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para Ale,
mi pequeño
En Madrid, en Bilbao, en Santander,
los cementerios fueron bombardeados,
y los muertos inmortales,
de vigilantes huesos y hombro eterno, de las tumbas,
los muertos inmortales, de sentir, de ver, de oír
tan bajo el mal, tan muertos a los viles agresores,
reanudaron entonces sus penas inconclusas,
acabaron de llorar, acabaron
de sufrir, acabaron de vivir,
acabaron, en fin, de ser mortales!
Batallas. César Vallejo.
España, Aparta de mí este cáliz.
Foto: Jaime Quiroz Garcia
I
Un día el conejo ascendió
y vio a la vizcacha sangrante,
unas peñas se lavaban de rojo
bajo las patas heridas.
Las nubes pasaron
mientras el conejo arañaba
unos centímetros donde sacar
la trampa de piedra.
Horas grises,
horas esperando el cicatrizar,
los dos hablaron
de las aguas calmas,
de las aguas en furia,
hasta que las patas no manchen.
Horas del alba,
siguiendo la charla sobre el pasto,
que aquí más seco,
que allá más dulce,
de cómo nos hablan las plantas
como para enamorar.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
II
Hospicio para el conejo
que llega nadando de lejos,
una madriguera suave
en tantas caras talladas
de duras murallas
hechas de tierra dura,
que tengan cabellos verdes
y canten antes del día.
Hospicio para el conejo,
con granos para deleitarse
mientras trata de olvidar
a los hombres de las alturas,
que llaman al suelo
a golpe de cajón y tacón,
aquí no compartirá espacio
con el camarón,
salvo que sea para tenerle
en sus cuentos,
como ido colega.
Hospicio para el conejo,
y que no sea de puertas alambradas,
donde no llueva el almuerzo
y do no nos espere la cazuela,
ese que derrama el calor
y tener pronto el tenedor para saludar.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
III
Los conejos de Alicante
-me dice Marrón-
pasan sus minutos
esperando que piensen
amargo y dulce,
amargo y dulce.
Yo les veía detrás
de las piernas
de mi dueño,
un gazapo muy grande
y con voz chillona
que veía al macho
repartiendo maná del cielo,
así ellos pensaban.
¡Qué envidia!
-se dijo a sí mismo mi colega-
al no tener que probar
las zanahorias de siempre
o la alfalfa venida del desierto,
madres y machos masticando
cuatro alimentos para una vida.
Una vez me llevó
el gazapo a la mesa,
el rico aroma de los hermanos
trozados y vestidos de guiso
en la paellera,
sólo me dije entonces
que agradecía ser un pequeño pardo.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
IV
Entonces la vizcacha dijo,
luego de compartir
cabellos verdes de largos tallos
en medio de la penumbra,
soy de la orden de Rodentia,
pero me expulsaron
por montar donde no debía,
allá esperan vizcachas
que presuman de sus hijos,
no de sus amigos.
Esos juegos de infante
me dieron mordiscos
como para olvidar,
como para olvidar
que era hermano
de quienes llamaban al puma
para mascarme.
Me fui con miedo
a que el gavilán me alce vuelo,
sentir como el vértigo
me destape la memoria;
con miedo a que la zarpa me despida
o que llueva y sea arrastrado.
Y entonces te vi.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
V
Métete ya en la madriguera,
el frío vendrá sin piedad,
no grites
sol, sol, sol, sol, sol
regresa,
los veranos de brasas
no asomarán en las cumbres andinas.
Granizo y piedra,
llueve y rueda hielo,
algunas hojas caen,
pero mientras se desparrama la vida
otros nos acecharán.
Se oye un derrumbe,
se oye un aplastar,
la ciudad que se fue,
los árboles a nuestras patas,
el cielo derramándose gélido,
los sobrevivientes llorando menos,
el puma que molestaba
se reverdece y endurece.
Métete en la madriguera,
el agua arrastrada
desde afuera hacia adentro
empoza la espera.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
VI
Les cantaré en primavera
las rosas montañas
con puntas ambarinas
y la marcha de las aguas
en los sotos,
esas grises vías con motas pardas,
así cubren a los vivaces
que abrevan,
jóvenes de la pasada generación,
dones de muchas lunas
y algunos que esperan
el canto del cóndor.
Amigo conejo,
te acicalo antes de la noche,
limpio el suelo de la vizcachera,
espero no te incomode
brincar de feliz
antes de salir a comer.
Los yerbajos muertos
no pensarán para nosotros,
los que se quedaron en el invierno
no abrirán sus fauces,
calma calma,
agáchate y sacia la sed eterna.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
VII
Dime si oíste
la leyenda del tiempo
los ciclos según los canarios
el baile de los tigres de Guadalquivir;
dime si oíste
el llanto de las flores por verte
algún patio sevillano
o a sus hijos agobiados...
sé que no,
menos yo
cuando tiemblo en el reflejo
y recuerdo saber qué soy,
mis orejas invitan a verte
y sentirme tú;
quiero contar que soy
del país de la cunicultura,
mas yo
sólo soy un radicado,
¡no me trates como un foráneo!
Adalberto y camarón
fueron amigos míos,
¡entérate las conversas
en medio de la nada valenciana,
la paz, toda paz,
para evitar el ruido de la ciudad!
efluvios marinos
en medio de las manos
de mi gazapo humano.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
VIII
Suenas a una bolsa de risas,
estimado colibrí,
jovencito y bocazas,
¿Tan mal me veo
con el hermano vizcacha?
¡Qué os den a ti
y a toda su panda
de bruta fauna!
¡Joder!
¡En el ocaso
o bañando al alba
un golpeteo de cabezas
contra el suelo,
el pico desencajado
o las zarpas pellizcando
a uno mismo
de tanta -dicen ellos-
cosa nefanda!
Digo, digo,
que sospeché estar
en tierras conquistadas de todo
menos de la mediocridad,
pero si en su tránsito inconsciente
el puma les devora,
el zorro les despide,
el cóndor te recuerda en su buche
y desecha tu nombre,
¡De qué presumen
por yerros tan de-ellos-mismos!
(Sigue el viaje,
con el murmullo del follaje,
siendo en realidad risas).
jair emeterio
conejo meets vizcacha
IX
He preparado un catafalco
cuando llegue el momento,
el momento,
de dar explicaciones
de porqué dejé
mi españolada en algún paraje valenciano,
guardé mis chistes sobre madrileños
o algunas referencias cáusticas
para los del reino sin corona
de la luz de la sangre,
y así me aventé
sin mis restos cecales
abandonados en los brazos
de mi gazapo humano.
Él espera intranquilo y feral
que vuelva a las eras de la jarana;
esto es,
encamado con su dulce sombra
escuchando planes
para alguna jaula y compañera,
con la lluvia de verduras
que reclaman a la mano
haber salido tan temprano.
No le puedo negar
que sobregirado me encuentre,
que en la casa de la cordura ida
o del matadero antes de tiempo
él siempre me libró;
no me pensó plato de compañía,
o para sesión de fotos.
Preparo el catafalco
no porque la duda nos
deje parda y abierta
las osamentas,
sino cuando la mano de mi amo
advierta que la ilusión
sólo ello fue,
que el veterinario
me diga que nunca hice
tal travesía
desde la patria cunícula
hacia ese silo andino,
silo
silo
silo
donde la excepción a las miasmas
eres tú
tú
tú
que parece encarnarse
en vahos tristes
si la sombra se proyecta,
ocupe ese espacio
y decida cenar
vizcacha asada
para luego bañar mis labios
en la sangre bien cocida...
y sólo así diría
que tengo algo de ti.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
X
Si salpican los huesos nuestros,
que sean nuestros,
solo nuestros,
y no tuyo o mío en solitario,
que de la pena tú o mi entidad
usaremos la mascarada del otro
como para recordar
que fuimos a andar
desde la ingle hasta la corona andina
ocho huellas (un par rencas)
que se fueron a la de dios
y que anhelan
no verse abiertos
con el ciego suplicante
o chillona la mísera víscera
que buscará el abrazo tuyo
tuyo
o mío -nunca suceda-
si fuese a ti;
la viviseccionada espera
no premia intentos
no premia ojos de parajes de fantasía
pintarrajadas de ocre en cielo de serranía,
ni promesas hechas para
solitarios amigos
acurrucados en la dentadura
de los depredadores,
esos viejos que envidian
libertad.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
XI
Un día padre dijo
que de él nada era
así yo fuera un espejo
de su mirada,
que los orbes de maldita noche
-luna carmesí libando
sombras de la medianoche-
eran juegos de sus hermanos
o del vecino,
menos de él;
defecó en mi madre
y me enterró sobre su odio.
¿Quién oiría
a la vizcacha aconejada?
Hermanos más hambrientos
como para succionar el momento,
primos y tíos masticando
sobre mi cabeza
y excretando despreocupación
encima de la rareza,
ilumíname el suelo,
dame aire en la covacha apisonada,
que pase el amor en las yemas...
Entonces llegó el más pequeño
fuera de los barrotes,
me jaló tan fuerte
que él y yo brincamos
desde el desierto deprimido
hasta la mar de tiempo donde flotan veleros.
Ese gazapo padre
recordó que esta tierra
estaría a mis patas
mientras ose
yo sentirme tan local
como el gazpacho
o la verbena sin sentido
ni motivo;
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¡Bacanal de solsticio!
Y recordó además
que mis huellas
jamás ensombrecerían
el nombre de donde
fui convertido
en suelo del silo,
que tanta gracia del cielo
no puede verse pagada
mordisqueando dedos.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
XII
Prometió la vizcacha así:
le daré a mi respirar
una voz
donde quedé tallada
en cada yermo
en cada bosque
en cada escalada escarpada
y allí se asiente,
así los moradores
y los habitantes
atenderán qué fui de ti;
que se enteren
los que mantienen el miedo
de ser desnudados
por lo que aman y a quienes aman:
avergonzarse de lo hecho
tiene su valor,
jamás si fuera el caso
de avergonzarse por ser.
¡Laméntate, cuco,
por derribar los hijos no nacidos
y evacuar tu desdén
en los nidos más austeros!
Así la calma nos llegue
si así creen limpiarse
con la estampida
sobre nuestras pieles,
que sea mirando la luna,
encandilada de nuestra unión.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
XIII
Se ríe el fiero
de como se place
el tenernos entre sus dedos
y acallarnos,
me rindo
suspiré
y juega a hacerle saltar
unas millas contra su voluntad,
viendo la sima
e imaginándose la suma
de sus llantos
y los míos
si le pillo desparramado.
Me rindo
sin antes decirle
que me lastima estar quieto
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le lastima ser débil,
le lastima no saber,
le lastima no poder,
salvo brincar contra su voluntad
desde janca hasta chala
o que es igual a decir
desde los pirineos hasta
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¿No decías amarme?
¿O temes lastimar
a mi gazapo?
Yo le entiendo,
tú le entiendes,
nos entendemos
y haces que no se vivió
la noche y sus temblores,
los dedos que surcaban
y trazaban felicidad,
los abrazos que fueron
el tiempo que es
y sube
trepa
duro el dios
dejándote tan calmo,
el cuerpo entero
y la felicidad una nube
reptando en la natura.
Ignoro a dónde
sus manos irán.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
XIV
Pido se me lleve
a la fiesta de la cebolla,
a ser parte de la comparsa
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y los cuchillos,
marinado con vinagre y jenjibre,
picado y listo para bailar
dar la pata y acompañar
arroces y especias ardientes.
¿Era así?
¿O será el levante
de fuegos escaladores
el que sazone la pena?
No hay promesa
para un mañana,
ni cuerpo que se resista
a ser polvo,
pena hecha polvo,
el que lamenta la pérdida,
el que aúlla arrodillado,
el que gruñe enloquecido,
sólo ellos verán que fue,
y los demás ignorarán
el camino marcado,
los senderos abiertos,
los sotos disfrutados,
el día descansado
y su umbra barnizada de faroles celestiales.
Solo déjeme gritar
a
A
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAA
jair emeterio
conejo meets vizcacha
XV
Una vez soñé ser humano,
una vez entendí la voz
las manos que palpan delicadas,
la sonrisa anclada
el ojo quieto que espera feliz
al otro ojo inquieto, imposible
de liberar su ánima
y que se ve aprisionado
de los brazos
de la carne
¡A quien si no
diré que
era ese un exiliado
en la tierra de nadie!
El arenal que te vio nacer
hoy desconoce a su crío,
quien espera en alguna playa
el rugido de las olas en calma,
el derecho a no temer
que ese acto,
el acto,
le valga un puñete
y quizás dos;
no es que estés tan mal,
aquí en el sur nos sentimos bien
con nuestros juguetes en nuestra cueva,
puedes ser libre frío y verde:
la fe está afuera
salvo el mar les lave
-si es que no se contamina-.
Si ves a tus temores
dile descansen, fue suficiente.
jair emeterio
conejo meets vizcacha
Muy bien,
yo sé que el tiempo es impreciso,
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  • 2. para Ale, mi pequeño En Madrid, en Bilbao, en Santander, los cementerios fueron bombardeados, y los muertos inmortales, de vigilantes huesos y hombro eterno, de las tumbas, los muertos inmortales, de sentir, de ver, de oír tan bajo el mal, tan muertos a los viles agresores, reanudaron entonces sus penas inconclusas, acabaron de llorar, acabaron de sufrir, acabaron de vivir, acabaron, en fin, de ser mortales! Batallas. César Vallejo. España, Aparta de mí este cáliz. Foto: Jaime Quiroz Garcia
  • 3. I Un día el conejo ascendió y vio a la vizcacha sangrante, unas peñas se lavaban de rojo bajo las patas heridas. Las nubes pasaron mientras el conejo arañaba unos centímetros donde sacar la trampa de piedra. Horas grises, horas esperando el cicatrizar, los dos hablaron de las aguas calmas, de las aguas en furia, hasta que las patas no manchen. Horas del alba, siguiendo la charla sobre el pasto, que aquí más seco, que allá más dulce, de cómo nos hablan las plantas como para enamorar. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 4. II Hospicio para el conejo que llega nadando de lejos, una madriguera suave en tantas caras talladas de duras murallas hechas de tierra dura, que tengan cabellos verdes y canten antes del día. Hospicio para el conejo, con granos para deleitarse mientras trata de olvidar a los hombres de las alturas, que llaman al suelo a golpe de cajón y tacón, aquí no compartirá espacio con el camarón, salvo que sea para tenerle en sus cuentos, como ido colega. Hospicio para el conejo, y que no sea de puertas alambradas, donde no llueva el almuerzo y do no nos espere la cazuela, ese que derrama el calor y tener pronto el tenedor para saludar. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 5. III Los conejos de Alicante -me dice Marrón- pasan sus minutos esperando que piensen amargo y dulce, amargo y dulce. Yo les veía detrás de las piernas de mi dueño, un gazapo muy grande y con voz chillona que veía al macho repartiendo maná del cielo, así ellos pensaban. ¡Qué envidia! -se dijo a sí mismo mi colega- al no tener que probar las zanahorias de siempre o la alfalfa venida del desierto, madres y machos masticando cuatro alimentos para una vida. Una vez me llevó el gazapo a la mesa, el rico aroma de los hermanos trozados y vestidos de guiso en la paellera, sólo me dije entonces que agradecía ser un pequeño pardo. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 6. IV Entonces la vizcacha dijo, luego de compartir cabellos verdes de largos tallos en medio de la penumbra, soy de la orden de Rodentia, pero me expulsaron por montar donde no debía, allá esperan vizcachas que presuman de sus hijos, no de sus amigos. Esos juegos de infante me dieron mordiscos como para olvidar, como para olvidar que era hermano de quienes llamaban al puma para mascarme. Me fui con miedo a que el gavilán me alce vuelo, sentir como el vértigo me destape la memoria; con miedo a que la zarpa me despida o que llueva y sea arrastrado. Y entonces te vi. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 7. V Métete ya en la madriguera, el frío vendrá sin piedad, no grites sol, sol, sol, sol, sol regresa, los veranos de brasas no asomarán en las cumbres andinas. Granizo y piedra, llueve y rueda hielo, algunas hojas caen, pero mientras se desparrama la vida otros nos acecharán. Se oye un derrumbe, se oye un aplastar, la ciudad que se fue, los árboles a nuestras patas, el cielo derramándose gélido, los sobrevivientes llorando menos, el puma que molestaba se reverdece y endurece. Métete en la madriguera, el agua arrastrada desde afuera hacia adentro empoza la espera. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 8. VI Les cantaré en primavera las rosas montañas con puntas ambarinas y la marcha de las aguas en los sotos, esas grises vías con motas pardas, así cubren a los vivaces que abrevan, jóvenes de la pasada generación, dones de muchas lunas y algunos que esperan el canto del cóndor. Amigo conejo, te acicalo antes de la noche, limpio el suelo de la vizcachera, espero no te incomode brincar de feliz antes de salir a comer. Los yerbajos muertos no pensarán para nosotros, los que se quedaron en el invierno no abrirán sus fauces, calma calma, agáchate y sacia la sed eterna. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 9. VII Dime si oíste la leyenda del tiempo los ciclos según los canarios el baile de los tigres de Guadalquivir; dime si oíste el llanto de las flores por verte algún patio sevillano o a sus hijos agobiados... sé que no, menos yo cuando tiemblo en el reflejo y recuerdo saber qué soy, mis orejas invitan a verte y sentirme tú; quiero contar que soy del país de la cunicultura, mas yo sólo soy un radicado, ¡no me trates como un foráneo! Adalberto y camarón fueron amigos míos, ¡entérate las conversas en medio de la nada valenciana, la paz, toda paz, para evitar el ruido de la ciudad! efluvios marinos en medio de las manos de mi gazapo humano. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 10. VIII Suenas a una bolsa de risas, estimado colibrí, jovencito y bocazas, ¿Tan mal me veo con el hermano vizcacha? ¡Qué os den a ti y a toda su panda de bruta fauna! ¡Joder! ¡En el ocaso o bañando al alba un golpeteo de cabezas contra el suelo, el pico desencajado o las zarpas pellizcando a uno mismo de tanta -dicen ellos- cosa nefanda! Digo, digo, que sospeché estar en tierras conquistadas de todo menos de la mediocridad, pero si en su tránsito inconsciente el puma les devora, el zorro les despide, el cóndor te recuerda en su buche y desecha tu nombre, ¡De qué presumen por yerros tan de-ellos-mismos! (Sigue el viaje, con el murmullo del follaje, siendo en realidad risas). jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 11. IX He preparado un catafalco cuando llegue el momento, el momento, de dar explicaciones de porqué dejé mi españolada en algún paraje valenciano, guardé mis chistes sobre madrileños o algunas referencias cáusticas para los del reino sin corona de la luz de la sangre, y así me aventé sin mis restos cecales abandonados en los brazos de mi gazapo humano. Él espera intranquilo y feral que vuelva a las eras de la jarana; esto es, encamado con su dulce sombra escuchando planes para alguna jaula y compañera, con la lluvia de verduras que reclaman a la mano haber salido tan temprano. No le puedo negar que sobregirado me encuentre, que en la casa de la cordura ida o del matadero antes de tiempo él siempre me libró; no me pensó plato de compañía, o para sesión de fotos. Preparo el catafalco no porque la duda nos deje parda y abierta las osamentas, sino cuando la mano de mi amo advierta que la ilusión sólo ello fue, que el veterinario me diga que nunca hice tal travesía desde la patria cunícula hacia ese silo andino, silo silo silo donde la excepción a las miasmas eres tú tú tú que parece encarnarse en vahos tristes si la sombra se proyecta, ocupe ese espacio y decida cenar vizcacha asada para luego bañar mis labios en la sangre bien cocida... y sólo así diría que tengo algo de ti. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 12. X Si salpican los huesos nuestros, que sean nuestros, solo nuestros, y no tuyo o mío en solitario, que de la pena tú o mi entidad usaremos la mascarada del otro como para recordar que fuimos a andar desde la ingle hasta la corona andina ocho huellas (un par rencas) que se fueron a la de dios y que anhelan no verse abiertos con el ciego suplicante o chillona la mísera víscera que buscará el abrazo tuyo tuyo o mío -nunca suceda- si fuese a ti; la viviseccionada espera no premia intentos no premia ojos de parajes de fantasía pintarrajadas de ocre en cielo de serranía, ni promesas hechas para solitarios amigos acurrucados en la dentadura de los depredadores, esos viejos que envidian libertad. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 13. XI Un día padre dijo que de él nada era así yo fuera un espejo de su mirada, que los orbes de maldita noche -luna carmesí libando sombras de la medianoche- eran juegos de sus hermanos o del vecino, menos de él; defecó en mi madre y me enterró sobre su odio. ¿Quién oiría a la vizcacha aconejada? Hermanos más hambrientos como para succionar el momento, primos y tíos masticando sobre mi cabeza y excretando despreocupación encima de la rareza, ilumíname el suelo, dame aire en la covacha apisonada, que pase el amor en las yemas... Entonces llegó el más pequeño fuera de los barrotes, me jaló tan fuerte que él y yo brincamos desde el desierto deprimido hasta la mar de tiempo donde flotan veleros. Ese gazapo padre recordó que esta tierra estaría a mis patas mientras ose yo sentirme tan local como el gazpacho o la verbena sin sentido ni motivo; ¿Nació la cría del perro? ¡Bacanal de solsticio! Y recordó además que mis huellas jamás ensombrecerían el nombre de donde fui convertido en suelo del silo, que tanta gracia del cielo no puede verse pagada mordisqueando dedos. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 14. XII Prometió la vizcacha así: le daré a mi respirar una voz donde quedé tallada en cada yermo en cada bosque en cada escalada escarpada y allí se asiente, así los moradores y los habitantes atenderán qué fui de ti; que se enteren los que mantienen el miedo de ser desnudados por lo que aman y a quienes aman: avergonzarse de lo hecho tiene su valor, jamás si fuera el caso de avergonzarse por ser. ¡Laméntate, cuco, por derribar los hijos no nacidos y evacuar tu desdén en los nidos más austeros! Así la calma nos llegue si así creen limpiarse con la estampida sobre nuestras pieles, que sea mirando la luna, encandilada de nuestra unión. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 15. XIII Se ríe el fiero de como se place el tenernos entre sus dedos y acallarnos, me rindo suspiré y juega a hacerle saltar unas millas contra su voluntad, viendo la sima e imaginándose la suma de sus llantos y los míos si le pillo desparramado. Me rindo sin antes decirle que me lastima estar quieto mientras se balancea dudoso orejas sobre la lluvia, le lastima ser débil, le lastima no saber, le lastima no poder, salvo brincar contra su voluntad desde janca hasta chala o que es igual a decir desde los pirineos hasta las suelas del Levante. ¿No decías amarme? ¿O temes lastimar a mi gazapo? Yo le entiendo, tú le entiendes, nos entendemos y haces que no se vivió la noche y sus temblores, los dedos que surcaban y trazaban felicidad, los abrazos que fueron el tiempo que es y sube trepa duro el dios dejándote tan calmo, el cuerpo entero y la felicidad una nube reptando en la natura. Ignoro a dónde sus manos irán. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 16. XIV Pido se me lleve a la fiesta de la cebolla, a ser parte de la comparsa de las damajuanas y los cuchillos, marinado con vinagre y jenjibre, picado y listo para bailar dar la pata y acompañar arroces y especias ardientes. ¿Era así? ¿O será el levante de fuegos escaladores el que sazone la pena? No hay promesa para un mañana, ni cuerpo que se resista a ser polvo, pena hecha polvo, el que lamenta la pérdida, el que aúlla arrodillado, el que gruñe enloquecido, sólo ellos verán que fue, y los demás ignorarán el camino marcado, los senderos abiertos, los sotos disfrutados, el día descansado y su umbra barnizada de faroles celestiales. Solo déjeme gritar a A AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAA jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 17. XV Una vez soñé ser humano, una vez entendí la voz las manos que palpan delicadas, la sonrisa anclada el ojo quieto que espera feliz al otro ojo inquieto, imposible de liberar su ánima y que se ve aprisionado de los brazos de la carne ¡A quien si no diré que era ese un exiliado en la tierra de nadie! El arenal que te vio nacer hoy desconoce a su crío, quien espera en alguna playa el rugido de las olas en calma, el derecho a no temer que ese acto, el acto, le valga un puñete y quizás dos; no es que estés tan mal, aquí en el sur nos sentimos bien con nuestros juguetes en nuestra cueva, puedes ser libre frío y verde: la fe está afuera salvo el mar les lave -si es que no se contamina-. Si ves a tus temores dile descansen, fue suficiente. jair emeterio conejo meets vizcacha
  • 18. Muy bien, yo sé que el tiempo es impreciso, no sé lo que pensar... Como el viento voy a ver. Pescado Rabioso. 2.