El artículo argumenta que la economía del trabajo precario está obligando a los trabajadores a una formación continua a lo largo de toda su vida. La educación ya no es solo una etapa de la juventud, sino que las personas tendrán que volver a estudiar con frecuencia para actualizar sus conocimientos y habilidades. Las empresas también tendrán que asumir más responsabilidad en la formación continua de sus empleados.
1. EL MUNDO. SÁBADO 4 DE MARZO DE 2017 7
i OPINIÓN
El Partido Popular alentó el crecimiento de
Podemos para debilitar al Partido Socialis-
ta, y el resultado superó todas las expectati-
vas. Ahora, con el envenenamiento de la cri-
sis en Murcia, pueden crecer las ya antiguas
sospechas de que el PP utiliza sus pactos
con Ciudadanos para lo mismo: para debili-
tar al partido reformista de Albert Rivera y,
de cara a próximas citas electorales, quitár-
selo de enmedio.
El lunes declara ante el juez el presidente
de la región de Murcia, Pedro Antonio Sán-
chez, imputado por presuntos delitos de pre-
varicación continuada, fraude, falsedad en
documento oficial y malversación de cauda-
les públicos en el llamado caso Auditorio.
Ciudadanos parece estar esperando a que el
tribunal decida si mantiene esa imputación
o no para anunciar cómo plasma su ruptura
con el PP, al que apoyó en la investidura de
Sánchez a cambio de un pacto que específi-
camente obliga a dimitir a los cargos públi-
cos imputados por corrupción, sin esperar a
su procesamiento. El propio Sánchez decla-
ró que dimitiría en caso de ser imputado.
Ahora se niega, dice que se le investiga por
cuestiones administrativas y no por corrup-
ción, y el PP lo respalda, aunque está más
que claro que los presuntos delitos investi-
gados sí que implican corrupción, como ha
ratificado Carlos Lesmes, presidente del
Consejo General del Poder Judicial.
Ciudadanos está ante esta disyuntiva, si el
tribunal no echa un capote: o unirse a una
moción de censura de PSOE y Podemos, o
bloquear el parlamento regional y forzar
elecciones anticipadas. En el PP parecen
convencidos de que a la larga cualquiera de
esas salidas le viene bien porque ven al elec-
torado de Rivera como parte del suyo pro-
pio, temporalmente alejado, pero que mayo-
ritariamente volverá al redil si se escenifica
convincentemente que Ciudadanos es un
compañero de viaje de la izquierda radical o,
al menos, permite que ésta desestabilice la
situación política y económica.
Todo eso es posible, pero sobre todo es des-
corazonador. Se está demostrando que la vo-
luntad de regeneración del partido que presi-
de un crecido Mariano Rajoy era la mitad de
la mitad de lo que prometía cuando negocia-
ba pactos con Ciudadanos, y se estaría inclu-
so avanzando hacia una suerte de nuevo bi-
partidismo formado por el PP y por la izquier-
da más radical que este país haya conocido
en los últimos 80 años. Ante nuevas eleccio-
nes generales –que la desaparición de las po-
sibilidades de formar mayorías en el Congre-
so propiciaría– esa izquierda estaría más cer-
ca que nunca del poder. Sería el colofón
catastrófico de un proceso de eliminación de
rivales del que Rajoy parece estar socarrona-
mente encantado. Hasta que le estalle en la
cara, no a él, sino a todo un país.
INDIANO
ENCHAMBERÍ
VÍCTOR
DE LA SERNA
Ese peligroso juego de
eliminar a los rivales
¿ESTUDIAS o trabajas? La manida pregunta para
romper el hielo, cualquier noche, entre los veinteañeros
ha quedado desfasada. No sólo porque los millennials,
nacidos a partir de los años 80, sufren el desempleo co-
mo ninguna otra generación, sino porque el mundo la-
boral se está reorganizando. El trabajo y el estudio se-
rán en la era digital completamente diferentes a los de
la era industrial. En el mundo anglosajón se ha bautiza-
do a este modelo como la gig economy, la economía del
trabajo precario, pero que podemos traducir como tem-
poral, por proyectos o como freelance. En EEUU esta
amalgama de trabajadores representaba el 35% de la
fuerza laboral en 2016. La pregunta para ligar ha cam-
biado: «¿Qué estudias y dónde trabajas ahora?», será
mucho más frecuente.
La tecnología ha hecho posible que viajar y tener
amigos en todo el mundo esté al alcance de todos. Tam-
bién estudiar: la enseñanza online y los cursos gratui-
tos han dado sentido a la etimología de la palabra uni-
versidad. La educación superior está reinventándose y
hoy en el pueblo más remoto del planeta un joven con
inquietudes puede for-
marse en especialidades
tan novedosas como el big
data o la ciberseguridad,
certificado por las univer-
sidades más prestigiosas
del mundo. El mundo ha-
cia el que vamos obliga a
descartar la idea de que la educación sea un pasaporte
que se adquiere en la juventud para entrar en el merca-
do laboral, y se abandona a continuación.
¿Está nuestra sociedad preparada para un cambio
así? Las nuevas generaciones son conscientes de la ve-
locidad de los cambios y al igual que sus smartphones
precisan actualizaciones para funcionar. Los demás nos
tenemos que ir quitando de la cabeza la idea de que la
formación y el mundo del trabajo sean etapas de la vi-
da o espejos de nuestra identidad. Hasta ahora uno no
sólo estudiaba, sino que era un estudiante. Concluir la
formación superior significaba acceder a la identidad
adulta, marcada por la independencia económica. En
los próximos lustros, será habitual volver con 40 años a
la universidad, para estudiar un grado completamente
diferente de la primera carrera. En general, el mundo
laboral y el formativo estarán mucho más conectados:
cruzar del uno al otro será bastante habitual y muchos
bucearemos en ambos océanos a la vez.
El hasta ahora mundo estático de la economía y la
empresa está moviéndose cada vez más rápido. La re-
ciente muerte del filósofo Bauman nos evoca la socie-
dad líquida que nos ha tocado vivir, para bien y para
mal. La mayoría de los empleos que tendrán nuestros
hijos aún no existen, según el Foro de Davos. No obs-
tante, la mitad de nuestros trabajos será sustituida por
máquinas antes de 2025. Pero que la transformación di-
gital se haya convertido en el lugar común de las con-
versaciones en los consejos de administración y de los
demandantes de empleo no impide que muchos sigan
actuando como si nada hubiese cambiado y el mundo
siguiera siendo rígido. Con sus actuaciones, aunque no
con sus palabras, niegan el cambio del paradigma de la
economía y eso les aboca al fra-
caso más rotundo, en sus empre-
sas o en su búsqueda de trabajo.
Asumir que la disrupción tecno-
lógica ha llegado y tratarla como
algo estético sin trasladarla al co-
razón de tu propia capacitación
es como ir marcha atrás en quin-
ta velocidad.
¿Estás en la centrifugadora?
Uno de los rasgos característicos
de nuestra época es la acelera-
ción del tiempo histórico. Todo
sucede tan deprisa que, a menu-
do, cuando aún se está desarro-
llando una tecnología, ya ha apa-
recido la siguiente, que convier-
te la anterior en obsoleta. En este
contexto de corto plazo, ¿cómo
encaja la educación que, por su
propia naturaleza, requiere pla-
nificación y tiempo? Los grados dobles, las titulaciones
mixtas, los programas executive, MOOCs o cursos de
foco y experienciales, son algunas de las herramientas
para obtener una formación de calidad, muy especia-
lizada y situar a los estudiantes ante problemas reales
para que aprendan a tomar decisiones y solucionar
problemas.
El tiempo dedicado a aprender nuevas habilidades se
dejará de ver como un complemento a las horas de tra-
bajo, y se integrará como parte esencial de nuestra de-
dicación a él. En este contexto, cada vez cobrará más
relevancia una cualidad hasta ahora menor: la disposi-
ción a aprender. Puesto que uno no puede saber duran-
te cuánto tiempo seguirán siendo válidos sus conoci-
mientos, tener una mente abierta y el deseo de apren-
der toda la vida será una habilidad muy valorada, como
garantía de una continua adaptación al cambio.
Esto nos obliga a repensar los estadios más elemen-
tales de la educación obligatoria, donde se deben culti-
var actitudes que hagan apasionante el hecho mismo
de aprender: estimular la curiosidad, la autonomía, el
pensamiento crítico, la capacidad de formular las pre-
guntas adecuadas, la creatividad… Todo esto requerirá
un enorme esfuerzo en la formación básica. El estado
volátil de la sociedad exige también que la educación
luche para definir valores sólidos que impidan que la in-
certidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios
debilite aún más los vínculos humanos. Necesitamos
que la educación plante cara al individualismo y apues-
te por un humanismo cada día más necesario.
¿Y esto quién lo paga? Una formación a lo largo de la
vida obliga a replantearse la forma de financiarla. No
sólo cada uno de nosotros deberemos involucrarnos
más en estar al día, sino que las propias empresas han
de asumir esta tarea. Para ello, habrán de seguir la es-
tela de las empresas más avanzadas con sus universi-
dades corporativas y sus programas in-company.
Por otro lado, numerosos empleados por cuenta pro-
pia simultanearán dos o tres tra-
bajos, repartidos a lo largo de sus
semanas laborales, y realizados
desde su puesto de coworking o
en el hogar. ¿Quién va a pagar la
formación de esos trabajadores
no vinculados a una empresa?
Un problema similar se encontra-
rán las pymes que carecen de
músculo para proporcionar a sus
empleados la formación constan-
te, pero que sin ella están aboca-
das a morir. Por último debemos
pensar en el reciclaje de los tra-
bajadores cuyas tareas sean rea-
lizadas por los robots, otro desa-
fío que ocupa ya a actuarios y fis-
calistas de medio mundo.
Son muchos los retos, pero
hay algo que no cambiará. Ade-
más de constituir la llave para el
mercado laboral, la educación seguirá siendo la herra-
mienta más eficaz para formar ciudadanos, disminuir
la desigualdad y garantizar la movilidad y la cohesión
social. Si los gobiernos y todos los agentes de la cadena
de valor de la educación no entienden su responsabili-
dad en preparar a los ciudadanos para el mundo en el
que van a vivir, y no para el que está en trance de desa-
parecer, el sistema educativo quedará obsoleto, con gra-
ves consecuencias sociales y políticas.
Irene Lozano es escritora e Iñaki Ortega es doctor en
Economía y director de la Deusto Business School.
«La educación seguirá siendo
la herramienta más eficaz para
disminuir la desigualdad y
garantizar la cohesión social»
SEQUEIROS
Los autores
subrayan que estamos en la era de la
economía del trabajo precario. Entre otras
consecuencias, obligará a los trabajadores
a una formación continua toda su vida.
EDUCACIÓNTRIBUNA i
¿Estudias o
trabajas?
IRENE LOZANO / IÑAKI ORTEGA
SECCIÓN:
E.G.M.:
O.J.D.:
FRECUENCIA:
ÁREA:
TARIFA:
PÁGINAS:
PAÍS:
OPINION
761000
112857
Diario
767 CM² - 74%
33818 €
7
España
4 Marzo, 2017