1. Mis quince años en Europa 6
El baile con los cadetes
El Hotel Schonbrunn era un edificio antiguo, muy hermoso,
situado al lado del palacio del mismo nombre, en este lugar, en un lugar
de honor se encuentra el penacho de plumas de quetzal del emperador
azteca Moctezuma Xocoyotzin, cuando Maximiliano fue Emperador de
México(gobierno legitimo en aquel momento) se lo envió como regalo
al Emperador Francisco José de Austria (su hermano), y los austriacos,
basados en que fue un regalo de un gobierno legitimo a su país, se han
negado sistemáticamente a devolverlo.
En el Hotel anteriormente mencionado nos hospedamos, de
techos muy altos, grandes candiles de cristal, madera bellamente
tallada por todas partes, y un gran salón suntuoso y bonito, ahí habría
de celebrarse el baile de las quinceañeras, todas llevaban para la
ocasión elegantes vestidos largos y Roberto, Javier y yo llevábamos
smoking, era una noche de gala, por todas partes pegaron con
cartulinas instrucciones para el baile, inclusive en el elevador, no pude
resistir la tentación y anote en uno de ellos que no usaran ropa interior.
Al estarlo haciendo uno de los organizadores me vio y se me acerco,
muy directo me pregunto que si me parecía chistoso, sin inmutarme le
conteste que casi tanto como lo sería el golpearlo en ese instante, y me
acerque al, el tipo apretaba todos los botones esperando que la puerta
se abriera para salir corriendo, hasta pataleaba, cuando la puerta se
mal abrió salió escurriéndose apretadamente, seguí escribiendo en la
cartulina… mas tárdelas chicas comentaban y se preguntaban entre
ellas si se habían puesto ropa interior. Claro que también pusimos que
había tres galanes disponibles y nuestros números de cuarto, una de las
primas de Roberto llamo para apartar el suyo, Javier le dijo que su
2. Mis quince años en Europa 6
número de ficha era el 516 y que a la una de la mañana le tocaría bailar
una pieza, todos nos reíamos.
Javier había estado pretendiendo a una chica de Guadalajara que
se llamaba Roció, pero ella no cedía, le alegaba que tenia novio…
Los cadetes eran jóvenes austriacos que estaban realizando su
servicio militar, había de todo: feos, guapos, altos, chaparros, y uno que
otro que se había bañado para la ocasión, a la mayoría les “rechinaba la
bisagra”, los organizadores distribuían a las chicas entre los cadetes,
unas sonreían con satisfacción mientras otras torcían la boca.
El vals comenzó y en la enorme pista las 90 quinceañeras
derrochaban estilo, unas se apretujaban contra el cuerpo de su cadete
y no lo soltaban por nada, cual anacondas asfixiando y quebrando a su
presa, y otras corrían despavoridas perseguidas por su pareja, Chela,
una de las primas de Roberto me pidió que la rescatara, como me
gustaba no dude ni un instante, Roberto se coloco con una chica de
Torreón y románticos incurables ya estaban planeando el nombre de
sus futuros nietos, Lupe, la prima que lloraba por su novio ausente,
estaba feliz apretujada con un cadete muy parecido al actor Stephen
Boyd (El Mesala de “Ben Hur”), ¿y el novio?, pues en México (anos
después se casaría con el ausente para después convertirse en viuda),
Roció estaba trenzada con su cadete, Javier indignado.
-“¿Por qué con el si fajas y conmigo no?”
-“Es que a él ya no lo voy a volver a ver y a ti si”-deduzco entonces que
si la hubiera dejado ciega hubiera dado rienda suelta a todas sus
pasiones carnales…
3. Mis quince años en Europa 6
Es curioso como la mayoría de las chicas siguió esta lógica
Kantiana durante este viaje…
Como de costumbre fuimos los últimos en dejar la fiesta, ya en
nuestro cuarto Javier decidió que quería una pasta de dientes
proveniente de alguna de las chicas y tocaba a sus puertas pidiendo una
pasta que “no le picara’, las chicas reían, todos caminábamos en el éter
producto del alcohol ingerido.
En ese viaje escribimos un diario, Roberto lo guardo por anos, tal
vez todavía lo tenga, realmente fue una gran fiesta, la pase muy bien
con Chela, la prima de Roberto, porque esa noche las chicas de Tijuana,
donde estaba la otra Chela, se olvidaron de nosotros.
También realizamos una expedición a ver a las wilas locales y nos
tomamos fotos frente al cartel de un cine porno, había tiempo para la
cultura, el romance, y el humorismo.