El documento resume las enseñanzas de Romanos 1:2-4 sobre Jesús. Explica que Jesús es (1) el Hijo de Dios, (2) nuestro Señor, y (3) descendiente del rey David. También declara que Jesús fue (4) declarado Hijo de Dios con poder a través de su nacimiento virginal y resurrección de entre los muertos.
1. Texto: Romanos 1:2-4
Titulo: El Evangelio de Dios
14/10/12
Cumplimiento profético (v. 2)
Notamos que tanto el esclavo servidor, como la empresa o propósito a
llevar a cabo, están relacionados en forma estrecha con el cumplimiento de
una promesa. Es la promesa que Dios había hecho en las Santas Escrituras,
bajo el sello de su inspiración divina, por medio de los profetas que así lo
anunciaron ver en Romanos 10:16 la cita de Is. 53:1: “¿Quién ha creído a
nuestro anuncio?”). Había llegado el tiempo en que lo que Dios había
prometido en las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, se había
convertido, en la persona de Jesucristo, en una realidad viviente y
amplificada.
Es, en síntesis, la más pura doctrina evangélica, que adquiere por la
revelación de Dios una forma inalterable, y que, por venir en forma directa
de Dios, es eterna, segura y confiable.
a) Es la revelación personal de Dios en Cristo por medio de la encarnación
(Hch. 13:18).
b) Es la revelación escrita compuesta de 66 libros, en dos tomos, Antiguo y
Nuevo Testamento, inspirada en los idiomas originales, e inerrante (2 Ti.
3:15–16).
c) Es la revelación por la iluminación que el Espíritu Santo hace hoy para
nosotros de esa palabra encarnada y escrita (Jn. 14:26; 15:26; 16:7, 13).
La Persona señalada (vv. 3–4).
Este prometido “evangelio proclama” que Pablo nos presenta, es de Dios y
es nuestro. Es acerca de su Hijo, del cual aclara que es también nuestro
Señor Jesucristo, el Dios Hombre a quien debemos adorar. Es suyo (de Dios)
y al mismo tiempo nuestro (mío). Esto indica una posesión común. Esto es
comunión verdadera con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3). Nacido
de mujer (Gá. 4:4), descendiente del rey David en lo que respecta a su lado
humano. Declarado Hijo de Dios con poder, en lo que se refiere a su lado
divino. Cuando leemos “por quien recibimos la gracia y el apostolado…” (v.
5), surge de inmediato la pregunta: ¿quién es ese por quien? Acaba de
mencionar a Dios, sin duda en referencia a Dios el Padre; ha nombrado a
Dios el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y termina refiriéndose al Espíritu de
santidad. En este contexto, la mención que hace del Espíritu de santidad, no
podemos sino tomarla como una referencia específica al Espíritu Santo.
Jesucristo es, entonces, la Persona. Ante El, Pablo se considera a la vez como
un honrado siervo y como un sumiso esclavo. En este caso, uno que declina
ejercer sus propios derechos con el fin de servir a los intereses de Cristo, y
servir a la causa del glorioso anuncio de las buenas noticias para el hombre.
Resumen de la enseñanza sobre Jesús (vv. 3–4)
a) Su Hijo;
b) nuestro Señor Jesucristo;
c) del linaje, de la descendencia del rey David. Tiene, como hombre, una
ascendencia real (de rey).
d) Declarado Hijo de Dios con poder. Con el poder de un nacimiento
sobrenatural, virginal, no teniendo un padre humano. Ningún hombre pudo
señalarlo y decir: es mi hijo, yo lo engendré. Pero eso es lo que justamente
expresó el Padre desde los cielos: “Este es mi hijo amado” (Mt. 3:17; 2 P.
1:17). Además, fue declarado Hijo de Dios con el poder de la resurrección de
los muertos. Tenemos así su entrada al mundo como Hombre perfecto, y su
salida del mundo como Salvador perfecto una vez consumada su obra.
Con la misma fuerza con que se afirma que Jesús es el Hijo de Dios, se
establece que es nuestro Señor Jesucristo. La declaración de Jesús como
Hijo de Dios es una declaración doctrinal basada en los hechos objetivos de
la encarnación, por un lado, y de la resurrección de entre los muertos, por el
otro. Entre el nacimiento virginal y la tumba vacía, encontramos la muerte
en la cruz. Podría argumentarse que si Cristo murió, tuvo que haber sido
porque de alguna manera experimentó el pecado, que es el que trae como
consecuencia la muerte (Ro. 6:23). Pero sabemos con toda claridad que
Cristo no conoció el pecado por experiencia propia. Fue concebido por
María siendo engendrado por el Espíritu Santo, como “el Santo Ser …” (Lc.
1:35). Sabemos también que “no conoció pecado” (2 Co. 5:21), no tuvo
experiencia personal de lo que significa pecar, “no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca” (1 P. 2:22).
“Por nosotros *Dios+ lo hizo pecado” (2 Co. 5:21), “habiendo él llevado el
pecado de muchos” (Is. 53:12), no el propio.
Así, el Hijo de Dios emergió de la muerte, se levantó de la tumba en
resurrección, según el Espíritu de santidad, que no permitió que el Santo
fuera afectado por la corrupción de la muerte (Sal. 16:10) debido,
justamente, a que era el Hijo de Dios, impecablemente santo y perfecto.
2. No son dos naturalezas es una sola, en dos esferas en la carne
como Jesús y en lo divino como Cristo.
La resurrección es la revelación, el descubrimiento de Jesús como Cristo,
Cuando vamos solo a Dios cuando los necesitamos hacemos de
Dios u ídolo.