Los órganos abdominales de los lactantes están menos protegidos que los de los adultos debido a que están más cerca unos de otros y tienen menor protección de las costillas. El hígado y el bazo son relativamente grandes y frágiles, lo que los hace más vulnerables a las lesiones. Las fracturas pélvicas son raras en niños pequeños debido a que sus huesos son más elásticos, pero el riesgo aumenta durante la adolescencia a medida que los huesos se vuelven más parecidos a los de los adultos.