11. CUENTO: EL MUÑECO DE LA NAVIDAD
La historia que os vamos a contar sucedió hace muchos, muchos años, en tiempos
de Maricastaña.
Era una noche fría, ventosa y estrellada. En la mitad de un pueblo silencioso y
diminuto apareció un deslumbrante muñeco de nieve. Y era silenciosa porque tan
sólo se escuchaba el sonido del búho solitario, el agua del arroyo y la fogata que
servía de calefacción en aquel precioso pueblecito.
Al poco tiempo las cosas se complicaron ya que la única luz que alumbraba la
localidad era la de aquel precioso muñeco de nieve. Pero eso no podía suceder, de
repente, apareció entre el silbido del viento un niño pobre y huérfano. El niño era
bajito, tenía 6 años y el pelo muy rubio. La ropa estaba rota, la nariz chata y cara muy
triste. El muñeco de nievo encontró al río con mucha agua que estaba próximo al
pueblo. Le pidió ayuda- Ven me ayudas y el niño le respondió, - claro que sí. El niño
trajo un saco para meter las luces de Navidad que más tarde, pusieron adornando
las calles estrechitas de la pequeña localidad.
Cuando terminaron, ante tal resplandor la gente del pueblo se despertó alborotada
y salieron apresuradas a sus pequeñas terrazas. Entonces, al ver el gesto tan bonito
que habían tenido el muñeco de nieve y el niño, juntos y agarrados de la mano,
comprendieron el verdadero significado de la Navidad. Unieron sus voces para
cantar un precioso villancico y colorín colorado este cuento nevado se ha terminado.
12. LA FÁBRICA DE REGALOS
En un lugar muy lejano, en donde no paraba de llover, granizar y nevar existe una
fábrica que era colorida, ruidosa y muy grande. En esa fábrica trabajaban unos
duendecillos gruñones que hacen regalos sin descansar para los niños de todo el
mundo.
De repente, la fábrica dejó de funcionar a causa de una enorme tormenta. Los
duendecillos bomberos y carpinteros llegaron en helicóptero para arreglar, entre
todos, los desperfectos causados por las llamas intensas que recorrían las paredes
de la mágica fábrica.
Gracias al trabajo en equipo realizado por los duendecillos gruñones la máquina
empezó a funcionar a toda velocidad. Y los duendecillos gruñones fueron en tren, en
barco y en avión para que todos los niños del mundo tuvieron sus regalos en la noche
más mágica del año. Cuando despertaron los niños se levantaron corriendo al verlos,
unos se sorprendían otros gritaban contentos. Gracias a los duendecillos gruñones
los niños fueron muy felices ese día.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Aplaudid si os ha gustado
13. LA NAVIDAD LLEGÓ
Había una vez un país muy lejano, alegre y mágico. Un país dulce repleto de
caramelos donde una de sus ocupaciones principales era comer golosinas durante
todo el día. Los habitantes de aquel lugar esperaban con alegría la venida de los
Reyes Magos. Eran gente muy especial, vestían con ropas medievales, capas
bordadas con estrellas relucientes y sonoros cascabeles.
Llegó el gran día adornado con sonidos de danzas antiguas y canciones medievales.
La fiesta era grandiosa ya que los tres Reyes Magos estaban allí. Pero algo sucedió,
los Reyes anunciaron que ese año no habían traído los caramelos que tanto querían.
Y les dijeron que habían cambiado los planes al decidir traer fruta tropical para
lanzarla a cambio de las golosinas. Pensaban que, de esta forma, al comerlas, no les
dolería la barriga. Los niños no entendieron la decisión y al sonar el murmullo de sus
protestas se quedaron con caras de sorpresa y también tristes.
De repente, los Reyes al ver su desilusión, trataron de dar una explicación que les
animara a disfrutar de aquellas sabrosas frutas. Ni más ni menos, con voz casi
susurrando, les contaron el secreto de su longevidad y también el de su larga y
voluminosa barba. El secreto estaba en la fruta porque les hacía vivir más años, estar
muuuchos más sanos y sobre todo, les ayudaba a viajar por todos los países del
mundo mundial.
A los niños les costó entender la situación, pero viniendo de personas tan sabias y
mayores pensaron que podrían vivir un día sin probarlas y decidieron comer, con
mucho gusto, las deliciosas frutas tropicales que sus majestades los reyes habían
repartido.
Y colorín colorado los caramelos se han terminado y la fruta les ha encantado.
14. UN PROBLEMA DE NAVIDAD
En un lugar muy lejano y cercano al Polo Norte vivía Papá Noel. Su casa era un iglú
muy confortable con un sonoro e inmenso taller de juguetes.
Ocurrió que en el viaje que Papa Noel realizaba para repartir los regalos, de repente,
le cayó un rayo que golpeó su precioso trineo. Precisamente aquel año, cargaba con
más regalos que ningún otro. Fijaros si fue grande el golpe que el trineo se estrelló
contra un árbol, provocando una asombrosa espantada de la bandada de pájaros
que siempre descansaban en sus bonitas ramas. Incluso estuvo a punto de caer
encima un gato, no tardó en salir corriendo con tanto miedo que no podéis ni
imaginar.
Esto hizo que los regalos se esparcieran por todo el Polo Norte. Entonces Papá Noel
decidió utilizar el teléfono mágico y llamar a los duendes ayudantes. Sin dudarlo,
acudieron al lugar marcado por Papá Noel para ayudar en la recogida de juguetes
esparcidos por todo el Polo Norte.