Este discurso resume el poema de Javier Sicilia "El Sobreviviente" y luego resume la lucha de Sicilia contra la violencia y corrupción en México que ha cobrado tantas vidas. La lucha de Sicilia es descrita como una lucha por la vida, la dignidad y la justicia contra fuerzas que han deshumanizado a la sociedad y permitido que la muerte se vuelva común. El orador concluye expresando su esperanza en que la lucha de Sicilia por un México con corazón termine bien y inspire a millones más a
2. Epígrafe.
Toda ausencia es atroz y, sin embargo, habita como un hueco que viene de los muertos, de las blancas
raíces del pasado. ¿Hacia dónde volverse?; ¿Hacia Dios, el ausente del mundo de los hombres?;
¿Hacia ellos, que lo han interpretado hasta vaciarlo? ¿Hacia dónde volverse que no revele el hueco, el
vacío insondable de la ausencia? Hacia ellos, los muertos, que guardan la memoria y saben que no
estamos contentos en un mundo interpretado. Fragmento del poema El Sobreviviente de Javier Sicilia.
Volvernos hacia aquellos muertos que no deberían de estarlo, hacia ellos que que-
daron atrapados entre políticos y criminales, bandos unidos por intereses mezquinos,
por dinero, por poder. Bandos que impusieron una guerra para distraernos del tiro de
gracia que le dieron a la democracia, una guerra en la que no somos parte de ningún
bando. Somos víctimas, números, estadísticas, simples daños colaterales. La guerra a
la que nos llevaron no es la nuestra, nosotros no queremos balas ni sangre, no quere-
mos muerte. La guerra contra el crimen organizado no es una guerra contra el narco.
Nuestra guerra es otra, es contra la corrupción, las complicidades y las omisiones de
políticos y gobiernos que cuando nos dan hambre, ignorancia, pobreza y violencia
también son criminales.
Se debe de decir así claro, porque Javier Sicilia con cada paso, con cada camino
andado, con sus palabras, con sus versos, con sus ojos tristes y su mirada imponente,
con la sacudida que le ha dado a nuestros corazones, también nos ha enseñado que
hay que volverse hacia los que siguen vivos, para honrar a nuestros muertos. Porque
como escribió San Agustín, la vida que se perdió no se muere, es muerte para los que siguen
viviendo. El corazón de Sicilia es más grande que su dolor, más grande que el odio, el
hambre y la desigualdad que nos mata en las calles, que nos arranca la vida. Su cora-
zón es tan poderoso como las balas que nos parten el alma, que nos rompen el espíri-
tu, que nos aniquilan la esperanza. Su corazón es para muchos la energía que faltaba,
la fuerza que canaliza la desesperación de un país que se cae a pedazos. Sus motivos
son nuestros motivos, aunque no sean los mismos, aunque no sean iguales. Su motivo
es el que lo tiene aquí, el que nos tiene aquí, el que me tiene aquí; el motivo es un país
en guerra, un país en paz. Un país donde la vida no se apague de la nada, donde la
protección de la vida sea el principio y el fin del Estado, donde la vida sea la raíz de
todo, el principio de todo, el corazón de todo.
En la vida parte lo que somos en ella habita la sonrisa del niño, el abrazo del herma-
no, el beso del padre. En la vida habitan las palabras del poeta, el trazo del pintor y la
música del universo, en la vida nace y crece el esplendor de la humanidad. Sus moti-
vos son nuestros motivos, porque se trata de sentir y pensar al mismo tiempo y con la
misma intensidad. De estar unidos en torno a objetivos sublimes, no hay nada más
sublime que la vida misma y poner un alto a cuestionamientos absurdos. Jamás, un
abrazo ni la ofrenda de símbolos de fe a quien se considere el enemigo significaran
una capitulación ni una derrota. El camino para salir de este infierno, es el diálogo
3. que nos lleve a la paz, a la dignidad, a la justicia y al amor no al dolor. Ya Spinoza dijo
que, el odio aumenta al ser correspondido, en los sabios no hay cabida para el odio,
en los poetas tampoco.
El motivo de Javier Sicilia es el respeto a la vida y la lucha es contra la guerra, contra el
sinsentido de la muerte, la lucha es contra el silencio, contra la indiferencia, contra
el letargo. La lucha de Sicilia es nuestra lucha; la lucha es contra la corrupción que lo
mata todo, contra la impunidad que lo mata todo, contra la violencia que lo mata
todo, contra la inconsciencia que también lo mata todo. La lucha es contra las balas,
contra las armas, contra la sangre, contra aquellos que callan, contra aquellos que
ignoran, lo quien ignora que en un país así, el dolor y la muerte nos van a alcanzar a
todos. La lucha es por los que viven, por los que aún estamos vivos. Esta lucha hay que
darla sin miedo en un país donde ya no hay honor, dignidad, ni vergüenza; ni
políticos, ni criminales tienen corazón.
Por eso todos tenemos que desaprender, desinstitucionalizarnos dejar atrás la
deshumanización que los poderosos han impregnado en todo, en los gobiernos, en los
partidos, en la televisión, en la radio, en las escuelas. Tenemos que rechazar lo institui-
do desaprender como Iván Ilich para construir un país con corazón. El objetivo es no
acostumbrarnos a perder un hijo, un hermano, un amigo, un conocido o un descono-
cido. Queremos amor, paz, dignidad, justicia y a los gobiernos que no han sido
capaces de dárnoslas les repetimos con el corazón en la mano, las palabras que Sicilia
tomó de Martí: ¡Si no pueden, renuncien!
Es bueno todo lo que acaba bien decía Spinoza, señor Sicilia de corazón le digo que los
mexicanos, deseamos que su lucha acabe bien, porque su lucha es la de millones, su
lucha está llena de esperanza y la esperanza como sabemos habita en el corazón;
en su corazón, en nuestros corazones.