Lewis, c.s. las cronicas de narnia 5 la travesia del explorador del amanecer
Cuentos por Haití
1. CUENTOS
POR
HAITÍ
(cuentos
para
niños)
Introducción
Agustí
Villaronga
Ed.
Cultivalibros
WANUK,
por
Germán
Giménez
Imirizaldu
1
2. CUENTOS
POR
HAITÍ
(cuentos
para
niños)
Introducción
Agustí
Villaronga
Ed.
Cultivalibros
WANUK,
por
Germán
Giménez
Imirizaldu
2
WANUK
(cuento
para
niños)
Por
Germán
Giménez
Cuenta
la
leyenda
que
un
niño
esquimal,
llamado
Wanuk,
se
encon-‐
traba
perdido
en
las
aguas
del
Polo.
Estaba
solo,
encaramado
a
un
iceberg
a
la
deriva.
Y
tenía
miedo.
En
las
islas
Nunivak,
donde
vivía
con
su
familia
yupik,
el
suelo
era
una
capa
de
hielo.
El
hielo
era
la
tierra
que
Wanuk
pisaba.
Siempre
había
sido
así.
Pero
un
día
Wanuk
descubrió
que
ya
no
era
tan
fir-‐
me.
En
realidad,
se
estaba
derritiendo
día
tras
día.
Pero
nadie
lo
podía
ver,
porque
el
deshielo
ocurre
muchos
metros
bajo
el
suelo.
En
su
pueblo
esquimal,
cada
persona
tenía
una
tarea
que
cumplir.
Wanuk
tenía
una
fácil,
ya
que
era
pequeño.
Un
día
por
semana
de-‐
bía
subir
a
los
acantilados
y
desde
ahí
pedir
a
Kaila,
el
dios
del
cielo,
que
protegiese
a
su
pueblo
y
les
trajese
sol.
Y
como
cada
semana,
el
pequeño
había
montado
en
su
qamutik,
el
trineo
que
le
fabricó
su
padre
con
madera
y
barbas
de
ballena,
para
ir
a
rezar
a
Kaila.
3. CUENTOS
POR
HAITÍ
(cuentos
para
niños)
Introducción
Agustí
Villaronga
Ed.
Cultivalibros
WANUK,
por
Germán
Giménez
Imirizaldu
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No
tardó
en
llegar.
Era
el
acantilado
más
alto,
pero
a
Wanuk
no
le
costó
subir
por
la
pared
resbaladiza.
Tenía
la
ayuda
de
su
bastón,
hecho
con
cuerno
de
Caribú,
y
sus
piececitos
iban
enfundados
en
botas
de
piel
de
foca,
peludas
como
el
resto
de
sus
ropas.
Todo
Wanuk
era
como
una
bola
de
pelo.
Desde
ahí
veía
cómo
el
mar
se
extendía
hacia
todos
lados.
El
océano
era
de
un
azul
intenso,
roto
por
pequeños
puntos
blancos,
los
ice-‐
bergs.
A
Wanuk
le
pareció
que
cada
vez
había
más,
pero
no
le
dio
ninguna
importancia
y
se
dispuso
a
comenzar
sus
rezos.
Nada
la
hacía
pensar
que
el
hielo
se
iba
a
desprender.
De
repente,
un
temblor
hizo
que
Wanuk
se
agarrase
fuertemente
al
hielo.
Pero
sus
manitas
no
pudieron
sujetarle
cuando
hubo
un
se-‐
gundo
temblor,
y
empezó
a
resbalar.
Wanuk
creyó
que
dos
gigantes
tuniq
debían
estar
luchando
ferozmente.
El
tercer
golpe
fue
mucho
más
fuerte,
seguido
de
un
gran
ruido,
y
el
pequeño
cayó
a
las
frías
aguas,
tan
oscuras
y
tan
profundas.
En
seguida
salió
a
flote
y
no
tardó
en
recuperarse
del
susto.
Los
mayores
le
habían
enseñado
a
sobrevivir
en
el
agua
y,
además,
su
traje
era
impermeable,
pues
estaba
hecho
con
intestino
de
foca.
4. CUENTOS
POR
HAITÍ
(cuentos
para
niños)
Introducción
Agustí
Villaronga
Ed.
Cultivalibros
WANUK,
por
Germán
Giménez
Imirizaldu
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El
agua
estaba
muy
revuelta
y
había
trozos
de
hielo
a
su
alrededor.
Por
eso
no
vio
venir
la
aleta
y,
de
pronto,
se
encontró,
frente
a
fren-‐
te,
con
una
orca
larga
como
un
kayak
y
pesada
como
un
iglú.
El
pá-‐
nico
se
apoderó
del
pequeño,
que
quedó
inmóvil
pensando
que
la
ballena
le
iba
a
atacar.
El
abuelo
le
había
narrado
cuentos
sobre
Amarok,
el
espíritu
del
lobo
que
habitaba
en
las
ballenas,
y
ahora
Wanuk
pensó
que
la
orca
se
lo
comería
en
un
abrir
y
cerrar
de
ojos.
Pero
no
fue
así.
Era
solo
una
cría
de
ballena
que
se
había
separado
de
su
madre
y
de
su
manada,
y
también
tenía
miedo.
Al
fin,
Wanuk
lo
comprendió.
Se
observaron
el
uno
al
otro.
Ninguno
de
ellos
había
visto
a
otro
ser,
tan
distinto
a
ellos
mismos,
y
ahora
ambos
tenían
curiosidad
y
temor
a
la
vez.
Wanuk
notó
que
algo
brillaba
dentro
de
aquella
enorme
boca.
Se
fi-‐
jó
más
y
pudo
ver
que
en
la
lengua
del
animal
había
algo.
Algo
que
la
apretaba,
que
molestaba
a
la
ballena
y
le
impedía
abrir
bien
la
boca.
Muy
despacito,
Wanuk
se
atrevió
a
meter
su
pequeña
manita
en
la
boca
de
la
orca,
y
bajo
su
lengua
pudo
notar
un
trozo
de
plás-‐
tico.
Tiró
de
él
y
la
ballenita
se
quejó
moviendo
la
cabeza
a
los
la-‐
dos.
Wanuk
lo
intentó
de
nuevo.
Por
alguna
razón,
la
orca
le
dejó
hacer
y
esta
vez
pudo
sacar
un
pedazo.
5. CUENTOS
POR
HAITÍ
(cuentos
para
niños)
Introducción
Agustí
Villaronga
Ed.
Cultivalibros
WANUK,
por
Germán
Giménez
Imirizaldu
5
Era
una
de
esas
redes
de
plástico
con
las
que
se
unen
varias
latas
de
refrescos,
como
las
que
compramos
en
el
súper.
Buscó
un
poco
más,
y
consiguió
sacar
la
otra
mitad
del
plástico,
que
se
había
enre-‐
dado
en
un
diente.
Wanuk
no
se
imaginaba
cómo
algo
así
había
podido
llegar
hasta
la
boca
del
animalito.
Cuando
fuera
mayor,
ya
no
le
costaría
tanto
comprenderlo,
pero
ahora
era
todo
un
misterio
para
él,
igual
que
porqué
se
derretía
el
hielo
tan
rápido.
Ahora
la
orca
solo
quería
jugar,
estaba
contentísima.
Ya
nada
le
mo-‐
lestaba,
Wanuk
le
había
liberado
la
lengua,
y
ahora
podía
emitir
to-‐
dos
sus
diferentes
sonidos,
podría
llamar
a
su
mamá
y
a
su
grupo,
que
no
tardarían
en
encontrarla.
Se
sumergió,
nadó
divertida
de
un
lado
a
otro,
emergió
dando
un
salto
y
regresó
a
donde
Wanuk
flotaba.
Agradecida,
la
ballenita
subió
al
pequeño
hasta
la
plataforma
helada
de
un
Iceberg,
con
el
suave
empujoncito
de
su
morro,
y
permaneció
mirando
cómo
el
ni-‐
ño
rebuscaba
en
su
macuto.
6. CUENTOS
POR
HAITÍ
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Introducción
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Cultivalibros
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por
Germán
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Imirizaldu
6
Wanuk
había
traído
bacalao
seco
y
carne
de
Caribú,
como
ofrendas
para
el
dios
Kaila.
Pero
creyó
que
la
ballenita
lo
merecía
más.
Había
sido
muy
buena,
estaba
sola
y
seguro
que
tendría
hambre,
así
que
le
echó
a
la
boca
lo
poco
que
tenía.
Mientras
tanto,
toda
la
familia
esquimal
se
apresuraba
hacia
la
cos-‐
ta,
alertada
por
el
ruido
que
había
provocado
el
derrumbe
del
acan-‐
tilado.
Los
hombres
más
fuertes
ya
remaban
con
sus
Kayak,
y
la
mamá
y
los
hermanitos
de
Wanuk
esperaban
impacientes
en
la
playa
helada,
con
sus
miradas
apuntando
hacia
el
horizonte.
A
partir
de
ese
día,
el
pequeño
esquimal
y
la
ballenita
fueron
muy
amigos.
Wanuk
la
llamó
Sedna,
como
la
muchacha
que,
según
la
le-‐
yenda
inuit,
habita
en
el
mar.
Un
día
a
la
semana
se
reunía
con
ella,
poco
después
de
la
media
tarde,
cuando
el
sol
comienza
a
ponerse
en
el
horizonte.
Justo
a
la
misma
hora
en
que
se
habían
encontrado
por
primera
vez.
Fin