercer su carrera? ¿Cómo deter- minanyresuelvensusprioridadesenlavida?¿Quéproblemasenfrentanparaesta- blecer relaciones afectivas? Esas son algunas de las interrogantes que se abordan de manera amena y respetuosa, como debe ocurrir con cualquier grupo humano cuyo comportamiento pretenda estudiarse de manera formal. Les recomiendo esta película, primero, porque es muy entretenida. Segundo, porque recoge los testimonios de algunos de los actores porno más destacados de los ochenta y noventa; y las entrevistas parecen ser el resultado de un enorme rapport y de una aproximación empática por parte de los realizadores. Finalmen- te, como sucede con cualquier buen documental, el espectador aprenderá mucho acerca de los orígenes de la industria del entretenimiento para adultos, y tendrá la posibilidad de superar ciertos estereotipos e identificar matices sobre la industria de la pornografía. After Porn Ends aborda, entre otros temas, el consumo de drogas legales e ile- gales, el placer y el displacer en el trabajo, la salud mental, la generación y admi- nistración del capital, los problemas de salud, entre una gran variedad de asuntos que se abordan a lo largo de la película, disponible en Netflix. After Porn Ends (EUA, 2012) Karla Paniagua Coordinadora de investigación Centro de diseño, cine y televisión kpaniagua@centro.edu.mx www.centro.edu.mx/ciec Fotografía:cincocerosex.com CINEMANTROPOS
  • 25. 26 El desarrollo humano ante la violencia crónica: Mtra. Tani Adams (School for Conflict Analysis and Resolution, George Mason University, Arlington, Virginia) Invita a la conferencia Martes 7 de abril 10:00 h EL CENTRO DE INVESTIGACIONESY ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL retos para la investigación, las políticas públicas y la acción ciudadana CIESAS Casa Chata Hidalgo y Matamoros S/N Colonia Centro deTlalpan México D.F. Informes: Subdirección de Investigación Tel. 54 87 36 00, Ext. 1154 intercam@ciesas.edu.mx
  • 26.
  • 27. 00295 OFICINAS ADMINISTRATIVAS EN MÉXICO, D.F. Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 36 00 Director General Agustín Escobar Latapí (ext. 1167) dirgral@ciesas.edu.mx Directora Académica Ma. Isabel Campos Goenaga (ext. 1160) diracad@ciesas.edu.mx Directora de Vinculación Ma. Lorea Araceli Mendoza Fernández (ext. 1169) dirvinc@ciesas.edu.mx Subdirector de Informática Gabriel Canizales Castillo (ext. 1149) computo@ciesas.edu.mx Subdirectora de Investigación Lourdes Mondragón Barrios (ext. 1155) investi@ciesas.edu.mx Juárez 222, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 35 70 Subdirectora de Docencia Regina Martínez Casas (ext. 1302) docencia@ciesas.edu.mx Subdirector de Difusión y Publicaciones Bruno Aceves Humana (ext. 1337) editor@ciesas.edu.mx Ximilpa 39, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 85 42 82 Subdirectora de Bibliotecas Ximena González Munizaga (ext. 1501) xgmuniza@ciesas.edu.mx Niño Jesús 251, Tlalpan, 14090, México, D. F. Tel. 54 87 36 90 Director de Administración Fabián Elí García Becerril (ext. 1035) diradmin@ciesas.edu.mx Subdirectora de Recursos Financieros Elizabeth Rosas Orozco (ext. 1030) ppp@ciesas.edu.mx Casa Chata Hidalgo y Matamoros s/n, Tlalpan, 14000, México, D. F. 54 87 71 00 Librería Guillermo Bonfil Batalla 56 55 00 47 ventas@ciesas.edu.mx Centro de Contraloría Social y Estudios de la Construcción Democrática Coordinador: Ernesto Isunza Vera CIESAS-DF Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 36 00 ext. 1290 aocejo@ccs-ciesas.org Laboratorio Audiovisual del CIESAS Coordinador: Ricardo Pérez Montfort CIESAS-DF Juárez 222, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 35 70 ext. 1314 y 1317 laboratorio.ciesas@gmail.com UNIDADES CIESAS-DF Directora regional: Lucía Bazán Levy Juárez 87, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 36 00 ext. 1177 y 1175 dirunidaddf@ciesas.edu.mx CIESAS-Golfo Director regional: Ernesto Isunza Vera Encanto esq. Antonio Nava Col. El Mirador 91170, Xalapa, Ver. Tel. (228) 842 39 40 ext. 5107 direccion.golfo@ciesas.edu.mx CIESAS-Noreste Director regional: Efrén Sandoval Hernández Morelos 822 Ote., entre Diego de Montemayor y Dr. Coss, Barrio Antiguo, Centro 64000, Monterrey, NL Tel. (81)19 30 05 00 , ext. 111 coord.noreste@ciesas.edu.mx CIESAS-Occidente Director regional: Gerardo Bernache Av. España 1359, Col. Moderna, 44190, Guad. Jal. Tel. (33) 32 68 06 00, Fax (33) 32 68 06 25 ext. 3022 occte@ciesas.edu.mx Biblioteca CIESAS-Occidente Av. Alemania 1626, Col. Moderna 44190, Guadalajara, Jal. Tel. (33) 38 10 44 53, área académica (33) 38 11 68 17 biciesas@ciesas.edu.mx CIESAS-Pacífico Sur Director regional: Salvador Sigüenza Orozco Dr. Federico Ortiz Armengol 201 Fracc. La Luz la Resolana, Col. Reforma 68050, Oaxaca, Oax. Tel. (951) 502 16 00 ext. 6506 oaxaca@ciesas.edu.mx CIESAS-Peninsular Director regional: Carlos Macías Richard Calle 61, 443 (entre 50 y 52) Col. Centro, 97000, Mérida, Yucatán Tel. y fax (999) 930-34-40 ext. 7010 peninsu@ciesas.edu.mx CIESAS-Sureste Directora regional: Gabriela Robledo Hernández Carr. San Cristóbal-San Juan Chamula, km 3.5 Barrio Quinta San Martín 29247, San Cristóbal de Las Casas, Chis. Tel. (967) 674 91 00, Fax (967) 674 91 02 ext. 4013 sureste@ciesas.edu.mx PROGRAMAS DE POSGRADO Doctorado en Antropología y Maestría en Antropología Social CIESAS-DF Coordinador: Gonzalo Saraví docant@ciesas.edu.mx, mas@ciesas.edu.mx Tel. (55) 54 87 35 70 ext. 1324 México, D. F. Doctorado y Maestría en Historia CIESAS-Peninsular Coordinadora: Gabriela Solís Robleda historiapeninsular@ciesas.edu.mx Tel. (999) 923 48 13 Mérida, Yucatán Doctorado y Maestría en Lingüística Indoamericana CIESAS-DF Coordinador: Gilles Polian Marcus mli@ciesas.edu.mx Tel. (55) 54 87 35 70, ext. 1326 México, D. F. Maestría en Antropología Social CIESAS-Pacífico Sur Coordinador: Juan Julián Caballero maesistmo@ciesas.edu.mx maesistmo@yahoo.com.mx Tel. (951) 502 16 00, ext. 6523 Oaxaca, Oaxaca Posgrado en Antropología CIESAS-Occidente Coordinadora : María Magdalena Villarreal Martínez coordposg.ciesasoccte@gmail.com pdoctoradoco@ciesas.edu.mx pmaestriaco@ciesas.edu.mx Tel. (33) 38 10 46 28 Guadalajara, Jal. Posgrado en Antropología Social CIESAS-Sureste Coordinadora: María Elena Martínez Torres mtriasur@ciesas.edu.mx Tel. (967) 674 91 00, ext. 4024 San Cristóbal de Las Casas, Chis. Maestría en Antropología Social CIESAS-Golfo Coordinador: Saúl H. Moreno Andrade masgolfo@ciesas.edu.mx Tel. (228) 842 39 40, ext. 5109 Xalapa, Veracruz Maestría en Antropología Social Sureste/Noreste Coordinador: Shinji Hirai CIESAS-Noreste masnoreste@ciesas.edu.mx Tel. (81) 1930 0500, ext. 115 Nuevo León, Monterrey Laboratorio de Lengua y Cultura Victor Franco Coordinadora: Frida Villavicencio Zarza CIESAS-DF Casa Chata, Hidalgo y Matamoros s/n, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 71 00 ext. 1603 y 1604 lenguaycultura@ciesas.edu.mx Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica del CIESAS Coordinadora: Patricia Torres Mejía CIESAS-DF Casa Chata, Hidalgo y Matamoros s/n, Tlalpan, 14000, México, D. F. Tel. 54 87 71 00 ext. 1601 antroposig@ciesas.edu.mx