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anales de psicología
2003, vol. 19, nº 1 (junio), 65-74
© Copyright 2003: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia
Murcia (España). ISSN: 0212-9728
Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con
enfermedades desmielinizantes: El caso de la esclerosis múltiple.
Félix Arbinaga Ibarzábal*
Centro de Psicología Clínica (Huelva, España)
Resumen: El trabajo pretende conocer las características
de un grupo de 17 enfermos con Esclerosis Múltiple en as-
pectos como depresión, ansiedad, sensibilidad a la ansiedad
y la calidad de vida relacionada con la salud. Mediante la
utilización del Inventario de Depresión de Beck (BDI) se
observa que el 58,8% presenta algún nivel de depresión;
mostrando puntuaciones superiores a las de la población
normativa (p<0,05). Por su parte, también se reflejan valo-
res superiores en sensibilidad a la ansiedad, medida con el
Indice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI). La media obte-
nida en la Tarifa EVA del cuestionario sobre Calidad de
Vida Euroqol (EQ5D) ha sido de 0,5859 (+ 0,2182), muy
inferior al valor obtenido en una población general; esto es,
los sujetos con Esclerosis Múltiple ha indicado una peor
calidad de vida relacionada con la salud. Mostrándose, asi-
mismo, unas correlaciones significativas entre depresión y
ansiedad estado (medida con el Inventario de Ansiedad Es-
tado Rasgo STAI) y los valores del Cuestionario Euroqol.
Palabras clave: Esclerosis Múltiple; depresión; ansiedad;
sensibilidad ansiedad; calidad de vida
Title: Emotional aspects and quality of life in patients with
demyelinating illnesses: the case of multiple sclerosis.
Abstract: The paper is going to show the characteristics of
a group of 17 patients with Multiple Sclerosis in aspects
such as depression, anxiety, anxiety sensitivity and the qual-
ity of life as related to health. Through the use of the Beck
Depression Inventory (BDI) we can see that 58.8% show
some level of depression; with higher points than the nor-
mative population (p<0.05). They also reflect higher values
in anxiety sensitivity, measured with the Anxiety Sensitivity
Index (ASI). The average obtained in the EVA Tariff on
the questionnaire about the Euroqol Quality of Life
(EQ5D) was 0.5859 (+ 0.2182), very inferior to the value
obtained in the general population; that is, the subjects
with Multiple Sclerosis showed a worse quality of life as re-
lated to health. Some significative correlations between de-
pression and anxiety state (measured with the State Trait
Anxiety Inventory STAI) and the values of the Euroqol
Questionnaire were also shown.
Key words: Multiple sclerosis; depression; anxiety; anxiety
sensitivity; quality life.
Introducción
La Esclerosis Múltiple (EM) es una enferme-
dad inflamatoria y desmielinizante del sistema
nervioso central (SNC) que principalmente
afecta a adultos jóvenes. En dicha enfermedad
el proceso patogénico principal está dirigido
contra la mielina normal. Los estudios epide-
miológicos y de laboratorio sugieren que es una
enfermedad disinmune, posiblemente iniciada
cuando un agente infeccioso (v.g. un virus) in-
duce una respuesta inmune mediada por células
T en un individuo genéticamente susceptible
(Beatty y Gange, 1977; Agustín y Herbert,
1980). Patológicamente, la EM se caracteriza
por la presencia de placas en el SNC, que con-
* Dirección para correspondencia: Félix Arbinaga
Ibarzábal. Centro de Psicología Clínica. C/ José Fariña
56 – 5ºc. 21006 Huelva (España).
E-mail: arbinaga@wanadoo.es
sisten en áreas de desmielinización de localiza-
ción perivascular, que se detectan especialmen-
te en la región periventricular, cuerpo calloso,
nervios ópticos, tronco del encéfalo, cerebelo y
médula espinal. Los constituyentes principales
de las lesiones activas son linfocitos T activa-
dos y macrófagos, un hallazgo que sugiere que
está en marcha un proceso inmunológico acti-
vo (Fernández, 1994; Weinshenker, 1995;
Thompson, 1996; Hohlfeld, 1997).
Epidemiológicamente, la EM es más fre-
cuente en regiones frías y parece tener un gra-
diente de prevalencia de norte a sur. Las muje-
res tienen de 1,9 a 3,1 más probabilidades que
los hombres de desarrollar EM. En España se
estiman unos 30.000 casos, siendo la enferme-
dad neurológica más frecuente entre adultos
jóvenes en Europa y Norteamérica (Adams y
Kubik, 1952; Baum y Rothschild, 1981). Las
primeras manifestaciones de la enfermedad ra-
ramente suceden antes de la pubertad o tras la
66 Félix Arbinaga Ibarzábal
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
edad de 60 años. Después de la pubertad, la in-
cidencia aumenta rápidamente, con un pico
hacia los 30 años. La incidencia permanece alta
durante la cuarta década, tras la que declina rá-
pidamente (Swingler y Compston, 1986; Wynn,
Rodsriguez, O´Fallon y Kurland, 1989;
Thompson, 1996).
Se distinguen fases de la enfermedad (pro-
gresión, estabilización, brote, remisión), formas
de evolución (fulminante, aguda, subaguda,
crónica, latente) y tipos de brotes (brotes, bro-
tes-progresiva, progresiva desde el inicio) (Con-
favreux, Compston, Hommes, McDonald y
Thompson, 1992). El curso clínico de la EM es
marcadamente variable; su manifestación clínica
es asimismo muy heterogénea en síntomas y sig-
nos. Los síntomas no sólo varían entre diferen-
tes personas sino también en una misma perso-
na y según el momento temporal de la evolu-
ción; pudiendo variar tanto en gravedad como
en duración. Las manifestaciones más comunes
incluyen debilidad, hormigueo, trastornos en la
coordinación, fatiga, trastornos del equilibrio,
alteraciones visuales, temblor, espasticidad,
trastornos del habla, problemas intestinales o
urinarios, ataxia, problemas en la función
sexual y sensibilidad al calor entre otros (Or-
meod y McDonald, 1984; Kelly, 1985; Scheim-
berg, 1988; Iriarte, Carreño y De Castro, 1996).
Asimismo, se puede observar una variada afec-
tación neuropsicológica en áreas tales como la
memoria, el razonamiento, el procesamiento de
la información más que en el lenguaje, etc.
(Brassintong y Marsch, 1998; Rao, Leo, Elling-
ton, nauertz, Bernardin y Unverzagt, 1991;
Higginson, Arnett y Voss, 2000; Arnett, 2001).
Entre las alteraciones emocionales más impor-
tantes que se han reseñado observamos los ni-
veles clínicos y subclínicos de depresión y an-
siedad (Whitlock y Siskind, 1980; Barezts y
Stephenson, 1981; Godoy, Muela y Pérez,
1993; Jáuregui, 2000; Mohr, Wende, Dwyery
Dick, 2000; Voss, Arnett, Higginson, Ran-
dolph, Campos y Dyck 2002) y en menor me-
dida otras alteraciones psiquiátricas (Munarriz,
Donat y Azorin, 1988).
La calidad de vida es hoy en día una cues-
tión de máxima importancia sobre todo cuando
se habla de enfermos crónicos para los cuales
sólo existen medidas terapéuticas paliativas. En
la investigación y en la práctica clínica es cada
vez más frecuente encontrar trabajos que bus-
can definir y evaluar la calidad de vida de los
pacientes. Concepto éste que servirá tanto para
valorar las condiciones derivadas de una en-
fermedad o tratamiento como para tener pre-
sente la consideración que el enfermo hace de
su situación vital, especialmente las consecuen-
cias en su bienestar físico, emocional y social.
La Calidad de Vida Asociada a la Salud (CVAS)
ha sido definida como “el valor asignado a la
duración de la vida modificado por la deficien-
cia, el estado funcional, la percepción de la sa-
lud y la oportunidad social debido a una en-
fermedad, accidente, tratamiento o política de-
terminada” (Patrick y Erickson, 1993). Así, la
calidad de vida se ha conceptualizado como las
condiciones objetivas de vida, como la satisfac-
ción del individuo con sus condiciones de vida,
como la calidad de las condiciones de vida mas
las satisfacción personal o como la calidad de
las condiciones de vida más la satisfacción per-
sonal más los valores personales (Borthwick-
Duffy, 1992; Felce y Perry, 1995).
A pesar de la implicación e importancia que
muestran las alteraciones del estado de ánimo
en los procesos patológicos crónicos, se podría
decir que en el caso de la EM la depresión ha
sido históricamente infratratada. Todo ello aun
sabiendo que la tasa de prevalencia de la depre-
sión en la EM es a lo largo de la vida en torno
al 47-54% (Fischer, Foley, Aikens, Ericson,
Rao y Shindell, 1994), y que se ha mostrado
susceptible de ser tratada incluso por medio de
la terapia cognitiva conductual de manera tele-
fónica (Mohr et al. 2000).
Si bien se reconoce la presencia de altera-
ciones depresivas en pacientes con EM, no re-
sulta del todo claro la etiología del mismo pro-
ceso depresivo. Así, podemos encontrar traba-
jos que sugieren que los episodios depresivos
dependerán sobre todo de la localización ana-
tómica de las zonas desmielinizadas (Young,
Saunders y Ponsford, 1976); mientras otros au-
tores plantean la posibilidad de una doble pers-
pectiva, al considerar la depresión como reac-
Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 67
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
ción psicológica normal ante el impacto de la
enfermedad o bien como un síntoma intrínseco
del mismo proceso patógeno (Schiffer, Caine,
Bamford y Levy, 1983). Recientemente se ha
señalado la asociación de la depresión a una
mayor frecuencia y gravedad de la fatiga en pa-
cientes con EM. Sin embargo, se señala que la
depresión sólo puede justificar la fatiga en un
porcentaje bajo de pacientes (de Castro, Carre-
ño e Iriarte, 1994). Es más, se dice que la fatiga
y las alteraciones físicas pudieran ser factores
predictores indirectos del estado de ánimo de-
presivo, al reducir aquellos la capacidad y fun-
cionamiento recreativo de los sujetos (Voss et
al., 2002).
A pesar de esta evidencia sobre la existencia
de las alteraciones del estado de ánimo en pa-
cientes con EM, también habría que señalar la
falta de un consenso sobre la forma de medir la
depresión en estos pacientes y esto es debido al
hecho de que algunos investigadores han halla-
do muestras de que los síntomas neurovegeta-
tivos de la depresión no son indicadores váli-
dos de la depresión, porque se solapan con los
síntomas de la EM, mientras otros han indica-
do todo lo contrario (Arnett, 2001).
Como ya hemos referido, junto a la depre-
sión es frecuente encontrar que los sujetos en-
fermos de EM presentan importantes niveles
de ansiedad. Se ha puesto de manifiesto que los
pacientes con EM muestran una mayor ansie-
dad en la mayoría de las situaciones cotidianas
que los grupos control y que reflejan una me-
nor ansiedad–estado (Godoy et al., 1993), de
forma genérica otros trabajos han mostrado un
mayor impacto de la ansiedad en este tipo de
enfermos (Garland y Zis, 1991; Murray, 1995).
Junto a la importancia que el impacto de la
ansiedad pudiera manifestar en estos pacientes,
nuestro interés también se va a centrar en ana-
lizar una nueva variable que se ha mostrado
moduladora de las respuestas catastrofistas y/o
ataques de pánico, nos referimos a la sensibili-
dad a la ansiedad. La sensibilidad a la ansiedad
fue definida para referirse al miedo ante los sín-
tomas de ansiedad, basado en la creencia de
que dichos síntomas poseen propiedades peli-
grosas (Reiss y McNally, 1985). Actualmente la
sensibilidad a la ansiedad es conceptuada más
específicamente como el miedo a ciertas sensa-
ciones corporales, las cuales no necesariamente
se producen por ansiedad (McNally, 1990;
McNally, 1994; Taylor, 1995; Taylor, 1996). La
sensibilidad a la ansiedad es pues una variable
disposicional, es una predisposición a interpre-
tar las sensaciones corporales como peligrosas,
que facilita el condicionamiento pavloviano de
miedo a las sensaciones corporales (Reiss,
1991), la interpretación catastrofista de las sen-
saciones corporales (McNally, 1990), y el con-
dicionamiento de miedo y evitación a las situa-
ciones agorafóbicas (Taylor, 1995).
Por otra parte, ya se han realizado estudios
para determinar el papel que la sensibilidad a la
ansiedad pueda tener en pacientes con dolores
crónicos; ya que es razonable pensar que la an-
siedad relacionada con aquellos síntomas físi-
cos, que para el sujeto resultan ser inexplica-
bles, pueda incrementar la discapacidad del
mismo. Lo informado sugiere que los sujetos
con alto nivel de sensibilidad a la ansiedad ex-
hiben mayores cogniciones desadaptadas y ma-
yores niveles de ansiedad ante las respuestas de
dolor que la mostrada por otros grupos de su-
jetos, aunque no muestren diferencias en la in-
tensidad del dolor (Asmundson y Norton,
1995). Asimismo, los sujetos con altos niveles
de sensibilidad a la ansiedad mostraban un ma-
yor uso de medicación analgésica que aquellos
individuos con niveles medios o bajos (As-
mundson y Norton, 1995).
En este contexto, el presente trabajo preten-
de realizar una primera aproximación a las posi-
bles relaciones entre la calidad de vida asociada a
la salud y las diversas variables emocionales que
venimos mencionando como son la depresión y
los estados de ansiedad, así como las estableci-
das con el constructo sensibilidad a la ansiedad
en un grupo de pacientes con diagnóstico de es-
clerosis múltiple.
68 Félix Arbinaga Ibarzábal
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
Método
Sujetos
El trabajo se ha realizado sobre 17 sujetos vo-
luntarios, 9 mujeres (52,9%) y 8 varones
(47,1%) diagnosticados con Esclerosis Múltiple
y miembros de la Asociación de Esclerosis
Múltiple Onubense (ADEMO-Huelva). Dos
eran usuarios de algún tipo de ayuda para ca-
minar (uno con silla de ruedas y el otro usaba
muletas). La recogida de información se realizó
en los locales de la misma asociación en una
única sesión. Las principales características so-
ciodemográficas pueden consultarse en la Ta-
bla 1.
Tabla 1: Características sociodemográficas de la muestra
(n=17).
Sexo
Hombres
Mujeres
47,1% (n= 8)
52,9% (n= 9)
Edad.
Total
Hombres
Mujeres
Media
43,47 95% I.C.(40,1-46,9)
44,50 D.S. 7,8
42,56 D.S. 5,75
Estado Civil
Casado
Soltero
Separado-Divorciado
70,6%
11,8%
17,6%
Nivel Estudios
Sin estudios
Graduado Escolar
Bachiller
F.P.
Universitario Med.
11,8%
47,1%
29,4%
5,9%
5,9%
Situación Laboral
Activo Baja
Parado sin cobrar
Jubilado con pensión
Otras situaciones
5,9%
17,6%
47,1%
29,4%
Grado de Minusvalía
< 33%
del 33 al 64%
del 65 al 74%
> del 74%
5,9%
70,6%
17,6%
5,9%
Cobro de Pensión por
Minusvalía
Si
No
76,5%
23,5%
Instrumentos
Para la recogida de la información se con-
fección una hoja de respuesta organizada en
cinco bloques. El primero de los bloques reco-
gía información sociodemográfica (sexo, edad,
estado civil, nivel estudios, situación laboral) y
de carácter médico-sanitario (fase y tipo de la
enfermedad, grado de minusvalía, edad de las
primeras molestias y edad de diagnóstico, nú-
mero de visitas anuales al especialista).
El segundo de los bloques se organizaba
sobre el “Índice de Sensibilidad a la Ansiedad”
(Anxiety Sensitivity Index - A.S.I.) (Peterson y
Reiss, 1987) en la versión española adaptada
por Sandín y Chorot (Sandín y Chorot, 1990).
La escala ASI está constituida por 16 ítems que
expresan creencias acerca de las consecuencias
negativas de la experiencia de los síntomas de
ansiedad. El sujeto contesta a cada ítem según
una escala tipo Likert de 5 puntos. Los datos
de validez y fiabilidad para la versión original
pueden consultarse en diversos trabajos (Peter-
son y Heilbronner, 1987; Peterson y Reiss,
1987); los referidos a la versión para la pobla-
ción española pueden consultarse en el trabajo
Sandín, Chorot y McNally (1996).
El tercero de los bloques pretendía evaluar
la Calidad de Vida Asociada a la Salud (CVAS)
mediante el “Cuestionario EuroQol” (EQ-5D)
(Brooks, 1996) en su adaptación a la población
española (Badía, Gutiérrez, Wiklund y Alonso,
1996). El cuestionario se divide en cuatro par-
tes, que nosotros dejamos en tres eliminando
los datos sociales (edad, sexo etc..) que se reco-
gían en otro apartado: la primera parte es un
sistema descriptivo en cinco dimensiones (mo-
vilidad, cuidado personal, actividades cotidia-
nas, dolor/malestar, ansiedad/depresión) con
respuestas que van desde 1 (no tengo proble-
mas) hasta 3 (máximo nivel de problemática); la
segunda consiste en una escala visual analógica
(EVA) que evalúa “para el día de hoy” desde el
peor estado de salud (0) al mejor estado de sa-
lud posible (100); la tercera parte permite obte-
ner unas puntuaciones individuales, según las
respuestas en cada una de las cinco dimensio-
nes de la primera parte, y varían desde un valor
Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 69
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
de 11111 para el mejor estado de salud posible
y el código 33333 para el peor; éstas puntua-
ciones son factibles de transformarse en unos
valores tarifa (Tarifa EVA) que se mueven des-
de el valor 1, como mejor estado de salud po-
sible, hasta el valor 0 como estado de muerte.
El cuarto de los bloques se organizaba sobre
la base del “Inventario de Depresión de Beck” (B.D.I.)
(Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). El equipo de
Aaron Beck encuentra una consistencia interna
media de 0,86 para pacientes psiquiátricos y de
0,81 para sujetos no psiquiátricos. Respecto a su
validez concurrente informan de una correlación
media con la Escala de Hamilton para la depre-
sión de 0,73 para pacientes psiquiátricos y de
0,74 para sujetos no psiquiátricos. Con respecto
a esta versión, en la adaptación a nuestra pobla-
ción (Vázquez y Sanz, 1997; Vázquez y Sanz,
1999) se obtuvieron un coeficiente de fiabilidad
test-retest de 0,65 a 0,72 y un alfa de Cronbach
de 0,82.
El quinto de los bloques se formó con la
“Escala de Ansiedad Estado-Rasgo” (State-Trait
Anxiety Inventory -STAI) (Spielberger, Gorsuch y
Lushene, 1970). El STAI es un inventario de
evaluación que comprende dos escalas que mi-
den dos conceptos de ansiedad: ansiedad–estado
y ansiedad-rasgo. Mientras la ansiedad-estado se
considera una condición emocional transitoria,
la ansiedad-rasgo se define como una propen-
sión ansiosa relativamente estable (Spielbergerm,
Gorsuch y Lushene, 1970). La versión para la
población español ha sido publicada en el año
1982 (Seisdedos, 1982). La consistencia interna
de esta escala es bastante buena (0,90 y 0,93 en
la ansiedad-estado y entre 0,84 y 0,87 en ansie-
dad-rasgo) así como los de validez en diversos
contextos (Seisdedos, 1982).
Resultados
Por lo que respecta a la información que se les
solicita a los sujetos sobre la enfermedad, se
observa que éstos reconocen en el 58,8% de
los casos tener una E.M. en brotes, en el 35,3%
sería en brotes progresiva y sólo el 5,9% indica
tener una E.M. progresiva desde su inicio. La
edad de los primeros síntomas se ha estableci-
do con una media de 30,29 + 7,4 años mientras
que la edad del diagnóstico se situaba en torno
a los 34,29 + 8,2 años. Esto significa una de-
mora en el tiempo, entre las primeras manifes-
taciones de la enfermedad y el diagnóstico, de 4
+ 3,2 años de media.
La enfermedad afecta a la vida del sujeto de
tal forma que sólo el 11,8% reconoce no haber
sufrido ningún cambio psicológico importante
desde el momento de conocer el diagnóstico de
la misma. Así, por ejemplo, el 70,6% dice que
sus relaciones sexuales han disminuido, y el
58,8% de los sujetos reconoce un empeora-
miento en la calidad de este tipo de contactos.
En la Tabla 2 observamos las respuestas
que los sujetos han dado a cada una de las ca-
tegorías del cuestionario Euroqol sobre Calidad
de Vida Asociada a la Salud. Como vemos, sal-
vo en el caso del cuidado personal y en la cate-
goría de ansiedad/depresión la mayoría de los
sujetos tiende a mostrar las puntuaciones más
elevadas en los niveles intermedios; esto es, se
reflejan unos moderados niveles de problemá-
tica en cada una de las dimensiones. Así, en la
dimensión referida a la movilidad el 76,5% re-
conoce tener problemas para caminar, el 35,3%
manifiesta algún tipo de problemática para rea-
lizar las tareas de cuidado personal, las activi-
dades cotidianas (trabajar, estudiar, hacer tareas
domésticas, etc.) se ven dificultadas para el
64,7% de los sujetos, el 88,3% dice tener dolor
o malestar y el 53% siente ansiedad o depre-
sión.
70 Félix Arbinaga Ibarzábal
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
Tabla 2: Porcentaje de sujetos en cada una de las respuestas al Cuestionario EuroQol.
Muestra (n=17) Crónicos (n=120)* Críticos (n=103)**
n % % %
Movilidad (S11)
No Problemas 4 23,5 63,3 13,6
Algunos Problemas 13 76,5 36,7 37,9
Tengo que Estar en Cama __ __ __ 48,5
Cuidado Personal (S12)
No Problemas Cuidado Personal 11 64,7 91,7 22,3
Algunos Problemas Cuidado Personal 5 29,4 8,3 35,0
Incapaz de Lavarme o Vestirme 1 5,9 __ 42,7
Actividades Cotidianas (S21)
No Problemas para Realizarlas 6 35,3 85,8 4,9
Algunos Problemas para Realizarlas 10 58,8 12,5 14,6
Incapaz de Realizarlas 1 5,9 1,7 70,6
Dolor/Malestar (S22)
No Tengo Dolor ni Malestar 2 11,8 42,5 38,8
Moderado Dolor o Malestar 14 82,4 49,2 55,3
Mucho Dolor o Malestar 1 5,9 8,3 5,8
Ansiedad/Depresión (S23)
No Ansiedad ni Depresión 8 47,1 62,5 62,1
Moderada Ansiedad o Depresión 8 47,1 30,8 29,1
Muy Ansioso o Deprimido 1 5,9 6,7 8,7
Estado de Salud en 12 Últimos Meses
Mejor 2 11,8
Igual 8 47,1
Peor 7 41,2
* Badia, Herdman y Kind (1998) ** Badia, Díaz-Prieto, Rué y Patrick (1996)
Por su parte, en la Tabla 3 se indican los re-
sultados obtenidos en cada una de las variables
analizadas. Hay que decir que para calcular la
variable EQ5D, que será la suma de todas las
puntuaciones obtenidas por el sujeto en todas
las dimensiones del cuestionario Euroqol, se ha
invertido el valor de la Escala Analógica Visual,
de tal forma que ahora cuanto mayor sea el va-
lor reflejado peor es la valoración que hace el
sujeto de su estado de salud (dado que esta
transformación no se ha realizado con anterio-
ridad en otros informes no ofrecemos datos de
comparación en lo que hemos denominado
grupo normativo).
Podemos observar que tanto los valores
obtenidos por nuestra muestra en depresión
como los obtenidos en la escala de sensibilidad
a la ansiedad son muy superiores a los de los
grupos normativos, mientras en los niveles de
ansiedad-estado y ansiedad-rasgo se reflejan
mayores paralelismos con la población general.
Refiriéndonos al valor de la Tarifa EVA pode-
mos observar que nuestra muestra presenta de
manera significativa (p<0,05) un peor estado
de salud que el grupo normativo utilizado para
la adaptación del instrumento a nuestra pobla-
ción.
Si analizamos los resultados en las diversas
variables estudiadas y relacionadas con el sexo
de los sujetos entrevistados comprobamos que
las mujeres obtienen puntuaciones significati-
vamente mayores en depresión, ansiedad esta-
do y sensibilidad a la ansiedad (p<0,05), no
mostrando diferencias en los valores de la Tari-
fa EVA ni en la puntuación total al cuestiona-
rio de calidad de vida, aunque sí parecen mos-
trar unas puntuaciones algo superiores en ésta
última (Tabla 4).
Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 71
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
Tabla 3: Estadística Descriptiva de las puntuaciones obtenidas en cada una de las escalas para el conjunto
de la muestra (n=17) y los grupos normativos.
Media D.S. I.C. 95% G. Normativo (Med-DS)
B.D.I 14,59 8,26 10,34-18,84 5,93 + 5,38
A.E 22,00 11,62 16,02-27,97 21,92 + 11,25*
A.R 28,35 10,57 22,92-33,79 22.59 + 9,47*
A.S.I 19,47 11,07 13,77-25,16 8,2 + 5,1
TEVA 0,5859 0,2182 0,4737-0,6980 0,89 (0,003)**
EQ5D 52,88 23,47 40,82-64,95
* valores medios de media y desviación estándar de los sexos en adultos. ** Tarifa EVA en pobla-
ción normativa de la Encuesta de Salud de Cataluña (Media e IC 95%) BDI.- Depresión. AE.-
Ansiedad-Estado. AR.- Ansiedad-Rasgo. ASI.- Sensibilidad Ansiedad.
Tabla 4: Estadística Descriptiva (Media, DS, IC95%)de las puntuaciones obtenidas en función del sexo.
Hombres (n=8) Mujeres (n=9)
B.D.I 10,3 + 5,9 (5,3-15,2) 18,4 + 8,4 (12,0-24,9)*
A.E 14,9 + 7,2 (8,8-20,9) 28,3 + 11,3 (19,6-37,0)*
A.R 24,9 + 7,8 (18,3-31,4) 31,4 + 12,1 (22,1-40,8)
A.S.I 13,0 + 6,7 (7,4-18,6) 25,2 + 11,3 (16,5-33,9)*
TEVA 0,6652 + 0,1121 (0,5715-0,759) 0,5153 + 0,2689 (0,3087-0,7220)
EQ5D 46,13 + 13,26 (35,04-57,21) 58,89 + 29,35 (36,33-81,45)**
* p<0,05 ** La puntuación es la suma total pero con la valoración de la Escala Visual Analógica
invertida (a mayor puntuación peor estado de salud). BDI.- Depresión. AE.- Ansiedad-Estado.
AR.- Ansiedad-Rasgo. ASI.- Sensibilidad Ansiedad.
Las relaciones entre depresión y los valores
obtenidos en la Tarifa EVA y el resultado total
al instrumento de calidad de vida se ven indi-
cadas en la Tabla 5, donde podemos observar
que los sujetos con depresión leve muestran
una peor valoración de su calidad de vida, sólo
superados por el sujeto que había puntuado
con niveles de depresión grave o severa.
Tabla 5: Media, D.S e I.C.95% en Tarifa EVA y en el Total de la EQ5D según los resultados en Depresión
(B.D.I.)
n Tarifa EVA EQ5D (total)*
Grupo Total 17 0,5859 +0,2182 (0,47-0,69) 52,88 + 23,47 (40,82-64,95)
Normal 7 0,7116 +0,0622 (0,65-0,77) 35,4286 +15,50 (21,09-49,76)
Depre. Leve 4 0,5277 + 0,3595 (-0,04-1,09) 73,00 + 16,45 (46,82-99,18)
Depre. Moderada 5 0,5276 + 0,1438 (0,35-0,71) 54,00 + 19,35 (29,97-78,03)
Depre. Grave 1 0,2299 89
* La puntuación es la suma total pero con la valoración de la Escala Visual Analógica invertida (a mayor puntuación
peor estado de salud)
Estas relaciones se reafirman cuando reali-
zamos correlaciones entre dichas variables,
donde comprobamos la significación de las re-
laciones entre depresión y Tarifa EVA y entre
depresión y los valores totales al cuestionario
de calidad de vida y entre la ansiedad estado
con ambos valores (Tabla 6). Así, analizando
relaciones parciales con cada una de las dimen-
siones del EuroQol podemos comprobar como
la depresión correlaciona de forma significativa
con las actividades cotidianas y con los valores
de la escala visual analógica (donde su valores
han sido invertidos) (p<0,05), y, como era de
esperar, con una probabilidad mayor con la
dimensión ansiedad/depresión (p<0,01). Algo
similar ocurre con la ansiedad estado que co-
rrelaciona con las actividades cotidianas, la es-
cala visual analógica (p<0,05) y de forma muy
72 Félix Arbinaga Ibarzábal
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
significativa (p<0,001) con la ansiedad/depre-
sión.
Por último, habría que señalar las relaciones
que se establecen entre los niveles de depresión
y la valoración que hace el sujeto de su salud en
los últimos 12 meses, que si bien no resulta
significativa a los niveles que suelen ser tradi-
cionales, sí se obtiene una probabilidad que
podría ser considerada como relevante en
(p=0,072).
Tabla 6: Coeficientes de Correlación Pearson y nivel de significación
CVAS S11 S12 S21 S22 S23 S3 S4 TEVA EQ5D
B.D.I. 0,13 0,39 0,50* 0,26 0,66** 0,39 0,57* -0,53* 0,60**
A.E. 0,08 0,38 0,49* 0,26 0,776*** 0,45 0,51* -0,51* 0,54*
A.R. 0,24 0,24 0,29 0,31 0,71*** 0,53* 0,35 -0,36 0,39
A.S.I. -0,03 0,16 0,32 0,11 0,45 0,01 0,39 -0,24 0,39
S11.- Movilidad; S12.-Cuidado Personal; S21.- Actividades Cotidianas; S22.- Dolor/Malestar; S23.- Ansiedad/Depresión;
S3.- Salud 12 Meses; S4.- Escala Visual Analógica Invertida; TEVA.- Tarifa EVA; EQ5D.- Suma total con valor EVA in-
vertido.
B.D.I.- Depresión; A.E.- Ansiedad Estado; A.R.- Ansiedad Rasgo; A.S.I.- Sensibilidad Ansiedad
* p<0,05 ** p<0,01 *** p<0,001
Discusión
La Esclerosis Múltiple vemos que es una en-
fermedad que, si bien en sus manifestaciones
clínicas es muy variada, puede llegar a resultar
muy incapacitante para buena parte de los suje-
tos. En este sentido se observa la relevancia del
impacto derivado tanto en el ámbito clínico
como social, donde podemos comprobar que
buena parte de los sujetos reconocen unas
condiciones sociolaborales de no activos o
pensionados. Pero junto a todo ello no deja de
ser menos preocupante las repercusiones que
pudieran manifestarse en la pareja, la familia, el
impacto en la conducta sexual y las alteraciones
emocionales que han venido siendo compro-
badas en diversos informes.
Siendo conscientes de las limitaciones que
se derivan del tamaño muestral al que hemos
podido tener acceso, concluiríamos que el tra-
bajo apoya las relaciones entre depresión y EM
(Mohr et al., 2000;Voss et al. 2002) entre ésta y
la ansiedad (Garland y Zis, 1991; Murray,
1995); sin embargo, nuestros datos no van en
la misma línea de aquellos que reflejan una me-
nor ansiedad estado (Godoy, Muela y Pérez,
1993).
En este contexto destacamos que los suje-
tos han mostrado niveles muy superiores a los
valores de las poblaciones tomadas como nor-
mativas, en las diversas adaptaciones de los ins-
trumentos a la población española, tanto en
depresión como sensibilidad a la ansiedad
(Sandín, Chorot y McNally, 1996; Vázquez y
Sanz, 1997). Así, podríamos decir que en el ca-
so del Inventario de Depresión de Beck las
puntuaciones obtenidas por la muestra estarían
más próximas a las manifestadas por las pobla-
ciones con trastornos mentales indefinidos,
con trastornos de ansiedad o, como resultaría
más lógico pensar, con las poblaciones en las
cuales se manifiesta alguna enfermedad médica
(Vázquez y Sanz, 1999) que a las puntuaciones
obtenidas por la población general. En el caso
de la sensibilidad a la ansiedad viene a ocurrir
que los niveles se asociarían mas con los indi-
cados por poblaciones con trastornos de ansie-
dad generalizada, fobia social y trastornos ob-
sesivo compulsivos (Sandín, Chorot y McNally,
1996).
Un aspecto que habría que seguir indagan-
do en futuros trabajos y que nosotros hemos
considerado relevante es el papel que el cons-
tructo sensibilidad a la ansiedad pudiera des-
empeñar en este tipo de pacientes, ya que co-
mo se ha venido mostrando en otros terrenos
relacionados con el dolor crónico y la intensi-
dad del mismo su influencia es importante
(Asmundson y Norton, 1995).
Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 73
anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio)
Con respecto a las relaciones de la esclero-
sis múltiple con la calidad de vida hemos podi-
do comprobar como aquella afecta de forma
importante a la valoración que realizan los suje-
tos de sus condiciones de salud. Sin embargo,
habría que seguir trabajando para determinar
con mayor exactitud las relaciones entre ambas
ya que la tendencia mostrada por los sujetos no
se ajusta del todo a los valores obtenidos en
otro lugar con las poblaciones de crónicos (Ba-
día, Roset, Montserrat, Herdman y Segura,
1999).
Para finalizar, vemos la importancia de tra-
bajar en los enfermos de esclerosis múltiple en
aspectos tan relevantes como el estado de áni-
mo, la ansiedad y otras variables psicológicas;
máxime cuando se disponen de intervenciones
breves y poco costosas que con cierto grado de
seguridad podrían mejorar la calidad de vida de
estos pacientes.
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(Artículo recibido: 20-2-2002, aceptado: 26-3-2003)

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EM y calidad vida en Esclerosis Múltiple

  • 1. - 65 - anales de psicología 2003, vol. 19, nº 1 (junio), 65-74 © Copyright 2003: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia Murcia (España). ISSN: 0212-9728 Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: El caso de la esclerosis múltiple. Félix Arbinaga Ibarzábal* Centro de Psicología Clínica (Huelva, España) Resumen: El trabajo pretende conocer las características de un grupo de 17 enfermos con Esclerosis Múltiple en as- pectos como depresión, ansiedad, sensibilidad a la ansiedad y la calidad de vida relacionada con la salud. Mediante la utilización del Inventario de Depresión de Beck (BDI) se observa que el 58,8% presenta algún nivel de depresión; mostrando puntuaciones superiores a las de la población normativa (p<0,05). Por su parte, también se reflejan valo- res superiores en sensibilidad a la ansiedad, medida con el Indice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI). La media obte- nida en la Tarifa EVA del cuestionario sobre Calidad de Vida Euroqol (EQ5D) ha sido de 0,5859 (+ 0,2182), muy inferior al valor obtenido en una población general; esto es, los sujetos con Esclerosis Múltiple ha indicado una peor calidad de vida relacionada con la salud. Mostrándose, asi- mismo, unas correlaciones significativas entre depresión y ansiedad estado (medida con el Inventario de Ansiedad Es- tado Rasgo STAI) y los valores del Cuestionario Euroqol. Palabras clave: Esclerosis Múltiple; depresión; ansiedad; sensibilidad ansiedad; calidad de vida Title: Emotional aspects and quality of life in patients with demyelinating illnesses: the case of multiple sclerosis. Abstract: The paper is going to show the characteristics of a group of 17 patients with Multiple Sclerosis in aspects such as depression, anxiety, anxiety sensitivity and the qual- ity of life as related to health. Through the use of the Beck Depression Inventory (BDI) we can see that 58.8% show some level of depression; with higher points than the nor- mative population (p<0.05). They also reflect higher values in anxiety sensitivity, measured with the Anxiety Sensitivity Index (ASI). The average obtained in the EVA Tariff on the questionnaire about the Euroqol Quality of Life (EQ5D) was 0.5859 (+ 0.2182), very inferior to the value obtained in the general population; that is, the subjects with Multiple Sclerosis showed a worse quality of life as re- lated to health. Some significative correlations between de- pression and anxiety state (measured with the State Trait Anxiety Inventory STAI) and the values of the Euroqol Questionnaire were also shown. Key words: Multiple sclerosis; depression; anxiety; anxiety sensitivity; quality life. Introducción La Esclerosis Múltiple (EM) es una enferme- dad inflamatoria y desmielinizante del sistema nervioso central (SNC) que principalmente afecta a adultos jóvenes. En dicha enfermedad el proceso patogénico principal está dirigido contra la mielina normal. Los estudios epide- miológicos y de laboratorio sugieren que es una enfermedad disinmune, posiblemente iniciada cuando un agente infeccioso (v.g. un virus) in- duce una respuesta inmune mediada por células T en un individuo genéticamente susceptible (Beatty y Gange, 1977; Agustín y Herbert, 1980). Patológicamente, la EM se caracteriza por la presencia de placas en el SNC, que con- * Dirección para correspondencia: Félix Arbinaga Ibarzábal. Centro de Psicología Clínica. C/ José Fariña 56 – 5ºc. 21006 Huelva (España). E-mail: arbinaga@wanadoo.es sisten en áreas de desmielinización de localiza- ción perivascular, que se detectan especialmen- te en la región periventricular, cuerpo calloso, nervios ópticos, tronco del encéfalo, cerebelo y médula espinal. Los constituyentes principales de las lesiones activas son linfocitos T activa- dos y macrófagos, un hallazgo que sugiere que está en marcha un proceso inmunológico acti- vo (Fernández, 1994; Weinshenker, 1995; Thompson, 1996; Hohlfeld, 1997). Epidemiológicamente, la EM es más fre- cuente en regiones frías y parece tener un gra- diente de prevalencia de norte a sur. Las muje- res tienen de 1,9 a 3,1 más probabilidades que los hombres de desarrollar EM. En España se estiman unos 30.000 casos, siendo la enferme- dad neurológica más frecuente entre adultos jóvenes en Europa y Norteamérica (Adams y Kubik, 1952; Baum y Rothschild, 1981). Las primeras manifestaciones de la enfermedad ra- ramente suceden antes de la pubertad o tras la
  • 2. 66 Félix Arbinaga Ibarzábal anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) edad de 60 años. Después de la pubertad, la in- cidencia aumenta rápidamente, con un pico hacia los 30 años. La incidencia permanece alta durante la cuarta década, tras la que declina rá- pidamente (Swingler y Compston, 1986; Wynn, Rodsriguez, O´Fallon y Kurland, 1989; Thompson, 1996). Se distinguen fases de la enfermedad (pro- gresión, estabilización, brote, remisión), formas de evolución (fulminante, aguda, subaguda, crónica, latente) y tipos de brotes (brotes, bro- tes-progresiva, progresiva desde el inicio) (Con- favreux, Compston, Hommes, McDonald y Thompson, 1992). El curso clínico de la EM es marcadamente variable; su manifestación clínica es asimismo muy heterogénea en síntomas y sig- nos. Los síntomas no sólo varían entre diferen- tes personas sino también en una misma perso- na y según el momento temporal de la evolu- ción; pudiendo variar tanto en gravedad como en duración. Las manifestaciones más comunes incluyen debilidad, hormigueo, trastornos en la coordinación, fatiga, trastornos del equilibrio, alteraciones visuales, temblor, espasticidad, trastornos del habla, problemas intestinales o urinarios, ataxia, problemas en la función sexual y sensibilidad al calor entre otros (Or- meod y McDonald, 1984; Kelly, 1985; Scheim- berg, 1988; Iriarte, Carreño y De Castro, 1996). Asimismo, se puede observar una variada afec- tación neuropsicológica en áreas tales como la memoria, el razonamiento, el procesamiento de la información más que en el lenguaje, etc. (Brassintong y Marsch, 1998; Rao, Leo, Elling- ton, nauertz, Bernardin y Unverzagt, 1991; Higginson, Arnett y Voss, 2000; Arnett, 2001). Entre las alteraciones emocionales más impor- tantes que se han reseñado observamos los ni- veles clínicos y subclínicos de depresión y an- siedad (Whitlock y Siskind, 1980; Barezts y Stephenson, 1981; Godoy, Muela y Pérez, 1993; Jáuregui, 2000; Mohr, Wende, Dwyery Dick, 2000; Voss, Arnett, Higginson, Ran- dolph, Campos y Dyck 2002) y en menor me- dida otras alteraciones psiquiátricas (Munarriz, Donat y Azorin, 1988). La calidad de vida es hoy en día una cues- tión de máxima importancia sobre todo cuando se habla de enfermos crónicos para los cuales sólo existen medidas terapéuticas paliativas. En la investigación y en la práctica clínica es cada vez más frecuente encontrar trabajos que bus- can definir y evaluar la calidad de vida de los pacientes. Concepto éste que servirá tanto para valorar las condiciones derivadas de una en- fermedad o tratamiento como para tener pre- sente la consideración que el enfermo hace de su situación vital, especialmente las consecuen- cias en su bienestar físico, emocional y social. La Calidad de Vida Asociada a la Salud (CVAS) ha sido definida como “el valor asignado a la duración de la vida modificado por la deficien- cia, el estado funcional, la percepción de la sa- lud y la oportunidad social debido a una en- fermedad, accidente, tratamiento o política de- terminada” (Patrick y Erickson, 1993). Así, la calidad de vida se ha conceptualizado como las condiciones objetivas de vida, como la satisfac- ción del individuo con sus condiciones de vida, como la calidad de las condiciones de vida mas las satisfacción personal o como la calidad de las condiciones de vida más la satisfacción per- sonal más los valores personales (Borthwick- Duffy, 1992; Felce y Perry, 1995). A pesar de la implicación e importancia que muestran las alteraciones del estado de ánimo en los procesos patológicos crónicos, se podría decir que en el caso de la EM la depresión ha sido históricamente infratratada. Todo ello aun sabiendo que la tasa de prevalencia de la depre- sión en la EM es a lo largo de la vida en torno al 47-54% (Fischer, Foley, Aikens, Ericson, Rao y Shindell, 1994), y que se ha mostrado susceptible de ser tratada incluso por medio de la terapia cognitiva conductual de manera tele- fónica (Mohr et al. 2000). Si bien se reconoce la presencia de altera- ciones depresivas en pacientes con EM, no re- sulta del todo claro la etiología del mismo pro- ceso depresivo. Así, podemos encontrar traba- jos que sugieren que los episodios depresivos dependerán sobre todo de la localización ana- tómica de las zonas desmielinizadas (Young, Saunders y Ponsford, 1976); mientras otros au- tores plantean la posibilidad de una doble pers- pectiva, al considerar la depresión como reac-
  • 3. Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 67 anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) ción psicológica normal ante el impacto de la enfermedad o bien como un síntoma intrínseco del mismo proceso patógeno (Schiffer, Caine, Bamford y Levy, 1983). Recientemente se ha señalado la asociación de la depresión a una mayor frecuencia y gravedad de la fatiga en pa- cientes con EM. Sin embargo, se señala que la depresión sólo puede justificar la fatiga en un porcentaje bajo de pacientes (de Castro, Carre- ño e Iriarte, 1994). Es más, se dice que la fatiga y las alteraciones físicas pudieran ser factores predictores indirectos del estado de ánimo de- presivo, al reducir aquellos la capacidad y fun- cionamiento recreativo de los sujetos (Voss et al., 2002). A pesar de esta evidencia sobre la existencia de las alteraciones del estado de ánimo en pa- cientes con EM, también habría que señalar la falta de un consenso sobre la forma de medir la depresión en estos pacientes y esto es debido al hecho de que algunos investigadores han halla- do muestras de que los síntomas neurovegeta- tivos de la depresión no son indicadores váli- dos de la depresión, porque se solapan con los síntomas de la EM, mientras otros han indica- do todo lo contrario (Arnett, 2001). Como ya hemos referido, junto a la depre- sión es frecuente encontrar que los sujetos en- fermos de EM presentan importantes niveles de ansiedad. Se ha puesto de manifiesto que los pacientes con EM muestran una mayor ansie- dad en la mayoría de las situaciones cotidianas que los grupos control y que reflejan una me- nor ansiedad–estado (Godoy et al., 1993), de forma genérica otros trabajos han mostrado un mayor impacto de la ansiedad en este tipo de enfermos (Garland y Zis, 1991; Murray, 1995). Junto a la importancia que el impacto de la ansiedad pudiera manifestar en estos pacientes, nuestro interés también se va a centrar en ana- lizar una nueva variable que se ha mostrado moduladora de las respuestas catastrofistas y/o ataques de pánico, nos referimos a la sensibili- dad a la ansiedad. La sensibilidad a la ansiedad fue definida para referirse al miedo ante los sín- tomas de ansiedad, basado en la creencia de que dichos síntomas poseen propiedades peli- grosas (Reiss y McNally, 1985). Actualmente la sensibilidad a la ansiedad es conceptuada más específicamente como el miedo a ciertas sensa- ciones corporales, las cuales no necesariamente se producen por ansiedad (McNally, 1990; McNally, 1994; Taylor, 1995; Taylor, 1996). La sensibilidad a la ansiedad es pues una variable disposicional, es una predisposición a interpre- tar las sensaciones corporales como peligrosas, que facilita el condicionamiento pavloviano de miedo a las sensaciones corporales (Reiss, 1991), la interpretación catastrofista de las sen- saciones corporales (McNally, 1990), y el con- dicionamiento de miedo y evitación a las situa- ciones agorafóbicas (Taylor, 1995). Por otra parte, ya se han realizado estudios para determinar el papel que la sensibilidad a la ansiedad pueda tener en pacientes con dolores crónicos; ya que es razonable pensar que la an- siedad relacionada con aquellos síntomas físi- cos, que para el sujeto resultan ser inexplica- bles, pueda incrementar la discapacidad del mismo. Lo informado sugiere que los sujetos con alto nivel de sensibilidad a la ansiedad ex- hiben mayores cogniciones desadaptadas y ma- yores niveles de ansiedad ante las respuestas de dolor que la mostrada por otros grupos de su- jetos, aunque no muestren diferencias en la in- tensidad del dolor (Asmundson y Norton, 1995). Asimismo, los sujetos con altos niveles de sensibilidad a la ansiedad mostraban un ma- yor uso de medicación analgésica que aquellos individuos con niveles medios o bajos (As- mundson y Norton, 1995). En este contexto, el presente trabajo preten- de realizar una primera aproximación a las posi- bles relaciones entre la calidad de vida asociada a la salud y las diversas variables emocionales que venimos mencionando como son la depresión y los estados de ansiedad, así como las estableci- das con el constructo sensibilidad a la ansiedad en un grupo de pacientes con diagnóstico de es- clerosis múltiple.
  • 4. 68 Félix Arbinaga Ibarzábal anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) Método Sujetos El trabajo se ha realizado sobre 17 sujetos vo- luntarios, 9 mujeres (52,9%) y 8 varones (47,1%) diagnosticados con Esclerosis Múltiple y miembros de la Asociación de Esclerosis Múltiple Onubense (ADEMO-Huelva). Dos eran usuarios de algún tipo de ayuda para ca- minar (uno con silla de ruedas y el otro usaba muletas). La recogida de información se realizó en los locales de la misma asociación en una única sesión. Las principales características so- ciodemográficas pueden consultarse en la Ta- bla 1. Tabla 1: Características sociodemográficas de la muestra (n=17). Sexo Hombres Mujeres 47,1% (n= 8) 52,9% (n= 9) Edad. Total Hombres Mujeres Media 43,47 95% I.C.(40,1-46,9) 44,50 D.S. 7,8 42,56 D.S. 5,75 Estado Civil Casado Soltero Separado-Divorciado 70,6% 11,8% 17,6% Nivel Estudios Sin estudios Graduado Escolar Bachiller F.P. Universitario Med. 11,8% 47,1% 29,4% 5,9% 5,9% Situación Laboral Activo Baja Parado sin cobrar Jubilado con pensión Otras situaciones 5,9% 17,6% 47,1% 29,4% Grado de Minusvalía < 33% del 33 al 64% del 65 al 74% > del 74% 5,9% 70,6% 17,6% 5,9% Cobro de Pensión por Minusvalía Si No 76,5% 23,5% Instrumentos Para la recogida de la información se con- fección una hoja de respuesta organizada en cinco bloques. El primero de los bloques reco- gía información sociodemográfica (sexo, edad, estado civil, nivel estudios, situación laboral) y de carácter médico-sanitario (fase y tipo de la enfermedad, grado de minusvalía, edad de las primeras molestias y edad de diagnóstico, nú- mero de visitas anuales al especialista). El segundo de los bloques se organizaba sobre el “Índice de Sensibilidad a la Ansiedad” (Anxiety Sensitivity Index - A.S.I.) (Peterson y Reiss, 1987) en la versión española adaptada por Sandín y Chorot (Sandín y Chorot, 1990). La escala ASI está constituida por 16 ítems que expresan creencias acerca de las consecuencias negativas de la experiencia de los síntomas de ansiedad. El sujeto contesta a cada ítem según una escala tipo Likert de 5 puntos. Los datos de validez y fiabilidad para la versión original pueden consultarse en diversos trabajos (Peter- son y Heilbronner, 1987; Peterson y Reiss, 1987); los referidos a la versión para la pobla- ción española pueden consultarse en el trabajo Sandín, Chorot y McNally (1996). El tercero de los bloques pretendía evaluar la Calidad de Vida Asociada a la Salud (CVAS) mediante el “Cuestionario EuroQol” (EQ-5D) (Brooks, 1996) en su adaptación a la población española (Badía, Gutiérrez, Wiklund y Alonso, 1996). El cuestionario se divide en cuatro par- tes, que nosotros dejamos en tres eliminando los datos sociales (edad, sexo etc..) que se reco- gían en otro apartado: la primera parte es un sistema descriptivo en cinco dimensiones (mo- vilidad, cuidado personal, actividades cotidia- nas, dolor/malestar, ansiedad/depresión) con respuestas que van desde 1 (no tengo proble- mas) hasta 3 (máximo nivel de problemática); la segunda consiste en una escala visual analógica (EVA) que evalúa “para el día de hoy” desde el peor estado de salud (0) al mejor estado de sa- lud posible (100); la tercera parte permite obte- ner unas puntuaciones individuales, según las respuestas en cada una de las cinco dimensio- nes de la primera parte, y varían desde un valor
  • 5. Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 69 anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) de 11111 para el mejor estado de salud posible y el código 33333 para el peor; éstas puntua- ciones son factibles de transformarse en unos valores tarifa (Tarifa EVA) que se mueven des- de el valor 1, como mejor estado de salud po- sible, hasta el valor 0 como estado de muerte. El cuarto de los bloques se organizaba sobre la base del “Inventario de Depresión de Beck” (B.D.I.) (Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). El equipo de Aaron Beck encuentra una consistencia interna media de 0,86 para pacientes psiquiátricos y de 0,81 para sujetos no psiquiátricos. Respecto a su validez concurrente informan de una correlación media con la Escala de Hamilton para la depre- sión de 0,73 para pacientes psiquiátricos y de 0,74 para sujetos no psiquiátricos. Con respecto a esta versión, en la adaptación a nuestra pobla- ción (Vázquez y Sanz, 1997; Vázquez y Sanz, 1999) se obtuvieron un coeficiente de fiabilidad test-retest de 0,65 a 0,72 y un alfa de Cronbach de 0,82. El quinto de los bloques se formó con la “Escala de Ansiedad Estado-Rasgo” (State-Trait Anxiety Inventory -STAI) (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970). El STAI es un inventario de evaluación que comprende dos escalas que mi- den dos conceptos de ansiedad: ansiedad–estado y ansiedad-rasgo. Mientras la ansiedad-estado se considera una condición emocional transitoria, la ansiedad-rasgo se define como una propen- sión ansiosa relativamente estable (Spielbergerm, Gorsuch y Lushene, 1970). La versión para la población español ha sido publicada en el año 1982 (Seisdedos, 1982). La consistencia interna de esta escala es bastante buena (0,90 y 0,93 en la ansiedad-estado y entre 0,84 y 0,87 en ansie- dad-rasgo) así como los de validez en diversos contextos (Seisdedos, 1982). Resultados Por lo que respecta a la información que se les solicita a los sujetos sobre la enfermedad, se observa que éstos reconocen en el 58,8% de los casos tener una E.M. en brotes, en el 35,3% sería en brotes progresiva y sólo el 5,9% indica tener una E.M. progresiva desde su inicio. La edad de los primeros síntomas se ha estableci- do con una media de 30,29 + 7,4 años mientras que la edad del diagnóstico se situaba en torno a los 34,29 + 8,2 años. Esto significa una de- mora en el tiempo, entre las primeras manifes- taciones de la enfermedad y el diagnóstico, de 4 + 3,2 años de media. La enfermedad afecta a la vida del sujeto de tal forma que sólo el 11,8% reconoce no haber sufrido ningún cambio psicológico importante desde el momento de conocer el diagnóstico de la misma. Así, por ejemplo, el 70,6% dice que sus relaciones sexuales han disminuido, y el 58,8% de los sujetos reconoce un empeora- miento en la calidad de este tipo de contactos. En la Tabla 2 observamos las respuestas que los sujetos han dado a cada una de las ca- tegorías del cuestionario Euroqol sobre Calidad de Vida Asociada a la Salud. Como vemos, sal- vo en el caso del cuidado personal y en la cate- goría de ansiedad/depresión la mayoría de los sujetos tiende a mostrar las puntuaciones más elevadas en los niveles intermedios; esto es, se reflejan unos moderados niveles de problemá- tica en cada una de las dimensiones. Así, en la dimensión referida a la movilidad el 76,5% re- conoce tener problemas para caminar, el 35,3% manifiesta algún tipo de problemática para rea- lizar las tareas de cuidado personal, las activi- dades cotidianas (trabajar, estudiar, hacer tareas domésticas, etc.) se ven dificultadas para el 64,7% de los sujetos, el 88,3% dice tener dolor o malestar y el 53% siente ansiedad o depre- sión.
  • 6. 70 Félix Arbinaga Ibarzábal anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) Tabla 2: Porcentaje de sujetos en cada una de las respuestas al Cuestionario EuroQol. Muestra (n=17) Crónicos (n=120)* Críticos (n=103)** n % % % Movilidad (S11) No Problemas 4 23,5 63,3 13,6 Algunos Problemas 13 76,5 36,7 37,9 Tengo que Estar en Cama __ __ __ 48,5 Cuidado Personal (S12) No Problemas Cuidado Personal 11 64,7 91,7 22,3 Algunos Problemas Cuidado Personal 5 29,4 8,3 35,0 Incapaz de Lavarme o Vestirme 1 5,9 __ 42,7 Actividades Cotidianas (S21) No Problemas para Realizarlas 6 35,3 85,8 4,9 Algunos Problemas para Realizarlas 10 58,8 12,5 14,6 Incapaz de Realizarlas 1 5,9 1,7 70,6 Dolor/Malestar (S22) No Tengo Dolor ni Malestar 2 11,8 42,5 38,8 Moderado Dolor o Malestar 14 82,4 49,2 55,3 Mucho Dolor o Malestar 1 5,9 8,3 5,8 Ansiedad/Depresión (S23) No Ansiedad ni Depresión 8 47,1 62,5 62,1 Moderada Ansiedad o Depresión 8 47,1 30,8 29,1 Muy Ansioso o Deprimido 1 5,9 6,7 8,7 Estado de Salud en 12 Últimos Meses Mejor 2 11,8 Igual 8 47,1 Peor 7 41,2 * Badia, Herdman y Kind (1998) ** Badia, Díaz-Prieto, Rué y Patrick (1996) Por su parte, en la Tabla 3 se indican los re- sultados obtenidos en cada una de las variables analizadas. Hay que decir que para calcular la variable EQ5D, que será la suma de todas las puntuaciones obtenidas por el sujeto en todas las dimensiones del cuestionario Euroqol, se ha invertido el valor de la Escala Analógica Visual, de tal forma que ahora cuanto mayor sea el va- lor reflejado peor es la valoración que hace el sujeto de su estado de salud (dado que esta transformación no se ha realizado con anterio- ridad en otros informes no ofrecemos datos de comparación en lo que hemos denominado grupo normativo). Podemos observar que tanto los valores obtenidos por nuestra muestra en depresión como los obtenidos en la escala de sensibilidad a la ansiedad son muy superiores a los de los grupos normativos, mientras en los niveles de ansiedad-estado y ansiedad-rasgo se reflejan mayores paralelismos con la población general. Refiriéndonos al valor de la Tarifa EVA pode- mos observar que nuestra muestra presenta de manera significativa (p<0,05) un peor estado de salud que el grupo normativo utilizado para la adaptación del instrumento a nuestra pobla- ción. Si analizamos los resultados en las diversas variables estudiadas y relacionadas con el sexo de los sujetos entrevistados comprobamos que las mujeres obtienen puntuaciones significati- vamente mayores en depresión, ansiedad esta- do y sensibilidad a la ansiedad (p<0,05), no mostrando diferencias en los valores de la Tari- fa EVA ni en la puntuación total al cuestiona- rio de calidad de vida, aunque sí parecen mos- trar unas puntuaciones algo superiores en ésta última (Tabla 4).
  • 7. Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 71 anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) Tabla 3: Estadística Descriptiva de las puntuaciones obtenidas en cada una de las escalas para el conjunto de la muestra (n=17) y los grupos normativos. Media D.S. I.C. 95% G. Normativo (Med-DS) B.D.I 14,59 8,26 10,34-18,84 5,93 + 5,38 A.E 22,00 11,62 16,02-27,97 21,92 + 11,25* A.R 28,35 10,57 22,92-33,79 22.59 + 9,47* A.S.I 19,47 11,07 13,77-25,16 8,2 + 5,1 TEVA 0,5859 0,2182 0,4737-0,6980 0,89 (0,003)** EQ5D 52,88 23,47 40,82-64,95 * valores medios de media y desviación estándar de los sexos en adultos. ** Tarifa EVA en pobla- ción normativa de la Encuesta de Salud de Cataluña (Media e IC 95%) BDI.- Depresión. AE.- Ansiedad-Estado. AR.- Ansiedad-Rasgo. ASI.- Sensibilidad Ansiedad. Tabla 4: Estadística Descriptiva (Media, DS, IC95%)de las puntuaciones obtenidas en función del sexo. Hombres (n=8) Mujeres (n=9) B.D.I 10,3 + 5,9 (5,3-15,2) 18,4 + 8,4 (12,0-24,9)* A.E 14,9 + 7,2 (8,8-20,9) 28,3 + 11,3 (19,6-37,0)* A.R 24,9 + 7,8 (18,3-31,4) 31,4 + 12,1 (22,1-40,8) A.S.I 13,0 + 6,7 (7,4-18,6) 25,2 + 11,3 (16,5-33,9)* TEVA 0,6652 + 0,1121 (0,5715-0,759) 0,5153 + 0,2689 (0,3087-0,7220) EQ5D 46,13 + 13,26 (35,04-57,21) 58,89 + 29,35 (36,33-81,45)** * p<0,05 ** La puntuación es la suma total pero con la valoración de la Escala Visual Analógica invertida (a mayor puntuación peor estado de salud). BDI.- Depresión. AE.- Ansiedad-Estado. AR.- Ansiedad-Rasgo. ASI.- Sensibilidad Ansiedad. Las relaciones entre depresión y los valores obtenidos en la Tarifa EVA y el resultado total al instrumento de calidad de vida se ven indi- cadas en la Tabla 5, donde podemos observar que los sujetos con depresión leve muestran una peor valoración de su calidad de vida, sólo superados por el sujeto que había puntuado con niveles de depresión grave o severa. Tabla 5: Media, D.S e I.C.95% en Tarifa EVA y en el Total de la EQ5D según los resultados en Depresión (B.D.I.) n Tarifa EVA EQ5D (total)* Grupo Total 17 0,5859 +0,2182 (0,47-0,69) 52,88 + 23,47 (40,82-64,95) Normal 7 0,7116 +0,0622 (0,65-0,77) 35,4286 +15,50 (21,09-49,76) Depre. Leve 4 0,5277 + 0,3595 (-0,04-1,09) 73,00 + 16,45 (46,82-99,18) Depre. Moderada 5 0,5276 + 0,1438 (0,35-0,71) 54,00 + 19,35 (29,97-78,03) Depre. Grave 1 0,2299 89 * La puntuación es la suma total pero con la valoración de la Escala Visual Analógica invertida (a mayor puntuación peor estado de salud) Estas relaciones se reafirman cuando reali- zamos correlaciones entre dichas variables, donde comprobamos la significación de las re- laciones entre depresión y Tarifa EVA y entre depresión y los valores totales al cuestionario de calidad de vida y entre la ansiedad estado con ambos valores (Tabla 6). Así, analizando relaciones parciales con cada una de las dimen- siones del EuroQol podemos comprobar como la depresión correlaciona de forma significativa con las actividades cotidianas y con los valores de la escala visual analógica (donde su valores han sido invertidos) (p<0,05), y, como era de esperar, con una probabilidad mayor con la dimensión ansiedad/depresión (p<0,01). Algo similar ocurre con la ansiedad estado que co- rrelaciona con las actividades cotidianas, la es- cala visual analógica (p<0,05) y de forma muy
  • 8. 72 Félix Arbinaga Ibarzábal anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) significativa (p<0,001) con la ansiedad/depre- sión. Por último, habría que señalar las relaciones que se establecen entre los niveles de depresión y la valoración que hace el sujeto de su salud en los últimos 12 meses, que si bien no resulta significativa a los niveles que suelen ser tradi- cionales, sí se obtiene una probabilidad que podría ser considerada como relevante en (p=0,072). Tabla 6: Coeficientes de Correlación Pearson y nivel de significación CVAS S11 S12 S21 S22 S23 S3 S4 TEVA EQ5D B.D.I. 0,13 0,39 0,50* 0,26 0,66** 0,39 0,57* -0,53* 0,60** A.E. 0,08 0,38 0,49* 0,26 0,776*** 0,45 0,51* -0,51* 0,54* A.R. 0,24 0,24 0,29 0,31 0,71*** 0,53* 0,35 -0,36 0,39 A.S.I. -0,03 0,16 0,32 0,11 0,45 0,01 0,39 -0,24 0,39 S11.- Movilidad; S12.-Cuidado Personal; S21.- Actividades Cotidianas; S22.- Dolor/Malestar; S23.- Ansiedad/Depresión; S3.- Salud 12 Meses; S4.- Escala Visual Analógica Invertida; TEVA.- Tarifa EVA; EQ5D.- Suma total con valor EVA in- vertido. B.D.I.- Depresión; A.E.- Ansiedad Estado; A.R.- Ansiedad Rasgo; A.S.I.- Sensibilidad Ansiedad * p<0,05 ** p<0,01 *** p<0,001 Discusión La Esclerosis Múltiple vemos que es una en- fermedad que, si bien en sus manifestaciones clínicas es muy variada, puede llegar a resultar muy incapacitante para buena parte de los suje- tos. En este sentido se observa la relevancia del impacto derivado tanto en el ámbito clínico como social, donde podemos comprobar que buena parte de los sujetos reconocen unas condiciones sociolaborales de no activos o pensionados. Pero junto a todo ello no deja de ser menos preocupante las repercusiones que pudieran manifestarse en la pareja, la familia, el impacto en la conducta sexual y las alteraciones emocionales que han venido siendo compro- badas en diversos informes. Siendo conscientes de las limitaciones que se derivan del tamaño muestral al que hemos podido tener acceso, concluiríamos que el tra- bajo apoya las relaciones entre depresión y EM (Mohr et al., 2000;Voss et al. 2002) entre ésta y la ansiedad (Garland y Zis, 1991; Murray, 1995); sin embargo, nuestros datos no van en la misma línea de aquellos que reflejan una me- nor ansiedad estado (Godoy, Muela y Pérez, 1993). En este contexto destacamos que los suje- tos han mostrado niveles muy superiores a los valores de las poblaciones tomadas como nor- mativas, en las diversas adaptaciones de los ins- trumentos a la población española, tanto en depresión como sensibilidad a la ansiedad (Sandín, Chorot y McNally, 1996; Vázquez y Sanz, 1997). Así, podríamos decir que en el ca- so del Inventario de Depresión de Beck las puntuaciones obtenidas por la muestra estarían más próximas a las manifestadas por las pobla- ciones con trastornos mentales indefinidos, con trastornos de ansiedad o, como resultaría más lógico pensar, con las poblaciones en las cuales se manifiesta alguna enfermedad médica (Vázquez y Sanz, 1999) que a las puntuaciones obtenidas por la población general. En el caso de la sensibilidad a la ansiedad viene a ocurrir que los niveles se asociarían mas con los indi- cados por poblaciones con trastornos de ansie- dad generalizada, fobia social y trastornos ob- sesivo compulsivos (Sandín, Chorot y McNally, 1996). Un aspecto que habría que seguir indagan- do en futuros trabajos y que nosotros hemos considerado relevante es el papel que el cons- tructo sensibilidad a la ansiedad pudiera des- empeñar en este tipo de pacientes, ya que co- mo se ha venido mostrando en otros terrenos relacionados con el dolor crónico y la intensi- dad del mismo su influencia es importante (Asmundson y Norton, 1995).
  • 9. Aspectos emocionales y calidad de vida en pacientes con enfermedades desmielinizantes: el caso de la esclerosis múltiple 73 anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) Con respecto a las relaciones de la esclero- sis múltiple con la calidad de vida hemos podi- do comprobar como aquella afecta de forma importante a la valoración que realizan los suje- tos de sus condiciones de salud. Sin embargo, habría que seguir trabajando para determinar con mayor exactitud las relaciones entre ambas ya que la tendencia mostrada por los sujetos no se ajusta del todo a los valores obtenidos en otro lugar con las poblaciones de crónicos (Ba- día, Roset, Montserrat, Herdman y Segura, 1999). Para finalizar, vemos la importancia de tra- bajar en los enfermos de esclerosis múltiple en aspectos tan relevantes como el estado de áni- mo, la ansiedad y otras variables psicológicas; máxime cuando se disponen de intervenciones breves y poco costosas que con cierto grado de seguridad podrían mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Referencias Adams, R.D. y Kubik XC.S. (1952). The morbid anatomy of demyelinative diseases. American Journal of Medicine, 12, 510. Agustín, P. y Herbert, L. (1980). Enfermedades desmielinizantes e inflamatorias: la esclerosis múltiple en placas. Neurología, Cuadernos de Enfermería.168-173 Arnett, P. (2001). Neuropsicología en Esclerosis Múltiple Cuadernos de Esclerosis Múltiple. 9 junio 8-21. Asmundson, G.J.G y Norton, G.R. (1995). Anxiety sensitivity in patients with physically unexplained chronic back pain: a preliminary report. Behaviour Research and Therapy, 33 (7), 771-777. Badía X., Día-Prieto, A., Rué, M. y Patrick, DL (1996). Measuring health and health state preferences among critically ill patients. Intensive Care Medicine, 22, 1379- 1384. Badía, X., Gutiérrez, F., Wiklund, I. y Alonso, J (1996). Validity and reliability for the Spanish version of the Psychological General Well-Being Index. Quality of Life Res. 5, 101-108. Badía, X., Herdman, M. y Kind, P.(1998). The influence of ill-health experience on the valuation of health. Pharmacoeconomics, 13 (6), 687-696. Barezts, R.M. y Stephenson, G.R. (1981). Emotional responses to multiple sclerosis. Psychosomatics, 22,117- 127. Baum, H.M. y RothschildB.B. (1981). The incidence and prevalence of reported multiple sclerosis. Annals of Neurology, 10, 420-428. Beatty, P.A. y Gange, J.J. (1977). Neurological aspects of multiple sclerosis. Journal of Nervous and Mental Disease, 164, 42-50. Beck, A.T., Rush, A.J., Shaw, B.F. y Emery, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. N.Y.: Guilford Press. Brassintong, J.C. y Marsch, N.V. (1998). Neuropsychological aspects of multiple sclerosis. Neuropsychologi Review, 8, 43-77. Brooks, R. With the EuroQol Group (1996). EuroQol: the current state of play. Health Policy, 37, 53-72. Confavreux, C., Compston, D.A.S., Hommes, O.R, McDonald W. y Thompson, A.J (1992). EDMUS, a European dtabase for multiple sclerosis. Journal of Neurology Neurosurgery and Psychiatry. de Castro, P., Carreño, M. e Iriarte, J. (1994). Depresión y fatiga en esclerosis múltiple. Neurología, 9, 457. Fernández, O.(1994). Esclerosis Múltiple: una aproximación multidisciplinar. Madrid: Akixe. Fischer,J.S., Foley, F.W., Aikens, J.E., Ericson, D.G., Rao, S.M. y Shindell, S. (1994). What do we really know about cognitive dysfunction, affective disorders, and stress in multiple sclerosis?. A practitionr`s guide. Journal of Neurological Rehabilitation, 8, 151-164. Garland, E.J. y Zis, A.P. (1991). Multiple sclerosis and affective disorders. Canadian Journal of Psychiatry, 36 (2) 112-117. Godoy, J.F., Muela, J.A. y Pérez, M. (1993). Aspectos emocionales de la esclerosis múltiple. Anales de Psicología, 9 (2), 171-176. Higginson, C.I. Arnett, P. y Voss, W.D. (2000). The ecological validity of clinical tests of memory and attention in multiple sclerosis. Archives of Clinical Neuropsychology, 15, 185-204. Hohlfeld R. (1997). Immunotherapy of multiple sclerosis. Brain, 120, 865-916. Iriarte, J., Carreño, M y de Castro, P. (1996). Fatiga y afectación por sistemas funcionales en esclerosis múltiple. Neurologia, 11 (6), 22-27. Iriarte, J. Subirá, M.L. y de Castro, P. (2000). Modalities of multiple sclerosis: correlation with clinical and biological factors. Multiple Sclerosis, 6, 124-130. Jáuregui, A. (2000). La psicología aplicada al apoyo e intervención de las personas con esclerosis múltiple. Mapfre Medicina, 11 (3), 171-179. Kelly, R. (1985). Clinical aspects of multiple sclerosis. Handbook of Neurology 59. Amsterdam: Elsevier. McNally, R.J. (1990). Preparedness and phobias: A review. Psychological Bulletin, 101, 283-303. McNally, R.J. (1994). Panic disorder: A critical analysis. New York: Guilford Press. Mohr, D.C., Wende, V.D., Dwyer, P. y Dick, L.P. (2000). Telephone-administered cognitive-behavioral therapy for the treatment of depressive symptoms in multiple sclerosis. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 68, 356-361.
  • 10. 74 Félix Arbinaga Ibarzábal anales de psicología, 2003, vol. 19, nº 1 (junio) Munarriz, M., Donat, A.A. y Azorín, P. (1988). Aspectos psiquiátricos de la esclerosis múltiple. Revista de Neurología, XVI, 80,95-100. Murray, T.J. (1995). The psychosocial aspects of multiple sclerosis. Neurology Clinic, 13 (1), 197-223. Ormeod, I.E.C. y McDonald, J. (1984). NMR in multiple sclerosis and cerebral vascular disease. Lancet, 2, 1334. Patrick D.L. y Erickson, P.(1993). Theoretical foundations for health-related quality of life, 58. En D.L. Patrick (Ed.), Health status and health policy. Allocating resources to health care. N.Y.: Oxford Univ. Press. Peterson, R.A. y Heilbronner, R.L. (1987). The anxiety sensivity index: Construct validity and factor analytic structure. Journal of Anxiety Disorders, 1, 117-121. Peterson, R.A. y Reiss S. (1987). Anxiety Sensitivity Index Manual. Palos Heights: International Diagnostic Systems. Rao, S.M., Leo, G.J., Ellington, L., Nauertz, T., Bernardin L.y Unverzagt, F. (1991). Cognitive dysfunction in multiple sclerosis. II. Impact on employment and social functioning. Neurology, 41, 692-696. Reiss, S. (1991). Expectancy model of fear, anxiety and panic. Clinical Psychology Review, 11, 141-153. Reiss, S. y McNally, R.J. (1985). Expectancy model of fear. En S.Reiss y R. Bootzin (Eds), Theoretical issues in behavior therapy (pp.107-122) Nex York. Academic Press. Sandin, B. y Chorot, P. (1990). Índice de Sensibilidad a la Ansiedad de Peterson y Reiss. Madrid: UNED (no publicado) Sandin, B., Chorot, P. y McNally, R. (1996). Validation of the spanish version of the anxiety sensivity index a clinical sample. Behaviour Research and Therapy,34 (3), 283-290. Scheimberg, L (1988). Esclerosis Múltiple. Barcelona: Ancora. Schiffer, R.B., Caine, E.D., Bamford, K.A. y Levy, S. (1983). Depressive episodes in patients with multiple sclerosis. American Journal of Psychiatry, 140, 1498-1500. Seisdedos, N (1982). STAI: Cuestionario de Ansiedad Estado- Rasgo. Madrid: TEA. Spielberger CD., Gorsuch, RL y Lushene, RE (1970). The State-Trait anxiety inventory. Palo Alto, California: Cosulting Psychologist Press. Swingler, R.J. y Compston, D.A.S. (1986). The distribution of muyltiple sclerosis in the United Kingdom. Journal of Neurology Neurosurgery and Psychiatry, 49, 1115-1124. Taylor, S. (1995). Anxiety sensitivity: Theoretical perspec- tive and recent findings. Behaviour Research and Therapy, 33, 243-258. Taylor, S. (1996). Nature and measurement of anxiety sen- sitivity: Reply to Lilienfeld, Turner and Jacob (1996). Journal of Anxiety Disorders, 10, 425-451. Thompson, A.J.(1996). Clinical review of multiple sclerosis. Clinical Immunotherapy, 2 supl. 1-11 Vázquez, C. y Sanz, J (1997). Fiabilidad y valores normativos de la versión española del Inventario para la Depresión de Beck de 1978. Clínica y Salud, 8, 403-422. Vázquez, C. y Sanz, J (1999). Fiabilidad y valores normati- vos de la versión española del Inventario para la De- presión de Beck de 1978 en pacientes con trastornos psicológicos. Clínica y Salud, 10, 59-81. Voss, W., Arnett, P., Higginson, C., Randolph, J., Campos, M. y Dyck, D. (2002). Contributing factors to depressed mood in multiple sclerosis. Archive of Clinical Neuropsychology, 17, 103-115. Weinshenker, BG. (1995). Natural evolution of Multiple Sclerosis. Neurology Clinical, 1,119-146. Whitlock, F.A. y Siskind, M.M. (1980). Depression as a major symptom of multiple sclerosis. Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, 43, 861-865. Wynn, D., Rodriguez, M., O`Fallon M. y Kurland L. (1989). Update on the epidemiology of multiple sclerosis. Mayo Clinical Procedimental, 64, 808-817. Young, A.C., Saundres, J. y Ponsford, J.R. (1976). Mental change as an early feature of multiple sclerosis. Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, 39, 1008-1013. (Artículo recibido: 20-2-2002, aceptado: 26-3-2003)