El documento cuenta la historia de Dayuma, una niña mestiza adoptada por una pareja luego de ser abandonada por su madre cujareña. Ahora con 15 años, recibe la visita de su medio hermano Cotechi para reunirse en secreto. En el encuentro, Cotechi le informa sobre su familia y tribu, y Seroja, hijo del jefe cujareño, queda encantado con la belleza de Dayuma.
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
La reunión secreta en la orilla del río
1. ALEXANDER ROSADIO
SIFUENTES
CONTENIDO
Introducción
04
De días de nacida
06
Un hermanito nuevo en la familia
09
Han pasado cuatro años
11
Las risas en la caso no cesaban
13
Cotechi anuncia su visita
15
La noche ha llegado
17
En la otra orilla unos ojos
20
Cotechi llegó pronto
21
Los caucheros han levantado un
campamento 23
Con ilustraciones de
Alexander Rosadio Sifuentes
2. Han pasado cuatro días
25
Es muy temprano
26
INTRODUCIÓN
Una orquídea preciosa
28
Los caucheros han vuelto
30
Una lluvia repentina
31
La vieja casona arde en llamas
32
2
Una conmoción no pequeña
34
La orden llegó
El ataque de lanzas
El paisaje era aterrador
40
Después de trabajar
41
37
39
Escondidos entre las espesuras de la
3
selva virgen, viven en la amazonía
peruana un grupo étnico llamado los
cujareños. No es fácil contactar con
ellos debido a que viven ocultos en las
profundidades de la amazonía, al
lenguaje nativo que usan, y al peligro y
la amenaza que representa el hombre
blanco para ellos.
Los cujareños son una tribu que vive
en condiciones muy primitivas, no
cuentan con defensas adecuadas en su
sistema
inmunológico
para
contrarrestar enfermedades, hasta un
resfriado común podría llevarlos a la
muerte. Además en el pasado, mientras
el mundo celebraba el boom del caucho,
muchos de los pobladores de ésta y
otras
tribus
fueron
cruelmente
3. maltratadas por los explotadores del
caucho, que los obligaban a trabajar en
condiciones infrahumanas.
Éstas y otras razones motivaron a los
cujareños a alejarse de todo contacto
con la civilización, hoy en día algunos
tratan de negar su existencia para fines
oscuros pero hay evidencias recientes
de breves apariciones de los integrantes
de la tribu cerca del río “La Piedra” y
poblados aledaños a éste.
Deseo compartir con los lectores una
historia basada en las vivencias de este
grupo para sensibilizar nuestra sociedad
sobre la existencia de etnias en la
amazonía y el respeto a sus derechos
como iguales ante la ley peruana.
Tenía unos días de nacida cuando fue
abandonada en la entrada de la casona,
su madre era una cujareña que había
sido abusada por un extranjero en una
incursión que estos realizaron en las
proximidades de la comunidad nativa
Monte Salvado. El jefe de la tribu al
enterarse de lo ocurrido prohibió que
la niña mestiza se criase junto al grupo
pues corría por sus venas la sangre del
odiado enemigo.
La niña fue bien recibida por doña
Nelly y don Gregorio, pareja de esposos
que no habían podido tener hijos,
quienes la adoptan y crían como si
fuese su hija de sangre. En honor a sus
orígenes le pusieron Dayuma, que
significa algodón, por la ternura que
les inspiraba la pequeña criatura.
Dayuma es una niña tímida, esconde
su mirada de las personas que recién
conoce. A pesar de ser introvertida con
los forasteros procura ser obediente y
muy servicial en “La Casona del Río¨,
6
5
4. un humilde restaurante donde propios
y extraños pueden degustar sabrosa
comida del lugar y una confortable
hamaca para descansar.
Los padres adoptivos de Dayuma se
esforzaron
en
brindarle
estudios
primarios en la escuela unidocente que
existe a cuatro horas de su hogar. La
niña terminó con éxito los estudios
básicos pero no pudo continuar la
secundaria porque al culminar el sexto
grado don Gregorio falleció de una
penosa enfermedad.
Doña Nelly conocedora de los
orígenes de Dayuma le ha permitido
tener contacto con su madre y
hermanos,
a
quienes
encuentra
ocasionalmente en las orillas del río
Culepe, aunque éstos siempre se
muestran desconfiados y muy huraños;
Sin embargo, ellos han enseñado a
Dayuma el idioma cujareño y sus
costumbres. Ella en gratitud procura
abastecerle de plátanos y pescados u
7
otros alimentos cada vez que se
presentan a orillas del río. Los
familiares de Dayuma no visitan la
casona por temor a los hombres que
concurren allí.
Un hermanito nuevo en la familia; la
madre de Dayuma á dado a luz
recientemente a su octavo hijo, es8
pequeñito y muy vivaz, tiene los ojos
5. llenos de chispeante curiosidad por
conocer el mundo que lo rodea y una
boca chiquita que contagia alegría a
quienes escuchan su risa por las gracias
que le hace su media hermana para
divertirlo.
Los ojos de la madre se llenan de
lágrimas, mientras explica entre
sollozos a su hija que la tribu se
marchará de la zona por la falta de
alimentos sumado a las amenazas de
guerra que le ha hecho una tribu
cercana. Los cujareños habían perdido
a
sus
guerreros
a
causa
de
enfermedades tropicales y no contaban
con fuerza humana para resistir un
combate armado, por lo que habían
decidido trasladarse río abajo.
Madre e hija se fundieron en un eterno
abrazo, llantos y sollozos por saber que
el futuro era incierto además de tener
pocas esperanzas de volverse a ver. Los
hermanos de Dayuma apresuraron la
9
despedida para evitar que los líderes
del clan se diesen cuenta de su
prolongada ausencia siendo que había
órdenes de evitar el contacto con
extraños. Para la tribu Cujareño
Dayuma era una extraña.
Doña Nelly abrazó con ternura a su
hija mientras observaban como la
familia se perdía en la espesura de la
vegetación de la selva amazónica.
Han pasado cuatro años desde aquella
10
vez cuando Dayuma vio a su madre
despedirse a orillas del río La Piedra.
Ahora ya no es más una niña. Hoy ha
cumplido quince años y se ha
convertido en toda una mujer, doña
6. Nelly cuida ahora de ellas más que
antes, aunque ante la ausencia de su
difunto esposo ella necesita más ayuda
en la cocina para la preparación de
alimentos y en la atención al público
que concurre a su humilde restaurante.
Muy a pesar de toda la situación de
pobreza en la región, la situación
económica no les va mal. Los
lugareños,
turistas
y
caucheros
aseguran
el
ingreso
de
dinero
suficiente para pagar los gastos de la
casona así como del personal que han
contratado para las labores más rudas
como: cargar leña, acarrear agua,
degollar animales, entre otras cosas que
atienden los hermanos Tuhanama; tres
jóvenes
vigorosos
que
también
apoyan en el restaurante cuando han
culminado sus labores diarias. Jacinto,
Pablo y Segundo se han acostumbrado
en la casona dejando las comodidades
11
de Puerto Maldonado para vivir en la
comunidad nativa Monte Salvado
ayudando a ¨Mamá Nelly¨ en los
quehaceres diarios.
Los hermanos siempre aprovechan un
descuido de la doña para cortejar a
Dayuma, aunque ella con una cortesía
huidiza los esquiva cada vez que alguno
trata de iniciar una plática. Usan
bromas, ocurrencias y anécdotas
disparatadas para llamar la atención de
la doncella pero siempre obtienen el
mismo resultado: una mirada tímida,
una sonrisa extremadamente efímera
y una silueta de espaldas que se dirige
en dirección contraria.
Las risas en la casona no cesaban, Doña
Nelly había sorprendido a Jacinto
lanzando un beso volado a Dayuma. Ella
se encontraba detrás de él presta a
dictar un mandado al muchacho, con
12
escoba en mano e indignada por tal
temeridad
daba
de
golpes
al
7. enamorador que pretendía cortejar sin
permiso a la luz de sus ojos.
Los caseritos de la casona conocen bien
a la doña, saben que es buena gente
pero no se gasta bromas ni anda con
juegos cuando se trata de su amada
niña.
Muchos jóvenes sagaces han osado
ingresar a la casona con fines de
romance aventurero y
la mayoría
(algunos tuvieron la suerte de escapar
de la fiera) han sido despachados a la
calle tras una lluvia de utensilios de
cocina,
ajos
y
cebollas
que
condimentaban la despedida de los
intrépidos galanes.
La cosa no era para menos pues Dayuma
expresaba en su cuerpo líneas de
13
belleza amazónica, encantando
a
propios y extraños con sus ojos negros
que procuraba esconder detrás del
cerquillo de cabellos lacios que
recordaban las despejadas noches de
verano. Su rostro fino con rasgos de
delicada belleza encandilaban a los
muchachos que demoraban adrede los
sorbos de aguajina con tal de
contemplar a hurtadillas a la princesita
nativa que ignorando sus miradas se
refugiaba tras el mostrador del
restaurante.
Cotechi anuncia su visita; el hermano
menor de Dayuma ha dejado por la
noche en la puerta de la casona un
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atadito de hierbas del monte como
señal y aviso de pronta reunión en las
orillas del Culepe, afluente del río La
Piedra
Dayuma está emocionada, hacía 4
años que no veía a su familia, el atado
8. de hierbas medicinales era como
campanas de boda en su corazón. Avisa
alegremente a su mamita Nelly quien
de inmediato se lleva las manos al
rostro revelando alegría mientras que
en el interior de su ser se teje una
gruesa
maraña
de
miedos
y
preocupaciones.
No hay opción, doña Nelly deja sus
preocupaciones de lado para ayudar a
Dayuma en la preparación de un
paquete con alimentos diversos: carne
seca, plátanos, yucas, pescado salado y
semillas comestibles. El encuentro
sería en horas de la noche para evitar
diversos peligros, el mayor de esos
temores:
los
violentos
capataces
caucheros.
15
La noche ha llegado, tras recibir una y
otra vez indicaciones de su mamita,
consejos de prevención y cuidado,
16
Dayuma pone a cuestas el paquete y se
dirige al encuentro con su medio
hermano.
El agua está muy serena en el río, tan
quieta que parece una laguna, la luna
llena se refleja en ella. Las aves
nocturnas emiten su canto sombrío
mientras los pasos de Dayuma se
acercan hacía al punto de encuentro.
Cotechi no ha venido solo, tras la
maleza selvática se oculta su amigo y
fiel compañero de aventuras, Seroja: el
9. joven hijo del jefe de la tribu cujareño.
La amistad entre los muchachos es
fuerte al nivel que ambos se habían
puesto de acuerdo para romper las
reglas del clan y visitar a la mestiza
repudiada.
Un abrazo eterno funde a los hermanos,
que entre lágrimas y frases en lengua
nativa
manifiestan
sus
afectos.
¿Dónde está mamá? ¿Qué ha sido
de mis hermanitos? ¿Dónde están
viviendo ahora? ¿El jefe de la tribu
aún vive? ¿Aún me odia?
Cotechi trata de calmar a su hermana
pasando sus dedos entre los cabellos
negros de Dayuma, pacientemente
responde
a
las
interrogantes
precipitadas de su hermana.
El resto de la familia y tribu estaban
cerca del río, a dos horas de camino.
Mamá se encontraba bien y Moreka, el
mayor de los hermanos, había sido
integrado al grupo de guerreros del
clan. El jefe de la tribu aún no la
aceptaba y había mantenido la
prohibición de contactar con ella.
Dayuma se deshacía en llanto mientras
que Cotechi procuraba consolarla
mostrándole
una
pequeña
ave
multicolor que había capturado en la
mañana
cuando
los
guerreros
exploraban la zona.
Dayuma sostenía en brazos el
elaborado
paquete
que
había
preparado con tanto esmero para hacer
llegar a través de Cotechi a su muy
amada familia.
Con la carga en brazos Cotechi se
despide de su hermana haciéndole
promesas de volverla a ver en cuanto
pudiese escaparse del control de los
guerreros y burlar la vigilancia de su
hermano mayor.
Dayuma extiende sus brazos y se aferra
con cariño del cuello de Cotechi
pidiéndole que haga presentes sus
10. saludos a cada uno de sus familiares, en
especial a su madre, pidió que en
cuanto le sea posible buscase la
oportunidad de reunirlas.
tribu. Él sólo desea seguir mirándola,
ya no importaba la hora de retorno, la
guardia de los guerreros ni las
reprensiones de su padre. Seroja se
había enamorado y ya no consideraba
las consecuencias de la tardanza.
Cotechi llegó pronto a la otra orilla del
En la otra orilla unos ojos había n
quedado presos en el resplandor que la
luna reflejaba en los ojos de Dayuma, la
claridad existente permitió que 19
la
belleza de la mestiza sea expuesta ante
los ojos de Seroja.
Algo raro le estaba pasando, no podía
quitar los ojos de ella. La observaba
meticulosamente y a cada instante
sentía una presión en el pecho que
era dolorosa y agradable a la vez. Estaba
inquieto, deseoso de salir de su
escondite y mostrarse ante la mujer que
lo había deslumbrado.
La curiosidad había hecho dejar atrás
los miedos y odios transmitidos por la
río sosteniendo sobre su cabeza el
paquete que su hermana le había
entregado. Seroja esperó a que
adelantara el paso y que
Dayuma
desapareciese en dirección a las luces
del pueblo, salió cautelosamente de su
escondite y emocionado se acercó a
Cotechi dando brincos acompañados de
una profunda ansiedad, quería saber
sobre Dayuma y las cosas que habían
platicado.
Unos ojos pícaros
buscaban con
esmero los ojos de Seroja y con boca
risueña lanzó la pregunta: ¿Te ha
gustado mi hermana? Los brinquitos se
extinguieron de inmediato y la
ansiedad dio lugar a vergüenza
11. mezclada con temor, pensaba emitir
una respuesta elaborada cuando de
pronto oyeron los sonidos de alarma
que empleaba la tribu al percibir la
amenaza enemiga.
Una incursión de los Mashco Piros
había estado cerca de la tribu
reclamando territorio. Esta vez los
nuevos guerreros habían hecho frente
a los invasores logrando expulsarlos de
las cercanías de su reconquistado
21
terreno.
En el alboroto aún reinante llegaron
los jóvenes al clan de modo que su
ausencia no fue percibida. Cotechi
había escondido el paquete entre
arbustos y piedras, se acercó a su
madre y le dijo con voz misteriosa: hoy
la pude ver. Los ojos de la madre se
volvieron de cristal, las lágrimas
contenidas
parecían
rebasar
sus
órbitas. – Calla – dijo la madre – los
guerreros están cerca. Se puso en pie y
al levantarse presionó con fuerza el
hombro de Cotechi haciéndole saber
en el apretar de sus dedos la alegría
que experimentaba al tener noticias de
su hija. Hizo como si recogía algo del
piso, seco sus lágrimas rápidamente y
dijo en voz baja: ya hablaremos cuando
todos duerman. Luego simuló avivar
las brasas de un improvisado fogón.
Los caucheros han levantado un
campamento a tres horas de la casona.
22
Doña Nelly está contenta porque
habrá un aumento en los ingresos por
los nuevos clientes pero de pronto su
sonrisa es transformada en un gesto de
preocupación.
Los
capataces
del
campamento son hombres rudos y
crueles que capturan a los nativos para
explotarlos en el trabajo de sacar látex,
muchas veces la hacen trabajar hasta
que el alma se les salga del cuerpo o
mueran contagiados de gripe u otra
enfermedad del hombre blanco. A las
mujeres
nativas
las
usan
como
12. empleadas para lavar ropa, limpiar,
cocinar
o
cualquier
otra
labor
doméstica. A las más jóvenes las
toman por mujeres de ellos.
Doña Nelly toma sus precauciones,
prohíbe a Dayuma salir sola por las
noches también aclara que la atención
a los caucheros la harían los hermanos
Tuhanama. Desde ahora en adelante
sólo le ayudaría en la cocina, de ese
modo ella estaría en todo momento
bajo su cuidado y protección.
23
Han pasado cuatro días y Seroja no ha
podido olvidar el rostro de Dayuma, la
ve en el agua de los manantiales, la
24
dibuja entre las nubes del cielo, la
imagina en sus sueños despertando con
ganas de volverla a ver.
Seroja insiste a Cotechi para ir al río
como pretexto para verla pero Cotechi
tiene mucho temor de los guerreros,
sobre todo a Mareko que desde la
incursión de los Mascho Piros se ha
tomado en serio la vigilancia y no
permite alejarse a nadie fuera de los
límites establecidos.
Los relatos del camino a la casona de los
que le platicaba Cotechi de niño
vienen a su mente y decide escabullirse,
entre las mujeres que van al río en
busca de agua, para ver a Dayuma una
vez más.
13. Es muy temprano, aún los gallos no
cantan y Seroja ha logrado escabullirse
en la casona. Espía sigilosamente por
las ventanas tratando de averiguar
dónde
duerme
Dayuma.
Pronto
25
escucha voces masculinas, asustado se
esconde entre los árboles cercanos,
sube hasta la copa de uno de ellos y
desde allí ve alejarse a unos jóvenes
seguidos por una mujer de cabellos
blancos.
Seroja está embelesado ante el
espectáculo de gracia, sencillez y
belleza; ha perdido la noción del
tiempo. Pasando por alto que el sol
imponente manifiesta su presencia con
luminosos rayos que atraviesan la copa
26
del árbol revelando su posición, trata
de acomodar una mejor postura, de
repente el árbol se remece y una rama
cruje.
Ante el peligro de ser
descubierto
huye
rápidamente
encontrando entre los jardines un
camuflaje oportuno.
Dayuma acaba de salir del patio
después de cambiarse la ropa de
dormir, se sienta sobre unos troncos y
comienza a peinar su larga cabellera
negra. El peine recorre con facilidad sus
dóciles
mechones,
las
manos
comienzan
a
elaborar
una obra
primorosa en su cabeza. Al culminar
adorna las trenzas con espléndidos
arreglos de pequeñas flores.
27
14. Una orquídea preciosa es revelada
ante los ojos de Dayuma, el sonido que
la atrajo hizo dirigir su atención hasta
el árbol que mostraba junto a sus
raíces la flor preferida de la mestiza.
Seroja la había traído consigo,
pensaba regalársela pero el temor al
rechazo no había le permitido siquiera
acercarse.
agua recogidas a orillas del río. No
sería adecuado para sus planes ser
descubierto en su primera salida para
ver a la que ama su corazón.
Dayuma ignora cómo llegó la exótica
flor hasta el jardín de la casona, la
recoge y se dirige a la cocina para
depositarla en un jarrón con agua que
conserve por un tiempo la vida de la
orquídea antes que ésta se marchite.
Seroja pudo ver desde lejos como su
regalo era tratado e imagino que
Dayuma había tomado en sus manos
todo el amor que él sentía por ella.
Ahora
corría
a
toda
prisa,
repentinamente había vuelto en sí
recordando que pronto las mujeres
llegarían a la tribu con sus cuencos de
28
Los caucheros han vuelto trayendo
consigo un trofeo de guerra, Seroja ha
sido capturado por ellos antes de que
29
pudiese cruzar el río y lo han traído
consigo a la casona para encerrarlos
mientras ellos retornan al campamento
15. para tomar sus armas e ir en búsqueda
del resto de la tribu. Capturarlos
constituye la apropiación de mano de
obra gratuita.
Doña Nelly está perturbada, teme que
los Cujareños puedan tomar venganza
por la captura de uno de los jóvenes de
la tribu, pero no puede hacer mucho
pues los capataces de los caucheros son
hombres sin escrúpulos que no temen
usar la violencia para conseguir sus
objetivos.
el abuso de las más jóvenes, aún su
propia vida estaba en riesgo.
Ayudada por mamá Nelly y los
Tuhanama, cruzó junto a Seroja el río.
Al aproximarse al territorio de los
cujareños él le dio indicaciones a
Dayuma para que despidiese a los
Tuhanama que corrían peligro de ser
alanceados si eran sorprendidos por la
vigilancia de los guerreros.
Con gran resignación había tomado la
decisión de ayudar a escapar al joven
cujareño y enviar con él a Dayuma
para alertar al resto de la tribu. Seroja
estaba muy golpeado y era inútil
pedirle que regresase solo hasta el
territorio de los nativos.
Apoyándose en Dayuma recorrieron el
resto del camino, la lluvia no había
cesado
y
Seroja
aumentaba
en
temperatura. Pronto llegarían a la
tribu, los terrores hacían mella en el
coraje de la mestiza; su rostro
evidenciaba el miedo hacia lo que
podía pasar al estar en medio de la
tribu que nunca la había aceptado.
Una lluvia repentina cae sobre la zona
La vieja casona arde en llamas, los
revelando la tristeza de Dayuma por los
peligros latentes: la captura de la tribu,
la explotación de hombres y mujeres,
caucheros han tomado represalias por la
31
liberación
de
su
cautivo.
No
encontraron a nadie para reclamar pues
16. doña Nelly cogió a toda prisa sus
cosas de valor, el dinero que había
logrado ahorrar en sus años de trabajo
y se fue junto a los Tuhanama rumbo a
Puerto Maldonado para luego huir de la
capital lejos de los caucheros y su
violencia. Su cuerpo avanzaba como sin
vida, su corazón había quedado junto
a la mujer que vio crecer desde niña, a
la que había criado como hija, a la que
había renunciado a volver a ver para
salvarla del mal y protegerla entre los
suyos.
Entre la prisa de la huida tropezó con
unas ramas y cayó al piso, desde ese
lugar recordó de los misioneros que le
habían predicado del amor de Dios
que es en Cristo Jesús. Con gran llanto,
dolor y desconsuelo elevó al Dios del
cielo una breve oración pidiendo al
Padre eterno que proteja a su niña
amada, que hiciese que la tribu la
aceptara y que guardase a los cujareños
de las garras de los capataces que sin
duda alguna irían tras sus huellas.
Una conmoción no pequeña se hizo
cuando ante la vista de la tribu se
presentaba
la
mestiza
repudiada.
33
Dayuma entregaba en los brazos de los
guerreros al golpeado Seroja, respiró
profundamente y dirigiéndose al jefe
de la tribu anunció el peligro
inminente, los capataces de los
caucheros ingresarían a la selva en
busca de ellos.
17. Las ancianas del pueblo atendían a
Seroja aplicándole molidos de hierbas
y emplastos sobre los moretones que
traía en el cuerpo. El jefe de la tribu
hacía poco caso a la advertencia de
Dayuma e increpaba a Seroja el hecho
que haya salido de los dominios de la
tribu y, aún peor, haber traído
consigo a la mestiza que el detestaba.
De inmediato ordenó a los guerreros
echar a Dayuma fuera de su presencia.
Unos pasos precipitados corrieron
hacía los pies de Bashelo, el jefe de la
tribu. Era la madre de Dayuma que
suplicaba por la vida de su hija ya que al
hacerla volver al otro lado del río
quedaba expuesta a ser presa de los
caucheros, estos a su vez la obligarían
por fuerza a revelar la ubicación de la
tribu.
Bashelo recordó en instantes cuando
era joven, los caucheros atraparon a la
madre de Dayuma, él la amaba y
pretendía
por
esposa
pero
la
aborreció
con todas sus fuerzas al
saber que estaba embarazada de su peor
enemigo, el hombre blanco.
El dolor de los recuerdos debían ser
enterrados en el pasado, ahora la tribu
dependía de su sabiduría para
enfrentar los riesgos que se avecinaban.
Nada era sencillo, permanecer en su
territorio recientemente recuperado o
huir ante la amenaza del hombre
blanco. La ansiedad recorría su mente
y no lograba claridad para dar una
orden mientras los jóvenes guerreros
con mezcla de pánico y entusiasmo
esperaban la voz de mando.
Las lanzas de los guerreros comenzaban
a golpear el suelo y sus voces se
35
elevaban
hasta
volverse
gritos
frenéticos de guerra.
18. La tribu comenzó a desplazarse, era
una muchedumbre acompañada por la
tristeza de saber que no habría
posibilidades de volver a ver a sus seres
queridos. El llanto y la desesperación
marcaban cada paso en el camino.
Cotechi hizo que Seroja se apoyara en
él y avanzaron río abajo dejando a los
guerreros a la espera de los invasores.
La orden llegó, los guerreros debían
prepararse para el combate frenando el
avance de los invasores, las mujeres,
niños y ancianos debían marchar río
abajo sin detenerse. Mareko abrazó a
Dayuma dándole la bienvenida al clan
y le pidió que cuidara de su madre y
hermanos. Probablemente sería la
última vez que verían sus rostros.
Cotechi quiso unirse a los guerreros
pero Mareko no se lo permitió, le dijo
que fuera junto a la caravana y
resguardase su avance junto a los otros
jóvenes de su edad que quedaban para
defender a la tribu como sucesores de
los guerreros principales.
37
19. El ataque de lanzas logró disminuir el
al ver a su gente en tierra, los rostros
de horror y sangre estaban dispersos en
el camino río arriba. No pudo
encontrar a nadie con vida, solo miraba
espantado las decenas de cuerpos
muertos, tanto de propios como de
extraños.
Bashelo y Mareko habían caído
muertos tras la ráfaga de balas. Los
caucheros continuaron su progresión
sabiendo que aún quedaban los más
jóvenes y las mujeres para usarlas en el
trabajo.
Los caucheros mermados y heridos por
el combate habían desistido de seguir
a la disminuida tribu. Retornaron al
campamento para curar sus heridas,
conseguir municiones y recobrar
fuerzas para realizar una nueva
persecución.
número de los enemigos pero no
pudieron contener su avance. Las
escopetas conseguían acabar con los
guerreros nativos antes de que estos
estuviesen a distancia suficiente para
poder atacar.
En el camino hallaron un frente de
resistencia liderado por Cotechi, los
ancianos y algunas mujeres armadas de
palos emboscaron a los caucheros, pero
la fuerza física no fue su mejor aliada
frente al poder de las armas de fuego
que vencían fácilmente a los
improvisados combatientes.
El paisaje era aterrador,
Seroja se
arrancaba los cabellos y lloraba a gritos
39
Después de trabajar por casi tres días
enterrando a los cuerpos sin vida de los
caídos en combate Seroja retornó río
40
20. abajo acompañado de los niños que
habían subsistido al ataque.
Ahora es el nuevo líder, trae consigo
la lanza de su padre como recuerdo de
la herencia y tradiciones que ha
recibido. No había más guerreros ni
adultos en la tribu. Él, Dayuma y un
grupo de niños eran los únicos
cujareños existentes. La vida se había
esfumado ante sus ojos; familiares y
amigos habían dejado de existir. El
miedo al hombre blanco había crecido,
el temor de ataque de otro grupo
étnico no lo dejaba tranquilo. Decidió
internarse en lo más profundo de la
selva para cuidar a los que le quedaban,
proteger a la tribu era la prioridad.
Hoy en día aún existen los cujareños,
misioneros
cristianos
tratan
de
contactar con ellos para evangelizarl0s.
La comunidad nativa de Monte Salvado
se ha constituido como una base desde
donde los misioneros evangélicos
41
hacen
denodados
esfuerzos
por
contactar a los diversos grupos étnicos
que viven en la zona. El aprendizaje del
dialecto Piro no es sencillo pero el
esfuerzo
vale
la
pena.
En
los
campamentos procuran ensayar frases
como: hola, seamos amigos; no quiero
pelear, voy a regalarte comida; entre
otras. Pero aún no se ha logrado un
avistamiento exitoso.
En ocasiones se ha visto a pequeños
grupos cerca del río La Piedra,
probablemente sean los descendientes
de Seroja y Dayuma, los últimos
herederos de la tribu Cujareño.
ALEXANDER ROSADIO
SIFUENTES
42