El documento resume el ciclo de Jacob en el Génesis 25-36. Se describe la rivalidad entre Jacob y su hermano Esaú desde el nacimiento de Jacob, y cómo Jacob obtuvo la bendición de su padre Isaac engañando a Esaú. También se relatan los encuentros de Jacob con Dios, su matrimonio con Lía y Raquel, y el nacimiento de sus doce hijos que se convertirían en las doce tribus de Israel.
3. 3
Jacob es uno de los antepasados del pueblo de Israel. En
realidad, históricamente, es el antepasado por
antonomasia. La misma tradición bíblica lo sugiere al
igualar el nombre de Jacob con el de Israel. A Jacob se
refieren originalmente los credos de Israel, al llamarlo
arameo.
El patriarca estuvo marcado desde su nacimiento por la
lucha. Ésta fue la causa de su huida. Huyó de su familia,
de su hermano gemelo. Con miedo se fue a casa de su
tío. En esta angustia Dios le salió al encuentro, en el
sueño. Jacob necesitaba un aliento, un futuro, y éste
empezó en un sueño. Soñó que los ángeles subían y
bajaban a Betel, donde estaba él.
Su suegro le engañó y este engaño le quitó la alegría de
su primer amor. Se regresó a su casa. Quiso encontrar la
felicidad perdida rastreándola en los recuerdos de su
niñez. Pero Dios le volvió a salir al encuentro. Peleó con
Dios. Jacob entendió que la lucha por la vida era parte
fundamental de cualquier ser humano.
4. ENTORNO LITERARIO
Agregar un pie de página 4
Este ciclo está enmarcado por dos encuentros de Jacob
con Dios, en los caps. 28 y 32, que desempeñan la
función de dos columnas sobre las que se asienta toda la
estructura. Hay una salida o huida de Jacob (27) y un
regreso (33). Todo esto está introducido por una
genealogía (25,19-34) y concluido por otra (35-36).
La bendición divina continúa. Aquí se manifiesta en la
fecundidad de los animales y, más en profundidad, en el
hecho de que Dios está con Jacob al llamarlo Israel.
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ASPECTO TEOLÓGICO
Isaac vio bien que en la
fecundidad Dios estaba presente
de una manera especial. Sobre
todo, se dio cuenta de que,
cuando fallaba la posibilidad
humana, no quedaba sino la
posibilidad de Dios. De una
manera especial, Dios estaría
presente en esta familia, porque
Él iba a actuar con ella en un
proyecto determinado. Esta
imposibilidad recuerda al hombre
la posibilidad de Dios (Loza 2013,
238).
En la comprensión divina el pequeño,
el débil, será el que tendrá la
preeminencia. No parece ser la ley de
la vida. Ésta dice que el pez grande se
come al chico. Que en la selva los
animales superiores se comen a los
inferiores y esto se trae al mundo
nuestro humano, civilizado, para
justificar que las naciones
industrializadas, las del primer mundo,
dominen a las así llamadas del tercero,
cuarto o quinto mundo.
Dios va a empezar afirmando lo
contrario y obrando en consecuencia.
La vida del pueblo lo mostrará. El
pueblo de Israel es de los más
insignificantes si se valora de acuerdo
a las grandezas del mundo (Dt 7); pero
si se valora desde el punto de vista de
Dios (YHWH lo escogió) es el más
significante.
6. ASPECTOS ETIOLÓGICOS
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Se partía de una idea, no tan cierta, de que en
el primogénito se concentraba toda la fuerza
de los padres. De aquí la ley hebrea sobre el
primogénito y las primicias.
La significación etimológica de Esaú no es
muy clara, dado que su nombre no tiene
parecido ni con Seír (por lo del pelo) ni con
Edom (rojo). El color rojizo, pardo o colorado,
es signo de un muchacho guapo (cf. 1 Sm
16,12; 17,42).
Jacob fue caracterizado como el que tomó el
talón; el que dominó a su hermano. Esto
reflejaría la situación histórica en que Israel
dominó a los edomitas. También puede ser un
nombre teofórico abreviado: Jacobel: Dios
protege. En realidad, ésta será la
característica del pueblo de Dios: un pueblo
que está siempre bajo la protección divina.
Este derecho de primogenitura en la familia de Isaac lo
tiene Esaú. Pero su carácter lo traicionó. La ocasión fue el
hambre. Siempre se ha dicho que el hambre es mala
consejera. Por hambre se han cometido y se seguirán
cometiendo grandes barbaridades. El derecho de
primogenitura en esta historieta no está en las cosas
materiales, sino en la bendición divina y en lo que ésta
representaba.
El relato popular de la primogenitura, cuyo centro está
formado por una bendición: la bendición de un hombre.
El drama, lo que mueve la acción narrativa, es la
rivalidad. La rivalidad no es un pleito o una enemistad
cualquiera. Se podría decir que es la lucha por
antonomasia. Rivalidad es una palabra que proviene
de ripa, palabra latina que quiere decir orilla, ribera.
Supone la existencia de dos riberas, por entre las
cuales pasa el río. Lo que une a las dos riberas es el
río; lo que las separa también es el río. Así la rivalidad
se da entre hermanos, cuando lo que les une es la
sangre y de alguna forma ésta misma es lo que los
separa.
8. JACOB EN BETEL (28:10-21)
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Estamos ante una leyenda cultual. El relato está construido en tres tiempos. Hay en la parte más
antigua un relato sobre el origen del santuario de Betel; después se colocó este relato en la historia
de Esaú y Jacob, con lo que se cambió un poco de sentido. Jacob en su huida de Esaú descubre el
lugar; un tercer estadio está en su ampliación (v. 13b.14.20-22), que le dan su dimensión cultual
tardía, donde se explican las costumbres cultuales del voto y del diezmo.
El hombre, compuesto de tierra, desea captar, ver y tocar a Dios. Quiere estar con Dios, ser su amigo.
Pero, desgraciadamente, la tierra de la que está compuesto el hombre lo separa del cielo. Mas ese
deseo de Dios no abandona al hombre, aunque se exprese de diversas maneras.
Desde que el hombre es hombre, ha inventado una manera de expresar este deseo de Dios a la
manera humana. Lo hace por medio de la construcción de un altar, de un templo. Representó de
varias formas la presencia de Dios invisible en los distintos templos. Jacob descubrió esta presencia.
Más aún, descubrió que en Betel estaba la puerta del cielo. En Egipto se decía lo mismo en algunos
templos. Babilonia significaba «la puerta de Dios»: Baba-illu. Después de levantarse, Jacob tomó la
piedra que le había servido de cabecera y la puso parada, como una estela (Maseba).
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LOS HIJOS DE JACOB
Estos vv. 29,31-30,24 ofrecen el centro del
ciclo de Jacob. Aquí está la bendición en todo
su esplendor. La promesa dada a Abrahán de
una numerosa progenie se encuentra ya aquí
concretizada en los 12 hijos, epónimos de las
12 tribus que formaran el pueblo de Israel.
Dios, que ve la aflicción de los desamparados
(Ex 3,9), interviene en el caso de Lía,
otorgándole la fecundidad. Lía quedó
embarazada, la amada Raquel quedó estéril.
La aclaración del nombre de Rubén es
secundaria. La etimología de este nombre es
«Mira, un hijo» (Re’uben). El reelaborador
injerta tres nacimientos (33-35) con
explicación etimológica de dos nombres de los
niños. El nombre de Simeón es explicado
como «YHWH me ha escuchado».
El tercer hijo de Lía es llamado Leví. El cuarto hijo es
llamado Judá. Éste es un nombre geográfico, de la
región. El que injertó este nombre lo hace derivar de un
verbo lejanamente semejante al nombre Judá: ‘odah =
dar gracias.
Raquel reaccionó (30,1-6) de una forma apasionada y
amarga. Echó la culpa de no tener hijos, no a ella, y
menos a YHWH, sino a Jacob. Lo interpretó como si su
marido no la amara con pasión y por esto no viniera el
embarazo. Raquel recurre a un medio legal que existía
en su tiempo: la adopción legal. Por medio de su criada,
Raquel tuvo un hijo. Lo llamó Dan, explicando su
significado. El nombre significa que Dios ha vindicado a
su persona. Vino un segundo hijo (7-13), engendrado
por la criada. Le puso Raquel por nombre Neftalí.}
Lía también recurrió al medio de la adopción legal y dio
a Jacob su criada como mujer. Por su medio engendró
dos hijos: Gad y Aser. Estos dos nombres originalmente
son apelativos divinos. Gad es el Dios de la fortuna, de
la suerte. Es nombrado en Is 65,11. El nombre del otro
hijo, Aser, significa felicidad, salud, y también se emplea
para designar a Dios. Así, la divinidad Ashera fue una
diaria tentación para Israel.
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Luego le nació a Lía un hijo. Le puso
por nombre Isacar. La etimología
sería: «hijo del premio o salario» (=
Ish-sacar). El interpolador intervino y
dio una aclaración secundaria.
Ofreció una explicación doble. Una
primera referida a Dios: «Dios
escuchó»
Vienen tres nacimientos (19-21) que
fueron injertados aquí
secundariamente. El nombre dado a
Zabulón es explicado de una manera
secundaria con dos verbos: dar un
premio y exaltar. Se produce también
el nacimiento de una niña, que es
llamada Dina. Al final aparece el
nacimiento de José (22-24). Dios da
dos significados del nombre de José.
Del verbo asaf = ‘quitar’ y del verbo
yasaf = ‘añadir’. Este último
significado indicaría que todavía
vendrían más hijos.
En el caso de Jacob y Esaú, se
trató de un pleito que se originó en
el vientre de una mujer. Ahora se
trata de un pleito que se da por el
vientre, por el nacimiento, por la
fecundidad.
Se puede decir que estos doce
nombres (más el de Benjamín) van
a articular al pueblo de Israel (Gn
49; Dt 33; Jue 5).
Israel tuvo sus orígenes en una
lucha. Una forma de lucha es la
evolución, el crecimiento. La lucha
está en la base de la conservación
de la naturaleza y de la humanidad.