Este artículo describe cómo los ingenieros aerodinámicos desempleados después de la Segunda Guerra Mundial aplicaron sus conocimientos a los autos de Fórmula 1 para hacerlos más rápidos mediante el uso de la aerodinámica, realizando estudios de simulación para comprender mejor el flujo de aire y darle mayor fuerza descendiente a las monoplazas para que se pegaran más al suelo.