Este documento describe las primeras manifestaciones de la narrativa medieval europea como los cantares de gesta, poemas épicos anónimos que narraban hazañas de caballeros medievales. Destaca el Cantar de Mío Cid como el único cantar de gesta castellano completo que se conserva, compuesto de tres partes que narran las hazañas y la recuperación del honor del héroe Rodrigo Díaz de Vivar. También se mencionan los romances como composiciones populares anónimas que se recogieron por escrito en el siglo XV y
1. Unidad 3- 3º ESO
Literatura. La narrativa épica medieval. Los cantares de gesta.
El Cantar de Mío Cid. El Romancero Viejo.
Las primeras manifestaciones de la narrativa medieval europea son una serie de
poemas épicos, compuestos en las nuevas lenguas románicas, denominados cantares de
gesta. Esto poemas en los que se narran hazañas protagonizadas por caballeros medievales
elevados a la categoría de héroes, gozaron de gran aceptación entre la nobleza y el pueblo,
que los escuchaban en las representaciones de los juglares que iban por villas y castillos y
que durante la actuación entretenían al público además de con el recitado o canto de poemas
con juegos malabares, acrobacias y bailes. Esta figura, la del juglar, sería clave en la
difusión oral de la literatura. Su oficio se conoce con el nombre de Mester de juglaría.
Esta composiciones presentan rasgos comunes, muchos de ellos derivados de su
transmisión oral:
– En cuanto a la métrica, están formados por series de versos, denominadas tiradas, de
medida regular con rima asonante. De modo que, cada cambio de rima implica un
cambio de tirada.
– Por otro lado, el carácter oral se manifiesta en el uso de fórmulas y expresiones que
aparecen regularmente y que facilitaban el recitado al juglar, como son las fórmulas
apelativas, con las que se dirigía a los oyentes y epítetos épicos, es decir, adjetivos y
expresiones con las que se ensalzaba la figura del héroe.
– Además, hemos de destacar el uso del estilo directo ya que el narrador cede la voz a
los personajes:
– En último lugar, destacaremos su carácter realista ya que, para hacer más creíbles
las historias, estos cantares aportan datos reales sobres lugares, personajes, batallas.
El único cantar de gesta castellano que se conserva prácticamente completo es el
Cantar o Poema de Mio Cid, en el que se narran las hazañas del caballero Rodrigo Díaz de
Vivar, conocido como el Cid Campeador.
Se trata de una obra anónima, ya que se desconoce quién fue su autor. Se conserva en
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un manuscrito del siglo XIV, que es copia de otro de 1207 firmado por el copista Per Abbat.
El héroe protagonista, Rodrigo Díaz de Vivar, existió en la realidad, pero el Cantar no
es histórico, ya que se hace en él una reconstrucción ficticia de la vida de este noble
castellano, en la que se destacan aquellos hechos y aspectos de su personalidad que mejor
acogida pudieran tener entre el público. Así, el héroe aparece caracterizado como magnifico
guerrero, sumamente hábil en la estrategia militar, noble muy querido por el pueblo, hombre
de gran religiosidad, leal amigo, padre y esposo ejemplar, y fiel vasallo del rey. En cuanto a
sus cualidades íntimas, se destacan la mesura o moderación en las palabras, en los gestos y
en su conducta.
En lo que se refiere a su estructura, está compuesto por 3730 versos de medida
irregular y rima asonante, agrupados en series o tiradas. Asimismo, se dividen en tres
cantares:
Cantar del destierro. Acusado por malos mestureros ante el rey Alfonso VI, el Cid se
ve obligado a abandonar Castilla, dejando su familia (a su mujer, Jimena y a sus hijas, doña
Elvira y doña Sol) y sus posesiones.
Cantar de las bodas. El Cid emprende la conquista de Valencia y gana esta importante
ciudad a los musulmanes. Más adelante, el Cid envía a uno de sus hombre, el fiel Minaya
Alvar Fáñez, para que entregue unos regalos al rey. Para recompensar esta lealtad, el rey
casa a las hijas del Cid con los infantes de Carrión.
Cantar de la afrenta de Corpes. La cobardía de los infantes de Carrión es motivo de
burla entre los hombres del Cid. Con la excusa de mostrar a sus esposas sus posesiones, los
infantes parten de Valencia y se dirigen a Castilla. En el robledal de Corpes golpean a las
jóvenes y las abandonan. Para vengar la afrenta, el Cid reta a los infantes en las Cortes de
Toledo y los vence. El rey casa de nuevo a las hijas de Rodrigo con dos nobles de mayor
alcurnia que los infantes de Carrión.
El tema principal de la obra es la recuperación de la honra perdida. Así, en el poema,
el Cid pierde su honra dos veces: al ser desterrado de Castilla debido a falsas acusaciones y
tras la afrenta sufrida en Corpes. En ambos casos, el protagonista recupera su honor y,
consigue ventajosos matrimonios para sus hijas, con los que su familia asciende
socialmente.
Por otro lado, en el XV se empezó a recoger por escrito un tipo de composiciones
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populares y anónimas denominadas romances. Realmente, estos poemas se compusieron en
siglos anteriores y se conservaron gracias a la transmisión oral del pueblo y de los juglares.
El conjunto de romances anónimos y de transmisión oral se denomina Romancero
viejo o Romancero tradicional. Algunos romances son fragmentos de antiguos cantares de
gesta que se recitaban de forma independiente, pero no todos presentan este origen pues
existen también romances líricos, no narrativos.
En cuanto a sus características, en general, los romances están formados por un
número indeterminado de versos octosílabos, con rima asonante en los pares y sueltos los
impares. Al tratarse de textos que se recitaban, no suelen ofrecer la totalidad de la historia,
sino momentos esenciales de la acción. Así, abundan los saltos en el tiempo y los comienzos
y finales incompletos. En la mayoría, la historia es contada por un narrador, es habitual que
los personajes se expresen en estilo directo, así, el uso del diálogo da viveza al texto.
En cuanto a su temática, aunque abordan asuntos diversos, pueden agruparse en tres
grandes grupos temáticos: romances épicos, protagonizados por personajes de los cantares
de gesta; romances históricos, que narran hechos reales o protagonizados por personajes
históricos. Dentro de los que se incluyen los romances moriscos, que relatan episodios de la
Reconquista. Y romances lírico-novelescos, protagonizados por personajes imaginarios y en
los que se exponen sus sentimientos, especialmente el amoroso.
Como podemos deducir de los temas que tratan, los romances servían para entretener,
así como para transmitir noticias de manera viva, en una época en que no existían los
medios de comunicación de masas.