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Curso básico de liturgia 2007-2008
1
¿Que es la liturgia?
Liturgia (leitourgi,a) es un término que, al pie de la letra se traduce como obra pública.
La palabra surge en un ámbito más pagano que sagrado. Desde antes de la era cristiana ya se
utilizaba la palabra para referirse a una acción religiosa que afectaba o tenía que ver con toda la
comunidad, es decir, que era pública.1 En la vida de la Iglesia, la palabra liturgia designa "el ejercicio
del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan
la santificación del hombre, y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la cabeza y sus miembros,
ejerce el culto público íntegro.
En consecuencia, toda celebración, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia,
es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, en el mismo título y en el mismo grado, no la iguala
ninguna otra acción de la Iglesia" .2
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos ver a la liturgia verdaderamente como el arte de la
celebración.
Los actos del culto3
1 Cfr. KUNZLER MICHAEL, La liturgia de la Iglesia,edit. EDICEP, Valencia, 1999, p. 47 (= amateca, X)
2 SC 7 (Sacrosanctum Concillium, constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II)
3 CERVANTES CONTRERAS J. DEL CARMEN / SÁNCHEZ GIL BLANCA, Curso básico de liturgia,
edit. Buena Prensa, México, 2003. p. 15
Rosario, Vía
crucis, Hora
Santa, etc
Peregrinaciones,
procesión del silencio,
etc
Devociones
Populares
(Folklore)
Litúrgico
(Público)
No litúrgico
(Privado)
Sacramentos
Liturgia de la Horas
Sacramentales
Culto
Curso básico de liturgia 2007-2008
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Los actos de culto público son un patrimonio que Cristo ha dado a su Iglesia. Por tanto, nadie puede
celebrarlos arbitrariamente.
Corresponde a la legítima autoridad de la Iglesia señalar las formas de la celebración, para que
responda a un verdadero culto de toda la Iglesia en comunión, así como las formas particulares que
respondan a situaciones específicas.
De lo anterior se desprende la necesidad de guardar las rúbricas o instrucciones de cada celebración
litúrgica. Sin embargo, siempre hay que tener cuidado de descubrir y vivir cada signo y símbolo de
la celebración, de lo contrario se puede caer en un rubricismo recalcitrante que pueda aniquilar
nuestro espíritu frente al Misterio.
╬
Laxismo Liturgia Rubricismo
Equilibrio vs extremos
Razones teológicas de la liturgia
a) dimensión trinitaria
El Padre nos da a su Hijo hecho hombre; Cristo actúa en nosotros para unirnos vitalmente al Él,
somos hijos en el Hijo; el Padre nos acoge para amarnos con el mismo amor que tiene por su Hijo y
para que nosotros lo amemos como el Hijo. Todo este amor se lleva a cabo por obra del Espíritu
Santo.
b) dimensión eclesial
La acción litúrgica es esencialmente comunitaria y eclesial. Comunitaria en cuanto expresa siempre
un "nosotros", pues Dios nos elige y salva como pueblo.4
Es eclesial porque siempre es celebración de todo el Cuerpo de Cristo, no pueden existir
celebraciones individuales, pues aunque uno solo esté, toda la Iglesia está con él, no sólo la Iglesia
terrena, sino también la celestial, los Santos y todos los que ya gozan de la vida eterna.5
c) dimensión antropológica
Dios ha tomado la iniciativa al revelarse, al hacer un descenso (catábasis) y el hombre, por eso,
puede aspirar a un ascenso (anábasis) hacia Dios. Por el descenso de Dios se da la santificación, el
ascenso a Dios es el culto.6
"La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, es la fuente
de donde mana toda su fuerza."7
La liturgia y su expresión
En la liturgia no se conjuntan una serie de elementos mágicos, sino que hace presente una realidad
trascendente (la realidad de Dios) a través de signos y símbolos, tomados de la realidad humana,
desde la tradición bíblica y a través de la experiencia que la Iglesia ha ido teniendo a lo largo de
4 Cfr. LG 9 (Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II)
5 Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 16-18
6 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, pp. 31-36
7 SC 10
El laxismo refleja
ignorancia o
indiferencia
El rubricismo deriva en
fanatismo y
fundamentalismo
Curso básico de liturgia 2007-2008
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dos milenios. Resulta muy necesario, pues, la comprensión de estos signos y símbolos, de manera
que realmente signifiquen y “hablen” de la realidad que se nos hace presente pero que, de no ser
por medio de ellos, no podríamos percibirla.
LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
"En la celebración de la Misa se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el culto
que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu Santo."
8
En la celebración de la Eucaristía o Misa, la Iglesia encuentra un lugar privilegiado dentro de la acción
litúrgica. Cada uno de los Sacramentos tiene en la Eucaristía un punto de encuentro.
Aunque la celebración de la Misa no tiene "partes" o secciones, sino que es un todo celebrativo, para
su comprensión se suele dividir en dos partes principales: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística,
acompañadas por otros ritos.
A grandes rasgos notamos 5 momentos en la celebración:
 Ritos Iniciales
 Liturgia de la Palabra
 Liturgia Eucarística
 Rito de Comunión
 Ritos finales
Tratemos de ver cada momento.
Todo comienza en el secretarium o sacristía. Los ministros se revisten, cada quien con sus
correspondientes vestiduras litúrgicas.
Los Sacerdotes: alba, cíngulo, estola y casulla. El Obispo además lleva solideo, mitra, báculo y cruz
pectoral.
Los diáconos: alba, cíngulo, estola diaconal y dalmática.
Los demás ministros llevan vestiduras debidamente instituidas. En caso de que algún ministro
(acólito, lector, etc.) porte sotana o hábito, se revestirá con sobrepelliz (cota).
I RITOS INICIALES
Para la procesión de entrada a la puerta del templo o en un lugar conveniente se ordenan de la
siguiente manera:9
 El turiferario con el incensario (turíbulo) humeante.
 Un acólito que lleva la cruz con la imagen del crucifijo puesta en la parte anterior; va entre siete
o por lo menos dos acólitos, que llevan ciriales con velas encendidas.
 El clero de dos en dos.
 El diácono que lleva el evangeliario.
 Los otros diáconos, si los hay, de dos en dos.
 Los presbíteros concelebrantes de dos en dos.
 El obispo, que va solo, lleva la mitra y el báculo pastoral en la mano izquierda, mientras bendice
con la derecha.
 Un poco detrás del obispo, dos diáconos asistentes.
 Por último los ministros del libro de la mitra y del báculo.
Teniendo en cuenta esta estructura básica, la procesión se adecua según las circunstancias.
La procesión de entrada no es un "desfile", sino que es un signo que muestra la realidad de la Iglesia
8 IGMR 16 (Institución General del Misal Romano, tercera edición típica)
9 CE 128 (Ceremonial de los Obispos)
Curso básico de liturgia 2007-2008
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que peregrina hacia su Señor.
Mientras avanza la procesión, el coro entona el canto de entrada, según la normatividad del canto.
Si la procesión pasa delante de la capilla del Santísimo Sacramento, no se detiene ni se hace
genuflexión.
Cuando no hay quien entone el canto de entrada o procesional, alguno de los fieles, o un lector,
recitará la antífona de entrada, que aparece en el Misal, desde un lugar oportuno (no desde el
ambón), incluso desde su lugar entre los demás miembros de la asamblea, según sea la oportunidad.
En su defecto, el sacerdote mismo puede recitar dicha antífona.
La cruz y ciriales se colocan en un lugar conveniente.
El evangeliario se coloca sobre el altar.
Todos al entrar al presbiterio hacen profunda reverencia. Los diáconos, presbíteros y el obispo,
además, besan el altar.
El obispo deja la mitra y báculo e inciensa el altar en rededor, la imagen de Cristo crucificado con
tres movimientos dobles y la imagen del santo patrono o del día con dos movimientos dobles.
“Llevar incienso en la procesión de entrada e incensar el altar que va a ser centro de la celebración
eucarística, así como la cruz, indica el respeto al lugar, a la cruz y al altar, significando también el
tono festivo y sagrado de la acción que empieza”.10
1.1 Invocación y saludo.
El que preside ocupa su lugar en la sede, donde preside los ritos iniciales, que siempre comienzan
con la invocación trinitaria, a la que la asamblea responde con Amén.
10 ALDAZABALJOSE, Gestos y símbolos, edit. CPL, Barcelona, 2003 (=Dossiers cpl, 40), p. 215
El incienso
La liturgia da importancia a todos los sentidos, por lo que la
celebración además del canto (auditivo), de la ornamentación
(visual), se abre con un elemento olfativo: el buen olor de Cristo.
Se trata de resinas olorosas que se queman en un hornillo y
desprenden un humo blanco y perfumado. Hay varios signos
presentes: el fuego que quema, el incienso que se consume, el
humo que sube e inunda el ambiente y el perfume que despide.
El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que
se inciensa, a la vez que da un aire entre misterioso y sagrado por
la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo.
Expresa el respeto y reverencia hacia la persona o símbolo que es
incensado.
Indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios (Cfr.
Sal 140,2; Ap 8,3).
* Cfr. ALDAZABAL JOSE, Gestos y símbolos, edit. CPL, Barcelona, 2003
(=Dossiers cpl, 40), pp. 213-219
Amén
El verbo hebreo amán (nama) tiene un significado profundo (estar
apoyado sobre una roca firme, con la certeza plena de que no se
moverá), que rebasa a cualquier posible traducción a otras lenguas,
por lo que no debe traducirse, sino pronunciarlo con la certeza propia
de esta palabra que, en sentido estricto, sólo puede dirigirse hacia
Dios, por ser el único en quien se puede depositar la confianza de una
manera tan radical.
Curso básico de liturgia 2007-2008
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Luego, saluda al pueblo con una fórmula de saludo litúrgico. No se trata de un saludo personal, sino
de Cristo.
La formula “El Señor esté con ustedes” (Dóminus vobiscum) es una cita de Rt 2,4, y su
correspondiente respuesta “Y con tu espíritu” (et cum spirituo tuo) es conservada de la tradición
hebrea, para decir lo que en español sería simplemente “Y también contigo”.11 El uso del subjuntivo
en el saludo y no un indicativo (el Señor está con ustedes) puede desconcertar, pero más que un
deseo, se expresa una afirmación y, podríamos decir que es una profesión de fe, al afirmar una
realidad: Cristo está presente en la asamblea y en el sacerdote.
El que preside puede utilizar otras fórmulas que aparecen en el misal, incluso elaborar propias, pero
conservando el sentido mencionado.
El pueblo, además de la fórmula Y con tu espíritu, puede utilizar:
 Bendito seas por siempre, Señor.
 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Las tres fórmulas de respuesta del pueblo mantienen el sentido de confesar que en el sacerdote está
presente el Señor.
Cualquiera de las tres fórmulas señaladas pueden utilizarse, pero hay que diseñar algún medio para
que la asamblea se unifique en la respuesta.
Después del saludo se puede hacer una breve introducción a la celebración del día.
1.2 Acto penitencial.
Prosigue el acto penitencial, que concluye sólo el que preside con las palabras Dios Todopoderoso...
En el acto penitencial hay que observar que existen cuatro formas:
 Confesión general (Yo confieso...)
 Dialogada (+Señor, ten misericordia de nosotros, R: porque hemos pecado contra ti. +
Muéstranos, Señor, tu misericordia. R: y danos tu salvación)
 Responsorial (Tu que ... Señor, ten piedad...)
 Aspersión con agua bendita
Cuando se hace aspersión con el agua o se utiliza la tercera fórmula del acto penitencial, no se dice
el "Señor, ten piedad", de igual forma si lo dictan las rúbricas del día. En estos casos se pasa al himno
de "Gloria", cuando así lo señalen las rúbricas del día.
En la asamblea eucarística los fieles juntos se reconocen ante Dios como pecadores (que se han
desviado, de algún modo, del camino que conduce hacia el Padre), pero que desean retomar la senda
que dirige hacia él. En las tres primeras fórmulas de acto penitencial el pueblo pide el perdón de sus
pecados veniales, apelando a la misericordia divina (Nota: este acto no sustituye la confesión
sacramental, para el caso de los pecados mortales) y de hecho lo obtiene, por las palabras de
absolución que el sacerdote (y sólo él) pronuncia: Dios todopoderoso tenga misericordia de
nosotros…
En el caso de la aspersión con agua bendita, se trata de un sacramental que nos recuerda nuestro
bautismo y su acción renovadora, por lo que también tiene efectos absolutorios para los pecados
veniales.
1.3 Señor Ten piedad
La invocación Kyrie eleison, ya se conoce en la antigüedad precristiana como invocación de homenaje
con el que se honraba a la divinidad, aunque también al soberano que hacía su entrada a la ciudad.
El kyrios (Ku,rioj) griego se refiere al Adonai (iiiiyanoda) con que se parafraseaba el impronunciable
nombre de Dios: YHWH (hwhy), que no se refiere tanto a un Señor, en sentido de dominio, sino a
11 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, pp. 317-318
Curso básico de liturgia 2007-2008
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un señor cercano a su pueblo, (Adonai = mi Señor).12
El “Señor ten piedad” es una invocación a Cristo, que se reconoce como Señor. Se canta o se recita,
según las circunstancias, teniendo en cuenta lo que se dijo en referencia con el acto penitencial. Es
necesario rescatar que no se debe añadir nada a esta invocación, mucho menos darle sentido
penitencial, ya que este sentido correspondió al momento anterior de la celebración. Se aprecia mejor
el sentido invocativo en el griego, de donde surge originalmente.
kyrie eleeison (Ku,rie eleei,son)
Criste eleeison (Cri,ste eleei,son)
Se utiliza un vocativo para exclamar ¡Señor! ¡Cristo!, y va acompañada esta exclamación por el verbo
griego elee,w, que más que pedir piedad, en el sentido de implorar desesperadamente un perdón -
como en español da la idea-, indica la capacidad de compadecerse. Es pues, una invocación a Cristo,
en quien reconocemos que está nuestra única esperanza, al ver nuestra pequeñez, frente a la
grandeza de Dios.
1.4 Himno de Gloria
Es antiquísimo himno (s. IV) donde la comunidad de creyentes alaba al Dios Uno y Trino.13
Surge en torno a la fiesta de Navidad, de ahí que las palabras iniciales del gloria se han tomado del
canto de alabanza de los ángeles en el campo de Belén (Lc 2,14). Poco a poco se fue extendiendo
su uso a otras fiestas y a los domingos por ser un himno con el que la Iglesia, reunida en el Espíritu
Santo, alaba al Padre y suplica al Hijo.14
Por su naturaleza misma debe ser cantado, sin embargo puede recitarse. En todo caso debe
respetarse el texto litúrgico.
Se canta o recita en los domingos, excepto en adviento o cuaresma por ser tiempos que requieren
cierta austeridad, y éste es un himno eminentemente festivo. También se canta o recita en toda la
octava de Pascua (toda la semana siguiente al domingo de resurrección); así como en las fiestas y
solemnidades, inclusive si éstas se celebran en cuaresma o adviento.
1.5 Oración colecta
La oración colecta concluye la parte de apertura de la misa. En ella el sacerdote que preside “recoge
sintetiza y reúne los sentimientos que en silencio ha rezado la asamblea.”15
Ésta es la primera de las oraciones presidenciales, “que el sacerdote, en el que el mismo Cristo
preside a la comunidad, dirige a Dios en nombre de todo el pueblo santo y de todos los presentes…”16
El sacerdote exhorta a la oración en silencio: oremos.
La estructura de la oración colecta es la siguiente:
1 invocación a Dios (p. ej. ¡Oh, Dios!)
2 predicación en forma de relativo (p. ej. …que en tu bondad…)
3 mención de la petición (p. ej. …Concédenos…)
4 fórmula trinitaria (p. ej. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios y vive y rena en la unidad
del Espíritu Santo…)
La conclusión trinitaria de la oración colecta resume toda una cuestión teológica de gran profundidad:
Cristo es sumo sacerdote que intercede por nosotros (Hbr 7,25), pero no se trata de una intercesión
jerárquica (como si fuese inferior de la persona ante el que intercede –su Padre-), lo que es una
herejía (llamada arrianismo); sino que se señala claramente que es una intercesión ante el Padre,
12 Idem pp. 319-320
13 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, p. 320
14 Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, p. 31
15 ibidem
16 Op. Cit. KUNZLER,p. 321
Curso básico de liturgia 2007-2008
7
por la acción del Espíritu Santo, con quienes vive y reina, en la misma dimensión divina.
Hay que enfatizar en el carácter presidencial de esta oración, por lo que solamente es pronunciada
(recitada o entonada) por el sacerdote que preside la celebración y no por toda la asamblea; lo cual
se simboliza por la postura del sacerdote: eleva las manos.
Hasta aquí terminan los llamados ritos iniciales, hasta este punto toda la asamblea permaneció de
pie.
Orientaciones prácticas.
Es importante ayudar a la asamblea (y a nosotros mismos) a vivir la celebración eucarística desde los
primeros elementos, por lo que una monición que introduzca a la celebración del día, pero de manera
que sea breve, clara y concisa, para que el pueblo la capte de una manera fácil, teniendo en cuenta
la diversidad de público presente.
Puede ayudar, también, unas pequeñas cápsulas litúrgicas, previas a la celebración. La finalidad que
perseguirían estas cápsulas es dar a conocer los aspectos más importantes de los signos con que la
liturgia busca hacer presente la realidad sacramental.
Hay que tener cuidado, sin embargo, de no saturar de información al pueblo de Dios, pues ellos
primordialmente han venido a un acto cultual y no a una clase. Hay, pues, que presentarlo como un
elemento breve y claro, destacando sólo aquello que ayude expresamente a la celebración. También
hay que considerar la necesidad de insistir, pues después de un tiempo es posible que el “dato” se
haya olvidado o haya otro público, distinto al que se le comento la primera ocasión.
La forma de dirigirnos a los demás cuenta demasiado, por lo que un tono amigable puede ayudar
más que uno impositivo.
Respecto a estos Ritos Iniciales, es conveniente una comunicación con el sacerdote celebrante y una
coordinación entre los encargados de la animación litúrgica, siempre admitiendo a otros miembros
de la comunidad y dando instrucciones para que el rito se cumpla, aunque no de manera mecánica.
Para efectos de la respuesta al saludo y las formas del acto penitencial, hay que diseñar algún medio
para que todos se enteren de la dinámica a según, según las variantes litúrgicas.
Manos elevadas
Significan -y simbolizan- una actitud de ofrecimiento y de invocación a
Dios. Son manos que toman, en un sentido horizontal, la plegaria de
sus hermanos y la dirige, en un sentido vertical, hacia Dios. Es una
postura corporal eminentemente sacerdotal.
*Cfr. Op. Cit. ALDAZABAL, p. 128-129
Estar de pie
Es una postura característica del hombre, frente a la mayoría de los
animales (homo erectus), símbolo de su dignidad como rey de la
creación. Estar de pie, encierra, también, una serie de signos:
respeto, disponibilidad, libertad, postura propia de los vivos
(resucitados).
* Cfr. Op. Cit. ALDAZABAL, p. 113
Curso básico de liturgia 2007-2008
8
II. LITURGIA DE LA PALABRA
“La palabra de Dios, propuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder del
Espíritu Santo, y manifiesta el amor activo del Padre, que nunca deja de tener eficacia para con los
hombres.”17
“Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan, constituyen la parte
principal de la liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u oración de
los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su
pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el
mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra divina la hace
suya el pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a ella con la profesión de fe; y una vez
nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por
la salvación de todo el mundo.”18
1. Las lecturas.
1.1 Los ciclos de lecturas.
El Concilio Vaticano II pidió que se abrieran los tesoros bíblicos de modo que en un determinado
número de años fueran leídas al pueblo de Dios las partes más importantes de la Sagrada Escritura.19
Así se hizo, y se ordenaron en tres ciclos festivos o dominicales, denominados A, B, C.
El ciclo festivo comienza con el primer domingo de adviento y termina con la fiesta de Cristo, Rey del
Universo, de tal modo que un mismo ciclo acompaña a todo el año litúrgico.
Por ejemplo, en adviento de 2006 comenzó el ciclo festivo o dominical C, y continúa hasta la mayor
parte del año civil 2007; al comenzar el adviento del año 2007, el ciclo festivo cambiará al “A”, y así
sucesivamente.
En cuanto a la lectura dominical del Evangelio, el ciclo A, está mayormente acompañado por el
Evangelio según san Mateo; el ciclo B, por el evangelio de San Marcos; y el ciclo C, por el Evangelio
de san Lucas. No debe extrañar que este orden se altere en algunas ocasiones. El Evangelio de san
Juan queda para ciertas solemnidades y algunos domingos.
Las lecturas que se proclaman a lo largo de la semana están ordenadas de modo diferente: en dos
ciclos denominados años pares y años pares, según el año civil en curso y esto solamente para el
tiempo ordinario, pues los demás tiempos litúrgicos tienen una ordenación de lecturas que cada año
es la misma. Por ejemplo, para el tiempo ordinario del año civil 2007 corresponden las lecturas de
los denominados años impares.
Las lecturas, en el orden establecido, han sido consignadas en libros llamados leccionarios, en tres
tomos y el Evangeliario.
a) Tomo I: Tiempo de Adviento, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua y semanas I-IX del tiempo
ordinario. También están incluidas, a modo de apéndice, las lecturas propias para las
principales fiestas y solemnidades que se celebren durante estos tiempos.
b) Tomo II: semanas X-XXIV del tiempo ordinario. También están incluidas, a modo de
apéndice, las lecturas propias para las principales fiestas y solemnidades que se celebren
durante estos tiempos.
c) Tomo III: contiene lecturas para celebraciones peculiares, tales como misas rituales,
celebraciones de los santos, etc.
d) Evangeliario: contiene las lecturas evangélicas de todos los domingos del año, así como de
las principales solemnidades.
17 OLM (Ordenación de las lecturas de la Misa) 4
18 IGMR 55
19 Cfr SC 51
Curso básico de liturgia 2007-2008
9
1.2 El número de lecturas:
Los domingos y solemnidades se caracterizan, entre otras cosas, por la proclamación de tres lecturas,
además del Salmo y la aclamación. El orden de lecturas es el siguiente:
1- primera lectura del antiguo Testamento (excepto en Pascua, que es del libro de los Hechos
de los Apóstoles, siempre).
2- Salmo
3- Segunda lectura, siempre del nuevo Testamento.
4- Aclamación antes del Evangelio (Aleluya para todos los tiempos, excepto para Cuaresma)
5- Tercera lectura (Siempre del Evangelio)
Para los días feriales (durante la semana), para las fiestas y memorias, sólo se leen dos lecturas,
además del Salmo y de la aclamación. El orden de las lecturas es el siguiente:
1- primera lectura (tanto del antiguo como del nuevo Testamento par todos los tiempos,
excepto en Pascua, que siempre será del nuevo Testamento).
2- Salmo
3- Aclamación antes del Evangelio (Aleluya para todos los tiempos, excepto para Cuaresma)
4- segunda lectura (Siempre del Evangelio)
Las solemnidades, las fiestas –incluso algunas memorias- tienen lecturas propias, pero siempre
respetando el orden y el número de lecturas señalado.
El triduo Pascual, en cuanto a la liturgia de la Palabra, mantiene el esquema de lecturas de los
domingos, excepto la vigilia pascual que, por naturaleza propia, tiene un ordenamiento especial y
único, con 9 lecturas (o por lo menos 5), además de 8 Salmos (o por lo menos 4), en una dinámica
propia para presentar el panorama general de la historia de la Salvación, en sus pasajes más
representativos, desde la creación hasta la culminación en Jesucristo. En esta vigilia pascual sólo las
dos últimas lecturas corresponden al nuevo testamento, precisamente por la dinámica ya
mencionada. Cabe señalar que el ordenamiento de las lecturas de esta celebración es invariable en
cada año.
Selección de las lecturas.
No está permitido cambiar las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios, por
textos no bíblicos, por edificantes que éstos parezcan.20
La posibilidad de seleccionar otros textos bíblicos, distintos a los que establece la ordenación del
leccionario, está muy limitada para los domingos y para los llamados “tiempos fuertes”, pero queda
abierta para las ferias del tiempo ordinario y las celebraciones del santoral.
Durante los domingos, ordinariamente se ha de respetar el orden ya establecido, pero en algunas
solemnidades del Señor, que se celebran en domingo o que coinciden en domingo se llegan a cambiar
las lecturas del ciclo corriente. Las solemnidades del Señor (por ejem. Cristo Rey, Navidad, etc.) ya
tienen igualmente seleccionadas y establecidas sus lecturas.
En el caso de las solemnidades del santoral, su celebración en domingo se efectúa atendiendo al bien
pastoral de la comunidad. Sólo en estas circunstancias se puede modificar la estructura de la misa
dominical y sólo cuando no es posible –o conveniente- mover la celebración a otro día. En la
solemnidad del patrono de la comunidad, se pueden elegir lecturas propias.
Durante los tiempos de adviento, cuaresma y pascua, en las misas que se celebren a lo largo de la
semana, es preferible no cambiar el orden establecido de las lecturas, sobre todo cuando se trata de
lecturas continuadas, pero si se ve la necesidad de proclamar otros textos, se recomienda que se lea
20 Cfr. IGMR 57
Curso básico de liturgia 2007-2008
10
al día siguiente tanto el texto omitido como el correspondiente a ese día, proclamándolo como una
misma lectura, de tal modo que no se interrumpa la lectura continuada.
Durante el triduo pascual nunca se podrán cambiar las lecturas de la misa.
Durante las semanas del tiempo ordinario, se pueden cambiar los textos bíblicos por otros que se
consideren convenientes.21
El lugar de la proclamación.
El lugar propio y ordinario de la Liturgia de la Palabra es el ambón, especialmente las lecturas, que
deben ser leídas siempre desde ese lugar.22
El Libro.
Los libros litúrgicos y, por tanto, adecuados y propios para realizar la lectura bíblica en toda
celebración litúrgica son el Leccionario, el Evangeliario y los rituales legítimamente aprobados. En el
caso concreto de la Misa, siempre deben tomarse las lecturas del leccionario pues, además de ofrecer
una presentación más decorosa y digna, ofrecen un formato que favorece a la adecuada
proclamación. Es, por tanto, indebido utilizar la hojita dominical, el misalito, o el propio mensual, para
esta acción sagrada.
Ante la aparente dificultad que presenta el uso del leccionario, la solución es clara: aprender a
utilizarlo debidamente.
El ministro.
En toda acción litúrgica con presencia de fieles, debe dejarse la proclamación de la Palabra a algún
(os) miembros de la asamblea, excepto el Evangelio que siempre será proclamado por un ministro
ordenado. Cuando está presente un diácono, a él le corresponde la proclamación del Evangelio.23 Es
necesaria la preparación de las lecturas para que realmente se convierta el momento en una
proclamación (publicación solemne y alabanza común24), donde Dios habla a su pueblo.
Vademécum del buen lector
1. Leer en silencio dos veces, antes de empezar la Misa: una para entenderla; otra para fijarse
en las palabras que pueden resultar difíciles de pronunciar en público.
2. Antes de subir al ambón, hacer una reverencia al Altar.
3. Comenzar hasta que todos estén en silencio.
4. Leer del leccionario, no de la hojita o del misalito, que es mejor dejar en la banca.
5. Colocar el micrófono a la altura de la boca y a una distancia aproximada de 15cm.
6. Las Palabras escritas en color rojo no hay que pronunciarlas, ni decir “Primera o segunda
lectura”. Comenzar directamente con Lectura de…
7. Después de leer el título (Lectura de…), hacer una breve pausa.
8. Leer tranquilamente, respetar los signos de puntuación y pronunciar bien para que se
entienda.
9. al acabar la lectura, hacer una breve pausa y decir Palabra de Dios. Esperar desde el ambón
la respuesta del pueblo: ¡Te Alabamos, Señor!
10. Hacer nuevamente una reverencia al altar y retirarse tranquilamente a su lugar.
El Salmo.
El salmo cumple la tarea litúrgica de responder a la Palabra de Dios con la misma Palabra.25
El ministro o salmista es el cantor o coro u otro miembro de la asamblea.
El salmo se proclama desde el ambón o desde otro sitio oportuno.26
21 Cfr. IGMR 352-362
22 Cfr. Idem 58
23 Cfr. Idem 59; 196-198; 175-176; 129-135
24 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española
25 Cfr. IGMR 61
26 Cfr. Ibid
Curso básico de liturgia 2007-2008
11
La naturaleza del salmo pide que se entone, por lo menos la respuesta al mismo. Pero, cuando el
salmista no posee la virtud mínima del canto, se puede recitar, teniendo en cuenta su estructura
poética, por lo que en lugar de leerse debe declamarse de manera adecuada para que pueda
favorecer a la meditación de la Palabra de Dios.
El coro puede emplear distintas versiones musicalizadas del salmo, siempre y cuando no se traicione
su contenido.
Hay tres formas válidas de proclamar el salmo:
a) Responsorial: el salmista va proclamando las estrofas del salmo, intercalándose con una
respuesta de toda la asamblea.
b) El salmista proclama todo el salmo sin intervención del pueblo.
c) Todos proclaman, al unísono, todo el salmo.
Vademécum del buen Salmista
1. Leer en silencio dos veces, antes de empezar la Misa: una para entenderlo; otra para fijarse
en las palabras que pueden resultar difíciles de pronunciar en público. Y practicar la
entonación.
2. Antes de subir al ambón, hacer una reverencia al Altar (cuando se proclama desde ese lugar).
3. Comenzar hasta que todos estén en silencio.
4. Leer del leccionario, no de la hojita o del misalito, que es mejor dejar en la banca.
5. Colocar el micrófono a la altura de la boca y a una distancia aproximada de 15cm.
6. Las Palabras escritas en color rojo no hay que pronunciarlas, ni decir “Salmo Responsorial”.
Comenzar directamente con antífona o con el salmo mismo.
7. La estructura del salmo responsorial es la siguiente:
a. El salmista canta la antífona.
b. Todos repiten la antífona.
c. El salmista lee o canta la primera estrofa.
d. Todos repiten la antífona
e. El salmista lee o cata la segunda estrofa, etc.
8. Pronunciar claramente y con tranquilidad para que se entienda.
9. Al acabar la última estrofa, cantar con toda la asamblea por última vez la antífona.
10. Hacer nuevamente una reverencia al altar y retirarse tranquilamente a su lugar.
Aclamación antes del Evangelio.
Por medio de esta aclamación (voces de la multitud en honor y aplauso de alguien27), los fieles
reciben al Señor Jesús, que está por hablar en el Evangelio, lo saluda y confiesa su fe con el canto.
Es cantado por todos los presentes. Lo comienza el coro o cantor y, si es el caso, se repite. En cambio
el verso viene cantado por el coro o cantor. El Aleluya se canta en todos los tiempos, fuera de la
cuaresma. Los versos se toman del Leccionario… En el tiempo de cuaresma, en lugar del Aleluya, se
canta el verso antes del Evangelio que aparece en el leccionario” 28 [¡Honor y gloria a ti Señor Jesús!].
Esta aclamación, si no se canta, puede omitirse29
Secuencia.
Es un texto no bíblico que se presenta en algunas solemnidades. Fuera de los días de Pascua y
Pentecostés, es opcional y se canta o recita antes del aleluya.30
Evangelio.
Es el momento de la liturgia de la Palabra en que el mismo Cristo habla al pueblo reunido, por boca
27 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española
28 IGMR 62
29 Cfr. Idem 63, c)
30 Cfr. Idem 64
Curso básico de liturgia 2007-2008
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de un ministro sagrado.
En la celebración de la Misa, la proclamación del Evangelio siempre le corresponde a un ministro
sagrado (diácono, presbítero u obispo), teniendo preferencia el diácono, cuando está presente,31
quien pide siempre la bendición al presidente de la celebración diciendo: Padre, dame tu bendición.
Se pide la bendición antes de la proclamación del evangelio sólo cuando el que preside es de orden
jerárquico mayor al que proclama (el diácono la pide ante el presbítero u obispo, el presbítero sólo
ante un obispo, el obispo nunca); cuando es así, el que preside da la bendición diciendo en voz baja:
"El Señor esté en tu corazón y en tus labios para que anuncies dignamente su Evangelio. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", a lo que el otro ministro responde Amén.
Cuando proclama el Evangelio el mismo sacerdote que preside -en ausencia de otros ministros
ordenados-, éste se inclina ligeramente hacia el altar y dice en secreto Purifica mi corazón y mis
labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.
Cuando comienza el momento de la proclamación del Evangelio, si el que preside es Obispo, se quita
la mitra -que se había puesto desde que concluyó la oración colecta- y toma el báculo, si lo lleva.
Toda la asamblea, puesta de pie desde la aclamación antes del Evangelio -o desde la secuencia,
según el caso-, escucha atenta y devotamente la proclamación evangélica. Cabe señalar que sólo el
Obispo permanece sentado mientras se canta la aclamación.32
El que proclama el Evangelio, toma el evangeliario del altar y se dirige al ambón. Con las manos
juntas saluda al pueblo de la manera litúrgica. Al decir las palabras lectura del santo Evangelio...signa
el libro y luego se signa a sí mismo, en la frente, en la boca y en el pecho, lo cual hacen todos los
demás.33
Terminado el Evangelio se puede llevar a que el que preside (cuando es de mayor rango de orden)
bese el libro, o bien el que proclamó besa el libro de los evangelios diciendo en secreto: Por las
palabras del Evangelio sean borrados nuestros pecados.
Cabe mencionar que cuando el que proclama anuncia la lectura del evangelio, el resto de la asamblea
dice Gloria a ti, Señor. En cambió cuando, al terminar, dice palabra del Señor, la asamblea dice
Gloria a ti, Señor Jesús, ya que después de escuchar ha reconocido que su Señor no es un
desconocido, sino Jesús, el Hijo de Dios. Pueden utilizarse también otras tres fórmulas para contestar
en la conclusión de la lectura evangélica:
 Tu palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad.
 Tu palabra, Señor es lámpara que alumbra nuestros pasos.
 Tu palabra, Señor, permanece por los siglos.
Cualquiera de las cuatro formulas conclusivas son correctas y envuelven el mismo sentido, pero es
necesario que sea dicha al unísono, por lo que se deben buscar estrategias para homogeneizar la
respuesta entre toda la asamblea.
31 cfr IGMR 175 cfr CE 140
32 cfr CE 140
33 cfr CE 141
Cuando las rúbricas de la liturgia señalan que ciertas expresiones
que el ministro pronuncia se dicen en secreto, de ninguna manera
es por una concepción mágica, oculta, etc., sino porque tienen la
finalidad de dirigir la fe del ministro que ejecuta una determinada
acción, de modo que sea él el primer creyente de lo que está
aconteciendo. Podemos decir que estas palabras en secreto son
de carácter pedagógico hacia el ministro que las emite.
Curso básico de liturgia 2007-2008
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El momento de la proclamación del Evangelio constituye un momento particularmente solemne, por
lo que se utilizan dos ciriales que acompañan el momento de esta proclamación, así como el incienso.
Homilía.
La homilía "se recomienda encarecidamente como parte de la misma liturgia"34 y por ello se exige en
domingos y días festivos, y en todos los demás días, especialmente en los tiempos señalados, se
recomienda intensamente35. En la homilía, el diácono o el sacerdote "actualizan" el mensaje de la
palabra escuchada. El ministro que pronuncia la homilía hace las veces de Cristo maestro que explica
las escrituras.
La homilía es pronunciada ordinariamente por el que preside la celebración, pero puede delegar a
otro sacerdote o también a un diácono, pero nunca a un laico, seminarista, religiosa, etc.36, salvo en
la Misa con Niños, que cuenta con señalamientos propios.
Resulta importante, pues, que la homilía sea convenientemente preparada y siempre en referencia a
la palabra de Dios proclamada.
Profesión de fe.
El credo tiene como finalidad que la comunidad asienta a la palabra de Dios como la ha oído en las
lecturas y en la homilía37, para que responda a la palabra misma y la evoque en las verdades
esenciales de la fe antes de que comience el banquete.
La formulación en primera persona (Yo Creo) implica una referencia personal y directa, a la vez que
señala el nosotros litúrgico (yo, junto con toda la Iglesia, creo...).38
La profesión de fe no contiene todo lo que creemos, pero sí aquello que no podemos dejar de creer.
Se trata de un momento solemne, por lo que es lamentable que se convierta en una mera fórmula
mecanizada. Se puede cantar o recitar por todos los presentes en la celebración todos los domingos
y solemnidades39. En la actualidad resulta apremiante el que se cante, por lo menos en las fechas
más solemnes para expresar mejor su sentido y no convertir este momento en una rutina dominical.
Finalmente, en el credo, a las palabras y por obra del Espíritu Santo se encarno de María, la Virgen,
y se hizo hombre, toda la asamblea ha de hacer una reverencia profunda ante la mención de tan
sublime misterio. Esta reverencia se cambia por un momento de silencio, arrodillados, los días 25 de
marzo y 25 de diciembre, en que la Iglesia celebra especialmente el misterio de la encarnación del
Verbo.
34 SC 52
35 cfr IGMR 66b
36 cfr RS 64-66 (RedemptionisSacramentum, Instrucción sobre algunos abusos en la liturgia, Congregación
para el culto divino, 25-III-2004)
37 IGMR 67
38 cfr Op. Cit. KUNZLER, pp. 337
39 cfr IGMR 67
Cuando se concluye cualquiera de las lecturas, debe concluirse con la
expresión palabra de Dios o palabra del Señor, para el caso del
Evangelio, y nunca añadir el pronombre demostrativo ésta (ésta es
palabra de...).
Al concluir cada lectura, jamás se debe levantar el libro, pues ante
los ojos de la asamblea se corre el riesgo de mostrar que el libro es
la palabra, y no que la palabra es la proclamación misma -como es
en realidad- y que el libro sólo constituyó un medio para que
podamos tener acceso a esa palabra de Dios que es dinámica, viva
y eficaz.
Curso básico de liturgia 2007-2008
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Oración universal (de los fieles)
En este momento el pueblo de Dios reunido ejerce su sacerdocio real, adquirido en el bautismo, e
intercede ante Dios por todos, no sólo por los cristianos, sino por todo el mundo. Por lo regular, el
orden de estas oraciones es el siguiente:
 Por las necesidades de la Iglesia.
 Por los que gobiernan las naciones y por la salvación del mundo entero.
 Por lo que padecen cualquier dificultad.
 Por la comunidad local.
Sin embargo, el orden y género de las intenciones pueden acomodarse a las necesidades de la
comunidad que celebra.
Al sacerdote ministerial (ordenado) le corresponde únicamente abrir y concluir esta oración. Son
algunos fieles a quienes corresponde elevar las súplicas, aunque también las puede pronunciar el
diácono, en nombre de todos los fieles.
Todos los presentes se adhieren a la súplica hecha con alguna frase, pero hay que evitar que esta
frase se convierta en mera repetición carente de contenido, o bien con un momento de silencio.40
Aunque el lugar propio de esta parte de la liturgia de la palabra es el ambón, para fomentar la
participación se llegan a pronunciar desde el lugar en que cada fiel se encuentra en el templo y de
forma espontánea. Hay, sin embargo, necesidad de buscar formas para una mejor organización, de
modo que no se atropellen las intenciones y que todos se enteren de la intención por la que están
orando.
40 cfr Idem 69-71
La hojita dominical y los misalitos.
Estos subsidios pueden ser de gran ayuda si se les da el uso adecuado,
por ejemplo: para preparar la lectura desde antes de comenzar la Misa;
para que los fieles se la lleven a sus hogares y sigan reflexionado la
celebración; para la participación en la oración de los fieles; para
personas con deficiencias auditivas o cuando el sonido del templo es
deficiente, etc. Pero es claro que estos subsidios han llegado a constituir,
en muchas ocasiones, una piedra de tropiezo para la conveniente
celebración litúrgica cuando se dan circunstancias como por ejemplo:
quien no escucha la palabra, por estar leyendo su hojita, aunque sea el
mismo texto que el lector está proclamando desde el ambón; cuando
muchos quieren decir las partes reservadas al sacerdote ordenado por
las razones ya explicadas; cuando se utilizan en lugar de los libros
legítimos, etc.
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III. LITURGIA EUCARÍSTICA
(IGMR, 72) “En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace
continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a
Cristo el Señor, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo
hicieran en memoria suya.41
Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió, lo dio a sus discípulos, y dijo:
“Tomad, comed, bebed: esto es mi cuerpo: éste es el cáliz de mi sangre. Haced esto en
conmemoración mía”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia eucarística
según estas mismas partes, con las palabras y acciones de Cristo. Ya que:
1) En la preparación de las ofrendas se presentan en el altar el pan y el vino con agua; es decir, los
mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.
2) En la plegaria Eucarística se da gracias a Dios por toda la obra de la salvación, y las ofrendas se
convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
3) Por la fracción del mismo pan se manifiesta la unidad de los fieles, y por la comunión ellos reciben
el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos del mismo
Cristo.”
Preparación de los dones (ofertorio)
Existe una notable diferencia entre los términos ofrendas y dones. El primero hace referencia a cosas
que me pertenecen y que yo entrego; el segundo término está referido a la misma persona, pues
aquello que se entrega forma parte de mí mismo. Es por ello que la nueva edición del Misal romano
ha optado por señalar este momento como preparación de los dones.
En este momento, en que se inaugura la liturgia eucarística, el pueblo lleva al altar las especies para
el sacrificio eucarístico: pan y vino, que entran en el mismo movimiento sacrificial eucarístico de
Cristo en dirección al Padre, que enlaza a la Iglesia consigo mismo como su cuerpo místico.42
Además de las especies que se han de consagrar, el pueblo puede llevar, en la procesión de los
dones, todo aquello que sirva para el sostenimiento de la Iglesia y para ayuda de los pobres43, pero
41 Cf. Conc. Vat. II, Const. sobre la Sagrada Liturgia, SacrosanctumConcilium,n. 47; S. Congr. de Ritos,
Instrucción Eucharisticummysterium, del 25 de mayo de 1967, n. 3, a, b: A.A.S. 59 (1967) pp. 540-541.
42 KUNSLER, op. cit. p. 344.
43 Cfr. IGMR 73
Sacrificio.
La palabra proviene de la expresión latina: sacrum facere (hacer
sagrado). Implica un acto por medio del cual se pretende una unión
con Dios, o transformar una persona, cosa, lugar o momento común
y corriente en algo sagrado, donde se manifieste Dios. En este
sentido comprendemos que la Eucaristía es el sacrificio por
excelencia, pues es la presencia de Dios en su máxima expresión.
La palabra, en su sentido original, nada tiene que ver sólo con dolor
y sufrimiento, como muchas veces se llega a manejar en la
actualidad.
El sacrificio puede conllevar una privación, dolor o sufrimiento, pero
siempre y cuando tenga como finalidad la comunión divina, de lo
contrario puede derivar en el desequilibrio psicológico del
masoquismo.
Curso básico de liturgia 2007-2008
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siempre con la actitud de una entrega personal, simbolizada en las cosas que se llevan. Parte de
estas ofrendas es la aportación monetaria.
A partir del siglo XIX, lamentablemente la aportación monetaria paso a un primer plano, con lo cual
el símbolo perdió su sentido y pasó a verse como un pago de impuesto o tributo al sacerdote,
llamándosele incluso limosna, con un sentido un tanto peyorativo.
¿Qué llevar en la procesión de los dones?
 Siempre, Pan y Vino (el vino pudiera ir ya servido en el cáliz que se ha de utilizar)
 Artículos para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de
la Iglesia.
 Dinero para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de la
Iglesia.
 Artículos simbólicos (flores, un nuevo cáliz, objetos para uso del templo, etc. [todo aquello
que nos ayude a expresar el sentido de la oblación personal y comunitaria]).
¿Qué no se lleva en la procesión de los dones?
 El agua que se verterá en el cáliz. Esto obedece a la coherencia con las palabras que el
sacerdote dirá cuando presente los dones a Dios: bendito seas por este… fruto del trabajo
del hombre... El agua, es un elemento natural, que no requirió del trabajo del hombre para
existir.
 Regalos personales a ningún miembro de la asamblea, incluido el sacerdote. No es desfile de
regalos.
 Todo aquello que pueda pervertir el momento en una pasarela de objetos o que pudiera dar
lugar a señalar las diferencias socioeconómicas de los fieles.
El pan para la celebración de la Eucaristía debe ser exclusivamente de trigo, confeccionado
recientemente y, según la antigua tradición de la Iglesia latina, ázimo.
Conviene que el pan eucarístico aunque sea ázimo y elaborado de la forma tradicional [no está
excluido], se haga de tal forma que el sacerdote pueda partirlo y distribuirlo al pueblo.
El vino para la celebración eucarística debe ser “del fruto de la vid” (cf. Lc 22,18), es decir, vino
natural y genuino, no mezclado consustancias extrañas.
Póngase sumo cuidado en que el pan y el vino destinados a la Eucaristía se conserven en perfecto
estado: es decir, que el vino no se avinagre y que el pan no se corrompa ni se endurezca.44
Tanto la procesión de los dones como la preparación del altar son acompañados por un canto
adecuado, según las normas del canto.
Para la preparación del altar, el diácono, o un acólito debidamente instituido o el mismo presidente,
extiende un pañuelo blanco, denominado “corporal” sobre del cual se depositarán los vasos sagrados
44 IGMR 320-323
Hostia.
Este término designa al animal de sacrificio del Antiguo
Testamento*, es por ello que al pan que iba a ser consagrado
se le fue dando ese nombre. En este sentido el vino es también
hostia.
La forma del pan para la Eucaristía ha ido variando. La forma de
oblea blanca, como la tiene en la actualidad la Iglesia latina, se
dio para ponerse en la custodia y pudiera ser fácilmente visible
por los adoradores. Por su practicidad, se fue adoptando cada
vez más, pero indudablemente llevó a perder su relación con un
pan verdadero.
*Cfr. KUNZLER, op. cit. p. 345
Curso básico de liturgia 2007-2008
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que contienen tanto el pan, como el vino. Al vino, el ministro le agrega un poco de agua y el sacerdote
que preside presenta los dones a Dios.
Si no hay canto de ofertorio, el sacerdote eleva el pan y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por
este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que te presentamos. Él será para nosotros pan
de vida. El pueblo responde: Benditos seas por siempre, Señor. Después eleva el cáliz con vino y
agua y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que te presentamos. Él será para nosotros bebida de salvación. El pueblo responde: Benditos seas
por siempre, Señor. Si hay canto, esto lo dice el sacerdote en voz baja.
La presentación debe hacerse por separado
Es apremiante cuidar el decoro de la mesa del Sacrificio, teniendo sobre ella únicamente los vasos
sagrados con los paños que se utilizan y, después de la incensación, también el misal romano. Es un
abuso y refleja falta de conciencia el colocar toda clase de objetos sobre el altar, al grado que se
llega a convertir en repisa, perdiendo su simbolismo sagrado.
Después de preparar el altar, el sacerdote que preside inciensa los dones, el altar y la imagen de
Cristo crucificado. Antes del concilio Vaticano II se hacían una serie de movimientos (tres círculos y
una cruz) sobre las especies. La reforma litúrgica actualmente señala que solamente se hacen tres
movimientos dobles ante las ofrendas, igual que frente a la Imagen de Cristo.45
Después de la incensación de los dones, el altar y la imagen, el sacerdote es incensado por el diácono
o por otro ministro preparado, con tres movimientos dobles. De igual manera son incensados los
sacerdotes concelebrantes, y después el pueblo. Inclusive, la liturgia establece que en aquellos
lugares donde el jefe de estado está presente como tal (no es el caso de México), él es incensado
por separado.
45 Cfr. CE 92
Vino con agua.*
Es una tradición griega el añadir agua al vino, para
suavizar su sabor.
Pero ya desde San Cipriano (siglo III), la Iglesia latina
dio simbolismo a esta mezcla como la unión entre Cristo
y su Pueblo. La Iglesia oriental también hace esta mezcla,
pero con un simbolismo diferente: la unión de las dos
naturalezas de Cristo.
*Cfr. KUNZLER, op. cit. p. 346
La Forma de incensar.
De acuerdo a la reforma litúrgica del Vaticano II, solo se establecen tres tipos
de movimiento de incensación:
 Con tres movimientos dobles se inciensa: el Santísimo Sacramento,
las reliquias de la santa Cruz, y las imágenes del Señor expuestas
solemnemente, también las ofrendas,la cruz del altar, el libro de los
Evangelios, el cirio pascual,el obispo o el presbítero celebrante,la
autoridad civil que por oficio está presente en la sagrada
celebración, el coro y el pueblo, así como el cuerpo del difunto.
 Con dos movimientos doblesse inciensan las reliquiase imágenes de
los Santos, expuestos para la pública veneración.
 El altar se inciensa con movimientos sencillos,* en rededor.
* CE 92-93
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Después de la incensación, el sacerdote se inclina hacia el altar y dice en secreto: acepta, Señor,
nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea
agradable a tu presencia, Señor, Dios nuestro. Luego hace un signo de purificación personal: lavatorio
de manos, mientras dice en secreto: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Una vez que la mesa está puesta, toda la asamblea está se dispone al banquete.
El sacerdote que preside invita a todos a orar para que Dios acepte con agrado el sacrificio que es
ofrecido por él y por todo el pueblo. Cabe señalar el uso del imperativo: orad, pues no se trata de
una simple invitación a la que atiende quien quiere, sino de una orden ante la obligación de toda la
Iglesia de orar, quizá por ello se sigue utilizando la fórmula castiza y no la coloquial (oren). Hay tres
fórmulas posibles para invitar al pueblo a orar:
1- Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro (de ustedes), sea agradable a Dios,
Padre todopoderoso.
2- En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
3- Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y fatigas de cada día, nos dispongamos
a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Y el pueblo efectivamente eleva una plegaria: El Señor reciba de tus manos…
La Cruz se inciensa cuando se pasa frente a ella, o cuando
se pasa cerca. Las imágenes de los santos y reliquias sólo se
inciensan al inicio de la celebración, no así en el ofertorio.
El Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas. Los
sacerdotes concelebrantes se inciensan todos a la vez con
tres movimientos dobles, y por separado Obispos y
presbíteros concelebrantes. Cuando está presente el
diácono, a él le corresponde acompañar al que preside, en la
incensación, así como incensarlo a él, a los concelebrantes
y al pueblo*. Cualquier otro tipo de incensación se
considera en desuso.
Esta manera de incensar es de acuerdo con lo señalado por
el Concilio Vaticano II (SC 7a), para manifestar,
simbólicamente, la presencia de Cristo en la acción
litúrgica.
*cfr. CE 93-96
Las diferentes opciones.
A lo largo de toda la celebración encontramos muchos momentos en que
la liturgia contempla opciones de palabras y signos (p. ej. Hay 13
plegarias eucarísticas). Esto es para fomentar una dinámica en las
distintas celebraciones, sin que por ello se traicione el sentido auténtico
de cada momento. Lamentablemente la rutina y la “comodidad” de
algunos ministros ha provocado hastío en la Misa, pues además de
volverla terriblemente verbalista, la convierten en dramáticamente
repetitiva y rutinaria.
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Luego el sacerdote, con las manos extendidas y junto al altar, hace la oración sobre las ofrendas,
que es otra oración exclusiva del que preside la Misa. A esta oración, el pueblo se adhiere con la
afirmación AMÉN.
Parte central de la liturgia Eucarística es la Plegaria Eucarística, que constituye una amplia gama de
signos y palabras en torno al Milagro Eucarístico, la Presencia real de Cristo.
Toda plegaria Eucarística comienza con el prefacio, que viene a ser un verdadero cántico de alabanza,
siempre dirigido al Padre, a través del Hijo, por quien el Padre en el Espíritu Santo obra la salvación
del mundo.
El prefacio no debe ser malinterpretado sólo como un prólogo. Se debe entender como proclamación,
oración pronunciada en voz alta, ante su destinatario.
El prefacio comienza con un diálogo entre el sacerdote y el pueblo, por medio del cual se entra en la
dinámica de la alabanza perfecta a Dios. El prefacio es cantado o recitado sólo por el sacerdote que
preside, posteriormente se le une toda la asamblea para cantar, inspirada en Is 6,3, Santo, Santo,
Santo…. Esta aclamación ya era utilizada en la liturgia judía en el s. II a. C. 46
Hay trece plegarias eucarísticas aprobadas para la celebración de la misa, aunque cada una tiene
una normativa particular y no se trata de meras opciones. No se pueden utilizar otras plegarias no
aprobadas, ni es lícito modificar nada a las ya establecidas.
Las cuatro primeras plegarias fueron integradas al Misal Romano, por el Papa Pablo VI, en 1970.47
 Plegaria I (canon Romano). Data del siglo VII y llegó a ser la única forma de celebrar la
Misa, antes del concilio Vaticano II. Es la plegaria eucarística más extensa y la que más
elementos y gestos solemnes contiene. Se le llama canon romano porque en ella se
mencionan a los primeros mártires de la Iglesia Romana. Se utiliza en domingos, así como
en las principales solemnidades del Señor y de la Virgen María; también es recomendable
utilizarla en la conmemoración de los santos apóstoles y demás santos mencionados en el
mismo canon. En este canon no hay lugar para mencionar a otros santos, distintos a los que
allí se enuncian, y cualquiera que se mencione queda desubicado en la estructura misma de
esa plegaria Eucarística.
 Plegaria II (Brevis). Es la más antigua de todas las plegarias actuales (siglo III). Es la más
breve de todas y se utiliza en los días feriales, sobre todo del tiempo ordinario, cuando no
hay otra celebración específica; también se recomienda su uso en las conmemoraciones de
difuntos, por su especial mención teológica del sentido cristiano de la muerte. Esta plegaria
tiene un prefacio propio que puede ser sustituido por cualquier otro.
 Plegaria III. Es una plegaria del siglo XX. Contiene una estructura similar al canon romano.
Se utiliza, alternadamente con la plegaria I, en los domingos, así como en la celebración de
los santos, pues da lugar a la mención del santo patrono o del día.
46 Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-356
47 Cfr. Idem. pp. 363-365
Santo.
La razón por la cual se dice tres veces la palabra “Santo”, no
obedece a un mero modismo, sino a la tradición hebraica para
formar el superlativo. Santo, Santo, Santo, es la forma
hebraica para decir lo que en español diríamos “santísimo”,
o el más Santo.
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 Plegaria IV. Data del siglo IV. Es una plegaria que se basa en las anáforas de las iglesias
orientales. Esta plegaria hace un recuento de toda la historia de la salvación, desde la
creación hasta Cristo, mostrando toda la economía de la salvación. Su uso se recomienda
ante una comunidad más o menos instruida en temas bíblicos y teológicos, para que se
aprecie toda su riqueza, así como al finalizar un retiro, encuentro de catequesis, etc. Esta
plegaria tiene un prefacio propio que no puede ser reemplazado.
Los otros cánones o plegarias son las cuatro llamadas del sínodo suizo, dos de reconciliación y tres
de niños.48
 Sínodo suizo (Va; Vb; Vc; Vd). Fueron aprobadas en 1974 y están elaboradas en torno a
un tema específico cada una. Tienen un fuerte sentido pascual, por lo muchas veces pueden
ser utilizadas en este tiempo; también se utilizan cuando las lecturas y oraciones de la Misa
del día aborde uno de los temas de estas plegarias. Estas plegarias tienen prefacio propio
que no puede ser reemplazado.
o Va. “Dios guía a su Iglesia”.
o Vb. “Jesús, nuestro camino”.
o Vc. “Jesús, modelo de caridad”.
o Vd. “La Iglesia en camino hacia la unidad”.
 Plegarias de reconciliación (I-II). Fueron elaboradas en el año 1975, por encargo del
papa Pablo VI. Su uso se recomienda cuando las comunidades celebran el misterio de la
reconciliación, es muy recomendable para los días penitenciales como la Cuaresma y los días
viernes.
 Plegarias para Misas con niños. (I-II-III). Fueron compuestas a solicitud de las
conferencias episcopales y promulgadas por el papa Pablo VI. Han sido compuestas para facilitar
la comprensión y la participación de los niños en la Eucaristía. Están elaboradas en un lenguaje
simple y sencillo, aunque con una mentalidad europea. En su estructura se multiplican las
aclamaciones con las que los participantes infantiles explican su fe y su incorporación a la
celebración. Se sugiere utilizar los gestos corporales y símbolos para facilitar su participación en
la celebración y resulte más agradable y festiva para los niños. El uso de esta tres plegarias está
restringido a las Misas expresamente dirigidas a los niños y con niños. Existe un directorio
especial sobre estas Misas con niños, en el cual se enumeran lineamientos claros y rúbricas que
no pueden pasarse por alto. Debe evitarse que la Misa con niños sea tan diferentes –so pretexto
del bien pseudo pastoral-, de tal modo que pierda su nexo con la celebración de adultos, pues
las Misas con niños están orientadas a que el infante vaya saboreando el misterio para después
integrarse al resto de la comunidad eclesial.
La estructura de las plegarias eucarísticas.
Aunque algunos elementos pueden variar en su orden, las trece plegarias eucarísticas contienen los
siguientes elementos49:
1- Prefacio. El Sacerdote que preside extiende los brazos.
2- Santo. Toda la asambles –también el sacerdote- canta con las manos en actitud de
oración.
3- Post Santo. Es una exclamación reverente y maravillada hacia Dios (p. ej. en la
plegaria II: Santo eres en Verdad, Señor, fuente de toda santidad). El Sacerdote eleva
las manos.
4- Epíclesis de consagración. (Epíclesis = invocar sobre) en ella la Iglesia invoca la
fuerza del Espíritu Santo, para que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo (p. ej. en la plegaria I: Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda,
haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y
48 Cfr. op. cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 58-59
49 Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-362
Curso básico de liturgia 2007-2008
21
Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor). El que preside y todos los
concelebrantes hacen el gesto de imposición de las manos, permaneciendo de pie, en
virtud de su función sacerdotal, pero el resto de la asamblea se arrodilla reverente ante
el misterio.
5- Narración de la Institución. Junto con la epíclesis, forma parte de la consagración.
Son las mismas palabras del Señor Jesús en la última cena (Tomad y comed… bebed…
este es mi Cuerpo…). Cristo mismo pronuncia esas palabras, no es un mero recuerdo
de algo que él dijo hace mucho, sino que en ese momento él, Cristo las está
pronunciando. El sacerdote que preside muestra el Cuerpo y la Sangre a toda la
asamblea, para que ésta lo mire y pueda reconocer en las especies a su Señor presente.
6- Anámnesis. Es la afirmación del sacerdote y toda la comunidad acerca del
acontecimiento presente hoy. No se trata de un recuerdo de un hecho pasado, sino que
es la comunidad la que rompe las barreras del tiempo y del espacio y se sitúa en el
cenáculo de Jerusalén, a la vez que en la cruz. Se hace presente el único sacrificio de
Jesucristo. Durante este momento la asamblea se pone de pie, en signo de resurrección.
Hay tres fórmulas de anámnesis:
a) Éste es el sacramento (misterio) de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección,
¡Ven Señor Jesús!.
b) Aclamad el misterio de la redención.
R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
c) Cristo se entregó por nosotros.
R. Por tu cruz y tu resurrección nos has salvado, Señor.
7. Oración de ofrecimiento de la víctima. En este momento todos los sacerdotes
presentes, juntos, ofrecen a Dios el sacrificio hecho, aunque sólo el que preside
extiende las manos (p. ej. en la plegaria III: …te ofrecemos, en esta acción de
gracias, el sacrificio vivo y santo…).
8. Espíclesis de la comunión. Es la invocación del descenso del Espíritu Santo sobre la
comunidad reunida. Algunos teólogos prefieren llamar a este momento paráclesis (=
invocar a favor de) (p. ej. en la plegaria IV: … concede a cuantos compartimos este
pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo en el Espíritu Santo, seamos
en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria).
9. Intercesiones. Son la consecuencia de los que entramos en comunión con el cuerpo
místico de Cristo. Todos los presentes interceden por la Iglesia, por todos los
hombres y por los difuntos. Aunque se hagan menciones particulares, la oración es
por todos.
10. Doxología. En ella se expresa la glorificación de Dios (Por Cristo, con él y en él…) y
se concluye y confirma con la aclamación del pueblo (Amén). Esta doxología la dice
el sacerdote que preside y los sacerdotes concelebrantes, mientras el que preside,
ayudado por el diácono, eleva las especies eucarísticas.50 El pueblo únicamente
interviene con la aclamación Amén.
Participación de la asamblea en la plegaria Eucarística.51
La plegaria eucarística no es un rezo que deba recitar la Asamblea. Es un Memorial que evoca el
presidente en donde la asamblea debe participar en silencio y reverentemente. La plegaria es propia
del sacerdote, ni siquiera al diácono le es permitido recitarla, por ser un ministro auxiliar. Es
principalmente el presidente de la asamblea quien debe proclamarla, asumiendo la persona de Cristo
sacerdote y mediador, aunque cuando hay otros sacerdotes concelebrantes ellos tienen momentos
de participación directa.
50 Cfr. IGMR 180
51 Cfr. CERVANTES / SÁNCHEZ, op. cit. pp. 59-60
Curso básico de liturgia 2007-2008
22
Además del silencio reverente, la asamblea de creyentes participa durante la plegaria eucarística en
algunas formas concretas:
- Con las aclamaciones: el Santo, el amén y la respuesta de la anamnesia,
después de la consagración.
- El silencio sagrado. No se trata de un momento de pasividad, sino verdadera
oración.
- Unirse interiormente a cada palabra expresada por el sacerdote.
- Las posturas corporales. Deben ser real expresión de la fe. Estar de pie o
arrodillados durante la consagración.
La uniformidad en las posturas corporales.
En la acción litúrgica es necesario que todos los fieles adopten las posturas
corporales de cada momento, de un modo unificado y unánime. No se trata
de uniformar a la asamblea para que se vean bien, sino que es expresión de
comunión, pues no es un acto individual sino de toda la Iglesia con Dios.
p. ej. Tan errado está quien no se arrodilla en la consagración, como quien
permanece arrodillado más allá del momento conveniente.
Sobra decir que las personas que, por enfermedad, edad o comprensible
situación, no pueden adoptar ciertas posturas, están legítimamente
dispensadas.
Curso básico de liturgia 2007-2008
23
IV. RITO DE COMUNIÓN
Ya que la celebración eucarística en un convite pascual, conviene que, según el mandato del Señor,
su cuerpo y su sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento
espiritual.52
Oración del Señor.
Este rito de la comunión está configurado por tres ritos preparatorios a la comunión.
La oración del Señor o Padrenuestro es uno de los más grandes tesoros que la Iglesia tiene desde
sus orígenes mismos. A causa de la petición expresa del pan, desde los primeros siglos se incluyó en
la celebración eucarística. San Cipriano (siglo III) y san Ambrosio (siglo IV) ya habían incluido el
padrenuestro en el rito de la Misa.53
El nombre de “Padrenuestro” es relativamente reciente, pues desde sus orígenes se le ha conocido
como la oración del Señor (Dominica Oratio) y, justamente, recibe el nombre de Oración dominical,
por tener al mismo Señor Jesús por autor.
La liturgia coloca esta oración (que es el modelo de toda oración cristiana) justo antes de acercarse
a la recepción del Sacramento, pues no se trata sólo de recitar la oración, sino de asumirla como una
actitud de vida, que se verificará en la comunión de toda la asamblea.
El padrenuestro se puede recitar o cantar, desde la misma invitación que el sacerdote pronuncia54,
pero nunca será justificable cambio alguno en el texto, ni presentarlo con adornos corales tan
complicados que a la asamblea le sería imposible participar. La Oración del Señor debe ser recitada
o cantada por todos los miembros de la asamblea en voz alta, evitando todo tipo de rutina al momento
de pronunciarla.
En cuanto a la postura corporal, toda la asamblea permanece de pie, y el sacerdote que preside
extiende las manos y las eleva en signo de quien reúne la oración de todos los presentes y las
presenta al Padre como una sola. Hay que evitar que el resto de la asamblea imite la postura del que
preside (esto incluye a los sacerdotes concelebrantes), debiendo los demás adoptar otras posturas,
como el tomarse de las manos, con las palmas de las manos hacia arriba (pero sin elevarlas), o la
más recomendable, que es las manos juntas.
Embolismo.
Inmediatamente en seguida del Padrenuestro, el sacerdote continúa él solo con un embolismo
(Líbranos de todos los males y concédenos la paz...) que acentúa el tema de la libertad del mal para
vivir en paz y hacer la paz, lo cual ya prepara al siguiente rito. El momento de la oración del Señor y
52 IGMR, 80
53 cfr. KUNZLER, op. cit. P. 371
54 cfr. IGMR, 81
Manos con las palmas hacia arriba.
Son manos que piden, que reconocen su propia pobreza, que esperan.
Contrarias al puño violento de las manos cerradas, egoístas.
Manos unidas.
Son manos quietas, que no están ocupadas y distraídas en nada más que
en orar a su Señor.
* cfr. ALDAZABAL, op. cit. p. 127
Curso básico de liturgia 2007-2008
24
el embolismo es coronado por todo los fieles con una doxología (tuyo es el reino, tuyo el poder y la
gloria, por siempre, Señor).
Rito de paz.
Es un rito sobrio por medio del cual la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para la
familia humana. No se trata de la paz de los muertos, donde no pasa nada, sino de la paz de los
vivos que se construye en la concordia.
El rito ha de efectuarse después del saludo del presidente y una vez que el diácono o el mismo
celebrante los invite a compartirse este gesto.
Hay que hacer notar que éste no es el momento para las felicitaciones. También es importante
señalar que, para guardar el orden, el saludo de paz se ha de hacer ordinariamente con todos y sólo
con los más cercanos y según las costumbres del lugar.
Agnus Dei.
Es una aclamación a Cristo que la asamblea dirige al momento de la fracción del pan, teniendo como
referencia la actitud de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) que reconocieron a Jesús al partir el
pan y lo adoraron como su Señor.
La acción de partir el pan es más que un rito, se trata de un signo de quien parte para compartir, es
decir, para entrar en comunión con todos y el primero en asumir esta actitud es el mismo Jesucristo,
que en la persona del sacerdote o del diácono diariamente realizan este gesto sencillo, pero
grandilocuente. Por lo mencionado, se entiende que la fracción del pan le corresponde bien sea al
sacerdote que preside o bien al diácono que está asistiendo.
Mientras se realiza la fracción del Pan Eucarístico, el pueblo, viendo lo que sucede en el altar, exclama
con fe viva el Cordero de Dios… que puede ser cantado o simplemente recitado.
Al igual que el resto de las partes invariables de la Misa, el canto del cordero no debe alterar el texto
litúrgico ni darle un sentido penitencial que no tiene, pues se trata de una aclamación similar al Kyrie.
La aclamación cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros se repite
cuantas veces sean necesarias para acompañar el momento de la fracción del pan, pero la última vez
que se diga se concluye con las palabras: danos la paz.
Presentación de las Especies.
El sacerdote que preside muestra las especies Eucarísticas. Si se presentan al pueblo es para que
éste las vea; para que viendo lo reconozca y reconociéndolo lo adore. Y sin dejar de dirigirse a las
Especies –Cristo mismo- con la vista, repite la exclamación del centurión del Evangelio: Señor, yo no
soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme (Lc 7, 6-7).
Comunión.
Después de la preparación (ritos iniciales), del diálogo (liturgia de la palabra) y de la celebración
misma (liturgia eucarística), llega la hora del banquete. Cristo mismo se entrega como alimento.
El primero en recibir Cuerpo y la sangre de Cristo es el mismo sacerdote que presidió, seguido de los
demás sacerdotes, quienes toman por propia mano el Sacramento. El diácono recibe la comunión, lo
mismo que aquellos ministros laicos que ayudarán a distribuir la Comunión.
Salvo que esté impedido por circunstancias especiales, el sacerdote que preside debe dar la comunión
por lo menos a una parte de los fieles, asumiendo su papel de padre de familia que alimenta a sus
hijos.
Ojos
La vista es el primer medio de contacto con el mundo para la mayoría
de las personas.
Mirar indica atención, contraria a la indiferencia de unos ojos
volteando a otro lugar. Por medio de la vista también hay
comunicación.
Curso básico de liturgia 2007-2008
25
Los ministros extraordinarios de la Comunión ayudan a distribuir la misma sólo cuando no hay
suficientes ministros ordinarios (Clero) para que se distribuya de manera que no se extienda el
momento demasiado. Incluso, en caso de no haber ministros ordenados suficientes y ante la carencia
de ministros laicos instituidos, el sacerdote que preside puede instituir a algunos fieles ad actum (por
ese momento). Todos los ministros que distribuyen el Cuerpo y la Sangre de Cristo han de mostrar
la Ostia Consagrada al fiel que comulga diciendo: El Cuerpo de Cristo.
Es necesario señalar que aunque se distribuya la comunión bajo una sola especie, es todo el Cuerpo
y toda la Sangre de Cristo la que se entrega a los fieles.
La comunión bajo las dos especies se reserva para ciertas fechas especialmente solemnes y siguen
dos criterios: primero, evitar la tentación de suponer que en el pan está sólo el Cuerpo y que en el
cáliz está sólo la Sangre, lo cual es herejía. Segundo, por razones prácticas, pues la comunión bajo
las dos especies alarga el momento de la comunión y en una celebración con gran asistencia de fieles
resultaría poco provechoso que se alargara tanto, además que la especie de vino requiere un manejo
más delicado.
En cuanto al fiel que comulga, debe hacer una reverencia ante el Sacramento antes de comulgarlo.
Al momento en que se le presenta el pan consagrado, el fiel ratifica con un claro Amén, teniendo en
cuenta su profundo sentido, y después retirarse tranquilamente a su lugar.
Todo aquel que comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo debe tener en cuenta siempre las palabras de
Santo Tomás de Aquino:
A los malos les da muerte,
a los buenos les da vida.
¡Qué efecto tan diferente
tiene la misma comida!
Por lo que no se deben olvidar las disposiciones de la Iglesia para poder acceder a la comunión
Sacramental, pero tampoco debe caerse en la apatía de quien se sabe pecador pero no está dispuesto
a convertirse. La recepción de Cristo en la comunión ha de ser un estimulo para que todo cristiano
busque siempre seguir fielmente a su Señor en cada momento de su vida.
Desde que el sacerdote comulga y hasta que lo hace el último de los fieles, de ordinario ha de tenerse
un canto que acompañe la comunión o bien se recita la antífona propuesta en el misal. Se trata de
un canto que exprese la unión de Cristo con el fiel que comulga, o bien que mencione explícitamente
la Eucaristía, incluso pueden ser versiones instrumentales de cantos religiosos que creen un ambiente
propicio para la contemplación del Misterio.
Silencio sagrado.
La liturgia contempla que se tengan por lo menos unos instantes de silencio donde el fiel pueda
elevar su acción de gracias a Dios por el Sacramento recibido, esto incluye al coro.
Oración post communio.
Una vez que todos tuvieron oportunidad de, en silencio elevar su acción de gracias personal, el
sacerdote que preside colecta todas esas plegarias agradecidas y las eleva en una sola que pronuncia
él solo con las manos extendidas.
Avisos
No hay un lugar propio para los avisos, pero después de la oración post comunión es el lugar que
menos perjudica la dinámica de la celebración. No debe abusarse de los avisos convirtiéndolos en
una segunda “homilía”, sino que han de ser breves y sólo cuando sean necesarios. Los avisos los
puede decir el sacerdote desde su lugar o bien algún fiel desde un lugar adecuado, pero nunca desde
el ambón.
Curso básico de liturgia 2007-2008
26
RITOS FINALES
Esta última parte de la celebración es realmente breve. Lo configuran sólo dos elementos: bendición
y despedida.
Bendición.
Hay tres modos ordinarios en que un sacerdote presbítero puede impartir la bendición a los fieles.
La primera es la forma simple, que incluye el saludo litúrgico (el Señor esté con ustedes) y
propiamente la bendición de Dios Trino, que va acompañada por el gesto del trazo de la cruz con la
mano. La segunda forma es cuando la bendición va acompañada con una oración sobre el pueblo,
que es una sola intención con las manos impuestas sobre los fieles y seguida de la bendición .
Finalmente para las celebraciones solemnes, hay una tercera fórmula que está elaborada de tres o
cuatro intenciones sobre los fieles, con las manos impuestas sobre los fieles y seguidas de la
bendición.
Cuando el que preside es un Obispo, hay una ligera variante en el gesto de la bendición, pues éste
traza tres veces la cruz con la mano mientras bendice. El Obispo, además de las fórmulas que el
presbítero ocupa, puede también utilizar la siguiente: + La paz sea con ustedes, R. Y con tu espíritu.
+ Bendito sea el nombre del Señor, R. Ahora y por siempre. + Nuestro auxilio está en el nombre del
Señor, R. Que hizo el cielo y la tierra. Seguida de la bendición.
Después de la bendición, el diácono o, en ausencia de éste, el mismo sacerdote que preside, despide
al pueblo, invitándolos a retirarse en paz, a lo que el pueblo aclama: demos gracias a Dios. No se
trata solo de una fórmula de cortesía, sino de una misión la misión de irse a construir la paz, la misión
de vivir lo que se celebro.
Puede ayudar la formula que se utiliza en el rito maronita, cuando el sacerdote se retira, al besar el
altar dice en voz baja: te dejo en paz ¡oh santo altar! Espero volver a ti en paz. aunque no tengamos
esta fórmula, si es ésta la actitud que debe asumir todo el que celebra la Misa.
Una vez concluida la Misa, todos los ministros ordenados veneran el altar y se retiran a la sacristía.
Cabe señalar que el canto de salida ya no forma parte de la Misa, pero ha de tenerse prudencia en
qué se canta, siendo recomendable que sea un canto que motive al cristiano a vivir lo celebrado y
nunca cantos no sacros. Este canto de salida puede suprimirse sin ninguna dificultad.

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Curso basico de_liturgia

  • 1. Curso básico de liturgia 2007-2008 1 ¿Que es la liturgia? Liturgia (leitourgi,a) es un término que, al pie de la letra se traduce como obra pública. La palabra surge en un ámbito más pagano que sagrado. Desde antes de la era cristiana ya se utilizaba la palabra para referirse a una acción religiosa que afectaba o tenía que ver con toda la comunidad, es decir, que era pública.1 En la vida de la Iglesia, la palabra liturgia designa "el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre, y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, en el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" .2 Teniendo en cuenta lo anterior, podemos ver a la liturgia verdaderamente como el arte de la celebración. Los actos del culto3 1 Cfr. KUNZLER MICHAEL, La liturgia de la Iglesia,edit. EDICEP, Valencia, 1999, p. 47 (= amateca, X) 2 SC 7 (Sacrosanctum Concillium, constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II) 3 CERVANTES CONTRERAS J. DEL CARMEN / SÁNCHEZ GIL BLANCA, Curso básico de liturgia, edit. Buena Prensa, México, 2003. p. 15 Rosario, Vía crucis, Hora Santa, etc Peregrinaciones, procesión del silencio, etc Devociones Populares (Folklore) Litúrgico (Público) No litúrgico (Privado) Sacramentos Liturgia de la Horas Sacramentales Culto
  • 2. Curso básico de liturgia 2007-2008 2 Los actos de culto público son un patrimonio que Cristo ha dado a su Iglesia. Por tanto, nadie puede celebrarlos arbitrariamente. Corresponde a la legítima autoridad de la Iglesia señalar las formas de la celebración, para que responda a un verdadero culto de toda la Iglesia en comunión, así como las formas particulares que respondan a situaciones específicas. De lo anterior se desprende la necesidad de guardar las rúbricas o instrucciones de cada celebración litúrgica. Sin embargo, siempre hay que tener cuidado de descubrir y vivir cada signo y símbolo de la celebración, de lo contrario se puede caer en un rubricismo recalcitrante que pueda aniquilar nuestro espíritu frente al Misterio. ╬ Laxismo Liturgia Rubricismo Equilibrio vs extremos Razones teológicas de la liturgia a) dimensión trinitaria El Padre nos da a su Hijo hecho hombre; Cristo actúa en nosotros para unirnos vitalmente al Él, somos hijos en el Hijo; el Padre nos acoge para amarnos con el mismo amor que tiene por su Hijo y para que nosotros lo amemos como el Hijo. Todo este amor se lleva a cabo por obra del Espíritu Santo. b) dimensión eclesial La acción litúrgica es esencialmente comunitaria y eclesial. Comunitaria en cuanto expresa siempre un "nosotros", pues Dios nos elige y salva como pueblo.4 Es eclesial porque siempre es celebración de todo el Cuerpo de Cristo, no pueden existir celebraciones individuales, pues aunque uno solo esté, toda la Iglesia está con él, no sólo la Iglesia terrena, sino también la celestial, los Santos y todos los que ya gozan de la vida eterna.5 c) dimensión antropológica Dios ha tomado la iniciativa al revelarse, al hacer un descenso (catábasis) y el hombre, por eso, puede aspirar a un ascenso (anábasis) hacia Dios. Por el descenso de Dios se da la santificación, el ascenso a Dios es el culto.6 "La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, es la fuente de donde mana toda su fuerza."7 La liturgia y su expresión En la liturgia no se conjuntan una serie de elementos mágicos, sino que hace presente una realidad trascendente (la realidad de Dios) a través de signos y símbolos, tomados de la realidad humana, desde la tradición bíblica y a través de la experiencia que la Iglesia ha ido teniendo a lo largo de 4 Cfr. LG 9 (Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II) 5 Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 16-18 6 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, pp. 31-36 7 SC 10 El laxismo refleja ignorancia o indiferencia El rubricismo deriva en fanatismo y fundamentalismo
  • 3. Curso básico de liturgia 2007-2008 3 dos milenios. Resulta muy necesario, pues, la comprensión de estos signos y símbolos, de manera que realmente signifiquen y “hablen” de la realidad que se nos hace presente pero que, de no ser por medio de ellos, no podríamos percibirla. LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA "En la celebración de la Misa se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu Santo." 8 En la celebración de la Eucaristía o Misa, la Iglesia encuentra un lugar privilegiado dentro de la acción litúrgica. Cada uno de los Sacramentos tiene en la Eucaristía un punto de encuentro. Aunque la celebración de la Misa no tiene "partes" o secciones, sino que es un todo celebrativo, para su comprensión se suele dividir en dos partes principales: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística, acompañadas por otros ritos. A grandes rasgos notamos 5 momentos en la celebración:  Ritos Iniciales  Liturgia de la Palabra  Liturgia Eucarística  Rito de Comunión  Ritos finales Tratemos de ver cada momento. Todo comienza en el secretarium o sacristía. Los ministros se revisten, cada quien con sus correspondientes vestiduras litúrgicas. Los Sacerdotes: alba, cíngulo, estola y casulla. El Obispo además lleva solideo, mitra, báculo y cruz pectoral. Los diáconos: alba, cíngulo, estola diaconal y dalmática. Los demás ministros llevan vestiduras debidamente instituidas. En caso de que algún ministro (acólito, lector, etc.) porte sotana o hábito, se revestirá con sobrepelliz (cota). I RITOS INICIALES Para la procesión de entrada a la puerta del templo o en un lugar conveniente se ordenan de la siguiente manera:9  El turiferario con el incensario (turíbulo) humeante.  Un acólito que lleva la cruz con la imagen del crucifijo puesta en la parte anterior; va entre siete o por lo menos dos acólitos, que llevan ciriales con velas encendidas.  El clero de dos en dos.  El diácono que lleva el evangeliario.  Los otros diáconos, si los hay, de dos en dos.  Los presbíteros concelebrantes de dos en dos.  El obispo, que va solo, lleva la mitra y el báculo pastoral en la mano izquierda, mientras bendice con la derecha.  Un poco detrás del obispo, dos diáconos asistentes.  Por último los ministros del libro de la mitra y del báculo. Teniendo en cuenta esta estructura básica, la procesión se adecua según las circunstancias. La procesión de entrada no es un "desfile", sino que es un signo que muestra la realidad de la Iglesia 8 IGMR 16 (Institución General del Misal Romano, tercera edición típica) 9 CE 128 (Ceremonial de los Obispos)
  • 4. Curso básico de liturgia 2007-2008 4 que peregrina hacia su Señor. Mientras avanza la procesión, el coro entona el canto de entrada, según la normatividad del canto. Si la procesión pasa delante de la capilla del Santísimo Sacramento, no se detiene ni se hace genuflexión. Cuando no hay quien entone el canto de entrada o procesional, alguno de los fieles, o un lector, recitará la antífona de entrada, que aparece en el Misal, desde un lugar oportuno (no desde el ambón), incluso desde su lugar entre los demás miembros de la asamblea, según sea la oportunidad. En su defecto, el sacerdote mismo puede recitar dicha antífona. La cruz y ciriales se colocan en un lugar conveniente. El evangeliario se coloca sobre el altar. Todos al entrar al presbiterio hacen profunda reverencia. Los diáconos, presbíteros y el obispo, además, besan el altar. El obispo deja la mitra y báculo e inciensa el altar en rededor, la imagen de Cristo crucificado con tres movimientos dobles y la imagen del santo patrono o del día con dos movimientos dobles. “Llevar incienso en la procesión de entrada e incensar el altar que va a ser centro de la celebración eucarística, así como la cruz, indica el respeto al lugar, a la cruz y al altar, significando también el tono festivo y sagrado de la acción que empieza”.10 1.1 Invocación y saludo. El que preside ocupa su lugar en la sede, donde preside los ritos iniciales, que siempre comienzan con la invocación trinitaria, a la que la asamblea responde con Amén. 10 ALDAZABALJOSE, Gestos y símbolos, edit. CPL, Barcelona, 2003 (=Dossiers cpl, 40), p. 215 El incienso La liturgia da importancia a todos los sentidos, por lo que la celebración además del canto (auditivo), de la ornamentación (visual), se abre con un elemento olfativo: el buen olor de Cristo. Se trata de resinas olorosas que se queman en un hornillo y desprenden un humo blanco y perfumado. Hay varios signos presentes: el fuego que quema, el incienso que se consume, el humo que sube e inunda el ambiente y el perfume que despide. El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la vez que da un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo. Expresa el respeto y reverencia hacia la persona o símbolo que es incensado. Indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios (Cfr. Sal 140,2; Ap 8,3). * Cfr. ALDAZABAL JOSE, Gestos y símbolos, edit. CPL, Barcelona, 2003 (=Dossiers cpl, 40), pp. 213-219 Amén El verbo hebreo amán (nama) tiene un significado profundo (estar apoyado sobre una roca firme, con la certeza plena de que no se moverá), que rebasa a cualquier posible traducción a otras lenguas, por lo que no debe traducirse, sino pronunciarlo con la certeza propia de esta palabra que, en sentido estricto, sólo puede dirigirse hacia Dios, por ser el único en quien se puede depositar la confianza de una manera tan radical.
  • 5. Curso básico de liturgia 2007-2008 5 Luego, saluda al pueblo con una fórmula de saludo litúrgico. No se trata de un saludo personal, sino de Cristo. La formula “El Señor esté con ustedes” (Dóminus vobiscum) es una cita de Rt 2,4, y su correspondiente respuesta “Y con tu espíritu” (et cum spirituo tuo) es conservada de la tradición hebrea, para decir lo que en español sería simplemente “Y también contigo”.11 El uso del subjuntivo en el saludo y no un indicativo (el Señor está con ustedes) puede desconcertar, pero más que un deseo, se expresa una afirmación y, podríamos decir que es una profesión de fe, al afirmar una realidad: Cristo está presente en la asamblea y en el sacerdote. El que preside puede utilizar otras fórmulas que aparecen en el misal, incluso elaborar propias, pero conservando el sentido mencionado. El pueblo, además de la fórmula Y con tu espíritu, puede utilizar:  Bendito seas por siempre, Señor.  Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Las tres fórmulas de respuesta del pueblo mantienen el sentido de confesar que en el sacerdote está presente el Señor. Cualquiera de las tres fórmulas señaladas pueden utilizarse, pero hay que diseñar algún medio para que la asamblea se unifique en la respuesta. Después del saludo se puede hacer una breve introducción a la celebración del día. 1.2 Acto penitencial. Prosigue el acto penitencial, que concluye sólo el que preside con las palabras Dios Todopoderoso... En el acto penitencial hay que observar que existen cuatro formas:  Confesión general (Yo confieso...)  Dialogada (+Señor, ten misericordia de nosotros, R: porque hemos pecado contra ti. + Muéstranos, Señor, tu misericordia. R: y danos tu salvación)  Responsorial (Tu que ... Señor, ten piedad...)  Aspersión con agua bendita Cuando se hace aspersión con el agua o se utiliza la tercera fórmula del acto penitencial, no se dice el "Señor, ten piedad", de igual forma si lo dictan las rúbricas del día. En estos casos se pasa al himno de "Gloria", cuando así lo señalen las rúbricas del día. En la asamblea eucarística los fieles juntos se reconocen ante Dios como pecadores (que se han desviado, de algún modo, del camino que conduce hacia el Padre), pero que desean retomar la senda que dirige hacia él. En las tres primeras fórmulas de acto penitencial el pueblo pide el perdón de sus pecados veniales, apelando a la misericordia divina (Nota: este acto no sustituye la confesión sacramental, para el caso de los pecados mortales) y de hecho lo obtiene, por las palabras de absolución que el sacerdote (y sólo él) pronuncia: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros… En el caso de la aspersión con agua bendita, se trata de un sacramental que nos recuerda nuestro bautismo y su acción renovadora, por lo que también tiene efectos absolutorios para los pecados veniales. 1.3 Señor Ten piedad La invocación Kyrie eleison, ya se conoce en la antigüedad precristiana como invocación de homenaje con el que se honraba a la divinidad, aunque también al soberano que hacía su entrada a la ciudad. El kyrios (Ku,rioj) griego se refiere al Adonai (iiiiyanoda) con que se parafraseaba el impronunciable nombre de Dios: YHWH (hwhy), que no se refiere tanto a un Señor, en sentido de dominio, sino a 11 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, pp. 317-318
  • 6. Curso básico de liturgia 2007-2008 6 un señor cercano a su pueblo, (Adonai = mi Señor).12 El “Señor ten piedad” es una invocación a Cristo, que se reconoce como Señor. Se canta o se recita, según las circunstancias, teniendo en cuenta lo que se dijo en referencia con el acto penitencial. Es necesario rescatar que no se debe añadir nada a esta invocación, mucho menos darle sentido penitencial, ya que este sentido correspondió al momento anterior de la celebración. Se aprecia mejor el sentido invocativo en el griego, de donde surge originalmente. kyrie eleeison (Ku,rie eleei,son) Criste eleeison (Cri,ste eleei,son) Se utiliza un vocativo para exclamar ¡Señor! ¡Cristo!, y va acompañada esta exclamación por el verbo griego elee,w, que más que pedir piedad, en el sentido de implorar desesperadamente un perdón - como en español da la idea-, indica la capacidad de compadecerse. Es pues, una invocación a Cristo, en quien reconocemos que está nuestra única esperanza, al ver nuestra pequeñez, frente a la grandeza de Dios. 1.4 Himno de Gloria Es antiquísimo himno (s. IV) donde la comunidad de creyentes alaba al Dios Uno y Trino.13 Surge en torno a la fiesta de Navidad, de ahí que las palabras iniciales del gloria se han tomado del canto de alabanza de los ángeles en el campo de Belén (Lc 2,14). Poco a poco se fue extendiendo su uso a otras fiestas y a los domingos por ser un himno con el que la Iglesia, reunida en el Espíritu Santo, alaba al Padre y suplica al Hijo.14 Por su naturaleza misma debe ser cantado, sin embargo puede recitarse. En todo caso debe respetarse el texto litúrgico. Se canta o recita en los domingos, excepto en adviento o cuaresma por ser tiempos que requieren cierta austeridad, y éste es un himno eminentemente festivo. También se canta o recita en toda la octava de Pascua (toda la semana siguiente al domingo de resurrección); así como en las fiestas y solemnidades, inclusive si éstas se celebran en cuaresma o adviento. 1.5 Oración colecta La oración colecta concluye la parte de apertura de la misa. En ella el sacerdote que preside “recoge sintetiza y reúne los sentimientos que en silencio ha rezado la asamblea.”15 Ésta es la primera de las oraciones presidenciales, “que el sacerdote, en el que el mismo Cristo preside a la comunidad, dirige a Dios en nombre de todo el pueblo santo y de todos los presentes…”16 El sacerdote exhorta a la oración en silencio: oremos. La estructura de la oración colecta es la siguiente: 1 invocación a Dios (p. ej. ¡Oh, Dios!) 2 predicación en forma de relativo (p. ej. …que en tu bondad…) 3 mención de la petición (p. ej. …Concédenos…) 4 fórmula trinitaria (p. ej. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios y vive y rena en la unidad del Espíritu Santo…) La conclusión trinitaria de la oración colecta resume toda una cuestión teológica de gran profundidad: Cristo es sumo sacerdote que intercede por nosotros (Hbr 7,25), pero no se trata de una intercesión jerárquica (como si fuese inferior de la persona ante el que intercede –su Padre-), lo que es una herejía (llamada arrianismo); sino que se señala claramente que es una intercesión ante el Padre, 12 Idem pp. 319-320 13 Cfr. Op. Cit. KUNZLER, p. 320 14 Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, p. 31 15 ibidem 16 Op. Cit. KUNZLER,p. 321
  • 7. Curso básico de liturgia 2007-2008 7 por la acción del Espíritu Santo, con quienes vive y reina, en la misma dimensión divina. Hay que enfatizar en el carácter presidencial de esta oración, por lo que solamente es pronunciada (recitada o entonada) por el sacerdote que preside la celebración y no por toda la asamblea; lo cual se simboliza por la postura del sacerdote: eleva las manos. Hasta aquí terminan los llamados ritos iniciales, hasta este punto toda la asamblea permaneció de pie. Orientaciones prácticas. Es importante ayudar a la asamblea (y a nosotros mismos) a vivir la celebración eucarística desde los primeros elementos, por lo que una monición que introduzca a la celebración del día, pero de manera que sea breve, clara y concisa, para que el pueblo la capte de una manera fácil, teniendo en cuenta la diversidad de público presente. Puede ayudar, también, unas pequeñas cápsulas litúrgicas, previas a la celebración. La finalidad que perseguirían estas cápsulas es dar a conocer los aspectos más importantes de los signos con que la liturgia busca hacer presente la realidad sacramental. Hay que tener cuidado, sin embargo, de no saturar de información al pueblo de Dios, pues ellos primordialmente han venido a un acto cultual y no a una clase. Hay, pues, que presentarlo como un elemento breve y claro, destacando sólo aquello que ayude expresamente a la celebración. También hay que considerar la necesidad de insistir, pues después de un tiempo es posible que el “dato” se haya olvidado o haya otro público, distinto al que se le comento la primera ocasión. La forma de dirigirnos a los demás cuenta demasiado, por lo que un tono amigable puede ayudar más que uno impositivo. Respecto a estos Ritos Iniciales, es conveniente una comunicación con el sacerdote celebrante y una coordinación entre los encargados de la animación litúrgica, siempre admitiendo a otros miembros de la comunidad y dando instrucciones para que el rito se cumpla, aunque no de manera mecánica. Para efectos de la respuesta al saludo y las formas del acto penitencial, hay que diseñar algún medio para que todos se enteren de la dinámica a según, según las variantes litúrgicas. Manos elevadas Significan -y simbolizan- una actitud de ofrecimiento y de invocación a Dios. Son manos que toman, en un sentido horizontal, la plegaria de sus hermanos y la dirige, en un sentido vertical, hacia Dios. Es una postura corporal eminentemente sacerdotal. *Cfr. Op. Cit. ALDAZABAL, p. 128-129 Estar de pie Es una postura característica del hombre, frente a la mayoría de los animales (homo erectus), símbolo de su dignidad como rey de la creación. Estar de pie, encierra, también, una serie de signos: respeto, disponibilidad, libertad, postura propia de los vivos (resucitados). * Cfr. Op. Cit. ALDAZABAL, p. 113
  • 8. Curso básico de liturgia 2007-2008 8 II. LITURGIA DE LA PALABRA “La palabra de Dios, propuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder del Espíritu Santo, y manifiesta el amor activo del Padre, que nunca deja de tener eficacia para con los hombres.”17 “Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan, constituyen la parte principal de la liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra divina la hace suya el pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a ella con la profesión de fe; y una vez nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo.”18 1. Las lecturas. 1.1 Los ciclos de lecturas. El Concilio Vaticano II pidió que se abrieran los tesoros bíblicos de modo que en un determinado número de años fueran leídas al pueblo de Dios las partes más importantes de la Sagrada Escritura.19 Así se hizo, y se ordenaron en tres ciclos festivos o dominicales, denominados A, B, C. El ciclo festivo comienza con el primer domingo de adviento y termina con la fiesta de Cristo, Rey del Universo, de tal modo que un mismo ciclo acompaña a todo el año litúrgico. Por ejemplo, en adviento de 2006 comenzó el ciclo festivo o dominical C, y continúa hasta la mayor parte del año civil 2007; al comenzar el adviento del año 2007, el ciclo festivo cambiará al “A”, y así sucesivamente. En cuanto a la lectura dominical del Evangelio, el ciclo A, está mayormente acompañado por el Evangelio según san Mateo; el ciclo B, por el evangelio de San Marcos; y el ciclo C, por el Evangelio de san Lucas. No debe extrañar que este orden se altere en algunas ocasiones. El Evangelio de san Juan queda para ciertas solemnidades y algunos domingos. Las lecturas que se proclaman a lo largo de la semana están ordenadas de modo diferente: en dos ciclos denominados años pares y años pares, según el año civil en curso y esto solamente para el tiempo ordinario, pues los demás tiempos litúrgicos tienen una ordenación de lecturas que cada año es la misma. Por ejemplo, para el tiempo ordinario del año civil 2007 corresponden las lecturas de los denominados años impares. Las lecturas, en el orden establecido, han sido consignadas en libros llamados leccionarios, en tres tomos y el Evangeliario. a) Tomo I: Tiempo de Adviento, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua y semanas I-IX del tiempo ordinario. También están incluidas, a modo de apéndice, las lecturas propias para las principales fiestas y solemnidades que se celebren durante estos tiempos. b) Tomo II: semanas X-XXIV del tiempo ordinario. También están incluidas, a modo de apéndice, las lecturas propias para las principales fiestas y solemnidades que se celebren durante estos tiempos. c) Tomo III: contiene lecturas para celebraciones peculiares, tales como misas rituales, celebraciones de los santos, etc. d) Evangeliario: contiene las lecturas evangélicas de todos los domingos del año, así como de las principales solemnidades. 17 OLM (Ordenación de las lecturas de la Misa) 4 18 IGMR 55 19 Cfr SC 51
  • 9. Curso básico de liturgia 2007-2008 9 1.2 El número de lecturas: Los domingos y solemnidades se caracterizan, entre otras cosas, por la proclamación de tres lecturas, además del Salmo y la aclamación. El orden de lecturas es el siguiente: 1- primera lectura del antiguo Testamento (excepto en Pascua, que es del libro de los Hechos de los Apóstoles, siempre). 2- Salmo 3- Segunda lectura, siempre del nuevo Testamento. 4- Aclamación antes del Evangelio (Aleluya para todos los tiempos, excepto para Cuaresma) 5- Tercera lectura (Siempre del Evangelio) Para los días feriales (durante la semana), para las fiestas y memorias, sólo se leen dos lecturas, además del Salmo y de la aclamación. El orden de las lecturas es el siguiente: 1- primera lectura (tanto del antiguo como del nuevo Testamento par todos los tiempos, excepto en Pascua, que siempre será del nuevo Testamento). 2- Salmo 3- Aclamación antes del Evangelio (Aleluya para todos los tiempos, excepto para Cuaresma) 4- segunda lectura (Siempre del Evangelio) Las solemnidades, las fiestas –incluso algunas memorias- tienen lecturas propias, pero siempre respetando el orden y el número de lecturas señalado. El triduo Pascual, en cuanto a la liturgia de la Palabra, mantiene el esquema de lecturas de los domingos, excepto la vigilia pascual que, por naturaleza propia, tiene un ordenamiento especial y único, con 9 lecturas (o por lo menos 5), además de 8 Salmos (o por lo menos 4), en una dinámica propia para presentar el panorama general de la historia de la Salvación, en sus pasajes más representativos, desde la creación hasta la culminación en Jesucristo. En esta vigilia pascual sólo las dos últimas lecturas corresponden al nuevo testamento, precisamente por la dinámica ya mencionada. Cabe señalar que el ordenamiento de las lecturas de esta celebración es invariable en cada año. Selección de las lecturas. No está permitido cambiar las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios, por textos no bíblicos, por edificantes que éstos parezcan.20 La posibilidad de seleccionar otros textos bíblicos, distintos a los que establece la ordenación del leccionario, está muy limitada para los domingos y para los llamados “tiempos fuertes”, pero queda abierta para las ferias del tiempo ordinario y las celebraciones del santoral. Durante los domingos, ordinariamente se ha de respetar el orden ya establecido, pero en algunas solemnidades del Señor, que se celebran en domingo o que coinciden en domingo se llegan a cambiar las lecturas del ciclo corriente. Las solemnidades del Señor (por ejem. Cristo Rey, Navidad, etc.) ya tienen igualmente seleccionadas y establecidas sus lecturas. En el caso de las solemnidades del santoral, su celebración en domingo se efectúa atendiendo al bien pastoral de la comunidad. Sólo en estas circunstancias se puede modificar la estructura de la misa dominical y sólo cuando no es posible –o conveniente- mover la celebración a otro día. En la solemnidad del patrono de la comunidad, se pueden elegir lecturas propias. Durante los tiempos de adviento, cuaresma y pascua, en las misas que se celebren a lo largo de la semana, es preferible no cambiar el orden establecido de las lecturas, sobre todo cuando se trata de lecturas continuadas, pero si se ve la necesidad de proclamar otros textos, se recomienda que se lea 20 Cfr. IGMR 57
  • 10. Curso básico de liturgia 2007-2008 10 al día siguiente tanto el texto omitido como el correspondiente a ese día, proclamándolo como una misma lectura, de tal modo que no se interrumpa la lectura continuada. Durante el triduo pascual nunca se podrán cambiar las lecturas de la misa. Durante las semanas del tiempo ordinario, se pueden cambiar los textos bíblicos por otros que se consideren convenientes.21 El lugar de la proclamación. El lugar propio y ordinario de la Liturgia de la Palabra es el ambón, especialmente las lecturas, que deben ser leídas siempre desde ese lugar.22 El Libro. Los libros litúrgicos y, por tanto, adecuados y propios para realizar la lectura bíblica en toda celebración litúrgica son el Leccionario, el Evangeliario y los rituales legítimamente aprobados. En el caso concreto de la Misa, siempre deben tomarse las lecturas del leccionario pues, además de ofrecer una presentación más decorosa y digna, ofrecen un formato que favorece a la adecuada proclamación. Es, por tanto, indebido utilizar la hojita dominical, el misalito, o el propio mensual, para esta acción sagrada. Ante la aparente dificultad que presenta el uso del leccionario, la solución es clara: aprender a utilizarlo debidamente. El ministro. En toda acción litúrgica con presencia de fieles, debe dejarse la proclamación de la Palabra a algún (os) miembros de la asamblea, excepto el Evangelio que siempre será proclamado por un ministro ordenado. Cuando está presente un diácono, a él le corresponde la proclamación del Evangelio.23 Es necesaria la preparación de las lecturas para que realmente se convierta el momento en una proclamación (publicación solemne y alabanza común24), donde Dios habla a su pueblo. Vademécum del buen lector 1. Leer en silencio dos veces, antes de empezar la Misa: una para entenderla; otra para fijarse en las palabras que pueden resultar difíciles de pronunciar en público. 2. Antes de subir al ambón, hacer una reverencia al Altar. 3. Comenzar hasta que todos estén en silencio. 4. Leer del leccionario, no de la hojita o del misalito, que es mejor dejar en la banca. 5. Colocar el micrófono a la altura de la boca y a una distancia aproximada de 15cm. 6. Las Palabras escritas en color rojo no hay que pronunciarlas, ni decir “Primera o segunda lectura”. Comenzar directamente con Lectura de… 7. Después de leer el título (Lectura de…), hacer una breve pausa. 8. Leer tranquilamente, respetar los signos de puntuación y pronunciar bien para que se entienda. 9. al acabar la lectura, hacer una breve pausa y decir Palabra de Dios. Esperar desde el ambón la respuesta del pueblo: ¡Te Alabamos, Señor! 10. Hacer nuevamente una reverencia al altar y retirarse tranquilamente a su lugar. El Salmo. El salmo cumple la tarea litúrgica de responder a la Palabra de Dios con la misma Palabra.25 El ministro o salmista es el cantor o coro u otro miembro de la asamblea. El salmo se proclama desde el ambón o desde otro sitio oportuno.26 21 Cfr. IGMR 352-362 22 Cfr. Idem 58 23 Cfr. Idem 59; 196-198; 175-176; 129-135 24 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española 25 Cfr. IGMR 61 26 Cfr. Ibid
  • 11. Curso básico de liturgia 2007-2008 11 La naturaleza del salmo pide que se entone, por lo menos la respuesta al mismo. Pero, cuando el salmista no posee la virtud mínima del canto, se puede recitar, teniendo en cuenta su estructura poética, por lo que en lugar de leerse debe declamarse de manera adecuada para que pueda favorecer a la meditación de la Palabra de Dios. El coro puede emplear distintas versiones musicalizadas del salmo, siempre y cuando no se traicione su contenido. Hay tres formas válidas de proclamar el salmo: a) Responsorial: el salmista va proclamando las estrofas del salmo, intercalándose con una respuesta de toda la asamblea. b) El salmista proclama todo el salmo sin intervención del pueblo. c) Todos proclaman, al unísono, todo el salmo. Vademécum del buen Salmista 1. Leer en silencio dos veces, antes de empezar la Misa: una para entenderlo; otra para fijarse en las palabras que pueden resultar difíciles de pronunciar en público. Y practicar la entonación. 2. Antes de subir al ambón, hacer una reverencia al Altar (cuando se proclama desde ese lugar). 3. Comenzar hasta que todos estén en silencio. 4. Leer del leccionario, no de la hojita o del misalito, que es mejor dejar en la banca. 5. Colocar el micrófono a la altura de la boca y a una distancia aproximada de 15cm. 6. Las Palabras escritas en color rojo no hay que pronunciarlas, ni decir “Salmo Responsorial”. Comenzar directamente con antífona o con el salmo mismo. 7. La estructura del salmo responsorial es la siguiente: a. El salmista canta la antífona. b. Todos repiten la antífona. c. El salmista lee o canta la primera estrofa. d. Todos repiten la antífona e. El salmista lee o cata la segunda estrofa, etc. 8. Pronunciar claramente y con tranquilidad para que se entienda. 9. Al acabar la última estrofa, cantar con toda la asamblea por última vez la antífona. 10. Hacer nuevamente una reverencia al altar y retirarse tranquilamente a su lugar. Aclamación antes del Evangelio. Por medio de esta aclamación (voces de la multitud en honor y aplauso de alguien27), los fieles reciben al Señor Jesús, que está por hablar en el Evangelio, lo saluda y confiesa su fe con el canto. Es cantado por todos los presentes. Lo comienza el coro o cantor y, si es el caso, se repite. En cambio el verso viene cantado por el coro o cantor. El Aleluya se canta en todos los tiempos, fuera de la cuaresma. Los versos se toman del Leccionario… En el tiempo de cuaresma, en lugar del Aleluya, se canta el verso antes del Evangelio que aparece en el leccionario” 28 [¡Honor y gloria a ti Señor Jesús!]. Esta aclamación, si no se canta, puede omitirse29 Secuencia. Es un texto no bíblico que se presenta en algunas solemnidades. Fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es opcional y se canta o recita antes del aleluya.30 Evangelio. Es el momento de la liturgia de la Palabra en que el mismo Cristo habla al pueblo reunido, por boca 27 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española 28 IGMR 62 29 Cfr. Idem 63, c) 30 Cfr. Idem 64
  • 12. Curso básico de liturgia 2007-2008 12 de un ministro sagrado. En la celebración de la Misa, la proclamación del Evangelio siempre le corresponde a un ministro sagrado (diácono, presbítero u obispo), teniendo preferencia el diácono, cuando está presente,31 quien pide siempre la bendición al presidente de la celebración diciendo: Padre, dame tu bendición. Se pide la bendición antes de la proclamación del evangelio sólo cuando el que preside es de orden jerárquico mayor al que proclama (el diácono la pide ante el presbítero u obispo, el presbítero sólo ante un obispo, el obispo nunca); cuando es así, el que preside da la bendición diciendo en voz baja: "El Señor esté en tu corazón y en tus labios para que anuncies dignamente su Evangelio. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", a lo que el otro ministro responde Amén. Cuando proclama el Evangelio el mismo sacerdote que preside -en ausencia de otros ministros ordenados-, éste se inclina ligeramente hacia el altar y dice en secreto Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio. Cuando comienza el momento de la proclamación del Evangelio, si el que preside es Obispo, se quita la mitra -que se había puesto desde que concluyó la oración colecta- y toma el báculo, si lo lleva. Toda la asamblea, puesta de pie desde la aclamación antes del Evangelio -o desde la secuencia, según el caso-, escucha atenta y devotamente la proclamación evangélica. Cabe señalar que sólo el Obispo permanece sentado mientras se canta la aclamación.32 El que proclama el Evangelio, toma el evangeliario del altar y se dirige al ambón. Con las manos juntas saluda al pueblo de la manera litúrgica. Al decir las palabras lectura del santo Evangelio...signa el libro y luego se signa a sí mismo, en la frente, en la boca y en el pecho, lo cual hacen todos los demás.33 Terminado el Evangelio se puede llevar a que el que preside (cuando es de mayor rango de orden) bese el libro, o bien el que proclamó besa el libro de los evangelios diciendo en secreto: Por las palabras del Evangelio sean borrados nuestros pecados. Cabe mencionar que cuando el que proclama anuncia la lectura del evangelio, el resto de la asamblea dice Gloria a ti, Señor. En cambió cuando, al terminar, dice palabra del Señor, la asamblea dice Gloria a ti, Señor Jesús, ya que después de escuchar ha reconocido que su Señor no es un desconocido, sino Jesús, el Hijo de Dios. Pueden utilizarse también otras tres fórmulas para contestar en la conclusión de la lectura evangélica:  Tu palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad.  Tu palabra, Señor es lámpara que alumbra nuestros pasos.  Tu palabra, Señor, permanece por los siglos. Cualquiera de las cuatro formulas conclusivas son correctas y envuelven el mismo sentido, pero es necesario que sea dicha al unísono, por lo que se deben buscar estrategias para homogeneizar la respuesta entre toda la asamblea. 31 cfr IGMR 175 cfr CE 140 32 cfr CE 140 33 cfr CE 141 Cuando las rúbricas de la liturgia señalan que ciertas expresiones que el ministro pronuncia se dicen en secreto, de ninguna manera es por una concepción mágica, oculta, etc., sino porque tienen la finalidad de dirigir la fe del ministro que ejecuta una determinada acción, de modo que sea él el primer creyente de lo que está aconteciendo. Podemos decir que estas palabras en secreto son de carácter pedagógico hacia el ministro que las emite.
  • 13. Curso básico de liturgia 2007-2008 13 El momento de la proclamación del Evangelio constituye un momento particularmente solemne, por lo que se utilizan dos ciriales que acompañan el momento de esta proclamación, así como el incienso. Homilía. La homilía "se recomienda encarecidamente como parte de la misma liturgia"34 y por ello se exige en domingos y días festivos, y en todos los demás días, especialmente en los tiempos señalados, se recomienda intensamente35. En la homilía, el diácono o el sacerdote "actualizan" el mensaje de la palabra escuchada. El ministro que pronuncia la homilía hace las veces de Cristo maestro que explica las escrituras. La homilía es pronunciada ordinariamente por el que preside la celebración, pero puede delegar a otro sacerdote o también a un diácono, pero nunca a un laico, seminarista, religiosa, etc.36, salvo en la Misa con Niños, que cuenta con señalamientos propios. Resulta importante, pues, que la homilía sea convenientemente preparada y siempre en referencia a la palabra de Dios proclamada. Profesión de fe. El credo tiene como finalidad que la comunidad asienta a la palabra de Dios como la ha oído en las lecturas y en la homilía37, para que responda a la palabra misma y la evoque en las verdades esenciales de la fe antes de que comience el banquete. La formulación en primera persona (Yo Creo) implica una referencia personal y directa, a la vez que señala el nosotros litúrgico (yo, junto con toda la Iglesia, creo...).38 La profesión de fe no contiene todo lo que creemos, pero sí aquello que no podemos dejar de creer. Se trata de un momento solemne, por lo que es lamentable que se convierta en una mera fórmula mecanizada. Se puede cantar o recitar por todos los presentes en la celebración todos los domingos y solemnidades39. En la actualidad resulta apremiante el que se cante, por lo menos en las fechas más solemnes para expresar mejor su sentido y no convertir este momento en una rutina dominical. Finalmente, en el credo, a las palabras y por obra del Espíritu Santo se encarno de María, la Virgen, y se hizo hombre, toda la asamblea ha de hacer una reverencia profunda ante la mención de tan sublime misterio. Esta reverencia se cambia por un momento de silencio, arrodillados, los días 25 de marzo y 25 de diciembre, en que la Iglesia celebra especialmente el misterio de la encarnación del Verbo. 34 SC 52 35 cfr IGMR 66b 36 cfr RS 64-66 (RedemptionisSacramentum, Instrucción sobre algunos abusos en la liturgia, Congregación para el culto divino, 25-III-2004) 37 IGMR 67 38 cfr Op. Cit. KUNZLER, pp. 337 39 cfr IGMR 67 Cuando se concluye cualquiera de las lecturas, debe concluirse con la expresión palabra de Dios o palabra del Señor, para el caso del Evangelio, y nunca añadir el pronombre demostrativo ésta (ésta es palabra de...). Al concluir cada lectura, jamás se debe levantar el libro, pues ante los ojos de la asamblea se corre el riesgo de mostrar que el libro es la palabra, y no que la palabra es la proclamación misma -como es en realidad- y que el libro sólo constituyó un medio para que podamos tener acceso a esa palabra de Dios que es dinámica, viva y eficaz.
  • 14. Curso básico de liturgia 2007-2008 14 Oración universal (de los fieles) En este momento el pueblo de Dios reunido ejerce su sacerdocio real, adquirido en el bautismo, e intercede ante Dios por todos, no sólo por los cristianos, sino por todo el mundo. Por lo regular, el orden de estas oraciones es el siguiente:  Por las necesidades de la Iglesia.  Por los que gobiernan las naciones y por la salvación del mundo entero.  Por lo que padecen cualquier dificultad.  Por la comunidad local. Sin embargo, el orden y género de las intenciones pueden acomodarse a las necesidades de la comunidad que celebra. Al sacerdote ministerial (ordenado) le corresponde únicamente abrir y concluir esta oración. Son algunos fieles a quienes corresponde elevar las súplicas, aunque también las puede pronunciar el diácono, en nombre de todos los fieles. Todos los presentes se adhieren a la súplica hecha con alguna frase, pero hay que evitar que esta frase se convierta en mera repetición carente de contenido, o bien con un momento de silencio.40 Aunque el lugar propio de esta parte de la liturgia de la palabra es el ambón, para fomentar la participación se llegan a pronunciar desde el lugar en que cada fiel se encuentra en el templo y de forma espontánea. Hay, sin embargo, necesidad de buscar formas para una mejor organización, de modo que no se atropellen las intenciones y que todos se enteren de la intención por la que están orando. 40 cfr Idem 69-71 La hojita dominical y los misalitos. Estos subsidios pueden ser de gran ayuda si se les da el uso adecuado, por ejemplo: para preparar la lectura desde antes de comenzar la Misa; para que los fieles se la lleven a sus hogares y sigan reflexionado la celebración; para la participación en la oración de los fieles; para personas con deficiencias auditivas o cuando el sonido del templo es deficiente, etc. Pero es claro que estos subsidios han llegado a constituir, en muchas ocasiones, una piedra de tropiezo para la conveniente celebración litúrgica cuando se dan circunstancias como por ejemplo: quien no escucha la palabra, por estar leyendo su hojita, aunque sea el mismo texto que el lector está proclamando desde el ambón; cuando muchos quieren decir las partes reservadas al sacerdote ordenado por las razones ya explicadas; cuando se utilizan en lugar de los libros legítimos, etc.
  • 15. Curso básico de liturgia 2007-2008 15 III. LITURGIA EUCARÍSTICA (IGMR, 72) “En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a Cristo el Señor, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria suya.41 Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió, lo dio a sus discípulos, y dijo: “Tomad, comed, bebed: esto es mi cuerpo: éste es el cáliz de mi sangre. Haced esto en conmemoración mía”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia eucarística según estas mismas partes, con las palabras y acciones de Cristo. Ya que: 1) En la preparación de las ofrendas se presentan en el altar el pan y el vino con agua; es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos. 2) En la plegaria Eucarística se da gracias a Dios por toda la obra de la salvación, y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. 3) Por la fracción del mismo pan se manifiesta la unidad de los fieles, y por la comunión ellos reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos del mismo Cristo.” Preparación de los dones (ofertorio) Existe una notable diferencia entre los términos ofrendas y dones. El primero hace referencia a cosas que me pertenecen y que yo entrego; el segundo término está referido a la misma persona, pues aquello que se entrega forma parte de mí mismo. Es por ello que la nueva edición del Misal romano ha optado por señalar este momento como preparación de los dones. En este momento, en que se inaugura la liturgia eucarística, el pueblo lleva al altar las especies para el sacrificio eucarístico: pan y vino, que entran en el mismo movimiento sacrificial eucarístico de Cristo en dirección al Padre, que enlaza a la Iglesia consigo mismo como su cuerpo místico.42 Además de las especies que se han de consagrar, el pueblo puede llevar, en la procesión de los dones, todo aquello que sirva para el sostenimiento de la Iglesia y para ayuda de los pobres43, pero 41 Cf. Conc. Vat. II, Const. sobre la Sagrada Liturgia, SacrosanctumConcilium,n. 47; S. Congr. de Ritos, Instrucción Eucharisticummysterium, del 25 de mayo de 1967, n. 3, a, b: A.A.S. 59 (1967) pp. 540-541. 42 KUNSLER, op. cit. p. 344. 43 Cfr. IGMR 73 Sacrificio. La palabra proviene de la expresión latina: sacrum facere (hacer sagrado). Implica un acto por medio del cual se pretende una unión con Dios, o transformar una persona, cosa, lugar o momento común y corriente en algo sagrado, donde se manifieste Dios. En este sentido comprendemos que la Eucaristía es el sacrificio por excelencia, pues es la presencia de Dios en su máxima expresión. La palabra, en su sentido original, nada tiene que ver sólo con dolor y sufrimiento, como muchas veces se llega a manejar en la actualidad. El sacrificio puede conllevar una privación, dolor o sufrimiento, pero siempre y cuando tenga como finalidad la comunión divina, de lo contrario puede derivar en el desequilibrio psicológico del masoquismo.
  • 16. Curso básico de liturgia 2007-2008 16 siempre con la actitud de una entrega personal, simbolizada en las cosas que se llevan. Parte de estas ofrendas es la aportación monetaria. A partir del siglo XIX, lamentablemente la aportación monetaria paso a un primer plano, con lo cual el símbolo perdió su sentido y pasó a verse como un pago de impuesto o tributo al sacerdote, llamándosele incluso limosna, con un sentido un tanto peyorativo. ¿Qué llevar en la procesión de los dones?  Siempre, Pan y Vino (el vino pudiera ir ya servido en el cáliz que se ha de utilizar)  Artículos para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de la Iglesia.  Dinero para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de la Iglesia.  Artículos simbólicos (flores, un nuevo cáliz, objetos para uso del templo, etc. [todo aquello que nos ayude a expresar el sentido de la oblación personal y comunitaria]). ¿Qué no se lleva en la procesión de los dones?  El agua que se verterá en el cáliz. Esto obedece a la coherencia con las palabras que el sacerdote dirá cuando presente los dones a Dios: bendito seas por este… fruto del trabajo del hombre... El agua, es un elemento natural, que no requirió del trabajo del hombre para existir.  Regalos personales a ningún miembro de la asamblea, incluido el sacerdote. No es desfile de regalos.  Todo aquello que pueda pervertir el momento en una pasarela de objetos o que pudiera dar lugar a señalar las diferencias socioeconómicas de los fieles. El pan para la celebración de la Eucaristía debe ser exclusivamente de trigo, confeccionado recientemente y, según la antigua tradición de la Iglesia latina, ázimo. Conviene que el pan eucarístico aunque sea ázimo y elaborado de la forma tradicional [no está excluido], se haga de tal forma que el sacerdote pueda partirlo y distribuirlo al pueblo. El vino para la celebración eucarística debe ser “del fruto de la vid” (cf. Lc 22,18), es decir, vino natural y genuino, no mezclado consustancias extrañas. Póngase sumo cuidado en que el pan y el vino destinados a la Eucaristía se conserven en perfecto estado: es decir, que el vino no se avinagre y que el pan no se corrompa ni se endurezca.44 Tanto la procesión de los dones como la preparación del altar son acompañados por un canto adecuado, según las normas del canto. Para la preparación del altar, el diácono, o un acólito debidamente instituido o el mismo presidente, extiende un pañuelo blanco, denominado “corporal” sobre del cual se depositarán los vasos sagrados 44 IGMR 320-323 Hostia. Este término designa al animal de sacrificio del Antiguo Testamento*, es por ello que al pan que iba a ser consagrado se le fue dando ese nombre. En este sentido el vino es también hostia. La forma del pan para la Eucaristía ha ido variando. La forma de oblea blanca, como la tiene en la actualidad la Iglesia latina, se dio para ponerse en la custodia y pudiera ser fácilmente visible por los adoradores. Por su practicidad, se fue adoptando cada vez más, pero indudablemente llevó a perder su relación con un pan verdadero. *Cfr. KUNZLER, op. cit. p. 345
  • 17. Curso básico de liturgia 2007-2008 17 que contienen tanto el pan, como el vino. Al vino, el ministro le agrega un poco de agua y el sacerdote que preside presenta los dones a Dios. Si no hay canto de ofertorio, el sacerdote eleva el pan y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que te presentamos. Él será para nosotros pan de vida. El pueblo responde: Benditos seas por siempre, Señor. Después eleva el cáliz con vino y agua y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que te presentamos. Él será para nosotros bebida de salvación. El pueblo responde: Benditos seas por siempre, Señor. Si hay canto, esto lo dice el sacerdote en voz baja. La presentación debe hacerse por separado Es apremiante cuidar el decoro de la mesa del Sacrificio, teniendo sobre ella únicamente los vasos sagrados con los paños que se utilizan y, después de la incensación, también el misal romano. Es un abuso y refleja falta de conciencia el colocar toda clase de objetos sobre el altar, al grado que se llega a convertir en repisa, perdiendo su simbolismo sagrado. Después de preparar el altar, el sacerdote que preside inciensa los dones, el altar y la imagen de Cristo crucificado. Antes del concilio Vaticano II se hacían una serie de movimientos (tres círculos y una cruz) sobre las especies. La reforma litúrgica actualmente señala que solamente se hacen tres movimientos dobles ante las ofrendas, igual que frente a la Imagen de Cristo.45 Después de la incensación de los dones, el altar y la imagen, el sacerdote es incensado por el diácono o por otro ministro preparado, con tres movimientos dobles. De igual manera son incensados los sacerdotes concelebrantes, y después el pueblo. Inclusive, la liturgia establece que en aquellos lugares donde el jefe de estado está presente como tal (no es el caso de México), él es incensado por separado. 45 Cfr. CE 92 Vino con agua.* Es una tradición griega el añadir agua al vino, para suavizar su sabor. Pero ya desde San Cipriano (siglo III), la Iglesia latina dio simbolismo a esta mezcla como la unión entre Cristo y su Pueblo. La Iglesia oriental también hace esta mezcla, pero con un simbolismo diferente: la unión de las dos naturalezas de Cristo. *Cfr. KUNZLER, op. cit. p. 346 La Forma de incensar. De acuerdo a la reforma litúrgica del Vaticano II, solo se establecen tres tipos de movimiento de incensación:  Con tres movimientos dobles se inciensa: el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa Cruz, y las imágenes del Señor expuestas solemnemente, también las ofrendas,la cruz del altar, el libro de los Evangelios, el cirio pascual,el obispo o el presbítero celebrante,la autoridad civil que por oficio está presente en la sagrada celebración, el coro y el pueblo, así como el cuerpo del difunto.  Con dos movimientos doblesse inciensan las reliquiase imágenes de los Santos, expuestos para la pública veneración.  El altar se inciensa con movimientos sencillos,* en rededor. * CE 92-93
  • 18. Curso básico de liturgia 2007-2008 18 Después de la incensación, el sacerdote se inclina hacia el altar y dice en secreto: acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable a tu presencia, Señor, Dios nuestro. Luego hace un signo de purificación personal: lavatorio de manos, mientras dice en secreto: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Una vez que la mesa está puesta, toda la asamblea está se dispone al banquete. El sacerdote que preside invita a todos a orar para que Dios acepte con agrado el sacrificio que es ofrecido por él y por todo el pueblo. Cabe señalar el uso del imperativo: orad, pues no se trata de una simple invitación a la que atiende quien quiere, sino de una orden ante la obligación de toda la Iglesia de orar, quizá por ello se sigue utilizando la fórmula castiza y no la coloquial (oren). Hay tres fórmulas posibles para invitar al pueblo a orar: 1- Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro (de ustedes), sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. 2- En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso. 3- Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso. Y el pueblo efectivamente eleva una plegaria: El Señor reciba de tus manos… La Cruz se inciensa cuando se pasa frente a ella, o cuando se pasa cerca. Las imágenes de los santos y reliquias sólo se inciensan al inicio de la celebración, no así en el ofertorio. El Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas. Los sacerdotes concelebrantes se inciensan todos a la vez con tres movimientos dobles, y por separado Obispos y presbíteros concelebrantes. Cuando está presente el diácono, a él le corresponde acompañar al que preside, en la incensación, así como incensarlo a él, a los concelebrantes y al pueblo*. Cualquier otro tipo de incensación se considera en desuso. Esta manera de incensar es de acuerdo con lo señalado por el Concilio Vaticano II (SC 7a), para manifestar, simbólicamente, la presencia de Cristo en la acción litúrgica. *cfr. CE 93-96 Las diferentes opciones. A lo largo de toda la celebración encontramos muchos momentos en que la liturgia contempla opciones de palabras y signos (p. ej. Hay 13 plegarias eucarísticas). Esto es para fomentar una dinámica en las distintas celebraciones, sin que por ello se traicione el sentido auténtico de cada momento. Lamentablemente la rutina y la “comodidad” de algunos ministros ha provocado hastío en la Misa, pues además de volverla terriblemente verbalista, la convierten en dramáticamente repetitiva y rutinaria.
  • 19. Curso básico de liturgia 2007-2008 19 Luego el sacerdote, con las manos extendidas y junto al altar, hace la oración sobre las ofrendas, que es otra oración exclusiva del que preside la Misa. A esta oración, el pueblo se adhiere con la afirmación AMÉN. Parte central de la liturgia Eucarística es la Plegaria Eucarística, que constituye una amplia gama de signos y palabras en torno al Milagro Eucarístico, la Presencia real de Cristo. Toda plegaria Eucarística comienza con el prefacio, que viene a ser un verdadero cántico de alabanza, siempre dirigido al Padre, a través del Hijo, por quien el Padre en el Espíritu Santo obra la salvación del mundo. El prefacio no debe ser malinterpretado sólo como un prólogo. Se debe entender como proclamación, oración pronunciada en voz alta, ante su destinatario. El prefacio comienza con un diálogo entre el sacerdote y el pueblo, por medio del cual se entra en la dinámica de la alabanza perfecta a Dios. El prefacio es cantado o recitado sólo por el sacerdote que preside, posteriormente se le une toda la asamblea para cantar, inspirada en Is 6,3, Santo, Santo, Santo…. Esta aclamación ya era utilizada en la liturgia judía en el s. II a. C. 46 Hay trece plegarias eucarísticas aprobadas para la celebración de la misa, aunque cada una tiene una normativa particular y no se trata de meras opciones. No se pueden utilizar otras plegarias no aprobadas, ni es lícito modificar nada a las ya establecidas. Las cuatro primeras plegarias fueron integradas al Misal Romano, por el Papa Pablo VI, en 1970.47  Plegaria I (canon Romano). Data del siglo VII y llegó a ser la única forma de celebrar la Misa, antes del concilio Vaticano II. Es la plegaria eucarística más extensa y la que más elementos y gestos solemnes contiene. Se le llama canon romano porque en ella se mencionan a los primeros mártires de la Iglesia Romana. Se utiliza en domingos, así como en las principales solemnidades del Señor y de la Virgen María; también es recomendable utilizarla en la conmemoración de los santos apóstoles y demás santos mencionados en el mismo canon. En este canon no hay lugar para mencionar a otros santos, distintos a los que allí se enuncian, y cualquiera que se mencione queda desubicado en la estructura misma de esa plegaria Eucarística.  Plegaria II (Brevis). Es la más antigua de todas las plegarias actuales (siglo III). Es la más breve de todas y se utiliza en los días feriales, sobre todo del tiempo ordinario, cuando no hay otra celebración específica; también se recomienda su uso en las conmemoraciones de difuntos, por su especial mención teológica del sentido cristiano de la muerte. Esta plegaria tiene un prefacio propio que puede ser sustituido por cualquier otro.  Plegaria III. Es una plegaria del siglo XX. Contiene una estructura similar al canon romano. Se utiliza, alternadamente con la plegaria I, en los domingos, así como en la celebración de los santos, pues da lugar a la mención del santo patrono o del día. 46 Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-356 47 Cfr. Idem. pp. 363-365 Santo. La razón por la cual se dice tres veces la palabra “Santo”, no obedece a un mero modismo, sino a la tradición hebraica para formar el superlativo. Santo, Santo, Santo, es la forma hebraica para decir lo que en español diríamos “santísimo”, o el más Santo.
  • 20. Curso básico de liturgia 2007-2008 20  Plegaria IV. Data del siglo IV. Es una plegaria que se basa en las anáforas de las iglesias orientales. Esta plegaria hace un recuento de toda la historia de la salvación, desde la creación hasta Cristo, mostrando toda la economía de la salvación. Su uso se recomienda ante una comunidad más o menos instruida en temas bíblicos y teológicos, para que se aprecie toda su riqueza, así como al finalizar un retiro, encuentro de catequesis, etc. Esta plegaria tiene un prefacio propio que no puede ser reemplazado. Los otros cánones o plegarias son las cuatro llamadas del sínodo suizo, dos de reconciliación y tres de niños.48  Sínodo suizo (Va; Vb; Vc; Vd). Fueron aprobadas en 1974 y están elaboradas en torno a un tema específico cada una. Tienen un fuerte sentido pascual, por lo muchas veces pueden ser utilizadas en este tiempo; también se utilizan cuando las lecturas y oraciones de la Misa del día aborde uno de los temas de estas plegarias. Estas plegarias tienen prefacio propio que no puede ser reemplazado. o Va. “Dios guía a su Iglesia”. o Vb. “Jesús, nuestro camino”. o Vc. “Jesús, modelo de caridad”. o Vd. “La Iglesia en camino hacia la unidad”.  Plegarias de reconciliación (I-II). Fueron elaboradas en el año 1975, por encargo del papa Pablo VI. Su uso se recomienda cuando las comunidades celebran el misterio de la reconciliación, es muy recomendable para los días penitenciales como la Cuaresma y los días viernes.  Plegarias para Misas con niños. (I-II-III). Fueron compuestas a solicitud de las conferencias episcopales y promulgadas por el papa Pablo VI. Han sido compuestas para facilitar la comprensión y la participación de los niños en la Eucaristía. Están elaboradas en un lenguaje simple y sencillo, aunque con una mentalidad europea. En su estructura se multiplican las aclamaciones con las que los participantes infantiles explican su fe y su incorporación a la celebración. Se sugiere utilizar los gestos corporales y símbolos para facilitar su participación en la celebración y resulte más agradable y festiva para los niños. El uso de esta tres plegarias está restringido a las Misas expresamente dirigidas a los niños y con niños. Existe un directorio especial sobre estas Misas con niños, en el cual se enumeran lineamientos claros y rúbricas que no pueden pasarse por alto. Debe evitarse que la Misa con niños sea tan diferentes –so pretexto del bien pseudo pastoral-, de tal modo que pierda su nexo con la celebración de adultos, pues las Misas con niños están orientadas a que el infante vaya saboreando el misterio para después integrarse al resto de la comunidad eclesial. La estructura de las plegarias eucarísticas. Aunque algunos elementos pueden variar en su orden, las trece plegarias eucarísticas contienen los siguientes elementos49: 1- Prefacio. El Sacerdote que preside extiende los brazos. 2- Santo. Toda la asambles –también el sacerdote- canta con las manos en actitud de oración. 3- Post Santo. Es una exclamación reverente y maravillada hacia Dios (p. ej. en la plegaria II: Santo eres en Verdad, Señor, fuente de toda santidad). El Sacerdote eleva las manos. 4- Epíclesis de consagración. (Epíclesis = invocar sobre) en ella la Iglesia invoca la fuerza del Espíritu Santo, para que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo (p. ej. en la plegaria I: Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y 48 Cfr. op. cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 58-59 49 Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-362
  • 21. Curso básico de liturgia 2007-2008 21 Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor). El que preside y todos los concelebrantes hacen el gesto de imposición de las manos, permaneciendo de pie, en virtud de su función sacerdotal, pero el resto de la asamblea se arrodilla reverente ante el misterio. 5- Narración de la Institución. Junto con la epíclesis, forma parte de la consagración. Son las mismas palabras del Señor Jesús en la última cena (Tomad y comed… bebed… este es mi Cuerpo…). Cristo mismo pronuncia esas palabras, no es un mero recuerdo de algo que él dijo hace mucho, sino que en ese momento él, Cristo las está pronunciando. El sacerdote que preside muestra el Cuerpo y la Sangre a toda la asamblea, para que ésta lo mire y pueda reconocer en las especies a su Señor presente. 6- Anámnesis. Es la afirmación del sacerdote y toda la comunidad acerca del acontecimiento presente hoy. No se trata de un recuerdo de un hecho pasado, sino que es la comunidad la que rompe las barreras del tiempo y del espacio y se sitúa en el cenáculo de Jerusalén, a la vez que en la cruz. Se hace presente el único sacrificio de Jesucristo. Durante este momento la asamblea se pone de pie, en signo de resurrección. Hay tres fórmulas de anámnesis: a) Éste es el sacramento (misterio) de nuestra fe. R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!. b) Aclamad el misterio de la redención. R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. c) Cristo se entregó por nosotros. R. Por tu cruz y tu resurrección nos has salvado, Señor. 7. Oración de ofrecimiento de la víctima. En este momento todos los sacerdotes presentes, juntos, ofrecen a Dios el sacrificio hecho, aunque sólo el que preside extiende las manos (p. ej. en la plegaria III: …te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo…). 8. Espíclesis de la comunión. Es la invocación del descenso del Espíritu Santo sobre la comunidad reunida. Algunos teólogos prefieren llamar a este momento paráclesis (= invocar a favor de) (p. ej. en la plegaria IV: … concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo en el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria). 9. Intercesiones. Son la consecuencia de los que entramos en comunión con el cuerpo místico de Cristo. Todos los presentes interceden por la Iglesia, por todos los hombres y por los difuntos. Aunque se hagan menciones particulares, la oración es por todos. 10. Doxología. En ella se expresa la glorificación de Dios (Por Cristo, con él y en él…) y se concluye y confirma con la aclamación del pueblo (Amén). Esta doxología la dice el sacerdote que preside y los sacerdotes concelebrantes, mientras el que preside, ayudado por el diácono, eleva las especies eucarísticas.50 El pueblo únicamente interviene con la aclamación Amén. Participación de la asamblea en la plegaria Eucarística.51 La plegaria eucarística no es un rezo que deba recitar la Asamblea. Es un Memorial que evoca el presidente en donde la asamblea debe participar en silencio y reverentemente. La plegaria es propia del sacerdote, ni siquiera al diácono le es permitido recitarla, por ser un ministro auxiliar. Es principalmente el presidente de la asamblea quien debe proclamarla, asumiendo la persona de Cristo sacerdote y mediador, aunque cuando hay otros sacerdotes concelebrantes ellos tienen momentos de participación directa. 50 Cfr. IGMR 180 51 Cfr. CERVANTES / SÁNCHEZ, op. cit. pp. 59-60
  • 22. Curso básico de liturgia 2007-2008 22 Además del silencio reverente, la asamblea de creyentes participa durante la plegaria eucarística en algunas formas concretas: - Con las aclamaciones: el Santo, el amén y la respuesta de la anamnesia, después de la consagración. - El silencio sagrado. No se trata de un momento de pasividad, sino verdadera oración. - Unirse interiormente a cada palabra expresada por el sacerdote. - Las posturas corporales. Deben ser real expresión de la fe. Estar de pie o arrodillados durante la consagración. La uniformidad en las posturas corporales. En la acción litúrgica es necesario que todos los fieles adopten las posturas corporales de cada momento, de un modo unificado y unánime. No se trata de uniformar a la asamblea para que se vean bien, sino que es expresión de comunión, pues no es un acto individual sino de toda la Iglesia con Dios. p. ej. Tan errado está quien no se arrodilla en la consagración, como quien permanece arrodillado más allá del momento conveniente. Sobra decir que las personas que, por enfermedad, edad o comprensible situación, no pueden adoptar ciertas posturas, están legítimamente dispensadas.
  • 23. Curso básico de liturgia 2007-2008 23 IV. RITO DE COMUNIÓN Ya que la celebración eucarística en un convite pascual, conviene que, según el mandato del Señor, su cuerpo y su sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual.52 Oración del Señor. Este rito de la comunión está configurado por tres ritos preparatorios a la comunión. La oración del Señor o Padrenuestro es uno de los más grandes tesoros que la Iglesia tiene desde sus orígenes mismos. A causa de la petición expresa del pan, desde los primeros siglos se incluyó en la celebración eucarística. San Cipriano (siglo III) y san Ambrosio (siglo IV) ya habían incluido el padrenuestro en el rito de la Misa.53 El nombre de “Padrenuestro” es relativamente reciente, pues desde sus orígenes se le ha conocido como la oración del Señor (Dominica Oratio) y, justamente, recibe el nombre de Oración dominical, por tener al mismo Señor Jesús por autor. La liturgia coloca esta oración (que es el modelo de toda oración cristiana) justo antes de acercarse a la recepción del Sacramento, pues no se trata sólo de recitar la oración, sino de asumirla como una actitud de vida, que se verificará en la comunión de toda la asamblea. El padrenuestro se puede recitar o cantar, desde la misma invitación que el sacerdote pronuncia54, pero nunca será justificable cambio alguno en el texto, ni presentarlo con adornos corales tan complicados que a la asamblea le sería imposible participar. La Oración del Señor debe ser recitada o cantada por todos los miembros de la asamblea en voz alta, evitando todo tipo de rutina al momento de pronunciarla. En cuanto a la postura corporal, toda la asamblea permanece de pie, y el sacerdote que preside extiende las manos y las eleva en signo de quien reúne la oración de todos los presentes y las presenta al Padre como una sola. Hay que evitar que el resto de la asamblea imite la postura del que preside (esto incluye a los sacerdotes concelebrantes), debiendo los demás adoptar otras posturas, como el tomarse de las manos, con las palmas de las manos hacia arriba (pero sin elevarlas), o la más recomendable, que es las manos juntas. Embolismo. Inmediatamente en seguida del Padrenuestro, el sacerdote continúa él solo con un embolismo (Líbranos de todos los males y concédenos la paz...) que acentúa el tema de la libertad del mal para vivir en paz y hacer la paz, lo cual ya prepara al siguiente rito. El momento de la oración del Señor y 52 IGMR, 80 53 cfr. KUNZLER, op. cit. P. 371 54 cfr. IGMR, 81 Manos con las palmas hacia arriba. Son manos que piden, que reconocen su propia pobreza, que esperan. Contrarias al puño violento de las manos cerradas, egoístas. Manos unidas. Son manos quietas, que no están ocupadas y distraídas en nada más que en orar a su Señor. * cfr. ALDAZABAL, op. cit. p. 127
  • 24. Curso básico de liturgia 2007-2008 24 el embolismo es coronado por todo los fieles con una doxología (tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor). Rito de paz. Es un rito sobrio por medio del cual la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para la familia humana. No se trata de la paz de los muertos, donde no pasa nada, sino de la paz de los vivos que se construye en la concordia. El rito ha de efectuarse después del saludo del presidente y una vez que el diácono o el mismo celebrante los invite a compartirse este gesto. Hay que hacer notar que éste no es el momento para las felicitaciones. También es importante señalar que, para guardar el orden, el saludo de paz se ha de hacer ordinariamente con todos y sólo con los más cercanos y según las costumbres del lugar. Agnus Dei. Es una aclamación a Cristo que la asamblea dirige al momento de la fracción del pan, teniendo como referencia la actitud de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) que reconocieron a Jesús al partir el pan y lo adoraron como su Señor. La acción de partir el pan es más que un rito, se trata de un signo de quien parte para compartir, es decir, para entrar en comunión con todos y el primero en asumir esta actitud es el mismo Jesucristo, que en la persona del sacerdote o del diácono diariamente realizan este gesto sencillo, pero grandilocuente. Por lo mencionado, se entiende que la fracción del pan le corresponde bien sea al sacerdote que preside o bien al diácono que está asistiendo. Mientras se realiza la fracción del Pan Eucarístico, el pueblo, viendo lo que sucede en el altar, exclama con fe viva el Cordero de Dios… que puede ser cantado o simplemente recitado. Al igual que el resto de las partes invariables de la Misa, el canto del cordero no debe alterar el texto litúrgico ni darle un sentido penitencial que no tiene, pues se trata de una aclamación similar al Kyrie. La aclamación cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros se repite cuantas veces sean necesarias para acompañar el momento de la fracción del pan, pero la última vez que se diga se concluye con las palabras: danos la paz. Presentación de las Especies. El sacerdote que preside muestra las especies Eucarísticas. Si se presentan al pueblo es para que éste las vea; para que viendo lo reconozca y reconociéndolo lo adore. Y sin dejar de dirigirse a las Especies –Cristo mismo- con la vista, repite la exclamación del centurión del Evangelio: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme (Lc 7, 6-7). Comunión. Después de la preparación (ritos iniciales), del diálogo (liturgia de la palabra) y de la celebración misma (liturgia eucarística), llega la hora del banquete. Cristo mismo se entrega como alimento. El primero en recibir Cuerpo y la sangre de Cristo es el mismo sacerdote que presidió, seguido de los demás sacerdotes, quienes toman por propia mano el Sacramento. El diácono recibe la comunión, lo mismo que aquellos ministros laicos que ayudarán a distribuir la Comunión. Salvo que esté impedido por circunstancias especiales, el sacerdote que preside debe dar la comunión por lo menos a una parte de los fieles, asumiendo su papel de padre de familia que alimenta a sus hijos. Ojos La vista es el primer medio de contacto con el mundo para la mayoría de las personas. Mirar indica atención, contraria a la indiferencia de unos ojos volteando a otro lugar. Por medio de la vista también hay comunicación.
  • 25. Curso básico de liturgia 2007-2008 25 Los ministros extraordinarios de la Comunión ayudan a distribuir la misma sólo cuando no hay suficientes ministros ordinarios (Clero) para que se distribuya de manera que no se extienda el momento demasiado. Incluso, en caso de no haber ministros ordenados suficientes y ante la carencia de ministros laicos instituidos, el sacerdote que preside puede instituir a algunos fieles ad actum (por ese momento). Todos los ministros que distribuyen el Cuerpo y la Sangre de Cristo han de mostrar la Ostia Consagrada al fiel que comulga diciendo: El Cuerpo de Cristo. Es necesario señalar que aunque se distribuya la comunión bajo una sola especie, es todo el Cuerpo y toda la Sangre de Cristo la que se entrega a los fieles. La comunión bajo las dos especies se reserva para ciertas fechas especialmente solemnes y siguen dos criterios: primero, evitar la tentación de suponer que en el pan está sólo el Cuerpo y que en el cáliz está sólo la Sangre, lo cual es herejía. Segundo, por razones prácticas, pues la comunión bajo las dos especies alarga el momento de la comunión y en una celebración con gran asistencia de fieles resultaría poco provechoso que se alargara tanto, además que la especie de vino requiere un manejo más delicado. En cuanto al fiel que comulga, debe hacer una reverencia ante el Sacramento antes de comulgarlo. Al momento en que se le presenta el pan consagrado, el fiel ratifica con un claro Amén, teniendo en cuenta su profundo sentido, y después retirarse tranquilamente a su lugar. Todo aquel que comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo debe tener en cuenta siempre las palabras de Santo Tomás de Aquino: A los malos les da muerte, a los buenos les da vida. ¡Qué efecto tan diferente tiene la misma comida! Por lo que no se deben olvidar las disposiciones de la Iglesia para poder acceder a la comunión Sacramental, pero tampoco debe caerse en la apatía de quien se sabe pecador pero no está dispuesto a convertirse. La recepción de Cristo en la comunión ha de ser un estimulo para que todo cristiano busque siempre seguir fielmente a su Señor en cada momento de su vida. Desde que el sacerdote comulga y hasta que lo hace el último de los fieles, de ordinario ha de tenerse un canto que acompañe la comunión o bien se recita la antífona propuesta en el misal. Se trata de un canto que exprese la unión de Cristo con el fiel que comulga, o bien que mencione explícitamente la Eucaristía, incluso pueden ser versiones instrumentales de cantos religiosos que creen un ambiente propicio para la contemplación del Misterio. Silencio sagrado. La liturgia contempla que se tengan por lo menos unos instantes de silencio donde el fiel pueda elevar su acción de gracias a Dios por el Sacramento recibido, esto incluye al coro. Oración post communio. Una vez que todos tuvieron oportunidad de, en silencio elevar su acción de gracias personal, el sacerdote que preside colecta todas esas plegarias agradecidas y las eleva en una sola que pronuncia él solo con las manos extendidas. Avisos No hay un lugar propio para los avisos, pero después de la oración post comunión es el lugar que menos perjudica la dinámica de la celebración. No debe abusarse de los avisos convirtiéndolos en una segunda “homilía”, sino que han de ser breves y sólo cuando sean necesarios. Los avisos los puede decir el sacerdote desde su lugar o bien algún fiel desde un lugar adecuado, pero nunca desde el ambón.
  • 26. Curso básico de liturgia 2007-2008 26 RITOS FINALES Esta última parte de la celebración es realmente breve. Lo configuran sólo dos elementos: bendición y despedida. Bendición. Hay tres modos ordinarios en que un sacerdote presbítero puede impartir la bendición a los fieles. La primera es la forma simple, que incluye el saludo litúrgico (el Señor esté con ustedes) y propiamente la bendición de Dios Trino, que va acompañada por el gesto del trazo de la cruz con la mano. La segunda forma es cuando la bendición va acompañada con una oración sobre el pueblo, que es una sola intención con las manos impuestas sobre los fieles y seguida de la bendición . Finalmente para las celebraciones solemnes, hay una tercera fórmula que está elaborada de tres o cuatro intenciones sobre los fieles, con las manos impuestas sobre los fieles y seguidas de la bendición. Cuando el que preside es un Obispo, hay una ligera variante en el gesto de la bendición, pues éste traza tres veces la cruz con la mano mientras bendice. El Obispo, además de las fórmulas que el presbítero ocupa, puede también utilizar la siguiente: + La paz sea con ustedes, R. Y con tu espíritu. + Bendito sea el nombre del Señor, R. Ahora y por siempre. + Nuestro auxilio está en el nombre del Señor, R. Que hizo el cielo y la tierra. Seguida de la bendición. Después de la bendición, el diácono o, en ausencia de éste, el mismo sacerdote que preside, despide al pueblo, invitándolos a retirarse en paz, a lo que el pueblo aclama: demos gracias a Dios. No se trata solo de una fórmula de cortesía, sino de una misión la misión de irse a construir la paz, la misión de vivir lo que se celebro. Puede ayudar la formula que se utiliza en el rito maronita, cuando el sacerdote se retira, al besar el altar dice en voz baja: te dejo en paz ¡oh santo altar! Espero volver a ti en paz. aunque no tengamos esta fórmula, si es ésta la actitud que debe asumir todo el que celebra la Misa. Una vez concluida la Misa, todos los ministros ordenados veneran el altar y se retiran a la sacristía. Cabe señalar que el canto de salida ya no forma parte de la Misa, pero ha de tenerse prudencia en qué se canta, siendo recomendable que sea un canto que motive al cristiano a vivir lo celebrado y nunca cantos no sacros. Este canto de salida puede suprimirse sin ninguna dificultad.