1. Sobre el cuento de hadas
[Teoría literaria:Versión abreviada]
J.R.R. Tolkien
Mi propósito es hablar de los cuentos de hadas, aunque bien sé que ésta es una
empresa arriesgada. Fantasía es una tierra peligrosa, con trampas para los
incautos y mazmorras para los temerarios. Y de temerario se me puede tildar,
porque, aunque he sido un aficionado a tales cuentos desde que aprendí a leer y
en ocasiones les he dedicado mis lucubraciones, no los he estudiado, en cambio,
como profesional. Apenas si en esa tierra he sido algo más que un explorador sin
rumbo (o un intruso), lleno de asombro, pero no de preparación. Ancho, alto y
profundo es el reino de los cuentos de hadas y lleno todo él de cosas diversas:
hay allí toda suerte de bestias y pájaros; mares sin riberas e incontables estrellas;
belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegría, lo mismo que la
tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de
haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la
lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras está en él le resulta peligroso
hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y
desaparezcan las llaves.
Hay, con todo, algunos interrogantes que quien ha de hablar de cuentos de hadas
espera por fuerza resolver, intenta hacerlo cuando menos, piensen lo que piensen
de su impertinencia los habitantes de Fantasía. Por ejemplo: ¿qué son los cuentos
de hadas?, ¿cuál es su origen?, ¿para qué sirven? Trataré de dar contestación a estas
preguntas, u ofrecer al menos las pistas que yo he espigado..., fundamentalmente
en los propios cuentos, los pocos que yo conozco de entre tantos como hay.
¿Qué es un cuento de hadas? En vano acudirán en este caso al Oxford English
Dictionary. No contiene alusión ninguna a la combinación cuento-hada, y de nada
sirve en el tema de las hadas en general. En el Suplemento, cuento de hadas
presenta una primera cita del año 1750, y se constata que su acepción básica es: a)
un cuento sobre hadas o, de forma más general, una leyenda fantástica; b) un relato
irreal e increíble, y c) una falsedad.
Las dos últimas acepciones, como es lógico, harían mi tema desesperadamente
extenso. Pero la primera se queda demasiado corta. No demasiado corta para un
ensayo, pues su amplitud ocuparía varios libros, sino para cubrir el uso real de la
palabra. Y lo es en particular si aceptamos la definición de las hadas que da el
lexicógrafo: «Seres sobrenaturales de tamaño diminuto, que la creencia popular
2. supone poseedores de poderes mágicos y con gran influencia para el bien o para el
mal sobre asuntos humanos».
"Sobrenatural" es una palabra peligrosa y ardua en cualquiera de sus sentidos, los
más amplios o los más reducidos, y es difícil aplicarla a las hadas, a menos que
"sobre" se tome meramente como prefijo superlativo. Porque es el hombre, en
contraste, quien es sobrenatural (y a menudo de talla reducida), mientras que ellas
son naturales, muchísimos más naturales que él. Tales su sino. El camino que lleva
a la tierra de las hadas no es el del Cielo; ni siquiera, imagino, el del Infierno, a
pesar de que algunos han sostenido que puede llevar indirectamente a él, como
diezmo que se paga al Diablo.
El arte del cuento
[Fragmento]
[Mary] Flannery O'Connor
Siempre he oído decir que el cuento es uno de los géneros literarios más difíciles; y
siempre he tratado de descubrir por qué la gente tiene tal impresión respecto de lo que
considero una de las formas más naturales y básicas de la expresión humana.
Aún me inclino a pensar que la mayor parte de la gente posee una cierta capacidad innata
para contar historias; capacidad que suele perderse, sin embargo, en el camino. Por
supuesto, la capacidad de crear vida con palabras es esencialmente un don. Si uno lo
posee desde el inicio, podrá desarrollarlo; pero si uno carece de él, mejor será que se
dedique a otra cosa.
No obstante, he podido advertir que son las personas que carecen de tal don, las que, con
mayor frecuencia, parecen poseídas por el demonio de escribir cuentos. Estoy segura que
son ellas quienes escriben los libros y los artículos sobre "cómo se escribe un cuento".
Un cuento es una acción dramática completa, y en los buenos cuentos los personajes se
muestran por medio de la acción, y la acción es controlada por medio de los personajes.
Y como consecuencia de toda la experiencia presentada al lector se deriva el significado
de la historia. Por mi parte prefiero decir que un cuento es un acontecimiento dramático
que implica a una persona, en tanto comparte con nosotros una condición humana
general, y en tanto se halla en una situación muy específica. Un cuento compromete, de
un modo dramático, el misterio de la personalidad humana.
Para el escritor de ficciones, en el ojo se encuentra la vara con que ha de medirse cada
cosa; y el ojo es un órgano que además de abarcar cuanto se puede ver del mundo,
3. compromete con frecuencia nuestra personalidad entera. Involucra, por ejemplo, nuestra
facultad de juzgar. Juzgar es un acto que tiene su origen en el acto de ver. En la escritura
de ficción, salvo en muy contadas ocasiones, el trabajo no consiste en decir cosas, sino
en mostrarlas.
Un buen cuento no puede ser reducido, sólo puede ser expandido. Un cuento es bueno
cuando ustedes pueden seguir viendo más y más cosas en él, y cuando, pese a todo, sigue
escapándose de uno.
En la mayoría de los buenos cuentos es la personalidad del personaje lo que crea la
acción de la historia. En la mayoría de esos cuentos, siento que el escritor ha pensado en
una acción y luego seleccionado un personaje para que la lleve a cabo. Usualmente,
existen más probabilidades de llegar a un buen fin si se comienza de otra manera. Si se
parte de un personaje real estamos en camino de que algo pase antes de empezar a
escribir, no se necesita saber qué. En verdad, puede ser mejor que uno ignore lo que
sucederá. Cada uno debe ser capaz de descubrir algo en el cuento que escriba.