El autor critica la burocracia española que dificulta que los jóvenes españoles puedan aprovechar las oportunidades laborales en el extranjero a pesar de contar con fondos comunitarios. Describe el calvario que supone para los becarios el lento y farragoso proceso para obtener las ayudas y cómo esto puede hacer que pierdan valiosas ofertas de empleo en el extranjero.
2. Llamémosles Ana, o Juan: veintipocos años, brillantes, con nota de
proyecto de fin de carrera de notable a sobresaliente. Acaban de
rematar de modo espléndido los estudios de ingeniero aeronáutico,
arquitecto, médico o filólogo. Lo que ustedes prefieran. Y los dos,
como algunos otros afortunados, están entre los pocos jóvenes
españoles con posibilidad de encontrar un trabajo decente, con
futuro, en un país de la Unión Europea. Alemania, por ejemplo. O
Dinamarca. Uno de esos que parecen serios. Esto es posible gracias a
los fondos comunitarios para becas que administran universidades y
fundaciones españolas; dinero destinado a financiar los seis primeros
meses de contrato laboral de esos chicos en el país donde los
requieran. E imaginen ustedes que Ana, o Juan, o como se llamen,
por sus brillantes expedientes académicos, logran su sueño. Que una
empresa de Hamburgo, de Copenhague o de Estocolmo les dice:
vente para acá, chaval, que nos interesas. Tuyo es el curro. En cuanto
una universidad o fundación española te conceda beca, te vienes. Y
como además has hecho una carrera impecable y eres un tipo de
élite, lo que significa una buena inversión para nosotros, aparte de
los seis meses que te pagarán con fondos comunitarios para tenerte
a prueba te pagaremos de nuestro bolsillo otros seis meses, lo que
casi asegura contrato laboral indefinido. Dicho de otra manera, tu
futuro resuelto. Durante un mes te reservamos el puesto de trabajo
prometido. Así que pide la beca, agiliza el papeleo y espabila.
3. Y entonces, señoras y señores, Juan o Ana, como cualquier chico en
su situación, se tropiezan con la España de toda la vida: vacaciones
de Semana Santa, puente de San Prepucio, he ido a tomar café,
cerrado por agosto, etcétera. Eso, de una parte. De la otra, la
criminal lentitud de una burocracia infame que, en lugar de estar al
servicio del individuo facilitándole la vida, no existe sino para
arruinársela. Y así, los chicos que solicitan la beca pueden ver pasar
tres, cuatro o cinco meses sin que el asunto se resuelva -el último
caso que conozco, beca solicitada en junio, aún no está decidido-. Y
ahora pónganse en el lugar de Ana, o de Juan, intentando explicarle a
un empresario sueco que, a diferencia de otros chicos italianos o
franceses cuya beca se tramitó en quince días, en España las cosas
van de otra manera. Que aquí, a pesar de las grandilocuentes
declaraciones del presidente Rajoy, algunos de sus ministros y otros
esbirros, a la hora de ayudar a los chicos a buscarse la vida, no se
mueve nadie. Porque los españoles -imaginen, insisto, la cara del
empresario sueco, danés o kuwaití- nos movemos a otro ritmo.
Calculen la angustia, la desesperación, la impotencia. Lo absurdo. Y
eso, atención al detalle, con fondos que ni siquiera son dinero
español, sino de la comunidad europea.
4. Pero es que todo puede ser más simpático, si cabe. Más nuestro y castizo.
Porque, si en vista del retraso, angustiados porque pueden perder la oferta
de trabajo, los chicos intentan olvidar esa beca y pedir otra que maneje
parecidos fondos -de 600 a 800 euros al mes, calculen la fortuna-, tendrán
que empezar otra vez desde cero, arriesgándose a que, cansada de esperar y
de concederles aplazamientos, la empresa empleadora dé el trabajo a otros,
lo que ocurre de continuo. Y lo más bonito del asunto es que, una vez
concedida la beca, cobrarla puede llevar meses -muchas becas españolas de
doctorado de 2012 no se pagaron hasta 2013-; y, como cierta clase de becas
es incompatible con trabajos remunerados, quienes las consiguen pueden
pasar larguísimas temporadas trabajando gratis, sin seguridad social,
indefensos en lugares extraños y ciudades que no son las suyas,
sufragándose ellos los gastos de alojamiento y comida. Mantenidos por sus
padres, quienes puedan. Con lo que se da la deliciosa paradoja de que, en
España, los únicos que pueden permitirse vivir de una beca son
precisamente quienes no la necesitan. Eso, claro, los que logren sobrevivir al
BOE, donde las convocatorias de becas parecen redactadas para disuadir de
pedirlas: farragosas, torpes, con una sintaxis tan enrevesada y confusa que a
veces parece redactada por el más analfabeto del departamento; hasta el
punto de que ya circula con éxito por Internet un manual para solicitar becas
sin meterse en el absurdo laberinto del boletín oficial de un Estado que cada
vez tiene menos consideración y menos vergüenza, pese a camelos y
triunfalismos estúpidos como el de la marca España y sus mariachis. Eso,
mientras a los chicos ni siquiera los ayudan a buscarse un futuro fuera. Así
que calculen. Nos va a sacar del agujero nuestra puta madre.
5. Con este texto, el autor quiere transmitir la
idea de que:
Es más sencillo encontrar trabajo en otros países
europeos que en España.
El Estado no facilita a los jóvenes los trámites para
desempeñar su profesión en el extranjero.
Para tener éxito hay que esforzarse y ser constante.
6. Este texto es de tipo:
Argumentativo porque el autor expone una serie de
razones para defender su opinión.
Descriptivo, porque cuenta con detalles cómo es la
situación de los becarios españoles.
Narrativo, enumera las acciones de los becarios
españoles.
7. En qué adjetivo se observa la subjetividad
del autor:
Fondos comunitarios.
Burocracia infame.
Trabajos remunerados.
8. ¿Cuál de los siguientes recursos usados por
el autor son marca de la subjetividad de un
texto?
Insultos, tacos y palabras malsonantes: nuestra puta
madre.
Verbos en 1era persona: los españoles nos movemos
a otro ritmo.
Las dos anteriores son correctas.
9. ¿Cuál ha sido el proceso de formación de la
palabra indefinido?
[in][defin] [id][o], porque es un palabra derivada.
[in] [defini][do], porque es una palabra derivada.
[inde][fin][ido), porque es una palabra parasintética.
10. La palabra laboral se ha formado por:
Derivación (tiene un lexema y un sufijo).
Flexión o palabra simple (tiene un lexema y un
morfema flexivo).
Parasíntesis (son dos lexemas unidos).
11. En la oración “se tropiezan con la España
de toda la vida” el elemento subrayado es:
Un complemento directo.
Un complemento regido o de régimen.
Un complemento circunstancial de lugar.
12. En la oración “imaginen ustedes que Ana o
Juan logran su sueño” hay:
Una oración subordinada sustantiva de SUJETO.
Una oración adjetiva sustantiva de CD.
Una oración subordinada sustantiva de CD.
13. En el texto, castizo es sinónimo de:
español
genuino
torpe