2. Se localizan hoy en las regiones que fueron ocupadas por el Imperio romano,
principalmente la península Itálica, Francia y la península Ibérica, y luego
extendidas en la expansión colonial y cultural.
En el año 241 a.d.C. los romanos inician sus conquistas fuera de la
península: Sicilia, Cerdeña y Córcega son las primeras anexiones, luego España
(Iberia), norte de Italia, costas del sur del mar Adriático, Macedonia, Grecia
(que le sirve de fuente cultural para el refinamiento de su propia lengua), Norte
de África, Siria, Asia Menor, Egipto, Francia (Galia), territorio del norte de Italia
y Suiza (Retia) y en el primer siglo de nuestra era llegan a Inglaterra y poco
después a Rumanía (Dacia). A partir del siglo I a.d.C. ya puede hablarse del
Imperio, que durará, como la república, cinco siglos en Occidente, y otros cinco
siglos más siguen afianzando la influencia en Oriente, hasta 1450. En la época
de mayor expansión en el siglo II, el Imperio romano rodeaba íntegramente el
llamado Mare internum o Mare nostrum, nuestro mar. La denominación actual,
Mediterráneo, significa mar en medio de tierras y la utiliza por primera vez el
geógrafo latino Solin en el siglo III. Nunca antes ni después en la historia había
existido un periodo tan extenso y prolongado de preponderancia de un pueblo.
Mucho antes de la caída del Imperio debieron iniciarse las diferencias que
habrían de fragmentar el latín y dar lugar a las lenguas románicas. Muchas de
ellas como el leonés o el mozárabe desaparecieron antes de disponer de un
sistema sólido de uso social o de escritura, o han desaparecido en épocas más
recientes, como el dálmata, que lo hizo al final del siglo XIX. Otras
permanecieron más tiempo o incluso perduran aún vivas en el uso oral, aunque
sus hablantes utilizan como lengua cultural otra románica vecina. En esta
situación están los hablantes de bable en Asturias con respecto al español, o las
numerosas hablas regionales de la península itálica con respecto al italiano, o
los patois del sur de Francia con respecto al francés. Algunos de aquellos
dialectos del latín fueron más afortunados y destacaron, influenciaron y a veces
eclipsaron a otros. El primero de aquellos fue el provenzal (s. XI) que desarrolló
una literatura imitada por los poetas de lenguas vecinas. Después el gallego (XII
y XIII) y luego el italiano (XIV y XV). Sucedió a éste como lengua de influencia el
español (XVI y XVII) y por último el francés (XVIII).
La evolución de los dialectos del latín de la península Ibérica estuvo
condicionada por los triunfos políticos de Castilla frente a los más moderados
de otros reinos peninsulares. Influyó el castellano en la desaparición del astur—
leonés o del navarro—aragonés y en gran medida del mozárabe. También
prevalecieron el gallego, el portugués y el catalán. Restos de aquel mosaico
dialectal se conservan en el bable y en el aranés.
3. Rafael del Moral
2
Más compleja fue la evolución de los dialectos latinos en las Galias. Muchas
de aquellas hablas han llegado vivas hasta el siglo XX y hoy los lingüistas las
agrupan en tres zonas: los dialectos francoprovenzales, al sureste, los del norte
o de las lenguas de oïl y los del sur o de las lenguas de oc, también llamados
occitanos. Oïl y oc son las formas de decir sí en ambos dominios. Los dialectos
francoprovenzales se extienden desde Rouan hasta Friburgo, en Suiza, y
comparten su dominio con otras hablas lindantes con la frontera italiana. Las
hablas dialectales del norte se vieron influenciadas por el franciano, variedad
usada en la Isla de Francia, la corte, y ésta variedad se impuso frente a las otras
en el uso escrito, pero han venido usándose hasta el siglo XX en la lengua oral
el picardo (Picardía), el valón (Bélgica), el normando (Normandía), el
champanés (Champagne), el angevino (Auvergne), el poitevino (Poitou), el
borgoñón (Borgoña) y el turinés (Tours) entre otros. En cuanto a las variedades
sureñas, recogidas todas ellas con el nombre global de occitano, destaca el
provenzal, pero tienen vida en la expresión oral el limusín, el gascón, el
bearnés, el languedociano y las hablas de la región de Niza.
Más compleja es aún la situación de las variedades latinas en la península
itálica. A pesar de la influencia del toscano en la lengua literaria de todos los
italianos, llamado italiano por su extensión, las otras variedades siguen estando
vivas en el habla oral, que no escrita. Diversificados por toda la península y sin
líneas claras que separen los fenómenos, se agrupan con exclusivos fines
pedagógicos en tres áreas definidas por su localización geográfica. Al primero,
los septentrionales, pertenecen el genovés, el piamontés, el turinés, el
lombardo, el emiliano, el veneciano, el paduano, el veronés y las variedades de
los Alpes llamadas retorromanas: romanche, friulano, engadino y ladino o
dolomita. En el valle de Aosta las variedades están muy emparentadas con las
del occitano o incluso con las del francoprovenzal. Entre los dialectos centrales
además del citado toscano o florentino, el sienés, el pisano—luqués—pistoiés
incluso el corso. El dialecto de Roma o romano está a caballo entre el toscano y
el napolitano, pero ya empezó a perder terreno desde el siglo XV, en parte por
la despoblación que siguió al saqueo de Roma en 1527 por las tropas del
emperador Carlos I y la llegada de gentes procedentes de otras regiones. Entre
los dialectos meridionales el napolitano, el calabrés y el siciliano. Muchos de
estos hablantes que tienen hablas regionales como lengua materna a veces no
conocen la lengua culta unificada basada en la lengua de Florencia, el Toscano,
y solo usan las formas propias. La sandía, por ejemplo, es llamada en el sur
melone d’accua o cetriolo, en el centro y Toscana, propone, zatta o cocomero, y
en el norte puede ser llamado anguria, pateca o zucca pateca. Un chico, o
muchacho que en italiano común es ragazzo o bambino, puede ser cit en
4. Rafael del Moral
3
Piamonte, bagai en Lombadía, toso o putelo en Venecia, frut en el Friul, bimbo
en Toscana, guaglione en Nápoles y picciotto o caruso en Sicilia.
La familia de lenguas románicas se extienden por todo el mundo. La
expansión colonial del los siglos XVI y XVII es llevada a cabo por españoles y
portugueses y con ellos llegan sus lenguas no solo al continente americano,
sino también a otros puntos repartidos por de todo el mundo. La posterior
influencia del francés y del italiano hace el resto. Hoy las lenguas románicas son
habladas por unos 500 millones de hablantes repartidos de la manera
siguiente.(hacer un gráfico en orden de hablantes). Los tratados de lingüística
románica estudian frecuentemente diez lenguas procedentes del latín, si bien
hubo más que desaparecieron antes de tener una estructura singular:
dalmático (desaparecida)
romanche, friulano, ladino, sardo, corso, occitano, gallego y catalán.
(sin hablantes monolingües)
rumano, italiano, francés, portugués, español
Si no conociéramos la historia y la evidencia del origen común de las
lenguas románicas podíamos poner en entredicho la pertenencia a la misma
familia de algunas de ellas mucho más alejadas del modelo de lo que cabría
esperar.
En la configuración fonética o fonológica no hay nada que resulte
especialmente distintivo.
Los nombres pertenecen a dos clases definidas por el género, conocidas
como masculino y femenino. Existe una correlación razonable, aunque en
absoluto perfecta, con la diferenciación sexual en el caso de que los referentes
sean animados. A diferencia del latín, no existe el género neutro.
Comunes son también los sistemas de concordancia y sus exigencias
(nombre y sustantivo; sujeto y verbo...)
Un fondo común se descubre también en la forma de los pronombres
personales y posesivos, aunque en este caso el patrón latino es el seguido
también por la mayoría de las lenguas indoeuropeas.
También coinciden muchas preposiciones: supra (sobre), contra (contra), ad
(a), ante (antes, delante), inter (entre) y de (de) tienen equivalencias en casi
todas las lenguas románicas.
La semejanza más patente residen en el léxico, donde se revela
inconfundiblemente el origen común. Las pruebas más decisivas aparecen en el
vocabulario cotidiano. Se calcula que entre el 60 y el 80 % del léxico de
cualquier texto está compuesto por palabras que se vienen utilizando de forma
5. Rafael del Moral
4
ininterrumpida desde la época romana y que por tanto están directamente
relacionadas con el latín. Una gran parte de los préstamos han vuelto a buscar
el latín u otras lenguas romances. Cualquier persona familiarizada con alguna
de ellas no tiene demasiadas dificultades para reconocer al menos la mitad de
las palabras habituales de otra. En español y portugués, y también en francés
y occitano pueden llegar a coincidir hasta el 90% del vocabulario básico. El
italiano, a modo de lengua comodín, puede tener alrededor de un 80% de
coincidencias con la mayoría de las demás lenguas.
Coinciden también los mecanismos de creación de nuevas palabras: la
capacidad para el cambio funcional (de nombre a adjetivo y viceversa, de
infinitivo verbal a nombre, de participio a adjetivo...).
Muy extendido, aunque no coincide en todas las lenguas, es el
procedimiento para la creación de adverbios en mente: el francés doucement
(suavemente), el italiano raramente, el occitano y catalán bellamen(t), el
portugués cruamente (cruelmente), el sardo finalmenti (finalmente).
Existe, por tanto un amplio grado de mutua inteligibilidad entre los
hablantes de lenguas románicas o al menos una facilidad para franquear,
amparados en cierto nivel cultural, las barreras lingüísticas. Se dice que el
catalán y el occitano salvan las diferencias que alejan el grupo compacto que
forman el español y el portugués y gallego y las lenguas más centrales como el
francés y el italiano.
EL LATÍN EN EL ORIGEN DE
LAS LENGUAS ROMÁNICAS
El latín, dentro del tronco común del indoeuropeo, pertenece al grupo itálico,
que estaba constituido también por el umbro (Norte de Italia) y el Osco (sur de
Italia). El latín se hablaba en la parte central de la península itálica, en la región
del Lacio (de ahí su nombre).
Estas lenguas habían llegado allí hacia finales del segundo milenio a.d.C.
en dos oleadas, primero la latina, que se estableció desde las orillas del Tíber a
los Apeninos y luego la osco—umbra que a su vez se bifurcó. La lengua osca
siguió usándose como lengua oficial en centros urbanos de importancia
(Pompeya, Capua) hasta el siglo I a.d.C., y huellas suyas aparecen en Latín e
incluso en algunas lenguas romances.
Convivió ese latín primitivo con otras lenguas como el griego y el celta e
incluso no indoeuropeas como el etrusco.
6. Rafael del Moral
5
Hacia los siglos IV y III a. d. C. la instauración de la República Romana
(que suprimía la fragmentación del Lacio en ciudades estado) y la ascensión de
Roma hasta el grado de capital política y militar de la República Itálica, fueron
marco propicio para que el habla de Roma y sus confines se convirtiera en
lengua literaria. Como en otros casos, la lengua literaria se constituyó sobre el
dialecto de la región que alcanzó la supremacía económica, político—militar o
cultural. De la misma manera el franciano de los alrededores de París trazó a
partir del siglo XV las normas de la lengua literaria Francesa.
Este latín literario no surge de un fondo de incultura, sino de una lengua
en la que desde siglos atrás se venían cultivando el estilo político y oratorio del
Senado, documentos oficiales, derecho, etc. No debe desdeñarse el hecho de
que la literatura latina se desarrolle al comenzar la expansión romana por el
mediterráneo y como consecuencia de la intensificación de las relaciones de
Roma con el mundo, y en especial con la cultura helenística. La lengua latina
clásica se desarrolla pues a partir del siglo III a.d.C. basada en el habla de Roma
absorbiendo algunos elementos dialectales e influida por la literatura y la
lengua griegas. Alcanza su época de esplendor entre los siglos I a.d.C. y I d.d.C.
con la creación de una prosa y una poesía originales.
Ese latín se convertirá en lengua oficial de un vasto imperio: la península
itálica (IV y III a.d.C.), Sicilia (240 a.d.C.), Iberia (II a.d.C.). Dalmacia (59 a.d.C.),
Africa del Norte (146 a.d.C.). Galia Meridional (120 a.d.C.). Galia Septentrional
(50 a.d.C.), Dacia (106 d.d.C.) y algunos territorios más donde desaparecieron
las influencias lingüísticas.
Esta rápida extensión no debe confundirse con una romanización
lingüística. El latín tuvo que sufrir un largo proceso de infiltración desde los
centros urbanos y militares hacia las viviendas rurales.
Con la conquista de un territorio extranjero, los romanos perseguían la
explotación, y todo lo que ello lleva consigo: militares, mercaderes,
repobladores, funcionarios, etc. Lo esencial es que todos ellos traían como
lengua materna el latín, lo llevaban consigo y lo daban a conocer, con o sin
intención, a una población conquistada que acabó por aceptarlo tal vez de una
manera muy parecida a la actual divulgación del inglés.
El latín estuvo esencialmente condicionado por las necesidades
económicas a las que venían a añadirse la propia administración y el ejército
que en realidad representaban la forma legal de la explotación. Esta situación
políticamente privilegiada se mantiene hasta la caída del imperio y perdura tras
la aparición del cristianismo, bajo el fuerte apoyo de la iglesia que lo convirtió
en su lengua oficial.
7. Rafael del Moral
6
EL LATÍN HABLADO Y SU
FRAGMENTACIÓN EN EL
IMPERIO ROMANO.
El latín que posteriormente dará lugar a las lenguas románicas no es el que
usaba el senado ni el que escribía Virgilio y Tito Livio, sino el hablado por los
soldados, por los funcionarios y los colonizadores enviados desde las más
diversas regiones. Esta lengua hablada diaria, familiar, se desentendía, como
pasa hoy, de las formas correctas, y daba libre paso a las innovaciones, a las
formas más expresivas, a los términos originales y preferidos por los hablantes.
Nuestros conocimientos sobre el latín vulgar son fragmentarios, escasos
e inseguros. El latín vulgar se confunde frecuentemente con el clásico porque
tienen ambos idénticos sistemas gramaticales y buena parte del elemento
léxico, aunque el vulgar fuera mucho más pobre. La vida llena de estrecheces,
muchas veces miserable, que llevaba la mayor parte de los confines del imperio
romano quedaba reflejada en la pobreza del vocabulario diario en el que
debieron predominar los términos concretos sobre los abstractos.
¿Cómo se transformó el latín en las lenguas romances actuales?
Este es uno de los problemas más complejos de la lingüística, pero se
sugieren algunos motivos:
a) El tiempo.
Cualquier elemento de la naturaleza cambia con el fluir del tiempo pero no a
causa del tiempo. El tiempo es tal vez una razón, pero no justifica todos los
cambios.
b) El espacio.
Cuando el contacto entre hablantes deja de ser estrecho, cualquier lengua se
fragmenta en otras distintas. En la época moderna con los avances en los
medios de comunicación los resultados están todavía por estudiar.
c) La historia.
En cada nueva conquista, los colonizadores llevaron consigo un latín, que no
era idéntico al que llevaban a las provincias conquistadas en otras épocas.
d) Las etnias.
8. Rafael del Moral
7
Las poblaciones que los romanos encontraron en las provincias tenían
orígenes muy diversos: íberos en la península Ibérica, celtas en Galia, retios
en Retia, tracios e irilios en los Balcanes... Cada una de estas poblaciones
aprendió y habló latín según sus propios moldes fonéticos y sintácticos.
Identificamos hoy el origen de los extranjeros que hablan nuestro idioma
(inglés, francés, croata, italiano... ) ellos porque traslada a la lengua
extranjera los hábitos de la suya.
En hecho es que en una amplia zona del antiguo Imperio Romano se
siguió hablando latín después de la caída del imperio, y aquel latín se
fragmentó en lenguas distintas.
15.4. EL ESPAÑOL, LENGUA DE CULTURA Y COMUNICACIÓN INTERNACIONAL.
Los españoles representan aproximadamente el 14% de los hablantes de
español del mundo. Dicho de otra manera, ocho de cada nueve hablantes de
español no son españoles.
La literatura en español de las últimas décadas ha abandonado su punto de
mira europeo para instalarse al otro lado del Atlántico: Borges, Pablo Neruda,
Vargas Llosa, Carpentier, García Márquez o Cortázar son en el siglo XX más
universales que cualquier otro escritor español.
El español de España, además, ha perdido en las últimas décadas su condición
de prototipo. Hoy la mirada al español no es tanto la mirada a España como la
que se realiza a una lengua universal.
Desde el punto de vista de número de hablantes, está entre las cuatro más
practicadas del mundo junto con el inglés, el chino y el hindí—urdú.
Desde el punto de vista de su influencia cultural, podríamos decir que son siete
las lenguas de referencia en el mundo: a la lista anterior se añaden el árabe, el
francés y el ruso.
Desde el punto de vista de su uso como lengua secundaria solo el inglés es más
estudiado universalmente que el español. El francés, el árabe y el ruso son
también lenguas de cultura universal, aunque este último ha perdido terreno
en los últimos años y el francés lo hizo a favor del inglés en las últimas décadas.
Desde el punto de vista histórico el español es una de las grandes lenguas de
influencia universal desde el siglo XVI. Antes lo fueron el italiano, el árabe, el
latín, el griego, el egipcio, y en la cultura oriental el sánscrito y el chino. El
español cedería su época de influencia al francés y posteriormente éste al
inglés.
9. Rafael del Moral
8
Con independencia del lugar que se le quiera conceder en un momento dado o
por alguna razón geográfica, hoy el español figura desde todos los puntos de
vista entre esas grandes lenguas de la humanidad.
10. Rafael del Moral
9
ANEXO: LAS LENGUAS ROMÁNICAS
Fuente: del Moral, Rafael,
Lenguas del mundo, Ed.
Espasa, Madrid, 2002
LATÍN
Lengua indoeuropea perteneciente a la familia itálica hablada por un pueblo
de agricultores procedente del norte que se instaló en el valle del Tíber en la
región del Lacio (centro de Italia). Lenguas de la familia itálica, aunque menos
documentadas, eran el osco y el umbro, pero no el etrusco como a veces se ha
dicho, pues no era ésta lengua indoeuropea.
El latín es la lengua de la fundación de Roma, en el año 753 a.d.C. y
correrá la suerte de la ciudad imperial. Por entonces nada deja aventurar un
futuro halagüeño si tenemos en cuenta que tiene al sur la prestigiosa
civilización griega que ha colonizado Sicilia y parte de la península itálica, y al
norte los etruscos, pueblo de amplio desarrollo.
A partir del 509 a.d.C., y después de las leyendas que envuelven el
nacimiento de la ciudad, Roma, instaurada en república, inicia su ascenso y con
él su lengua se expande al mismo tiempo que los territorios conquistados.
En el siglo III a.d.C., cuando toda Italia es romana, el latín sigue siendo una
lengua de campesinos y mercaderes que solo sirve para consignar por escrito
las necesidades comerciales de la vida diaria. Por entonces para la gente
instruida, e incluso en medios populares, el griego es lengua de cultura. Los
mercaderes griegos de Italia del sur comercian con los romanos en griego,
lengua de cultura y tradición. Esta costumbre se perpetúa y acentúa después
de la conquista de Grecia con la llegada de esclavos griegos a Roma, pero
también por la influencia de los filósofos.
Los primeros autores latinos escribieron en griego (Livus Andrónicus), que es
la lengua del prestigio, incluso en las comedias de Plauto y Terencio (siglo II
a.d.C.) que cuentan entre los iniciadores literarios del latín, los servidores y
11. Rafael del Moral
10
esclavos emplean términos griegos. El griego es, sin duda, la lengua culta de los
romanos en los siglos III y II a.d.C.
Entre los años 70 a.d.C. y 14 d.d.C. se gesta la lengua literaria más influyente
de occidente. Es la época de César, Cicerón y Tito Livio, Virgilio, y también de
los poetas Catulo, Lucrecio, Horacio y Ovidio que elevan el latín a las más altas
cotas de expresión artística dotándolo de una enorme riqueza y flexibilidad.
Séneca y Tácito serán continuadores de esta tendencia. El poder de un Imperio
tan extenso necesitaba una lengua sólida capaz de hacer frente a las leyes
comunes, a las necesidades administrativas y a la organización de la vida
pública: un imperio y una lengua, esa parece haber sido la exigencia en la
historia, aunque durante mucho tiempo el imperio fue bilingüe. Tal vez por eso
el latín clásico se mantuvo ajeno a la rápida evolución oral. Y mientras la lengua
escrita mantenía unificada su expresión, perfectamente codificada y
escrupulosamente respetada, el latín vulgar o latín hablado, abierto a las
innovaciones, seguía paralelamente su desarrollo y se fragmentaba en diversas
lenguas. La suerte del latín fue su estabilidad durante los cuatro siglos de su
periodo clásico, desde Plauto hasta el final del Imperio. A partir de entonces se
fragmentó la unidad, pero se mantuvo un largísimo periodo como lengua
religiosa y de cultura.
Desde el siglo II d.d.C. fue el latín, junto con el griego, lengua vehicular y de
cultura de todos los países Mediterráneos, aunque ni los romanos impusieron
su lengua ni llevaron a cabo ninguna acción contraria a la lengua de los
vencidos. Las demás lenguas fueron desapareciendo ante la fuerza arrolladora
de la cultura romana: el íbero quizá permaneció hasta el final del siglo I a.d.C.,
al igual que el galo, el osco se perdió tal vez un siglo más tarde, y el etrusco
sigue vivo hasta el siglo II d.d.C. El púnico, en el norte de África debió
permanecer hasta el siglo IV d.d.C. El vasco, inesperadamente sobrevivió a todo
aquello. Cabe suponer que el bilingüismo se prolongó durante varios siglos.
Un excepcional evento contribuirá a un mayor arraigo de la lengua latina: la
expansión impulsada por la difusión del cristianismo. Como expresión
privilegiada para transmitir la doctrina de la iglesia, se convierte en occidente
en lengua sagrada, y ajena a los cambios de la lengua oral se mantuvo como
vinculo común a los cristianos. En el siglo IV la Biblia se traduce al latín, la
llamada Vulgata de san Jerónimo. Si embargo el latín que da paso a las lenguas
románicas no es el de los escritores, sino el que en boca de los soldados,
mercaderes y repobladores se extiende por los diversos dominios del imperio
impregnado también de las influencias locales. Ese latín, llamado vulgar,
evoluciona en boca de sus hablantes hacia cientos de dialectos distintos, de los
que más de una docena se han desarrollado como lenguas escritas y algunas de
ellas alcanzan después resonancia universal. Ya desde el siglo XII aparecen
12. Rafael del Moral
11
indicios que muestran cómo el latín era considerado como lengua extranjera.
En el siglo XIII los documentos administrativos comenzaron a ser redactados en
lengua vernácula, que antes solo había sido utilizada con fines festivos o
religiosos. El latín siguió vivo en una situación de diglosia para fines más
elevados hasta bien entrado en siglo XVI.
Como muestra absoluta de su influencia mucho después de su irreconocible
transformación en lenguas romance, ahí está la obra de escritores como el
italiano Dante Alighieri (1265—1321) De vulgari elocuentia, pensadores
holandeses como Erasmo de Rotterdam (1467—1321), o científicos polacos
como Nicolás Copérnico (1473—1543), filósofos ingleses como Francis Bacon
(1561—1626), Novum organum, o franceses como René Descartes (1596—
1650) escribieron su obra en latín, aunque algunos de ellos lo hicieran también
en sus lenguas vernáculas. Para muchos Montaigne ( ) fue el último hablante
de latín como primera lengua. Se dice que su padre exigía de sus sirvientes que
se dirigieran a él solo en latín, aunque no sabemos con qué éxito.
A finales del siglo XVII el latín pierde su condición de lengua internacional a
pesar de que aún se conserve como lengua para estudios clásicos, tratados, y
documentos de la iglesia católica, en cuyo ámbito se mantiene viva y hasta
1965, año en que el concilio Vaticano II despoja al latín de su ancestral
privilegio a favor de las lenguas vernáculas, aunque para aquel estado sigue
siendo lengua oficial. Como legado histórico, las actas de aquellos preceptos
fueron redactadas en latín. Visto de otra manera la lengua de los romanos se
mantiene viva y goza de buena salud en boca de los actuales hablantes de
francés, español, portugués, catalán... Durante mucho tiempo convivieron
estas lenguas llamadas romances, resultado del latín oral, con el latín clásico.
Su influencia en la cultura occidental es decisiva. Numerosas palabras latinas
extienden el vocabulario de las lenguas modernas, sean o no latinas, llegadas
directamente o a través de otras lenguas románicas.
No existen cifras que puedan evaluar el número de hablantes que alcanzó
su uso en los periodos de mayor extensión. Sí sabemos que llegó al más remoto
rincón del Imperio Romano, y que sus versiones modernas siguieron ganando
espacios lingüísticos a partir de siglo XV con la expansión territorial de la
corona de Castilla y de Portugal por el continente americano, y a partir del siglo
XVIII por la expansión colonial y cultural del francés por todo el mundo.
— Tenía el latín vocales breves y vocales largas. El acento recaía
sistemáticamente en la penúltima sílaba si la vocal era larga o iba seguida de
consonante, y en la antepenúltima si era breve.
— No distinguía entre i y j, ni entre v y u. La letra y solo era usada en
palabras de origen griego.
13. Rafael del Moral
12
— Las palabras latinas se declinan en seis casos: nominativo, vocativo,
acusativo, genitivo, dativo y ablativo. Restos de aquella declinación se
conservan levemente en algunas lenguas románicas (pronombres en español y
en francés) y con más nitidez en rumano.
— Los nombres latinos no llevan artículo. Cuando son necesarios se usan los
demostrativos. Los artículos de muchas lenguas románicas proceden de
aquellos demostrativos latinos.
— Originariamente los verbos latinos, al igual que los indoeuropeos)
señalaban el presente (acción inacabada) y el perfecto (acción acabada). Los
tiempos son de formación tardía, realizada mediante la adición de desinencias:
— bo sirve para el futuro. Así, el futuro de amare (amar) es amabo (amaré)
— Las bases del léxico latino son campesinas, como el pueblo que usaba
aquella lengua, y luego se especializaron según las necesidades.
— La numeración romana tiene también origen rural. Parecería que los
romanos copiaron sus cifras de las iniciales de las palabras que las designaban,
y así se explicaría C = centum = 100, y M = mille = 1000, pero no hay explicación
para las demás, salvo las unidades hasta tres o cuatro que podrían originarse
sencillamente en pequeños trazos como en otras muchas lenguas. Los
lingüistas explican la L (50), D (500) por el uso de deformaciones sucesivas de
letras griegas que no eran utilizadas en el alfabeto latino. El problema de su
numeración es que no conocían el cero, y esta carencia complicaba un sistema
necesitado de repetir constantemente sus signos. Para escribir 2472
necesitaban MM CCCC L XX II. Un procedimiento de reducción introdujo una
fórmula para sustraer, según ésta las cifras inferiores a la izquierda de las
superiores restaban la cantidad: XC = 100 – 10 = 90, y del mismo modo CD =
500 – 100 = 400.
Algunos de los cambios lingüísticos que estuvieron en el origen de la
fragmentación del latín son los siguientes:
+ El patrimonio léxico se nutre más en las palabras populares que de las
cultas: entre domus (que designaba un palacio) y casa, eligieron la popular
casa, y en vez de la culta os, la popular bucca (boca), y caballus en vez de
equus.
+ Los sonidos consonánticos finales de palabra tienden a no pronunciarse:
olim (antes) se pronuncia oli; idem (el mismo) ide. Esa tendencia acaba con las
declinaciones, y al mismo tiempo, para identificar la función de las palabras, las
declinaciones se convierten en imprescindibles: Eo Romam (voy a Roma) se
transforma en Eo ad Roma porque ya no se pronuncia la m final.
+ Las sílabas inacentuadas tienden a desaparecer: primero lo hace la vocal, y
luego la consonante que la acompañaba: frigida > fricda > fría, vetulus > vetlus
> viejo.
14. Rafael del Moral
13
+ El lenguaje popular tiende a abusar de los diminutivos: auris (oreja)
auricula. Genus (rodilla) genúculus.
Las formas sintéticas de los comparativos doctior (el más sabio) fortior (el
más fuerte) cayeron en el olvido a favor de las formas analíticas con magis o
con plus: más (español) mais (portugués), plus (francés), piu (italiano).
La coexistencia del latín hablado y del latín clásico ha facilitado que algunas
palabras latinas hayan producido dos en lenguas romances: catedram en boca
del pueblo evoluciona a cadera, pero cuando se fundan las primeras
universidades la palabra será empleada para denominar la silla donde se sienta
el maestro, hoy cátedra.
El alfabeto latino se inspira en el etrusco, pueblo de brillante y misteriosa
civilización que se había desarrollado a lo largo del primer milenio antes de
Cristo en el centro de Italia, en la región que hoy es la Toscana. Los etruscos lo
habían tomado anteriormente, adaptándolo a su propia lengua, de la lengua de
una colonia griega que se había instalado en la bahía de Nápoles. Los romanos
modificaron ligeramente el aquel alfabeto. La gamma fue transcrita por una c y
no por una g como correspondía, por influencia etrusca, lo que no impidió que
necesitaran añadir una g, entre otras modificaciones. Aquel primer alfabeto
latino no distinguía, y tampoco lo haría durante muchos siglos, la i de la j, ni la u
de la v, porque ni la j ni la u existían.
Las primeras inscripciones latinas son del siglo VI a.d.C., mientras que los
primeros textos escritos no aparecen hasta un poco antes del siglo III a.d.C.
DÁLMATA
Lengua indoeuropea extinta de la familia románica hablada en la costa de
Dalmacia en la actual Croacia.
En Dubrovnik (antes Ragusa) se empleaba el dálmata en asuntos oficiales
en el siglo XVI. La presión del croata disminuyó su uso hasta hacerlo
desaparecer. Nos han quedado los testimonios del último hablante
superviviente, muerto en la isla de Veglia (Krk en eslavo) en el año 1898. Nunca
había sido hablante activo de dálmata, pero la habría aprendido oyéndola
hablar a sus padres en conversaciones privadas, usada casi como un código
secreto. El informante había vivido con hablantes de friulano y tenía frecuentes
contactos con el veneciano y además, en el momento de la investigación había
perdido los dientes, lo que sin duda alteraba la pronunciación original.
15. Rafael del Moral
14
Se desconocen los límites históricos de influencia del dálmata, que desde
el siglo pasado no cuenta con ningún hablante.
Se considera el puente de unión entre el italiano y el rumano, y último
vestigio de todo un conjunto de lenguas romances perdidas que debieron
haber existido. No sabemos en qué medida aquella lengua difería mucho de la
de Venecia que controló los puertos de la costa durante siglos.
No se disponen de documentos escritos originales en dálmata.
ROMANCHE
Lengua indoeuropea de la familia románica (francés, español, portugués... )
también llamado grisón. Junto con el friulano (del que se encuentra muy cerca)
y el ladino forma un subgrupo, el de las lenguas latinas de los Alpes centrales
también llamadas retorromanas (lenguas romanas de Retia) que tienen su
origen en poblaciones que hablaron latín y se refugiaron en aquellas montañas.
El romanche fue reconocido en 1938 como la cuarta lengua nacional suiza,
lo cual no quiere decir que sea lengua oficial, por lo que no se utiliza en la
administración, ni en textos oficiales. Sí se utiliza en la enseñanza primaria, y
unas pocas horas en la secundaria, pero su uso debe hacer frente a la lengua
fuerte de la región, el alemán.
Hablado en Suiza, en el cantón de los Grisones (Graubünden en alemán),
por el 22% de esa población es decir unas 40.000 personas, lo que
proporcionalmente solo significa el 0,8 de la población suiza.
Tanto la ortografía como la pronunciación son vistas como mezcla del
alemán y del italiano con algunas variaciones dialectales, pero muchos
lingüistas consideran al romanche, y también al friulano, como formas
dialectales del italiano. El romanche persiste dialectalizado en cinco hablas. La
más extendida, el sursilvan es hablado por unas 17000 personas alrededor de
las ciudades de Muster y Flims. Los otros dialectos apenas superan los 5000
hablantes. Entre estos y el friulano apenas si hay grandes diferencias. Especial
de esta lengua es el llamado plural colectivo, que es un plural neutro típico del
indoeuropeo arcaico.
La primera referencia a su existencia data del siglo XII, una traducción de
un sermón latino. El primer texto propio conservado data de 1611. El
rumantsch grischun es la forma unificada de la ortografía que funciona desde
1982 con algunas publicaciones básicas (diccionarios) y con la voluntad de crear
una lengua escrita común que aglutine las cinco variedades.
16. Rafael del Moral
15
FRIULANO
Lengua indoeuropea de la familia de las románicas (francés, español,
portugués...) perteneciente al grupo de los Alpes centrales también llamadas
retorromanas, al que también pertenecen el romanche y el ladino.
Entre los siglos X y XIII el alemán fue la lengua oficial de la región y ha
dejado numerosas influencias en su vocabulario. El friulano oriental, sin
embargo, tuvo hasta la primera guerra mundial más contacto con el alemán.
Desde el siglo XVI se usa en literatura, pero el estado italiano no lo reconoce
como lengua independiente.
Hablado en el Friul, provincia italiana de Udina, por unas 400.000
personas. Muchos friulanos conservan su lengua en la emigración, algunos de
ellos instalados en la región del delta del Danubio, en Rumanía donde
emigraron en el siglo XIX.
Esta variedad es la más alejada de las otras retorromances, hasta el punto
de que algunos lingüistas le niegan toda conexión y la relacionan más con otros
dialectos del Véneto italiano.
La primera atestación escrita data del siglo XIV
LADINO
Lengua indoeuropea de la familia románica perteneciente a la familia de los
Alpes centrales también llamadas retorromanas, a la que también pertenecen
el romanche y el friulano. Su nombre se presta a confusión porque ladino
procede de latino, y también podría aplicarse a otras lenguas procedentes del
latín.
Después de la Primera Guerra Mundial, y afectada por la política de la
Italia fascista, la fragmentación de esta lengua se ha acentuado.
Se habla en los Alpes Dolomitas por una población de unos 12000
habitantes diseminados en los valles laterales del Adige en medio de una
población de habla alemana.
17. Rafael del Moral
16
Es reconocida como lengua independiente. Se enseña en las escuelas
primarias locales en una versión diferente en cada valle. No debe confundirse
con la lengua utilizada en la escritura por judíos españoles (ver español).
Dispone de una escritura unificada establecida con el modelo de la
adaptada en Suiza al romanche. Su uso llega a las señales de carretera de la
provincia de Bolzano.
CORSO
Lengua indoeuropea de la familia de las románicas (francés, español,
portugués, catalán... ) estrechamente emparentada con el italiano y resultado
del latín hablado en la isla de Córcega.
Hacia el año 240 a.d.C. Córcega y Cerdeña se constituye en colonia
romana. Luego la isla pertenece a los dominios administrados por la ciudad
estado de Pisa durante tres siglos (XI al XIII), y durante los cinco siguientes a
Génova. En 1769 pasa a pertenecer a Francia pero desde entonces y hasta el
siglo XIX toda la población habla corso, y las clases cultivadas italiano.
Actualmente el francés se ha generalizado, pero el corso permanece vivo tanto
en zonas rurales como urbanas. Desde el año 1970 defiende su identidad frente
a la presión del francés en busca de su acceso a los canales modernos de
comunicación.
Hablado en la isla de Córcega por unos 170.000 habitantes (la isla cuenta
con 240.000). Muchos corsos se han establecido en el continente y otros han
emigrado, en especial a Hispanoamérica. Podrían ser estos unos 260.000.
Una de las características que lo identifican frente al italiano es la vocal u
en posición final: pastu (comida), topu (rata), ditu (dedo), parintellu (pariente).
La dialectalización entre los hablantes del norte y los del sur dificulta la
unificación. Sus escasas características propias hace que muchos lingüistas lo
asimilen con el italiano.
Los intentos por unificar la ortografía se basan en las formas italianas.
Solo así se ha podido fijar la lengua hablada para usarla en la enseñanza.
SARDO
Lengua indoeuropea de la familia románica (español, francés, portugués,
italiano... ) resultado del latín hablado en la isla de Cerdeña.
Córcega y Cerdeña fueron una de las primeras regiones conquistadas (238
a.d.C.) por los romanos y constituidas en colonia. En Cerdeña vivía una
población emparentada con los habitantes de África del norte. La isla había
18. Rafael del Moral
17
sido ocupada anteriormente por fenicios y cartagineses. La romanización se
llevó a cabo de manera lenta, pero luego resistió a los vándalos y a los
bizantinos mientras surgía una lengua latina. La parte norte de la isla,
abandonada durante los siglos XIV y XV a causa de las epidemias y de las
invasiones bárbaras, había sido repoblada por gentes venidas de Córcega a
partir del siglo XVI y sobe todo durante el siglo XVIII, que dejaron un dialecto
híbrido con influencias toscanas y ligures. Como restos de la dominación
española que duró casi cuatro siglos (1237—1720) queda aún gran influencia
en el vocabulario, y un resto de población que habla catalán en Algero.
Mas de un millón de habitantes de la isla de Cerdeña hablan sardo como
lengua materna, con muchas diferencias dialectales y prácticamente sin
literatura ni periódicos. En tiempos pasados se habló también en Córcega.
Guarda el sardo el privilegio de ser un de las lenguas más cercanas al latín,
al menos en la parte central de la isla. Su vocabulario ha quedado anclado en
formas antiguas.
Los primeros textos escritos en Sardo datan del siglo XII.
OCCITANO
Nombre dado por los lingüistas a un grupo de lenguas indoeuropeas de la
familia románica (francés, catalán, español, italiano... ) habladas en el sur de
Francia y que tienen en común el uso de la palabra oc para decir sí. La forma da
también nombre a una región, Occitania, pero no se refiere a una lengua
concreta, sino a una familia de hablas más o menos cercanas unas de otras y
muy fragmentadas en su uso oral.
A mediados del siglo XI el provenzal se había alzado como primera lengua
romance usada en la poesía. A partir del siglo XII su fama se extiende y aquellos
versos de los trovadores y sus finezas abre las puertas al desarrollo literario de
las lengua románicas: el gallego, el catalán, el italiano, el francés y el castellano
dan sus primeros pasos con influencias provenzales.
Aquella literatura se desarrolla entre los siglos XII y XIV, y goza de una
ortografía más o menos uniforme en todo su dominio. Nada hacía suponer por
entonces la posterior importancia del francés.
Para las demás lenguas, dos dominios: el del occitano septentrional, que
recoge hablas como el limusín, el auvergnat y el vivaro—alpin, entre otras, y el
occitano meridional con el gascón, el bearnés, el aranés, el provenzal y el
languedociano.
El provenzal, que recibe su nombre de la región de la Provenza, se mantuvo
como lengua de cultura hasta el siglo XVII, y hasta la revolución francesa para
zonas rurales. Luego se fragmentó en dialectos. En el siglo XIX se une al
19. Rafael del Moral
18
renacimiento de los nacionalismos y ve nacer un nuevo periodo literario en la
pluma del poeta Federico Mistral (1830 – 1914) uno de los más célebres y
universales escritores de estas lenguas. Pero en la actualidad el provenzal es
hablado o entendido por las personas mayores fuera de los grupos urbanos, y
admirado por algunos grupos de jóvenes o de intelectuales.
Un lugar especial merece también el gascón (vasco > vascón > gascón)
hablado al sur y oeste del río Garona, y también en el Valle de Arán, donde
recibe el nombre de aranés. Gasconia perteneció a Inglaterra hasta el final de la
guerra de los 100 años. El rey Ricardo Corazón de León hablaba gascón y se
consideraba un trovador. A partir de 1453 Gasconia pertenece a la corona
francesa, pero Béarn no se une a Francia hasta 1589, y allí el gascón permanece
como lengua oficial hasta 1620 en que es anexionado a la corona francesa y el
uso de la lengua local queda prohibido a favor del francés.
El aranés es desde el punto de vista lingüístico una variedad del gascón,
hablado en el Valle de Arán (Arán en vasco significa Valle), lengua que adquiere
el grado de oficial el 28 de junio de 1990, conjuntamente con el catalán y el
castellano.
Con la intención de proteger a todas estas lenguas se creó el Instituto de
Estudios Occitanos que mantiene vivo su espíritu, también, desde 1993, el
apoyo otorgado por las medidas del gobierno francés para facilitar la
enseñanza del provenzal y otras lenguas regionales en las escuelas con la
intención preservar la herencia cultural.
Hasta hace unas décadas, y a falta de estadísticas fiables, se decía que
unos 12 millones de personas en el sur de Francia hablaban alguna lengua
occitana. Hoy estas cifras deben tratarse con cautela porque solo los mayores y
algunos grupos nostálgicos mantienen el espíritu de unas hablas locales
fuertemente condicionadas por los usos generalizados del francés en los
medios de comuinicación.
A pesar del esfuerzo de los intelectuales por conceder a una de las
variedades, el provenzal, un estatus de lengua culta mediante la enseñanza y la
estabilidad de la ortografía, las lenguas occitanas han llegado muy
fragmentadas al siglo XX por su uso casi exclusivamente oral.
Es característico del gascón el haber aspirado la f – inicial latina, como el
español, y por la misma influencia, la vasca: farina > haria (harina), flor > hlor
(flor), filia > hilha (hija). Y también el de haber suprimido la —n— intervocálica,
como el gallego—portugués: luna > lua. En las palabras latinas que empiezan
por r, esta se duplica en gascón y se añade un prefijo a: riu > arriu. En cuanto a
la gramática, cabe destacar como peculiaridad el uno de tres partículas que
preceden al verbo para indicar la afirmación, la interrogación y la exclamación:
20. Rafael del Moral
19
que cantas (tu cantas), e cantas plan? (¿cantas bien?), ba cantas plan (¡qué
bien cantas!).
Los restos más antiguos que atestiguan estas lenguas datan del siglo X y
están escritos en provenzal, lengua de los trovadores medievales.
RUMANO
Lengua indoeuropea de la familia de lenguas románicas resultado del
latín hablado en la antigua Dacia. El nombre de la lengua muestra claramente
el parentesco con Roma.
El emperador Trajano ocupó la Dacia en el año 106, y llevó a aquellos
territorios una administración similar a la de otros anteriormente ocupados. El
territorio perteneció al Imperio romano durante algo más de un siglo.
En el año 275 Roma se retira y deja el poder a las tribus germánicas con
quienes se habían aliado y que han de ocuparse de proteger los confines del
imperio contra las invasiones. En el año 375 los Hunos invaden la región y
destruyen las ciudades. La catástrofe no frena la propagación de la lengua
latina hasta los confines de la Dacia. Las posteriores invasiones eslavas de los
siglos VI y VII dejarán su impronta principalmente en la en los nombres
geográficos o toponimia. El contacto con el mundo turco se intensifica en el
año 1395 con la invasión otomana. El francés, lengua de cultura adoptada muy
apropiada para el sedimento latino de los rumanos, es hablado por amplias
sectores de población. Tal influencia se remonta al siglo XIX, época en que el
francés era la lengua de la corte rusa y servía también de vehículo de
comunicación al ejército. Con la mirada puesta en la cultura francesa, florece la
literatura en rumano. Se basa ésta en la variedad hablada en Valaquia, al sur de
Rumanía.
Hay aproximadamente 23 millones de hablantes de rumano en Rumanía y
otros 5 en Moldovia, y un millón más o menos repartidos entre Yugoslavia,
Bulgaria, Grecia, Albania, y Estados Unidos. No queda completa la influencia del
Rumano sin señalar que en Rumanía se habla, además, el alemán y el húngaro.
La estructura de la lengua es de corte latino, aunque no sea una lengua
puramente latina:
— Tiene en común con el albanés y el búlgaro algunos rasgos balcánicos
como la colocación del artículo después del nombre: barbat (hombre), barbatul
(el hombre).
21. Rafael del Moral
20
— En los verbos, se caracteriza por la formación del futuro con el verbo
querer como auxiliar y el uso frecuente del subjuntivo.
— A pesar de la significada influencia del turco, el húngaro y sobre todo el
francés, se trata de la única lengua románica que conserva las declinaciones
latinas, y también la única lengua románica donde sí se dice da, como en ruso.
— Su léxico tiene influencias de las lenguas eslavas, con las que tanto tiempo
ha estado en contacto, y también del griego, del turco, del húngaro y del
albanés.
El moldavo es la variedad del rumano hablada en Moldavia. La que se habla
en un rincón de Grecia, al noroeste de Tesalónica, recibe el nombre de
Maglenorrumano y otra variedad entre las fronteras de Grecia y Albania es
llamada Arrumano. En la península de Istria, en Croacia, algunos miles de
personas son usuarias la variedad llamada istrorrumano.
El primer texto conocido en rumano data de 1521. Hasta 1860 se escribe
con caracteres cirílicos. El algunos lugares del dominio, como Moldavia, la
escritura latina no se introduce hasta 1990.
PORTUGUÉS
Lengua indoeuropea de la familia románica (español, catalán, francés,
italiano, sardo...) cuya suerte corrió paralela a la del gallego hasta el siglo XVI.
La palabra Portugale, no utilizada antes de la caída del Imperio romano,
designaba en su origen dos ciudades en la desembocadura del Duero: Portu
(hoy Porto) y Cale (hoy llamada Vila Nova de Gaia). La antigua provincia romana
llamada Lusitania ocupaba también ciudades tan emblemáticas como
Salamanca y Mérida (Emerita Augusta).
En el año 411 los suevos se instalan en la provincia romana de Galaecia
donde organizan un estado alrededor de Bracara (Braga) como capital y
Portocale (Porto) como plaza fuerte. Los visigodos suceden a los suevos en 585
y ejercen su dominio hasta la llegada de los árabes en el año 711. El contacto
de aquel latín con las lenguas germánicas dura, por tanto, seis siglos. El
contacto con el árabe aun siendo más breve es mucho más considerable.
En el año 1139 el hijo de Henry de Borgoña, Anfonso Henriques, se convierte
en el primer rey de Portugal después de haber reconquistado una gran parte
del territorio a los árabes y de independizarse del rey Alfonso VII de Castilla y
de León, su primo. Unos años antes el rey Alfonso VI había repartido entre sus
dos hijas los territorios al norte y al sur del Miño, casadas ambas con dos
hermanos de la nobleza francesa de la Borgoña.
22. Rafael del Moral
21
La primera capital del reino fue Guimaraes, luego se desplaza a Coimbra y
después a Sintra, cerca de Lisboa, ciudad mozárabe que influye en la gestación
de la lengua portuguesa.
El fin de la influencia árabe suele situarse en 1249, año en que la ciudad de
Faro es conquistada, dos siglos antes de la caída de Granada.
Durante los siglos XIII y XIV el gallego y el portugués son la misma lengua y
gozan de una literatura floreciente, y aún puede decirse que la suerte del
portugués corre paralela a la del gallego hasta el siglo XVI. Con el
distanciamiento de hoy llamamos a aquella lengua romance el gallego—
portugués, lengua refinada y culta que se convirtió en literaria y fue utilizada
por castellanos (rey Alfonso X, 1252 — 1284), catalanes y provenzales como
vehículo de expresión literaria.
El rey de Portugal Don Denis (1279 – 1325) también poeta, tomó la
importante decisión de redactar los actos jurídicos que hasta entonces habían
sido escritos en latín, en lengua romance.
El siglo XV es el de las expediciones marinas. El infante Enrique el Navegante
(1394 – 1460) aunque no participa en ellas, facilita y organiza grandes viajes
que sirven para dibujar los mapas del mundo y desarrollar el comercio y la
economía. Allí donde llegan las expediciones llega también la lengua o deja su
influencia y a veces se convierte en la expresión habitual de sus habitantes. El
azar de la historia hizo que los dos viajes más importantes de aquellos fueran
hechos a expensas de la corona de Castilla, el de Magallanes y el de Colón. El
segundo inquieta tanto a los portugueses que solicitan la mediación del papa
Alejandro VI. Considerado éste el gestor de los bienes terrestres por delegación
divina, promulga una bula en 1493 que divide los territorios del mundo
desconocido entre Castilla y Portugal. Un año más tarde el rey de Portugal, que
según parece sospechaba ya la presencia de un amplio territorio en el nuevo
continente, negocia con los Reyes Católicos en el tratado de Tordesillas una
nueva repartición que desplaza de 35º a 50º grados al oeste la nueva línea de
separación de influencias, a cambio de su renuncia a una parte del dominio de
Extremo Oriente. Pedro Alvares Cabral conquista Brasil el año 1500 y lleva a
lengua a aquellos territorios.
El gallego—portugués, influenciado por los dialectos hablados entre Lisboa y
Coimbra, se desarrolló en el siglo XVI. Con la publicación de Las Luisiadas de
Camoens nace el portugués clásico, aunque este escritor también usó la lengua
de moda por entonces, el castellano, como vehículo literario, así como Gil
Vicente (1470 – 1537). Por entonces Portugal estaba unido a la administración
española (1580 – 1640) y aquel contacto favorecía la tendencia a adoptar el
castellano como lengua de cultura.
23. Rafael del Moral
22
El siglo XVI deja marcas importantes porque todos los sectores sociales
participan en la aventura de ultramar. Las familias se encuentran divididas:
algunos miembros viven en las colonias y otros en Lisboa, que se convierte en
un verdadero mercado exótico de especias, marfil, perlas, maderas preciosas,
plantas medicinales, animales exóticos, libros de gramática y científicos... la
lengua se llena de palabras venidas de todo el mundo. Buena parte de las
cuales se conservan en el portugués actual. Son términos orientales: biombo,
chá (te), chávena (taza), bule (tetera)... y africanas: banana, cachimbo (pipa),
candonga (contrabando), macaco (macaco, mono), sanzala (pueblo).
Los lazos culturales entre Brasil y Portugal fueron muy estrechos en la
primera época de la colonización. Al contrario de lo que sucedía con la América
española Brasil no contaba con universidad y las clases acomodadas mandaban
sus hijos a estudiar a Coimbra. Al lado del portugués hablado por los colonos,
se usaba en Brasil la lingua geral, forma simplificada del tupí gracias a la labor
de los jesuitas que servía además como lengua de comunicación entre
portugueses e indígenas. Otras tribus conservaban sus propias lenguas,
llamadas linguas travadas. En el siglo XVIII los inmigrantes portugueses pueblan
Brasil. El marqués de Pombal prohibe en 1757 la lingua geral. El portugués de
Brasil adquiere entonces sus características propias, entre otras la suavización
de la fonética, la riqueza de tonos en la enunciación, la pérdida de sonoridad
rehilada de la s y el uso de você del portugués europeo, y, como cabría esperar,
el uso de un léxico propio.
La instalación de la corte en Brasil para protegerse de la invasión de Portugal
por las tropas de Napoleón contribuyó a la expansión del portugués en
territorio americano. Al final de aquella estancia (1802 – 1822) Brasil se
independiza.
El siglo XVIII marca el inicio de la influencia francesa que se extiende hasta en
siglo XX en que alcanza tales proporciones que la lucha contra los galicismos se
convierte en constantes cuidados para mantener la pureza de la lengua y solo
se ha sustituido hacia la mitad del siglo para luchar contra los anglicismos tanto
en el dominio del léxico técnico y científico como en el deporte, así como otras
influencias que abarcan los más variados ámbitos.
Unos 170 millones de personas hablan portugués. Pertenece así al grupo
de las diez lenguas más usadas del mundo. Es lengua oficial en Portugal (10,5
mill.) y en Brasil (150 millones), pero también en cinco repúblicas africanas:
Cabo Verde (370.000), Guinea—Bissau (980.000), Santo Tomé y Príncipe
(116.000), Angola (9.7 millones) y Mozambique (16 millones). En Asia, Timor y
Macao son aún cuna de algunos hablantes de portugués. Existen también
algunos enclaves a lo largo de la frontera con España: Alamadilla, Eljas,
Valverde del Fresno, Herrera de Alcántara y Olivenza.
24. Rafael del Moral
23
— Dispone de 11 fonemas vocálicos porque distingue entre abiertas y
cerradas para la a, e y o, y porque las cinco vocales básicas, y los diptongos
formados por ellas, se pueden nasalizar (en la escritura aparecen con una tilde
como la de la ñ española).
— La pérdida de la —l— y —n— intervocálicas: color > cor; corona > coroa,
salvo cuando en latín tenían consonantes dobles: pellem > pele (piel), annum >
ano (año), o las procedentes de lenguas extranjeras: azulejo (del árabe).
— Los artículos son o y a. También han perdido la l— inicial
— Los grupos latinos pl — o kl — se convierten en ch en portugués: pluvia >
chuvia; clamare > chamar, salvo en los cultismos.
— La j se pronuncia suave, como la francesa. No existe el sonido gutural de la
española.
— La rr es alveolar, pero en Brasil es gutural.
— d, t, l y n son fonemas dentales y en su pronunciación la lengua toca los
dientes en su parte posterior.
— El encadenamiento de las palabras sonoriza la s final de las mismas
cuando aparecen en posición intervocálica
— La grafía lh y nh corresponden a la ll y ñ española respectivamente.
— Mantiene las dos formas de futuro para el subjuntivo, el perfecto y el
imperfecto.
— Permite interponer el pronombre objeto entre el auxiliar y el participio del
verbo que se conjuga.
— Es la única lengua románica que conserva la flexión personal en el
infinitivo cuando la oración es subordinada sustantiva, como resto de las
oraciones de infinitivo no concertado en latín: partir (salir) partir eu (que yo
salga).
— Conserva una forma simple para el pluscuamperfecto, amara (había
amado) procedente del latín amaveram.
— Si el parentesco con el español es muy estrecho, se distancian ambas
lenguas en las diferencias de pronunciación (en este sentido el español está
más cerca del gallego o del brasileño) y también en que se muestra el
portugués como una lengua más rodada: manha (mañana), ate (hasta), onde
(donde), geral (general), gerais (generales).
Con el adecuado distanciamiento de los lingüistas, y si consideramos las
bases léxicas y algunas características más, las diferencias regionales del
portugués quedan reflejadas si dividimos en tres las zonas del dominio
lingüístico: la del gallego, la del llamado portugués central y la del brasileño.
Recibe el gallego, tan cerca del portugués, un tratamiento distinto por su
independencia político administrativa. El portugués central tiene su centro de
influencia en Lisboa y ha vivido históricamente sometido a movimientos
25. Rafael del Moral
24
migratorios de su población (por la reconquista, por las colonias americanas y
asiáticas). En el litoral del Algarve y otras zonas de influencia la lengua se tiñe
de matices sureños. La variedad hablada en América, el brasileño, coincide
también con la de las islas Azores y Madeira. Para muchos escritores la única
lengua literaria es la metropolitana.
Aunque existen dos normas para la escritura (la brasileña y la
portuguesa) ambos países han acercado sus ortografías, lo que permite hoy
hablar de la unidad de la lengua gracias al acuerdo aplicado el 1 de enero de
1994 y que se extiende también a los demás países donde el portugués es
lengua oficial.
ITALIANO
Lengua indoeuropea de la familia románica (francés, español, catalán,
portugués...) resultado del latín hablado en la región de Capua.
A la caída del imperio romano Italia queda fragmentada en multitud de
pequeños estados, y en cada uno de ellos la evolución del latín se hará distinta.
La primera influencia es la germánica, los godos, a partir del siglo V, y a ésta se
añaden hacia la mitad del siglo VI los ostrogodos que ocupan el sur de Italia.
Los lombardos dejaron después sentir su influencia, y fueron más tarde
desplazados por los francos, pueblo también fuertemente romanizado, en el
año 774. La dominación de los árabes en Sicilia se prolongó durante dos siglos y
medio (827 a 1091), y a esa influencia se debe sumar la importancia comercial
del Islam por el mediterráneo durante toda la Edad Media, y la superioridad de
la lengua en determinados dominios científicos como la astronomía, las
matemáticas y la medicina. Muchas palabras árabes del italiano pertenecen a
esta época, como la importante palabra cero, del árabe sifr que dio la palabra
cifra, pero que significa cero, y al latinizarla en zephirum se convirtió en zefiro,
zefro y posteriormente cero, y de ahí pasó al francés y al español.
A partir del siglo XI se pone en marcha un proceso de acercamiento a los
países transalpinos que ha de prolongarse con intercambios recíprocos.
Numerosos trovadores provenzales se refugian en Italia y algunos trovadores
italianos escriben en provenzal. El francés es usado como lengua de cultura
como lo prueba su uso por Marco Polo para redactar sus viajes por el Extremo
Oriente. Sicilia, sin embargo, más alejada de las influencias europeas, deja
nacer una poesía aristocrática y culta en su propia lengua, y de allí se extiende
a las grandes ciudades de Toscana. Surge así el dolce stil nouvo, esa nueva
suavidad y melancolía que está en el germen de los grandes escritores italianos
del renacimiento (siglos XIII y XIV): Dante (1265—1321), Petrarca (1304—1374)
y Boccaccio (1313—1375) y en su fuerza creadora que sirve para elevar a
26. Rafael del Moral
25
literaria el habla de Toscana. Su influencia es tan decisiva que aquella lengua
referencia a los otros dialectos que la adoptan como literaria en detrimento de
sus propias hablas, relegadas a su condición de estrictamente orales. Eran
tantas las variedades por entonces que se cuentan por centenares (a unos
setecientos dialectos distintos se intentó traducir un cuento de Boccaccio). Así,
desde entonces, aunque cada región habla su propio dialecto, el toscano de
Florencia es el italiano escrito para todos.
A partir del siglo XVI la cultura italiana se extiende por toda Europa, se pone
de moda escribir sonetos e imitar a Petrarca, y utilizar el italiano. Saber italiano
es signo de refinamiento y de distinción. Algunos escritores como Milton usan
el italiano, el emperador Carlos V y François I lo hablan, la reina Elisabeth de
Inglaterra escribe cartas y Montaigne redacta en italiano un diario de viajes.
En 1583 se funda la Accademia della Crusca que selecciona el vocabulario y
en 1612 edita un diccionario.
El novelista milanés Manzoni (1785 – 1873) da un nuevo impulso literario al
utilizar el dialecto de mayor tradición literaria, el toscano, y no el suyo,
adaptado a los nuevos usos. Su novela Los novios (I promessi sposi) es
redactada en segunda versión después de realizar un viaje a Florencia, donde
descubre su lengua literaria soñada: “he lavado mis vestidos en las aguas del
Arno”.
La población que actualmente habla italiano se ha encontrado dividida
durante la Edad Media entre el reino de Sicilia al sur, los estados de la iglesia al
centro, y ciudades estado al norte como Milán, Florencia, Génova y Venecia
cada vez más preponderantes. Esa misma fragmentación política se ha
reflejado en la lengua, desarrollada con independencia durante siglos e
influenciada por las diversas situaciones. Así, hasta 1870, y desde el siglo XIV, el
país estuvo continuamente dividido en estados, estadillos y ciudades, con
intereses opuestos, luchas infinitas, guerras... y todo esto dificultó
enormemente las mutuas relaciones y la posibilidad de unificación. Pero en
1861 se lleva a cabo la unidad. A partir de entonces la variedad toscana
comienza a extenderse en todas las capas de la población. Dos libros muy
populares, escritos por toscanos, contribuyeron a aquella difusión: Pinocchio
(1880) de Coldi, y Cuore (1886) de Edmondo de Amicis, que se hicieron
populares entre los niños italianos. Buena parte del vocabulario toscano será
aceptado por el italiano común, que es también en el siglo XX el usado en la
expansión del periodismo escrito, radiofónico y de la televisión. La lengua oral,
sin embargo, mantienen los usos dialectales con una clara tendencia a la
unificación incluso en dialectos que hasta épocas recientes tenían un gran
prestigio como el veneciano.
27. Rafael del Moral
26
Desde la mitad del siglo XX, con el desarrollo del triángulo industrial “Milán –
Turín – Génova” y la inmigración de trabajadores llegados de las demás
regiones, los usos del italiano del norte se impone, y Milán se convierte en la
ciudad que marca los usos del italiano.
Sorprende que el italiano ostente el raro privilegio de conservar durante
cinco siglos una estabilidad impensable en otras lenguas, y más teniendo en
cuenta la fragmentación política. Esta estabilidad se debe, sin duda, a haberse
extendido de forma escrita, lo que lo ha blindado de las alteraciones de la
lengua oral. Tal prestigio ha favorecido que una lengua limitada a los usos de
una sola región se haya convertido en la lengua común de todos los italianos.
El italiano es hablado por unos 65 millones de personas, la mayoría de los
cuales en la península itálica. Las personas de origen italiano o las que tienen
una cultura más o menos asimilada a la italiana pueden alcanzar los 100 mill.;
Unos 5 mill. en Sicilia, y 1.5 mill. en Cerdeña. En Francia, incluyendo Cócega,
son un millón los italoparlantes, 500.000 en Suiza, donde es lengua oficial en el
cantón de Ticino, y 300.000 en los territorios de la antigua Yugoslavia. Fuera de
Italia se habla en EEUU (3,5), en Argentina (1,5) y en Brasil (0,5). El italiano se
utiliza también como lengua cultural en Malta y comparte la oficialidad con el
inglés en Somalia. En Libia y Etiopía está ahora totalmente fuera de uso.
Para muchos italianos su primer contacto con la lengua culta unificada se
inicia en la escuela primaria, en la que hasta hace muy poco era la única lengua
utilizada. De ahí la dificultad para precisar el número de hablantes. Los italianos
(unos 57 mill.) lo comprenden gracias a la radio y a la televisión, pero en las
zonas rurales siguen vivas las variables dialectales, que se cuentan por decenas.
Los hablantes de los diferentes dialectos a menudo tienen dificultados para
comprenderse y el italiano oficial puede percibirse como algo diferente a la
lengua materna. Esta situación y la ausencia de un sentimiento nacional muy
profundo parecen ser la causas principales de la rápida asimilación de los
emigrantes italianos de la lengua de su país de adopción.
Tiene el italiano fama de ser la lengua que más se habla con las manos,
consecuencia del placer que experimentan sus hablantes para apoyar con
gestos su expresión.
El sistema vocálico claro y estable le facilita la entonación, lo armonioso de
su expresión, enriquecida por la variedad de colocación de acentos en la
palabra, casi siempre en la penúltima sílaba.
Peculiar es, frente al francés o al español, la formación de sus plurales, que
no se realizan añadiendo –es o –s, sino una –e para los femeninos y una –i para
los masculinos, porque toman el nominativo de las declinaciones latinas, y no el
acusativo.
28. Rafael del Moral
27
La lengua oral, y la imitación de la pronunciación toscana, que, vista desde
otras regiones, es como si hablaran con un huevo en la boca, desde la garganta,
y con predominio de la letra c: la coca—colla colla cannuccia (la coca cola con
una pajita) suelen decir los de otras regiones al oír pronunciada la oclusiva k
muy suave, casi como una h aspirada (la c y cc seguidas de e, i se pronuncian
[tch], y [k] en los demás casos.
— En el grupo gl la g no se pronuncia, mientras la l es mouillé o suave.
— Su sistema de artículos y de contracciones enreda a los estudiantes
extranjeros que deben identificar la amplia variedad de contracciones a que se
someten los artículos (la, le, lo, il, gli, i) con las preposiciones a (a), da (por), di
(de), in (en), su (sobre), con (con), como agli, della, sul, dei...
— Al igual que el español o el portugués, dispone del verbo ser y del verbo
estar (essere y stare).
— Tendencia a las formas sintéticas: sul (sobre el), stamatina (esta mañana),
stasera (esta tarde).
El documento más antiguo en lengua italiana es un texto corto,
L’Indovinello veronesse (la adivinanza de Verona), un enigma que solo plantea
problemas para la traducción, hacia finales del siglo VIII, aunque los primeros
textos que pueden ser reconocidos como italiano antiguo son los llamados I
placiti cassinesi, cuatro breves testimonios escritos bajo juramento acerca de
los bienes que pertenecen a algunos monasterios de Monte Casino, en la
región de Capua, fechados entre el año 960 y 963. Utilizan el latín en su grado
de evolución hablado en el centro de Italia.
FRANCÉS
Lengua indoeuropea de la familia de lenguas románicas (español, italiano,
portugués, catalán... ), resultado del latín hablado en la Isla de Francia luego
favorecido por la burguesía parisina. El nombre, francés, se forma sobre la raíz
del pueblo que la usa, los francos.
En el año 58—50 a.d.C. la totalidad del territorio de las Galias pertenece a
la órbita romana después de las conquistas de Julio Cesar. Roma aporta una
organización militar y administrativa y una lengua, el latín, que favorecida por
la organización política desplaza a las lenguas célticas. Aquella lengua hablada,
que no es la de los escritores romanos, se ve más alterada aún en su uso por los
hablantes locales, que progresivamente abandonan su lengua para adoptar la
de la promoción social, el latín.
A partir del siglo III las invasiones germánicas logran instalar una elite ajena a
la influencia romana, pero aquellos pueblos, seducidos por la brillantez de la
civilización ya instalada, no tienen inconveniente en abandonar sus lenguas a
29. Rafael del Moral
28
favor del latín, e incluso sus hábitos y adoptar también la religión del pueblo
invadido, el cristianismo, como hizo el rey de los francos, Clovis, al final del siglo
V. Sus súbditos no dudan en secundarlo. Se potencia así el latín, vehículo de la
vida religiosa. Algunos rincones se muestran más reacios a la aceptación del
latín y conservan su lengua, de ahí la pervivencia del alsaciano.
Al final del siglo VIII Carlomagno, emperador de lengua germánica pero
amante del latín, hizo venir de Inglaterra al sabio Alcuin para reanimar aquella
prestigiosa lengua y en la abadía de San Matín de Tours alecciona a los monjes
franceses para que éstos pudieran entender el texto de la Vulgata, traducción
latina de la Biblia hecha por San Jerónimo a principios del siglo V. Se inicia el
renacimiento de un latín que desde la decadencia del imperio había empezado
a fragmentarse en dialectos.
En el año 813, sin embargo, el concilio de Tours recomendaba a los curas que
hablaran en sus homilías en rusticam romanam linguam, signo claro de que los
fieles ya no comprendían al latín y hablaban una lenguas muy alejadas de
aquella. Una de ellas, la hablada en París, empezó a ganar terreno frente a las
otras y aglutinó a las hablas vecinas.
En el año 987 sube al trono Hugo Capeto y París se convierte en la sede de la
corte. La lengua allí hablada comienza a dominar a las demás y se impone como
modelo para otras regiones.
Durante los siglos XII y XIII la lengua de oïl era conocida en la corte de
Nápoles, hablada por la nobleza germana que se servía de preceptores
franceses, y rival del inglés en Inglaterra desde la conquista normanda de 1066,
que duró dos siglos, y llegó a remplazar a la local en el uso literario y de la
corte. También influye en el castellano a través de los peregrinos que se dirigen
a Santiago de Compostela.
Entre los siglos XIV y XV la guerra de los cien años entre Francia e Inglaterra,
que devastó el territorio francés, supuso un impulso popular nacionalista y
sirvió para elevar la lengua de la corte a norma lingüística nacional.
En 1539 Francisco I declara que la lengua hablada en la Isla de Francia sea la
lengua oficial del reino. Lo hace mediante el histórico decreto de Villers—
Cotterêts. Será desde entonces el francés y no el latín la lengua de los actos de
la vida administrativa y judicial, aunque aquella no fuera más que uno de los
muchos dialectos, el franciano, hablados en Francia. No uno cualquiera, sino el
dialecto hablado por el rey y por la ciudad de París. Quienes hablaban otros
dialectos locales (picard, gascón...) comenzaron a considerar sus hablas como
francés deformado a causa de la lejanía de la capital, olvidando a veces que era
tan regular y legítima como la otra. Hasta entonces los libros se habían escrito
exclusivamente en latín, que era también la lengua de las universidades, y esa
tendencia se mantuvo, más o menos atenuada, hasta el siglo XIX.
30. Rafael del Moral
29
Durante el siglo XVI la influencia italiana abre las puertas a un gran número
de términos relacionados con la guerra y las artes, aunque también con la vida
cotidiana y la cocina. Importante para esta influencia son las bodas de Enrique
II (1533) y Enrique IV (1600) con princesas italianas. El refinamiento impone
abandonar la costumbre de comer con los dedos, y hacerlo con tenedores,
según los modos italianos. Durante el reinado de Enrique III (1547—1589) el
grupo de poetas y escritores que se conoce como la Plèyade (du Bellay,
Ronsard) se proponen dar una literatura al francés comparable a la latina.
Durante el siglo XVII la influencia es española, y con princesas españolas se
casan Luis XIII y Luis XIV, y allí también llega el léxico exótico procedente de
América: cacao, chocolate, cacahuete, tomate...
La lengua fue fijada en el siglo XVII, impulsada por el poeta François de
Malherbe. El hizo de la lengua un cuidado instrumento para la expresión clara y
concisa. A lo largo de este siglo adquiere su forma actual. En 1635 Richelieu
funda la Academia Francesa de la lengua que edita el Diccionario (1694)
fundado en el uso de la corte, y una Ortografía respetuosa con la forma
etimológica. A aquella edición le han seguido otras muchas.
En la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, las lenguas regionales eran
el instrumento de comunicación habitual, mientras el francés quedaba
reservado a una minoría de la población, tal vez un 10%, aunque buena parte
de la población tuviera conocimientos pasivos de la lengua. Se decide entonces,
con la intención de generalizarla, dotar a cada escuela con un maestro que la
enseñe, pero no se encuentran los necesarios. Se crea entonces una escuela
destinada a enseñar francés a los maestros para que éstos puedan enseñarlo a
los alumnos.
En 1794 el abad Gregorio hace una llamada para que sean abolidas las hablas
regionales o patois. Su intención no es demoledora, sino práctica: pretende que
las leyes de la república sean comprendidas por todos, y recoger la demanda
de ciudadanos que habían reclamado una instrucción en francés para afianzar
el futuro de sus hijos.
Después de la revolución, las hablas locales han seguido una uso apagado y
más bien lúdico frente a la activa vida del francés. hasta el siglo XX, hasta que
las dos guerras mundiales han invertido los usos: ahora la lengua de los
monolingües es el francés. Algunas asociaciones velan para evitar que ese
patrimonio cultural de hablas locales caiga en un olvido absoluto.
En 1964 el general de Gaulle crea lo que hoy se conoce como la Delegación
para la Lengua Francesa.
La segunda mitad de siglo XX marca la influencia masiva del inglés no solo en
los campos de la tecnología, de las ciencias y de la música, sino también en los
de la vida diaria: flipper (estar angustiado), speeder (tener prisa y estar
31. Rafael del Moral
30
nervioso) flasher (sentirse atraído irresistiblemente), stresser (angustiarse),
faire un break (hacer un descanso), c’est un peu short (es un tanto insuficiente),
aunque este tipo de expresiones esté destinado a tener una vida efímera.
La extensión del francés por el continente americano remonta a 1534, año
en que Jacques Cartier había tomado posesión de Canadá en nombre del rey
Francisco I. La colonización, sin embargo, no se inicia hasta el siglo XVII. El
tratado de París de 1763 cambia el curso de la historia y concede a Inglaterra el
imperio colonial. En 1755 algunos canadienses se habían refugiado en Lusiana,
por entonces territorio francés, y mantuvieron su lengua. Desde 1968 el
francés es allí lengua oficial, aunque las nuevas generaciones se sienten más
cercanas a la lengua del ascenso social, el inglés.
El francés es hablado como lengua materna en los cinco continentes. Su
número total de hablantes podría superar los 130 mill.
En Europa es hablado en Francia (57 mill.), Bélgica (4 mill.), Suiza (1,5 mill.),
Luxemburgo, Mónaco (20.000) , Andorra y pequeños enclaves de Italia (Valle
de Aosta, donde es lengua oficial) y Reino Unido (islas Anglo—Normandas).
En África el francés es lengua oficial en 17 países, pero no es hablado por
más de un 10% de sus habitantes: Benin, Burkina Faso, Burundi, Camerún,
República Centroafricana, Congo, Costa de Marfil, Djibouti, Gabón, Guinea,
Malí, Mauritania, Ruanda, Senegal, Tchad, Togo y Zaire. En los países del
Magreb, sin embargo, donde ya no tiene carácter oficial, es hablado por la
cuarta parte de la población.
En América además de Canadá (6 o 7 mill.) y EEUU (2.5 mill.), se habla en las
Antillas, Haití, Guadalupe y Martinica (territorio francés) y en las Guayanas.
En Oceanía, se mantiene en Nueva Caledonia, en las islas Wallis y Fortuna y
en la Polinesia francesa, así como en Vanuatu.
En el océano Índico se habla en La Reunión, Camores, Madagascar, Mauricio,
Seychelles y Mayotte.
Es el francés, después del inglés, la lengua que cuenta con más hablantes
que la usan como secundaria, generalmente como lengua de cultura. Aunque
esta evaluación es difícil de precisar, podría contar con decenas de millones de
usuarios con distintos niveles de destreza.
Tiene aquella lengua influencia del galo, y en menor medida de la familia
de lenguas celtas y de las lenguas germánicas, a ésta última le debe el propio
nombre: francés, lengua de los francos. Las lenguas germánicas influyen en la
pronunciación de las vocales latinas del francés y las acentuadas se
transforman en diptongos cuando aparecen al principio o al final de la frase, y
otras veces son suprimidos cuando están al final de la frase. Esta temprana
influencia aleja al francés de sus lenguas latinas hermanas que permanecen
más tiempo cercanas al latín.
32. Rafael del Moral
31
Las lenguas germánicas dejaron unas cuatrocientas palabras, entre ellas
fauteil (sillón) y auberge (albergue), y muchas de las relacionadas con la guerra.
La influencia celta es escasa, apenas unas cincuenta palabras que en algunos
casos se latinizan como alauada, actualmente alouette (golondrina), y carruca,
hoy char (carro, tanque).
A la influencia árabe medieval debe la palabra chiffre (cifra, número), girafe
(jirafa) épinard (espinaca) y jupe (falda).
El francés escrito está sobrecargado de trabas ortográficas que no se han
adaptado a los cambios que se han producido irremisiblemente en la lengua
oral. Los intentos por acomodar el sistema a reglas más evidentes han sido mal
admitidos porque para muchas personas la ortografía es la lengua, y la lengua
representa al pueblo. Algo parecido ocurrió con la escritura cuneiforme, o la
china o la árabe que, aunque compleja, se mantuvo durante milenios.
El francés ha llegado al siglo XX con una ortografía difícil y compleja,
petrificada de manera inmutable desde hace más de un siglo. Todas las
iniciativas de las últimas décadas orientadas a su simplificación han fracasado,
aunque algunas solo pretendieran regularizar las incoherencias más molestas.
Un sondeo de 1988 mostraba que el 90% de los maestros des país eran
favorables a la reforma. Un año después el primer ministro Michel Rocard
encargó un informe a los expertos. Solo por este acto provocó una avalancha
de críticas contra una reforma aún desconocida. Aparecida ésta, los artículos
de prensa aumentan su virulencia y consiguen poner freno a toda iniciativa.
Durante la Edad Media el francés se escribía prácticamente como se
hablaba. Después, y con la intención de facilitar la lectura, los clérigos
introducen algunas modificaciones en la escritura: vin servía para vino, veinte y
la forma del pasado del verbo venir. Para reconocer mejor estas palabras se le
añadieron consonantes que recordaban su origen latino: vingt (viginti) para
veinte, y vint por analogía con otras terminaciones verbales, y vin para vino.
Dicen las malas lenguas que la unidad de medida para pagar a los copistas era
la línea, de ahí su interés por prolongarlas.
En el siglo XVI los impresores introducen a v para distinguirla de la u, y la j
para distinguirla de la i, como ya se había hecho en España, y también adoptan
la ç española, y se empiezan a utilizar los acentos agudos y circunflejos. Pero en
el siglo XVII la ortografía se convierte en un arte (algo parecido había ocurrido
en otras épocas con el árabe y con el chino), un arte selectivo que “distingue a
la gente de letras de los ignorantes y las simples mujeres”, según reza en las
intenciones de la Academia francesa. A principios del siglo XIX la ortografía
insiste en la etimología de las palabras y destaca el origen griego de algunas de
ellas: misantrope se convierte en misanthrope, y analise en analyse.
33. Rafael del Moral
32
En el siglo XX se frena toda modificación ortográfica. Las voces contrarias lo
son amparadas en lo que consideran el feo aspecto de la escritura fonética que
borraría en las palabras de hoy toda traza de su prestigioso pasado. No
afectaría este de la misma manera a los españoles, italianos o portugueses que
han simplificado su ortografía a favor del buen uso.
La influencia de los invasores germánicos ayudó a menudo a incrementar los
rasgos exóticos del francés antiguo como el acento fuerte, el abundante uso de
diptongos y las vocales nasales. El cambio se produce alrededor del siglo XV
hacia una entonación más sobria, incluso monótona y la pérdida del acento
fuerte en cada palabra debe atribuírsele a las lenguas vecinas.
El francés de Canadá se diferencia po la entonación, la pronunciación y el
vocabulario, y también por la influencia de su lengua vecina, el inglés.
El primer texto en francés que se conserva fue redactado por un
sacerdote en el año 841, son los llamados Juramentos de Estrasburgo.
Del final del siglo XI es la Chanson de Roland, obra que consagra al francés
como lengua literaria.
Bibliografía
Rafael del Moral, Lenguas del Mundo, Madrid, Espasa, 2002