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Manual de estudio A distancia /Año 2019
SEGUNDA CLASE
2
Unidad 2
Paradigmas en Psicología de la
Educación
3
PARADIGMAS EN PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
De acuerdo a lo expuesto por Hernández Rojas Gerardo (1998)1
en la
historia de la Psicología de la Educación podemos encontrar básicamente
dos clases de paradigmas. Por un lado, tendríamos el caso de los
paradigmas aportados por la psicología general, que se usan cuando
se considera que éstos pueden proponer alternativas valiosas para la
solución de diversos problemas educativos. En gran parte, estos
paradigmas nacieron de investigaciones realizadas fuera de contextos o
escenarios educativos, algunas veces en el laboratorio, en la práctica
clínica, etc., la mayoría de las veces ajenos a las situaciones educativas.
No obstante, la participación de estos paradigmas generales constituyó el
componente básico en la historia de la Psicología de la Educación, sin el
cual no hubiese sido posible su nacimiento ni su evolución durante este
siglo.
Por otro lado, están los paradigmas propiamente psicoeducativos, de
aparición más tardía en la disciplina. Estos paradigmas, surgidos a partir
de las contribuciones de los paradigmas generales, se han desarrollado
principalmente tomando como base la investigación realizada en los
distintos contextos educativos.
Según Hernández Rojas (1998) esta distinción ha sido producto de las
propias vicisitudes de la historia de la disciplina. Como analizamos en la
unidad Nº1, el modelo básico prevaleciente durante las primeras décadas
de la historia de la Psicología de la Educación siguió típicamente un
esquema de importación de paradigmas de su disciplina madre: la
psicología general. Así, desde entonces se contó con un amplio catálogo
de leyes, principios y hallazgos acumulados provenientes de distintos
paradigmas, los cuales eran objeto del planteamiento de extrapolación-
traducción. Esto provocó que en la Psicología de la Educación dominara
una concepción de disciplina aplicada, dependiente teórica y
metodológicamente de las distintas disciplinas (psicología del desarrollo,
psicología del aprendizaje, etc.) de la psicología general. En consecuencia,
el conocimiento psicoeducativo desarrollado al interior de la disciplina
carecía de identidad propia.
1
Hernández Rojas Gerardo (1998) “Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Bs. As.
Argentina.
4
ATENCIÓN
Ya en los albores de la Psicología de la Educación, los distintos
paradigmas de la psicología fueron mostrando un claro interés por la
problemática educativa. En el periodo comprendido entre 1960 y 1980,
puede identificarse ya con cierta claridad la presencia significativa de cinco
paradigmas psicológicos en el campo de la educación, a saber:
a) Paradigma conductista. En particular, debe reconocerse el trabajo
de B.F. Skinner y sus seguidores en el llamado «análisis conductual
aplicado a la educación» y otras líneas de trabajo de no menos importancia
como las desarrolladas por A. Bandura.
b) Paradigma psicogenético piagetiano. A partir de la epistemología
genética impulsada por Piaget y sus seguidores, se han desarrollado
importantes aplicaciones y reflexiones educativas en forma sistemática
desde la década de 1960; entre ellas destacan los trabajos de Kamii,
DeVries, Weikart, Duckworth, Ferreiro, Brun y Vergnaud.
c) Paradigma sociocultural. Luego del «redescubrimiento» de los
escritos vigotskyanos, a finales de los años sesenta en Estados Unidos, se
comenzó a vislumbrar la posibilidad del uso educativo del esquema teórico
sociocultural, impulsado por notables investigadores como Cole, Wertsch,
Rogoff, Moll, Tharp, Gallimore, Cazden, Mercer y Minick.
d) Paradigma de orientación cognitiva. Se destacaron, durante los
años sesenta, los trabajos de Ausubel, Bruner y Wittrock; en los años
setenta apareció en pleno el planteamiento de la psicología instruccional
impulsada por los trabajos realizados sobre todo por Bransford, Glaser,
Resnick y Mayer en el decenio de 1980.
e) Paradigma humanista. Aparecido a finales de los años cincuenta,
tiene entre sus principales representantes los trabajos de Maslow y, sobre
todo, de Rogers, cuyo planteamiento de la enseñanza no directiva o
centrada en el alumno destacó especialmente.
Cada paradigma mantiene explícita o implícitamente una forma de
introducirse en las situaciones educativas, la cual a veces depende del
momento en que hizo acto de presencia en la historia de la disciplina, de
sus coordenadas epistemológicas, teóricas y metodológicas o de sus
propias concepciones teóricas y opiniones sobre las cuestiones
5
educativas. De hecho, puede decirse que los planteamientos de
extrapolación-traducción e interdependencia-interacción se han hecho
realidad en cada uno de ellos, con el predominio de uno u otro. No
obstante, estos paradigmas se han aplicado al contexto educativo con
cierto éxito, y con ello, se ha dado un impulso decisivo al desarrollo de la
Psicología de la Educación, ya que han posibilitado el surgimiento de
reflexiones teóricas e instrumentos metodológicos y tecnológicos.
Esta Unidad se propone como objetivo abordar el estudio, la reflexión y el
análisis de los diversos paradigmas existentes en la Psicología de la
Educación. Como ya sabemos, los paradigmas tienen su propia manera de
hacer ciencia, su propia forma de plantear y conducir la investigación;
utilizan metodologías y técnicas de investigación “ad hoc” a sus formas de
entender las distintas porciones de la realidad educativa a las que se
suelen enfrentar. Pero sabemos también que los paradigmas también se
critican e interpelan. Por ello, trataremos ir avanzado en el desarrollo de los
paradigmas en educación realizando un análisis crítico de sus
aportaciones al campo educativo.
Comencemos entonces.
ATENCIÓN
1. Paradigma Conductista al Contexto Educativo.
El Conductismo llegó a constituirse en un paradigma tradicional en la
Psicología Educacional, desde el mismo momento de surgimiento de los
trabajos de Skinner, en 1.954, alcanzando su auge desde los años
cincuenta hasta la década del setenta.
Los conductistas sostienen que la educación es uno de los recursos
que emplea la sociedad para controlar la conducta humana.
Para analizar las aportaciones de tipo conceptual, Hernández Rojas (1998)
toma como puntos de interés, dada su relevancia para el ámbito educativo,
los siguientes: a) concepción de la enseñanza, b) concepción del alumno,
c) concepción del profesor, d) concepción del aprendizaje, E) concepción
de estrategias específicas de tipo didáctico, f) concepción de evaluación.
6
Presentemos cada uno de ellos:
 Concepción de enseñanza
Para el conductismo, el proceso instruccional consiste en el arreglo
adecuado de las contingencias de reforzamiento, a fin de promover
con eficiencia el aprendizaje del alumno. (Hernández Rojas, 1998; pág.
92) Cualquier conducta académica puede ser enseñada si se tiene una
programación instruccional eficaz, basada en el análisis detallado de las
respuestas del alumno y de la forma que serán reforzadas.
Así, el supuesto existente en este planteo es que la enseñanza consiste en
proporcionar contenidos o información, es decir, en depositar información
en el alumno para que la adquiera. El profesor -programador, cuando
estructura los cursos y hace arreglos de contingencias de reforzamiento,
está interesado en perfeccionar la forma más adecuada de enseñar
conocimientos y habilidades (contenidos) que, se suponer, el alumno
deberá aprender. Skinner (1970; pág. 20) decía: “enseñar es expender
conocimientos, quien es enseñado aprende más rápido que aquel a
quien no se le enseña”.
Vemos aquí que el acento está puesto en los aspectos más reproductivos
de la educación, que en los productivos. Por ende, la enseñanza se
orienta hacia la preproducción y hacia la memorización, que hacia la
elaboración de la información. No se destaca el papel del sujeto, ni se
valorizan los aspectos productivos. Ello implica tratar al sujeto como un
objeto, privándolo de intencionalidad, de propositividad, de auto-
elaboración. Este es uno de los puntos más criticados por los
investigadores educativos.
 Los objetivos y metas de la educación
Los conductistas sostienen una forma muy original de plantear los
objetivos educacionales. Según ellos, para que haya eficacia en las
situaciones educativas, las metas y los objetivos no deben ser enunciados
de un modo vago o demasiado ambiguo; más bien se deben traducir o
reducir a formas más “operables” para conseguirlos y luego evaluarlos.
(Hernández Rojas, 1998) menciona tres criterios para elaborar objetivos
conductuales:
-Mencionar la conducta observable que el alumno debe lograr.
-Señalar las condiciones en que se realizará la conducta de interés.
7
-Mencionar los criterios de ejecución de la misma (para su evaluación
posterior).
La enunciación conductual de los objetivos, según los conductistas, tienen
varias ventajas: permite que el docente y el alumno tengan claridad sobre
las actividades de enseñanza y de aprendizaje, respectivamente; dan lugar
a una planificación y diseño instruccional adecuados; permiten obviar las
formas de evaluación. En este sentido, se dice que los objetivos son los
elementos esenciales de todo el proceso instruccional.
 Concepción de alumno
El conductismo considera al estudiante como una “tabula rasa” que no
aporta nada al proceso, y que depende de los estímulos que reciba
del exterior para poder aprender. Se ve al alumno como un sujeto cuyo
desempeño y aprendizaje escolar pueden ser arreglados o re-arreglados
desde el exterior (la situación instruccional, los métodos, los contenidos,
etc.), basta con programar adecuadamente los insumos educativos para
que se logre el aprendizaje de conductas académicas deseables.
Se pueden destacar las siguientes características respecto a los
estudiantes:
• Los estudiantes son vistos como “tabula rasa” que reciben
información del maestro.
• El estudiante cumple órdenes, obedece.
• El estudiante requiere constante aprobación.
• Depende del maestro.
• Ente pasivo en el proceso de enseñanza- aprendizaje
• Realiza tareas en las cuales el comportamiento pueda ser
observado, medido, evaluado directamente
La participación y el aprendizaje del alumno están condicionados por las
características prefijadas y rígidas del programa conductual elaborado.
El aprendizaje únicamente ocurre cuando se observa un cambio en el
comportamiento. Si no hay cambio observable no se considera que haya
aprendizaje.
8
 Concepción de maestro
El papel del docente consiste en modificar las conductas de sus
alumnos en el sentido deseado, proporcionándoles los estímulos
adecuados en el momento oportuno.
En el proceso de enseñanza aprendizaje, el docente:
-Es el proveedor del conocimiento
-Es la figura central del proceso.
-Imparte la educación
-Centraliza la autoridad y las decisiones.
El enfoque conductista está basado en un modelo de comunicación vertical
que sitúa al docente por encima del alumno, asumiendo la figura o el rol de
emisor activo de las situaciones y los contenidos; y al alumno lo representa
como un ‘ser pasivo’, que recibe la información.
Entre los principios deberá manejar especialmente los referidos al
reforzamiento positivo y evitar, en la medida de los posible, los basados en
el castigo (Skinner, 1970).
Bandura, por su parte, destaca que el docente no solo provee modelos a
los alumnos, sino que también les presenta un contexto estimulante
(estimulador). En palabras de Pichón Riviére (1990): “Puede ser útil
concebir al profesor como alguien que presenta constantemente modelos
conductuales, verbales y simbólicos a los alumnos. Su eficacia dependerá
de la consistencia entre los modelos, la adecuación de éstos a las
9
competencias de los alumnos, la valencia afectiva entre éstos y el propio
profesor (es decir, del atractivo del profesor como modelo para los
alumnos) y la efectividad de los procedimientos que el profesor ponga en
juego en la presentación de modelos.”2
En este marco, el docente realiza las siguientes funciones o tareas:
-Diagnosticar las necesidades instruccionales (objetivos medibles).
-Diseñar y crear condiciones para la instrucción.
-Mantener y conducir la instrucción.
-Manejar las técnicas de evaluación.
 El concepto de aprendizaje
El tema del aprendizaje ha sido una de las categorías psicológicas que
más han investigado los conductistas. De hecho, para ellos, gran parte de
la conducta de los seres humanos es aprendida y es producto de las
contingencias ambientales. Desde este punto de vista, cualquier conducta
puede ser aprendida, pues se considera que la influencia del nivel de
desarrollo psicológico y de las diferencias individuales es mínima (Pozo,
1989)
Para los conductistas el condicionamiento es la base de todo
aprendizaje y se rige por las leyes del asociacionismo.
 Estrategias y Técnicas de Enseñanza
A partir de los años cincuenta, la influencia de la obra de Skinner en el
ámbito educativo fue muy importante. La aplicación más directa de dicha
2
Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) “Paradigmas en psicología de la educación” Paidós
Educador. Argentina. Pág. 95
10
teoría se concreta en la denominada «Enseñanza programada». Ésta es la
alternativa que propuso Skinner (1970) para convertir la enseñanza, hasta
entonces vista como un arte, en una técnica sistemática, y que servirá de
base para el diseño de los primeros programas informáticos de enseñanza.
En un primer momento Skinner y sus colaboradores de la Universidad de
Harvard centraron su máximo interés en los procesos de reforzamiento que
se debían formar en las situaciones de enseñanza/aprendizaje, partiendo
de una crítica a la enseñanza tradicional y aplicando los principios básicos
del condicionamiento operante. La idea básica de Skinner y sus
colaboradores es doble; el material a enseñar debe subdividirse en
fragmentos que permitan aportar con más frecuencia feedback y, por tanto,
reforzamiento al estudiante. En segundo lugar, mediante este
procedimiento se da al alumno mayores oportunidades de responder con
mayor frecuencia, de ser más activo.
Las bases para los procesos de programación educativa y la enseñanza
programada se fundamentan en una serie de principios:
o Definición explícita de los objetivos del programa.
o Presentación secuencial de la información según la lógica de
dificultad creciente.
o Participación del estudiante.
o Reforzamiento inmediato de la información.
o Individualización (avance de cada estudiante a su propio ritmo).
o Registro de resultados y evaluación continua.
 Concepción de evaluación
Cuando el alumno va progresando en el programa, una condición
importante, según los conductistas, es que lo haga sin cometer errores
(suele ser así, pero es el ideal de la enseñanza programada). Antes de ser
11
sometido al programa, durante el avance y al final del mismo, el alumno es
evaluado para corroborar sus conocimientos previos, su progreso y su
dominio final de los conocimientos o habilidades enseñados.
Los instrumentos de evaluación se conciben y elaboran con base en los
objetivos enunciados previamente en el programa y tomando en cuenta la
conducta observable, los criterios y las condiciones de ocurrencia de la
misma; todo ello con el fin de asegurar la «objetividad» de la evaluación. A
dichos instrumentos, formados por un conjunto de reactivos asociados
estrechamente con los objetivos específicos, se les conoce como pruebas
objetivas, pues se considera que aportan información suficiente para
evaluar el desempeño de los alumnos sin necesidad de recurrir a juicios
subjetivos del examinador.
En este paradigma, el énfasis de las evaluaciones se centra en los
productos del aprendizaje y no en los procesos, es decir, lo que interesa
saber es qué ha conseguido el alumno al final de un ejercicio, una
secuencia o un programa determinado, sin intentar ir más allá en busca de
los procesos (cognitivos, afectivos, etc.) que intervinieron durante el
aprendizaje, o que, al final -cuando ya se ha alcanzado el resultado-
deseado- están provocando que éste ocurra.
LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS
Leer el capítulo 4: “Descripción del paradigma conductista y sus apli-
caciones e implicaciones educativas”, en Hernández Rojas Gerardo (1998)
Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Bs. As.
12
LAS TEORIAS MEDIACIONALES
Durante la primera mitad del siglo XX floreció la investigación sobre el
aprendizaje principalmente dentro de la teoría conductista, y las teorías del
aprendizaje ejercieron una fuerte influencia en la investigación y en la
práctica de muchas y diferentes esferas de la psicología y la educación.
Sin embargo, a partir de los años 70, como reacción al Paradigma
Conductista se fueron gestando otras líneas de investigación desde las
cuales se puso énfasis en diversas anomalías detectadas en el
Conductismo. Lo común entre ellas fue que se reconocieron los procesos
mentales, concediéndose la importancia de la actividad mental en el
aprendizaje. Ello significó un verdadero cambio de paradigma. Se
cuestionaron los supuestos del mencionado modelo, el anti-mentalismo, el
ambientalismo, etc., caracterizándolo como un reduccionismo.
Las teorías mediacionales (o cognitivas) que, a diferencia de las teorías
asociacionistas o conductistas, sostienen que en el aprendizaje interviene
una estructura interna de conocimiento; y su objetivo era explicar cómo se
construyen los esquemas internos que aparecen en las respuestas de la
conducta.
Al difundirse los aportes de la Psicología Genética de Jean Piaget, la
concepción de “aprendizaje” fue modificándose, entendiéndolo como un
proceso desde el cual “el sujeto asimila los objetos de conocimiento con
las estructuras cognitivas que dispone, para luego reorganizar estas
estructuras en función del nuevo objeto de conocimiento”. Este modelo
instauró un corte epistemológico respecto al modelo conductista (de
Estímulo-Respuesta), que concebía al aprendizaje sólo desde la estructura
neuroanatómica que lo sostenía.
El estudio del aprendizaje humano comenzó a centrarse en el sujeto
cognoscente, un sujeto que aprende desde las estructuras capaces de
organizarse y reorganizarse en función del conocimiento que le provee el
medio. La preocupación por la mente y la forma en que funciona volvió a
ser de interés para la psicología científica. Esta orientación cognitiva centró
su estudio en una variedad de actividades mentales y procesos cognitivos
básicos, tales como la percepción, el pensamiento, la representación del
conocimiento y la memoria.
13
ATENCIÓN
El énfasis se desplazó desde la conducta misma a las estructuras de
conocimiento y los procesos mentales que pueden ser inferidos de los
índices conductuales, y que son responsables de varios tipos de conducta
humana. En otras palabras, las teorías cognitivas intentan explicar los
procesos de pensamiento y las actividades mentales que mediatizan la
relación entre el estímulo y la respuesta.
A partir de éstas, el cognitivismo está presente hoy con gran fuerza en la
psicología de la educación, especialmente a través de conceptos tales
como la importancia de los aprendizajes previos, el aprendizaje
significativo, el rol activo del sujeto como constructor de su conocimiento y
el desarrollo y la estimulación de estrategias cognitivas y metacognitivas.
Por lo tanto, en esta unidad se conocerán algunos autores que
contribuyeron al aporte de esta corriente en la educación, sus teorías y
principales aportes.
a) El Paradigma Psicogenético (Jean Piaget)
El biólogo y psicólogo sueco Jean Piaget (1896 – 1980) estudió los
mecanismos básicos del desarrollo cognitivo llegando a plantear la llamada
Teoría Genética, la cual, a partir de los principios constructivistas plantea
que el conocimiento no se adquiere solamente por interiorización del
entorno social, sino que predomina la construcción realizada por parte del
sujeto (Kamil, 1985).
14
Piaget sostuvo que los niños construyen su conocimiento cuando sus
predisposiciones biológicas interactúan con su experiencia, siendo la
construcción, un mecanismo de interacción entre la herencia y la
experiencia que produce conocimiento (Inhelder y Sinclair, 1969, en
Brainerd, 2003).
Esta teoría y principios son los que subyacen su famosa y rememorada
Teoría del Desarrollo Cognitivo, que ya hemos abordado en la asignatura
Psicología Evolutiva I y Psicología general, al describir los mecanismos
básicos del desarrollo cognitivo y su evolución. Por ello, ahora nos
abocaremos directamente al análisis del alcance y significado de la Teoría
psicogenética en la práctica educativa.
• Proyecciones del paradigma psicogenético al campo educativo
Jean Piaget, además de ser uno de los autores más influyentes del siglo
XX, es uno de los que más repercusiones tuvieron en el campo de la
educación. Si bien Piaget desarrolló sus trabajos desde la década de 1920,
no fue hasta 1960 que estos adquirieron real importancia y popularidad
(Kessen, 1996 en Brainerd, 2003).
A continuación, vamos a describir brevemente algunas de las
implicaciones del modelo de desarrollo propuesto por Piaget para la
Psicología de la Educación. En primer lugar, debemos destacar qué lugar
ocupa el aprendizaje en la teoría de Piaget y qué relación tiene con el
pensamiento y el desarrollo desde este marco teórico.
Como hemos visto en el apartado anterior, para los enfoques conductistas
el aprendizaje se concibe como una mera acumulación de asociaciones
entre estímulos y respuestas. La concepción de Piaget es radicalmente
diferente en este sentido. En coherencia de su perspectiva epistemológica,
Piaget concibe el desarrollo como una construcción del niño a partir de sus
acciones, lo que va más allá de meras asociaciones entre estímulos que
implican un proceso de 'copia' de la realidad externa en la mente del
sujeto. El sujeto no es reactivo ni se limita a recibir estimulaciones y
reaccionar, sino que realiza aportaciones sustanciales que contribuyen
decisivamente a la adquisición activa de lo aprendido.
Para Piaget, no obstante, la estructura intelectual que caracteriza al sujeto
en determinado estadio de desarrollo no únicamente posibilita la
comprensión (cierto nivel de comprensión) de un determinado rango de
fenómenos, sino que también lo limita (en relación a lo que puede
15
comprender y aprender). Por ejemplo, a pesar de los esfuerzos por intentar
enseñar al niño conceptos o fenómenos que van más allá de su propia
estructura intelectual, que no pueden ser asimilados por ella, éstos serán
inevitablemente infructuosos. Esto implica comprender que los efectos del
aprendizaje pueden acelerar hasta cierto punto ciertos logros (que el niño
adquirirá posteriormente por sí mismo), pero en general provocan poco
cambio en el pensamiento lógico.
Según Brainerd (2003)3
, luego de revisar los principios y estadios
planteados por Piaget, el desarrollo se puede resumir en 5 principios:
1. El aprendizaje de los niños está limitado por las restricciones de cada
etapa.
2. La existencia de restricciones en cada etapa significa que los niños
pueden aprender conceptos relacionados con la edad, y este aprendizaje
variará significativamente en función del nivel cognitivo inicial del niño.
3. La esencia del aprendizaje implica enseñar a los niños a aplicar nuevos
contenidos a las estructuras que ellos ya han desarrollado.
4. Los niños no pueden aprender a la fuerza a aplicar estructuras
cognitivas que aún no tienen. La arquitectura cognitiva primero debe
evolucionar por su cuenta.
5. De estos principios se sigue que, intentar enseñar a los niños conceptos
que están más allá de su estadio de desarrollo cognitivo, es una pérdida de
tiempo y esfuerzo tanto para el profesor como para el alumno.
ATENCIÓN
En síntesis, para la perspectiva psicogenética, el aprendizaje está
subordinado a los niveles de desarrollo previos del sujeto. Son las
leyes del aprendizaje están subordinadas a las leyes del desarrollo y
a la evolución de las estructuras cognitivas de carácter lógico-
matemático, y no a la inversa.
a) La aplicación de la teoría del desarrollo piagetiana a los
objetivos y contenidos educativos.
3
Citado en Manual de Psicología Educacional / Violeta Arancibia C., Paulina Herrera P. y Katherine
Strasser S.(página 90)
16
Esta postura de Piaget ha dado lugar a ciertas interpretaciones
pedagógicas que para algunos son muy perniciosas, en especial por lo que
respecta al papel (activo o pasivo) del alumno, del profesor, de los adultos
o de los compañeros en los procesos de aprendizaje (Linaza, 1981, pp.
244; Martí, 2000, p. 104-105).
La primera línea de influencia, fue la aplicación de la teoría del
desarrollo piagetiana a los objetivos y contenidos educativos.
Quizá la forma más directa e intuitiva de aplicación de la teoría
psicogenética a las prácticas educativas consistió en establecer como
objetivo de la educación en cada una de las edades, la adquisición de
formas de pensamiento típicas de esas edades. La teoría de Piaget nos
informa cómo estará preparado para aprender un niño a determinada edad
y qué tipo de aprendizajes quedan fuera de su alcance y no son
aconsejables en el trabajo de aula. En este sentido, constituye una fuente
muy importante de criterios a la hora de seleccionar y secuenciar con
sentido evolutivo los contenidos curriculares; ya que los estadios
evolutivos constituyen en cada momento un punto de referencia y una
meta que la educación ha de facilitar.
Este uso del marco constructivista piagetiano ha sido uno de los más
influyentes en práctica educativa, y gracias a él, se ha contemplado la
importancia del análisis previo de los contenidos escolares y se han
adaptado los programas de manera más adecuada de acuerdo con el
desarrollo general del niño. En general, la educación escolar tendría
como objetivo ayudar a construir las estructuras propias de cada uno
de los estadios evolutivos y todas las decisiones didácticas que se
tomen (selección de contenidos, organización de actividades de
aprendizaje, papel del profesor, procedimientos de evaluación, etc.)
tendrían que estar guiados por ese principio.
17
Así, desde la perspectiva psicogenética, el objetivo del currículum pasa a
ser “promocionar la adquisición de los diferentes conceptos propios de los
estadios” (los conceptos operacionales concretos en el caso de la
educación preescolar, los conceptos formales en el caso de la educación
primaria).
A pesar de que esta línea de influencia es sin duda muy importante,
tampoco está exenta de limitaciones, especialmente cuando la aplicación
de estos criterios evolutivos piagetianos se hace de manera muy estricta.
En concreto, Coll y Martí (1990; pp. 135-136) exponen dos de ellas:
•Las diferencias individuales que existen entre los diferentes alumnos en
cuando a las edades de adquisición de los diferentes logros cognitivos.
Aunque el orden y las secuencias de adquisición sean constantes (y esto
es lo importante para Piaget), las edades concretas pueden variar, con lo
que una propuesta de contenidos fundamentada en edades medias de
adquisición puede, en la práctica, dar lugar a importantes desajustes.
Estos desajustes pueden provocar que para algunos alumnos los
contenidos sean los adecuados, y para otros resulten inadecuados debido
a que todavía no poseen las competencias previas necesarias para
entenderlos.
• En ocasiones no es tan fácil como podría suponerse conocer qué
competencias previas supone realizar determinadas tareas o determinados
contenidos escolares. Estas dificultades se hacen especialmente evidentes
en áreas de contenido alejadas de lo científico o lo matemático.
En suma, el desarrollo cognitivo tal y como lo entiende Piaget ha aportado
una importante fuente de criterios para secuenciar el currículum, y sin duda
ha contribuido a mejorar esta secuenciación, aunque no tanto cuando
descendemos a niveles más específicos de alumnos o áreas de contenido
concretas.
b) El cambio en la concepción misma del proceso de enseñanza y
aprendizaje.
Además de la influencia sobre los objetivos y contenidos educativos, un
segundo ámbito en el que la influencia de la teoría de Piaget ha sido muy
importante es en la propia concepción del proceso de enseñanza y
aprendizaje y cómo este se puede optimizar.
De acuerdo con Lacasa (1994; p. 115), esta influencia puede resumirse en
dos aspectos fundamentales: por una parte, asumir que el alumno es un
18
sujeto activo que elabora la información y es capaz de progresar por sí
mismo; por otra, reconocer la actividad de profesor como elemento que
puede favorecer el desarrollo proponiendo entornos de aprendizaje y
actividades adaptadas al nivel de desarrollo de los alumnos con los que
trata.
Vamos a profundizar un poco más ambos aspectos.
ATENCIÓN
La importancia de la actividad:
Quizá la tesis fundamental de la teoría de Piaget es que todo
conocimiento y desarrollo cognitivo es producto, en último término,
de la actividad constructiva del sujeto, una actividad que es tanto
física (de hecho, este tipo de actividad será la predominante en los
primeros momentos) como intelectual. Es decir, desde la teoría de
Piaget el alumno no es un ente pasivo que se limita a recibir
conocimientos, sino que éstos necesitan ser construidos (o reconstruidos)
activamente por el propio niño para poder ser realmente comprendidos. En
caso contrario, el conocimiento se convierte únicamente en una
memorización literal superficial, desvinculada de las estructuras con las
que el niño interpreta el medio que le rodea.
Como comenta Duckworth (1981; p. 167) “no es la presión de los hechos lo
que produce la comprensión. Es, al contrario, el esfuerzo del propio niño
por darle algún sentido a los hechos”.
Este proceso de construcción de conocimientos a partir de la propia
actividad de niño tiene una serie de propiedades que los hace
especialmente deseable desde un punto de vista educativo (Hernández
Rojas, 1998; p. 194):
•Se logra un aprendizaje con comprensión.
•Los aprendizajes obtenidos son más fácilmente generalizables a otros
contextos y duraderos en el tiempo.
•Los alumnos aumentan el sentido de su propia capacidad para generar
conocimientos valiosos por sí mismo, lo que potencia posteriores
esfuerzos.
Así, el marco teórico de Piaget dotó a esta enseñanza de unos
19
fundamentos conceptuales de los que carecían y ha sido la fuente de
numerosas sugerencias para optimizar el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Una de ellas es, por ejemplo, la importancia que adquieren los
errores dentro del proceso de aprendizaje. Un error, desde el marco
piagetiano, es provocado por el desajuste que se genera al intentar aplicar
a una realidad una estructura conceptual e interpretativa que no la explica
totalmente. Estos desajustes por una parte pueden hacernos saber de
cuáles son las comprensiones que mantienen los alumnos (las estructuras
de conocimiento que aplican) en ese momento y, por otra, son fuente de
desequilibrios que necesitan ser compensados por procesos de
equilibración y que, por ello, son susceptibles de provocar una
reestructuración de los esquemas de conocimiento existentes para
alcanzar otros más explicativos.
Piaget denominó "errores sistemáticos" a los que expresan los límites de lo
que puede o no hacer un sujeto según las características de su
organización intelectual. Se evidencian cuando el niño se equivoca de la
misma manera frente a situaciones diferentes en edades similares. El error
tiene que ver con la significación que le otorga a la situación planteada
según su estructura mental. Son pues reveladores de una lógica infantil
diferente a la lógica adulta. Para que se superen este tipo de errores
constructivos habrá que esperar la evolución de la estructura mental, pero
esta "espera" no implica que no se propongan actividades desequilibrantes
que favorezcan la construcción de nuevas nociones.
Otro tipo de errores son los originados por aplicar saberes previos que son
válidos en un determinado campo, a situaciones nuevas en las que no
tienen validez. Otros errores son provocados por la confrontación de los
saberes espontáneos o cotidianos de los alumnos con los conocimientos
escolares y científicos. También es necesario tener en cuenta los errores
didácticos, resultado de una inadecuada intervención del docente. En
ocasiones los alumnos cometen errores en los procedimientos destinados
a resolver algún tipo de situación problemática. Por lo general, estos
errores derivan de la teoría o conjuntos de ideas que el niño ha construido
y que dirigen dichos procedimientos o acciones. Estos errores no tendrían
que ver entonces con las estructuras cognitivas sino con la interacción
entre los aspectos comprensivos (las teorías que los niños hacen sobre la
naturaleza del problema y cómo resolverlo) y las secuencias de acciones
dirigidas al éxito.
20
El docente tendrá que tener en cuenta entonces la diversidad de errores
que surgen en los procesos de aprendizaje para decidir cuál será el modo
de intervención más adecuada.
Entonces, esta concepción asigna el papel esencial al error que el niño
comete en su interpretación de la realidad. Este o estos errores no son
considerados como falta, sino pasos necesarios en el proceso constructivo,
ya que desarrolla su conocimiento en razón a la conciencia de que los
errores forman parte de la interpretación del mundo.
Obviamente, este énfasis en la actividad como motor del aprendizaje y del
desarrollo tiene sus repercusiones sobre el modo en el que se concibe el
papel del profesor. Veamos cuáles son.
El papel del profesor:
En primer lugar, podemos afirmar que la postura constructivista centrada
exclusivamente en la producción cognitiva a través de las interacciones
con el mundo de los objetos no puede sino rechazar la instrucción, dado
que niños podrían elaborar por sí mismos esos saberes con la sola ayuda
de los instrumentos lógicos. Esto implica que el rol del docente quedaría
limitado, desde esta perspectiva teórica, a la tarea de facilitar dicha
construcción.
Al principio, muchos de los trabajos inspirados en este pensamiento no
usaron la palabra “enseñanza”, porque consideraban que no se ajustaba a
las ideas del paradigma. Unos, por privilegiar la actividad constructiva del
aprendiz y reducir la enseñanza a dicha actividad constructiva. De hecho
como señala Lerner (1996) antes que enseñanza se prefirió emplear la
expresión “actividades del docente” para dar cuenta de todas las acciones
encaminadas a provocar “indirectamente” la asimilación de los contenidos
escolares por parte del alumno.
Si bien es propio del paradigma subrayar la actividad constructiva y la
aplicación de los mecanismos estructurantes y estructuradores del alumno
a los contenidos escolares, se asumían posturas en las que el docente
pasaba a ocupar un lugar secundario, y donde la enseñanza era una
actividad subordinada y secundaria a los procesos que rigen el desarrollo y
el aprendizaje.
En general, las propuestas sustentadas por el planteamiento
constructivista sostienen la necesidad de desarrollar un contexto didáctico
que pueda ser estimulante y favorecedor para los alumnos. En este
21
contexto, los alumnos tendrían la oportunidad de elegir y planear
actividades que les parecieran interesantes y motivantes según su nivel
cognitivo. La tarea docente estaría, hasta cierto punto, subordinada al
diseño de ese contexto constituido por situaciones y experiencias
relevantes para provocar el despliegue de actividades autoestructurantes.
(Furth y Wachs -1974; p. 45 o Kamii y DeVries (1977; p. 406) 4
Esto implicaría el trabajo de crear dichas actividades y experiencias con la
intención de inducir indirectamente, y según las capacidades de los niños,
el tratamiento de los contenidos curriculares.
Piaget sostuvo que estaba de acuerdo en el uso de métodos activos
centrados en la actividad y el interés de los niños, pero hizo severas
críticas a la enseñanza transmisionista basada en la conferencia y el
verbalismo. El docente, al conocer las etapas del desarrollo evolutivo
cognitivo, también acerca de cómo aprenden los alumnos, sabrá emplear
recursos y técnicas que propicien la actividad constructiva del alumno.
Esta es precisamente la gran aportación de la psicología genética a la
educación “centrada en métodos activos” basados en el alumno, dado
que permite dejarle claro al profesor cómo hacer operativos muchos de los
recursos y técnicas proporcionadas por tales métodos o enfoques
4
Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la educación. Paidós educador.
Bs. As. Argentina.( pág. 189)
22
pedagógicos en beneficio de los alumnos, explicándole -además- porqué
es así.
En este planteamiento, se ha reconocido el valor esencial de los
contenidos escolares o el “saber a enseñar” en la situación escolar. Estos
saberes preexisten al alumno y muchas veces éste no puede reconstruirlos
por sí solo si no es con la ayuda del programa y el profesor. El profesor
tampoco debe imponerlos, de tal forma que los alumnos tengan que
aprenderlos sin necesidad de haberlos comprendido, pues esto afecta
negativamente su actividad autoestructuradora. La salida planteada a esta
paradoja parece señalar que en el esquema de enseñanza es necesario
recuperar la actividad constructiva de los alumnos en relación con ciertos
contenidos escolares, de tal forma que aquéllos elaboren continuamente
hipótesis o interpretaciones sobre éstos y el profesor actúe asegurando,
por diversos medios y con los recursos educativos necesarios, las
actividades reconstructivas adecuadas para que los alumnos asimilen
dichos “saberes a enseñar”. Es así como en esta nueva concepción de la
enseñanza, el maestro es el responsable de la situación didáctica y en
especial de las actividades de reconstrucción de los contenidos
curriculares; aunque también debe delegar o «devolver» (Lerner 1996)
cierta responsabilidad a los alumnos, para que realmente tenga lugar una
actividad “reconstructiva” en su forma genuina. Lerner ha resumido en la
siguiente cita las características básicas de esta concepción de la
enseñanza:
ATENCIÓN
¿Cómo definir entonces la enseñanza desde una perspectiva
constructivista?
Sus rasgos esenciales podrían enunciarse así: enseñar es plantear
problemas a partir de los cuales sea posible reelaborar los contenidos
escolares y es también proveer toda la información necesaria para que los
niños puedan avanzar en la reconstrucción de esos contenidos. Enseñar
es promover la discusión sobre los problemas planteados, es brindar la
oportunidad de coordinar diferentes puntos de vista, es orientar hacia la
resolución cooperativa de las situaciones problemáticas. Enseñar es
alentar la formulación de conceptualizaciones necesarias para el progreso
23
en el dominio del objeto de conocimiento, es propiciar redefiniciones
sucesivas hasta alcanzar un conocimiento próximo al saber socialmente
establecido. Enseñar es, finalmente, promover que lo niños se planteen
nuevos problemas fuera de la escuela” (Lerner p. 98).
De todo lo expuesto, estamos en condiciones de inferir algunos
posicionamientos del paradigma psicogenético respecto a cuestiones
didácticas más específicas. Lerner (1996)5
ha expuesto algunas
estrategias de enseñanza que demarcan acertadamente la esencia de la
concepción de la enseñanza psicogenética:
 Se consideran importantes y necesarias las actividades de
enseñanza que promueven la mejora de las interpretaciones o
reconstrucciones que los alumnos realizan sobre los contenidos
escolares. Las estrategias, las actividades y los procedimientos de
enseñanza, en general, deberán estar encaminados a facilitar las
actividades progresivas de reconstrucción del “saber a enseñar”. Sin
embargo, nos parece que tal trabajo de promoción y facilitación es difícil si
no se cuenta con un marco de referencia constituido por el estudio
minucioso de la psicogénesis de los distintos contenidos impartidos en la
escuela.
 A partir de los distintos contenidos escolares deberán
plantearse, en la enseñanza, situaciones problemáticas que
demanden y favorezcan en los alumnos un trabajo reconstructivo de
dichos contenidos. Lerner (1996), comenta que los problemas más
valiosos desde un punto de vista educativo, aquellos que con mayor
probabilidad van a provocar la movilización de las competencias cognitivas
existentes y su crecimiento para formar estructuras más amplias y
profundas, son los que presentan dos características:
- Han de ser problemas que tengan sentido para el alumno y, al
mismo tiempo, que han de ir un poco más allá de los esquemas o
interpretaciones que ya poseen.
- Han de ser problemas que se expongan de forma abierta, en los que
los alumnos tengan que tomar decisiones y puedan elaborar de forma
creativa soluciones por ellos mismos.
 Deben promoverse las situaciones de diálogo e intercambio de
puntos de vista en torno a los problemas y situaciones desafiantes
5
Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la educación. Paidós educador.
Bs. As. Argentina.( pág. 201)
24
planteadas. Para concretar esta estrategia, es importante que durante la
situación didáctica el profesor propicie un clima de respeto, en el que
pueda opinar con libertad sobre los contenidos o ideas que sugiera el
profesor y/o los alumnos. Es importante, como dice Lerner (1996) que el
profesor no “convalide de entrada lo correcto”, porque de lo contrario, los
alumnos usan continuamente como referente lo que el profesor acepta o
rechaza, y esto afecta la naturaleza de las participaciones y
argumentaciones. Al proponer actividades concretas de trabajo
cooperativo, de discusión y reflexión, relacionados con los problemas que
promuevan las actividades de reconstrucción de los contenidos, se sugiere
formar grupos pequeños y heterogéneos en su constitución, cuyos
miembros puedan rotar continuamente de un grupo a otro, y que en todo
momento estén supervisados, orientados y asistidos por el docente.
Las actividades en pequeños grupos son mejores si el docente sabe por
qué y para qué las utiliza; una actividad en pequeños grupos por sí misma
no garantiza experiencias y productos deseables.
 En la enseñanza deben orientar los procesos de reconstrucción
que realizan los alumnos sobre los contenidos escolares.
Se deberá aportar a los alumnos toda la información que se considere
necesaria, siempre y cuando sirva al progreso de la actividad
reconstructiva de los alumnos. En momentos oportunos, es preciso que el
profesor retome su papel de informante, por ejemplo, cuando los procesos
espontáneos y las discusiones entre los compañeros no progresen,
encuentren resultados ambiguos o avancen en una dirección no deseada.
Durante las intervenciones didácticas, en la mayor parte de las mismas,
conviene que el profesor proceda examinando, interrogando y explorando
las opiniones en las hipótesis e interpretaciones de los alumnos. Preguntar,
cuestionar, contra argumentar, inducir, sistematizar, etc., son actividades
tan valiosas como informar. Por último, se podrá sugerir y proponer formas
de trabajo apropiadas según el tipo de contenido, momento de
construcción o forma de participación, que los alumnos no puedan
desarrollar por sí mismos, con el fin de crear situaciones más propicias
para el desarrollo de reconstrucciones más adecuadas del “saber a
enseñar”.
 Respecto a las prácticas evaluativas, este paradigma se centra
más en los procesos que en los productos. Esto implica atender a los
procesos relativos al progreso de los niños en relación con algún dominio
25
del conocimiento, cuya psicogénesis se tenga bien documentada. Los
resultados de la evaluación serían fundamentalmente orientaciones y
serían útiles tanto para que el alumno o los alumnos reflexionen sobre sus
propios procesos y avances logrados, como para que el docente valorase
sus estrategias didácticas.
Las técnicas evaluativas pueden ser todas las que informen el proceso de
construcción de los contenidos escolares: registros de proceso, análisis de
actividades grupales, estudio de las formas de resolución a las situaciones
problemáticas, etc.
• Limitaciones del enfoque de Piaget en la educación
De acuerdo con CoII (1996a; pp. 166-170; 2000, pp. 48-51) dos son las
limitaciones fundamentales del marco piagetiano para dar cuenta de una
manera concreta de los procesos de enseñanza y aprendizaje que tienen
lugar en el ámbito escolar: la relativa infravaloración de los contenidos en
el proceso de aprendizaje y la naturaleza esencialmente individual de este
proceso.
En primer lugar, la teoría de Piaget, es una teoría que se ocupa no tanto
del sujeto psicológico como del sujeto epistemológico. Es decir, se ocupa
del cambio en estructuras de conocimiento generales, que se supone que
están en la base del pensamiento y que se contemplan de forma
relativamente independiente de los propios contenidos y de los contextos
en los que se generan. Sin embargo, el educador, en el aula, ha de
referirse a cada alumno individualmente y manejar contenidos concretos
(Bang, 1981; p. 78).
La teoría de Piaget y su unidad de análisis, el esquema, hacen referencia a
los aspectos abstractos del pensamiento y de la acción, a su movimiento y
cambio espontáneo y universal, sin prestar una atención excesiva a los
contenidos a los que se aplica ese pensamiento y esa acción. Sin
embargo, la teoría no contempla que, en el aula, gran parte de las
exigencias de los alumnos están referidas a la adquisición de conjuntos
organizados de conocimientos particulares, que en ocasiones van a ser
entidades cuya naturaleza es puramente sociocultural y que remiten a
ámbitos muy concretos de la experiencia humana, configurada histórica y
socioculturalmente. En estos casos, si bien las estructuras generales
pueden jugar algún papel como prerrequisito para la comprensión,
ciertamente el alumno no va a “descubrirlos” ni a construirlos de forma
26
natural por sí sólo, sin la presencia de un mediador cultural, como puede
ser la escuela o, más en concreto, el profesor.
Tener en cuenta la importancia de los contenidos y su manera particular de
organizarse, relacionarse los unos con los otros y con la experiencia del
alumno podrían darnos muchas claves para mejorar el proceso de su
enseñanza y aprendizaje, claves que se ignoran desde el modelo de
Piaget.
La segunda gran crítica que menciona CoII se refiere al carácter
individualista del marco teórico del gran psicólogo suizo. De acuerdo con
él, los aprendizajes del niño y la medida en la que contribuyen a un
progreso cognitivo son procesos estrictamente individuales, que realiza el
niño por sí mismo gracias, fundamentalmente, a la equilibración y la
dinámica entre asimilación y acomodación.
A pesar de que esta noción fundamentada en la actividad individual puede
aportar aspectos muy interesantes, la aplicación de este modelo a lo que
sucede en las aulas puede hacernos ignorar algunos procesos esenciales
en la dinámica escolar. Antes de nada, no siempre es fácil que
espontáneamente el niño descubra y construya de manera espontánea las
estructuras y conjuntos de conocimiento que se supone que ha de generar.
De hecho, en ocasiones la presencia de estructuras de interpretación
previas hace el cambio extraordinariamente difícil. En estas ocasiones,
como en muchas otras, el papel de las influencias educativas que están
presentes en el aula (el profesor, los compañeros) es decisivo para
explicar los procesos de enseñanza y aprendizaje y los progresos del niño.
Los otros no simplemente acompañan al alumno en sus logros, sino que
influyen de manera decisiva en que estos logros se produzcan y en la
dirección que tomen. No son simplemente “objetos” con los que
interactuar, sino que son proactivos, capaces de provocar desequilibrios en
el alumno y que, además de apoyar e influir en el desarrollo, forman un
entramado comunicativo y social decisivo para la construcción del
conocimiento escolar, un contexto sin el que esta construcción no puede
entenderse completamente. Un entramado, sin embargo, que no se
contempla dentro del marco de Piaget.
27
LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS
Leer: Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la
Educación. Paidós Educador. Buenos Aires. Argentina. Capítulo 7:
Descripción del paradigma psicogenético y sus aplicaciones e implicancias
educativas
b) El Aprendizaje y Contexto Socio-Cultural (Lev Vygotsky)
Lev Semionovich Vygotsky (1896-1934) es considerado el precursor del
constructivismo social. A partir de él, se han desarrollado diversas
concepciones sociales sobre el aprendizaje. Lo fundamental del enfoque
de Vygotsky consiste en considerar al individuo como el resultado del
proceso histórico y social; y al conocimiento como un proceso de
interacción entre el sujeto y el medio, pero el medio entendido social y
culturalmente (no solamente físico, como lo considera primordialmente
Piaget).
Sabemos que Vygotsky se interesó notablemente por distintas cuestiones
relativas a los procesos educativos. A partir de su obra escrita y sus
enseñanzas, pueden encontrarse ideas, conceptos y propuestas que han
resultado, para los educadores de hoy, de gran potencialidad explicativa y
heurística (entre ellas, las relaciones entre desarrollo y aprendizaje, el
concepto de zona de desarrollo próximo, las relaciones entre conceptos
espontáneos y científicos, su peculiar interés por el desarrollo
28
«prehistórico» de la escritura, la interpretación de una evaluación dinámica,
el papel del lenguaje como sistema básico autorregulador de la conducta y
sus estudios sobre enseñanza especial con poblaciones atípicas). Muchas
de estas ideas continúan siendo estudiadas y enriquecidas por sus
seguidores en todo el mundo.
Habiendo expuestos ya los conceptos fundamentales de su teoría en la
asignatura Psicología General, a continuación, nos centraremos en las
implicaciones educativas de la Teoría socio-cultural.
Hernández Rojas (1998) toma como puntos de interés, dada su relevancia
para el ámbito educativo, los siguientes: a) concepción de la enseñanza, b)
concepción del alumno, c) concepción del profesor, d) concepción del
aprendizaje, E) concepción de estrategias específicas de tipo didáctico, f)
concepción de evaluación. Presentemos cada uno de ellos:
 Concepción de enseñanza
Una premisa central en el paradigma destaca que el proceso de desarrollo
psicológico individual no es independiente o autónomo de los procesos
socioculturales en general, ni de los procesos educacionales en particular.
De hecho, la postura vigotskyana señala explícitamente que no es posible
estudiar ningún proceso de desarrollo psicológico al margen del
contexto histórico-cultural en que está inmerso, el cual trae consigo
una serie de instrumentos y prácticas sociales históricamente
determinados y organizados (Rogoff 1993).
El ser humano se desarrolla en la medida en que se apropia de una serie
de instrumentos (físicos y psicológicos) de índole sociocultural, y cuando,
participa en dichas actividades prácticas y relaciones sociales con otros.
Las distintas sociedades y grupos culturales siempre se han preocupado
por cómo transmitir su identidad, sus valores y saberes culturales a las
siguientes generaciones; las propuestas educativas varían desde las que
proponen que los sujetos más jóvenes participen directamente en los
contextos y las prácticas culturales genuinas, hasta las que sostienen la
necesidad de un aprendizaje formal descontextualizado.
Uno de los espacios institucionales diseñado exprofeso en las sociedades
industrializadas, con la intención de negociar los currículos culturales
(específicos), son las escuelas. A través de esas instituciones se
transmiten y recrean los saberes acumulados y organizados culturalmente
que se consideran legitimados (p. ej. el conocimiento científico); son
29
también los contextos más propicios donde se entretejen los procesos de
desarrollo cultural-social con los de desarrollo personal, los cuales, según
la expresión de Coll (1985), se van «generando mutuamente». Por lo tanto,
la escuela desempeña un papel crucial en la promoción de
aprendizajes específicos y del desarrollo general de cada alumno.
Gracias a la enseñanza ocurrida en las instituciones, y a lo que ello
conlleva, se desarrollan las formas maduras de las funciones psicológicas
superiores (Baquero 1996). En las prácticas educativas se crea el contexto
necesario y propicio para que se dé la reestructuración de las funciones
psicológicas superiores rudimentarias hacia modos más avanzados que se
caracterizan por un control consciente y voluntario. Asimismo, la
participación de los aprendices en tales prácticas les permite el acceso a
ciertos instrumentos de mediación cultural (entre los que destaca la
escritura) con un carácter creciente de descontextualización, y que también
impulsan el desarrollo de su psiquismo, así como sus posibilidades de
acceso a formas de conocimiento más elaborado dentro de esa cultura
(por ejemplo, el pensamiento letrado).
Por último, como producto de la participación del niño en los contextos
escolares ocurre la transición de los conceptos espontáneos hacia los
conceptos científicos. Los conceptos espontáneos son de naturaleza
denotativa, están elaborados principalmente sobre aspectos perceptivos,
funcionales o contextuales, y se desarrollan espontáneamente como
consecuencia de las experiencias cotidianas que tienen los niños. En
oposición, si bien los conceptos científicos se construyen sobre la base de
los conceptos espontáneos, se organizan en formas de sistemas
complejos, estableciendo entre sí relaciones lógicas y coherentes.
Estos conceptos científicos no se desarrollan espontáneamente como los
otros, sino que se aprenden a través de experiencias y demandas de
reflexión “sui generis” que sólo ocurren en los espacios escolares.
En la situación de enseñanza formal, el niño se ve impelido a tomar los
conceptos como objetos de aprendizaje “per se”; sobre ellos trabaja y los
manipula conscientemente para tratar de aprenderlos en relación con otros
conceptos; al mismo tiempo desarrolla su explicación, la cual
explícitamente le demanda (y le corrige) el agente de enseñanza.
En síntesis, los conceptos científicos se aprenden sobre una base
lingüística y racional, con el apoyo de un docente, en un contexto cultural
(la escuela) especialmente diseñado para trabajar con los conceptos por
30
los conceptos mismos.
 Metas de la educación
A partir de las consideraciones vigotskyanas sobre la enseñanza y su
importante papel en el desarrollo psicológico de los niños, podría decirse
primeramente, que la educación formal debería estar dirigida, en su diseño
y en su concepción, a promover el desarrollo de las funciones psicológicas
superiores y; con ello, al uso funcional, reflexivo y descontextualizado de
instrumentos (físicos, pero especialmente los psicológicos) y tecnologías
de mediación socio- cultural (por ejemplo, la escritura, las computadoras,
etc.) en los educandos (Baquero 1996, Medina 1996).
Cada cultura proporciona, a los miembros de una sociedad, los artefactos y
saberes necesarios que las generaciones más jóvenes deben apropiarse
para controlar y modificar su entorno (físico y social) y a sus propias
personas. La apropiación del modo de uso y del significado sociocultural
de dichos artefactos y saberes constituye un aspecto crucial en el
desarrollo psicológico de cada niño miembro de la cultura. Sería entonces
de interés considerar las metas educativas en función de lo que la cultura
en particular determina como valioso y relevante para que lo aprendan los
miembros más jóvenes.
Dichos procesos educativos, sin embargo, no son posibles sin el apoyo de
otros más capaces, cuya ayuda y participación .es imprescindible, puesto
que, en su ausencia, se haría muy difícil la apropiación de los instrumentos
y saberes que el medio sociocultural ofrece.
 Concepción del alumno
Desde la óptica de este paradigma, el alumno debe ser entendido como un
ser social, producto y protagonista de las múltiples interacciones sociales
en que se involucra a lo largo de su vida escolar y extraescolar. De hecho,
las funciones psicológicas superiores son producto de estas interacciones
sociales. Gracias a la participación en los procesos educacionales
sustentados en distintas prácticas y procesos sociales, en los que se
involucran distintos agentes y artefactos culturales, el niño- aprendiz
consigue aculturarse y socializarse (y así se convierte en miembro de
esa cultura) y al mismo tiempo se individualiza y desarrolla su propia
personalidad.
Por consiguiente, el papel de la interacción social con los otros
31
(especialmente los que saben más: maestro, padres, niños mayores,
iguales, etc.) tiene importancia fundamental para el desarrollo psicológico
del niño-alumno.
De lo dicho pueden establecerse dos hechos sustanciales:
a) el alumno reconstruye los saberes, pero no lo hace solo, porque ocurren
procesos complejos en los que se entremezclan procesos de construcción
personal y procesos auténticos de co-construcción en colaboración con los
otros que intervinieron, de una o de otra forma, en ese proceso (Wertsch
1993).
b) Los saberes de diverso tipo que inicialmente fueron transmitidos,
compartidos y, hasta cierto punto, regulados externamente y dispensados
por otros, posteriormente, gracias a los procesos de internalización,
terminan siendo propiedad de los educandos, al grado de que éstos llegan
a ser capaces de hacer uso activo de ellos de manera consciente y
voluntaria (autónoma o autorregulada). (Wertsch 1993).
En la perspectiva vigotskyana también se consideran de muy alto valor los
procesos de interacción que ocurren entre los alumnos. En particular,
resalta la afirmación de Vygotsky (1979) que señala que no sólo los
adultos pueden promover la creación de ZDP, sino también los iguales o
pares «más capacitados» en un determinado dominio de aprendizaje.
Los estudios sobre interacción entre iguales, en el marco de interpretación
vigotskyano, se han dirigido a dos situaciones: la co-construcción o
actividad conjunta-colaborativa de tareas entre participantes con similares
competencias cognitivas, y las tutorías entre uno que sabe más y otro(s)
que sabe(n) menos (Tudge y Rogoff 1995).
ATENCIÓN
El aprendizaje colaborativo, es otro de los postulados constructivistas
que parte de concebir a la educación como proceso de socio-construcción
que permite conocer las diferentes perspectivas para abordar un
determinado problema, desarrollar tolerancia en torno a la diversidad y
pericia para reelaborar una alternativa conjunta. Los entornos de
aprendizaje constructivista se definen como «un lugar donde los alumnos
deben trabajar juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de
32
instrumentos y recursos informativos que permitan la búsqueda de los
objetivos de aprendizaje y actividades para la solución de problemas»
Algunas pautas para producir aprendizaje colaborativo son: a) estudio
pormenorizado de capacidades, deficiencias y posibilidades de los
miembros del equipo; b) establecimiento de metas conjuntas, que
incorporen las metas individuales; c) elaboración de un plan de acción, con
responsabilidades específicas y encuentros para la evaluación del proceso;
d) chequeo permanente del progreso del equipo, a nivel individual y grupal;
e) cuidado de las relaciones socio-afectivas, a partir del sentido de
pertenencia, respeto mutuo y la solidaridad, y f) discusiones progresivas en
torno al producto final.
Evidentemente este tipo de aprendizaje dialógico facilita el desarrollo de
aquellos procesos cognitivos, como la observación, el análisis, la
capacidad de síntesis, el seguir instrucciones, comparar, clasificar, tomar
decisiones y resolver problemas, en los que la interacción enriquece los
resultados y estimula la creatividad.
Por otra parte, el aprender en forma colaborativa permite al individuo
recibir retroalimentación y conocer mejor su propio ritmo y estilo de
aprendizaje, lo que facilita la aplicación de estrategias metacognitivas para
regular el desempeño y optimizar el rendimiento; por otra parte este tipo de
aprendizaje incrementa la motivación, pues genera en los individuos
fuertes sentimientos de pertenencia y cohesión, a través de la
identificación de metas comunes y atribuciones compartidas, lo que le
permite sentirse «parte de», estimulando su productividad y
responsabilidad, lo que incidirá directamente en su autoestima y desarrollo.
33
Según Díaz Barriga (1999) resulta importante resaltar la necesidad de
comprender el verdadero significado del aprendizaje colaborativo, pues de
lo contrario se corre el riesgo de promover experiencias caracterizadas por
actitudes individualistas, en las que prevalecen los conflictos, frustraciones
y complejos de los miembros del grupo y no se logra entablar una
interacción favorable, que conduzca a la interdependencia positiva.
El aprendizaje colaborativo se caracteriza por la igualdad que debe tener
cada individuo en el proceso de aprendizaje y la mutualidad, la distribución
de responsabilidades, la planificación conjunta y el intercambio de roles.
Atendiendo el proceso desde la conformación misma del equipo, se debe
promover un aprendizaje que además de resultar rico en cuanto a los
productos cognoscitivos logrados (a nivel interpersonal e intrapersonal),
permita modelar y adquirir valoración y responsabilidad hacia el proceso
educativo, y desarrollar la capacidad para conformar equipos de trabajo
productivo y un respeto por los demás y su trabajo. En este punto, resulta
importante tomar en cuenta que todo proceso grupal debe partir por la
aceptación legítima de cada integrante, lograr niveles aceptables de
comunicación y confianza, que permitan dar y recibir apoyo y resolver
asertivamente los conflictos que de continuo se presentan en las
relaciones humanas, para poder tomar decisiones conjuntas que
favorezcan la consolidación como equipo.
La mayoría de los docentes al iniciar un trabajo de aprendizaje con un
grupo de estudiantes, tienden a repetir la repartición de contenidos en
grupos elegidos aleatoriamente, cuyos productos de aprendizaje se
presentan en una jornada maratónica de exposiciones en la que rotafolios,
transparencias y video-veam ofrecen en apretados y minúsculos textos una
síntesis del trabajo que van leyendo a una audiencia pasiva que se
abstiene de hacer preguntas.
Este tipo de experiencias no ejerce mediación en el proceso de
aprendizaje, ni se hace seguimiento e intervención al proceso de
desenvolvimiento del grupo, o se aplica evaluación formativa, conociendo
tanto los logros tanto colectivos como personales, o generando una
reflexión seria por parte del grupo y produciendo reconocimientos que
recompensen objetivamente las acciones valiosas.
Es verdad que el trabajo en equipos con enfoque colaborativo requiere
mayor dedicación y es mucho más meticuloso, pero produce en los
34
estudiantes verdadero crecimiento intelectual y socio-afectivo y; en el
docente, continua mejoría en su capacidad mediadora.
De acuerdo a los postulados del constructivismo socio-cultural, existen al
menos tres formas de poner en práctica el aprendizaje colaborativo: la
interacción de pares, el tutoreo de pares y el grupo colaborativo
(Tudge, 1994). La diferencia entre ellos está determinada por la igualdad
en los niveles de rendimiento que exista entre los integrantes.
La interacción de pares consiste en la integración de grupos con
participantes de diferentes niveles de habilidad, que acometen las
ejecuciones en forma organizada y conjunta, participando el docente como
mediador y catalizador en las experiencias de aprendizaje del grupo.
El tutoreo de pares (Tudge, 1994), involucra a estudiantes en los que se
ha detectado mayor habilidad y a los que se les ha dado un entrenamiento
previo para servir de “coach” de sus compañeros de menor nivel, mientras
desempeñan el trabajo en forma conjunta; por lo general la interacción
entre los estudiantes es tan fluida que logra elevar el nivel de los
aprendices y consolidar el que tienen los avanzados, quienes querrán
conservar su posición de adelantados y continuarán profundizando en el
conocimiento.
Los grupos colaborativos por su parte, tienen mayor tamaño que los
primeros y vinculan aprendices de distinto nivel de habilidad, género y
procedencia; acumulan el puntaje en forma individual y grupal a lo largo de
todo el período, lo que estimula la interdependencia y asegura la
preocupación de todos por el aprendizaje de todos, pues el éxito colectivo
depende del éxito individual. En este caso el docente debe ser más que un
mediador, propiciando un proceso grupal efectivo (Johnson y Johnson,
1992, y Vásquez, Johnson y Johnson, 1993). El grupo puede ser estable o
permanente, inestable o circunstancial y de base, que es aquel que va más
allá del ámbito académico, desarrollando actividades de soporte y apoyo
para el desarrollo integral de sus integrantes.
El aprendizaje colaborativo ha demostrado eficiencia en la superación de
actitudes negativas, incrementar la motivación y el autoconcepto; por otra
parte, las experiencias de interacción cooperativa permiten producir un
aprendizaje vinculado al entorno social del individuo, dado que propician la
creación de ambientes estimulantes y participativos, en los que los
individuos se sienten apoyados y en confianza para consolidar su propio
estilo de aprendizaje.
35
Lo que ha sido puesto de relieve en los trabajos sobre la interacción entre
iguales desde esta perspectiva, para comprender y mejorar los contextos
de interacción, son varias cuestiones que merece la pena mencionar.
Primero, las actividades realizadas por los miembros participantes
terminan siendo una actividad conjunta, enriquecida por las aportaciones
activas de cada uno de los involucrados (sea en parejas o en pequeños
grupos). En las interacciones ocurridas entre iguales, se recrean zonas de
construcción relativas a la comprensión y solución de la tarea, que amplían
las posibilidades que los sujetos por sí mismos (individualmente) no
tendrían. Además, gracias a que el lenguaje es un instrumento mediador y
posibilitador de las interacciones, los miembros prestan, solicitan y reciben
ayuda, mejoran y reconstruyen la representación cada vez más
diferenciada de la tarea o situación acometida conjuntamente, en una
relación bastante más simétrica que la que ocurriría entre profesor (o
enseñante adulto) y alumno. El lenguaje, como se sabe, permite regular la
ejecución de los otros e influir en ella, y además en la ejecución interna de
uno mismo. Por lo tanto, en esa relación más cercana y más horizontal
creada entre pares, cuando se crean las condiciones apropiadas (en las
que necesariamente tiene que intervenir el profesor como organizador y
promotor externo de las mismas), es posible el uso del lenguaje en todo su
valor instrumental, ya sea si se usa el lenguaje propio para influir sobre los
demás, si se emplea el lenguaje de los otros para influir en uno mismo, si
se recupera el lenguaje creado colectivamente para influir en el proceso de
solución, o si es utilizando el lenguaje propio, desarrollado sobre la marcha
en la tarea, para influir en uno mismo (Coll y Colomina 1990).
 El docente como mediador
Para Vygotsky, el desarrollo es un proceso socialmente andamiado,
mediado, asistido, guiado, en el que el papel de la educación y de los
procesos educativos es crucial. Tal como hemos afirmado en secciones
anteriores, en la tarea de mediación pedagógica en general y en relación
con el capital cultural en particular, se ha identificado especialmente a la
escuela como un dispositivo clave a la hora de integrar a los nuevos
miembros de la cultura, después de la familia.
El profesor debe ser entendido como un agente cultural que enseña en
un contexto de prácticas y medios socioculturalmente determinados,
y como un mediador esencial entre el saber sociocultural y los
36
procesos de apropiación de los alumnos (Medina 1996). Así, a través
de actividades conjuntas e interactivas, el docente procede promoviendo
zonas de construcción para que el alumno se apropie de los saberes,
gracias a sus aportes y ayudas estructurados en las actividades escolares,
siguiendo cierta dirección intencionalmente determinada. (Newman, 1991)
Su participación en el proceso educativo para la enseñanza de algún
contenido o saber curricular (conocimientos, habilidades, procesos,
actitudes, instrumentos, etc.) se plantea de inicio como una relación
asimétrica con los alumnos. No podría ser de otra manera, puesto que el
docente debe conocer el uso funcional de los saberes e instrumentos
culturales, y planear una serie de acciones que, junto con las curriculares
institucionales, tendrán por objeto promover el desarrollo de las funciones
psicológicas superiores en cierta dirección, y la apropiación del uso
adecuado de los instrumentos y saberes socio- culturales según la
interpretación específica de la cultura en que se encuentran insertos.
En ese sentido, el enseñante sabe, desde el inicio mismo del encuentro
educativo con el alumno, hacia dónde deberá dirigir los procesos
educativos y tiene claras sus intenciones educativas. Esto, por supuesto,
no ocurre así con el aprendiz, quien tendrá que percatarse de ellas
progresivamente a través del diálogo (mecanismos de mediación semiótica
apropiados) y de las interacciones y experiencias compartidas con el
enseñante.
Entonces, en la teoría constructivista (Vygotsky, 1974), el aprendiz
requiere la acción de un agente mediador para acceder a la zona de
desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje
que proporcione seguridad y permita que aquél se apropie del
conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. El papel de la educación
y, fundamentalmente el rol del docente, es alentar el desarrollo, guiarlo,
mediarlo, es un proceso por el cual la cultura amplifica y ensancha las
capacidades del individuo. El docente debe transformarse en “guía” o
“facilitador” de aprendizajes significativos y crear un clima en el que los
alumnos se sientan contenidos, acompañados, comprendidos en sus
necesidades.
Un concepto fundamental que debe manejar el maestro en su rol de
mediador y facilitador es el de la zona de desarrollo próximo. Se refiere a:
"la distancia entre el nivel real de desarrollo determinado por la capacidad
de aprender en forma independiente y el nivel de desarrollo potencial
37
determinado por el aprendizaje con la colaboración de un compañero más
capaz o con la guía de un adulto" (Vygotsky, 1.967). Este se relaciona con
el concepto es el de andamiaje. Según esta idea, el experto-enseñante, en
su intento por enseñar determinados saberes o contenidos (habilidades,
conceptos o actitudes), crea un sistema de ayudas y apoyos necesarios
para promover- el traspaso del control sobre el manejo de dichos
contenidos por parte del alumno-novato; es decir; en el proceso interactivo
y dialogante en que se basa la enseñanza, el experto-enseñante tiende
estratégicamente un .conjunto de andamios por medio de los cuales el
alumno-novato va elaborando las construcciones necesarias para aprender
los contenidos.
ATENCIÓN
Baquero (1996) señala que el andamiaje creado por el enseñante tiene
tres características esenciales que a continuación se describen:
a) Debe ser ajustable a las necesidades de aprendizaje del alumno
participante. Así, algunos requerirán apoyos (explicaciones,
modelamientos, etc.) más simples, mientras que otros necesitarán apoyos
más complejos, dependiendo del nivel de competencia inicial y progresiva
que vayan demostrando los sujetos respecto del contenido que va a ser
enseñado.
b) Debe ser transitorio o temporal. Esto quiere decir que en los
momentos en que los alumnos ya no requieran el sistema de apoyos o
ayudas propuesto por el enseñante para el aprendizaje y dominio de los
contenidos, deberán retirarse en forma progresiva.
c) Debe ser explicitado (audible y visible) y tematizable. Esto es,
que el alumno tome conciencia de que en la realización y mejora de su
aprendizaje ha ocurrido un proceso de ayuda prestada por alguien que
sabe más (el enseñante) y que, por tanto, es producto de una situación
colaborativa.
Podríamos concluir este apartado señalando a manera de resumen que el
profesor deberá intentar en su enseñanza, la creación y construcción
conjunta de zonas de desarrollo próximo con los alumnos, por medio de la
estructuración de sistemas de andamiaje flexibles y estratégicos. Así, el
docente, con su influencia y en co-construcción con los alumnos,
38
promueve los procesos de apropiación de los saberes y los instrumentos
de mediación socioculturalmente aceptados y valorados que, muy
probablemente no ocurrirían en forma espontánea en los alumnos.
 Concepción del aprendizaje
Vygotsky siempre sostuvo que el aprendizaje específicamente humano es
un proceso en esencia interactivo. De hecho, como ya hemos señalado, él
empleó una expresión en ruso que hace alusión necesariamente a alguien
que aprende, pero al mismo tiempo a alguien que enseña (Oliveira 1996).
En Vygotsky (1979) se cita lo siguiente: “el aprendizaje humano presupone
una naturaleza social específica y un proceso, mediante el cual los niños
acceden a la vida intelectual de aquellos que los rodean” (p. 136).
Así, las situaciones de aprendizaje se sitúan en una práctica o en un
contexto particular, en el que ocurren los procesos de interacción con otros
más capacitados que proveen la ayuda y asistencia. Así, en este
paradigma cambia la unidad de análisis para el estudio del aprendizaje, el
cual, para la mayoría de los paradigmas y teorías más específicas, había
estado puesto en el sujeto solo, como un ente que aprende por sus propios
medios, aislado de la influencia de otros y de las prácticas socioculturales
(Rogoff; 1993).
Acerca de las relaciones entre aprendizaje y desarrollo, ya hemos tenido
oportunidad de destacar que Vygotsky enfatizaba el importante papel que
desempeña el aprendizaje como catalizador e impulsor de los procesos
evolutivos. Aquí cabe mencionar la frase escrita por el propio Vygotsky: el
«buen aprendizaje» es el que precede al desarrollo y contribuye de un
modo determinante para potenciarlo.
El aprendizaje entonces actúa como elemento potenciador de ciertos
elementos y procesos en el desarrollo, que están en vías de evolución pero
que aún no han terminado de madurar (lo que determina su nivel de
desarrollo potencial), y que sólo se manifiestan gracias a la actividad que
se realiza con otro que, estratégicamente, conduce el acto a través de un
sistema de andamios o ayudas (“tendiendo puentes”, creando estructuras
de significados compartidos y por ende intersubjetivos); poco a poco, estas
actividades realizadas gracias a la intervención de los demás serán
internalizadas, formarán parte del desarrollo real del niño, y se
manifestarán sin problemas cuando él actúe aisladamente.
Lo anterior quiere decir; traducido al campo didáctico, que las experiencias
39
adecuadas de aprendizaje deben centrarse no en los productos acabados
del desarrollo (nivel de desarrollo real), sino, especialmente, en los
procesos en desarrollo que aún no acaban de consolidarse (nivel de
desarrollo potencial), pero que están en camino de hacerla. En
consecuencia, la instrucción escolar debería preocuparse menos por las
conductas o conocimientos «fosilizados» y más por los que están en
proceso de cambio. Como han señalado algunos, la ZDP es un diálogo
entre el niño y su futuro, entre lo que es capaz de hacer hoy y lo que será
capaz de hacer mañana.
 Estrategias de enseñanza
Gran parte de las estrategias y técnicas de enseñanza que los
vigotskyanos proponen se fundamentan en la creación de ZDP con los
alumnos, para determinados dominios y actividades de conocimiento.
Se supone que el profesor debe ser un agente experto encargado de
mediar la situación de encuentro entre el alumno y los contenidos
socioculturales que forman parte de los currículos escolares. En ese
sentido, el profesor deberá construir un contexto de aprendizaje en
conjunción con los alumnos, para aproximar el conocimiento particular, y
manejar procedimientos instruccionales óptimos que faciliten la
negociación de las zonas.
Hay que tener presente que la creación de las ZDP ocurre siempre en un
contexto de interactividad entre maestro-alumno(s) o experto-novato(s) en
general, y el interés del profesor consiste en trasladar al educando de los
niveles inferiores de la zona a los superiores, «prestándole» el grado
necesario de asistencia por la vía de situaciones de estructuración de
andamiaje, y guiándolo con una sensibilidad muy fina (y una evaluación
formativa constante), para valorar los niveles de desempeño alcanzados
paulatinamente por los alumnos. Esta situación de traspaso se debe
estructurar de tal manera que se procure la cesión de la responsabilidad y
el control en el desempeño de la tarea o del contenido por aprender. Esto
es, lo que el alumno al inicio no era capaz de realizar o entender por sí
solo, y en cambio sí podía realizarlo con la ayuda del maestro (actividad
exorregulada), posteriormente llega a ser capaz de desarrollarlo o
entenderlo por sí mismo sin necesidad de la ayuda previa (actividad
autorregulada).
Con base en distintos trabajos referidos al tema, Onrubia (1993) señala
40
una serie de criterios de intervención para que la ayuda asistida
proporcionada en la construcción conjunta de ZDP desemboque,
verdaderamente, en aprendizajes significativos en los alumnos. Algunos de
los criterios aportados por este autor son los siguientes:
a) Insertar las actividades que realizan los alumnos en un contexto y
en objetivos más amplios en los que éstas tomen sentido. El docente
deberá procurar definir a los alumnos ese contexto global, así como
señalarles la intencionalidad y la dirección que posteriormente tomará la
situación educativa. De este modo, las actuaciones, actividades o tareas
realizadas por los alumnos tendrán, para ellos mismos, un significado y un
sentido particulares. Es mejor si esa definición se hace lo más explícita
posible.
b) Fomentar la participación y el involucramiento de los alumnos en
las diversas actividades y tareas. Tal participación activa de los
miembros menos capaces es una característica esencial de la ZDP.
Cuando muchos alumnos o aprendices tienen serias dificultades para
realizar incluso las actividades más simples, el enseñante deberá procurar
que participen observando críticamente, actuando y dialogando.
e) Realizar ajustes continuos en la asistencia didáctica, en el
desarrollo de las actividades o aun en la programación más amplia
(de temas, unidades, etc.); hay que partir siempre de la observación del
nivel de actuación que vayan demostrando los alumnos en el manejo
de las tareas o contenidos que van a aprender. Estos ajustes en la
ayuda pedagógica requieren un «sistema de evaluación formativa» (el cual
puede basarse en la aplicación de técnicas informales como la observación
de las actividades y del nivel de las verbalizaciones, el planteamiento de
preguntas, cierto grado de sensibilidad) que permita establecer un
seguimiento de las actividades de los alumnos desde que empiezan a
participar en la ZDP. No puede haber una ayuda ajustada si no existe un
mínimo de valoración sobre el nivel de participación del sujeto en la tarea.
d) Hacer uso explícito y diáfano del lenguaje con la intención de
promover la situación necesaria de intersubjetividad (entre enseñante
y aprendices) y la negociación de significados en el sentido esperado,
y evitar las rupturas e incomprensiones en la enseñanza.
e) Establecer constantemente relaciones explícitas entre lo que los
alumnos ya saben (sus conocimientos previos) y los nuevos
contenidos de aprendizaje.
41
Como señala Onrubia (1993), la vinculación continua entre lo dado y lo
nuevo es un recurso característico de la construcción de las ZDP. Rogoff
(1993), por ejemplo, sostiene que en el proceso de participación guiada se
tienden puentes entre lo que los docentes saben (o van sabiendo) que los
alumnos ya saben y lo que los docentes saben que les hace falta saber a
aquéllos (los nuevos contenidos de aprendizaje). Esto quiere decir que el
docente parte de la perspectiva del alumno (y muchas veces adapta su
punto de vista, su lenguaje, modifica sus explicaciones, etc.), para luego
hacer que el niño re defina la tarea desde el punto de vista deseado (la del
enseñante), a fin de construir un fundamento de intersubjetividad necesaria
que permita fomentar la construcción y el avance en la zona.
El uso de los conocimientos previos es esencial para construir el contexto
intermental y el marco de referencia común sobre el cual poco a poco se
pueden ir estableciendo nuevos significados compartidos (a través de
mecanismos de mediación semiótica apropiados).
f) Promover como fin último el uso autónomo y autorregulado de los
contenidos por parte de los alumnos. Éste debe ser el punto clave al
que debe tender toda enseñanza basada en la construcción de ZDP. Tal
idea está claramente enunciada en la concepción de Vygotsky respecto a
la internalización del uso de los artefactos culturales (intrapsicológico),
promovidos gracias a la ayuda del miembro más capaz de la cultura
(interpsicológico).
g) Por último, se considera fundamental la interacción entre alumnos
como otro recurso valioso para crear ZDP. Ya hemos comentado, en
una sección anterior, cómo en la enunciación del concepto de ZDP,
Vygotsky deja abierta la posibilidad de que sean también los pares más
capaces quienes puedan participar para promover zonas de construcción.
 Concepción de la evaluación
Otra de las implicaciones educativas derivables de la ZDP fue la propuesta
por el propio Vygotsky (1979) para aproximarse al problema de la
evaluación. Las evaluaciones de ejecución máxima (cognitivas y de
rendimiento) que se suelen aplicar a los niños poseen tres características:
a) se centran en los productos de desarrollo: las conductas fosilizadas, el
nivel de desarrollo real de la zona, b) no valoran los procesos en desarrollo
y c) son descontextualizadas y evalúan exclusivamente la dimensión
42
intramental. A este tipo de evaluación, desde la perspectiva del enfoque
estudiado, se le ha denominado «evaluación estática».
La alternativa vigotskyana a este tipo de evaluación sostiene un tipo de
evaluación diferente, dirigida a determinar los niveles de desarrollo en
proceso y en contexto: en situación de apoyo interactivo y para dominios
específicos o situaciones culturales determinadas (Brown y Ferrara 1985 y
Brown y Reeve 1987). Así, se plantea a la evaluación dinámica como una
propuesta radicalmente distinta del esquema tradicional estático de la
evaluación psicométrica y escolar. La evaluación dinámica difiere en dos
aspectos con respecto a la evaluación estática: a través de ella se evalúan
los productos, pero, especialmente, los procesos en desarrollo; en este tipo
de evaluación se plantea una relación diferente entre examinador-
examinado en comparación con la que exige la evaluación estática (la cual
tiene fuertes connotaciones empiristas, dado que exige un alejamiento
extremo entre ambos para lograr la supuesta objetividad en la valoración).
La evaluación se desarrolla a través de una situación interactiva entre el
evaluador, el examinado y la tarea, en la que el primero presta una serie
de «ayudas» (las cuales son de distinto tipo porque dan un apoyo
diferencial y tienen que ver directamente con las conductas que el niño
debe efectuar para realizar la tarea en la que se está evaluando), según el
nivel de desempeño máximo mostrado previamente por el examinado en
forma individual. Los niños que requieran un número mayor de estas
ayudas sin duda tendrán un potencial de aprendizaje inferior, en
comparación con los que no hayan requerido tantas
ayudas para la solución de la tarea. Al término, se compara el nivel de
ejecución realizado por el niño en solitario (el nivel real de desarrollo) con
el nivel de ejecución logrado gracias al apoyo del examinador (el nivel de
desarrollo real), se considera la cantidad y la calidad de ayudas
empleadas. Según Brown y Reeve (1987), a través de este procedimiento
evaluativo puede diagnosticarse la amplitud de la ZDP en cierto dominio o
tarea particular.
De este modo, la evaluación se dirige no sólo a valorar los productos del
nivel de desarrollo real de los niños que reflejan los ciclos evolutivos ya
completados (como lo hacen los tests psicométricos típicos y las pruebas
de rendimiento escolar), sino, sobre todo, a determinar el nivel de
desarrollo potencial (las competencias emergentes que son puestas de
manifiesto en las interacciones con otros que les proveen contexto) y, si es
43
posible, a valorar el potencial de aprendizaje o bien la amplitud de las
zonas de los niños (Brown y Reeve 1987).
LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS
Leer: Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la
Educación. Paidós Educador. Buenos Aires. Argentina. Capítulo 8:
Descripción del paradigma sociocultural y sus aplicaciones e implicaciones
educativas.
c) Teoría del Aprendizaje Significativo (Ausubel)
"Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un sólo principio,
enunciaría éste: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo
que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese consecuentemente”
(Ausubel, 1986).
Durante mucho tiempo se consideró que el aprendizaje era sinónimo de
cambio de conducta, esto, porque dominó una perspectiva conductista de
la labor educativa; sin embargo, se puede afirmar con certeza que el
aprendizaje humano va más allá de un simple cambio de conducta,
conduce a un cambio en el significado de la experiencia. La experiencia
humana no solo implica pensamiento, sino también afectividad y
únicamente cuando se consideran en conjunto, se capacita al individuo
para enriquecer el significado de su experiencia.
44
Sin lugar a dudas, una de las teorías precursoras del aprendizaje, desde el
punto de vista cognitivo, es la propuesta por David Ausubel en relación
con el aprendizaje significativo. En 1963, Ausubel hizo su primer intento
de explicación de una teoría cognitiva del aprendizaje verbal significativo
publicando la monografía «The Psychology of Meaningful Verbal
Learning»; en el mismo año se celebró en Illinois el Congreso Phi, Delta,
Kappa, en el que intervino con la ponencia «Algunos aspectos psicológicos
de la estructura del conocimiento». Más de cuarenta años de vigencia
tiene, por tanto, esta teoría, lo que justifica su fuerza explicativa.
Podemos considerar la teoría que nos ocupa como una teoría psicológica
del aprendizaje en el aula. Ausubel (1973, 1976, 2002) ha construido un
marco teórico de referencia que pretende dar cuenta de los mecanismos
por los que se lleva a cabo la adquisición y la retención de los grandes
cuerpos de significado que se manejan en la escuela.
Es una teoría psicológica porque se ocupa de los procesos mismos que el
individuo pone en juego para aprender. Pero desde esa perspectiva no
trata temas relativos a la psicología misma ni desde un punto de vista
general, ni desde la óptica del desarrollo, sino que pone el énfasis en lo
que ocurre en el aula cuando los estudiantes aprenden; en la naturaleza de
ese aprendizaje; en las condiciones que se requieren para que éste se
produzca; en sus resultados y, consecuentemente, en su evaluación
(Ausubel, 1976).
Es una teoría de aprendizaje porque ésa es su finalidad. La Teoría del
Aprendizaje Significativo aborda todos y cada uno de los elementos,
factores, condiciones y tipos que garantizan la adquisición, la
asimilación y la retención del contenido que la escuela ofrece al
alumnado, de modo que adquiera significado para el mismo.
El origen de la Teoría del Aprendizaje Significativo está en el interés que
tiene Ausubel por conocer y explicar las condiciones y propiedades del
aprendizaje, que se pueden relacionar con formas efectivas y eficaces de
provocar de manera deliberada cambios cognitivos estables, susceptibles
de dotar de significado individual y social (Ausubel, 1976). Por eso aborda
problemas tales como:
a) Descubrir la naturaleza de aquellos aspectos del proceso de aprendizaje
que afecten, en el alumno, la adquisición y retención a largo plazo de
cuerpos organizados de conocimiento;
45
b) el amplio desarrollo de las capacidades para aprender y resolver
problemas;
c) averiguar qué características cognoscitivas y de personalidad del
alumno, y qué aspectos interpersonales y sociales del ambiente de
aprendizaje, afectan los resultados de aprender una determinada materia
de estudio, la motivación para aprender y las maneras características de
asimilar el material, y
d) determinar las maneras adecuadas y de eficiencia máxima de organizar
y presentar materiales de estudio y de motivar y dirigir deliberadamente el
aprendizaje hacia metas concretas. (Ausubel, 1973, pág. 23)
Por lo tanto, el ámbito de aplicación de esta teoría del aprendizaje escolar
es el aprendizaje y la enseñanza de cualquier cuerpo organizado de
conocimiento.
ATENCIÓN
Ahora bien, ¿cuáles son los conceptos clave de su teoría?
Según Ausubel (1978) no todos los tipos de aprendizaje humano son
iguales, como lo habían señalado los conductistas, para quienes sólo
existe “una" forma de aprender. De acuerdo con este autor, existen
diferentes tipos de aprendizaje que ocurren dentro del aula y pueden
ubicarse en dos dimensiones básicas. Con respecto a los tipos de
aprendizaje y cada una de las dimensiones, Hernández Rojas (1998) hace
primero dos distinciones esenciales:
a) En torno al tipo de aprendizaje realizado por el alumno (la forma en que
incorpora la nueva información en su estructura o sus esquemas
cognitivos), ésta constituye la primera dimensión.
b) Respecto al tipo de estrategia o metodología de enseñanza que se
sigue, que corresponde a la segunda dimensión.
En la primera dimensión se pueden distinguir dos modalidades de
aprendizaje: el repetitivo o memorístico y el significativo; y conforme a
la segunda, puede distinguirse entre aprendizaje por recepción y
aprendizaje por descubrimiento.
El aprendizaje memorístico o repetitivo consiste en aprender la información
de forma literal o al pie de la letra, tal como se ha presentado en la
enseñanza. El aprendizaje repetitivo se produce cuando los contenidos de
46
la tarea son arbitrarios (pares asociados, números, etc.), o cuando el
alumno carece de los conocimientos necesarios para que los contenidos
resulten significativos. Un ejemplo de aprendizaje memorístico sería el
aprendizaje de un número telefónico o de un poema.
El aprendizaje significativo, en cambio, se distingue por dos
características, la primera es que su contenido puede relacionarse de
un modo sustantivo, no arbitrario o al pie de la letra, con los
conocimientos previos del alumno, y la segunda es que éste ha de
adoptar una actitud favorable para tal tarea, dotando de significado
propio a los contenidos que asimila. (Marchesi, Palacios, Coll; 2003)
El aprendizaje receptivo se refiere a la adquisición de productos acabados
de información; en él la participación del alumno consiste simplemente en
internalizar dicha información. En el aprendizaje por recepción el alumno
recibe los contenidos que debe aprender en su forma final, acabada; no
necesita realizar ningún descubrimiento más allá de la comprensión y
asimilación de los mismos de manera que sea capaz de reproducirlos
cuando le sea requerido.
Por último, el aprendizaje por descubrimiento implica una tarea distinta
para el alumno; en este caso el contenido no se da en su forma acabada,
sino que debe ser descubierto por él. Este descubrimiento o reorganización
del material debe realizarse antes de poder asimilarlo; el alumno reordena
el material adaptándolo a su estructura cognoscitiva previa hasta descubrir
las relaciones, leyes o conceptos que posteriormente asimila.
Ausubel señala que “el aprendizaje memorístico va perdiendo importancia
gradualmente a medida que el niño adquiere más conocimientos, ya que al
aumentar éstos se facilita el establecimiento de relaciones significativas
con cualquier material” (Pozo, 2010, p.212). Esa mayor eficacia se debería
a las tres ventajas esenciales de la comprensión o asimilación sobre la
repetición: producir una retención más duradera de la información, facilitar
nuevos aprendizajes relacionados y producir cambios profundos –o
significativos– que persisten más allá del olvido de detalles concretos
(Novak, 1977, citado por Pozo, 2010, p.213). En todo caso, según Ausubel
los aprendizajes significativo y memorístico no son excluyentes.
Analicemos el siguiente cuadro de Ausubel (1978). Acerca de las
dimensiones y tipos de aprendizaje que ocurren en el aula.6
6
Citado por Hernández Rojas. (1998) Ob. Citada. Página 139.
47
De acuerdo con lo expuesto en el cuadro, Ausubel considera que toda
situación de aprendizaje contiene dos dimensiones, que pueden ubicarse
en los ejes vertical y horizontal. La dimensión representada en el eje
vertical hace referencia al tipo de aprendizaje realizado por el alumno, es
decir, los procesos mediante los que codifica, transforma y retiene la
información; e iría del aprendizaje meramente memorístico o repetitivo al
aprendizaje plenamente significativo. Y la dimensión representada en el eje
horizontal hace referencia a la estrategia de instrucción planificada para
fomentar ese aprendizaje, que iría desde la enseñanza puramente
receptiva, en la que el profesor o instructor expone de modo explícito lo
que el alumno debe aprender, a la enseñanza basada en el descubrimiento
espontáneo por parte del alumno.
Según Pozo (2010), la distinción entre los dos ejes mencionados es uno de
los aportes más relevantes de Ausubel, que serían bastante
independientes uno del otro. Además, al concebir el aprendizaje y la
enseñanza como continuos y no como variables dicotómicas, Ausubel evita
reduccionismos y establece la posibilidad de interacciones entre asociación
y reestructuración en el aprendizaje (p.210).
48
Partiendo de lo anterior, Ausubel muestra que, aunque el aprendizaje y la
instrucción interactúan, son relativamente independientes; de tal manera
que ciertas formas de enseñanza no conducen por fuerza a un tipo
determinado de aprendizaje. Es decir, tanto el aprendizaje significativo
como el memorístico son posibles en ambos tipos de enseñanza, la
receptiva o expositiva y la enseñanza por descubrimiento o investigación.
• La teoría de la asimilación cognoscitiva de Ausubel
Una vez establecidas las diferencias entre los distintos tipos de aprendizaje
humano en función de los continuos recepción-descubrimiento y
significativo-repetitivo, Ausubel se propone desarrollar una teoría que
explique el proceso de asimilación que se produce en el aprendizaje
significativo. Como ya se mencionó, para que el aprendizaje significativo
tenga lugar, es necesario que los nuevos conocimientos puedan ser
relacionados de forma sustantiva y no arbitraria con lo que el sujeto ya
conoce y que éste adopte una actitud activa para establecer las
mencionadas relaciones. Por relación sustancial y no arbitraria se debe
entender que las ideas se relacionan con algún aspecto existente
específicamente relevante de la estructura cognoscitiva del alumno, como
una imagen, un símbolo ya significativo, un concepto o una proposición
(AUSUBEL; 1983:18).
Esto quiere decir que, en el proceso educativo es importante considerar lo
que el individuo ya sabe de tal manera que establezca una relación con
aquello que debe aprender. Este proceso tiene lugar si el educando tiene
en su estructura cognitiva conceptos, estos son: ideas, proposiciones,
estables y definidos, con los cuales la nueva información puede
interactuar.
ATENCIÓN
Esa interacción con la estructura cognitiva no se produce considerándola
como un todo, sino con aspectos relevantes presentes en la misma, que
reciben el nombre de subsumidores o ideas de anclaje (Ausubel, 1976,
2002; Moreira, 1997). La presencia de ideas, conceptos o proposiciones
inclusivas, claras y disponibles en la mente del aprendiz es lo que dota de
significado a ese nuevo contenido en interacción con el mismo (Moreira,
2000 a). Pero no se trata de una simple unión, sino que en este proceso
49
los nuevos contenidos adquieren significado para el sujeto produciéndose
una transformación de los subsumidores de su estructura cognitiva, que
resultan así progresivamente más diferenciados, elaborados y estables.
Pero aprendizaje significativo no es sólo este proceso, sino que también es
su producto. La atribución de significados que se hace con la nueva
información es el resultado emergente de la interacción entre los
subsumidores claros, estables y relevantes presentes en la estructura
cognitiva y esa nueva información o contenido; como consecuencia del
mismo, esos subsumidores se ven enriquecidos y modificados, dando
lugar a nuevos subsumidores o ideas-ancla más potentes y explicativas
que servirán de base para futuros aprendizajes.
El aprendizaje mecánico, contrariamente al aprendizaje significativo, se
produce cuando no existen subsumidores adecuados, de tal forma que la
nueva información es almacenada arbitrariamente, sin interactuar con
conocimientos preexistentes, un ejemplo de ello sería el simple aprendizaje
de fórmulas en física, esta nueva información es incorporada a la
estructura cognitiva de manera literal y arbitraria puesto que consta de
puras asociaciones arbitrarias, cuando "el alumno carece de conocimientos
previos relevantes y necesarios para hacer que la tarea de aprendizaje sea
potencialmente significativo" (AUSUBEL; 1983: 37).
Obviamente, el aprendizaje mecánico no se da en un "vacío cognitivo"
puesto que debe existir algún tipo de asociación, pero no en el sentido de
una interacción como en el aprendizaje significativo.
Algunas ventajas del Aprendizaje Significativo son:
 Produce una retención más duradera de la información.
 Facilita el adquirir nuevos conocimientos relacionados con los
anteriormente adquiridos de forma significativa, ya que al estar claros en la
estructura cognitiva se facilita la retención del nuevo contenido.
 La nueva información al ser relacionada con la anterior, es guardada
en la memoria a largo plazo.
 Es activo, pues depende de la asimilación de las actividades de
aprendizaje por parte del alumno.
 Es personal, ya que la significación de aprendizaje depende los
recursos cognitivos del estudiante.
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2da. clase teorias del aprendizaje 2019

  • 1. 1 Manual de estudio A distancia /Año 2019 SEGUNDA CLASE
  • 2. 2 Unidad 2 Paradigmas en Psicología de la Educación
  • 3. 3 PARADIGMAS EN PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN De acuerdo a lo expuesto por Hernández Rojas Gerardo (1998)1 en la historia de la Psicología de la Educación podemos encontrar básicamente dos clases de paradigmas. Por un lado, tendríamos el caso de los paradigmas aportados por la psicología general, que se usan cuando se considera que éstos pueden proponer alternativas valiosas para la solución de diversos problemas educativos. En gran parte, estos paradigmas nacieron de investigaciones realizadas fuera de contextos o escenarios educativos, algunas veces en el laboratorio, en la práctica clínica, etc., la mayoría de las veces ajenos a las situaciones educativas. No obstante, la participación de estos paradigmas generales constituyó el componente básico en la historia de la Psicología de la Educación, sin el cual no hubiese sido posible su nacimiento ni su evolución durante este siglo. Por otro lado, están los paradigmas propiamente psicoeducativos, de aparición más tardía en la disciplina. Estos paradigmas, surgidos a partir de las contribuciones de los paradigmas generales, se han desarrollado principalmente tomando como base la investigación realizada en los distintos contextos educativos. Según Hernández Rojas (1998) esta distinción ha sido producto de las propias vicisitudes de la historia de la disciplina. Como analizamos en la unidad Nº1, el modelo básico prevaleciente durante las primeras décadas de la historia de la Psicología de la Educación siguió típicamente un esquema de importación de paradigmas de su disciplina madre: la psicología general. Así, desde entonces se contó con un amplio catálogo de leyes, principios y hallazgos acumulados provenientes de distintos paradigmas, los cuales eran objeto del planteamiento de extrapolación- traducción. Esto provocó que en la Psicología de la Educación dominara una concepción de disciplina aplicada, dependiente teórica y metodológicamente de las distintas disciplinas (psicología del desarrollo, psicología del aprendizaje, etc.) de la psicología general. En consecuencia, el conocimiento psicoeducativo desarrollado al interior de la disciplina carecía de identidad propia. 1 Hernández Rojas Gerardo (1998) “Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Bs. As. Argentina.
  • 4. 4 ATENCIÓN Ya en los albores de la Psicología de la Educación, los distintos paradigmas de la psicología fueron mostrando un claro interés por la problemática educativa. En el periodo comprendido entre 1960 y 1980, puede identificarse ya con cierta claridad la presencia significativa de cinco paradigmas psicológicos en el campo de la educación, a saber: a) Paradigma conductista. En particular, debe reconocerse el trabajo de B.F. Skinner y sus seguidores en el llamado «análisis conductual aplicado a la educación» y otras líneas de trabajo de no menos importancia como las desarrolladas por A. Bandura. b) Paradigma psicogenético piagetiano. A partir de la epistemología genética impulsada por Piaget y sus seguidores, se han desarrollado importantes aplicaciones y reflexiones educativas en forma sistemática desde la década de 1960; entre ellas destacan los trabajos de Kamii, DeVries, Weikart, Duckworth, Ferreiro, Brun y Vergnaud. c) Paradigma sociocultural. Luego del «redescubrimiento» de los escritos vigotskyanos, a finales de los años sesenta en Estados Unidos, se comenzó a vislumbrar la posibilidad del uso educativo del esquema teórico sociocultural, impulsado por notables investigadores como Cole, Wertsch, Rogoff, Moll, Tharp, Gallimore, Cazden, Mercer y Minick. d) Paradigma de orientación cognitiva. Se destacaron, durante los años sesenta, los trabajos de Ausubel, Bruner y Wittrock; en los años setenta apareció en pleno el planteamiento de la psicología instruccional impulsada por los trabajos realizados sobre todo por Bransford, Glaser, Resnick y Mayer en el decenio de 1980. e) Paradigma humanista. Aparecido a finales de los años cincuenta, tiene entre sus principales representantes los trabajos de Maslow y, sobre todo, de Rogers, cuyo planteamiento de la enseñanza no directiva o centrada en el alumno destacó especialmente. Cada paradigma mantiene explícita o implícitamente una forma de introducirse en las situaciones educativas, la cual a veces depende del momento en que hizo acto de presencia en la historia de la disciplina, de sus coordenadas epistemológicas, teóricas y metodológicas o de sus propias concepciones teóricas y opiniones sobre las cuestiones
  • 5. 5 educativas. De hecho, puede decirse que los planteamientos de extrapolación-traducción e interdependencia-interacción se han hecho realidad en cada uno de ellos, con el predominio de uno u otro. No obstante, estos paradigmas se han aplicado al contexto educativo con cierto éxito, y con ello, se ha dado un impulso decisivo al desarrollo de la Psicología de la Educación, ya que han posibilitado el surgimiento de reflexiones teóricas e instrumentos metodológicos y tecnológicos. Esta Unidad se propone como objetivo abordar el estudio, la reflexión y el análisis de los diversos paradigmas existentes en la Psicología de la Educación. Como ya sabemos, los paradigmas tienen su propia manera de hacer ciencia, su propia forma de plantear y conducir la investigación; utilizan metodologías y técnicas de investigación “ad hoc” a sus formas de entender las distintas porciones de la realidad educativa a las que se suelen enfrentar. Pero sabemos también que los paradigmas también se critican e interpelan. Por ello, trataremos ir avanzado en el desarrollo de los paradigmas en educación realizando un análisis crítico de sus aportaciones al campo educativo. Comencemos entonces. ATENCIÓN 1. Paradigma Conductista al Contexto Educativo. El Conductismo llegó a constituirse en un paradigma tradicional en la Psicología Educacional, desde el mismo momento de surgimiento de los trabajos de Skinner, en 1.954, alcanzando su auge desde los años cincuenta hasta la década del setenta. Los conductistas sostienen que la educación es uno de los recursos que emplea la sociedad para controlar la conducta humana. Para analizar las aportaciones de tipo conceptual, Hernández Rojas (1998) toma como puntos de interés, dada su relevancia para el ámbito educativo, los siguientes: a) concepción de la enseñanza, b) concepción del alumno, c) concepción del profesor, d) concepción del aprendizaje, E) concepción de estrategias específicas de tipo didáctico, f) concepción de evaluación.
  • 6. 6 Presentemos cada uno de ellos:  Concepción de enseñanza Para el conductismo, el proceso instruccional consiste en el arreglo adecuado de las contingencias de reforzamiento, a fin de promover con eficiencia el aprendizaje del alumno. (Hernández Rojas, 1998; pág. 92) Cualquier conducta académica puede ser enseñada si se tiene una programación instruccional eficaz, basada en el análisis detallado de las respuestas del alumno y de la forma que serán reforzadas. Así, el supuesto existente en este planteo es que la enseñanza consiste en proporcionar contenidos o información, es decir, en depositar información en el alumno para que la adquiera. El profesor -programador, cuando estructura los cursos y hace arreglos de contingencias de reforzamiento, está interesado en perfeccionar la forma más adecuada de enseñar conocimientos y habilidades (contenidos) que, se suponer, el alumno deberá aprender. Skinner (1970; pág. 20) decía: “enseñar es expender conocimientos, quien es enseñado aprende más rápido que aquel a quien no se le enseña”. Vemos aquí que el acento está puesto en los aspectos más reproductivos de la educación, que en los productivos. Por ende, la enseñanza se orienta hacia la preproducción y hacia la memorización, que hacia la elaboración de la información. No se destaca el papel del sujeto, ni se valorizan los aspectos productivos. Ello implica tratar al sujeto como un objeto, privándolo de intencionalidad, de propositividad, de auto- elaboración. Este es uno de los puntos más criticados por los investigadores educativos.  Los objetivos y metas de la educación Los conductistas sostienen una forma muy original de plantear los objetivos educacionales. Según ellos, para que haya eficacia en las situaciones educativas, las metas y los objetivos no deben ser enunciados de un modo vago o demasiado ambiguo; más bien se deben traducir o reducir a formas más “operables” para conseguirlos y luego evaluarlos. (Hernández Rojas, 1998) menciona tres criterios para elaborar objetivos conductuales: -Mencionar la conducta observable que el alumno debe lograr. -Señalar las condiciones en que se realizará la conducta de interés.
  • 7. 7 -Mencionar los criterios de ejecución de la misma (para su evaluación posterior). La enunciación conductual de los objetivos, según los conductistas, tienen varias ventajas: permite que el docente y el alumno tengan claridad sobre las actividades de enseñanza y de aprendizaje, respectivamente; dan lugar a una planificación y diseño instruccional adecuados; permiten obviar las formas de evaluación. En este sentido, se dice que los objetivos son los elementos esenciales de todo el proceso instruccional.  Concepción de alumno El conductismo considera al estudiante como una “tabula rasa” que no aporta nada al proceso, y que depende de los estímulos que reciba del exterior para poder aprender. Se ve al alumno como un sujeto cuyo desempeño y aprendizaje escolar pueden ser arreglados o re-arreglados desde el exterior (la situación instruccional, los métodos, los contenidos, etc.), basta con programar adecuadamente los insumos educativos para que se logre el aprendizaje de conductas académicas deseables. Se pueden destacar las siguientes características respecto a los estudiantes: • Los estudiantes son vistos como “tabula rasa” que reciben información del maestro. • El estudiante cumple órdenes, obedece. • El estudiante requiere constante aprobación. • Depende del maestro. • Ente pasivo en el proceso de enseñanza- aprendizaje • Realiza tareas en las cuales el comportamiento pueda ser observado, medido, evaluado directamente La participación y el aprendizaje del alumno están condicionados por las características prefijadas y rígidas del programa conductual elaborado. El aprendizaje únicamente ocurre cuando se observa un cambio en el comportamiento. Si no hay cambio observable no se considera que haya aprendizaje.
  • 8. 8  Concepción de maestro El papel del docente consiste en modificar las conductas de sus alumnos en el sentido deseado, proporcionándoles los estímulos adecuados en el momento oportuno. En el proceso de enseñanza aprendizaje, el docente: -Es el proveedor del conocimiento -Es la figura central del proceso. -Imparte la educación -Centraliza la autoridad y las decisiones. El enfoque conductista está basado en un modelo de comunicación vertical que sitúa al docente por encima del alumno, asumiendo la figura o el rol de emisor activo de las situaciones y los contenidos; y al alumno lo representa como un ‘ser pasivo’, que recibe la información. Entre los principios deberá manejar especialmente los referidos al reforzamiento positivo y evitar, en la medida de los posible, los basados en el castigo (Skinner, 1970). Bandura, por su parte, destaca que el docente no solo provee modelos a los alumnos, sino que también les presenta un contexto estimulante (estimulador). En palabras de Pichón Riviére (1990): “Puede ser útil concebir al profesor como alguien que presenta constantemente modelos conductuales, verbales y simbólicos a los alumnos. Su eficacia dependerá de la consistencia entre los modelos, la adecuación de éstos a las
  • 9. 9 competencias de los alumnos, la valencia afectiva entre éstos y el propio profesor (es decir, del atractivo del profesor como modelo para los alumnos) y la efectividad de los procedimientos que el profesor ponga en juego en la presentación de modelos.”2 En este marco, el docente realiza las siguientes funciones o tareas: -Diagnosticar las necesidades instruccionales (objetivos medibles). -Diseñar y crear condiciones para la instrucción. -Mantener y conducir la instrucción. -Manejar las técnicas de evaluación.  El concepto de aprendizaje El tema del aprendizaje ha sido una de las categorías psicológicas que más han investigado los conductistas. De hecho, para ellos, gran parte de la conducta de los seres humanos es aprendida y es producto de las contingencias ambientales. Desde este punto de vista, cualquier conducta puede ser aprendida, pues se considera que la influencia del nivel de desarrollo psicológico y de las diferencias individuales es mínima (Pozo, 1989) Para los conductistas el condicionamiento es la base de todo aprendizaje y se rige por las leyes del asociacionismo.  Estrategias y Técnicas de Enseñanza A partir de los años cincuenta, la influencia de la obra de Skinner en el ámbito educativo fue muy importante. La aplicación más directa de dicha 2 Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) “Paradigmas en psicología de la educación” Paidós Educador. Argentina. Pág. 95
  • 10. 10 teoría se concreta en la denominada «Enseñanza programada». Ésta es la alternativa que propuso Skinner (1970) para convertir la enseñanza, hasta entonces vista como un arte, en una técnica sistemática, y que servirá de base para el diseño de los primeros programas informáticos de enseñanza. En un primer momento Skinner y sus colaboradores de la Universidad de Harvard centraron su máximo interés en los procesos de reforzamiento que se debían formar en las situaciones de enseñanza/aprendizaje, partiendo de una crítica a la enseñanza tradicional y aplicando los principios básicos del condicionamiento operante. La idea básica de Skinner y sus colaboradores es doble; el material a enseñar debe subdividirse en fragmentos que permitan aportar con más frecuencia feedback y, por tanto, reforzamiento al estudiante. En segundo lugar, mediante este procedimiento se da al alumno mayores oportunidades de responder con mayor frecuencia, de ser más activo. Las bases para los procesos de programación educativa y la enseñanza programada se fundamentan en una serie de principios: o Definición explícita de los objetivos del programa. o Presentación secuencial de la información según la lógica de dificultad creciente. o Participación del estudiante. o Reforzamiento inmediato de la información. o Individualización (avance de cada estudiante a su propio ritmo). o Registro de resultados y evaluación continua.  Concepción de evaluación Cuando el alumno va progresando en el programa, una condición importante, según los conductistas, es que lo haga sin cometer errores (suele ser así, pero es el ideal de la enseñanza programada). Antes de ser
  • 11. 11 sometido al programa, durante el avance y al final del mismo, el alumno es evaluado para corroborar sus conocimientos previos, su progreso y su dominio final de los conocimientos o habilidades enseñados. Los instrumentos de evaluación se conciben y elaboran con base en los objetivos enunciados previamente en el programa y tomando en cuenta la conducta observable, los criterios y las condiciones de ocurrencia de la misma; todo ello con el fin de asegurar la «objetividad» de la evaluación. A dichos instrumentos, formados por un conjunto de reactivos asociados estrechamente con los objetivos específicos, se les conoce como pruebas objetivas, pues se considera que aportan información suficiente para evaluar el desempeño de los alumnos sin necesidad de recurrir a juicios subjetivos del examinador. En este paradigma, el énfasis de las evaluaciones se centra en los productos del aprendizaje y no en los procesos, es decir, lo que interesa saber es qué ha conseguido el alumno al final de un ejercicio, una secuencia o un programa determinado, sin intentar ir más allá en busca de los procesos (cognitivos, afectivos, etc.) que intervinieron durante el aprendizaje, o que, al final -cuando ya se ha alcanzado el resultado- deseado- están provocando que éste ocurra. LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS Leer el capítulo 4: “Descripción del paradigma conductista y sus apli- caciones e implicaciones educativas”, en Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Bs. As.
  • 12. 12 LAS TEORIAS MEDIACIONALES Durante la primera mitad del siglo XX floreció la investigación sobre el aprendizaje principalmente dentro de la teoría conductista, y las teorías del aprendizaje ejercieron una fuerte influencia en la investigación y en la práctica de muchas y diferentes esferas de la psicología y la educación. Sin embargo, a partir de los años 70, como reacción al Paradigma Conductista se fueron gestando otras líneas de investigación desde las cuales se puso énfasis en diversas anomalías detectadas en el Conductismo. Lo común entre ellas fue que se reconocieron los procesos mentales, concediéndose la importancia de la actividad mental en el aprendizaje. Ello significó un verdadero cambio de paradigma. Se cuestionaron los supuestos del mencionado modelo, el anti-mentalismo, el ambientalismo, etc., caracterizándolo como un reduccionismo. Las teorías mediacionales (o cognitivas) que, a diferencia de las teorías asociacionistas o conductistas, sostienen que en el aprendizaje interviene una estructura interna de conocimiento; y su objetivo era explicar cómo se construyen los esquemas internos que aparecen en las respuestas de la conducta. Al difundirse los aportes de la Psicología Genética de Jean Piaget, la concepción de “aprendizaje” fue modificándose, entendiéndolo como un proceso desde el cual “el sujeto asimila los objetos de conocimiento con las estructuras cognitivas que dispone, para luego reorganizar estas estructuras en función del nuevo objeto de conocimiento”. Este modelo instauró un corte epistemológico respecto al modelo conductista (de Estímulo-Respuesta), que concebía al aprendizaje sólo desde la estructura neuroanatómica que lo sostenía. El estudio del aprendizaje humano comenzó a centrarse en el sujeto cognoscente, un sujeto que aprende desde las estructuras capaces de organizarse y reorganizarse en función del conocimiento que le provee el medio. La preocupación por la mente y la forma en que funciona volvió a ser de interés para la psicología científica. Esta orientación cognitiva centró su estudio en una variedad de actividades mentales y procesos cognitivos básicos, tales como la percepción, el pensamiento, la representación del conocimiento y la memoria.
  • 13. 13 ATENCIÓN El énfasis se desplazó desde la conducta misma a las estructuras de conocimiento y los procesos mentales que pueden ser inferidos de los índices conductuales, y que son responsables de varios tipos de conducta humana. En otras palabras, las teorías cognitivas intentan explicar los procesos de pensamiento y las actividades mentales que mediatizan la relación entre el estímulo y la respuesta. A partir de éstas, el cognitivismo está presente hoy con gran fuerza en la psicología de la educación, especialmente a través de conceptos tales como la importancia de los aprendizajes previos, el aprendizaje significativo, el rol activo del sujeto como constructor de su conocimiento y el desarrollo y la estimulación de estrategias cognitivas y metacognitivas. Por lo tanto, en esta unidad se conocerán algunos autores que contribuyeron al aporte de esta corriente en la educación, sus teorías y principales aportes. a) El Paradigma Psicogenético (Jean Piaget) El biólogo y psicólogo sueco Jean Piaget (1896 – 1980) estudió los mecanismos básicos del desarrollo cognitivo llegando a plantear la llamada Teoría Genética, la cual, a partir de los principios constructivistas plantea que el conocimiento no se adquiere solamente por interiorización del entorno social, sino que predomina la construcción realizada por parte del sujeto (Kamil, 1985).
  • 14. 14 Piaget sostuvo que los niños construyen su conocimiento cuando sus predisposiciones biológicas interactúan con su experiencia, siendo la construcción, un mecanismo de interacción entre la herencia y la experiencia que produce conocimiento (Inhelder y Sinclair, 1969, en Brainerd, 2003). Esta teoría y principios son los que subyacen su famosa y rememorada Teoría del Desarrollo Cognitivo, que ya hemos abordado en la asignatura Psicología Evolutiva I y Psicología general, al describir los mecanismos básicos del desarrollo cognitivo y su evolución. Por ello, ahora nos abocaremos directamente al análisis del alcance y significado de la Teoría psicogenética en la práctica educativa. • Proyecciones del paradigma psicogenético al campo educativo Jean Piaget, además de ser uno de los autores más influyentes del siglo XX, es uno de los que más repercusiones tuvieron en el campo de la educación. Si bien Piaget desarrolló sus trabajos desde la década de 1920, no fue hasta 1960 que estos adquirieron real importancia y popularidad (Kessen, 1996 en Brainerd, 2003). A continuación, vamos a describir brevemente algunas de las implicaciones del modelo de desarrollo propuesto por Piaget para la Psicología de la Educación. En primer lugar, debemos destacar qué lugar ocupa el aprendizaje en la teoría de Piaget y qué relación tiene con el pensamiento y el desarrollo desde este marco teórico. Como hemos visto en el apartado anterior, para los enfoques conductistas el aprendizaje se concibe como una mera acumulación de asociaciones entre estímulos y respuestas. La concepción de Piaget es radicalmente diferente en este sentido. En coherencia de su perspectiva epistemológica, Piaget concibe el desarrollo como una construcción del niño a partir de sus acciones, lo que va más allá de meras asociaciones entre estímulos que implican un proceso de 'copia' de la realidad externa en la mente del sujeto. El sujeto no es reactivo ni se limita a recibir estimulaciones y reaccionar, sino que realiza aportaciones sustanciales que contribuyen decisivamente a la adquisición activa de lo aprendido. Para Piaget, no obstante, la estructura intelectual que caracteriza al sujeto en determinado estadio de desarrollo no únicamente posibilita la comprensión (cierto nivel de comprensión) de un determinado rango de fenómenos, sino que también lo limita (en relación a lo que puede
  • 15. 15 comprender y aprender). Por ejemplo, a pesar de los esfuerzos por intentar enseñar al niño conceptos o fenómenos que van más allá de su propia estructura intelectual, que no pueden ser asimilados por ella, éstos serán inevitablemente infructuosos. Esto implica comprender que los efectos del aprendizaje pueden acelerar hasta cierto punto ciertos logros (que el niño adquirirá posteriormente por sí mismo), pero en general provocan poco cambio en el pensamiento lógico. Según Brainerd (2003)3 , luego de revisar los principios y estadios planteados por Piaget, el desarrollo se puede resumir en 5 principios: 1. El aprendizaje de los niños está limitado por las restricciones de cada etapa. 2. La existencia de restricciones en cada etapa significa que los niños pueden aprender conceptos relacionados con la edad, y este aprendizaje variará significativamente en función del nivel cognitivo inicial del niño. 3. La esencia del aprendizaje implica enseñar a los niños a aplicar nuevos contenidos a las estructuras que ellos ya han desarrollado. 4. Los niños no pueden aprender a la fuerza a aplicar estructuras cognitivas que aún no tienen. La arquitectura cognitiva primero debe evolucionar por su cuenta. 5. De estos principios se sigue que, intentar enseñar a los niños conceptos que están más allá de su estadio de desarrollo cognitivo, es una pérdida de tiempo y esfuerzo tanto para el profesor como para el alumno. ATENCIÓN En síntesis, para la perspectiva psicogenética, el aprendizaje está subordinado a los niveles de desarrollo previos del sujeto. Son las leyes del aprendizaje están subordinadas a las leyes del desarrollo y a la evolución de las estructuras cognitivas de carácter lógico- matemático, y no a la inversa. a) La aplicación de la teoría del desarrollo piagetiana a los objetivos y contenidos educativos. 3 Citado en Manual de Psicología Educacional / Violeta Arancibia C., Paulina Herrera P. y Katherine Strasser S.(página 90)
  • 16. 16 Esta postura de Piaget ha dado lugar a ciertas interpretaciones pedagógicas que para algunos son muy perniciosas, en especial por lo que respecta al papel (activo o pasivo) del alumno, del profesor, de los adultos o de los compañeros en los procesos de aprendizaje (Linaza, 1981, pp. 244; Martí, 2000, p. 104-105). La primera línea de influencia, fue la aplicación de la teoría del desarrollo piagetiana a los objetivos y contenidos educativos. Quizá la forma más directa e intuitiva de aplicación de la teoría psicogenética a las prácticas educativas consistió en establecer como objetivo de la educación en cada una de las edades, la adquisición de formas de pensamiento típicas de esas edades. La teoría de Piaget nos informa cómo estará preparado para aprender un niño a determinada edad y qué tipo de aprendizajes quedan fuera de su alcance y no son aconsejables en el trabajo de aula. En este sentido, constituye una fuente muy importante de criterios a la hora de seleccionar y secuenciar con sentido evolutivo los contenidos curriculares; ya que los estadios evolutivos constituyen en cada momento un punto de referencia y una meta que la educación ha de facilitar. Este uso del marco constructivista piagetiano ha sido uno de los más influyentes en práctica educativa, y gracias a él, se ha contemplado la importancia del análisis previo de los contenidos escolares y se han adaptado los programas de manera más adecuada de acuerdo con el desarrollo general del niño. En general, la educación escolar tendría como objetivo ayudar a construir las estructuras propias de cada uno de los estadios evolutivos y todas las decisiones didácticas que se tomen (selección de contenidos, organización de actividades de aprendizaje, papel del profesor, procedimientos de evaluación, etc.) tendrían que estar guiados por ese principio.
  • 17. 17 Así, desde la perspectiva psicogenética, el objetivo del currículum pasa a ser “promocionar la adquisición de los diferentes conceptos propios de los estadios” (los conceptos operacionales concretos en el caso de la educación preescolar, los conceptos formales en el caso de la educación primaria). A pesar de que esta línea de influencia es sin duda muy importante, tampoco está exenta de limitaciones, especialmente cuando la aplicación de estos criterios evolutivos piagetianos se hace de manera muy estricta. En concreto, Coll y Martí (1990; pp. 135-136) exponen dos de ellas: •Las diferencias individuales que existen entre los diferentes alumnos en cuando a las edades de adquisición de los diferentes logros cognitivos. Aunque el orden y las secuencias de adquisición sean constantes (y esto es lo importante para Piaget), las edades concretas pueden variar, con lo que una propuesta de contenidos fundamentada en edades medias de adquisición puede, en la práctica, dar lugar a importantes desajustes. Estos desajustes pueden provocar que para algunos alumnos los contenidos sean los adecuados, y para otros resulten inadecuados debido a que todavía no poseen las competencias previas necesarias para entenderlos. • En ocasiones no es tan fácil como podría suponerse conocer qué competencias previas supone realizar determinadas tareas o determinados contenidos escolares. Estas dificultades se hacen especialmente evidentes en áreas de contenido alejadas de lo científico o lo matemático. En suma, el desarrollo cognitivo tal y como lo entiende Piaget ha aportado una importante fuente de criterios para secuenciar el currículum, y sin duda ha contribuido a mejorar esta secuenciación, aunque no tanto cuando descendemos a niveles más específicos de alumnos o áreas de contenido concretas. b) El cambio en la concepción misma del proceso de enseñanza y aprendizaje. Además de la influencia sobre los objetivos y contenidos educativos, un segundo ámbito en el que la influencia de la teoría de Piaget ha sido muy importante es en la propia concepción del proceso de enseñanza y aprendizaje y cómo este se puede optimizar. De acuerdo con Lacasa (1994; p. 115), esta influencia puede resumirse en dos aspectos fundamentales: por una parte, asumir que el alumno es un
  • 18. 18 sujeto activo que elabora la información y es capaz de progresar por sí mismo; por otra, reconocer la actividad de profesor como elemento que puede favorecer el desarrollo proponiendo entornos de aprendizaje y actividades adaptadas al nivel de desarrollo de los alumnos con los que trata. Vamos a profundizar un poco más ambos aspectos. ATENCIÓN La importancia de la actividad: Quizá la tesis fundamental de la teoría de Piaget es que todo conocimiento y desarrollo cognitivo es producto, en último término, de la actividad constructiva del sujeto, una actividad que es tanto física (de hecho, este tipo de actividad será la predominante en los primeros momentos) como intelectual. Es decir, desde la teoría de Piaget el alumno no es un ente pasivo que se limita a recibir conocimientos, sino que éstos necesitan ser construidos (o reconstruidos) activamente por el propio niño para poder ser realmente comprendidos. En caso contrario, el conocimiento se convierte únicamente en una memorización literal superficial, desvinculada de las estructuras con las que el niño interpreta el medio que le rodea. Como comenta Duckworth (1981; p. 167) “no es la presión de los hechos lo que produce la comprensión. Es, al contrario, el esfuerzo del propio niño por darle algún sentido a los hechos”. Este proceso de construcción de conocimientos a partir de la propia actividad de niño tiene una serie de propiedades que los hace especialmente deseable desde un punto de vista educativo (Hernández Rojas, 1998; p. 194): •Se logra un aprendizaje con comprensión. •Los aprendizajes obtenidos son más fácilmente generalizables a otros contextos y duraderos en el tiempo. •Los alumnos aumentan el sentido de su propia capacidad para generar conocimientos valiosos por sí mismo, lo que potencia posteriores esfuerzos. Así, el marco teórico de Piaget dotó a esta enseñanza de unos
  • 19. 19 fundamentos conceptuales de los que carecían y ha sido la fuente de numerosas sugerencias para optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Una de ellas es, por ejemplo, la importancia que adquieren los errores dentro del proceso de aprendizaje. Un error, desde el marco piagetiano, es provocado por el desajuste que se genera al intentar aplicar a una realidad una estructura conceptual e interpretativa que no la explica totalmente. Estos desajustes por una parte pueden hacernos saber de cuáles son las comprensiones que mantienen los alumnos (las estructuras de conocimiento que aplican) en ese momento y, por otra, son fuente de desequilibrios que necesitan ser compensados por procesos de equilibración y que, por ello, son susceptibles de provocar una reestructuración de los esquemas de conocimiento existentes para alcanzar otros más explicativos. Piaget denominó "errores sistemáticos" a los que expresan los límites de lo que puede o no hacer un sujeto según las características de su organización intelectual. Se evidencian cuando el niño se equivoca de la misma manera frente a situaciones diferentes en edades similares. El error tiene que ver con la significación que le otorga a la situación planteada según su estructura mental. Son pues reveladores de una lógica infantil diferente a la lógica adulta. Para que se superen este tipo de errores constructivos habrá que esperar la evolución de la estructura mental, pero esta "espera" no implica que no se propongan actividades desequilibrantes que favorezcan la construcción de nuevas nociones. Otro tipo de errores son los originados por aplicar saberes previos que son válidos en un determinado campo, a situaciones nuevas en las que no tienen validez. Otros errores son provocados por la confrontación de los saberes espontáneos o cotidianos de los alumnos con los conocimientos escolares y científicos. También es necesario tener en cuenta los errores didácticos, resultado de una inadecuada intervención del docente. En ocasiones los alumnos cometen errores en los procedimientos destinados a resolver algún tipo de situación problemática. Por lo general, estos errores derivan de la teoría o conjuntos de ideas que el niño ha construido y que dirigen dichos procedimientos o acciones. Estos errores no tendrían que ver entonces con las estructuras cognitivas sino con la interacción entre los aspectos comprensivos (las teorías que los niños hacen sobre la naturaleza del problema y cómo resolverlo) y las secuencias de acciones dirigidas al éxito.
  • 20. 20 El docente tendrá que tener en cuenta entonces la diversidad de errores que surgen en los procesos de aprendizaje para decidir cuál será el modo de intervención más adecuada. Entonces, esta concepción asigna el papel esencial al error que el niño comete en su interpretación de la realidad. Este o estos errores no son considerados como falta, sino pasos necesarios en el proceso constructivo, ya que desarrolla su conocimiento en razón a la conciencia de que los errores forman parte de la interpretación del mundo. Obviamente, este énfasis en la actividad como motor del aprendizaje y del desarrollo tiene sus repercusiones sobre el modo en el que se concibe el papel del profesor. Veamos cuáles son. El papel del profesor: En primer lugar, podemos afirmar que la postura constructivista centrada exclusivamente en la producción cognitiva a través de las interacciones con el mundo de los objetos no puede sino rechazar la instrucción, dado que niños podrían elaborar por sí mismos esos saberes con la sola ayuda de los instrumentos lógicos. Esto implica que el rol del docente quedaría limitado, desde esta perspectiva teórica, a la tarea de facilitar dicha construcción. Al principio, muchos de los trabajos inspirados en este pensamiento no usaron la palabra “enseñanza”, porque consideraban que no se ajustaba a las ideas del paradigma. Unos, por privilegiar la actividad constructiva del aprendiz y reducir la enseñanza a dicha actividad constructiva. De hecho como señala Lerner (1996) antes que enseñanza se prefirió emplear la expresión “actividades del docente” para dar cuenta de todas las acciones encaminadas a provocar “indirectamente” la asimilación de los contenidos escolares por parte del alumno. Si bien es propio del paradigma subrayar la actividad constructiva y la aplicación de los mecanismos estructurantes y estructuradores del alumno a los contenidos escolares, se asumían posturas en las que el docente pasaba a ocupar un lugar secundario, y donde la enseñanza era una actividad subordinada y secundaria a los procesos que rigen el desarrollo y el aprendizaje. En general, las propuestas sustentadas por el planteamiento constructivista sostienen la necesidad de desarrollar un contexto didáctico que pueda ser estimulante y favorecedor para los alumnos. En este
  • 21. 21 contexto, los alumnos tendrían la oportunidad de elegir y planear actividades que les parecieran interesantes y motivantes según su nivel cognitivo. La tarea docente estaría, hasta cierto punto, subordinada al diseño de ese contexto constituido por situaciones y experiencias relevantes para provocar el despliegue de actividades autoestructurantes. (Furth y Wachs -1974; p. 45 o Kamii y DeVries (1977; p. 406) 4 Esto implicaría el trabajo de crear dichas actividades y experiencias con la intención de inducir indirectamente, y según las capacidades de los niños, el tratamiento de los contenidos curriculares. Piaget sostuvo que estaba de acuerdo en el uso de métodos activos centrados en la actividad y el interés de los niños, pero hizo severas críticas a la enseñanza transmisionista basada en la conferencia y el verbalismo. El docente, al conocer las etapas del desarrollo evolutivo cognitivo, también acerca de cómo aprenden los alumnos, sabrá emplear recursos y técnicas que propicien la actividad constructiva del alumno. Esta es precisamente la gran aportación de la psicología genética a la educación “centrada en métodos activos” basados en el alumno, dado que permite dejarle claro al profesor cómo hacer operativos muchos de los recursos y técnicas proporcionadas por tales métodos o enfoques 4 Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la educación. Paidós educador. Bs. As. Argentina.( pág. 189)
  • 22. 22 pedagógicos en beneficio de los alumnos, explicándole -además- porqué es así. En este planteamiento, se ha reconocido el valor esencial de los contenidos escolares o el “saber a enseñar” en la situación escolar. Estos saberes preexisten al alumno y muchas veces éste no puede reconstruirlos por sí solo si no es con la ayuda del programa y el profesor. El profesor tampoco debe imponerlos, de tal forma que los alumnos tengan que aprenderlos sin necesidad de haberlos comprendido, pues esto afecta negativamente su actividad autoestructuradora. La salida planteada a esta paradoja parece señalar que en el esquema de enseñanza es necesario recuperar la actividad constructiva de los alumnos en relación con ciertos contenidos escolares, de tal forma que aquéllos elaboren continuamente hipótesis o interpretaciones sobre éstos y el profesor actúe asegurando, por diversos medios y con los recursos educativos necesarios, las actividades reconstructivas adecuadas para que los alumnos asimilen dichos “saberes a enseñar”. Es así como en esta nueva concepción de la enseñanza, el maestro es el responsable de la situación didáctica y en especial de las actividades de reconstrucción de los contenidos curriculares; aunque también debe delegar o «devolver» (Lerner 1996) cierta responsabilidad a los alumnos, para que realmente tenga lugar una actividad “reconstructiva” en su forma genuina. Lerner ha resumido en la siguiente cita las características básicas de esta concepción de la enseñanza: ATENCIÓN ¿Cómo definir entonces la enseñanza desde una perspectiva constructivista? Sus rasgos esenciales podrían enunciarse así: enseñar es plantear problemas a partir de los cuales sea posible reelaborar los contenidos escolares y es también proveer toda la información necesaria para que los niños puedan avanzar en la reconstrucción de esos contenidos. Enseñar es promover la discusión sobre los problemas planteados, es brindar la oportunidad de coordinar diferentes puntos de vista, es orientar hacia la resolución cooperativa de las situaciones problemáticas. Enseñar es alentar la formulación de conceptualizaciones necesarias para el progreso
  • 23. 23 en el dominio del objeto de conocimiento, es propiciar redefiniciones sucesivas hasta alcanzar un conocimiento próximo al saber socialmente establecido. Enseñar es, finalmente, promover que lo niños se planteen nuevos problemas fuera de la escuela” (Lerner p. 98). De todo lo expuesto, estamos en condiciones de inferir algunos posicionamientos del paradigma psicogenético respecto a cuestiones didácticas más específicas. Lerner (1996)5 ha expuesto algunas estrategias de enseñanza que demarcan acertadamente la esencia de la concepción de la enseñanza psicogenética:  Se consideran importantes y necesarias las actividades de enseñanza que promueven la mejora de las interpretaciones o reconstrucciones que los alumnos realizan sobre los contenidos escolares. Las estrategias, las actividades y los procedimientos de enseñanza, en general, deberán estar encaminados a facilitar las actividades progresivas de reconstrucción del “saber a enseñar”. Sin embargo, nos parece que tal trabajo de promoción y facilitación es difícil si no se cuenta con un marco de referencia constituido por el estudio minucioso de la psicogénesis de los distintos contenidos impartidos en la escuela.  A partir de los distintos contenidos escolares deberán plantearse, en la enseñanza, situaciones problemáticas que demanden y favorezcan en los alumnos un trabajo reconstructivo de dichos contenidos. Lerner (1996), comenta que los problemas más valiosos desde un punto de vista educativo, aquellos que con mayor probabilidad van a provocar la movilización de las competencias cognitivas existentes y su crecimiento para formar estructuras más amplias y profundas, son los que presentan dos características: - Han de ser problemas que tengan sentido para el alumno y, al mismo tiempo, que han de ir un poco más allá de los esquemas o interpretaciones que ya poseen. - Han de ser problemas que se expongan de forma abierta, en los que los alumnos tengan que tomar decisiones y puedan elaborar de forma creativa soluciones por ellos mismos.  Deben promoverse las situaciones de diálogo e intercambio de puntos de vista en torno a los problemas y situaciones desafiantes 5 Citado en Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la educación. Paidós educador. Bs. As. Argentina.( pág. 201)
  • 24. 24 planteadas. Para concretar esta estrategia, es importante que durante la situación didáctica el profesor propicie un clima de respeto, en el que pueda opinar con libertad sobre los contenidos o ideas que sugiera el profesor y/o los alumnos. Es importante, como dice Lerner (1996) que el profesor no “convalide de entrada lo correcto”, porque de lo contrario, los alumnos usan continuamente como referente lo que el profesor acepta o rechaza, y esto afecta la naturaleza de las participaciones y argumentaciones. Al proponer actividades concretas de trabajo cooperativo, de discusión y reflexión, relacionados con los problemas que promuevan las actividades de reconstrucción de los contenidos, se sugiere formar grupos pequeños y heterogéneos en su constitución, cuyos miembros puedan rotar continuamente de un grupo a otro, y que en todo momento estén supervisados, orientados y asistidos por el docente. Las actividades en pequeños grupos son mejores si el docente sabe por qué y para qué las utiliza; una actividad en pequeños grupos por sí misma no garantiza experiencias y productos deseables.  En la enseñanza deben orientar los procesos de reconstrucción que realizan los alumnos sobre los contenidos escolares. Se deberá aportar a los alumnos toda la información que se considere necesaria, siempre y cuando sirva al progreso de la actividad reconstructiva de los alumnos. En momentos oportunos, es preciso que el profesor retome su papel de informante, por ejemplo, cuando los procesos espontáneos y las discusiones entre los compañeros no progresen, encuentren resultados ambiguos o avancen en una dirección no deseada. Durante las intervenciones didácticas, en la mayor parte de las mismas, conviene que el profesor proceda examinando, interrogando y explorando las opiniones en las hipótesis e interpretaciones de los alumnos. Preguntar, cuestionar, contra argumentar, inducir, sistematizar, etc., son actividades tan valiosas como informar. Por último, se podrá sugerir y proponer formas de trabajo apropiadas según el tipo de contenido, momento de construcción o forma de participación, que los alumnos no puedan desarrollar por sí mismos, con el fin de crear situaciones más propicias para el desarrollo de reconstrucciones más adecuadas del “saber a enseñar”.  Respecto a las prácticas evaluativas, este paradigma se centra más en los procesos que en los productos. Esto implica atender a los procesos relativos al progreso de los niños en relación con algún dominio
  • 25. 25 del conocimiento, cuya psicogénesis se tenga bien documentada. Los resultados de la evaluación serían fundamentalmente orientaciones y serían útiles tanto para que el alumno o los alumnos reflexionen sobre sus propios procesos y avances logrados, como para que el docente valorase sus estrategias didácticas. Las técnicas evaluativas pueden ser todas las que informen el proceso de construcción de los contenidos escolares: registros de proceso, análisis de actividades grupales, estudio de las formas de resolución a las situaciones problemáticas, etc. • Limitaciones del enfoque de Piaget en la educación De acuerdo con CoII (1996a; pp. 166-170; 2000, pp. 48-51) dos son las limitaciones fundamentales del marco piagetiano para dar cuenta de una manera concreta de los procesos de enseñanza y aprendizaje que tienen lugar en el ámbito escolar: la relativa infravaloración de los contenidos en el proceso de aprendizaje y la naturaleza esencialmente individual de este proceso. En primer lugar, la teoría de Piaget, es una teoría que se ocupa no tanto del sujeto psicológico como del sujeto epistemológico. Es decir, se ocupa del cambio en estructuras de conocimiento generales, que se supone que están en la base del pensamiento y que se contemplan de forma relativamente independiente de los propios contenidos y de los contextos en los que se generan. Sin embargo, el educador, en el aula, ha de referirse a cada alumno individualmente y manejar contenidos concretos (Bang, 1981; p. 78). La teoría de Piaget y su unidad de análisis, el esquema, hacen referencia a los aspectos abstractos del pensamiento y de la acción, a su movimiento y cambio espontáneo y universal, sin prestar una atención excesiva a los contenidos a los que se aplica ese pensamiento y esa acción. Sin embargo, la teoría no contempla que, en el aula, gran parte de las exigencias de los alumnos están referidas a la adquisición de conjuntos organizados de conocimientos particulares, que en ocasiones van a ser entidades cuya naturaleza es puramente sociocultural y que remiten a ámbitos muy concretos de la experiencia humana, configurada histórica y socioculturalmente. En estos casos, si bien las estructuras generales pueden jugar algún papel como prerrequisito para la comprensión, ciertamente el alumno no va a “descubrirlos” ni a construirlos de forma
  • 26. 26 natural por sí sólo, sin la presencia de un mediador cultural, como puede ser la escuela o, más en concreto, el profesor. Tener en cuenta la importancia de los contenidos y su manera particular de organizarse, relacionarse los unos con los otros y con la experiencia del alumno podrían darnos muchas claves para mejorar el proceso de su enseñanza y aprendizaje, claves que se ignoran desde el modelo de Piaget. La segunda gran crítica que menciona CoII se refiere al carácter individualista del marco teórico del gran psicólogo suizo. De acuerdo con él, los aprendizajes del niño y la medida en la que contribuyen a un progreso cognitivo son procesos estrictamente individuales, que realiza el niño por sí mismo gracias, fundamentalmente, a la equilibración y la dinámica entre asimilación y acomodación. A pesar de que esta noción fundamentada en la actividad individual puede aportar aspectos muy interesantes, la aplicación de este modelo a lo que sucede en las aulas puede hacernos ignorar algunos procesos esenciales en la dinámica escolar. Antes de nada, no siempre es fácil que espontáneamente el niño descubra y construya de manera espontánea las estructuras y conjuntos de conocimiento que se supone que ha de generar. De hecho, en ocasiones la presencia de estructuras de interpretación previas hace el cambio extraordinariamente difícil. En estas ocasiones, como en muchas otras, el papel de las influencias educativas que están presentes en el aula (el profesor, los compañeros) es decisivo para explicar los procesos de enseñanza y aprendizaje y los progresos del niño. Los otros no simplemente acompañan al alumno en sus logros, sino que influyen de manera decisiva en que estos logros se produzcan y en la dirección que tomen. No son simplemente “objetos” con los que interactuar, sino que son proactivos, capaces de provocar desequilibrios en el alumno y que, además de apoyar e influir en el desarrollo, forman un entramado comunicativo y social decisivo para la construcción del conocimiento escolar, un contexto sin el que esta construcción no puede entenderse completamente. Un entramado, sin embargo, que no se contempla dentro del marco de Piaget.
  • 27. 27 LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS Leer: Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Buenos Aires. Argentina. Capítulo 7: Descripción del paradigma psicogenético y sus aplicaciones e implicancias educativas b) El Aprendizaje y Contexto Socio-Cultural (Lev Vygotsky) Lev Semionovich Vygotsky (1896-1934) es considerado el precursor del constructivismo social. A partir de él, se han desarrollado diversas concepciones sociales sobre el aprendizaje. Lo fundamental del enfoque de Vygotsky consiste en considerar al individuo como el resultado del proceso histórico y social; y al conocimiento como un proceso de interacción entre el sujeto y el medio, pero el medio entendido social y culturalmente (no solamente físico, como lo considera primordialmente Piaget). Sabemos que Vygotsky se interesó notablemente por distintas cuestiones relativas a los procesos educativos. A partir de su obra escrita y sus enseñanzas, pueden encontrarse ideas, conceptos y propuestas que han resultado, para los educadores de hoy, de gran potencialidad explicativa y heurística (entre ellas, las relaciones entre desarrollo y aprendizaje, el concepto de zona de desarrollo próximo, las relaciones entre conceptos espontáneos y científicos, su peculiar interés por el desarrollo
  • 28. 28 «prehistórico» de la escritura, la interpretación de una evaluación dinámica, el papel del lenguaje como sistema básico autorregulador de la conducta y sus estudios sobre enseñanza especial con poblaciones atípicas). Muchas de estas ideas continúan siendo estudiadas y enriquecidas por sus seguidores en todo el mundo. Habiendo expuestos ya los conceptos fundamentales de su teoría en la asignatura Psicología General, a continuación, nos centraremos en las implicaciones educativas de la Teoría socio-cultural. Hernández Rojas (1998) toma como puntos de interés, dada su relevancia para el ámbito educativo, los siguientes: a) concepción de la enseñanza, b) concepción del alumno, c) concepción del profesor, d) concepción del aprendizaje, E) concepción de estrategias específicas de tipo didáctico, f) concepción de evaluación. Presentemos cada uno de ellos:  Concepción de enseñanza Una premisa central en el paradigma destaca que el proceso de desarrollo psicológico individual no es independiente o autónomo de los procesos socioculturales en general, ni de los procesos educacionales en particular. De hecho, la postura vigotskyana señala explícitamente que no es posible estudiar ningún proceso de desarrollo psicológico al margen del contexto histórico-cultural en que está inmerso, el cual trae consigo una serie de instrumentos y prácticas sociales históricamente determinados y organizados (Rogoff 1993). El ser humano se desarrolla en la medida en que se apropia de una serie de instrumentos (físicos y psicológicos) de índole sociocultural, y cuando, participa en dichas actividades prácticas y relaciones sociales con otros. Las distintas sociedades y grupos culturales siempre se han preocupado por cómo transmitir su identidad, sus valores y saberes culturales a las siguientes generaciones; las propuestas educativas varían desde las que proponen que los sujetos más jóvenes participen directamente en los contextos y las prácticas culturales genuinas, hasta las que sostienen la necesidad de un aprendizaje formal descontextualizado. Uno de los espacios institucionales diseñado exprofeso en las sociedades industrializadas, con la intención de negociar los currículos culturales (específicos), son las escuelas. A través de esas instituciones se transmiten y recrean los saberes acumulados y organizados culturalmente que se consideran legitimados (p. ej. el conocimiento científico); son
  • 29. 29 también los contextos más propicios donde se entretejen los procesos de desarrollo cultural-social con los de desarrollo personal, los cuales, según la expresión de Coll (1985), se van «generando mutuamente». Por lo tanto, la escuela desempeña un papel crucial en la promoción de aprendizajes específicos y del desarrollo general de cada alumno. Gracias a la enseñanza ocurrida en las instituciones, y a lo que ello conlleva, se desarrollan las formas maduras de las funciones psicológicas superiores (Baquero 1996). En las prácticas educativas se crea el contexto necesario y propicio para que se dé la reestructuración de las funciones psicológicas superiores rudimentarias hacia modos más avanzados que se caracterizan por un control consciente y voluntario. Asimismo, la participación de los aprendices en tales prácticas les permite el acceso a ciertos instrumentos de mediación cultural (entre los que destaca la escritura) con un carácter creciente de descontextualización, y que también impulsan el desarrollo de su psiquismo, así como sus posibilidades de acceso a formas de conocimiento más elaborado dentro de esa cultura (por ejemplo, el pensamiento letrado). Por último, como producto de la participación del niño en los contextos escolares ocurre la transición de los conceptos espontáneos hacia los conceptos científicos. Los conceptos espontáneos son de naturaleza denotativa, están elaborados principalmente sobre aspectos perceptivos, funcionales o contextuales, y se desarrollan espontáneamente como consecuencia de las experiencias cotidianas que tienen los niños. En oposición, si bien los conceptos científicos se construyen sobre la base de los conceptos espontáneos, se organizan en formas de sistemas complejos, estableciendo entre sí relaciones lógicas y coherentes. Estos conceptos científicos no se desarrollan espontáneamente como los otros, sino que se aprenden a través de experiencias y demandas de reflexión “sui generis” que sólo ocurren en los espacios escolares. En la situación de enseñanza formal, el niño se ve impelido a tomar los conceptos como objetos de aprendizaje “per se”; sobre ellos trabaja y los manipula conscientemente para tratar de aprenderlos en relación con otros conceptos; al mismo tiempo desarrolla su explicación, la cual explícitamente le demanda (y le corrige) el agente de enseñanza. En síntesis, los conceptos científicos se aprenden sobre una base lingüística y racional, con el apoyo de un docente, en un contexto cultural (la escuela) especialmente diseñado para trabajar con los conceptos por
  • 30. 30 los conceptos mismos.  Metas de la educación A partir de las consideraciones vigotskyanas sobre la enseñanza y su importante papel en el desarrollo psicológico de los niños, podría decirse primeramente, que la educación formal debería estar dirigida, en su diseño y en su concepción, a promover el desarrollo de las funciones psicológicas superiores y; con ello, al uso funcional, reflexivo y descontextualizado de instrumentos (físicos, pero especialmente los psicológicos) y tecnologías de mediación socio- cultural (por ejemplo, la escritura, las computadoras, etc.) en los educandos (Baquero 1996, Medina 1996). Cada cultura proporciona, a los miembros de una sociedad, los artefactos y saberes necesarios que las generaciones más jóvenes deben apropiarse para controlar y modificar su entorno (físico y social) y a sus propias personas. La apropiación del modo de uso y del significado sociocultural de dichos artefactos y saberes constituye un aspecto crucial en el desarrollo psicológico de cada niño miembro de la cultura. Sería entonces de interés considerar las metas educativas en función de lo que la cultura en particular determina como valioso y relevante para que lo aprendan los miembros más jóvenes. Dichos procesos educativos, sin embargo, no son posibles sin el apoyo de otros más capaces, cuya ayuda y participación .es imprescindible, puesto que, en su ausencia, se haría muy difícil la apropiación de los instrumentos y saberes que el medio sociocultural ofrece.  Concepción del alumno Desde la óptica de este paradigma, el alumno debe ser entendido como un ser social, producto y protagonista de las múltiples interacciones sociales en que se involucra a lo largo de su vida escolar y extraescolar. De hecho, las funciones psicológicas superiores son producto de estas interacciones sociales. Gracias a la participación en los procesos educacionales sustentados en distintas prácticas y procesos sociales, en los que se involucran distintos agentes y artefactos culturales, el niño- aprendiz consigue aculturarse y socializarse (y así se convierte en miembro de esa cultura) y al mismo tiempo se individualiza y desarrolla su propia personalidad. Por consiguiente, el papel de la interacción social con los otros
  • 31. 31 (especialmente los que saben más: maestro, padres, niños mayores, iguales, etc.) tiene importancia fundamental para el desarrollo psicológico del niño-alumno. De lo dicho pueden establecerse dos hechos sustanciales: a) el alumno reconstruye los saberes, pero no lo hace solo, porque ocurren procesos complejos en los que se entremezclan procesos de construcción personal y procesos auténticos de co-construcción en colaboración con los otros que intervinieron, de una o de otra forma, en ese proceso (Wertsch 1993). b) Los saberes de diverso tipo que inicialmente fueron transmitidos, compartidos y, hasta cierto punto, regulados externamente y dispensados por otros, posteriormente, gracias a los procesos de internalización, terminan siendo propiedad de los educandos, al grado de que éstos llegan a ser capaces de hacer uso activo de ellos de manera consciente y voluntaria (autónoma o autorregulada). (Wertsch 1993). En la perspectiva vigotskyana también se consideran de muy alto valor los procesos de interacción que ocurren entre los alumnos. En particular, resalta la afirmación de Vygotsky (1979) que señala que no sólo los adultos pueden promover la creación de ZDP, sino también los iguales o pares «más capacitados» en un determinado dominio de aprendizaje. Los estudios sobre interacción entre iguales, en el marco de interpretación vigotskyano, se han dirigido a dos situaciones: la co-construcción o actividad conjunta-colaborativa de tareas entre participantes con similares competencias cognitivas, y las tutorías entre uno que sabe más y otro(s) que sabe(n) menos (Tudge y Rogoff 1995). ATENCIÓN El aprendizaje colaborativo, es otro de los postulados constructivistas que parte de concebir a la educación como proceso de socio-construcción que permite conocer las diferentes perspectivas para abordar un determinado problema, desarrollar tolerancia en torno a la diversidad y pericia para reelaborar una alternativa conjunta. Los entornos de aprendizaje constructivista se definen como «un lugar donde los alumnos deben trabajar juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de
  • 32. 32 instrumentos y recursos informativos que permitan la búsqueda de los objetivos de aprendizaje y actividades para la solución de problemas» Algunas pautas para producir aprendizaje colaborativo son: a) estudio pormenorizado de capacidades, deficiencias y posibilidades de los miembros del equipo; b) establecimiento de metas conjuntas, que incorporen las metas individuales; c) elaboración de un plan de acción, con responsabilidades específicas y encuentros para la evaluación del proceso; d) chequeo permanente del progreso del equipo, a nivel individual y grupal; e) cuidado de las relaciones socio-afectivas, a partir del sentido de pertenencia, respeto mutuo y la solidaridad, y f) discusiones progresivas en torno al producto final. Evidentemente este tipo de aprendizaje dialógico facilita el desarrollo de aquellos procesos cognitivos, como la observación, el análisis, la capacidad de síntesis, el seguir instrucciones, comparar, clasificar, tomar decisiones y resolver problemas, en los que la interacción enriquece los resultados y estimula la creatividad. Por otra parte, el aprender en forma colaborativa permite al individuo recibir retroalimentación y conocer mejor su propio ritmo y estilo de aprendizaje, lo que facilita la aplicación de estrategias metacognitivas para regular el desempeño y optimizar el rendimiento; por otra parte este tipo de aprendizaje incrementa la motivación, pues genera en los individuos fuertes sentimientos de pertenencia y cohesión, a través de la identificación de metas comunes y atribuciones compartidas, lo que le permite sentirse «parte de», estimulando su productividad y responsabilidad, lo que incidirá directamente en su autoestima y desarrollo.
  • 33. 33 Según Díaz Barriga (1999) resulta importante resaltar la necesidad de comprender el verdadero significado del aprendizaje colaborativo, pues de lo contrario se corre el riesgo de promover experiencias caracterizadas por actitudes individualistas, en las que prevalecen los conflictos, frustraciones y complejos de los miembros del grupo y no se logra entablar una interacción favorable, que conduzca a la interdependencia positiva. El aprendizaje colaborativo se caracteriza por la igualdad que debe tener cada individuo en el proceso de aprendizaje y la mutualidad, la distribución de responsabilidades, la planificación conjunta y el intercambio de roles. Atendiendo el proceso desde la conformación misma del equipo, se debe promover un aprendizaje que además de resultar rico en cuanto a los productos cognoscitivos logrados (a nivel interpersonal e intrapersonal), permita modelar y adquirir valoración y responsabilidad hacia el proceso educativo, y desarrollar la capacidad para conformar equipos de trabajo productivo y un respeto por los demás y su trabajo. En este punto, resulta importante tomar en cuenta que todo proceso grupal debe partir por la aceptación legítima de cada integrante, lograr niveles aceptables de comunicación y confianza, que permitan dar y recibir apoyo y resolver asertivamente los conflictos que de continuo se presentan en las relaciones humanas, para poder tomar decisiones conjuntas que favorezcan la consolidación como equipo. La mayoría de los docentes al iniciar un trabajo de aprendizaje con un grupo de estudiantes, tienden a repetir la repartición de contenidos en grupos elegidos aleatoriamente, cuyos productos de aprendizaje se presentan en una jornada maratónica de exposiciones en la que rotafolios, transparencias y video-veam ofrecen en apretados y minúsculos textos una síntesis del trabajo que van leyendo a una audiencia pasiva que se abstiene de hacer preguntas. Este tipo de experiencias no ejerce mediación en el proceso de aprendizaje, ni se hace seguimiento e intervención al proceso de desenvolvimiento del grupo, o se aplica evaluación formativa, conociendo tanto los logros tanto colectivos como personales, o generando una reflexión seria por parte del grupo y produciendo reconocimientos que recompensen objetivamente las acciones valiosas. Es verdad que el trabajo en equipos con enfoque colaborativo requiere mayor dedicación y es mucho más meticuloso, pero produce en los
  • 34. 34 estudiantes verdadero crecimiento intelectual y socio-afectivo y; en el docente, continua mejoría en su capacidad mediadora. De acuerdo a los postulados del constructivismo socio-cultural, existen al menos tres formas de poner en práctica el aprendizaje colaborativo: la interacción de pares, el tutoreo de pares y el grupo colaborativo (Tudge, 1994). La diferencia entre ellos está determinada por la igualdad en los niveles de rendimiento que exista entre los integrantes. La interacción de pares consiste en la integración de grupos con participantes de diferentes niveles de habilidad, que acometen las ejecuciones en forma organizada y conjunta, participando el docente como mediador y catalizador en las experiencias de aprendizaje del grupo. El tutoreo de pares (Tudge, 1994), involucra a estudiantes en los que se ha detectado mayor habilidad y a los que se les ha dado un entrenamiento previo para servir de “coach” de sus compañeros de menor nivel, mientras desempeñan el trabajo en forma conjunta; por lo general la interacción entre los estudiantes es tan fluida que logra elevar el nivel de los aprendices y consolidar el que tienen los avanzados, quienes querrán conservar su posición de adelantados y continuarán profundizando en el conocimiento. Los grupos colaborativos por su parte, tienen mayor tamaño que los primeros y vinculan aprendices de distinto nivel de habilidad, género y procedencia; acumulan el puntaje en forma individual y grupal a lo largo de todo el período, lo que estimula la interdependencia y asegura la preocupación de todos por el aprendizaje de todos, pues el éxito colectivo depende del éxito individual. En este caso el docente debe ser más que un mediador, propiciando un proceso grupal efectivo (Johnson y Johnson, 1992, y Vásquez, Johnson y Johnson, 1993). El grupo puede ser estable o permanente, inestable o circunstancial y de base, que es aquel que va más allá del ámbito académico, desarrollando actividades de soporte y apoyo para el desarrollo integral de sus integrantes. El aprendizaje colaborativo ha demostrado eficiencia en la superación de actitudes negativas, incrementar la motivación y el autoconcepto; por otra parte, las experiencias de interacción cooperativa permiten producir un aprendizaje vinculado al entorno social del individuo, dado que propician la creación de ambientes estimulantes y participativos, en los que los individuos se sienten apoyados y en confianza para consolidar su propio estilo de aprendizaje.
  • 35. 35 Lo que ha sido puesto de relieve en los trabajos sobre la interacción entre iguales desde esta perspectiva, para comprender y mejorar los contextos de interacción, son varias cuestiones que merece la pena mencionar. Primero, las actividades realizadas por los miembros participantes terminan siendo una actividad conjunta, enriquecida por las aportaciones activas de cada uno de los involucrados (sea en parejas o en pequeños grupos). En las interacciones ocurridas entre iguales, se recrean zonas de construcción relativas a la comprensión y solución de la tarea, que amplían las posibilidades que los sujetos por sí mismos (individualmente) no tendrían. Además, gracias a que el lenguaje es un instrumento mediador y posibilitador de las interacciones, los miembros prestan, solicitan y reciben ayuda, mejoran y reconstruyen la representación cada vez más diferenciada de la tarea o situación acometida conjuntamente, en una relación bastante más simétrica que la que ocurriría entre profesor (o enseñante adulto) y alumno. El lenguaje, como se sabe, permite regular la ejecución de los otros e influir en ella, y además en la ejecución interna de uno mismo. Por lo tanto, en esa relación más cercana y más horizontal creada entre pares, cuando se crean las condiciones apropiadas (en las que necesariamente tiene que intervenir el profesor como organizador y promotor externo de las mismas), es posible el uso del lenguaje en todo su valor instrumental, ya sea si se usa el lenguaje propio para influir sobre los demás, si se emplea el lenguaje de los otros para influir en uno mismo, si se recupera el lenguaje creado colectivamente para influir en el proceso de solución, o si es utilizando el lenguaje propio, desarrollado sobre la marcha en la tarea, para influir en uno mismo (Coll y Colomina 1990).  El docente como mediador Para Vygotsky, el desarrollo es un proceso socialmente andamiado, mediado, asistido, guiado, en el que el papel de la educación y de los procesos educativos es crucial. Tal como hemos afirmado en secciones anteriores, en la tarea de mediación pedagógica en general y en relación con el capital cultural en particular, se ha identificado especialmente a la escuela como un dispositivo clave a la hora de integrar a los nuevos miembros de la cultura, después de la familia. El profesor debe ser entendido como un agente cultural que enseña en un contexto de prácticas y medios socioculturalmente determinados, y como un mediador esencial entre el saber sociocultural y los
  • 36. 36 procesos de apropiación de los alumnos (Medina 1996). Así, a través de actividades conjuntas e interactivas, el docente procede promoviendo zonas de construcción para que el alumno se apropie de los saberes, gracias a sus aportes y ayudas estructurados en las actividades escolares, siguiendo cierta dirección intencionalmente determinada. (Newman, 1991) Su participación en el proceso educativo para la enseñanza de algún contenido o saber curricular (conocimientos, habilidades, procesos, actitudes, instrumentos, etc.) se plantea de inicio como una relación asimétrica con los alumnos. No podría ser de otra manera, puesto que el docente debe conocer el uso funcional de los saberes e instrumentos culturales, y planear una serie de acciones que, junto con las curriculares institucionales, tendrán por objeto promover el desarrollo de las funciones psicológicas superiores en cierta dirección, y la apropiación del uso adecuado de los instrumentos y saberes socio- culturales según la interpretación específica de la cultura en que se encuentran insertos. En ese sentido, el enseñante sabe, desde el inicio mismo del encuentro educativo con el alumno, hacia dónde deberá dirigir los procesos educativos y tiene claras sus intenciones educativas. Esto, por supuesto, no ocurre así con el aprendiz, quien tendrá que percatarse de ellas progresivamente a través del diálogo (mecanismos de mediación semiótica apropiados) y de las interacciones y experiencias compartidas con el enseñante. Entonces, en la teoría constructivista (Vygotsky, 1974), el aprendiz requiere la acción de un agente mediador para acceder a la zona de desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje que proporcione seguridad y permita que aquél se apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. El papel de la educación y, fundamentalmente el rol del docente, es alentar el desarrollo, guiarlo, mediarlo, es un proceso por el cual la cultura amplifica y ensancha las capacidades del individuo. El docente debe transformarse en “guía” o “facilitador” de aprendizajes significativos y crear un clima en el que los alumnos se sientan contenidos, acompañados, comprendidos en sus necesidades. Un concepto fundamental que debe manejar el maestro en su rol de mediador y facilitador es el de la zona de desarrollo próximo. Se refiere a: "la distancia entre el nivel real de desarrollo determinado por la capacidad de aprender en forma independiente y el nivel de desarrollo potencial
  • 37. 37 determinado por el aprendizaje con la colaboración de un compañero más capaz o con la guía de un adulto" (Vygotsky, 1.967). Este se relaciona con el concepto es el de andamiaje. Según esta idea, el experto-enseñante, en su intento por enseñar determinados saberes o contenidos (habilidades, conceptos o actitudes), crea un sistema de ayudas y apoyos necesarios para promover- el traspaso del control sobre el manejo de dichos contenidos por parte del alumno-novato; es decir; en el proceso interactivo y dialogante en que se basa la enseñanza, el experto-enseñante tiende estratégicamente un .conjunto de andamios por medio de los cuales el alumno-novato va elaborando las construcciones necesarias para aprender los contenidos. ATENCIÓN Baquero (1996) señala que el andamiaje creado por el enseñante tiene tres características esenciales que a continuación se describen: a) Debe ser ajustable a las necesidades de aprendizaje del alumno participante. Así, algunos requerirán apoyos (explicaciones, modelamientos, etc.) más simples, mientras que otros necesitarán apoyos más complejos, dependiendo del nivel de competencia inicial y progresiva que vayan demostrando los sujetos respecto del contenido que va a ser enseñado. b) Debe ser transitorio o temporal. Esto quiere decir que en los momentos en que los alumnos ya no requieran el sistema de apoyos o ayudas propuesto por el enseñante para el aprendizaje y dominio de los contenidos, deberán retirarse en forma progresiva. c) Debe ser explicitado (audible y visible) y tematizable. Esto es, que el alumno tome conciencia de que en la realización y mejora de su aprendizaje ha ocurrido un proceso de ayuda prestada por alguien que sabe más (el enseñante) y que, por tanto, es producto de una situación colaborativa. Podríamos concluir este apartado señalando a manera de resumen que el profesor deberá intentar en su enseñanza, la creación y construcción conjunta de zonas de desarrollo próximo con los alumnos, por medio de la estructuración de sistemas de andamiaje flexibles y estratégicos. Así, el docente, con su influencia y en co-construcción con los alumnos,
  • 38. 38 promueve los procesos de apropiación de los saberes y los instrumentos de mediación socioculturalmente aceptados y valorados que, muy probablemente no ocurrirían en forma espontánea en los alumnos.  Concepción del aprendizaje Vygotsky siempre sostuvo que el aprendizaje específicamente humano es un proceso en esencia interactivo. De hecho, como ya hemos señalado, él empleó una expresión en ruso que hace alusión necesariamente a alguien que aprende, pero al mismo tiempo a alguien que enseña (Oliveira 1996). En Vygotsky (1979) se cita lo siguiente: “el aprendizaje humano presupone una naturaleza social específica y un proceso, mediante el cual los niños acceden a la vida intelectual de aquellos que los rodean” (p. 136). Así, las situaciones de aprendizaje se sitúan en una práctica o en un contexto particular, en el que ocurren los procesos de interacción con otros más capacitados que proveen la ayuda y asistencia. Así, en este paradigma cambia la unidad de análisis para el estudio del aprendizaje, el cual, para la mayoría de los paradigmas y teorías más específicas, había estado puesto en el sujeto solo, como un ente que aprende por sus propios medios, aislado de la influencia de otros y de las prácticas socioculturales (Rogoff; 1993). Acerca de las relaciones entre aprendizaje y desarrollo, ya hemos tenido oportunidad de destacar que Vygotsky enfatizaba el importante papel que desempeña el aprendizaje como catalizador e impulsor de los procesos evolutivos. Aquí cabe mencionar la frase escrita por el propio Vygotsky: el «buen aprendizaje» es el que precede al desarrollo y contribuye de un modo determinante para potenciarlo. El aprendizaje entonces actúa como elemento potenciador de ciertos elementos y procesos en el desarrollo, que están en vías de evolución pero que aún no han terminado de madurar (lo que determina su nivel de desarrollo potencial), y que sólo se manifiestan gracias a la actividad que se realiza con otro que, estratégicamente, conduce el acto a través de un sistema de andamios o ayudas (“tendiendo puentes”, creando estructuras de significados compartidos y por ende intersubjetivos); poco a poco, estas actividades realizadas gracias a la intervención de los demás serán internalizadas, formarán parte del desarrollo real del niño, y se manifestarán sin problemas cuando él actúe aisladamente. Lo anterior quiere decir; traducido al campo didáctico, que las experiencias
  • 39. 39 adecuadas de aprendizaje deben centrarse no en los productos acabados del desarrollo (nivel de desarrollo real), sino, especialmente, en los procesos en desarrollo que aún no acaban de consolidarse (nivel de desarrollo potencial), pero que están en camino de hacerla. En consecuencia, la instrucción escolar debería preocuparse menos por las conductas o conocimientos «fosilizados» y más por los que están en proceso de cambio. Como han señalado algunos, la ZDP es un diálogo entre el niño y su futuro, entre lo que es capaz de hacer hoy y lo que será capaz de hacer mañana.  Estrategias de enseñanza Gran parte de las estrategias y técnicas de enseñanza que los vigotskyanos proponen se fundamentan en la creación de ZDP con los alumnos, para determinados dominios y actividades de conocimiento. Se supone que el profesor debe ser un agente experto encargado de mediar la situación de encuentro entre el alumno y los contenidos socioculturales que forman parte de los currículos escolares. En ese sentido, el profesor deberá construir un contexto de aprendizaje en conjunción con los alumnos, para aproximar el conocimiento particular, y manejar procedimientos instruccionales óptimos que faciliten la negociación de las zonas. Hay que tener presente que la creación de las ZDP ocurre siempre en un contexto de interactividad entre maestro-alumno(s) o experto-novato(s) en general, y el interés del profesor consiste en trasladar al educando de los niveles inferiores de la zona a los superiores, «prestándole» el grado necesario de asistencia por la vía de situaciones de estructuración de andamiaje, y guiándolo con una sensibilidad muy fina (y una evaluación formativa constante), para valorar los niveles de desempeño alcanzados paulatinamente por los alumnos. Esta situación de traspaso se debe estructurar de tal manera que se procure la cesión de la responsabilidad y el control en el desempeño de la tarea o del contenido por aprender. Esto es, lo que el alumno al inicio no era capaz de realizar o entender por sí solo, y en cambio sí podía realizarlo con la ayuda del maestro (actividad exorregulada), posteriormente llega a ser capaz de desarrollarlo o entenderlo por sí mismo sin necesidad de la ayuda previa (actividad autorregulada). Con base en distintos trabajos referidos al tema, Onrubia (1993) señala
  • 40. 40 una serie de criterios de intervención para que la ayuda asistida proporcionada en la construcción conjunta de ZDP desemboque, verdaderamente, en aprendizajes significativos en los alumnos. Algunos de los criterios aportados por este autor son los siguientes: a) Insertar las actividades que realizan los alumnos en un contexto y en objetivos más amplios en los que éstas tomen sentido. El docente deberá procurar definir a los alumnos ese contexto global, así como señalarles la intencionalidad y la dirección que posteriormente tomará la situación educativa. De este modo, las actuaciones, actividades o tareas realizadas por los alumnos tendrán, para ellos mismos, un significado y un sentido particulares. Es mejor si esa definición se hace lo más explícita posible. b) Fomentar la participación y el involucramiento de los alumnos en las diversas actividades y tareas. Tal participación activa de los miembros menos capaces es una característica esencial de la ZDP. Cuando muchos alumnos o aprendices tienen serias dificultades para realizar incluso las actividades más simples, el enseñante deberá procurar que participen observando críticamente, actuando y dialogando. e) Realizar ajustes continuos en la asistencia didáctica, en el desarrollo de las actividades o aun en la programación más amplia (de temas, unidades, etc.); hay que partir siempre de la observación del nivel de actuación que vayan demostrando los alumnos en el manejo de las tareas o contenidos que van a aprender. Estos ajustes en la ayuda pedagógica requieren un «sistema de evaluación formativa» (el cual puede basarse en la aplicación de técnicas informales como la observación de las actividades y del nivel de las verbalizaciones, el planteamiento de preguntas, cierto grado de sensibilidad) que permita establecer un seguimiento de las actividades de los alumnos desde que empiezan a participar en la ZDP. No puede haber una ayuda ajustada si no existe un mínimo de valoración sobre el nivel de participación del sujeto en la tarea. d) Hacer uso explícito y diáfano del lenguaje con la intención de promover la situación necesaria de intersubjetividad (entre enseñante y aprendices) y la negociación de significados en el sentido esperado, y evitar las rupturas e incomprensiones en la enseñanza. e) Establecer constantemente relaciones explícitas entre lo que los alumnos ya saben (sus conocimientos previos) y los nuevos contenidos de aprendizaje.
  • 41. 41 Como señala Onrubia (1993), la vinculación continua entre lo dado y lo nuevo es un recurso característico de la construcción de las ZDP. Rogoff (1993), por ejemplo, sostiene que en el proceso de participación guiada se tienden puentes entre lo que los docentes saben (o van sabiendo) que los alumnos ya saben y lo que los docentes saben que les hace falta saber a aquéllos (los nuevos contenidos de aprendizaje). Esto quiere decir que el docente parte de la perspectiva del alumno (y muchas veces adapta su punto de vista, su lenguaje, modifica sus explicaciones, etc.), para luego hacer que el niño re defina la tarea desde el punto de vista deseado (la del enseñante), a fin de construir un fundamento de intersubjetividad necesaria que permita fomentar la construcción y el avance en la zona. El uso de los conocimientos previos es esencial para construir el contexto intermental y el marco de referencia común sobre el cual poco a poco se pueden ir estableciendo nuevos significados compartidos (a través de mecanismos de mediación semiótica apropiados). f) Promover como fin último el uso autónomo y autorregulado de los contenidos por parte de los alumnos. Éste debe ser el punto clave al que debe tender toda enseñanza basada en la construcción de ZDP. Tal idea está claramente enunciada en la concepción de Vygotsky respecto a la internalización del uso de los artefactos culturales (intrapsicológico), promovidos gracias a la ayuda del miembro más capaz de la cultura (interpsicológico). g) Por último, se considera fundamental la interacción entre alumnos como otro recurso valioso para crear ZDP. Ya hemos comentado, en una sección anterior, cómo en la enunciación del concepto de ZDP, Vygotsky deja abierta la posibilidad de que sean también los pares más capaces quienes puedan participar para promover zonas de construcción.  Concepción de la evaluación Otra de las implicaciones educativas derivables de la ZDP fue la propuesta por el propio Vygotsky (1979) para aproximarse al problema de la evaluación. Las evaluaciones de ejecución máxima (cognitivas y de rendimiento) que se suelen aplicar a los niños poseen tres características: a) se centran en los productos de desarrollo: las conductas fosilizadas, el nivel de desarrollo real de la zona, b) no valoran los procesos en desarrollo y c) son descontextualizadas y evalúan exclusivamente la dimensión
  • 42. 42 intramental. A este tipo de evaluación, desde la perspectiva del enfoque estudiado, se le ha denominado «evaluación estática». La alternativa vigotskyana a este tipo de evaluación sostiene un tipo de evaluación diferente, dirigida a determinar los niveles de desarrollo en proceso y en contexto: en situación de apoyo interactivo y para dominios específicos o situaciones culturales determinadas (Brown y Ferrara 1985 y Brown y Reeve 1987). Así, se plantea a la evaluación dinámica como una propuesta radicalmente distinta del esquema tradicional estático de la evaluación psicométrica y escolar. La evaluación dinámica difiere en dos aspectos con respecto a la evaluación estática: a través de ella se evalúan los productos, pero, especialmente, los procesos en desarrollo; en este tipo de evaluación se plantea una relación diferente entre examinador- examinado en comparación con la que exige la evaluación estática (la cual tiene fuertes connotaciones empiristas, dado que exige un alejamiento extremo entre ambos para lograr la supuesta objetividad en la valoración). La evaluación se desarrolla a través de una situación interactiva entre el evaluador, el examinado y la tarea, en la que el primero presta una serie de «ayudas» (las cuales son de distinto tipo porque dan un apoyo diferencial y tienen que ver directamente con las conductas que el niño debe efectuar para realizar la tarea en la que se está evaluando), según el nivel de desempeño máximo mostrado previamente por el examinado en forma individual. Los niños que requieran un número mayor de estas ayudas sin duda tendrán un potencial de aprendizaje inferior, en comparación con los que no hayan requerido tantas ayudas para la solución de la tarea. Al término, se compara el nivel de ejecución realizado por el niño en solitario (el nivel real de desarrollo) con el nivel de ejecución logrado gracias al apoyo del examinador (el nivel de desarrollo real), se considera la cantidad y la calidad de ayudas empleadas. Según Brown y Reeve (1987), a través de este procedimiento evaluativo puede diagnosticarse la amplitud de la ZDP en cierto dominio o tarea particular. De este modo, la evaluación se dirige no sólo a valorar los productos del nivel de desarrollo real de los niños que reflejan los ciclos evolutivos ya completados (como lo hacen los tests psicométricos típicos y las pruebas de rendimiento escolar), sino, sobre todo, a determinar el nivel de desarrollo potencial (las competencias emergentes que son puestas de manifiesto en las interacciones con otros que les proveen contexto) y, si es
  • 43. 43 posible, a valorar el potencial de aprendizaje o bien la amplitud de las zonas de los niños (Brown y Reeve 1987). LECTURAS BIBLIOGRÁFICAS OBLIGATORIAS Leer: Hernández Rojas Gerardo (1998) Paradigmas en Psicología de la Educación. Paidós Educador. Buenos Aires. Argentina. Capítulo 8: Descripción del paradigma sociocultural y sus aplicaciones e implicaciones educativas. c) Teoría del Aprendizaje Significativo (Ausubel) "Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un sólo principio, enunciaría éste: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese consecuentemente” (Ausubel, 1986). Durante mucho tiempo se consideró que el aprendizaje era sinónimo de cambio de conducta, esto, porque dominó una perspectiva conductista de la labor educativa; sin embargo, se puede afirmar con certeza que el aprendizaje humano va más allá de un simple cambio de conducta, conduce a un cambio en el significado de la experiencia. La experiencia humana no solo implica pensamiento, sino también afectividad y únicamente cuando se consideran en conjunto, se capacita al individuo para enriquecer el significado de su experiencia.
  • 44. 44 Sin lugar a dudas, una de las teorías precursoras del aprendizaje, desde el punto de vista cognitivo, es la propuesta por David Ausubel en relación con el aprendizaje significativo. En 1963, Ausubel hizo su primer intento de explicación de una teoría cognitiva del aprendizaje verbal significativo publicando la monografía «The Psychology of Meaningful Verbal Learning»; en el mismo año se celebró en Illinois el Congreso Phi, Delta, Kappa, en el que intervino con la ponencia «Algunos aspectos psicológicos de la estructura del conocimiento». Más de cuarenta años de vigencia tiene, por tanto, esta teoría, lo que justifica su fuerza explicativa. Podemos considerar la teoría que nos ocupa como una teoría psicológica del aprendizaje en el aula. Ausubel (1973, 1976, 2002) ha construido un marco teórico de referencia que pretende dar cuenta de los mecanismos por los que se lleva a cabo la adquisición y la retención de los grandes cuerpos de significado que se manejan en la escuela. Es una teoría psicológica porque se ocupa de los procesos mismos que el individuo pone en juego para aprender. Pero desde esa perspectiva no trata temas relativos a la psicología misma ni desde un punto de vista general, ni desde la óptica del desarrollo, sino que pone el énfasis en lo que ocurre en el aula cuando los estudiantes aprenden; en la naturaleza de ese aprendizaje; en las condiciones que se requieren para que éste se produzca; en sus resultados y, consecuentemente, en su evaluación (Ausubel, 1976). Es una teoría de aprendizaje porque ésa es su finalidad. La Teoría del Aprendizaje Significativo aborda todos y cada uno de los elementos, factores, condiciones y tipos que garantizan la adquisición, la asimilación y la retención del contenido que la escuela ofrece al alumnado, de modo que adquiera significado para el mismo. El origen de la Teoría del Aprendizaje Significativo está en el interés que tiene Ausubel por conocer y explicar las condiciones y propiedades del aprendizaje, que se pueden relacionar con formas efectivas y eficaces de provocar de manera deliberada cambios cognitivos estables, susceptibles de dotar de significado individual y social (Ausubel, 1976). Por eso aborda problemas tales como: a) Descubrir la naturaleza de aquellos aspectos del proceso de aprendizaje que afecten, en el alumno, la adquisición y retención a largo plazo de cuerpos organizados de conocimiento;
  • 45. 45 b) el amplio desarrollo de las capacidades para aprender y resolver problemas; c) averiguar qué características cognoscitivas y de personalidad del alumno, y qué aspectos interpersonales y sociales del ambiente de aprendizaje, afectan los resultados de aprender una determinada materia de estudio, la motivación para aprender y las maneras características de asimilar el material, y d) determinar las maneras adecuadas y de eficiencia máxima de organizar y presentar materiales de estudio y de motivar y dirigir deliberadamente el aprendizaje hacia metas concretas. (Ausubel, 1973, pág. 23) Por lo tanto, el ámbito de aplicación de esta teoría del aprendizaje escolar es el aprendizaje y la enseñanza de cualquier cuerpo organizado de conocimiento. ATENCIÓN Ahora bien, ¿cuáles son los conceptos clave de su teoría? Según Ausubel (1978) no todos los tipos de aprendizaje humano son iguales, como lo habían señalado los conductistas, para quienes sólo existe “una" forma de aprender. De acuerdo con este autor, existen diferentes tipos de aprendizaje que ocurren dentro del aula y pueden ubicarse en dos dimensiones básicas. Con respecto a los tipos de aprendizaje y cada una de las dimensiones, Hernández Rojas (1998) hace primero dos distinciones esenciales: a) En torno al tipo de aprendizaje realizado por el alumno (la forma en que incorpora la nueva información en su estructura o sus esquemas cognitivos), ésta constituye la primera dimensión. b) Respecto al tipo de estrategia o metodología de enseñanza que se sigue, que corresponde a la segunda dimensión. En la primera dimensión se pueden distinguir dos modalidades de aprendizaje: el repetitivo o memorístico y el significativo; y conforme a la segunda, puede distinguirse entre aprendizaje por recepción y aprendizaje por descubrimiento. El aprendizaje memorístico o repetitivo consiste en aprender la información de forma literal o al pie de la letra, tal como se ha presentado en la enseñanza. El aprendizaje repetitivo se produce cuando los contenidos de
  • 46. 46 la tarea son arbitrarios (pares asociados, números, etc.), o cuando el alumno carece de los conocimientos necesarios para que los contenidos resulten significativos. Un ejemplo de aprendizaje memorístico sería el aprendizaje de un número telefónico o de un poema. El aprendizaje significativo, en cambio, se distingue por dos características, la primera es que su contenido puede relacionarse de un modo sustantivo, no arbitrario o al pie de la letra, con los conocimientos previos del alumno, y la segunda es que éste ha de adoptar una actitud favorable para tal tarea, dotando de significado propio a los contenidos que asimila. (Marchesi, Palacios, Coll; 2003) El aprendizaje receptivo se refiere a la adquisición de productos acabados de información; en él la participación del alumno consiste simplemente en internalizar dicha información. En el aprendizaje por recepción el alumno recibe los contenidos que debe aprender en su forma final, acabada; no necesita realizar ningún descubrimiento más allá de la comprensión y asimilación de los mismos de manera que sea capaz de reproducirlos cuando le sea requerido. Por último, el aprendizaje por descubrimiento implica una tarea distinta para el alumno; en este caso el contenido no se da en su forma acabada, sino que debe ser descubierto por él. Este descubrimiento o reorganización del material debe realizarse antes de poder asimilarlo; el alumno reordena el material adaptándolo a su estructura cognoscitiva previa hasta descubrir las relaciones, leyes o conceptos que posteriormente asimila. Ausubel señala que “el aprendizaje memorístico va perdiendo importancia gradualmente a medida que el niño adquiere más conocimientos, ya que al aumentar éstos se facilita el establecimiento de relaciones significativas con cualquier material” (Pozo, 2010, p.212). Esa mayor eficacia se debería a las tres ventajas esenciales de la comprensión o asimilación sobre la repetición: producir una retención más duradera de la información, facilitar nuevos aprendizajes relacionados y producir cambios profundos –o significativos– que persisten más allá del olvido de detalles concretos (Novak, 1977, citado por Pozo, 2010, p.213). En todo caso, según Ausubel los aprendizajes significativo y memorístico no son excluyentes. Analicemos el siguiente cuadro de Ausubel (1978). Acerca de las dimensiones y tipos de aprendizaje que ocurren en el aula.6 6 Citado por Hernández Rojas. (1998) Ob. Citada. Página 139.
  • 47. 47 De acuerdo con lo expuesto en el cuadro, Ausubel considera que toda situación de aprendizaje contiene dos dimensiones, que pueden ubicarse en los ejes vertical y horizontal. La dimensión representada en el eje vertical hace referencia al tipo de aprendizaje realizado por el alumno, es decir, los procesos mediante los que codifica, transforma y retiene la información; e iría del aprendizaje meramente memorístico o repetitivo al aprendizaje plenamente significativo. Y la dimensión representada en el eje horizontal hace referencia a la estrategia de instrucción planificada para fomentar ese aprendizaje, que iría desde la enseñanza puramente receptiva, en la que el profesor o instructor expone de modo explícito lo que el alumno debe aprender, a la enseñanza basada en el descubrimiento espontáneo por parte del alumno. Según Pozo (2010), la distinción entre los dos ejes mencionados es uno de los aportes más relevantes de Ausubel, que serían bastante independientes uno del otro. Además, al concebir el aprendizaje y la enseñanza como continuos y no como variables dicotómicas, Ausubel evita reduccionismos y establece la posibilidad de interacciones entre asociación y reestructuración en el aprendizaje (p.210).
  • 48. 48 Partiendo de lo anterior, Ausubel muestra que, aunque el aprendizaje y la instrucción interactúan, son relativamente independientes; de tal manera que ciertas formas de enseñanza no conducen por fuerza a un tipo determinado de aprendizaje. Es decir, tanto el aprendizaje significativo como el memorístico son posibles en ambos tipos de enseñanza, la receptiva o expositiva y la enseñanza por descubrimiento o investigación. • La teoría de la asimilación cognoscitiva de Ausubel Una vez establecidas las diferencias entre los distintos tipos de aprendizaje humano en función de los continuos recepción-descubrimiento y significativo-repetitivo, Ausubel se propone desarrollar una teoría que explique el proceso de asimilación que se produce en el aprendizaje significativo. Como ya se mencionó, para que el aprendizaje significativo tenga lugar, es necesario que los nuevos conocimientos puedan ser relacionados de forma sustantiva y no arbitraria con lo que el sujeto ya conoce y que éste adopte una actitud activa para establecer las mencionadas relaciones. Por relación sustancial y no arbitraria se debe entender que las ideas se relacionan con algún aspecto existente específicamente relevante de la estructura cognoscitiva del alumno, como una imagen, un símbolo ya significativo, un concepto o una proposición (AUSUBEL; 1983:18). Esto quiere decir que, en el proceso educativo es importante considerar lo que el individuo ya sabe de tal manera que establezca una relación con aquello que debe aprender. Este proceso tiene lugar si el educando tiene en su estructura cognitiva conceptos, estos son: ideas, proposiciones, estables y definidos, con los cuales la nueva información puede interactuar. ATENCIÓN Esa interacción con la estructura cognitiva no se produce considerándola como un todo, sino con aspectos relevantes presentes en la misma, que reciben el nombre de subsumidores o ideas de anclaje (Ausubel, 1976, 2002; Moreira, 1997). La presencia de ideas, conceptos o proposiciones inclusivas, claras y disponibles en la mente del aprendiz es lo que dota de significado a ese nuevo contenido en interacción con el mismo (Moreira, 2000 a). Pero no se trata de una simple unión, sino que en este proceso
  • 49. 49 los nuevos contenidos adquieren significado para el sujeto produciéndose una transformación de los subsumidores de su estructura cognitiva, que resultan así progresivamente más diferenciados, elaborados y estables. Pero aprendizaje significativo no es sólo este proceso, sino que también es su producto. La atribución de significados que se hace con la nueva información es el resultado emergente de la interacción entre los subsumidores claros, estables y relevantes presentes en la estructura cognitiva y esa nueva información o contenido; como consecuencia del mismo, esos subsumidores se ven enriquecidos y modificados, dando lugar a nuevos subsumidores o ideas-ancla más potentes y explicativas que servirán de base para futuros aprendizajes. El aprendizaje mecánico, contrariamente al aprendizaje significativo, se produce cuando no existen subsumidores adecuados, de tal forma que la nueva información es almacenada arbitrariamente, sin interactuar con conocimientos preexistentes, un ejemplo de ello sería el simple aprendizaje de fórmulas en física, esta nueva información es incorporada a la estructura cognitiva de manera literal y arbitraria puesto que consta de puras asociaciones arbitrarias, cuando "el alumno carece de conocimientos previos relevantes y necesarios para hacer que la tarea de aprendizaje sea potencialmente significativo" (AUSUBEL; 1983: 37). Obviamente, el aprendizaje mecánico no se da en un "vacío cognitivo" puesto que debe existir algún tipo de asociación, pero no en el sentido de una interacción como en el aprendizaje significativo. Algunas ventajas del Aprendizaje Significativo son:  Produce una retención más duradera de la información.  Facilita el adquirir nuevos conocimientos relacionados con los anteriormente adquiridos de forma significativa, ya que al estar claros en la estructura cognitiva se facilita la retención del nuevo contenido.  La nueva información al ser relacionada con la anterior, es guardada en la memoria a largo plazo.  Es activo, pues depende de la asimilación de las actividades de aprendizaje por parte del alumno.  Es personal, ya que la significación de aprendizaje depende los recursos cognitivos del estudiante.