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El humanismo de los derechos humanos y la radicalización de la democracia.
1. El humanismo de los derechos
humanos y la radicalización de la
democracia.
Alexis Johacim Larumbe Cabrieles
Christian Alain Hernández Taméz
Cesar Gamaliel Almendarez Puente
Jesús Carlos Rodríguez Briones
Eder Daniel Díaz García
Pedro Escudero Martínez
Karina Caballero González
2. Universalidad transcultural de los
derechos humanos.
Los derechos humanos
son aquellas condiciones
instrumentales que le
permiten a la persona su
realización; en
consecuencia engloba
aquellas libertades,
facultades, instituciones o
reivindicaciones relativas a
bienes primarios o básicos
que incluyen a toda
persona por el simple
hecho de su condición
humana para la garantía
de una vida digna.
3. La pretensión de validez universal de los derechos
humanos actualiza la antigua propuesta humanista de
Protágoras.
El respeto a la dignidad
inherente a su humanidad
es el baremo de la
humanización de nuestras
existencias y de la realidad
en que se enmarcan.
* Se aplica la palabra “baremo” para dejar
establecidos un conjunto de normas
fijadas por una institución para evaluar los
méritos personales.
4. Para todos, los derechos
humanos universales,
constituyen la palanca
con que mover la pesada
losa de sufrimiento e
injusticias que pesa
sobre ellos.
5. “Esos derechos formulados en referencia a todos y cada uno de los
individuos, sean de la cultura que sean, es lo mejor que la cultura occidental
puede aportar al empeño civilizatorio que actualmente discurra ya a escala
mundial”
José Antonio Pérez Tapias
6. Entre lo universal y lo particular:
Multiculturalismo, cosmopolitismo y
ciudadanía.
La tensión entre universalidad y particularidad puede
resolverse de forma airosa si en torno a los derechos
humanos se logran mediar la “política del universalismo”;
centrada en el reconocimiento igualitario de la dignidad de
todos, esencia de la democracia, y la “política de la
diferencia”; que atenta al reconocimiento de las identidades
culturales.
7. El multiculturalismo es la
otra cara del
universalismo, la que
corresponde a la
universalidad concreta con
toda la diversidad que
encierra.
El pluralismo social,
adopta cada vez más en
nuestras sociedades
abiertas la forma de una
compleja convivencia de
tradiciones culturales
distintas, lo cual exige
replantear ideas y modos
de la democracia liberal.
8. El acertado tratamiento de la multiculturalidad
es el mejor camino para un mestizaje con
potencia civilizadora. Para esto es esencial la
difusión de pautas, valores y bagaje cultural
de unas tradiciones a otras en el buen clima
de una convivencia democrática.
9. Como ninguna sociedad permanece cerrada,
el mestizaje a partir de un multiculturalismo es
la vía hacia el cosmopolitismo, arraigado
como actitud en la personalidad de los
individuos, abre a éstos, desde su
singularidad a la universalidad humana.
11. Radicalizar la democracia
supone en primer lugar,
tomársela en serio; sobre
ésta base, todo se cifra en
llevar adelante lo que
podemos denominar un
reformismo consecuente
para transformar
democráticamente la
realidad, ajustándola cada
vez más a las exigencias
en cuanto a una vida digna
para todos
12. Democracia radical
Es la que queda situada en condiciones de
poder definirse como democracia acorde con
lo que es su raíz: el efectivo reconocimiento a
todos de su dignidad de ciudadanos, con
todas sus implicaciones jurídicas, políticas y
socioeconómicas, lo cual sólo será posible si
la misma ciudadanía está dispuesta a hacer
valer su propia condición.
13. Sin una sociedad civil vertebrada, estaremos
lejos de la más mínima radicalización de la
democracia.
Para esto es necesario que la ciudadanía,
además de exigir, promueva movimientos
sociales, organizaciones de nuevo cuño, etc.
Una sociedad así vertebrada es la que puede
ir dotando al Estado de las dimensiones
idóneas para un bienestar solidario.
14. El impulso para una mayor democratización
debe actuar en dos direcciones, no idénticas,
pero sí correlacionadas:
Democratización de la sociedad
Democratización del Estado
15. ¿Quién domestica al Estado para que su potencial voracidad
burócrata no acabe por estrangular la dinámica económica y
asfixiar la misma vida social?
La sociedad civil
constituida por una
ciudadanía activa,
radicalmente democrática,
en condiciones de ejercer
su irrenunciable soberanía.
16. Una educación democrática llevada a cabo
desde clavos humanistas es pieza
fundamental para ciudadanos políticamente
activos que tengan al individuo en su
humanidad concreta, como el valor supremo.