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“Cultura, Sociedad y Representaciones Literarias:
Argentina 1890-1910”
ENSAYOENSAYO
LUCIOLUCIO V.V. MANSILLA Y VICTORIA OCAMPOMANSILLA Y VICTORIA OCAMPO
Dos escritoresDos escritores argentinos frente aargentinos frente a su herenciasu herencia
familiarfamiliar
Lic. Silvia Alejandra Caniffi
Año 2010
1
Índice
Presentación 4
Literatura, herencia y memoria 9
El relato autobiográfico como proceso articulador y conformador de la identidad 11
Múltiple pertenencia, compleja realidad 15
La presencia de los ausentes (antepasados) 16
La relación con sus familiares contemporáneos más cercanos 19
El locus familiar y nacional 21
Mirada femenina y mirada masculina sobre el pasado 22
La relación con los adultos. La entrada a la pubertad. 23
Conclusiones: El mandato familiar. La re-construcción de sus vidas a través del
recuerdo. 26
2
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo intenta reinterpretar a la luz de nuevas significaciones las
autobiografías de dos grandes escritores que ha dado la Argentina: Lucio Victorio
Mansilla (Buenos Aires, 29 diciembre 1831- París 8 octubre 1913) y Ramona Victoria
Rufina Epifanía Ocampo Aguirre (Buenos Aires, 7 abril 1890 – 27 enero 1979)
La selección de estos autores se realizó teniendo en cuenta las similitudes y diferencias
que es posible encontrar en el recorrido de ambas vidas.
Como factores en común, podemos decir que ambos formaron parte de la élite
rioplatense por herencia familiar y por condición económica y cultural. Tuvieron la
capacidad y la pasión por escribir. Fieles a sí mismos, desenfadados, fueron dos
personalidades magnéticas que superaron el paso del tiempo. Por esas tretas de la vida,
compartieron el segundo nombre – Lucio Victorio y Ramona Victoria- , teniendo
además la capacidad de vivir con intensidad y a su propia manera.
Por otra parte, también descubriremos las desigualdades que existen entre ambos en
cuanto a su mirada hacia el pasado, sus recuerdos, su infancia y la entrada en la
adolescencia.
Nos interesa particularmente cómo sus autobiografías testimonian la forma en que se
pensaron a sí mismos y la imagen que proyectan de su entorno familiar y de sus
antepasados.
Lucio y Victoria frente a su herencia. Ni delante, ni detrás: revisando sus recuerdos para
confrontar sus respectivas historias, intentando re-construirse al mirarse en el espejo de
sus personales relatos. Desentrañar ese reflejo es el anhelo que nos motivó a concretar
este proyecto.
3
LITERATURA, HERENCIA, MEMORIA
La literatura constituye un canal por el cual estos dos particulares personajes
vehiculizaron la necesidad de trascender, el espacio en el cual volcar sus sentimientos
más profundos y otorgar reconocimiento a sus recuerdos y a los seres que formaron
parte de sus vidas, ya sea en presencia o en ausencia -en el caso de sus antepasados-
aspectos éstos que dan forma a la identidad individual de Lucio y de Victoria, así como
a la de cada uno de nosotros.
El género autobiográfico posee una riqueza de sentido única. Es la manifestación escrita
de una necesidad de reordenar la memoria para re-construirse en el espacio de las
palabras, para re-conocerse en la mirada de los otros, para mostrarse y esconderse, para
re-significarse.
“Merleau-Ponty afirmaba que en todo lenguaje literario las palabras nos alcanzan, no
en razón de las significaciones de léxico que les están asignadas en el lenguaje común,
sino en razón de relaciones de sentido más carnales, a causa de halos de significación
que deben a su historia y a su uso a causa de la vida que llevan en nosotros, y nosotros
en ellas, y que desemboca, de vez en cuando en esos azares llenos de sentido que son
los grandes libros”1
Es bajo esta perspectiva que las autobiografías pueden reinterpretarse: saber qué
significación adquieren las palabras que nombran, definen y adjetivan el entorno que
dio vida a las historias individuales.
Asimismo, la literatura es el lugar que Lucio y Victoria encontraron para descubrirse a
la luz de la memoria, para otorgarse a sí mismos y para otorgar a sus seres queridos -a
quiénes formaron parte de sus vidas en el ayer y aun más atrás, a quiénes les legaron en
ausencia- un reconocimiento y la posibilidad de la trascendencia a través de las
palabras.
Es el espacio que les permitió poner en escena la importancia de los lazos afectivos, con
su doble dimensión “de vínculos de sujeción y atadura y de separación y corte para
señalar la responsabilidad que tiene el sujeto en su relación con el otro y frente a su
demanda...”2
Estos relatos autobiográficos revelan el contenido subjetivo, las emociones, los
sentimientos y los sentidos que se hallan presentes en la experiencia del pasado,
otorgándole a la memoria una doble dimensión: por un lado la creación artística – ya
que toda obra literaria es obra de arte- y por otro, un acto de responsabilidad ética frente
a la deuda que implica la herencia recibida.
1
VITTORI, JOSÉ LUIS (1979)“El escritor, medio y lenguaje”, Buenos Aires, Ediciones Castañeda,
p.125-126
2
SARACENI, GINA (2008), “Escribir hacia atrás”, herencia, lengua, memoria , Tesis/Ensayo, Beatriz
Viterbo Editora, Argentina, p. 35
4
Por otra parte, la escritura también implica “avanzar regresando”3
, ejercicio en el cual se
cuestiona el mismo recorrido que implica trasmitir y recibir una herencia.
El entorno literario, es decir el lugar donde escribir, tachar, corregir, volver sobre lo
vivido, implica al mismo tiempo la posibilidad de cambiar sobre la repetición: por un
lado la variación de la propia historia en la modificación del recuerdo – de acuerdo a la
mirada del autor- y por otro la reconstrucción de la identidad individual, a partir de este
ida y vuelta producto del ejercicio de la memoria y la escritura.
La idea de la literatura como espacio de repetición y reescritura, donde volver sobre lo
mismo implica variación y diferimiento, como relato donde “todo cambiaba – cambia-
mientras al mismo tiempo se repite, donde cada presente sucesivo era la condensación
del pasado y donde la mención – narración- de cada suceso implicaba al mismo tiempo
la modificación de la historia.”4
Y esta modificación de la historia es, por tanto, modificación de uno mismo,
descubrimiento y reconstrucción de la identidad. Lucio y Victoria develan en las
primeras reflexiones que ponen en palabras un atisbo de este proceso:
Dice Lucio:
“De lo que principalmente va a tratarse, según se irá viendo a medida que avancemos al
través del laberinto mnemónico, no es de lo que yo he pensado, sino de lo que ha pasado
bajo el dominio de mis sentidos, como regla general, a la que habrá que agregar lo que
me han contado.
Así es cómo, cual hilo de Ariadna en el Laberinto, hemos de tener, en ciertos casos,
sino toda la explicación de algunos fenómenos atávicos, el tenue vínculo que liga a los
que ya se han ido con los que no se han ido todavía, o sea la clave, por medio de éstos,
de algunas peculiaridades de aquellos”5
.
Y Victoria afirmaba :
“ ¿Porqué tal recuerdo y no otro? Este es el gran enigma que no ha sido resuelto. Esa
elección que se produce, involuntaria como el parpadear cuando se nos entra una nada
de polvo en el ojo, ha de estar ligada a la marea baja o alta del inconsciente (¿o
subconciente?), a sus flujos y reflujos.”6
Y además:
“Yo podría ponerle como título a mis Memorias la divisa de María Estuardo, usándola
al revés: ‘en mi comienzo está mi fin.’”7
3
Ibid. p 35
4
Ibid. p. 67
5
MANSILLA, LUCIO (1911), Mis Memorias, París: Ediciones Garnier.
6
OCAMPO, VICTORIA, (1979), Autobiografía I El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Sur, p. 65
7
OCAMPO, (1979), op. cit., p. 65-66
5
Surge así, en las propias palabras de los autores, la cuestión de la relación personal de
ambos con sus pasados, sus remembranzas, antepasados y familias y cómo la presencia
de éstos se halla viva en la historia personal de cada uno, en sus vivencias, su
personalidad, el contexto en el que se desenvolvieron sus respectivas vidas y en la
formación siempre en movimiento de su identidad individual.
Gina Saraceni (2008) describe el modo en el que la identidad es influida por los
ascendientes, y como éstos permanecen siempre, de un modo u otro, en la vida de sus
predecesores:
“...se trata de reflexionar sobre la relación que los vivos tienen con los muertos a partir
de la idea derridiana del espectro como presencia de lo ausente, como reaparición de
algo que dejó de estar, pero que sigue estando, como algo que ya fue y todavía no es:
suerte de presencia anacrónica, de aparición intempestiva que desajusta y articula la
contemporaneidad mostrando su deuda con el pasado, su actualidad inactual”.8
En este proceso, la memoria juega un rol esencial. Y en este caso debe ser entendida, no
solo como la memoria visible de cada uno, sino también por la memoria del
inconsciente y además la memoria colectiva. Tendremos en cuenta todas estas
manifestaciones del fenómeno mnemónico. Pero queremos destacar que la interacción
de todas estas formas que adopta, sus quiebres, choques, acuerdos y desacuerdos,
constituyen quizá el campo más rico para indagar en la vastedad de la herencia recibida.
Para Vincent de Gaulejac, “cada individuo es depositario de la totalidad o de una parte
de la memoria familiar a partir de lo que ha visto, escuchado, vivido, y de lo que le fue
trasmitido a partir de objetos, testimonio o relatos. La herencia familiar condiciona, de
manera consciente o inconsciente, las orientaciones, las elecciones, las inclinaciones”.9
Por esta causa, en los relatos autobiográficos que nos ocupan se encuentran conjugados
todos estos elementos vistos como a través de una especie de caleidoscopio: los
nombres, las historias, las relaciones, los lugares, los aromas, los sabores y las vivencias
se entrelazan en la mente y los sentimientos de Lucio y de Victoria dejando en la boca
sabores dulces y amargos a la vez.
Esta es la razón por la cual no puede pensarse en el legado recibido como una historia
lineal, diacrónica. El corte sincrónico es el que hace falta ver a través del relato. Por eso:
“Hay que pensar, entonces, no en términos de genealogía sino de antigenealogía en el
sentido de que “el devenir familiar a lo largo de los siglos ha demostrado estar más
próximo a los antagonismos que a los acuerdos incondicionales”, lo que significa
asumir la ruptura como “signo de la perpetuación de los linajes y descendencias”10
8
SARACENI, (2008 ), op.cit., p. 14.
9
MAKOWSKI, SARA. (2002) “Entre la bruma y la memoria. Trauma, sujeto y narración” en Perfiles
Latinoamericanos, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, México, Nº 21, p.154.
10
AMADO,ANA y DOMÍNGUEZ, NORA (2004), Lazos de familia. Herencias, cuerpos, ficciones
.Buenos Aires: Paidós . Extraído de SARACENI, op. cit., p.18.
6
Las rispideces, las contradicciones y los conflictos constituyen la contracara de la
armonía pretendida en el relato de la propia historia. Ambos aspectos son igualmente
importantes, quizá el primero aun más notablemente trascendente que el segundo, en
tanto explica las rupturas de la narración.
Un aspecto que resulta de absoluta relevancia en particular en Lucio y en Victoria es el
entrecruce entre la memoria individual y la memoria colectiva porque ésta última es lo
que podríamos llamar la memoria de la historia oficial, ya que ambos son descendientes
de las familias que dieron forma a lo que la Argentina es: su historia familiar es la
historia de nuestro país, sus antepasados están en el origen de la Nación, lo cual es una
carga infinitamente superior y paradojal sobre los hombros de ambos narradores.
Superior, porque están en la mirada de todos los argentinos. Paradojal, porque conjugan
los aciertos y los desaciertos, la responsabilidad y la atribución de derechos, las cargas y
los beneficios, vistos no solo por ellos sino por todos nosotros. Y esto no sólo no pasa
inadvertido por los autores, sino que es una variable esencial para comprender la forma
y el contenido de estas producciones.
Por otra parte, a la luz de ese triple encuentro – de los autores con su propia historia, de
las historias privadas con las historias públicas y de los autores con las historias
públicas- se realiza la deconstrucción y posterior reconstrucción de las identidades.
Al decir de Saraceni :
“Es en el cruce entre recuerdo personal y colectivo, entre la dimensión privada e íntima
de la memoria y la dimensión pública y social donde las identidades se arman y
desarman, negocian sus relatos y revelan sus fisuras para asumirse como un nosotros
problemático”11
.
Lo cual no debe pensarse como un proceso ajeno a la voluntad del individuo, sino por el
contrario. De manera conciente e inconsciente, Lucio y Victoria realizan una
construcción, una tarea crítica de preparación y adaptación que da como resultado la
adscripción a una herencia recibida, ya se trate de lo afectivo como de lo simbólico, lo
cultural, lo social o lo familiar .
Ahora, ¿Cómo se encuadra la herencia en el marco de la memoria?
Para Foucault “ Seguir el hilo complejo de la procedencia es, al contrario, conservar lo
que ha sucedido en su propia dispersión: localizar los accidentes, las mínimas
desviaciones – o al contrario los giros completos-, los errores, las faltas de apreciación,
los malos cálculos que han dado nacimiento a lo que existe y es válido para nosotros; es
descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos no hay ni el ser ni la
verdad, sino la exterioridad del accidente (...) la búsqueda de la procedencia, no
fundamenta, al contrario, agita lo que se percibía inmóvil, fragmenta lo que se pensaba
unido; muestra la heterogeneidad de lo que imaginábamos conforme a sí mismo”12
11
SARACENI, op. cit., p. 16
12
FOUCAULT,MICHEL (2000),“Nietszche, la genealogía, la historia”, Valencia: pretextos. p.27-29
7
La historia contada por Lucio y Victoria es precisamente eso: el encuentro con lo que no
conocemos, o con que lo que conocemos no es lo que somos, la complejidad del ser es
apenas vislumbrada en el accidente de la anécdota, del episodio o del registro
mnemónico, la evidencia de que se trata de un universo oculto y de una dificultad
inasible para cada uno, pero que está ahí aun en construcción, en constante movimiento.
La herencia , aquella que nos remite al origen, en este caso tanto personal como
nacional, requiere ser reconstruida a través del relato autobiográfico, con el auxilio de la
memoria. Ese origen no está cerrado sobre sí mismo, sino que mediante la
reconstrucción que se realiza en el relato, vuelve a fabricarse, a elevarse sobre su
“prehistoria” , es decir aquello sobre lo que se sustentan los hechos (motivaciones,
razones adjudicadas, hechos previos) y su “posthistoria” (consecuencias, hechos
posteriores, secuelas).
Ocampo diría a este respecto:
“La interpretación de mis primeros recuerdos depende, desde luego, de lo que yo creo
ver en ellos. Pero los recuerdos en sí no dependen de mi voluntad, no han sido
deliberadamente seleccionados. Mi memoria me los impone. Sobre este punto no puede
haber duda posible. Ni rastro de whishful thinking.”13
Y en este comentario se revela un rasgo del carácter de la autora: honestidad. No da por
sentado que el entrecruce de sus recuerdos y la interpretación que realiza de los mismos
son idénticos. Reconoce la diferencia entre ambos aspectos del registro mnemónico.
Podríamos afirmar que el origen se asemeja a un remolino en el trayecto de la vida que
inflama la materia que se está formando y debe ser tomado desde dos ángulos: por una
parte, es una restitución y por la otra es algo abierto, en constante reevaluación y
reconstrucción y que, por lo tanto, se encuentra inconcluso.
Ahora bien, esta herencia, no sólo construida en la práctica de la vida de los actores,
reconstruida en los recuerdos, enlazada con la memoria colectiva, es recuperada al
producir el relato autobiográfico. Aquí es vuelta sobre sí misma en el acto mismo de la
escritura. Saraceni habla de una herencia que se escribe a sí misma y utiliza la mano del
autor como vehículo para volver a la vida.
“La herencia que se cree poseer por haberla recibido de los antecesores es la herencia
que se obtiene escribiendo, es el efecto que los espectros producen al ser convocados
por el sujeto que escribe; es el legado que se escribe a sí mismo en la medida en que se
asume como objeto perdido que está con-en el narrador como gesto de escritura y como
posibilidad de reescritura y corrección del pasado”14
13
OCAMPO (1979), op.cit., p. 66
14
SARACENI (2008) op. cit., p. 83
8
EL RELATO AUTOBIOGRÁFICO COMO PROCESO ARTICULADOR Y
CONFORMADOR DE LA IDENTIDAD.
Una de las formas de mirar la narración autobiográfica es entenderla como herramienta
que construye identidad. Significa pensar la identidad como un producto del discurso,
transformado en instrumento que articula los elementos que se encuentran dispersos en
la memoria y en lo afectivo del autor.
Conciente de esta complejidad, Victoria expresa:
“también a mí me hubiera aliviado hablar en tercera persona de mí misma, no sólo por
las ventajas que ofrece (especialmente si uno habla de sí mismo en esa tercera-primera-
persona que son tan a menudo las novelas y cuentos) sino porque me siento, por
momentos, tan lejos de cierta mi misma como lo puedo estar del pelo que han cortado y
barren en la peluquería, o de la uña que me limo y vuela al aire hecha polvo. Yo no soy
“aquello”, lo perecedero que formó parte de mi y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo
otro. Pero ¿qué?”15
Roland Barthes y Paul Ricoeur hablan también del carácter configurador de la
narración y de cómo la identidad es una construcción discursiva, un relato que pone en
escena la temporalidad de una vida y que está poblado de voces, silencios, recuerdos de
otros, ‘tramas de genealogías y generaciones’ que le otorgan al sujeto un saber y una
imagen de sí mismo”16
Nuevamente la sinceridad de Ocampo le obliga a poner en palabras la influencia de los
recuerdos en la construcción de la identidad, en este caso habla acerca del carácter:
(refiriéndose a la memoria) “ Ha de dibujar el carácter de un ser, pues evidentemente
recordamos siempre lo que ha causado el mayor impacto o lo que queda asociado a una
circunstancia que lleva una máscara.”17
De este modo es posible pensar la memoria y la identidad sospechando que el discurso
–la representación- no siempre está describiendo lo “real”, sino que desarticulando los
significados y reconstruyendo el sentido, la memoria puede articularse de otra manera y
la herencia ser interpretada también bajo una óptica diferente. Aquí es donde juega el
papel fundamental la subjetividad del autor.
La escritura se convierte entonces en el elemento que revela la configuración que el
autor le da a su herencia. Es el material que une lo distante, pero es un material poroso
que al mismo tiempo permite el paso del sentido de las cosas y otorga así la posibilidad
de nuevas significaciones.
Por eso ambos autores nos advierten al comienzo de sus relatos una especie de disculpa
por la fragmentación de los mismos.
15
OCAMPO (1979), op. cit., p. 61
16
ARFUCH, LEONOR (comp.) (2002), “El espacio biográfico: dilemas de la subjetividad
contemporánea”, Buenos Aires: F.C.E.,2002
17
OCAMPO (1979) op. cit., p. 65
9
Lucio intuye que el relato es parcial y acotado, condicionado por las impresiones
sensibles y por la opinión y la palabra de los otros. Excluye el aspecto subjetivo y la
reconstrucción que él mismo, de manera inevitable, realiza de su historia.
Victoria, por su parte, deja en claro su esmero conciente por la exactitud en la narración
de los recuerdos, y también vislumbra que dejan paso sólo a porciones de la realidad
que fue, al realizar una analogía del relato con la anatomía que se visualiza en un
estudio médico:
“Estas páginas se parecen a la confesión en tanto que intentan explorar, descifrar el
misterioso dibujo que traza una vida con la precisión de un electrocardiograma. No veo
por qué ha de ser más fidedigno uno que otro para el diagnóstico de un ser y de la
época en que le tocó vivir.
No sé si fracasará mi plan porque, como observa Aldous Huxley, en el arte ( y para que
la cosa escrita cobre vida ha de ser arte o será nonata) no bastan la sinceridad, la
voluntad, la perseverancia, la honestidad intelectual: hace falta talento”18
Producir un relato autobiográfico revela una preocupación por el origen, buscar qué
huellas están presentes en la vida propia de aquello que ya no se encuentra en presencia
visible, entender lo que somos, lo que podemos ser, la moratoria que hemos recibido por
pertenecer a determinada herencia. Hablamos de moratoria porque tenemos que
considerar que el legado al que pertenecemos nos acompaña toda nuestra vida y la
deuda es permanente.
“Escribir hacia atrás significaba no solamente una preocupación por el origen y su
sentido, sino también un rastreo de los procesos que hacen posible que el atrás siga
teniendo efectos en el presente a través de su manifestación como deuda que hay que
asumir y como fantasma que nos interpela para recordarnos el legado al que
pertenecemos, la genealogía de donde venimos, la responsabilidad que tenemos ante esa
pertenencia. Esta indagación sobre la herencia fue revelando el carácter deficitario que
la constituye, es decir, la imposibilidad de una apropiación plena de lo que ésta
lega...”.19
El pasado, entonces, se transforma en un hecho creado, re-creado a partir de la voluntad
del narrador. No existe antes de ser extraído de la memoria y puesto en palabras,
tornándose legible a partir de ese momento.
18
OCAMPO (1979), op. cit. , p. 59
19
SARACENI (2008), op. cit., p. 206
10
MÚLTIPLE PERTENENCIA, COMPLEJA REALIDAD
La situación social y económica impuso sobre ambos escritores la pertenencia a muchos
lugares a la vez, por adscripción geográfica, pero también ideológica y cultural. La alta
sociedad argentina del siglo XIX y comienzos del XX valoraba la cultura francesa e
inglesa frente a la herencia española, de la cual renegaba.
Por parte de Lucio, la carrera de las armas y la política constituyeron la poderosa
herencia que recibió de su padre y abuelo. El compromiso con los intereses de la
incipiente Nación, estipuló la tarea de mayor relevancia que le fue asignada. Esto no
impidió – sin embargo- que su vida se desarrollara en los más diversos escenarios. Se
desempeñó no sólo en el campo de batalla, sino además como diplomático, diputado,
periodista, viajero y escritor entre otras actividades de una vida muy ajetreada y
prolífica.
Por su parte, sobre Victoria pesaba el mandato impuesto a las señoritas de familias
distinguidas: convertirse en esposa de un reconocido “partido” y destacarse por sus
habilidades sociales en su entorno – desde la perspectiva de la High Society argentina
del momento- objetivo que más adelante se frustró con su separación y su vocación de
escritora.
Se consideraba que los hijos de las familias ‘importantes’ debían adquirir conocimientos
generales que los prepararan para cumplir estos roles. Lucio realizó estudios formales,
situación que Victoria no compartió, teniendo profesores particulares y una educación
sumamente selectiva.
El aprendizaje de los idiomas inglés y especialmente el francés era fundamental . Por
ello, ambos escritores los manejaban con destreza. Particularmente, la relación de
Victoria con los idiomas es muy interesante, ya que su primera lengua fue el francés,
viviendo en la Argentina. Esta característica es muy curiosa de analizar y lo haremos
más adelante.
Ambos escritores pasaron largos períodos de sus vidas en París. Todo lo francés era
considerado mejor, culto, verdaderamente importante y deseable. París era sin duda la
‘ciudad luz’ en todos los aspectos, por sobre cualquier otra, aún y significativamente
sobre Buenos Aires.
Esta compleja pertenencia a varios sitios a la vez – característica de las clases altas
porteñas de la época- otorga una configuración diferente a la personalidad de estos
escritores. En cierto sentido, semejaban la realidad actual, aunque las motivaciones sean
un tanto diferentes: por parte de ellos, mandato social; hoy, necesidad impuesta por el
mercado mundial y la globalización.
11
“la tensión entre lo nomádico y lo sedentario revela la necesidad de plantear formas de
pensamiento conscientes de la contradicción que constituye la identidad como
subjetividad en proceso y en movimiento”20
La educación “a la europea” que ambos escritores recibieron en sus primeros años, les
generó esta doble pertenencia. Compleja por demás teniendo en cuenta que el amor a la
patria era un valor muy desarrollado en estas familias. La lucha por la constitución del
estado- nación se desarrolló en el seno de las mismas. Por un lado la independencia de
España, por otro imitar la cultura francesa. Argentina siempre estaba por debajo – en
cuanto al desarrollo del pensamiento, de la cultura, del refinamiento- de Francia.
Los viajes a Europa que realizaban estas familias eran de aproximadamente dos años de
duración. Cómo viajaban el grupo familiar completo, y aun extendido hacia tías, tíos,
sirvientes, institutrices, etc., se daba un fenómeno de “continuidad” de la rutina
hogareña.
Lucio viajó a Europa por primera vez a los 18 años. Previamente había recibido
educación formal como mencionábamos anteriormente, aunque fue un alumno díscolo y
su madre lo cambió varias veces de escuela. Ya adolescente aprendió el francés y las
lenguas clásicas. Por estos motivos, la relación con los idiomas distintos a la lengua
materna, fue la de adopción de otros lenguajes.
En el caso de los Ocampo, si aquí en Buenos Aires se iba a Palermo, o a Villa Ocampo
en San Isidro, allí se iba a la Place de la Concorde, o de París se viajaba a Londres.
Es Victoria quien describe con mayor precisión en los detalles sus sentimientos acerca
de las partidas y las llegadas, el cambio de sensaciones a medida que transcurre el
tiempo en uno y otro lugar. Estos traslados son vividos como una oposición de
sentimientos, como un choque y una posterior asimilación donde el espacio y el tiempo
se funden dialécticamente resultando en una identidad mucho más compleja y si se
quiere más insatisfecha, en razón de las brechas descubiertas a partir de los cambios.
Iain Chambers en su libro Migración, cultura, identidad (1995), dice que se trata de
concebir la morada “como un hábitat móvil, como una forma de vivir el tiempo y el
espacio, no como estructuras fijas y cerradas, sino como fuentes que incitan a una
apertura crítica (...) de nuestro sentido de la identidad, del lugar y de la pertenencia”. De
aquí que, en la actualidad, la movilidad y el desarraigo constituyan formas de habitar y
de estar en el mundo que muestran en qué medida la oposición entre el ‘aquí-allá’, el
lugar de partida y el de llegada, son una ‘construcción cultural y una consecuencia de
pensar en términos de entidades fijas definidas en formas de oposición” 21
En este sentido, ellos vivieron una realidad adelantada a su época, replicando la
situación del mundo actual, compleja multiplicidad que constituye nuestra
cotidianeidad, y que también fue la suya.
Capítulo aparte merece el tema del manejo de varios idiomas. Teniendo en cuenta que el
lenguaje es constructor de pensamiento y conformador identitario, las múltiples
20
SARACENI (2008), op. cit., p. 115
21
Ibid. p. 112
12
destrezas lingüísticas – escritura, lectura, conocimiento de la literatura, etc- y el manejo
de varias lenguas propicia por una parte un aumento de la capacidad expresiva – en el
caso de Victoria reflejado en el uso que hace de los tres idiomas en su relato
autobiográfico, aunque Lucio también coloca términos y breves citas en francés- y por
otra, abre las puertas a posibilidades de pensar la realidad propia y contextual en un
marco mucho más amplio, confrontando la expresividad rioplatense con la de los anglo
o franco parlantes.
Victoria tuvo una relación muy compleja con los idiomas, ya que su primera lengua fue
el francés, posteriormente incorporaría el idioma materno y el inglés.
Otro detalle valioso es el hecho de que ambos decidieran escribir en español el relato de
sus vidas, recalcando así la lealtad hacia el territorio nacional y hacia la herencia
genealógica, en ambos casos profundamente comprometida con la construcción de esta
nueva Nación.
Gina Saraceni22
desarrolla con claridad la cuestión del manejo de varios idiomas a la vez
y el uso de los mismos para producir literatura:
“...la identidad y el imaginario del sujeto bilingüe se articulan a partir de ‘modos de
entender’ la realidad relacionados con las lenguas que éste habla, lo que complica y a la
vez enriquece el proceso mismo de nombrar el mundo que estará determinado por un
intercambio permanente entre las lenguas implicadas”.
Victoria Ocampo nos cuenta su experiencia al respecto:
“Oíd mortales, el grito sagrado...
Allons enfants de la patrie...
Estos himnos estuvieron entre las primeras canciones que retuve y canté, junto con el
Arrorró mi niño y el Il pleut bergere . Los mezclaba, pues para mí la patria se extendió
pronto más allá de la frontera. No sabía leer. Sabía recordar en dos idiomas, que no
tardaron en ser tres.”23
Esta particularidad otorga la posibilidad de reforzar lo que se dice, darle un significado
más preciso a lo que se espera comunicar. Este fenómeno tan interesante puede
observarse en la autobiografía de Victoria.
Por ejemplo:
“El understatement está reñido con vehemencia patriótica.”24
O en francés:
“”también aprendería yo estas estrofas sin darles importancia. Sin preguntarme qué
forma me ofrecería el destino des les venger ou de les subiré como dice el himno”25
22
Ibid. p. 123
23
OCAMPO (2008), op. cit., p. 8
24
Ibid. p. 7
25
Ibid. p.9
13
La complejización del pensamiento otorga la posibilidad de generar, además de los
espacios propios de cada lenguaje, un tercer espacio que actúa como eslabón entre estos.
Es lo que Saraceni denomina “estar entre-lenguas”:
“... es también el descubrimiento de la lengua literaria que se construye desde ese ‘don
de lengua’ que el sujeto posee y que le permite estar entre-lenguas: espacio de una
escisión inconciliable, lugar imposible y a la vez posible y natural...”26
Ese espacio brinda, a veces, la posibilidad de enmascarar lo que se quiere decir como
adulto acerca de la vivencia pasada. No siempre esto sucede de manera conciente. Los
escritores hallan que hay cosas que solo es posible decir en determinado idioma, y que
si se traducen, pierden su fuerza, su sentido original, su poder.
Por ejemplo:
“Para terminar con este capítulo (aunque tenemos otros skeletons in the cupboard), diré
que Sebastián...” 27
Por otro lado, podría decirse que hablando determinada lengua, cada uno asume un rol
particular que solo puede ser asumido en ese idioma, y de ninguna forma es el mismo
rol que se ocupa cuando se habla otro.
“...cada lengua nos induce a mentir porque excluye una parte de nosotros, excluye una
parte de los hechos, de nosotros mismos; pero en la mentira hay una afirmación y es una
manera de ser en otro momento; muchas lenguas que conviven al mismo tiempo nos
niegan, nos fragmentan, nos diseminan en nosotros mismos.”28
“Je rate ma vie. Presiento que jamás llegaré a ser nada, a cumplir mi destino. Las
circunstancias lo impedirán. Había nacido para el teatro.”29
Es necesario, entonces, reconocer este espacio de entre-lenguas que fragmenta, pero a la
vez conecta. Vincula y separa, deconstruye y construye.
26
Ibid. p. 121
27
ibid.1 p. 30
28
AMATI. MEHLER, J, ARGENTIERI, S. CANESTRI. La babele dell’inconsscio. Lengua madre e
lingue straniere della dimensione psicoanalitica. Milano: Raffaello Cortina Editore, 1990 Citado en
Saraceni, p.124
29
OCAMPO (1983) Autobiografía II. El imperio insular, Buenos Aires: Ediciones Sur. p. 105
14
LA PRESENCIA DE LOS AUSENTES (ANTEPASADOS).
El relato del pasado implica un enfrentamiento con los fantasmas de quienes nos
precedieron en la historia de la vida, quienes nos interrogan a través de su mandato; es
también interpretar los restos de ese pasado para dar respuesta a los interrogantes acerca
de uno mismo y de esos otros que nos interpelan desde el ayer, teniendo en cuenta la
responsabilidad que nos cabe de revivirlos a través nuestra memoria y nuestras palabras.
Plenamente concientes de ello, Victoria y Lucio realizan una semblanza de la vida de
sus ancestros, otorgándoles así un espacio, no sólo en sus vidas, sino además en las
mentes y los sentimientos de los lectores.
Con una belleza de expresión que le es muy propia, Victoria se refiere a ellos:
“Aquellas familias pertenecían a una época que ha cumplido su periplo, con las fallas y
los aciertos, las cualidades y los defectos de su tiempo. Representaban un way of life en
trance de desaparecer ahora. Sus costumbres, sus ideas, sus prejuicios, sus tabúes no son
los nuestros. Tenemos un juego nuevo de costumbres, de ideas, de prejuicios, de tabúes,
aunque nos halague creer que nos hemos librado de ellos sin reemplazarlos.
Aquellos hombres y aquellas mujeres han dado al país – que necesitaba tanto sacrificio
y subsistía entre tanto sobresalto – lo que eran capaces de dar. ¿Qué más puede
exigirse? Han vivido su hora de acuerdo con su conciencia. Yo vivo de acuerdo con la
mía, sin figurarme que una vale más que la otra. No me siento obligada a seguirlos, sino
cuando acepto su credo, y en la medida en que lo acepto”30
Lucio, por su parte, se jacta de su pretendido origen noble31
, aunque tilda de
“chifladuras” a las aspiraciones genealógicas.
Mas allá de las palabras de nuestros escritores, las relaciones transgeneracionales
constituyen un lazo mucho más fuerte de lo que suponemos. Es su propia vida lo que
nos heredan y luego nosotros a nuestros descendientes. La equidad y la justicia en el
seno de las familias son los elementos que se deben tener en cuenta para reconstruir la
dinámica de esos lazos. Estos son valores que recorren los sucesos que se graban en la
memoria y podrían servir como ejes rectores para interpretar el discurso autobiográfico.
Podríamos tomar como ejemplo el relato que Lucio hace de su padre, caracterizándolo
como un secreto unitario en sus memorias, intentando rescribir de acuerdo a estos
valores la historia de la familia o, en el caso de Victoria, el relato de su bisabuelo
Manuel Hermegildo Aguirre de viaje en Estados Unidos en misión diplomática y la
generosidad de sus donaciones al Estado.
30
OCAMPO (1979), op. cit., p. 13-14
31
MANSILLA LUCIO V. (1966), Charlas inéditas, Buenos Aires : Eudeba, p. 102
15
Ann Ancelyn Schûstzenberger32
afirma que cada familia tiene una saga, un relato que
trasmite de generación en generación. Se trata de una novela familiar. Es el espacio
autobiográfico un refugio ideal para replicar esta historia y fieles a este mandato
implícito, Lucio y Victoria nos narran los episodios que, de acuerdo a su memoria, y
también a la memoria familiar, hacen justicia a sus antepasados.
Desde otra perspectiva, los episodios narrados pueden ser tomados, y de hecho lo son,
como un momento fundacional de la historia personal de los escritores. Es por esta
causa que ambos se autointerrogan acerca de la selección de los relatos. Es en función
del papel que representan en la construcción de sí mismos. Muchos de los relatos son
tomados específicamente de esta manera. Recordemos la reflexión que realiza Victoria
acerca del nombre de las calles en el año 1810 que se cruzaban muy cerca del lugar
donde luego nacería ella: Victoria (San Martín) y Ocampo (Viamonte). Ella deja en
claro que no es supersticiosa, pero que sin embargo, piensa que no es una coincidencia
que se dieran los hechos de esta forma. O si se quiere, la atribución de determinados
rasgos de carácter a una u otra rama de la familia y la confluencia de los mismos en el
temperamento de familiares contemporáneos a ella. Aun de sí misma.
LA RELACIÓN CON SUS FAMILIARES CONTEMPORÁNEOS MÁS
CERCANOS
El vínculo con los familiares directos es sumamente interesante, ya que los escritores
‘interpelan’ el fantasma de ese niño o esa niña que una vez fueron, que todavía son de
algún modo.
Los padres de Lucio fueron una pareja peculiar: la madre –Agustina Rozas - era mucho
más joven que el padre, para quien ese era su segundo matrimonio, quién además, al
momento de nacer Lucio ya era abuelo. Lucio se pregunta si su madre estaba enamorada
de su padre o si el matrimonio había sido arreglado. Por otro lado, la historia de la
familia previa de su padre – Lucio Norberto - forma una parte muy importante en la
propia historia del escritor. Menciona a sus hermanastros y el destino que tuvieron, pero
acerca de Polonia Duarte – primera mujer - nos relata la conversación que tuvo con su
padre con respecto a los motivos que lo llevaron a la separación. De esta manera
reivindica veladamente el papel de su propia madre en la saga familiar. Los padres no
convivían bajo el mismo techo y los hijos lo hacían en la morada materna, lo cual
explicaría, de algún modo, la relación más cercana a su madre.
32
. SCHÜTZENBERGER, ANNE ANCELIN (1993), ¡Ay, mis ancestros! Vinculos
transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de traumatismos y
práctica del genosociograma, Buenos Aires: Ediciones Omeba, p. 33
16
Siguiendo a Silvia Molloy33
, esta situación lleva a una confusión de jerarquías, pero sin
duda , el autor se posiciona desde lo afectivo más cerca de su madre. Los roles
masculinos y femeninos se encuentran muy remarcados, no así el rol paterno y materno.
Por momentos parece que en lugar de pararse como hijo de Agustina, lo hace como si
fuese su ‘hermano’. En especial en lo que concierne a la relación con el tío Juan
Manuel, a quien su madre y él mismo llamaban ‘tatita’. La relación con el padre es más
distante, como era costumbre en la época, pero también se lee entre líneas una
admiración y una necesidad de reconocimiento del hijo al general Mansilla.
Victoria, por su parte sólo se cuestiona la profundidad del afecto hacia sus progenitores,
lo que la ha llevado toda la vida a sentir la tensión entre lo que se esperaba de ella y lo
que verdaderamente hizo de sí. Nunca responsabilizó a sus padres, sino a la época y sus
prejuicios sobre quiénes depositó el resentimiento que le traía esta lucha interna, aunque
en determinado momento alude a una ‘tiranía’ del corazón que éstos le impusieron.
Según sus propias palabras los ‘adoraba’34
. Al describirlos, nuevamente hace referencia
a sus antepasados y a las tierras de las que provenían. Se entremezclan los lugares, los
rasgos, las personalidades y los gustos y se confrontan ambas familias – materna y
paterna- buscando cuáles de estos forman parte de su personalidad y además tratando
de responder un precioso interrogante: “¿Por qué soy/somos – mi familia y yo- así?”
El lenguaje de Lucio podría tildarse de simpático, amable, cariñoso . El de Victoria es
nostálgico, meditativo, apasionado.
Sin embargo, en determinado momento de la narración, ambos escritores pintan la
distancia temporal remarcando que se trata de momentos distintos, personas distintas, ni
mejores, ni peores : diferentes. Evitan así la confrontación con los posibles conflictos
que pudieran surgir en la memoria. La búsqueda de un equilibrio y una armonía en la
constitución del Yo se revelan en estos comentarios. Aflora aquí el momento de la
reconstrucción de la identidad, luego del proceso deconstructivo generado por el relato
autobiográfico.
Ambos se criaron en hogares donde además de los familiares, convivían gran cantidad
de empleados y sirvientes. Durante la infancia, los sirvientes ejercieron una gran
influencia en los escritores, casi tanto como los familiares.
Lucio cuenta acerca de sus juegos con el negro Perico y cómo el Tío Tomás – otro
esclavo- lo asustaba para que durmiera, y de qué manera esta sugestión lo acompañó
toda su vida, reflejando que de algún modo ejercían una cierta autoridad sobre los niños
y sin dudas dejaron su huella en la vida de nuestros escritores.
“Aquí aprendí yo a andar a caballo sobre los lomos del negro Perico, que todos los
nietos queríamos a cual más, hijo de un esclavo.”35
33
MOLLOY, SILVIA ( 1988), Recuerdo y Sujeto en Mis Memorias de Mansilla, NRFH, XXXVI, núm.
2, p. 1213
34
OCAMPO (1979), op. cit. , p. 52
35
MANSILLA (1911), op. cit. . p.126
17
Victoria, por su parte nos relata acerca de sus juegos con los hijos de los sirvientes –
Franky, el hijo del sirviente de su madrina, Juancito y Alfredo, que eran negros- , de su
relación con la planchadora Felisa y que en su infancia el piso de los sirvientes era su
preferido, inferimos que por ser un lugar de difícil acceso para la niña Victoria.
También refiere al descubrimiento que realizó acerca de las desigualdades sociales en
ocasión de la mudanza a una nueva y más lujosa casa. Su primera intención fue que
éstas no debían existir. En la ingenuidad de la niñez, se evidencia un credo de justicia.
Con relación a tíos y abuelos, Lucio hace una descripción somera de los lazos de
parentesco, algunas características de personalidad y rasgos físicos. También referencia
su relación individual con ellos – cuando la hubo – y cuando no los conoció o trató en
persona, seguramente los comentarios de su madre y algún otro familiar muy cercano le
dieron una semblanza que trató de volcar en sus Memorias. Es interesante una reflexión
que salta en esta parte de la narración:
El que lo hereda no lo hurta. Algo de eso tengo yo. Me ha hecho mucho mal.”
Este comentario viene luego de mencionar la personalidad de sus abuelos. De algún
modo, el carácter fuerte y espontáneo le ha traído muchas tristezas a lo largo de su vida,
es fácil reconocer esto si nos referimos al episodio con José Mármol en el teatro
defendiendo el honor de su padre, mancillado en su libro Amalia. Al referir su
temperamento en relación a su herencia, comparte la responsabilidad por el mismo con
quienes se lo legaron, al menos intenta justificarlo.
Sin lugar a dudas la gran presencia - en este sentido– en la vida de Lucio, fue la de su
tío Juan Manuel de Rosas. En todos sus escritos refleja una confrontación en cuanto a la
posición que asume con el famoso pariente: por un lado, el afecto y el respeto nacidos
en la infancia y alimentados en la intimidad ; por el otro, las diferencias desde el punto
de vista político, que tienen que ver básicamente con lo público – teniendo que enfrentar
el exilio y la censura de gran parte de la sociedad y de la dirigencia post-rosista.
Además, y sin dudas, los sentimientos de Agustina marcaron poderosamente a su hijo.
Rosas era el Tatita para la madre y para el hijo. Luego, con la madurez vendría otra
visión y otras posturas en relación a tan famoso personaje.
La narración de Victoria es mucho más rica en detalles. En referencia a sus abuelos y
tíos varones, las figuras privadas se entremezclan constantemente con la función
política. Respecto de sus abuelas y tías, la mirada de la niña se cruza con Victoria
adulta. Es por esta razón que se debe efectuar una mirada sincrónica del relato:
precisamente porque es la manera en que el mismo es sentido y en definitiva vivido por
los autores.
En particular, la vida de Victoria está marcada por la presencia de sus tías abuelas
maternas, entre las cuales destaca su relación con su homónima apodada Vitola por la
autora en su niñez. Dice amarla y respetarla por sobre cualquier otra de sus tías. En
ocasión del primer viaje a Europa, el sentimiento de tristeza de la despedida y la
felicidad del reencuentro están asociados sobre todo a la presencia de esta figura
femenina con quien siempre tuvo una especial relación.
18
EL LOCUS FAMILIAR Y NACIONAL
Entremezclados con los recuerdos personales, se cruza la historia de la patria. Más aún,
es importante señalar nuevamente que ambos escritores tuvieron lazos con Juan Manuel
de Rosas. Mansilla – como ya mencionamos- fue su sobrino. Por parte de la autora que
nos ocupa, su abuelo materno Emiliano Casimiro de Aguirre era primo segundo de
Rosas. Pero, como sucedió con la figura de tan notable personaje, las posiciones frente
al mismo son distintas. La de Lucio ya la dejamos asentada. Por su lado, Victoria y su
familia estaban decididamente en contra.
Lucio y Victoria se sentían orgullosos de pertenecer a sus respectivas familias, entre
otras razones, por el papel que desempeñaron en la historia del país. Y este sentimiento
se extiende aún hasta justificar – veladamente- los privilegios que obtuvieron como
consecuencia de ello. Ambos resaltan la valentía de sus antepasados patriotas y asumen
el lugar que ocuparon como merecido. Todas esas familias, como bien lo menciona
Victoria,36
se encontraban emparentadas por lazos de sangre. Formaban una red que
sustentó los comienzos de nuestro país como tal. Vivieron los acontecimientos
nacionales como eventos familiares y viceversa. Ellos eran la Nación.
Citamos dos comentarios que dan fe de esto:
Lucio:
“Nuestros abuelos fabricaban unos hijos de padre y muy señor mío. No hay más que ver
qué nenes hicieron la Independencia, la guerra civil.”
Victoria:
“La patria insignificante que me había tocado estaba in the making. Nacía en una futura
gran ciudad que merecía el nombre de Gran Aldea, todavía. Las familias de origen
colonial, las que lucharon y se enardecieron por la emancipación de la Argentina, tenían
la sartén por el mango justificadamente. Yo pertenecía a una de ellas, es decir a varias,
porque todas estaban emparentadas o en vías de estarlo. Aquellas familias de corte
patriarcal vivían estrechamente unidas por la sangre, la amistad o la enemistad, las
ilusiones o los rencores, las querellas y las reconciliaciones, por la fe en una nueva
nación. Iba yo a oír hablar de los ochenta años que precedieron a mi nacimiento, y en
que los argentinos adoptaron ese nombre, como de asuntos de familia....el país entero
estaba poblado de ecos de fechas históricas con aire de cumpleaños (happy birthday)
caseros, de nostalgias sentidas por quienes me rodeaban y me mimaban.”37
Como mencionábamos al comienzo, estos relatos autobiográficos constituyen dos piezas
literarias únicas para contrastar entre sí y en relación a la historia nacional. Ambas
36
OCAMPO (1979), op. cit. p. 10
37
Ibid. p.10
19
narraciones entretejen la memoria individual, la familiar y la colectiva, contribuyendo
mediante el relato a reforzar la identidad de los narradores como figuras públicas y
también reafirmando el lugar asignado a sus antepasados en la memoria popular.
Aplauden los aciertos, no justifican los errores, pero en muchos casos, el cariño y la
necesidad ocultan la realidad a los ojos de Lucio y de Victoria.
Sylvia Molloy describe con mucha claridad cómo Lucio hace un recorrido tanto
geográfico como temporal al mismo tiempo en su relato, reflejando una continuidad
entre las distintas calles, viviendas, habitaciones, en definitiva convierte al Buenos Aires
de sus recuerdos en un espacio totalmente vinculado, sin interrupciones : va caminando
mentalmente de un sitio a otro sin que ningún límite lo detenga. Parecería que no hay
paredes, puertas o ventanas cerradas.
“... el laberinto mnemónico adquiere realidad topográfica. La consanguinidad refuerza
la contigüidad espacial y las familias se conectan como se comunican las casas:
casamientos entre primos (será el caso del propio Mansilla), familiares que desempeñan
diversos papeles (Rosas, hermano y tatita), la flânerie por las familias no difiere mucho
del paseo por la ciudad.”38
En el caso de Victoria, el relato de los lugares de la infancia se entremezcla con lo que
fueron los lugares en la época de la infancia de sus padres – en particular, su madre- y
se efectúan comparaciones, entre las distintas épocas. La geografía se confunde y a su
vez refleja la personalidad de los seres queridos: las casas de los abuelos, las tías, las de
los padres. Se citan las mudanzas y las impresiones que imprimieron en la mente
infantil. Los aromas, los sabores, los juegos con los primos. La realidad propia se
confunde con la realidad total. La visión del mundo se percibe como única.
Pero además hay un reconocimiento de la autora ya adulta al marco de pertenencia
geográfico de la Argentina como “una parte”39
de su existencia. Reconoce que ha
vivido/pertenecido a otros lugares...
LA MIRADA FEMENINA Y LA MIRADA MASCULINA SOBRE EL PASADO
38
MOLLOY (1988), op. cit. p. 1216
39
OCAMPO (1979), op cit. p. 50
20
El filósofo español Julián Marías sostiene que la estructura empírica40
es lo que hace a
la realidad de la mujer femenina y al hombre masculino. Sostiene que es imposible
disociar lo humano de esta diferenciación, ya que es constitutiva de cada ser.
Sobre esta base, es posible distinguir las miradas de los autores que nos ocupan en el
relato de sus propias vidas. En particular esto se refleja en el trato con los parientes,
tanto femeninos como masculinos de cada uno de ellos. Por ejemplo, Lucio resalta los
valores típicamente masculinos con una nota de admiración subyacente en su padre y su
tío Juan Manuel, en cambio Victoria se enfoca particularmente en la descripción de la
personalidad, gustos y aficiones de sus parientes del mismo sexo. Ambos hablan de
todos, pero lo hacen de forma diferente.
El relato de Victoria se proyecta desde lo afectivo/emotivo. El de Lucio es una mirada
tierna y hasta condescendiente sobre el pasado. El lenguaje de la autora tiene más de
poesía; el de Mansilla es de corte narrativo-descriptivo. Es como si Victoria abriera su
corazón libremente. En cambio Lucio se planta como un observador de su propia
historia. Ambos se reconstruyen desde su particular ontología.
A continuación mencionamos algunos fragmentos de las respectivas historias para
ejemplificar estas diferencias.
Dice Victoria:
“nada tenía sabor todavía a lo mas amargo y lo mas dulce de la vida: los recuerdos. Yo
era una pizarra nueva donde todo se escribía con tiza y se borraba (creía yo,
equivocadamente) con esponja cuando se presentaba algo más divertido que apuntar”.
“Ahora, los recuerdos que me inundan, los de ellos junto con los míos, abrazan (y el
término es exacto) grandes extensiones;...”41
p.12
Y Lucio:
“Hay mucha gente que cree que la calle ‘General Mansilla’ es por mi. Deben salir de su
error. Yo no he dado nombre a nada que sea mi homónimo. Soy algo así como el último
de los mohicanos”.42
LA RELACIÓN CON LOS ADULTOS . LA ENTRADA A LA PUBERTAD.
40
MARÍAS, JULIÁN (1980),La mujer del Siglo XX , Madrid: Alianza Editorial, p. 157
41
OCAMPO (1979), op. cit., p. 12
42
MANSILLA (1911), op. cit., p. 71
21
Durante la infancia, la relación con los parientes cercanos de ambos escritores fue
afectuosa en diferentes formas de acuerdo al contexto de cada familia en
particular, y ya hemos efectuado una reseña al respecto. Pero un aspecto que no
hemos mencionado y que tiene que ver con el enfoque de este trabajo, es el de los
secretos o los silencios presentes en esas relaciones. De alguna manera, ambos
reflexionan al respecto:
Comenta Lucio:
“..no se tiene presente que las paredes tienen oídos, y los mismos padres suelen olvidar
que los niños ni son sordos ni tan distraídos como a veces lo simula su malicia
precoz.”43
En el caso de Victoria, los ocultamientos se ponen de manifiesto no sólo en las palabras,
sino también en el hecho – que por cierto tuvo importancia capital en su vida- de las
prohibiciones, en particular la censura bibliográfica que sobre ella ejercía su madre.
Ejemplo de esto es el episodio de los libros que le regaló en una ocasión su prima
Clarita – mayor que ella- y que tenían algunas partes borradas. Victoria dice:
“ la marca de la pluma, en vez de borrar parecía subrayar aquellas frases y atraía la
atención.¿Por qué habrían tratado de borrarlas?” 44
Y detrás del interrogante, todo un mundo que la niña aún no había descubierto y que
muy pronto saldría a la luz.
Más adelante llegó el momento de la entrada a la pubertad, proceso de descubrimiento y
de dolor.
Para Lucio – y aquí volvemos sobre las diferencias de perspectiva producto del género-
fue un proceso de develación a partir de nuevas sensaciones que tuvieron que ver con
dos aspectos de los cuales hace mención:
Por un lado, el descubrimiento del sexo opuesto. Marías sostiene que el varón es tal en
relación a la mujer45
. Este hecho existe durante toda la vida, pero es en la entrada a la
pubertad donde se produce la toma de conciencia de tal realidad.
“Voy desarrollándome, la metamorfosis se inicia por sensaciones que revelan un
misterio con signos inequívocos...
Estoy dejando de ignorar,...conociendo. Ya leo en las miradas intencionadas o
insinuantes, todo.”46
Más adelante cuenta cómo sus intereses van cambiando y se redireccionan de los juegos
de infancia hacia las tertulias, los encuentros con el sexo opuesto. Nuevamente el autor
define sus preferencias y experiencias, pero no habla de sus sentimientos o sensaciones
en relación con tales episodios.
Por otra parte, todo lo que tiene que ver con el mundo de los adultos, la vida pública de
su familia, lo dicho y lo no-dicho ...
43
MANSILLA (1911), op. cit., p. 253
44
OCAMPO (1979), op. cit., p. 143-144
45
MARÍAS (1980), op. cit., p.161
46
MANSILLA, ibid. p. 287
22
Victoria, en contraste, explica que vive de manera traumática toda experiencia
relacionada a su condición de mujer.
Su primer contacto ocurre en ocasión del nacimiento de su quinta hermana . Allí, ella
comienza a revelarnos la angustia y el miedo que le provocan los cambios físicos que
ocurren en el cuerpo de su madre . Estos sentimientos alimentan su curiosidad, pero
básicamente su rebeldía. Las explicaciones insuficientes, las mentiras y los silencios de
los adultos la condujeron a tales estados emocionales. Lo mismo sucede en ocasión de
su primera menstruación. No había recibido ningún tipo de consejo y cuando llegó, las
explicaciones fueron superficiales y ante todo apuntaban a la actitud que ella debía
tomar frente a lo que le sucedía con relación a las personas. Su madre le hablo de “eso”
y le dijo que no debía mencionarlo frente a los varones, además de enumerarle las
restricciones a las que debía someterse en adelante cuando “eso” se repitiera cada mes.
Nuestra escritora nos cuenta que intuyó que estaba vinculado a los nacimientos y le
ocasionó tal rechazo que se dijo a sí misma que jamás tendría un hijo. Nuevamente lo
no dicho, los tabúes y los prejuicios hicieron su aparición, dejando una secuela de
vergüenza, miedo y rebeldía en la púber Victoria.
“... Me sentí, de pronto, como aprisionada por una fatalidad que rechazaba con todas
mis fuerzas. ¡huir! Pero ¿cómo huir de mi propio cuerpo? Algo inexplicable me estaba
pasando, ajeno a mi voluntad.”47
CONCLUSIONES : EL MANDATO FAMILIAR. LA RE-CONSTRUCCIÓN DE SUS
VIDAS A TRAVÉS DEL RECUERDO.
Ambos autores reflejan la conciencia de ser en parte por lo que se ha heredado. Por esta
razón ninguno de ellos concibe realizar un relato propio sin partir de los antepasados.
Las razones son múltiples.
Por un lado, una necesidad de contextualizar-se en un grupo humano particular, siendo
“parte de” y aun así, siendo diferentes al resto. Una lectura ligera podría llevarnos a
pensar – al leer los relatos que Lucio y Victoria hacen de sus antepasados- a una
búsqueda de legitimidad social . Pero este argumento pierde peso – al menos en el caso
de Victoria- cuando recordamos que su autobiografía fue – por su expreso pedido-
póstuma. Si nos atenemos a los argumentos esgrimidos por ambos autores, el objeto es
47
OCAMPO (1979), op. cit., p. 147
23
un reconocimiento. Entendemos por tal un registro, inspección, examen. Pero también
agradecimiento48
.
Ambos escarban en las vidas de los antecesores “ilustres”, buscando evidencias de una
conducta noble o algún “blasón” recibido, quizá como evidencia aún más remota de un
proceder destacable .
El caso de Victoria es muy interesante, ya que apela a todos los recursos explicitados
anteriormente: en su relato se entretejen la memoria propia, los recuerdos de la familia,
la historia documentada, y aun la subjetividad de la autora. Dedica un capítulo a la rama
Ocampo, otro a la rama Aguirre, y un tercero llamado mezcla, donde nos habla de sus
parientes más cercanos en el tiempo.
En dichos relatos deja constancia del origen de la familia, los cargos públicos más
importantes que ocuparon, las tareas que realizaron, los blasones que trajeron de
Europa. Además narra experiencias curiosas y otras que dan cuenta del carácter de los
involucrados, de las relaciones que se establecieron y de los posibles motivos – desde el
punto de vista de la autora- que los llevaron a actuar. Una vez más se esfuerza por ser
honesta, lo cual no impide que su punto de vista sea parcial e impregnado de
sentimientos y de prejuicios de clase.
Pero en particular interesa por qué su memoria seleccionó de determinado modo y
determinados relatos, ya que esto está vinculado con la conformación de su identidad.
En tal sentido seleccionamos dos de ellos. El que concierne al viaje de su bisabuelo,
Manuel Hermenegildo de Aguirre a Estados Unidos en misión diplomática y comercial
en 1817, enviado por San Martín, O´Higgins y Pueyrredón, Director Supremo en ese
entonces “...para negociar con Monroe el reconocimiento de nuestra independencia. Le
habían encargado, además la compra de barcos y armas destinados a la expedición de
Perú.”49
Manuel Hermenegildo pudo comprar los barcos, pero no obtuvo ningún tipo de
reconocimiento. Victoria se identifica mucho con este personaje, y en esta ocasión
establece un paralelo entre su vida y la misión de su antepasado: soñó con traer otros
veleros y otras armas - la cultura, la literatura- y de “justificar” así su vida.50
Otro relato que emerge es la descripción de algunas de las mujeres que figuran en su
árbol genealógico, buscando los puntos en común que pudo encontrar consigo misma.
Por ejemplo, la indígena Águeda – casada con Domingo Martínez de Irala - ; la historia
de Rita Dogan, antepasada de origen irlandés de Ramona, la madre de Victoria; o la
historia de Florentina Ituarte, hermana de su bisabuela Victoria .
Schutzenberger dice “... siento, en alguna parte de mi, que soy lo que soy justamente
por mis raíces múltiples, que se sumergen en varias culturas, lenguas y tradiciones.”51
Es lo que Victoria refleja en sus escritos.
La búsqueda de sentido está presente a lo largo de todo el relato.
48
(1997)Diccionario Sopena de Sinónimos, Editorial Sopena, Buenos Aires.
49
OCAMPO (1979), op. cit., p. 35-37
50
Ibid. p. 15
51
Ibid. p. 34
24
Lucio no manifiesta un interés tan marcado por sus antepasados remotos, solo refiere
como al pasar que posee escudo de armas por parte de los Ortiz de Rozas y menciona a
los Beccar quienes son parientes de los Mansilla de “fina catadura” según palabras de su
madre, que él repite. Así, se posiciona en un afuera de la línea que se concibe de sangre
legítima en la historia de su árbol genealógico. Intenta demostrar que no le da
importancia a estos aspectos de su herencia.
Freud, en Tótem y Tabú sostiene que “ Si los procesos psíquicos de una generación no
se trasmitieran a otra, no se continuaran a otra, cada una estaría obligada a recomenzar
su aprendizaje de la vida, lo que excluiría todo progreso y todo desarrollo...”52
Resurgen en este punto nuevamente las distintas actitudes frente a su historia, la
apertura y locuacidad de Victoria frente al ocultamiento y el silencio de Lucio. Sin
embargo, ninguno de ellos puede evitar ocupar un lugar dentro de la historia de sus
familias, heredando características y reproduciendo el sitio que cada una de ellas ocupa
en la historia y en la sociedad: el lugar decisorio, el lugar de los que dominan.
A través de este trabajo, hemos intentado arrojar un pequeño rayo de luz sobre el peso
de la herencia en las vidas de Lucio y Victoria. Sus autobiografías revelan para
nosotros ese conocimiento . Se trató de dos personajes de las letras argentinas cuya
historia familiar se filtra a través de cada palabra, de cada silencio, de cada
pensamiento, de cada hecho volcado en sus memorias. Se contaron a sí mismos y se
encontraron en el trayecto. Nos queda a nosotros desentrañar aún gran parte de la
riqueza escondida detrás de sus palabras.
Bibliografía
ARFUCH,LEONOR (comp.) (2002), “El espacio biográfico: dilemas de la
subjetividad contemporánea”, Buenos Aires: F.C.E.,2002
52
Freud, Sigmund (1913), Totem et Tabou, París: Payot, 1965, PBP: 181-182
25
FOUCAULT, MICHEL (2000), “Nietszche, la genealogía, la historia”, Valencia:
pretextos.
MANSILLA, LUCIO V. (1911),“Mis Memorias”, París: Editorial Garnier.
MAKOWSKI, SARA (2002), “Entre la bruma y la memoria. Trauma, sujeto y
narración” en Perfiles Latinoamericanos, Revista Latinoamericana de Ciencias
Sociales, México, Nº 21.
MOLLOY, SYLVIA (1988);”Recuerdo y sujeto en Mis Memorias de Mansilla”,
NRFH,XXXVI, núm. 2, 1207-1220
OCAMPO,VICTORIA (1979) Autobiografía I “El Archipiélago”,1° Edición , Buenos
Aires: Ediciones Sur.
(1980) Autobiografía II “El Imperio Insular”, 3° Edición, (1983), Buenos Aires:
Ediciones Sur.
SARACENI, GINA (2008)“Escribir hacia atrás”, herencia, lengua, memoria ,
Tesis/Ensayo ,1° Edición, Buenos Aires: Beatriz Viterbo Editora.
SCHÜTZENBERGER, ANNE ANCELIN (1993),“¡Ay, mis ancestros!”Vínculos
transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de
traumatismos y práctica de genosociograma, (2006) 4° Edición en español, Buenos
Aires: Editorial Omeba.
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Dos escritores argentinos y su herencia familiar

  • 1. “Cultura, Sociedad y Representaciones Literarias: Argentina 1890-1910” ENSAYOENSAYO LUCIOLUCIO V.V. MANSILLA Y VICTORIA OCAMPOMANSILLA Y VICTORIA OCAMPO Dos escritoresDos escritores argentinos frente aargentinos frente a su herenciasu herencia familiarfamiliar Lic. Silvia Alejandra Caniffi Año 2010 1
  • 2. Índice Presentación 4 Literatura, herencia y memoria 9 El relato autobiográfico como proceso articulador y conformador de la identidad 11 Múltiple pertenencia, compleja realidad 15 La presencia de los ausentes (antepasados) 16 La relación con sus familiares contemporáneos más cercanos 19 El locus familiar y nacional 21 Mirada femenina y mirada masculina sobre el pasado 22 La relación con los adultos. La entrada a la pubertad. 23 Conclusiones: El mandato familiar. La re-construcción de sus vidas a través del recuerdo. 26 2
  • 3. INTRODUCCIÓN El presente trabajo intenta reinterpretar a la luz de nuevas significaciones las autobiografías de dos grandes escritores que ha dado la Argentina: Lucio Victorio Mansilla (Buenos Aires, 29 diciembre 1831- París 8 octubre 1913) y Ramona Victoria Rufina Epifanía Ocampo Aguirre (Buenos Aires, 7 abril 1890 – 27 enero 1979) La selección de estos autores se realizó teniendo en cuenta las similitudes y diferencias que es posible encontrar en el recorrido de ambas vidas. Como factores en común, podemos decir que ambos formaron parte de la élite rioplatense por herencia familiar y por condición económica y cultural. Tuvieron la capacidad y la pasión por escribir. Fieles a sí mismos, desenfadados, fueron dos personalidades magnéticas que superaron el paso del tiempo. Por esas tretas de la vida, compartieron el segundo nombre – Lucio Victorio y Ramona Victoria- , teniendo además la capacidad de vivir con intensidad y a su propia manera. Por otra parte, también descubriremos las desigualdades que existen entre ambos en cuanto a su mirada hacia el pasado, sus recuerdos, su infancia y la entrada en la adolescencia. Nos interesa particularmente cómo sus autobiografías testimonian la forma en que se pensaron a sí mismos y la imagen que proyectan de su entorno familiar y de sus antepasados. Lucio y Victoria frente a su herencia. Ni delante, ni detrás: revisando sus recuerdos para confrontar sus respectivas historias, intentando re-construirse al mirarse en el espejo de sus personales relatos. Desentrañar ese reflejo es el anhelo que nos motivó a concretar este proyecto. 3
  • 4. LITERATURA, HERENCIA, MEMORIA La literatura constituye un canal por el cual estos dos particulares personajes vehiculizaron la necesidad de trascender, el espacio en el cual volcar sus sentimientos más profundos y otorgar reconocimiento a sus recuerdos y a los seres que formaron parte de sus vidas, ya sea en presencia o en ausencia -en el caso de sus antepasados- aspectos éstos que dan forma a la identidad individual de Lucio y de Victoria, así como a la de cada uno de nosotros. El género autobiográfico posee una riqueza de sentido única. Es la manifestación escrita de una necesidad de reordenar la memoria para re-construirse en el espacio de las palabras, para re-conocerse en la mirada de los otros, para mostrarse y esconderse, para re-significarse. “Merleau-Ponty afirmaba que en todo lenguaje literario las palabras nos alcanzan, no en razón de las significaciones de léxico que les están asignadas en el lenguaje común, sino en razón de relaciones de sentido más carnales, a causa de halos de significación que deben a su historia y a su uso a causa de la vida que llevan en nosotros, y nosotros en ellas, y que desemboca, de vez en cuando en esos azares llenos de sentido que son los grandes libros”1 Es bajo esta perspectiva que las autobiografías pueden reinterpretarse: saber qué significación adquieren las palabras que nombran, definen y adjetivan el entorno que dio vida a las historias individuales. Asimismo, la literatura es el lugar que Lucio y Victoria encontraron para descubrirse a la luz de la memoria, para otorgarse a sí mismos y para otorgar a sus seres queridos -a quiénes formaron parte de sus vidas en el ayer y aun más atrás, a quiénes les legaron en ausencia- un reconocimiento y la posibilidad de la trascendencia a través de las palabras. Es el espacio que les permitió poner en escena la importancia de los lazos afectivos, con su doble dimensión “de vínculos de sujeción y atadura y de separación y corte para señalar la responsabilidad que tiene el sujeto en su relación con el otro y frente a su demanda...”2 Estos relatos autobiográficos revelan el contenido subjetivo, las emociones, los sentimientos y los sentidos que se hallan presentes en la experiencia del pasado, otorgándole a la memoria una doble dimensión: por un lado la creación artística – ya que toda obra literaria es obra de arte- y por otro, un acto de responsabilidad ética frente a la deuda que implica la herencia recibida. 1 VITTORI, JOSÉ LUIS (1979)“El escritor, medio y lenguaje”, Buenos Aires, Ediciones Castañeda, p.125-126 2 SARACENI, GINA (2008), “Escribir hacia atrás”, herencia, lengua, memoria , Tesis/Ensayo, Beatriz Viterbo Editora, Argentina, p. 35 4
  • 5. Por otra parte, la escritura también implica “avanzar regresando”3 , ejercicio en el cual se cuestiona el mismo recorrido que implica trasmitir y recibir una herencia. El entorno literario, es decir el lugar donde escribir, tachar, corregir, volver sobre lo vivido, implica al mismo tiempo la posibilidad de cambiar sobre la repetición: por un lado la variación de la propia historia en la modificación del recuerdo – de acuerdo a la mirada del autor- y por otro la reconstrucción de la identidad individual, a partir de este ida y vuelta producto del ejercicio de la memoria y la escritura. La idea de la literatura como espacio de repetición y reescritura, donde volver sobre lo mismo implica variación y diferimiento, como relato donde “todo cambiaba – cambia- mientras al mismo tiempo se repite, donde cada presente sucesivo era la condensación del pasado y donde la mención – narración- de cada suceso implicaba al mismo tiempo la modificación de la historia.”4 Y esta modificación de la historia es, por tanto, modificación de uno mismo, descubrimiento y reconstrucción de la identidad. Lucio y Victoria develan en las primeras reflexiones que ponen en palabras un atisbo de este proceso: Dice Lucio: “De lo que principalmente va a tratarse, según se irá viendo a medida que avancemos al través del laberinto mnemónico, no es de lo que yo he pensado, sino de lo que ha pasado bajo el dominio de mis sentidos, como regla general, a la que habrá que agregar lo que me han contado. Así es cómo, cual hilo de Ariadna en el Laberinto, hemos de tener, en ciertos casos, sino toda la explicación de algunos fenómenos atávicos, el tenue vínculo que liga a los que ya se han ido con los que no se han ido todavía, o sea la clave, por medio de éstos, de algunas peculiaridades de aquellos”5 . Y Victoria afirmaba : “ ¿Porqué tal recuerdo y no otro? Este es el gran enigma que no ha sido resuelto. Esa elección que se produce, involuntaria como el parpadear cuando se nos entra una nada de polvo en el ojo, ha de estar ligada a la marea baja o alta del inconsciente (¿o subconciente?), a sus flujos y reflujos.”6 Y además: “Yo podría ponerle como título a mis Memorias la divisa de María Estuardo, usándola al revés: ‘en mi comienzo está mi fin.’”7 3 Ibid. p 35 4 Ibid. p. 67 5 MANSILLA, LUCIO (1911), Mis Memorias, París: Ediciones Garnier. 6 OCAMPO, VICTORIA, (1979), Autobiografía I El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Sur, p. 65 7 OCAMPO, (1979), op. cit., p. 65-66 5
  • 6. Surge así, en las propias palabras de los autores, la cuestión de la relación personal de ambos con sus pasados, sus remembranzas, antepasados y familias y cómo la presencia de éstos se halla viva en la historia personal de cada uno, en sus vivencias, su personalidad, el contexto en el que se desenvolvieron sus respectivas vidas y en la formación siempre en movimiento de su identidad individual. Gina Saraceni (2008) describe el modo en el que la identidad es influida por los ascendientes, y como éstos permanecen siempre, de un modo u otro, en la vida de sus predecesores: “...se trata de reflexionar sobre la relación que los vivos tienen con los muertos a partir de la idea derridiana del espectro como presencia de lo ausente, como reaparición de algo que dejó de estar, pero que sigue estando, como algo que ya fue y todavía no es: suerte de presencia anacrónica, de aparición intempestiva que desajusta y articula la contemporaneidad mostrando su deuda con el pasado, su actualidad inactual”.8 En este proceso, la memoria juega un rol esencial. Y en este caso debe ser entendida, no solo como la memoria visible de cada uno, sino también por la memoria del inconsciente y además la memoria colectiva. Tendremos en cuenta todas estas manifestaciones del fenómeno mnemónico. Pero queremos destacar que la interacción de todas estas formas que adopta, sus quiebres, choques, acuerdos y desacuerdos, constituyen quizá el campo más rico para indagar en la vastedad de la herencia recibida. Para Vincent de Gaulejac, “cada individuo es depositario de la totalidad o de una parte de la memoria familiar a partir de lo que ha visto, escuchado, vivido, y de lo que le fue trasmitido a partir de objetos, testimonio o relatos. La herencia familiar condiciona, de manera consciente o inconsciente, las orientaciones, las elecciones, las inclinaciones”.9 Por esta causa, en los relatos autobiográficos que nos ocupan se encuentran conjugados todos estos elementos vistos como a través de una especie de caleidoscopio: los nombres, las historias, las relaciones, los lugares, los aromas, los sabores y las vivencias se entrelazan en la mente y los sentimientos de Lucio y de Victoria dejando en la boca sabores dulces y amargos a la vez. Esta es la razón por la cual no puede pensarse en el legado recibido como una historia lineal, diacrónica. El corte sincrónico es el que hace falta ver a través del relato. Por eso: “Hay que pensar, entonces, no en términos de genealogía sino de antigenealogía en el sentido de que “el devenir familiar a lo largo de los siglos ha demostrado estar más próximo a los antagonismos que a los acuerdos incondicionales”, lo que significa asumir la ruptura como “signo de la perpetuación de los linajes y descendencias”10 8 SARACENI, (2008 ), op.cit., p. 14. 9 MAKOWSKI, SARA. (2002) “Entre la bruma y la memoria. Trauma, sujeto y narración” en Perfiles Latinoamericanos, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, México, Nº 21, p.154. 10 AMADO,ANA y DOMÍNGUEZ, NORA (2004), Lazos de familia. Herencias, cuerpos, ficciones .Buenos Aires: Paidós . Extraído de SARACENI, op. cit., p.18. 6
  • 7. Las rispideces, las contradicciones y los conflictos constituyen la contracara de la armonía pretendida en el relato de la propia historia. Ambos aspectos son igualmente importantes, quizá el primero aun más notablemente trascendente que el segundo, en tanto explica las rupturas de la narración. Un aspecto que resulta de absoluta relevancia en particular en Lucio y en Victoria es el entrecruce entre la memoria individual y la memoria colectiva porque ésta última es lo que podríamos llamar la memoria de la historia oficial, ya que ambos son descendientes de las familias que dieron forma a lo que la Argentina es: su historia familiar es la historia de nuestro país, sus antepasados están en el origen de la Nación, lo cual es una carga infinitamente superior y paradojal sobre los hombros de ambos narradores. Superior, porque están en la mirada de todos los argentinos. Paradojal, porque conjugan los aciertos y los desaciertos, la responsabilidad y la atribución de derechos, las cargas y los beneficios, vistos no solo por ellos sino por todos nosotros. Y esto no sólo no pasa inadvertido por los autores, sino que es una variable esencial para comprender la forma y el contenido de estas producciones. Por otra parte, a la luz de ese triple encuentro – de los autores con su propia historia, de las historias privadas con las historias públicas y de los autores con las historias públicas- se realiza la deconstrucción y posterior reconstrucción de las identidades. Al decir de Saraceni : “Es en el cruce entre recuerdo personal y colectivo, entre la dimensión privada e íntima de la memoria y la dimensión pública y social donde las identidades se arman y desarman, negocian sus relatos y revelan sus fisuras para asumirse como un nosotros problemático”11 . Lo cual no debe pensarse como un proceso ajeno a la voluntad del individuo, sino por el contrario. De manera conciente e inconsciente, Lucio y Victoria realizan una construcción, una tarea crítica de preparación y adaptación que da como resultado la adscripción a una herencia recibida, ya se trate de lo afectivo como de lo simbólico, lo cultural, lo social o lo familiar . Ahora, ¿Cómo se encuadra la herencia en el marco de la memoria? Para Foucault “ Seguir el hilo complejo de la procedencia es, al contrario, conservar lo que ha sucedido en su propia dispersión: localizar los accidentes, las mínimas desviaciones – o al contrario los giros completos-, los errores, las faltas de apreciación, los malos cálculos que han dado nacimiento a lo que existe y es válido para nosotros; es descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos no hay ni el ser ni la verdad, sino la exterioridad del accidente (...) la búsqueda de la procedencia, no fundamenta, al contrario, agita lo que se percibía inmóvil, fragmenta lo que se pensaba unido; muestra la heterogeneidad de lo que imaginábamos conforme a sí mismo”12 11 SARACENI, op. cit., p. 16 12 FOUCAULT,MICHEL (2000),“Nietszche, la genealogía, la historia”, Valencia: pretextos. p.27-29 7
  • 8. La historia contada por Lucio y Victoria es precisamente eso: el encuentro con lo que no conocemos, o con que lo que conocemos no es lo que somos, la complejidad del ser es apenas vislumbrada en el accidente de la anécdota, del episodio o del registro mnemónico, la evidencia de que se trata de un universo oculto y de una dificultad inasible para cada uno, pero que está ahí aun en construcción, en constante movimiento. La herencia , aquella que nos remite al origen, en este caso tanto personal como nacional, requiere ser reconstruida a través del relato autobiográfico, con el auxilio de la memoria. Ese origen no está cerrado sobre sí mismo, sino que mediante la reconstrucción que se realiza en el relato, vuelve a fabricarse, a elevarse sobre su “prehistoria” , es decir aquello sobre lo que se sustentan los hechos (motivaciones, razones adjudicadas, hechos previos) y su “posthistoria” (consecuencias, hechos posteriores, secuelas). Ocampo diría a este respecto: “La interpretación de mis primeros recuerdos depende, desde luego, de lo que yo creo ver en ellos. Pero los recuerdos en sí no dependen de mi voluntad, no han sido deliberadamente seleccionados. Mi memoria me los impone. Sobre este punto no puede haber duda posible. Ni rastro de whishful thinking.”13 Y en este comentario se revela un rasgo del carácter de la autora: honestidad. No da por sentado que el entrecruce de sus recuerdos y la interpretación que realiza de los mismos son idénticos. Reconoce la diferencia entre ambos aspectos del registro mnemónico. Podríamos afirmar que el origen se asemeja a un remolino en el trayecto de la vida que inflama la materia que se está formando y debe ser tomado desde dos ángulos: por una parte, es una restitución y por la otra es algo abierto, en constante reevaluación y reconstrucción y que, por lo tanto, se encuentra inconcluso. Ahora bien, esta herencia, no sólo construida en la práctica de la vida de los actores, reconstruida en los recuerdos, enlazada con la memoria colectiva, es recuperada al producir el relato autobiográfico. Aquí es vuelta sobre sí misma en el acto mismo de la escritura. Saraceni habla de una herencia que se escribe a sí misma y utiliza la mano del autor como vehículo para volver a la vida. “La herencia que se cree poseer por haberla recibido de los antecesores es la herencia que se obtiene escribiendo, es el efecto que los espectros producen al ser convocados por el sujeto que escribe; es el legado que se escribe a sí mismo en la medida en que se asume como objeto perdido que está con-en el narrador como gesto de escritura y como posibilidad de reescritura y corrección del pasado”14 13 OCAMPO (1979), op.cit., p. 66 14 SARACENI (2008) op. cit., p. 83 8
  • 9. EL RELATO AUTOBIOGRÁFICO COMO PROCESO ARTICULADOR Y CONFORMADOR DE LA IDENTIDAD. Una de las formas de mirar la narración autobiográfica es entenderla como herramienta que construye identidad. Significa pensar la identidad como un producto del discurso, transformado en instrumento que articula los elementos que se encuentran dispersos en la memoria y en lo afectivo del autor. Conciente de esta complejidad, Victoria expresa: “también a mí me hubiera aliviado hablar en tercera persona de mí misma, no sólo por las ventajas que ofrece (especialmente si uno habla de sí mismo en esa tercera-primera- persona que son tan a menudo las novelas y cuentos) sino porque me siento, por momentos, tan lejos de cierta mi misma como lo puedo estar del pelo que han cortado y barren en la peluquería, o de la uña que me limo y vuela al aire hecha polvo. Yo no soy “aquello”, lo perecedero que formó parte de mi y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo otro. Pero ¿qué?”15 Roland Barthes y Paul Ricoeur hablan también del carácter configurador de la narración y de cómo la identidad es una construcción discursiva, un relato que pone en escena la temporalidad de una vida y que está poblado de voces, silencios, recuerdos de otros, ‘tramas de genealogías y generaciones’ que le otorgan al sujeto un saber y una imagen de sí mismo”16 Nuevamente la sinceridad de Ocampo le obliga a poner en palabras la influencia de los recuerdos en la construcción de la identidad, en este caso habla acerca del carácter: (refiriéndose a la memoria) “ Ha de dibujar el carácter de un ser, pues evidentemente recordamos siempre lo que ha causado el mayor impacto o lo que queda asociado a una circunstancia que lleva una máscara.”17 De este modo es posible pensar la memoria y la identidad sospechando que el discurso –la representación- no siempre está describiendo lo “real”, sino que desarticulando los significados y reconstruyendo el sentido, la memoria puede articularse de otra manera y la herencia ser interpretada también bajo una óptica diferente. Aquí es donde juega el papel fundamental la subjetividad del autor. La escritura se convierte entonces en el elemento que revela la configuración que el autor le da a su herencia. Es el material que une lo distante, pero es un material poroso que al mismo tiempo permite el paso del sentido de las cosas y otorga así la posibilidad de nuevas significaciones. Por eso ambos autores nos advierten al comienzo de sus relatos una especie de disculpa por la fragmentación de los mismos. 15 OCAMPO (1979), op. cit., p. 61 16 ARFUCH, LEONOR (comp.) (2002), “El espacio biográfico: dilemas de la subjetividad contemporánea”, Buenos Aires: F.C.E.,2002 17 OCAMPO (1979) op. cit., p. 65 9
  • 10. Lucio intuye que el relato es parcial y acotado, condicionado por las impresiones sensibles y por la opinión y la palabra de los otros. Excluye el aspecto subjetivo y la reconstrucción que él mismo, de manera inevitable, realiza de su historia. Victoria, por su parte, deja en claro su esmero conciente por la exactitud en la narración de los recuerdos, y también vislumbra que dejan paso sólo a porciones de la realidad que fue, al realizar una analogía del relato con la anatomía que se visualiza en un estudio médico: “Estas páginas se parecen a la confesión en tanto que intentan explorar, descifrar el misterioso dibujo que traza una vida con la precisión de un electrocardiograma. No veo por qué ha de ser más fidedigno uno que otro para el diagnóstico de un ser y de la época en que le tocó vivir. No sé si fracasará mi plan porque, como observa Aldous Huxley, en el arte ( y para que la cosa escrita cobre vida ha de ser arte o será nonata) no bastan la sinceridad, la voluntad, la perseverancia, la honestidad intelectual: hace falta talento”18 Producir un relato autobiográfico revela una preocupación por el origen, buscar qué huellas están presentes en la vida propia de aquello que ya no se encuentra en presencia visible, entender lo que somos, lo que podemos ser, la moratoria que hemos recibido por pertenecer a determinada herencia. Hablamos de moratoria porque tenemos que considerar que el legado al que pertenecemos nos acompaña toda nuestra vida y la deuda es permanente. “Escribir hacia atrás significaba no solamente una preocupación por el origen y su sentido, sino también un rastreo de los procesos que hacen posible que el atrás siga teniendo efectos en el presente a través de su manifestación como deuda que hay que asumir y como fantasma que nos interpela para recordarnos el legado al que pertenecemos, la genealogía de donde venimos, la responsabilidad que tenemos ante esa pertenencia. Esta indagación sobre la herencia fue revelando el carácter deficitario que la constituye, es decir, la imposibilidad de una apropiación plena de lo que ésta lega...”.19 El pasado, entonces, se transforma en un hecho creado, re-creado a partir de la voluntad del narrador. No existe antes de ser extraído de la memoria y puesto en palabras, tornándose legible a partir de ese momento. 18 OCAMPO (1979), op. cit. , p. 59 19 SARACENI (2008), op. cit., p. 206 10
  • 11. MÚLTIPLE PERTENENCIA, COMPLEJA REALIDAD La situación social y económica impuso sobre ambos escritores la pertenencia a muchos lugares a la vez, por adscripción geográfica, pero también ideológica y cultural. La alta sociedad argentina del siglo XIX y comienzos del XX valoraba la cultura francesa e inglesa frente a la herencia española, de la cual renegaba. Por parte de Lucio, la carrera de las armas y la política constituyeron la poderosa herencia que recibió de su padre y abuelo. El compromiso con los intereses de la incipiente Nación, estipuló la tarea de mayor relevancia que le fue asignada. Esto no impidió – sin embargo- que su vida se desarrollara en los más diversos escenarios. Se desempeñó no sólo en el campo de batalla, sino además como diplomático, diputado, periodista, viajero y escritor entre otras actividades de una vida muy ajetreada y prolífica. Por su parte, sobre Victoria pesaba el mandato impuesto a las señoritas de familias distinguidas: convertirse en esposa de un reconocido “partido” y destacarse por sus habilidades sociales en su entorno – desde la perspectiva de la High Society argentina del momento- objetivo que más adelante se frustró con su separación y su vocación de escritora. Se consideraba que los hijos de las familias ‘importantes’ debían adquirir conocimientos generales que los prepararan para cumplir estos roles. Lucio realizó estudios formales, situación que Victoria no compartió, teniendo profesores particulares y una educación sumamente selectiva. El aprendizaje de los idiomas inglés y especialmente el francés era fundamental . Por ello, ambos escritores los manejaban con destreza. Particularmente, la relación de Victoria con los idiomas es muy interesante, ya que su primera lengua fue el francés, viviendo en la Argentina. Esta característica es muy curiosa de analizar y lo haremos más adelante. Ambos escritores pasaron largos períodos de sus vidas en París. Todo lo francés era considerado mejor, culto, verdaderamente importante y deseable. París era sin duda la ‘ciudad luz’ en todos los aspectos, por sobre cualquier otra, aún y significativamente sobre Buenos Aires. Esta compleja pertenencia a varios sitios a la vez – característica de las clases altas porteñas de la época- otorga una configuración diferente a la personalidad de estos escritores. En cierto sentido, semejaban la realidad actual, aunque las motivaciones sean un tanto diferentes: por parte de ellos, mandato social; hoy, necesidad impuesta por el mercado mundial y la globalización. 11
  • 12. “la tensión entre lo nomádico y lo sedentario revela la necesidad de plantear formas de pensamiento conscientes de la contradicción que constituye la identidad como subjetividad en proceso y en movimiento”20 La educación “a la europea” que ambos escritores recibieron en sus primeros años, les generó esta doble pertenencia. Compleja por demás teniendo en cuenta que el amor a la patria era un valor muy desarrollado en estas familias. La lucha por la constitución del estado- nación se desarrolló en el seno de las mismas. Por un lado la independencia de España, por otro imitar la cultura francesa. Argentina siempre estaba por debajo – en cuanto al desarrollo del pensamiento, de la cultura, del refinamiento- de Francia. Los viajes a Europa que realizaban estas familias eran de aproximadamente dos años de duración. Cómo viajaban el grupo familiar completo, y aun extendido hacia tías, tíos, sirvientes, institutrices, etc., se daba un fenómeno de “continuidad” de la rutina hogareña. Lucio viajó a Europa por primera vez a los 18 años. Previamente había recibido educación formal como mencionábamos anteriormente, aunque fue un alumno díscolo y su madre lo cambió varias veces de escuela. Ya adolescente aprendió el francés y las lenguas clásicas. Por estos motivos, la relación con los idiomas distintos a la lengua materna, fue la de adopción de otros lenguajes. En el caso de los Ocampo, si aquí en Buenos Aires se iba a Palermo, o a Villa Ocampo en San Isidro, allí se iba a la Place de la Concorde, o de París se viajaba a Londres. Es Victoria quien describe con mayor precisión en los detalles sus sentimientos acerca de las partidas y las llegadas, el cambio de sensaciones a medida que transcurre el tiempo en uno y otro lugar. Estos traslados son vividos como una oposición de sentimientos, como un choque y una posterior asimilación donde el espacio y el tiempo se funden dialécticamente resultando en una identidad mucho más compleja y si se quiere más insatisfecha, en razón de las brechas descubiertas a partir de los cambios. Iain Chambers en su libro Migración, cultura, identidad (1995), dice que se trata de concebir la morada “como un hábitat móvil, como una forma de vivir el tiempo y el espacio, no como estructuras fijas y cerradas, sino como fuentes que incitan a una apertura crítica (...) de nuestro sentido de la identidad, del lugar y de la pertenencia”. De aquí que, en la actualidad, la movilidad y el desarraigo constituyan formas de habitar y de estar en el mundo que muestran en qué medida la oposición entre el ‘aquí-allá’, el lugar de partida y el de llegada, son una ‘construcción cultural y una consecuencia de pensar en términos de entidades fijas definidas en formas de oposición” 21 En este sentido, ellos vivieron una realidad adelantada a su época, replicando la situación del mundo actual, compleja multiplicidad que constituye nuestra cotidianeidad, y que también fue la suya. Capítulo aparte merece el tema del manejo de varios idiomas. Teniendo en cuenta que el lenguaje es constructor de pensamiento y conformador identitario, las múltiples 20 SARACENI (2008), op. cit., p. 115 21 Ibid. p. 112 12
  • 13. destrezas lingüísticas – escritura, lectura, conocimiento de la literatura, etc- y el manejo de varias lenguas propicia por una parte un aumento de la capacidad expresiva – en el caso de Victoria reflejado en el uso que hace de los tres idiomas en su relato autobiográfico, aunque Lucio también coloca términos y breves citas en francés- y por otra, abre las puertas a posibilidades de pensar la realidad propia y contextual en un marco mucho más amplio, confrontando la expresividad rioplatense con la de los anglo o franco parlantes. Victoria tuvo una relación muy compleja con los idiomas, ya que su primera lengua fue el francés, posteriormente incorporaría el idioma materno y el inglés. Otro detalle valioso es el hecho de que ambos decidieran escribir en español el relato de sus vidas, recalcando así la lealtad hacia el territorio nacional y hacia la herencia genealógica, en ambos casos profundamente comprometida con la construcción de esta nueva Nación. Gina Saraceni22 desarrolla con claridad la cuestión del manejo de varios idiomas a la vez y el uso de los mismos para producir literatura: “...la identidad y el imaginario del sujeto bilingüe se articulan a partir de ‘modos de entender’ la realidad relacionados con las lenguas que éste habla, lo que complica y a la vez enriquece el proceso mismo de nombrar el mundo que estará determinado por un intercambio permanente entre las lenguas implicadas”. Victoria Ocampo nos cuenta su experiencia al respecto: “Oíd mortales, el grito sagrado... Allons enfants de la patrie... Estos himnos estuvieron entre las primeras canciones que retuve y canté, junto con el Arrorró mi niño y el Il pleut bergere . Los mezclaba, pues para mí la patria se extendió pronto más allá de la frontera. No sabía leer. Sabía recordar en dos idiomas, que no tardaron en ser tres.”23 Esta particularidad otorga la posibilidad de reforzar lo que se dice, darle un significado más preciso a lo que se espera comunicar. Este fenómeno tan interesante puede observarse en la autobiografía de Victoria. Por ejemplo: “El understatement está reñido con vehemencia patriótica.”24 O en francés: “”también aprendería yo estas estrofas sin darles importancia. Sin preguntarme qué forma me ofrecería el destino des les venger ou de les subiré como dice el himno”25 22 Ibid. p. 123 23 OCAMPO (2008), op. cit., p. 8 24 Ibid. p. 7 25 Ibid. p.9 13
  • 14. La complejización del pensamiento otorga la posibilidad de generar, además de los espacios propios de cada lenguaje, un tercer espacio que actúa como eslabón entre estos. Es lo que Saraceni denomina “estar entre-lenguas”: “... es también el descubrimiento de la lengua literaria que se construye desde ese ‘don de lengua’ que el sujeto posee y que le permite estar entre-lenguas: espacio de una escisión inconciliable, lugar imposible y a la vez posible y natural...”26 Ese espacio brinda, a veces, la posibilidad de enmascarar lo que se quiere decir como adulto acerca de la vivencia pasada. No siempre esto sucede de manera conciente. Los escritores hallan que hay cosas que solo es posible decir en determinado idioma, y que si se traducen, pierden su fuerza, su sentido original, su poder. Por ejemplo: “Para terminar con este capítulo (aunque tenemos otros skeletons in the cupboard), diré que Sebastián...” 27 Por otro lado, podría decirse que hablando determinada lengua, cada uno asume un rol particular que solo puede ser asumido en ese idioma, y de ninguna forma es el mismo rol que se ocupa cuando se habla otro. “...cada lengua nos induce a mentir porque excluye una parte de nosotros, excluye una parte de los hechos, de nosotros mismos; pero en la mentira hay una afirmación y es una manera de ser en otro momento; muchas lenguas que conviven al mismo tiempo nos niegan, nos fragmentan, nos diseminan en nosotros mismos.”28 “Je rate ma vie. Presiento que jamás llegaré a ser nada, a cumplir mi destino. Las circunstancias lo impedirán. Había nacido para el teatro.”29 Es necesario, entonces, reconocer este espacio de entre-lenguas que fragmenta, pero a la vez conecta. Vincula y separa, deconstruye y construye. 26 Ibid. p. 121 27 ibid.1 p. 30 28 AMATI. MEHLER, J, ARGENTIERI, S. CANESTRI. La babele dell’inconsscio. Lengua madre e lingue straniere della dimensione psicoanalitica. Milano: Raffaello Cortina Editore, 1990 Citado en Saraceni, p.124 29 OCAMPO (1983) Autobiografía II. El imperio insular, Buenos Aires: Ediciones Sur. p. 105 14
  • 15. LA PRESENCIA DE LOS AUSENTES (ANTEPASADOS). El relato del pasado implica un enfrentamiento con los fantasmas de quienes nos precedieron en la historia de la vida, quienes nos interrogan a través de su mandato; es también interpretar los restos de ese pasado para dar respuesta a los interrogantes acerca de uno mismo y de esos otros que nos interpelan desde el ayer, teniendo en cuenta la responsabilidad que nos cabe de revivirlos a través nuestra memoria y nuestras palabras. Plenamente concientes de ello, Victoria y Lucio realizan una semblanza de la vida de sus ancestros, otorgándoles así un espacio, no sólo en sus vidas, sino además en las mentes y los sentimientos de los lectores. Con una belleza de expresión que le es muy propia, Victoria se refiere a ellos: “Aquellas familias pertenecían a una época que ha cumplido su periplo, con las fallas y los aciertos, las cualidades y los defectos de su tiempo. Representaban un way of life en trance de desaparecer ahora. Sus costumbres, sus ideas, sus prejuicios, sus tabúes no son los nuestros. Tenemos un juego nuevo de costumbres, de ideas, de prejuicios, de tabúes, aunque nos halague creer que nos hemos librado de ellos sin reemplazarlos. Aquellos hombres y aquellas mujeres han dado al país – que necesitaba tanto sacrificio y subsistía entre tanto sobresalto – lo que eran capaces de dar. ¿Qué más puede exigirse? Han vivido su hora de acuerdo con su conciencia. Yo vivo de acuerdo con la mía, sin figurarme que una vale más que la otra. No me siento obligada a seguirlos, sino cuando acepto su credo, y en la medida en que lo acepto”30 Lucio, por su parte, se jacta de su pretendido origen noble31 , aunque tilda de “chifladuras” a las aspiraciones genealógicas. Mas allá de las palabras de nuestros escritores, las relaciones transgeneracionales constituyen un lazo mucho más fuerte de lo que suponemos. Es su propia vida lo que nos heredan y luego nosotros a nuestros descendientes. La equidad y la justicia en el seno de las familias son los elementos que se deben tener en cuenta para reconstruir la dinámica de esos lazos. Estos son valores que recorren los sucesos que se graban en la memoria y podrían servir como ejes rectores para interpretar el discurso autobiográfico. Podríamos tomar como ejemplo el relato que Lucio hace de su padre, caracterizándolo como un secreto unitario en sus memorias, intentando rescribir de acuerdo a estos valores la historia de la familia o, en el caso de Victoria, el relato de su bisabuelo Manuel Hermegildo Aguirre de viaje en Estados Unidos en misión diplomática y la generosidad de sus donaciones al Estado. 30 OCAMPO (1979), op. cit., p. 13-14 31 MANSILLA LUCIO V. (1966), Charlas inéditas, Buenos Aires : Eudeba, p. 102 15
  • 16. Ann Ancelyn Schûstzenberger32 afirma que cada familia tiene una saga, un relato que trasmite de generación en generación. Se trata de una novela familiar. Es el espacio autobiográfico un refugio ideal para replicar esta historia y fieles a este mandato implícito, Lucio y Victoria nos narran los episodios que, de acuerdo a su memoria, y también a la memoria familiar, hacen justicia a sus antepasados. Desde otra perspectiva, los episodios narrados pueden ser tomados, y de hecho lo son, como un momento fundacional de la historia personal de los escritores. Es por esta causa que ambos se autointerrogan acerca de la selección de los relatos. Es en función del papel que representan en la construcción de sí mismos. Muchos de los relatos son tomados específicamente de esta manera. Recordemos la reflexión que realiza Victoria acerca del nombre de las calles en el año 1810 que se cruzaban muy cerca del lugar donde luego nacería ella: Victoria (San Martín) y Ocampo (Viamonte). Ella deja en claro que no es supersticiosa, pero que sin embargo, piensa que no es una coincidencia que se dieran los hechos de esta forma. O si se quiere, la atribución de determinados rasgos de carácter a una u otra rama de la familia y la confluencia de los mismos en el temperamento de familiares contemporáneos a ella. Aun de sí misma. LA RELACIÓN CON SUS FAMILIARES CONTEMPORÁNEOS MÁS CERCANOS El vínculo con los familiares directos es sumamente interesante, ya que los escritores ‘interpelan’ el fantasma de ese niño o esa niña que una vez fueron, que todavía son de algún modo. Los padres de Lucio fueron una pareja peculiar: la madre –Agustina Rozas - era mucho más joven que el padre, para quien ese era su segundo matrimonio, quién además, al momento de nacer Lucio ya era abuelo. Lucio se pregunta si su madre estaba enamorada de su padre o si el matrimonio había sido arreglado. Por otro lado, la historia de la familia previa de su padre – Lucio Norberto - forma una parte muy importante en la propia historia del escritor. Menciona a sus hermanastros y el destino que tuvieron, pero acerca de Polonia Duarte – primera mujer - nos relata la conversación que tuvo con su padre con respecto a los motivos que lo llevaron a la separación. De esta manera reivindica veladamente el papel de su propia madre en la saga familiar. Los padres no convivían bajo el mismo techo y los hijos lo hacían en la morada materna, lo cual explicaría, de algún modo, la relación más cercana a su madre. 32 . SCHÜTZENBERGER, ANNE ANCELIN (1993), ¡Ay, mis ancestros! Vinculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de traumatismos y práctica del genosociograma, Buenos Aires: Ediciones Omeba, p. 33 16
  • 17. Siguiendo a Silvia Molloy33 , esta situación lleva a una confusión de jerarquías, pero sin duda , el autor se posiciona desde lo afectivo más cerca de su madre. Los roles masculinos y femeninos se encuentran muy remarcados, no así el rol paterno y materno. Por momentos parece que en lugar de pararse como hijo de Agustina, lo hace como si fuese su ‘hermano’. En especial en lo que concierne a la relación con el tío Juan Manuel, a quien su madre y él mismo llamaban ‘tatita’. La relación con el padre es más distante, como era costumbre en la época, pero también se lee entre líneas una admiración y una necesidad de reconocimiento del hijo al general Mansilla. Victoria, por su parte sólo se cuestiona la profundidad del afecto hacia sus progenitores, lo que la ha llevado toda la vida a sentir la tensión entre lo que se esperaba de ella y lo que verdaderamente hizo de sí. Nunca responsabilizó a sus padres, sino a la época y sus prejuicios sobre quiénes depositó el resentimiento que le traía esta lucha interna, aunque en determinado momento alude a una ‘tiranía’ del corazón que éstos le impusieron. Según sus propias palabras los ‘adoraba’34 . Al describirlos, nuevamente hace referencia a sus antepasados y a las tierras de las que provenían. Se entremezclan los lugares, los rasgos, las personalidades y los gustos y se confrontan ambas familias – materna y paterna- buscando cuáles de estos forman parte de su personalidad y además tratando de responder un precioso interrogante: “¿Por qué soy/somos – mi familia y yo- así?” El lenguaje de Lucio podría tildarse de simpático, amable, cariñoso . El de Victoria es nostálgico, meditativo, apasionado. Sin embargo, en determinado momento de la narración, ambos escritores pintan la distancia temporal remarcando que se trata de momentos distintos, personas distintas, ni mejores, ni peores : diferentes. Evitan así la confrontación con los posibles conflictos que pudieran surgir en la memoria. La búsqueda de un equilibrio y una armonía en la constitución del Yo se revelan en estos comentarios. Aflora aquí el momento de la reconstrucción de la identidad, luego del proceso deconstructivo generado por el relato autobiográfico. Ambos se criaron en hogares donde además de los familiares, convivían gran cantidad de empleados y sirvientes. Durante la infancia, los sirvientes ejercieron una gran influencia en los escritores, casi tanto como los familiares. Lucio cuenta acerca de sus juegos con el negro Perico y cómo el Tío Tomás – otro esclavo- lo asustaba para que durmiera, y de qué manera esta sugestión lo acompañó toda su vida, reflejando que de algún modo ejercían una cierta autoridad sobre los niños y sin dudas dejaron su huella en la vida de nuestros escritores. “Aquí aprendí yo a andar a caballo sobre los lomos del negro Perico, que todos los nietos queríamos a cual más, hijo de un esclavo.”35 33 MOLLOY, SILVIA ( 1988), Recuerdo y Sujeto en Mis Memorias de Mansilla, NRFH, XXXVI, núm. 2, p. 1213 34 OCAMPO (1979), op. cit. , p. 52 35 MANSILLA (1911), op. cit. . p.126 17
  • 18. Victoria, por su parte nos relata acerca de sus juegos con los hijos de los sirvientes – Franky, el hijo del sirviente de su madrina, Juancito y Alfredo, que eran negros- , de su relación con la planchadora Felisa y que en su infancia el piso de los sirvientes era su preferido, inferimos que por ser un lugar de difícil acceso para la niña Victoria. También refiere al descubrimiento que realizó acerca de las desigualdades sociales en ocasión de la mudanza a una nueva y más lujosa casa. Su primera intención fue que éstas no debían existir. En la ingenuidad de la niñez, se evidencia un credo de justicia. Con relación a tíos y abuelos, Lucio hace una descripción somera de los lazos de parentesco, algunas características de personalidad y rasgos físicos. También referencia su relación individual con ellos – cuando la hubo – y cuando no los conoció o trató en persona, seguramente los comentarios de su madre y algún otro familiar muy cercano le dieron una semblanza que trató de volcar en sus Memorias. Es interesante una reflexión que salta en esta parte de la narración: El que lo hereda no lo hurta. Algo de eso tengo yo. Me ha hecho mucho mal.” Este comentario viene luego de mencionar la personalidad de sus abuelos. De algún modo, el carácter fuerte y espontáneo le ha traído muchas tristezas a lo largo de su vida, es fácil reconocer esto si nos referimos al episodio con José Mármol en el teatro defendiendo el honor de su padre, mancillado en su libro Amalia. Al referir su temperamento en relación a su herencia, comparte la responsabilidad por el mismo con quienes se lo legaron, al menos intenta justificarlo. Sin lugar a dudas la gran presencia - en este sentido– en la vida de Lucio, fue la de su tío Juan Manuel de Rosas. En todos sus escritos refleja una confrontación en cuanto a la posición que asume con el famoso pariente: por un lado, el afecto y el respeto nacidos en la infancia y alimentados en la intimidad ; por el otro, las diferencias desde el punto de vista político, que tienen que ver básicamente con lo público – teniendo que enfrentar el exilio y la censura de gran parte de la sociedad y de la dirigencia post-rosista. Además, y sin dudas, los sentimientos de Agustina marcaron poderosamente a su hijo. Rosas era el Tatita para la madre y para el hijo. Luego, con la madurez vendría otra visión y otras posturas en relación a tan famoso personaje. La narración de Victoria es mucho más rica en detalles. En referencia a sus abuelos y tíos varones, las figuras privadas se entremezclan constantemente con la función política. Respecto de sus abuelas y tías, la mirada de la niña se cruza con Victoria adulta. Es por esta razón que se debe efectuar una mirada sincrónica del relato: precisamente porque es la manera en que el mismo es sentido y en definitiva vivido por los autores. En particular, la vida de Victoria está marcada por la presencia de sus tías abuelas maternas, entre las cuales destaca su relación con su homónima apodada Vitola por la autora en su niñez. Dice amarla y respetarla por sobre cualquier otra de sus tías. En ocasión del primer viaje a Europa, el sentimiento de tristeza de la despedida y la felicidad del reencuentro están asociados sobre todo a la presencia de esta figura femenina con quien siempre tuvo una especial relación. 18
  • 19. EL LOCUS FAMILIAR Y NACIONAL Entremezclados con los recuerdos personales, se cruza la historia de la patria. Más aún, es importante señalar nuevamente que ambos escritores tuvieron lazos con Juan Manuel de Rosas. Mansilla – como ya mencionamos- fue su sobrino. Por parte de la autora que nos ocupa, su abuelo materno Emiliano Casimiro de Aguirre era primo segundo de Rosas. Pero, como sucedió con la figura de tan notable personaje, las posiciones frente al mismo son distintas. La de Lucio ya la dejamos asentada. Por su lado, Victoria y su familia estaban decididamente en contra. Lucio y Victoria se sentían orgullosos de pertenecer a sus respectivas familias, entre otras razones, por el papel que desempeñaron en la historia del país. Y este sentimiento se extiende aún hasta justificar – veladamente- los privilegios que obtuvieron como consecuencia de ello. Ambos resaltan la valentía de sus antepasados patriotas y asumen el lugar que ocuparon como merecido. Todas esas familias, como bien lo menciona Victoria,36 se encontraban emparentadas por lazos de sangre. Formaban una red que sustentó los comienzos de nuestro país como tal. Vivieron los acontecimientos nacionales como eventos familiares y viceversa. Ellos eran la Nación. Citamos dos comentarios que dan fe de esto: Lucio: “Nuestros abuelos fabricaban unos hijos de padre y muy señor mío. No hay más que ver qué nenes hicieron la Independencia, la guerra civil.” Victoria: “La patria insignificante que me había tocado estaba in the making. Nacía en una futura gran ciudad que merecía el nombre de Gran Aldea, todavía. Las familias de origen colonial, las que lucharon y se enardecieron por la emancipación de la Argentina, tenían la sartén por el mango justificadamente. Yo pertenecía a una de ellas, es decir a varias, porque todas estaban emparentadas o en vías de estarlo. Aquellas familias de corte patriarcal vivían estrechamente unidas por la sangre, la amistad o la enemistad, las ilusiones o los rencores, las querellas y las reconciliaciones, por la fe en una nueva nación. Iba yo a oír hablar de los ochenta años que precedieron a mi nacimiento, y en que los argentinos adoptaron ese nombre, como de asuntos de familia....el país entero estaba poblado de ecos de fechas históricas con aire de cumpleaños (happy birthday) caseros, de nostalgias sentidas por quienes me rodeaban y me mimaban.”37 Como mencionábamos al comienzo, estos relatos autobiográficos constituyen dos piezas literarias únicas para contrastar entre sí y en relación a la historia nacional. Ambas 36 OCAMPO (1979), op. cit. p. 10 37 Ibid. p.10 19
  • 20. narraciones entretejen la memoria individual, la familiar y la colectiva, contribuyendo mediante el relato a reforzar la identidad de los narradores como figuras públicas y también reafirmando el lugar asignado a sus antepasados en la memoria popular. Aplauden los aciertos, no justifican los errores, pero en muchos casos, el cariño y la necesidad ocultan la realidad a los ojos de Lucio y de Victoria. Sylvia Molloy describe con mucha claridad cómo Lucio hace un recorrido tanto geográfico como temporal al mismo tiempo en su relato, reflejando una continuidad entre las distintas calles, viviendas, habitaciones, en definitiva convierte al Buenos Aires de sus recuerdos en un espacio totalmente vinculado, sin interrupciones : va caminando mentalmente de un sitio a otro sin que ningún límite lo detenga. Parecería que no hay paredes, puertas o ventanas cerradas. “... el laberinto mnemónico adquiere realidad topográfica. La consanguinidad refuerza la contigüidad espacial y las familias se conectan como se comunican las casas: casamientos entre primos (será el caso del propio Mansilla), familiares que desempeñan diversos papeles (Rosas, hermano y tatita), la flânerie por las familias no difiere mucho del paseo por la ciudad.”38 En el caso de Victoria, el relato de los lugares de la infancia se entremezcla con lo que fueron los lugares en la época de la infancia de sus padres – en particular, su madre- y se efectúan comparaciones, entre las distintas épocas. La geografía se confunde y a su vez refleja la personalidad de los seres queridos: las casas de los abuelos, las tías, las de los padres. Se citan las mudanzas y las impresiones que imprimieron en la mente infantil. Los aromas, los sabores, los juegos con los primos. La realidad propia se confunde con la realidad total. La visión del mundo se percibe como única. Pero además hay un reconocimiento de la autora ya adulta al marco de pertenencia geográfico de la Argentina como “una parte”39 de su existencia. Reconoce que ha vivido/pertenecido a otros lugares... LA MIRADA FEMENINA Y LA MIRADA MASCULINA SOBRE EL PASADO 38 MOLLOY (1988), op. cit. p. 1216 39 OCAMPO (1979), op cit. p. 50 20
  • 21. El filósofo español Julián Marías sostiene que la estructura empírica40 es lo que hace a la realidad de la mujer femenina y al hombre masculino. Sostiene que es imposible disociar lo humano de esta diferenciación, ya que es constitutiva de cada ser. Sobre esta base, es posible distinguir las miradas de los autores que nos ocupan en el relato de sus propias vidas. En particular esto se refleja en el trato con los parientes, tanto femeninos como masculinos de cada uno de ellos. Por ejemplo, Lucio resalta los valores típicamente masculinos con una nota de admiración subyacente en su padre y su tío Juan Manuel, en cambio Victoria se enfoca particularmente en la descripción de la personalidad, gustos y aficiones de sus parientes del mismo sexo. Ambos hablan de todos, pero lo hacen de forma diferente. El relato de Victoria se proyecta desde lo afectivo/emotivo. El de Lucio es una mirada tierna y hasta condescendiente sobre el pasado. El lenguaje de la autora tiene más de poesía; el de Mansilla es de corte narrativo-descriptivo. Es como si Victoria abriera su corazón libremente. En cambio Lucio se planta como un observador de su propia historia. Ambos se reconstruyen desde su particular ontología. A continuación mencionamos algunos fragmentos de las respectivas historias para ejemplificar estas diferencias. Dice Victoria: “nada tenía sabor todavía a lo mas amargo y lo mas dulce de la vida: los recuerdos. Yo era una pizarra nueva donde todo se escribía con tiza y se borraba (creía yo, equivocadamente) con esponja cuando se presentaba algo más divertido que apuntar”. “Ahora, los recuerdos que me inundan, los de ellos junto con los míos, abrazan (y el término es exacto) grandes extensiones;...”41 p.12 Y Lucio: “Hay mucha gente que cree que la calle ‘General Mansilla’ es por mi. Deben salir de su error. Yo no he dado nombre a nada que sea mi homónimo. Soy algo así como el último de los mohicanos”.42 LA RELACIÓN CON LOS ADULTOS . LA ENTRADA A LA PUBERTAD. 40 MARÍAS, JULIÁN (1980),La mujer del Siglo XX , Madrid: Alianza Editorial, p. 157 41 OCAMPO (1979), op. cit., p. 12 42 MANSILLA (1911), op. cit., p. 71 21
  • 22. Durante la infancia, la relación con los parientes cercanos de ambos escritores fue afectuosa en diferentes formas de acuerdo al contexto de cada familia en particular, y ya hemos efectuado una reseña al respecto. Pero un aspecto que no hemos mencionado y que tiene que ver con el enfoque de este trabajo, es el de los secretos o los silencios presentes en esas relaciones. De alguna manera, ambos reflexionan al respecto: Comenta Lucio: “..no se tiene presente que las paredes tienen oídos, y los mismos padres suelen olvidar que los niños ni son sordos ni tan distraídos como a veces lo simula su malicia precoz.”43 En el caso de Victoria, los ocultamientos se ponen de manifiesto no sólo en las palabras, sino también en el hecho – que por cierto tuvo importancia capital en su vida- de las prohibiciones, en particular la censura bibliográfica que sobre ella ejercía su madre. Ejemplo de esto es el episodio de los libros que le regaló en una ocasión su prima Clarita – mayor que ella- y que tenían algunas partes borradas. Victoria dice: “ la marca de la pluma, en vez de borrar parecía subrayar aquellas frases y atraía la atención.¿Por qué habrían tratado de borrarlas?” 44 Y detrás del interrogante, todo un mundo que la niña aún no había descubierto y que muy pronto saldría a la luz. Más adelante llegó el momento de la entrada a la pubertad, proceso de descubrimiento y de dolor. Para Lucio – y aquí volvemos sobre las diferencias de perspectiva producto del género- fue un proceso de develación a partir de nuevas sensaciones que tuvieron que ver con dos aspectos de los cuales hace mención: Por un lado, el descubrimiento del sexo opuesto. Marías sostiene que el varón es tal en relación a la mujer45 . Este hecho existe durante toda la vida, pero es en la entrada a la pubertad donde se produce la toma de conciencia de tal realidad. “Voy desarrollándome, la metamorfosis se inicia por sensaciones que revelan un misterio con signos inequívocos... Estoy dejando de ignorar,...conociendo. Ya leo en las miradas intencionadas o insinuantes, todo.”46 Más adelante cuenta cómo sus intereses van cambiando y se redireccionan de los juegos de infancia hacia las tertulias, los encuentros con el sexo opuesto. Nuevamente el autor define sus preferencias y experiencias, pero no habla de sus sentimientos o sensaciones en relación con tales episodios. Por otra parte, todo lo que tiene que ver con el mundo de los adultos, la vida pública de su familia, lo dicho y lo no-dicho ... 43 MANSILLA (1911), op. cit., p. 253 44 OCAMPO (1979), op. cit., p. 143-144 45 MARÍAS (1980), op. cit., p.161 46 MANSILLA, ibid. p. 287 22
  • 23. Victoria, en contraste, explica que vive de manera traumática toda experiencia relacionada a su condición de mujer. Su primer contacto ocurre en ocasión del nacimiento de su quinta hermana . Allí, ella comienza a revelarnos la angustia y el miedo que le provocan los cambios físicos que ocurren en el cuerpo de su madre . Estos sentimientos alimentan su curiosidad, pero básicamente su rebeldía. Las explicaciones insuficientes, las mentiras y los silencios de los adultos la condujeron a tales estados emocionales. Lo mismo sucede en ocasión de su primera menstruación. No había recibido ningún tipo de consejo y cuando llegó, las explicaciones fueron superficiales y ante todo apuntaban a la actitud que ella debía tomar frente a lo que le sucedía con relación a las personas. Su madre le hablo de “eso” y le dijo que no debía mencionarlo frente a los varones, además de enumerarle las restricciones a las que debía someterse en adelante cuando “eso” se repitiera cada mes. Nuestra escritora nos cuenta que intuyó que estaba vinculado a los nacimientos y le ocasionó tal rechazo que se dijo a sí misma que jamás tendría un hijo. Nuevamente lo no dicho, los tabúes y los prejuicios hicieron su aparición, dejando una secuela de vergüenza, miedo y rebeldía en la púber Victoria. “... Me sentí, de pronto, como aprisionada por una fatalidad que rechazaba con todas mis fuerzas. ¡huir! Pero ¿cómo huir de mi propio cuerpo? Algo inexplicable me estaba pasando, ajeno a mi voluntad.”47 CONCLUSIONES : EL MANDATO FAMILIAR. LA RE-CONSTRUCCIÓN DE SUS VIDAS A TRAVÉS DEL RECUERDO. Ambos autores reflejan la conciencia de ser en parte por lo que se ha heredado. Por esta razón ninguno de ellos concibe realizar un relato propio sin partir de los antepasados. Las razones son múltiples. Por un lado, una necesidad de contextualizar-se en un grupo humano particular, siendo “parte de” y aun así, siendo diferentes al resto. Una lectura ligera podría llevarnos a pensar – al leer los relatos que Lucio y Victoria hacen de sus antepasados- a una búsqueda de legitimidad social . Pero este argumento pierde peso – al menos en el caso de Victoria- cuando recordamos que su autobiografía fue – por su expreso pedido- póstuma. Si nos atenemos a los argumentos esgrimidos por ambos autores, el objeto es 47 OCAMPO (1979), op. cit., p. 147 23
  • 24. un reconocimiento. Entendemos por tal un registro, inspección, examen. Pero también agradecimiento48 . Ambos escarban en las vidas de los antecesores “ilustres”, buscando evidencias de una conducta noble o algún “blasón” recibido, quizá como evidencia aún más remota de un proceder destacable . El caso de Victoria es muy interesante, ya que apela a todos los recursos explicitados anteriormente: en su relato se entretejen la memoria propia, los recuerdos de la familia, la historia documentada, y aun la subjetividad de la autora. Dedica un capítulo a la rama Ocampo, otro a la rama Aguirre, y un tercero llamado mezcla, donde nos habla de sus parientes más cercanos en el tiempo. En dichos relatos deja constancia del origen de la familia, los cargos públicos más importantes que ocuparon, las tareas que realizaron, los blasones que trajeron de Europa. Además narra experiencias curiosas y otras que dan cuenta del carácter de los involucrados, de las relaciones que se establecieron y de los posibles motivos – desde el punto de vista de la autora- que los llevaron a actuar. Una vez más se esfuerza por ser honesta, lo cual no impide que su punto de vista sea parcial e impregnado de sentimientos y de prejuicios de clase. Pero en particular interesa por qué su memoria seleccionó de determinado modo y determinados relatos, ya que esto está vinculado con la conformación de su identidad. En tal sentido seleccionamos dos de ellos. El que concierne al viaje de su bisabuelo, Manuel Hermenegildo de Aguirre a Estados Unidos en misión diplomática y comercial en 1817, enviado por San Martín, O´Higgins y Pueyrredón, Director Supremo en ese entonces “...para negociar con Monroe el reconocimiento de nuestra independencia. Le habían encargado, además la compra de barcos y armas destinados a la expedición de Perú.”49 Manuel Hermenegildo pudo comprar los barcos, pero no obtuvo ningún tipo de reconocimiento. Victoria se identifica mucho con este personaje, y en esta ocasión establece un paralelo entre su vida y la misión de su antepasado: soñó con traer otros veleros y otras armas - la cultura, la literatura- y de “justificar” así su vida.50 Otro relato que emerge es la descripción de algunas de las mujeres que figuran en su árbol genealógico, buscando los puntos en común que pudo encontrar consigo misma. Por ejemplo, la indígena Águeda – casada con Domingo Martínez de Irala - ; la historia de Rita Dogan, antepasada de origen irlandés de Ramona, la madre de Victoria; o la historia de Florentina Ituarte, hermana de su bisabuela Victoria . Schutzenberger dice “... siento, en alguna parte de mi, que soy lo que soy justamente por mis raíces múltiples, que se sumergen en varias culturas, lenguas y tradiciones.”51 Es lo que Victoria refleja en sus escritos. La búsqueda de sentido está presente a lo largo de todo el relato. 48 (1997)Diccionario Sopena de Sinónimos, Editorial Sopena, Buenos Aires. 49 OCAMPO (1979), op. cit., p. 35-37 50 Ibid. p. 15 51 Ibid. p. 34 24
  • 25. Lucio no manifiesta un interés tan marcado por sus antepasados remotos, solo refiere como al pasar que posee escudo de armas por parte de los Ortiz de Rozas y menciona a los Beccar quienes son parientes de los Mansilla de “fina catadura” según palabras de su madre, que él repite. Así, se posiciona en un afuera de la línea que se concibe de sangre legítima en la historia de su árbol genealógico. Intenta demostrar que no le da importancia a estos aspectos de su herencia. Freud, en Tótem y Tabú sostiene que “ Si los procesos psíquicos de una generación no se trasmitieran a otra, no se continuaran a otra, cada una estaría obligada a recomenzar su aprendizaje de la vida, lo que excluiría todo progreso y todo desarrollo...”52 Resurgen en este punto nuevamente las distintas actitudes frente a su historia, la apertura y locuacidad de Victoria frente al ocultamiento y el silencio de Lucio. Sin embargo, ninguno de ellos puede evitar ocupar un lugar dentro de la historia de sus familias, heredando características y reproduciendo el sitio que cada una de ellas ocupa en la historia y en la sociedad: el lugar decisorio, el lugar de los que dominan. A través de este trabajo, hemos intentado arrojar un pequeño rayo de luz sobre el peso de la herencia en las vidas de Lucio y Victoria. Sus autobiografías revelan para nosotros ese conocimiento . Se trató de dos personajes de las letras argentinas cuya historia familiar se filtra a través de cada palabra, de cada silencio, de cada pensamiento, de cada hecho volcado en sus memorias. Se contaron a sí mismos y se encontraron en el trayecto. Nos queda a nosotros desentrañar aún gran parte de la riqueza escondida detrás de sus palabras. Bibliografía ARFUCH,LEONOR (comp.) (2002), “El espacio biográfico: dilemas de la subjetividad contemporánea”, Buenos Aires: F.C.E.,2002 52 Freud, Sigmund (1913), Totem et Tabou, París: Payot, 1965, PBP: 181-182 25
  • 26. FOUCAULT, MICHEL (2000), “Nietszche, la genealogía, la historia”, Valencia: pretextos. MANSILLA, LUCIO V. (1911),“Mis Memorias”, París: Editorial Garnier. MAKOWSKI, SARA (2002), “Entre la bruma y la memoria. Trauma, sujeto y narración” en Perfiles Latinoamericanos, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, México, Nº 21. MOLLOY, SYLVIA (1988);”Recuerdo y sujeto en Mis Memorias de Mansilla”, NRFH,XXXVI, núm. 2, 1207-1220 OCAMPO,VICTORIA (1979) Autobiografía I “El Archipiélago”,1° Edición , Buenos Aires: Ediciones Sur. (1980) Autobiografía II “El Imperio Insular”, 3° Edición, (1983), Buenos Aires: Ediciones Sur. SARACENI, GINA (2008)“Escribir hacia atrás”, herencia, lengua, memoria , Tesis/Ensayo ,1° Edición, Buenos Aires: Beatriz Viterbo Editora. SCHÜTZENBERGER, ANNE ANCELIN (1993),“¡Ay, mis ancestros!”Vínculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de traumatismos y práctica de genosociograma, (2006) 4° Edición en español, Buenos Aires: Editorial Omeba. 26