1. Ascensión del Señor Ciclo B
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Ascensión del Señor
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado, se salvará, mas el que no creyere se condenará. A los que creyeren les acompañarán
estas señales: expulsarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán en las
manos las serpientes y, si bebieren veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los
enfermos y estos sanarán.
Mc 16, 15-20
La misión de los apóstoles
En este evangelio escuchamos las últimas palabras de Jesús a los suyos. Son palabras capaces
de cambiar la historia y la cultura del mundo. Los apóstoles están preparados. Jesús tiene que
trascender hacia Dios Padre y deja a sus discípulos una misión: ir a proclamar a todo el mundo
la buena noticia.
El evangelio de Jesús se ha extendido por los cinco continentes, llegando a millones de
personas. ¡Cuánta fuerza debía haber en este arranque inicial de los apóstoles, cuando ha
llegado hasta dos mil años después! Creían en lo que transmitían. Se abrieron totalmente a la
buena nueva de Dios y se adhirieron a ella con toda su vida. Estaban entusiasmados y la
experiencia de Jesús los había marcado profundamente. Tan solo doce hombres, algunos de
ellos analfabetos, muchos de ellos con profundas carencias, fueron capaces de retar las
mentes frías de su tiempo. Hoy estamos aquí porque se lanzaron a anunciar su vivencia y su fe.
Somos herederos de un enorme esfuerzo derramado en palabras, trabajo, obras de caridad y
sacrificios por amor.
Jesús les dice: el que crea, se salvará. Quien cree es aquel que abre su corazón a la novedad de
Dios. Su adhesión se concreta en el bautismo. En cambio, quien se resista, dice Jesús, se
perderá. Aquí vale la pena hacer un inciso.
Dios no quiere que se pierda nadie. Jesús lo dice bien claro: predicad a toda la creación, a toda
persona, a todas las gentes. Todo el mundo está llamado a ser salvado, por encima de las
culturas y las ideologías. Se pierden aquellos que no abren su corazón, los que desconfían,
temen o creen ser engañados. Pero el sol ilumina todo el mundo y luce para todos, aún por
encima de las nubes y las borrascas, traspasando hasta el hielo más frío. El amor de Dios es luz
y es fuego, Espíritu Santo capaz de encender los corazones más gélidos.
Carismas de los apóstoles
Quienes creen acaban animándose a participar en el gran combate de la evangelización. Jesús
dice de ellos que echarán demonios. Esto significa que la fuerza de Dios alejará el maligno,
todo aquello que pueda impedir que Dios arraigue.
Hablarán en diferentes lenguas. Porque cuando hay sintonía, aprecio y amor la persona llega a
comunicarse con quien sea. La lengua es una herramienta de la comunicación, pero no la
única. Existe el llamado lenguaje no verbal expresado en gestos, miradas, actitudes… y aún
más allá: existe el lenguaje de la caridad, del amor. Es un lenguaje universal que todos
entienden, pues nos hace sintonizar incluso con personas de otras culturas alejadas.
El veneno no les hará daño. Dios nos defenderá ante el mal. Si nos abrimos sinceramente a
Dios, él nos protegerá del veneno más sutil: el egoísmo, que paraliza e impide amar.
2. Ascensión del Señor Ciclo B
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Curarán enfermedades. No sólo enfermedades físicas, sino psíquicas. Más allá de las dolencias
del cuerpo y de la mente, aún hay patologías más profundas que nos deshacen por dentro: la
falta de fe y la ausencia de convicciones que orientan y sostienen toda una vida. La salud no
consiste en el mero bienestar físico y psicológico, sino en una fortaleza anímica y espiritual. Los
cristianos necesitamos estar sanos, equilibrados y maduros. La fuente de nuestra salud es Dios;
el alma ansía profundamente a Dios. Necesitamos beber de su presencia y hallar el sentido de
nuestra vida. Si no lo encontramos, enfermaremos.
Nuestra misión, hoy
Hace décadas, el cardenal Ratzinger, hoy Papa emérito Benedicto XVI, advirtió de la profunda
crisis espiritual que se avecinaba y que hoy ya estamos contemplando en nuestra sociedad.
Vivimos los inicios de una era glacial espiritual. Sin valores, el discernimiento también se
congela y se diluye. No podemos permitir que se hielen en nosotros los deseos de amar y de
buscar sentido a la existencia. ¡Que no se nos congele la fe! Hemos recibido la fe de los
apóstoles y el fuego del Espíritu. Con esa llama hemos de dar calor y alentar a muchas
personas que sufren el frío intenso de vivir alejados de Dios.
Con la fiesta de la Ascensión la Iglesia celebra cada año el Día Mundial de las Comunicaciones
Sociales. Para los cristianos Jesús es el paradigma de la buena comunicación. Tras muchas
empresas de comunicaciones y canales televisivos hay un buen caudal de contravalores. El
periodismo debe estar al servicio del bienestar humano y también del amor, de la verdad, de la
felicidad. ¡Cuántos medios se convierten en armas ideológicas que atacan la verdad de la
Iglesia! Recemos por los profesionales de los medios de comunicación, para que no lleguen a
desvirtuar la buena noticia del Dios amor.
Joaquín Iglesias
jiglesias@arsis.org