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INTRODUCCIÓN
Hermanos, vamos a meditar el recorrido que el Señor Jesús hizo por la
Vía Dolorosa.
Con Él, queremos ofrecerlo por tantos hermanos que viven situaciones
muy dolorosas y lacerantes. Con el deseo de poder llevar la esperanza a
cualquier rincón del orbe donde un corazón llore, porque TODO HA SIDO
VENCIDO: CRISTO VIVE.
→ Al finalizar cada estación, podemos decir: ¡GLORIA A TI,
SEÑOR JESÚS!
PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
- Yo te condeno.
- Nosotros te condenamos.
«Pilato se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían
entregado por envidia» (Mc 15,10)
No siempre condenamos en el otro lo que nos desagrada de él y que
también está en nosotros. También condenamos lo bueno que tiene y que a
nosotros nos gustaría tener. Así que, ya por “exceso de” o por “carencia de”
proyectamos en el otro nuestra propia auto-condena. Lo más grotesco es
cuando lo hacemos en nombre de la religión. Pilato –un gentil- se dio
perfecta cuenta de que las autoridades religiosas de Israel entregaban a
Jesús por envidia.
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
¿Motivos que suponen cruz? Millones, mas todos ellos tienen
denominador común: muerte. Nos matan.
Para esto vino Cristo, «para libertar, a cuantos por miedo a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud» (Hb 2,15)
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
El hombre es el único animal con capacidad para levantar la cabeza y
mirar al cielo... y ahora te encuentras en el suelo.
En el banquillo de los acusados te han leído la sentencia:
- Despedido del trabajo.
- Eres emigrante y sobras.
- Eres un incompetente.
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Ese «eres» nos tumba, nos hace tambalear, perder pie y caer. Pero no
tiene ni muchísimo menos la última palabra. La Resurrección de Cristo nos
la dará.
Jesús carga con la cruz. La etiqueta o etiquetas están puestas y hay que
cargar con ellas. Son fardo que pretenden matar la alegría, la esperanza, la
dignidad del hombre. ¡Cuidémonos de ellas!, son explosivos para el
corazón.
«Quiero conocimiento de Dios, más que sacrificios y holocaustos»
(Os 6,6)
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
MARÍA.
Con sentencia dada y ejecución iniciada, Madre e Hijo sabían de la
Misión.
El envolvente abrazo de miradas, el beso de alientos, la caricia de
corazones fue refrigerio en la Vía Dolorosa.
Silencios elocuentes, abrazos en la distancia, amistad siempre
presente...solaz y sustento de toda alma.
QUINTA ESTACIÓN: EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A
LLEVAR LA CRUZ.
Ayudar arrimando el hombro no siempre es lo mejor. A veces, lo es
más el gesto tierno, el silencio dialogado, la ausencia acompañada.
Saber estar, sin dar voces al pregonero, ocultando a la mano izquierda
lo que hace la derecha.
Hay que hilar muy fino para no añadir dolor al ya servido.
¡Ojalá! no se pronuncien sobre nosotros las palabras de Job a sus
amigos: «¡Consoladores funestos sois todos vosotros!» (Jb 16,2)
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO
DE JESÚS.
Lágrimas, sudor, sangre en el rostro...¡tantas veces reflejo del alma!
Enjugar la pena honda del sin sentido, limpiar la herida del desprecio,
purgar el revés del destino, ya no tanto el de uno, sino el del hermano. Y
con todo, poder susurrar al oído del corazón: «La vida es bella»
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SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
La etiqueta que nos ponen, la auto-etiqueta nos mata.
Como el titileo de una estrella, embriagados de miedo nos
tambaleamos. Un eco de fondo: no hay salida. Todo está perdido. El
absurdo de la vida. La etiqueta se ha sentado en el palco de honor de
nuestra alma.
OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES
DE JERUSALÉN.
Descansar en la Comunidad, sentir las espaldas cubiertas en lo
fatigoso y angosto del camino.
Reír con los que ríen, llorar con los que lloran.
Encuentro del hombre con los hombres.
Mirar el alma, sobrepasar el envoltorio de celofán, la pura y espuria
apariencia.
El corazón del hombre: lugar de encuentro.
NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
El pecado –mío o del otro- fatiga, cansa, hace caer una vez más.
Dolor por la ruptura del proyecto en su beso humano-divino.
Quiebra de esperanza.
El pecado...mata.
DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS
VESTIDOS.
«Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y,
trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en
su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le
hacían burla diciendo: `¡Salve, Rey de los judíos!´» (Mt 27, 28-29)
¡Qué fácil! nos resulta desnudar a nuestros semejantes de su dignidad.
Nuestros prejuicios hacen la operación a las mil maravillas.
Lo grotesco de la escena llegó al paroxismo cuando los que se
burlaban del Nazareno hincando la rodilla, encarnaron la Palabra: «Ante
mí se doblará toda rodilla» (Is 45,23)
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DÉCIMO PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN
LA CRUZ.
«Como agua me derramo,
mis huesos se dislocan,
mi corazón, como cera,
se funde en mis entrañas» (Sal 21,15)
DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA
CRUZ.
«Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el
manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí tenéis al hombre.» (Jn 19,5)
He ahí la coherencia de Cristo hasta sus últimas consecuencias.
«La enorme fuerza consiste en considerar la vida, aun cuando uno
muere de forma deplorable, plena de sentido y hermosa, viendo todo lo que
uno ha realizado en su interior y por lo que mereció la pena vivir» (Etty
Hillesum. Diario: 5 de Julio de 1942)
DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN: JESÚS MUERTO, ES
BAJADO DE LA CRUZ.
Cruz y muerte cual amantes apasionados...Todo está consumado.
La tensión del arco ha alcanzado su clímax y la cuerda de la vida se ha
roto.
Hay que bajar el cuerpo. Ya no tiene sentido que siga clavado a la
cruz. Ha muerto.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES COLOCADO EN
EL SEPULCRO.
* Silencio.
* Paz.
* Descanso.
La honra quitada, ha sido devuelta en un sudario y sábana blanca de
hilo que habla de pureza, sencillez de niño, alma de poeta.
La Piedra angular descansa en roca excavada.
Silencio...Descanso..Espera.
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DÉCIMO QUINTA ESTACIÓN: JESÚS VIVE, ES EL SEÑOR.
«Él es el Principio,
el Primogénito de entre los muertos,
para que sea él el primero en todo» (Col 1,18)
KYRIOS prorrumpe el Universo:
El eco de las montañas,
las cascadas de los ríos,
el canto de las aves,
el aleteo de los peces,
el corazón del hombre...
Todo lo que alienta, estalla y se hace un permanente canto de
Alabanza.
CRISTO JESÚS ES EL SEÑOR.
A ÉL, TODA LA GLORIA, EL HONOR, LA GRATITUD POR
LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
AMÉN.
Sor Mª Ángeles Calleja Cidoncha, OP
Monasterio de Santa. Catalina de Siena.