Una de las funciones de un agente de cambio sociocultural, es la de ayudar a la gente a recuperar su capacidad de utopía. Hasta fines del Siglo XIX, se creía en la posibilidad de un futuro mejor, pues predominaban conceptos de evolución social hasta un estado ideal y de la perfectibilidad del ser humano. Sin embargo, como resultado de los horrores vividos durante la primera mitad del Siglo XX, muchas personas se tornaron escépticas en cuanto al potencial humano. Comenzaron a tachar de ‘utópica’ a toda propuesta de construir un mundo de justicia, unidad y paz. De este modo se dio un duro golpe a la capacidad de la gente para generar una visión positiva del mundo deseado y, con ella, su capacidad para trabajar hacia esa visión.