La candidata Marta Ramírez utilizó las redes sociales como parte de su campaña electoral, pero su estrategia no aprovechó plenamente las posibilidades de interacción que ofrecen las redes. Sus publicaciones se centraron en informar sobre sus actividades más que en debatir o interactuar con los electores. Tampoco se enfocó en los votantes más jóvenes que usan las redes, sino en un público mayor que no las usa tanto. Por lo tanto, su campaña en redes no creó el vínculo necesario con los electores, y el
1. Conclusiones:
La web como arena de la comunicación política exige un cambio en las estrategias para
realizar campaña electoral, ya que al ser un medio que permite la confrontación de ideas y
de posturas, amerita un replanteamiento de las formas de accionar, sobre todo a través de
las redes sociales, ya que son el escenario masivo de comunicación digital por excelencia.
En el caso de Marta Cecilia Ramírez es evidente su accionar teleológico, cuando con la
ayuda de su comunicador anticipa y calcula los posibles resultados del uso de la web como
medio para difundir su imagen, generar opinión pública, y mostrar sus propuestas. Además
de un accionar aparentemente afectivo, donde se manifiesta el lado humano de la candidata,
sus actitudes, sus sentimientos y sus ideas.
Sin dejar de mencionar mensajes totalmente racionales donde se da a entender que la
aspirante al Senado está al servicio exclusivo de una causa común como lo es la salud, la
equidad de género y la inclusión, denotando así un accionar axiológico totalmente
premeditado. También se percibe la intención de mostrar una imagen controlada de quien
es la candidata, a partir de mensajes de opinión, imágenes de eventos realizados, slogans
que proponen una inclusión de los ciudadanos y demás, mostrando la acción dramatúrgica
de la figura pública, quien toma comportamientos virtuosos y cualificados, con el fin de
controlar la percepción que tienen los votantes de ella como representante.
Sin embargo, aunque la web permitiría un accionar comunicativo, donde la
intercomprensión entre la candidata y los electores fuera el primer objetivo, “el ritmo
rápido que reduce el matiz del razonamiento y el intercambio argumentativo, y la
preferencia por circunstancias que proporcionen imágenes fuertes y fórmulas llamativas,
declinan el lugar simbólico” (Gosselin, 1998, p.23).
Por lo que se podría afirmar que la interacción que permite la web entre el político y los
electores, en un país como Colombia, donde dicho modelo de comunicación apenas se está
estableciendo como vía para hacer marketing político, está más determinado por los medios
de comunicación tradicionales (al generar un imaginario más fuerte acerca del político ante
el público); y no por la virtualidad y la intención de los candidatos de hacerse visibles a
través la web.
Pues si bien el ciberespacio puede aportar para el desarrollo de una estrategia
publicitaria no cumple una función vital dentro del desarrollo de la campaña electoral de
la candidata, quien dirige sus propuestas hacia una comunidad afectada, que probablemente
tampoco encuentra en la virtualidad la posibilidad o las competencias para visibilizar sus
interés o para entrar en contacto con un político.
Adentrarse en el mundo del internet significa involucrarse en un modelo de comunicación
basado en la consolidación de vínculos. A la hora de revisar la incursión de Marta Ramírez
en las redes sociales para impulsar su discurso político en pos de la consolidación de votos
favorables en las pasadas elecciones del Congreso de la República, son destacables
importantes desaciertos en cuanto al uso que hizo de tan innovadoras herramientas de
comunicación, de las cuales las cualidades de interacción que configuran las bondades del
2. modelo de web 2.0 y su aplicación a la comunicación política al parecer se quedaron en
meras expectativas.
Se puede decir que las apariciones de la candidata en sus redes sociales (Facebook y
Twitter) se caracterizaron por una constancia muy aprobable que deja de manifiesto que
existió de antemano un plan de comunicación respecto a las publicaciones en las
plataformas virtuales que decidieron emplear.
Sin embargo, resulta evidente que la candidata y su equipo de comunicaciones no tuvieron
muy en cuenta la dinámica de interacción que se supone debían promover en su campaña si
de un ambiente 2.0 se trataba. Ejemplo de esto es el tipo de publicaciones que se hacían en
Facebook, las cuales presentaban un tono más que todo informativo para publicitar a la
candidata y a los lugares que visitaba en campaña.
Basta entonces con echar un vistazo a la poca (por no decir que nula) intervención de la
candidata en los comentarios que recibía de sus fotos y publicaciones, y la esporádica
respuesta en correo electrónico, lo cual es razón suficiente para afirmar que no fue posible
el debate y la deliberación recíproca sobre determinados temas, y que su estrategia de
comunicación no fue pensada sino para darse a conocer un poco más que antes a través de
una imagen de sí misma que proyectaba jovialidad y cercanía con la cultura y el sistema de
salud del país; lo cual deja como resultado un claro desequilibrio entre la campaña en la
web de la candidata y el modelo de política 2.0 que se conoce en la actualidad.
Otro factor que favoreció la ausencia del debate y la deliberación debe ser el hecho de que
demográficamente, en cuestiones de localización y contextos culturales y socioeconómicos,
la población que encuentra afinidad a la propuesta política de Marta Ramírez, y de la forma
en que la transmite, no se hace presente en las redes sociales, puesto que la concentración
de sus votos radicaba en la clase media/baja tradicionalista de las ciudades y los municipios
pequeños de los departamentos, población que sumada a su edad, no participa notablemente
en las redes sociales, y que sí lo hace, no se encuentran familiarizados a estas herramientas
por lo que no efectúan un uso proactivo de las mismas. Analizando esta situación, y la
forma en la que la candidata y su equipo formalizaron su mensaje, se puede afirmar que hay
un mensaje estructurado para convencer al público específico al que se dirige, pero que al
mismo tiempo, se envía a través de un medio que no llega a dicho público, entonces, en el
caso específico de comunicación política con fines electorales en las redes sociales de
Marta Ramírez, el mensaje se pierde en el medio.
Evidentemente la política 2.0, es un medio de masificación donde los políticos pueden
proponer un cambio significativo en la sociedad, sin embargo cuando no se tienen en
cuenta las bondades y obstáculos que propone la web 2.0, alrededor de una comunidad
virtualizada, donde las interpretaciones de las personas que interactúan en este ambiente,
con respecto a la imagen que el marteking político les vende, están fraccionadas de acuerdo
con el contexto social en el que se mueven, el partido político al que pertenecen y demás
factores que influyen en la cotidianidad de estas personas. Por lo tanto cuando no se crea un
estrecho vínculo entre el político y el electorado, interacción que la web 2.0 obvia, se
evidencia la diferencia que existe entre hacer campaña política en la web y en los medios
3. tradicionales, pues en un país como Colombia de tradiciones tan arraigadas, las personas
creen en la literalidad que se les muestra físicamente y no en las promesas que quedan aún
más en el aire, cuando se inserta la cotidianidad en la virtualidad.