Planificacion Anual 2do Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
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1. 3-LA SOCIEDAD EN EL S.XIX: DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA DE CLASES
1-La evolución demográfica:
La población española se incrementó a lo largo del período (de 11 a 18 millones), aunque
en menor medida que en los países más desarrollados. El descenso de la mortalidad y el
mantenimiento de una alta natalidad explican esta tendencia, pero comparativamente las
tasas de mortalidad en España fueron bastante altas (sobre todo la mortalidad infantil), con
fuertes epidemias (cólera, fiebre amarilla) hasta fin de siglo, por lo que el crecimiento de
población mayor habrá de esperar al siglo XX.
La mayor parte de la población siguió siendo rural. Se calcula que en 1865, el 80% de la
población seguía viviendo en el medio rural. Crecieron las ciudades (Madrid y Barcelona
tenían ya medio millón de habitantes cada una en 1900) de modo limitado, y las crisis
agrarias de fin de siglo desataron una fuerte emigración a Ultramar (1880-1914).
2. 2-La evolución social
El principal rasgo de este período es la paulatina desaparición de la sociedad estamental y
su sustitución por una sociedad de clases basada en el derecho de propiedad y en la
igualdad ante la ley. Esta nueva sociedad permitió mucha mayor movilidad social, bien por
el éxito en los negocios, bien por la carrera administrativa y, sobre todo, militar.
Se configuró un nuevo grupo social dominante configurado por la alta burguesía
(empresarios textiles catalanes, financieros madrileños y vascos, comerciantes
gaditanos...), la oligarquía terrateniente propietaria de grandes latifundios especialmente en
3. la España meridional, y los altos cargos del Estado y el ejército. La alta nobleza perdió sus
privilegios de “sangre” pero no sus propiedades; por el contrario, se verá beneficiada por los
procesos de la revolución liberal (desamortización...) junto con la alta burguesía, con la cual
se fusiona para formar las clases altas dominantes de la sociedad española. Sus valores
serán ahora los burgueses: la aspiración a acumular dinero y éxito social.
Por debajo emergieron unas clases medias, no demasiado numerosas (pequeños
propietarios rurales y urbanos, oficiales del ejército, funcionarios, médicos, profesores...); es
lo que se reconoce como “pequeña burguesía”, de escasa consistencia en España,
diferenciada de los trabajadores manuales por su forma de vida y sus costumbres. Viven
para soñar con el ascenso social, para no pasar estrecheces, y se impregnan de los valores
de las clases altas, a los que envidian y emulan.
4. La población campesina configuraba la mayoría de la población del país y era bastante
heterogénea: propietarios (forman parte de la clase media-baja y son abundantes en la
mitad norte de España), arrendatarios y jornaleros sin tierra que conformaban más de la
mitad de la población rural.
Los arrendatarios pagan un alquiler por cultivar tierras ajenas. En Galicia y Cataluña su
situación es mejor (contratos a muy largo plazo, de rentas fijas) que en el resto de España,
pero el minifundismo de la zona norte hace improductivo el esfuerzo del campesino.
Igualmente improductivo es el latifundio de la mitad sur, incrementado con las
desamortizaciones. Los grandes propietarios prefieren menos ganancia a invertir en una
agricultura que, así, permanece muy atrasada en general. Los jornaleros dependen del
salario, y tienen un trabajo estacional; son muy numerosos en la mitad sur peninsular
(Andalucía Extremadura), y viven muy duras condiciones. Arrendatarios y jornaleros rurales
forman parte de una clase baja que resultó perjudicada por la revolución liberal y las
desamortizaciones. Las revueltas campesinas durante el siglo XIX serán tan frecuentes
como espontáneas. Esta masa desesperada es la que acogerá con fervor el “paraíso” en la
Tierra que predica el anarquismo.
5. El resto de las clases bajas las componen los trabajadores de la ciudad, que crecen a la
par de la industrialización (aunque débil) española: obreros fabriles (sobre todo en Cataluña
y, a fines de siglo, en País Vasco), trabajadores del ferrocarril, de la minería (en
determinadas zonas), la construcción, la Administración, el comercio o servicios personales,
e incluso los grupos de jornaleros urbanos de profesión indefinida, que caen con frecuencia
en al grupo de los más pobres y marginados. En Madrid, una ciudad sin industria hacia
1900, proliferaban los trabajadores del sector terciario primitivo y servicios personales poco
evolucionados, además de la masa de funcionariado cuya precaria existencia refleja tan
bien Galdós. .
Recordemos que España se ha incorporado durante el siglo XIX a la revolución industrial
(Doc. 9).
Con retraso y focalizada en regiones como el País Vasco y, sobre todo, Cataluña. En esta
región, a partir de la industria textil, se ha iniciado una diversificación industrial coherente
con la llegada de la 2ª Revolución industrial. Por ello, de modo creciente, la región (y en
particular Barcelona y sus alrededores) acapara buena parte del proletariado industrial
hacia 1900, en una España todavía de predominio rural y agrario.
6. Un proletariado que se ha ido haciendo consciente de sus problemas: condiciones
laborales (horarios, seguridad…), muy desfavorables, como inseguridad en el trabajo, falta
de seguros y prestaciones (enfermedad, paro, vejez); jornales reducidos (y más los de
mujeres y niños), jornadas largas, etc. Y las condiciones sociales eran igualmente
penosas (barrios y casa insalubres, sin mínimas condiciones, hacinamiento y mortalidad,
analfabetismo...). Todo ello conducía a unas costumbres y estilos de vida perniciosos
(alcoholismo...)