Este documento presenta extractos de varios capítulos del libro "¿Por qué recordar?" que discuten la memoria desde perspectivas filosóficas y históricas. Se describe la memoria como una paradoja entre la presencia y ausencia, y cómo la memoria individual se relaciona con la memoria social e histórica. También analiza el paso de la memoria al testimonio y luego al documento histórico, y cómo la historia amplía la memoria en el espacio y el tiempo sin reemplazarla.
1. ACADEMIA UNIVERSAL DE
LAS CULTURAS
¿Por qué
RECORDAR?
FORO INTERNACIONAL
MEMORIA E HISTORIA
UNESCO, 25, MARZO, 1998
LA SORBONNE, 26, MARZO, 1998
DIRECTOR DE LA COLECCIÓN
Osear Luis Molina
PREFACIO DE ÉLIE WIESEL
EDICIÓN ORIGINAL
Éditions Grasset & Fasquelle
TÍTULO ORIGINAL
Pourquoi se souvenir?
OBRA PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE
FRANC;:OISE BARRET-DuCROCQ
TRADUCCIÓN
Silvia Peña W.
DISEÑO DE TAPA
Estudio Manda & Asociados
COMPAGINACIÓN
Freire. Grup de disseny
GRAN 1eA
BUENOS AIRES - MÉXICO - SANTIAGO - MONTEVIDEO
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individuo y su investigación del propio pasado en su singularidad. Las confe-
siones, memorias, autobiografías, diarios íntimos, así como algunos elementos
de la novela moderna, son manifestaciones del significativo esfuerzo por recons-
truir el pasado individual, y de la proyección de la propia identidad en la con-
ciencia de cada persona. Lasegunda innovación estriba en la existencia -aparte
de la memoria individual y de aquella que podríamos llamar memoria social-
de una memoria propia de los historiadores. Para esta memoria histórica, todo
hecho pasado, todo lo que ocurre en el tiempo debe ser objeto de un enfoque
científico, de una reconstrucción crítica. Todo el pasado humano, histórico y
prehistórico, e incluso el de la tierra en su conjunto, es objeto de conocimiento
desinteresado, de saber puro, pues la meta del trabajo de la memoria no es otra
que la verdad.
La relación entre estas tres formas de memoria -individual, social e histórica-
es de colaboración y oposición a la vez. No es este el lugar para abundar sobre
ellas; digamos solamente que la memoria histórica no puede ignorar, junto a los
documentos "objetivos", la experiencia irremplazable del testimonio de aquellos
que vivieron los hechos. Tales testigos, cumpliendo su deber de memoria, no
podrían, por su parte, desatender el imperativo de veracidad que constituye la
esencia misma del trabajo del historiador; sólo bajo esta doble condición podrá
la memoria social realizar su trabajo de unión con el pasado, evitando la mitolo-
gía, pero sin caer tampoco en el olvido.
DEFINICIÓN DE LA MEMORIA
DESDE UN PUNTO DE VISTA FILOSÓFICO
Paul Ricoeur
Una de las paradojas de la memoria se refiere al crédito que ella nos merece, a su
fiabilidad. Este punto es muy importante, pues es precisamente el campo de la
verdad donde se mueve la cultura política de la memoria.
¿Por qué hablamos de paradoja a propósito de la fiabilidad de la memoria?
Porque en el origen mismo de la memoria hay una paradoja primigenia, cual es su
referencia al pasado por medio de huellas. En esto, el filósofo entronca fácilmente
con el neurobiólogo, puesto que este último explica en qué consisten esas huellas
desde el punto de vista material. El problema es dilucidar de qué manera las
cuestiones neurológicas se reflejan en el plano psíquico. Se reflejan precisamente
¿POR QUÉ RECORDAR?
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a través de una paradoja, la cual no aparece de manifiesto si sólo se considera la
materialidad de la huella, a saber, que todas las huellas están presentes. Una marca
impresa en el cerebro está allí ahora. Pues bien, el recuerdo plantea la dificultad de
representar un hecho pasado que está ausente, que ha desaparecido. He aquí la
primera paradoja, que ya fue tratada por Platón en uno de sus diálogos más
críticos, El Teete to, y luego desarrollada por Aristóteles en el asombroso tratado De
la memoria y la reminiscencia. Fueron los filósofos griegos quienes dieron la forma
de una aporía, es decir, de un problema insoluble, a la relación entre presencia y
ausencia. El recuerdo implica la presencia de una cosa que está ausente.
Esta paradoja se veagravada porel hecho de que, como nos enseña la experiencia de
lavida, hay dos tipos de ausencia: por una parte, la ausencia de lo irreal, lo imagina-
rio, lo fantástico, la utopía -aquella vasta región de lo irreal-, y por la otra, la
ausencia del pasado, que es una ausencia muy especial, ya que es la ausencia de lo
anterior, de aquello que existió antes. Disponemos de adverbios para expresar esta
idea: anteriormente, antes ... Pero, ¿anterior a qué? Precisamente al recuerdo que
tenemos ahora. Anterior al relato que ahora hacemos.
Dijimos que esta paradoja de presencia/ausencia está agravada por la bifurca-
ción en estas dos modalidades de la ausencia: lo irreal y lo anterior. En efecto,
aunque estas dos modalidades son teóricamente distintas -irreal en un caso,
anterior en el otro- en todo momento se superponen e interfieren recíprocamen-
te, de manera que gran parte de los problemas relativos a la fiabilidad de la
memoria derivan precisamente de la imbricación entre estas dos clases de ausen-
cia, la ausencia de lo irreal y la ausencia de lo anterior.
Es difícil desbrozar lo anterior de lo imaginario, dado que nuestros recuerdos se
presentan en forma de imágenes. Los griegos intentaron resolver este problema:
ellos tenían palabras que se incorporaron a nuestro vocabulario, tales como eihon,
que pasó a ser "icono", o eidolon, que se transformó en "ídolo". Toda la filosofía de
la memoria es una batalla contra esta superposición del recuerdo con las imáge-
nes, que empujan la memoria hacia lo irreal y la arrancan de lo anterior.
Muchos de los debates actuales en torno a l~s relatos de la deportación, y todos
los problemas relativos a la objetividad de historiadores y memorialistas, nacen
de esa paradoja original. Incluso los historiadores que se han esforzado con el
mayor rigor crítico por vencer tal dificultad, no pueden evitar presentamos gran-
des frescos del pasado, esto es, una historia en forma de imágenes. Esta especie de
escenificación del pasado supone conducir la memoria al terreno de la imagina-
ción, con el consiguiente riesgo de caer en lo imaginario, lo irreal, lo virtual.
DEFINICIONES
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Es necesario defender, contra viento y marea, la ambición de la memoria, su
reivindicación, su pretensión, su claim -como dicen los autores analíticos de
habla inglesa- de ser fiel al pasado. Ambición inalcanzable, quizás, pero ambi-
ción que constituye la dimensión que yo llamaría verista de la memoria, con lo
que quiero denotar su relación fundamental con la verdad de aquello que ya no
es, pero que fue antes. Si reprochamos a la memoria su falta de fiabilidad, lo que
es efectivo, es precisamente porque esperamos de ella que sea fiable. Es un repro-
che que no podríamos hacer a la imaginación. La imaginación está autorizada
para soñar; a la memoria, en cambio, se la exhorta a ser verdadera. A la imagina-
ción le pedimos que sea creativa, inventora, libre, no coartada; en tanto que a la
memoria le pedimos que represente con fidelidad, verazmente, aquello que no es,
pero que alguna vez fue.
¿En qué forma interfiere esta dificultad inicial con el trabajo de! historiador, y
cuál es el destino de la mencionada ambición verista de la memoria? Quisiera
referirme a dos etapas en esta aspiración de la memoria a la verdad, a fin de
mostrar cómo la aporia se prolonga y proyecta en el discurso histórico.
La primera etapa es la del testimonio; la segunda, la del documento. Con el testi-
monio nos encontramos aún muy cerca de la memoria, mientras que con el
documento entramos ya en la historia, pero quisiera mostrar de qué manera una
antecede a la otra.
El testimonio tiene una enorme importancia en la vida social: en los tribunales,
en la historia, pero sobre todo en la vida cotidiana. Es una categoría de la conver-
sación: si preguntamos a alguien quién es, nos contará una historia, la de su
familia, etc. Nos contará algo que inspire confianza. Eso es un testimonio. El
testimonio desprende de la huella vivida un vestigio de ese rastro, y ese vestigio
es la declaración de que aquello existió. Yoquisiera insistir sobre esta expresión
"aquello existió", pues al decir e! testigo que "aquello existió", dice tres cosas a la
vez. La primera es "yo estuve allí"; este es e! meollo mismo de la ambición de
verdad de la memoria. ElieWiesel dice en sus escritos: "yo estuve allí, en elcampo
de concentración, en e! campo de deportación"; es el momento cuando la memo-
ria resulta irremplazable, no tiene sucedáneos ni alternativa. "Yoestuve allí" es mi
afirmación, es la expresión de lo que viví, de lo que sufrí; es e!/ogos de ese pathos
inicial. Pero el testigo dice también algo más, no solamente "yo estuve allí", sino
también "créeme", esto es, apela a la confianza del otro, con lo cual el recuerdo
entra en una relación fiduciaria, o sea, de confianza, planteándose en ese mismo
momento la cuestión de la fiabilidad de! testimonio.
¿POR QUÉ RECORDAR?
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Se puede decir que en ese momento la memoria es compartida: el recuerdo de uno
es ofrecido al otro, ye! otro lo recibe. Es entonces cuando el testigo dice una
tercera cosa: no sólo "yo estuve allí" y "créerne", sino que agrega "y si no me crees,
pregúntale a otro", pero a otro que, a su vez, no tendrá mejor cosa que ofrecer que
su propio testimonio, puesto que nunca tendremos algo mejor que nuestro testi-
monio para incorporar la memoria en e! discurso. El testimonio traslada las
cosas vistas a las cosas dichas, a las cosas colocadas bajo la confianza que el uno
tiene en la palabra de! otro.
Es así como el testimonio se presta al análisis crítico a través de la posibilidad de
confrontarlo con otros testimonios: nos encontramos aquí en el umbral de la
historia.
En este punto entramos en la segunda fasede la memoria: el documento. Pasamos
de la memoria individual a la memoria colectiva, tránsito perfectamente legítimo,
en la medida en que, gracias al lenguaje, las memorias individuales se superponen
con la memoria colectiva. Decir que nos acordamos de algo, es declarar que
hemos visto, escuchado, sabido o aprehendido algo, y esta memoria declarativa
se expresa en el lenguaje de todos, insertándose así, al mismo tiempo, en la memo-
ria colectiva. A la inversa, la memoria colectiva descansa sobre una ligazón de
memorias individuales, lo que se explica por la pertenencia de cada uno a una
multitud de colectividades, que son otros tantos ámbitos de identificación colec-
tiva e individual.
El documento marca la transposición de la memoria y del testimonio por la
escritura. Un documento es,en primer 1ugar,una memoria colectiva archivada, dado
que es fundamentalmente un acopio de testimonios vividos. Es cierto que en la
actualidad la noción de documento rebasa ampliamente la del testimonio, en el
sentido de que a los testimonios imencionales se agregan los testimonios
involuntarios. El gran historiador Marc Bloch insiste mucho sobre este concepto
de transición, que él llama "los testigos a su pesar", aquellos cuyo recuerdo se
conserva, pero sin que ellos hayan tenido la intención de hacer historia con la
huella que dejaron. A esto se agrega otra cosa, distinta de los acontecimientos
(pues los testimonios conducen básicamente a algo que ocurre, esto es, a una
narración), a saber, los hechos recurrentes, todo aquello susceptible de incluirse
en bloque en las estadísticas, sin olvidar tampoco los vestigios de todo tipo. Pero
todo este conjunto documental se organiza esencialmente en torno al testimonio.
Desde este punto de vista, no debería llegarse a substituir la memoria por la
historia. Cierto es que existe una historia de la memoria, pero es precisamente una
DEFINICIONES
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historia de la memoria. ¿y cuál es la función de la historia con respecto a la
memoria? La amplía en el espacio y en el tiempo; pero la amplía también en
cuanto a los temas, a su objeto: así distinguimos una historia política, una
historia social, económica, cultural, etc. Pero el resultado de ella no es otra cosa
que la memoria; se trata de una memoria de otra especie, que Halbwachs desig-
na con el nombre de "memoria histórica", en la que se unen memoria e historia.
Esta lleva a un alto grado de perfección profesional el enigma inicial de la
memoria, a saber, el enigma de la presencia de lo ausente. Presencia mediata,
pero presencia al fin.
Quisiera terminar refiriéndorne a esta presencia del pasado en la evocación. Lo
que honramos del pasado no es el hecho de que ya no existe más, sino el hecho de
que alguna vez existió. Entonces, el mensaje de la historia a la memoria, del
historiador al hombre de memoria, es el de agregar al trabajo de memoria no
solamente el duelo por lo que ya no es, sino la deuda respecto a aquello que fue.
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¿POR QUÉ RECORDAR?
PRIMERA PARTE
MEMORIAS PLURALES