Este documento proporciona información sobre varias obras pictóricas de José Gutiérrez-Solana que forman parte de la colección del Banco Santander. Describe cuadros como Chulos y chulas de 1906, El físico de 1927, El espejo de la muerte de 1929, Gigantes y cabezudos de 1932, y Mujeres vistiéndose de 1933, analizando aspectos como la técnica, temática, significado y contexto histórico de cada obra. Además, ofrece detalles biográficos sobre Solana y
Obras de José Gutiérrez-Solana en la colección Santander
1. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
CUADROS DE JOSÉ GUTIÉRREZ-SOLANA EN HALL PEREDA
El Lechuga y su cuadrilla, hacia 1915/1917-1932
Óleo sobre lienzo, 220x228cm
Se vio en la exposición de 1998 “José Gutiérrez-Solana. Colección Banco Santander”.MNCARS
El boxeador, 1926
Óleo sobre lienzo, 268x242cm
El bibliófilo, hacia 1933
Óleo sobre lienzo, 212x163cm
Se vio en la exposición de 1998 “José Gutiérrez-Solana. Colección Banco Santander”.MNCARS
Los ermitaños
Óleo sobre lienzo, 220x170cm
CUADROS DE JOSÉ GUTIÉRREZ-SOLANA EN SALA DE ARTE
Valentín Ruiz Senén, hacia 1934
Óleo sobre lienzo, 200x145cm
Chulos y chulas, 1906
Óleo sobre lienzo, 61x97 cm
Se vio en la exposición de 1998 “José Gutiérrez-Solana. Colección Banco Santander”.MNCARS
Verbena en la pradera de San Isidro, h. 1933
Óleo sobre lienzo, 104x159,5cm
Mujeres vistiéndose, h. 1933
173x225cm
Procesión, h. 1917
142x112cm
Gigantes y Cabezudos, 1932
144x125cm
El físico, 1927
Óleo sobre lienzo, 140x116 cm
El espejo de la muerte, hacia 1929
Óleo sobre lienzo, 83x66cm
Se vio en la exposición de 1998 “José Gutiérrez-Solana. Colección Banco Santander”.MNCARS
2. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
JOSÉ GUTIÉRREZ-SOLANA (1886-1945)
Chulos y chulas, 1906
Los chulos
Óleo sobre lienzo, 61 x 97 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: “José Solana/ Madrid 1906”
Una de las primeras obras conocidas de Solana, tras sus años de formación, es esta
pintura Chulos y chulas, realizada en 1906, en la que nos muestra tipos populares madrileños
que más tarde describirá en su libro, publicado en 1913, Madrid, escenas y costumbres, en el
capitulo titulado “Baile de chulos en las Ventas”:“Aquí no baila más que la gente de pupila, los
que traen de calle a las mujeres, los chulos, los que tocan el organillo y no trabajan porque los
mantienen las mujeres; la de la Fábrica de Tabacos, las cerilleras, las chalequeras y las golfas
de profesión; los que saben vivir, ¡a ver que vida!” (1)
Su mera contemplación delata los inicios pictóricos de Solana: técnicamente cercana a
Goya, trabaja el óleo en capas transparentes superpuestas, sin concesiones al dibujo; las
imágenes aparecen sin contornos definidos, entremezcladas entre sí y presentadas ocupando
la totalidad del cuadro, con una perspectiva frontal.
La unidad de la obra no viene dada por los propios personajes retratados, sino más
bien por un espíritu de grupo que denota la clase social a la que pertenecen, para lo que utiliza
una gama mortecina que confiere a la obra una cierta tristeza melancólica.
Solana siempre tuvo en alta estima esta obra y nunca quiso desprenderse de ella,
presentándola en la exposición que marca el inicio de la vanguardia en nuestro país, el Salón
de los Artistas Ibéricos de 1925, y posteriormente en su exposición individual en el Pabellón
de España de la Bienal de Venecia de 1932, entre otras. Pese a su diversos cambios de
domicilio, aparece formando parte de su colección en el momento de su fallecimiento.
(1) GUTIÉRREZ SOLANA, José: Madrid, escenas y costumbres, Primera Serie, Madrid 1913.
El físico, 1927
Óleo sobre lienzo
A pesar de la expresión del propio Solana “la pintura se pinta, pero no se dice”, se
intenta siempre desbrozar su obra, buscar el personaje, literaturizar la composición, porque
percibimos en su trabajo algo inquietante, un tanto imaginario, que parte siempre de la
realidad más cruda, que indefectiblemente nos atrae. Ello se percibe aún más en uno de los
escasos temas a los que circunscribe su trabajo, el retrato, con el que obtuvo grandes éxitos
como el Primer Premio en el Concurso Nacional de Retratos de 1933 por El bibliofilo y la
Primera medalla de pintura en la exposición Nacional de Bellas Artes de 1936 por Unamuno. A
ellos podemos sumar El capitán mercante, El viejo armador, El profesor de Anatomía o El físico,
personajes solitarios, aislados en su propio mundo, rodeados de elementos que caracterizan
su personalidad y ocupación, sin necesidad de títulos, con una categoría humana que no suele
conceder a las imágenes en grupo.
Solana se consideraba simplemente retratista, distinguiéndose como él mismo dice, de
los pintores de retratos, fotógrafos y “minuteros” que con diversas aptitudes recorrían las
3. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
ferias de España, a quienes admiraba profundamente por entender que eran los únicos
capaces de sacar bien un parecido y de mostrar la realidad inmediata.
No obstante, como podemos apreciar en El fisico, Solana representa al personaje tal y
como lo contempla, sin idealizar, sin concesiones, rodeado de instrumentos de su profesión.
Puede ser un científico o un profesor, al que personifica con gran dignidad, ponderando más
su faceta social que su faceta científica: elegante atuendo, bastón, chistera, reloj de oro, junto
a la pequeña figura del cazador y el periódico El Imparcial, detalle un tanto anacrónico dado
que había dejado de publicarse diez años antes, pero del que se sirve el pintor para ubicar al
personaje.
Lo refleja sentado, con las mano izquierda contraída, claro reflejo de su tensión
interna, su figura recortada sobre un mueble que a modo de friso recorre la composición y
que sin duda pertenecía al pintor, que gustaba de plasmar su propio mobiliario. Este mismo
aparador aparece en El capitán mercante y el sillón donde se sienta en El bibliofilo.
La obra, ejecutada en el momento álgido de su carrera, es la pura expresión del
dominio tonal del artista, con un claro predominio de las gamas de verdes, a las que
contrapone tonos parduzcos o negros con pequeños toques en rojo, que resaltan la
composición. Retrato ejecutado sin duda con luz artificial, lo que se percibe en esa atmósfera
apagada que domina la composición.
El espejo de la muerte, hacia 1929
Óleo sobre lienzo, 83 x 66 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: “J. Solana”
Inscripción al dorso, en rojo, en el bastidor: “El espejo de la muerte”
Solana debió de realizar esta obra como un homenaje a Miguel de Unamuno, quién en
1913 había publicado El espejo de la muerte, donde al igual que en esta pintura, se refleja un
desdoblamiento de la personalidad, se evidencia el dolor y la soledad, y se plantea una
reflexión sobre la propia existencia.
El pintor, además entremezcla religión y superstición. El espejo, conservado en el
Museo Municipal de Madrid, tiene una curiosa historia: el marco, que provenía de una iglesia,
guardaba en su interior un cartón sobre el que se anotaban los nombres de los fallecidos. Fue
adquirido por un anticuario, para enmarcar un espejo que regalaría a su joven hija, pese a que
el vendedor le previno sobre la fatalidad de reflejarse en él. Efectivamente, la joven moriría
repentinamente al poco tiempo.
Solana recoge la leyenda en esta pintura, donde el espejo enmarcado centra la
composición, entre la joven viva y la joven muerta; en medio un arcón de novia, del que surge
la muerte, la podredumbre del cuerpo. En primer plano las mano unidas de la pareja indican el
pacto post mortem, que nadie puede destruir. El pintor hace presente el mundo de la vida y de
la muerte en una obra de claro contenido simbolista. Nos refiere la trágica existencia de la
vida.
4. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
Gigantes y cabezudos, hacia 1932
Óleo sobre lienzo, 144 x 125 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: “J. Solana”
Inscripciones autógrafas al dorso, en el bastidor superior: “Gigantes y cabezudos”; en el
bastidor central: “José. G. Solana”
Los gigantes y cabezudos, representando figuras históricas locales, forman parte de la
tradición popular surgida de algunas fiestas del medioevo, en las que los gigantes participaban
bailando y los cabezudos persiguiendo al público. Esta pintura, en base a las vestimentas,
parece desarrollarse en Aragón y le sirve al artista para trabajar una vez más el anonimato
callejero que oculta al personaje tras la máscara y que a partir de este momento será el tema
predilecto de sus composiciones de carnavales.
Solana centra la obra en la descripción de la fiesta y sus personajes, con una
composición abigarrada en la que la portada de una iglesia gótica preside la escena mediante
rotundos volúmenes. El color es la nota dominante, una rica y extensa gama tona, con el
ánimo de crear una atmósfera de la fiesta y alegría.
En esa idea de propalar la realidad que contempla, Solana construye los personajes
modelándolos como si de un escultor se tratara, trasladando al lienzo una vez más, ese mundo
inanimado en la brillante descripción literaria que hace en La verbena del Carmen de la
popular y arraigada fiesta de gigantes y cabezudos, que se celebraba en Madrid: “Cuando se
ponen en corro a bailar en medio de la calle, forman un conjunto muy grotesco...” (1).
(1) GUTIÉRREZ-SOLANA, José: Madrid callejero, Madrid, 1923. Edición Fundación Banco
Santander: Obra literaria, vol. II, pág. 296, Madrid, 2004.
Mujeres vistiéndose, hacia 1933
Óleo sobre lienzo, 173 x 225 cm
Firmado en el ángulo inferior derecho: “J. Solana”
Inscripción autógrafa al dorso en el bastidor: “José G. Solana”
Las prostitutas, criadas y coristas representan el universo femenino en la obra de
Solana, que conocía bien desde su relación personal con este ambiente. Solana valoraba en
ellas su esfuerzo, su entrega, su silencio y su resignación, lo que recoge ampliamente en sus
escritos, como en el que dedica a esta pintura en el capítulo “Las coristas de Madrid, escenas y
costumbres”. Su lectura, nos ofrece una visión desgarradora del cuadro: “Tras una puerta
entreabierta están las coristas, muy ligeras de ropa, en corsé y en pantalones, cambiándose los
trajes de teatro por los de calle; enseñan las espaldas morenas, desnudas, al sacar las faldas
por encima de la cabeza, y, al levantar en alto los brazos, se ve la mancha de pelo debajo de los
sobacos, como una pátina morena. Así resultan feas y sucias; han perdido aquel atractivo de
cuando salían a escena vestidas de bateleras con medias de color carne ceñidas a las piernas, y
sus pies parecían más pequeños con las botas altas de raso; una de ellas, que está
embarazada, se afloja con satisfacción la faja y el corsé, después de haber estado sacrificada
en escena.” (1)
5. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
Con esta temática desarrolla una obra de gran brillantez, vivos colores, profundos
blancos y grandes contrastes.
(1) GUTIÉRREZ-SOLANA, José: Madrid, escenas y costumbres, Segunda Serie, Madrid, 1918.
Edición Fundación Banco Santander: Obra literaria, vol. I, pág. 278, Madrid, 2004.
Procesión, hacia 1917
Óleo sobre lienzo, 142 x 112 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: “J.Solana”
Las procesiones y el mundo que las rodea, son uno de los temas más recurrentes en la
obra de Solana. Las describe como espectáculo del dolor, del desgarro, representando sus
personajes bien con capuchones, sin identidad, o bien a cara descubierta, gente del pueblo con
rostros acartonados, siempre sombríos. Sin embargo, se sirve de los elementos estéticos que
las procesiones y su entorno ofrecen.
Ramón Gómez de la Sena traza un paralelismo entre El Greco y Solana, no solo por su
paleta, sino también por su religiosidad basada en la temática de las procesiones, lo que
contradice el propio artista: “las figuras de las procesiones, de los pasos de las imágenes
mismas, sólo me interesan por lo que tienen de figuras, de muñecos, no por el tema que
encarnan ni por la ideología que representan…Me interesan como figuras que son.” (1)
Tras un viaje por diversos pueblos de Castilla realiza esta obra en la que los blancos de los
nazarenos contrastan, en un brillante juego cromático, con los oscuros personajes con cirios
en las manos, que cierran la composición en torno a la figura central, Cristo atado a la
columna. Todo es sombrío: las calles, las casas y hasta la tenue luz del amanecer nos trasmite
la tristeza del momento vivido. Refleja simplemente lo que ve.
Solana utilizará esta pintura como imagen de la portada de su libro La España Negra, que
publica en 1920.
(1) Caravaca, Francisco: “El pintor Gutiérrez Solana .Su vida y sus obras”, Heraldo de
Madrid, 6 de enero de 1928.
6. Información de las obras pertenecientes a:
JOSÉ GUITIERREZ-SOLANA EN LA COLECCIÓN SANTANDER
Valentín Ruiz Senén, hacia 1934
Óleo sobre lienzo, 200 x 145 cm
Firmado en el ángulo inferior derecho: “J. Solana”
Inscripción autógrafa al dorso sobre el lienzo: “J. Solana”
Los retratos por encargo son algo excepcional en el conjunto de la obra de Solana,
pudiendo tan solo señalar los que realiza a Valentín Ruiz Senén en 1934 y a Miguel de
Unamuno en 1936. Surge en estos casos la imagen psicológica, individualizada y privativa
del individuo, en contraste con la caracterización del anonimato que gusta imprimir a sus
personajes.
En esta obra Solana retrata al industrial y financiero vizcaíno Valentín Ruiz Senén
rodeado de libros, barcos, planos, e incluso de la maqueta de la nave a la que dieron su
nombre por ser el presidente de la Naviera Arosa.
Introduce en esta obra un elemento muy característico de su pintura, un cuadro
dentro del cuadro, al igual que hace en los retratos de El capitán mercante o El viejo armador.
INFORMACIÓN
Horario al público: De lunes a jueves de 10 a 18h.
Viernes de 10 a 17h
Sala de Arte Santander. Ciudad Grupo Santander.
Habrá servicio de autobús desde Castellana, 24 para visitas.
Fines de semana cerrado.