1. NUESTRA SOCIEDAD: ¿CRÉDULA E INDIFERENTE? O ¿INCRÉDULA Y PASIVA?
«Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». (Mateo 9,13)
En la parábola del Buen Samaritano leemos como pasaron frente aquel hombre tirado al
borde del camino, dos personajes muy creyentes del pueblo judío: el sacerdote y el
levita, Personas que tenían por oficio que preocuparse del hombre herido Lo miraron,
dieron un rodeo y siguieron de largo. Crédulos pero indiferentes.Un samaritano también
pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él.(Cfr. Lc. 10, 25-37)
Y ¿qué pasó con el carbonero?, pues que un día le preguntaron:
— ¿Tú en qué crees?
Respondió el carbonero: —En lo que cree la Santa Iglesia.
— ¿Y qué cree la Iglesia?
Respondió el carbonero: —Lo que yo creo.
—Pero ¿qué crees tú?
Otra vez el carbonero: —Lo que cree la Iglesia... Y no había modo de cambiarle su discurso.
Hablar de la fe en Jesucristo es aprender la Misericordia, es como en la Parábola del Buen
Samaritano, preocuparme de los demás, no ser indiferente ni pasivo, saber que el otro es mi
hermano en esta aldea global. Hablar de la «fe del carbonero», es referirse a una fe que
ignora razones. Pero la fe de la Iglesia, se funda en razones poderosas, que un buen
cristiano no puede desconocer. Juan Pablo II en su Carta Encíclica sobre las relaciones entre
fe y razón, (Fides et Ratio) con fecha 14-IX-1998, viene a decir, entre otras cosas, que esa
no es la fe que demandan Dios, la Iglesia y el siglo XXI, sino por el contrario, tiene que ser
una fe comprometida con Dios y con los demás donde los valores se impongan sobre los
antivalores, criterios y principios egoístas y subjetivos.
Nuestra sociedad lucha cada día por encontrar el progreso material, científico, técnico, pero
esta muy lejos de encontrar esa parte humana, la de los valores considerados como
fundamentales como la vida, la familia, el trabajo, la honestidad, la verdad, los valores
morales, los valores sociales, el dialogo, la solidaridad, la misericordia, el buen hablar, que
aparecen solapados y escondidos por otros intereses cotidianos, como el dinero fácil, el
placer, el sexo, la corrupción, la mentira, la violencia, el narcotráfico, que son capaces de
dirigir la inteligencia y la voluntad de una persona a tener una actitud de satisfacción personal
sin tener en cuenta a los demás, solo por el deseo de vivir como se quiere con una total
ausencia de interrogantes y de responsabilidades.
Hombres y mujeres que manifiestan una total ausencia de Dios, a quien se considera
irrelevante; que se buscan dioses que les satisfagan porque viven insaciables en medio de
esta selva de concreto; que no le ven sentido a Dios, ni a la fe, ni mucho menos a lo que sus
padres por años le han enseñado que no es otra cosa que el “adoctrinamiento en Cristo
Jesús Señor nuestro”. (Ef. 4,21). A todo esto se suma una total indiferencia religiosa que
como una “marea” llega al corazón del llamado cristiano católico y lo invade al punto de
distanciarse de las raíces tradicionales, predominando en él una decepción que no nace de
la doctrina, ni de el Señor, sino de la persona que, en este momento, no está atenta a la
2. nueva evangelización que le señale el camino (Jesucristo) a través de los nuevos métodos
que la Iglesia debe ingeniarse para atraerlo. Hay una “anemia religiosa” que impide la acción
del Espíritu Santo en la persona descreída.
«SIN MI NO PODEIS HACER NADA» (Jn. 15,5)
El hombre de hoy no acepta más intermediarios que él mismo. Ha entrado en un
individualismo que no le permite ver más allá de sus propios criterios y de sus mismos
errores. Se cree un «sabelotodo» en lo referente así mismo. “Nadie me tiene que dar
lecciones”, Yo soy la lección, yo soy el valor supremo de todos mis valores. No cree que Dios
le de a él nada. Todo es propio. Es violento y criminal con sus hermanos porque “quiere
limpiar”, Yo soy mi ética. La Moral cristiana que es el seguimiento de Cristo, no le sirve
porque ella nos invita a perdonar y este lenguaje no coordina con su pensamiento. En él se
han seleccionado a voluntad las verdades y las normas morales. Entra en un individualismo
sin compromiso ni responsabilidad. Hay en él un indiferentismo religioso que no quiere nada
con Dios, ni con la Iglesia que lo inició en el camino de la fe que no creció sino que se apagó
por el mismo indiferentismo de sus padres o tutores.
¿Por qué pasa todo esto?, por que las familias se han alejado de Dios. Porque la educación
de los padres se le ha dejado al colegio o a la escuela y en un momento también a la Iglesia
que por pequeños períodos puede tener a los jóvenes (hombres y mujeres) bajo la acción
evangelizadora, pero esta no sigue después de conseguir los objetivos propuestos de
iniciación cristiana o de confirmación.
La misión descubierta al margen de la fe en Jesucristo hace de la persona un títere social
donde no le importa si el mundo camina al derecho o al revés y donde su interés solo esta
puesto en conseguir dinero fácil y cobrar salarios corruptos y perversos, no importa si es fruto
de robo, de apropiación de lo ajeno, del desplazamiento de personas, de una muerte
violenta, lo importante es cobrar. Cada día sufrimos con estupor como se mata por un
celular: a un sacerdote como ocurrió en Bogotá, a extranjeros, a niños, a madres de familia
frente a sus hijos, en fin, no importa sino el objeto por el que se va. Aquí en este rinconcito de
mi artículo, le pediría al ladrón: róbese el celular, pero no mate a la persona ni le haga daño.
Y con todo esto se le da la espalda a Dios, creando una indiferencia silenciosa como una
solución cómoda y sostenida por el ambiente: ni ví, ni oí, ni me enteré como la canción de
Shakira: “ciega, sorda y muda”. En este momento, siendo las 11:10 de la mañana de hoy
sábado 11 de Agosto, mientras escribo este artículo, me acaban de llamar que ha muerto el
P. Pablo Escipión Sánchez Albarracín fruto precisamente de la violencia, le han asesinado.
Paz en su tumba y Dios perdone al asesino.
¿QUÉ PODEMOS HACER FRENTE A LA REALIDAD INDIFERENTE Y FRIA?
Solo me dejaré guiar por la Palabra de Dios que frente a la violencia, a la maldad, a la
corrupción y a la injusticia, es la que nos da la verdadera solución al momento y desde
siempre y para siempre. Volver a Dios y creer en Jesucristo a quien Él ha enviado (Jn. 6,26),
es la fuente de la solución de la violencia. Aceptarlo y vivir como él nos pide, es fuente de
gracia para la solución de todas las situaciones de violencia.
3. ¿Queremos terminar con el hambre en el mundo? Volvamos a Jesucristo que nos pide dar
de comer al hambriento siendo misericordiosos (Mt. 25, 35-36).
¿Queremos cambiar nuestras costumbres con nuestros vecinos y amigos?, miremos el
salmo 14 que dice:«¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?" El que procede
honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su
lengua. El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable
al injusto y violento / y honra a los que temen al Señor.El que no presta dinero a usura / ni
acepta soborno contra el inocente. / El que así obra nunca fallará.»
Un asesino, un violento, un matón a sueldo, un ladrón pueden recibir el perdón y el amor de
Dios, miremos: «SI VOLVÉIS A DIOSde todo corazón y con toda el alma, siendo SINCEROS
CON ÉL, él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro. Veréis lo que hará con vosotros, le
daréis gracias a boca llena, bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los
siglos…CONVERTÍOS, PECADORES, OBRAD RECTAMENTE EN SU PRESENCIA:
QUIZÁS OS MOSTRARÁ BENEVOLENCIA Y TENDRÁ COMPASIÓN». (Tob. 13,6-8).
Dios está con nosotros, Él no se esconde, está aquí y allí. El esta pronto a ayudarnos, pero
hay que cumplir sus mandamientos; su ley esta inscrita en el corazón de cada uno y es una
ley justa y santa. Cumplirla, nos hace verdaderamente libres, porque la verdadera libertad
esta en Cristo (Gal.5,1) que por nosotros murió y resucitó.«¿Existe acaso una nación tan
grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de
nosotros siempre que lo invocamos? ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan
justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?» (Dt. 4, 5-8)
Dios se relaciona con los hombres sobre la base de lo que Él les ha revelado. A menudo le
dice a los hombres lo que hará antes del evento, de manera que supieran que Dios es Dios y
que Él ha cumplido con lo que ha prometido:
Se acercó Abraham al Señor y le dijo: « ¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Tal
vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel
lugar por los cincuenta justos que hay dentro? Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al
justo con el malvado, y que corran parejos el uno con el otro. Tú no puedes. El juez de toda
la tierra, ¿va a fallar una injusticia? Dijo el Señor: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta
justos en la ciudad perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos… Insistió: «Vaya, no se
enfade mi Señor, que ya sólo hablaré esta vez: «¿Y si se encuentran allí diez?»« Dijo:
«Tampoco haría destrucción, en gracia de los diez.» (Gn. 18,23-32)
«Bueno y recto es el Señor; por tanto, él enseñará a los pecadores del camino» (Sal. 25:8).
Y como dejar de lado a la Santísima Virgen María como intercesora ante Jesús como lo fue
en Caná de Galilea cuando le dijo: «no tienen vino» (Jn. 2, 3) hoy ella podría decirle a Jesús:
no tienen paz, no tienen sosiego, para recibir el encargo de María: «hagan lo que él les
diga» (Jn. 2, 5). Pues manos a la obra: a vivir el Evangelio que en nuestra Diócesis desde la
Nueva Evangelización nos invita a la experiencia del rencuentro con Jesucristo desde su
palabra proclamada en los grupos eclesiales.