3. El amor, el amor En una sala porno, jubilados jadeantes Contemplaban, escépticos, Los brincos mal filmados de parejas lascivas; Sin ningún argumento. He aquí, yo me decía, el rostro del amor, El auténtico rostro. Seductores, algunos; esos siempre seducen, Los otros sobrenadan. El destino no existe ni la fidelidad, Mera atracción de cuerpos. Sin apego ninguno, sin ninguna piedad, Juegan y se desgarran. Seductores algunos, por ende, codiciados, Llegarán al orgasmo. Hartos ya, tantos otros, no tienen ni siquiera Deseos que ocultar; Sólo una soledad que acentúa el impúdico Goce de las mujeres; Tan sólo una certeza: "Eso no es para mí", Pequeño drama obscuro. Morirán es seguro algo desencantados, Sin ilusiones líricas; Practicarán a fondo el arte de despreciarse, De modo bien mecánico. A quienes nunca fueron amados me dirijo, A quienes no gustaron; A los ausentes todos del sexo liberado, Del placer ordinario; No temáis nada, amigos, mínima es vuestra pérdida: No existe, no, el amor. Es sólo un juego cruel cuyas víctimas sois; Juego de especialistas. ( Michel Houellebecq )