Les presento un libro que he creado para la población denominado 16 claves para detener el castigo corporal Panamá no no solo tiene su proyecto si no tienes un libro para desaprender el castigo y aprender a guiar y facilitar el desarrollo de los niños y adolescentes dandoles salud mental.
1. ¿Pegar a nuestros hijos es violencia?
por: Psic. Soraya López, Mg, Psicóloga Clínica.
Esta pregunta ha sido el mayor reto de mi vida profesional, contestarla me remonta a
mi entorno en mi crianza, el cual estuvo marcado por un método coercitivo violento
que atentaba contra mí derecho a ser y a crecer en salud, yo sí fui afectada por ese
método ya que, si bien es cierto yo tenía el control de mi ser para no cometer algunas
conductas, eso no ocurría igual en algunos de mis hermanos. Así que fui una víctima
angustiada al ser la parte dolorida consciente de lo que no debería estar ocurriendo.
Luego, seguramente se templó mi carácter para hacerme firme segura e ir
construyendo lo que hoy día soy, para que otros no tuvieran la misma suerte. De la
misma manera que cuando estoy en la vida observo por todas partes violencia en
especial por el castigo corporal, que es una forma primitiva, arcaica de educar, que
ocurre en todos los ámbitos económicos, sociales, y se refleja en los medios de
comunicación, en las escuelas, los parques, y se observa cuando los menores no son
capaces de seguir las instrucciones de los adultos, estos se ponen airados contra sus
hijos a los que aman.
Así me doy cuenta de que en la atención psicológica, yo también asumí un deber, una
responsabilidad para detener esta forma de crianza basada en la violencia. En mis
vivencias como psicóloga clínica, - puedo dar tratamiento a unos veinte pacientes
menores - lo más frecuentes es cuando sus padres preguntan ¿y debo seguir
pegándole? Todavía en nuestro siglo 21 lo hacen, luego afirman, !es que yo le pego!
confirmando sus convicciones, llenas de creencias en torno a que «pegar es educar»,
están llenos dogmas en la crianza de sus hijos a base del castigo corporal.
Gracias a más de quince años en la fundación de una Clínica Familiar para Detener el
Castigo Corporal, el tema recurrente me ha permitido desarrollar una estrategia que
hoy les traigo en este libro «16 claves», es mi regalo a la sociedad, donde develarán
en su lectura las formas de silenciarse y silenciar pronto a quien aliente gritar o pegar
a sus hijos, nietos, sobrinos, pacientes. Se los explico porque uno que otro adulto se
siente retado a reclamar cosas como pégale, no lo malcríes, que «aquí estoy y no ha
pasado nada», esa voz adusta y autoritaria con la que dicen que eso sí le sirvió, pero
que no recuerdan los sufrimientos por los que pasaron, ya que por lo general apelan
es defensa de su madre, padre o cuidador que les garantizó la vida.
Hoy les digo con claridad, que el único momento en que supieron dirigir sus
conductas fue cuando llegaron a un desarrollo consciente y moral. Los pacientes
menores o aún mayores de edad que atiendo, así mal tratados, jamás dejan las
conductas excepto cuando se desarrollan, maduran y son capaces de controlarse. Lo
que nos lleva a calificar de insensata a la sociedad por querer garantizar las conductas
esperadas en el desarrollo en base al terror y al miedo y a condicionarlos por el resto
de las vidas a los malos tratos, en el peor de los asos, limitando el desarrollo de las
capacidades potenciales del menor, al alterar su desarrollo.
2. Como no es suficiente que lo haya sentido yo misma en carne propia, que lo haya
percibido en los adultos, pacientes y niños que declaran en su primera consulta a la
persona a la que su madre consideró sabia para ayudarlo a mejorarse, con voz firme y
buscando refugio, «mi mamá me pega», ó «es que así me siento porque no puedo
separarme de ella, no sé si la quiero o le temo», o también, «pero es que me han
pegado toda la vida, incluso cuando le dije a mi madre de los ultrajes que sufro por
mi padrastro abusivo físico y sexualmente», decirme estas cosas, tengo que decirlo es
el disparador de mi estrategia antes mencionada.
Me doy cuenta de que hay sufrimiento, llanto, tristeza, rencor sublimado, angustia
ante la vida y que han tenido que guardar silencio ante esto.
Es un foco de atención permanente que guía en la vida de relación, no de convicción,
sino que sale en automático, al estilo pavloniano condicionado, en que se fusionaron
las conductas con el dolor, el temor, el miedo, la angustia y el temor impera, en lugar
de los valores principios, normas y la convicción de que es lo mejor que puede hacer.
El individuo, como efecto paralelo lo usa para controlarse, no por voluntad sino a
través de sus emociones, en ese momento que tiene que retarse, incursionar, luchar. El
individuo continúa en el camino de la vida con angustia. Sí es cierto que a los de
temperamento más fuerte y equilibrado, el castigo corporal les resulta un reto, pero a
aquellos más débiles no. En todos, las huellas elicitan conductas disímiles, pero el
temor grave, sepan, paraliza, hace hiperventilar, esa angustia se afianza en la red
neuronal que guía la vida.
Al percatarme de que la vida que llega está en mis manos, anuncio, paren de pegarle,
su llanto es cierto, él sufre, es lo que quiere que sea feliz o que esté triste. Pero dice el
adulto, «a los minutos está riendo y dándome besos», sí, le digo, y usted pierde su
tiempo valioso en simentar sus raíces de la personalidad, pegándole.
Así es como la violencia llega a los hogares, se ensaña sobre los más vulnerables,
porque acorralar a un niño, quitarle la comida, decirle que el diablo existe, que se lo
va a comer, que viene la tulivieja, aislarlo con esto, son fórmulas para que tema por
algo imaginario, sin salida. Allí es donde la fantasía infantil prima y proliferan sus
fantasmas, en sueños, pesadillas, luego el adulto lo hace «para someterlo» a lo que
llaman «disciplina», a lo que llaman «corrección» a lo que llaman «la autoridad del
adulto « «para que lo respete y acepte sus decisiones».
A ustedes les parece que como adultos se sentirían bien en esas condiciones?
Me atrevería a asegurar que contestarían inmediatamente que no, pero a la par
sostendrían es que yo ya crecí tengo criterios y por tanto como madre o padre tengo
la autoridad divina o cualquier autoridad para hacerlo, ahora le toca a los niños.
3. Quiero hablar claro, no son todos los padres que pegan, no son todos los niños que
están inquietos o que tienen tantas limitaciones, pero no es justo, con esto quiero
decir que existe la diversidad es cierto y que mejor seríamos tolerantes ante ella. Un
llamado a los profesionales que los atendemos, a estar conscientes de que, si esos
niños están en riesgos de lesionarse o romper «nuestras» cosas, no significa que
debemos alentar la violencia contra algo normal como es la maduración, ni que
debamos promulgar que pegar es la vía para educar, modificar conductas, enseñar o
criar. Una palabra del profesional de la salud tal como «dele suave», con calma o
donde no se vea, representa la escalada de castigo corporal, de la violencia de los
padres y cuidadores en especial de los que no tienen control de la ira, de los que son
malhumorados, los que no duermen, los que pasan penurias económico-sociales-
espirituales, porque en medio de la inconciencia vital, lo constituyen como forma de
desahogo. Sí, sobre los menores.
Todavía recuerdo el padre que llegaba conmigo y me decía «yo me siento frente al
niño y le digo todo por lo cual le voy a pegar, luego me levanto», dice que sin
agresividad, «cojo la correa y le pego». En cualquier lugar del mundo donde no se
practique la violencia eso será llamado violencia. Todos los niños demandan
condiciones especiales para una crianza exitosa y necesitan padres habilidosos para
saber lo que les pasa, qué piensan, sienten o cómo actúan, y no para forzarlos a ser
como piesan sus padres adultos.
Así es que desde el 2005 me inicio concientemente a investigar, registrar casos,
analizar sus evoluciones, dar estrategias, ya tomo responsabilidad activa en la
solución de estos problemas en consultorio. En 2007 resulta que 39% de los niños
eran castigados con gritos y golpes por sus padres independientemente de las
diagnóstico que tuvieran, luego en el 2012 desarrollo 16 claves para detener el
castigo corporal y para 2016 entrego el libro sustentado con toda la investigación
científica y de la visión a nivel mundial que existiera, porque ya me era dudoso que
fuera la única persona que viera esta situación.
La pandemia nos detiene a mí y a mi hija, la Psicóloga Verushka Ordas,
psicopedagoga y experta en proyectos educativos, que valientemente saca el libro en
2021 y hoy en 2022 hacemos presencia en esta Feria Internacional del Libro.
No he dejado de abordar este tema en la atención psicológica clínica. Aunque se
perdió el escenario de una Clínica Psicológica Familiar para Detener el Castigo
Corporal, tal como lo hizo durante tantos años, no así la fórmula para detenerlo que
está condensada en este libro que ofrecemos «16 claves para detener el castigo
corporal».
4. Se las traigo en este conversatorio, que conscientes somos de que no dará suficiente
tiempo para aclarar dudas, por ello, el libro. En esta parte con los presentes, ojalá
alguno de mis pacientes esté presente, me doy por satisfecha, hoy convaleciente de
una situación de salud, le saludaría con respeto por desear transformar este lesivo
método de crianza. Me ha tocado ya escuchar a los lectores de los libros que hoy
mismo lo llevan como estandarte a sus familias y quiero agradecer a mi hija, a la que
hice coautora de este libro, la Psicóloga Ordas, que, con su distinguida personalidad y
grandes capacidades ha podido dar el mensaje a los medios y a los padres que
preguntan ¿por qué no debo pegar?
Porque no hay dudas de que sí es complejo debatir costumbres, rituales como dogmas
en especial porque es como discutir con un padre o madre queridos a los que les
debemos respeto.
Ahora quiero dirigirme a los jóvenes, a los profesionales de la salud a quienes
transforman la salud activamente, a ese psicólogo, médico pediatra o psiquiatra, les
ofrezco un camino ya alumbrado en el transcurso de la escritura del libro. Sí, para que
me escucharan las autoridades tuve que demostrar eficacia, resultados, productividad
y así creé dos clínicas una para dejar de fumar y esta, la de crianza, ambas a la par
salimos por los medios de prensa radio y tv, ya en 2010, decía La Prensa, hay una
psicóloga que trabaja arduamente para cambiar la crianza. Este es el lado positivo,
pero este tema es tabú y ha sido objeto de críticas por profesionales como de los que
estoy hablando. Hoy los invito a leer este método sencillo para darlo a los adultos que
acuden a sus consultas.
Así de excepcional, hoy estoy dirigiéndome a los profesionales de la salud para que
digan No al Castigo Corporal, pues observo que, con la ley 38 de Violencia
Doméstica, llegan a la consulta padres que han sido sancionados a cumplir con un
tratamiento todavía no cuentan con principios, estrategias y tratamientos que
desalienten firmemente a detenerse. Soy parte de un equipo interdisciplinario, de
salud física y mental y les pido que lean mi libro les pido que sean justos con ese
niño, ese menor o joven qué es vulnerable a la furia de sus padres.
Deseo empoderar a los padres, que se lo lleven a sus médicos y psicólogos que les
enseñen a detenerse y a no pegar, gritar, así el profesional deje de decirles «dele una
nalgada».
Por favor es sencillo el método con qué se controla una conducta, lo que sucede es
que la mayoría de las veces son los padres quiénes condicionan la conducta del niño
cuando le miran, lo estimulan a seguir, si le hablan feo, gritado, o lo insultan o
amenazan con la correa, eso equivale para el niño que le prestan atención, que le
aman, y el adulto lo está es reforzando en la conducta, pues los valores, principios de
vida, el derecho a la defensa no aparece así de temprano en el menor.
Por lo tanto hoy en este conversatorio es para mí un aliento reconocer que este tema
5. está saliendo a la luz al darnos cuenta de que el futuro padre, el abuelo, el adulto y
profesional que ha comprado este libro, mira que las costumbres que se convierten en
tradiciones y luego en dogmas sí pueden llegar a rebatirse.
Les digo que la violencia queda grabada como huellas que activan la red de
experiencias y las supeditan precisamente a esos eventos traumáticos. La infancia es
la fuente nutritiva de la vida adulta. Cualquier acto que el padre crea que es inocuo
queda grabado en la conciencia, en los eventos de la experiencia que alimenta nuevas
experiencias en ese individuo que va en desarrollo. Por favor ese padre debe estar
presente esa madre debe estar presente en la crianza y no dejarse al niño que lo
eduquen las redes y los medios de comunicación. No se puede educar hacia el éxito
en valores, principios y voluntad si no se logran en la experiencia, pues el niño
observará más velozmente de lo que se le ocurra. Será un conflicto superado debo ser
violento o no, pero a veces ya de adulto, pues copia de su progenitor, su guía, las
formas de calmarse con alcohol, cómo vocifere o agravie al otro, su ingenuidad le
hará repetir este modelo.
Los profesionales han de ejercer la tarea de decir estas dos cositas sencillas que hoy
quizás sean elementales «por favor ignoren y contengan, no refuercen la conducta, no
contestar una pregunta infantil dirigida a retar. En la 16 clave se encontrarán con
mayor claridad esto sí.
La violencia luego se observa en el mismo menor cuando trata a su hermano de la
misma forma como lo tratan, luego en la escuela, cuando el niño golpea sin entender
por qué lo hace y el adulto no sabe por qué su hijo está pegando y golpeando, luego
en la adolescencia cuándo es incapaz de controlar su conducta y luego lo diagnostican
con trastornos de déficit de atención y/o hiperactividad, trastornos de conducta o de
aprendizaje o de las emociones porque se autolesione, usted no sabe por qué.
Pero es que su hijo no aprendió bajo su guía en la crianza, ni de los profesionales que
lo atendieron sino del temor. Los adultos se olvidaron que esa es la etapa fundamental
en qué guiamos y enseñamos, y el niño solo sufría. La violencia es dañina porque
inhibe los centros del cerebro que permiten el aprendizaje como lo hace al disparar un
montón de sustancias que están hechas precisamente para la huída y para el refugio
en sí mismos; esas sustancias nunca debían haber sido activadas a través de los
métodos de violencia del castigo corporal porque al final el niño no aprendió, se
asustó, huyó fuera del recinto, o miró al padre que le exije escucharlo, sin hacerlo.
Ese menor, no escuchó lo que el adulto le quiso decir, primero por el susto y segundo
porque el adulto habla como adulto y no comprende que en cada etapa del niño solo
va a dar lo que el nivel de madurez le permite y que con su pensamiento puede repetir
palabras, pero que le falta paralograr la abstracción de los significados basados en la
experiencia y la conciencia de sus actos. No dejo de señalar que el sistema de crianza
debe ir aparejado también al sistema educativo, ya se han logrado avances, sí por
6. supuesto, al menos prohibir la violencia, el bullying, creando normativas para hacer
llamados a quienes lo realizan o castigarlos cuando la ley así lo determina, se avanza
pero falta mucho, hay que empezar. Reguemos la voz.
Como autora de este libro, está construido para reconcernos como una sociedad en
evolución, con él se brindan las fuentes del aprendizaje de una crianza sin violencia,
son las bases visibles para empoderar a los padres que desean dejar de castigar de esta
manera y a los adultos que desean no seguir dando la receta de pégale, grítale no le
malcríes sino al contrario dale amor, edúcalo guíalo dale tu ejemplo cuando eso pasa
entonces nos sentiremos complacidas. Está hecho en un lenguaje sencillo, la Psic.
Psicopedagoga Ordás, lo revisó para la educación, aquí se lo ofrecemos, gracias.