1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 23, abril 2008
Foto:Baharri
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Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“En una carpintería hubo una reunión de
herramientas, para descalificación general. Se
notificó al martillo el disgusto de todos, porque
hacía demasiado ruido y se pasaba todo el
tiempo golpeando. El tornillo no salió mejor
parado, puesto que había que darle muchas
vueltas para que sirviera para algo. También
fue evidente que la lija era muy áspera en su
trato y que siempre tenía fricciones con los
demás. Finalmente el metro fue criticado
porque siempre estaba midiendo al resto según
su patrón, como si fuera el único perfecto.
En ese momento entró el carpintero, se puso
el delantal e inició su trabajo. Utilizó el
martillo, el tornillo, la lija y el metro. La tosca
madera quedó convertida en un precioso juego
de ajedrez.
Esto demostró a las herramientas que todas
tenían defectos, pero el carpintero trabajaba
con sus cualidades. Eso es lo que las hacía
valiosas. La asamblea encontró que el martillo
era fuerte, el tornillo unía, la lija pulía, el
metro era exacto y que…nadie sobraba”.
(Autor desconocido)
La conducta es nuestra mejor herramienta,
que se afila mediante el aprendizaje y nos
permite adaptarnos a los cambios y también
provocarlos.
Según Aristóteles, “vivir consiste
principalmente en sentir o pensar”. También
en actuar. Estos tres factores definen los
hábitos cuya suma da como resultado el
carácter, una inclinación general del
comportamiento con 4 tendencias:
El Dominante busca soluciones y se
orienta a la acción, los resultados y la
superación de retos. Su audacia le
convierte en impaciente. Puede ser visto
como brusco, abusivo y amenazante.
El Amable evita conflictos, es considerado
y huye del enfrentamiento, por lo que se le
tilda de inseguro, dubitativo y sin carácter.
El Expresivo busca crear relaciones
divertidas, no soporta el silencio y suele
olvidarse de los detalles. Puede ser
percibido como indiscreto, disperso y
superficial.
El Analítico evita problemas, cuidando los
detalles y rechazando riesgos e
incertidumbres. Con frecuencia se le juzga
como negativo, secretista, inoperante y un
freno para el cambio.
Un gran equipo no está compuesto por
personas excepcionales sino por individuos
normales que logran resultados
excepcionales, apoyándose en sus
fortalezas y no en sus debilidades.
Intentar cambiar el propio carácter, o el de
los demás, no tiene sentido porque todo
carácter tiene defectos. Se han de utilizar las
cualidades, pensando más en para qué
valemos y no tanto en para qué no servimos.
Lo que en nosotros veríamos como virtud,
en otros puede parecernos un defecto; y a
ellos les sucede a la inversa. Dado que toda
cualidad humana muy marcada es
simultáneamente punto fuerte y punto débil:
IInntteennttaa ddeessccuubbrriirr,, ttrraass eell ddeeffeeccttoo,, llaa vviirrttuudd.