Carta de Sabrina Shorff enviada al juez Kevin Castel
Kilima 115 - Agosto 2017
1. KILIMA 115 Agosto 2017
Queridos amigos:
No voy a continuar hablando de la situación política del país porque esto es
como una novela en la que nuca se llega al capítulo final. No hay más que ruidos de
disparos, matanzas, violaciones, unos por motivos tribales y otros por razones
político-religiosas, que crean la inseguridad en el país y en esas circunstancias no
se puedenllevar a cabo las elecciones,conlo cual, el actual Presidente continúa en
el poder. Que es lo que pretende.
Por eso, cambiamos de tema. Esta semana, salía de celebrar la misa
cuando una mujer se me acercó y me manifestó su intención de hablar un momento
conmigo. A lo largo de la conversación, me comentó que tiene que dar de comer a
16 bocas, porque nadie puede socorrer a los hijos de sus hermanos difuntos y ella
se hace cargo de todos. Me decía: “Yo no tengo inconveniente en hacerme cargo
de ellos porque cultivo y con el maíz que consigo puedo darles de comer, pero no
tengo luego medios para comprarles los cuadernos o inscribirles en una escuela.
Me comentaba que los Mai Mai habían matado a su padre y a dos de sus
hermanos casados, cuyos hijos están ahora con ella. Pero sentía pena por los dos
más jóvenes que habían llegado a su casa recientemente. ¿Qué había ocurrido?.
Un padre iba con esos dos hijos por un sendero de la selva camino de sus
campos cuando se encontraron con un grupo de guerrilleros que les echaron el
alto. Los pequeños, que tendrían como unos 10 años, en cuanto vieron a esa
gentuza, enseguida se dieron cuenta que se trataba de los Mai Mais y echaron a
correr por la selva. Los guerrilleros, por mucho que corrieron para cogerles no lo
consiguieron. Al padre lo tenían agarrado y le amenazaron con matarle si intentaba
huir o llamar la atención con sus gritos. Como después de una larga carrera no
volvieron con los pequeños,el cabecilla del grupo decidió cortarle las orejas porque
según ellos no hacía caso de sus advertencias.
El hombre trató de defenderse y discutir con los guerrilleros pero fue inútil.
Le sujetaron fuertemente,le cortaron las orejas y las echaron entre las hierbas. Uno
de los críos había quedado escondido entre las hierbas mientras el otro escapó a
sus perseguidores y no le pudieron alcanzar. Es quien relató la historia. Después
de una larga discusión entre ellos, terminaron matándole. Cuando desaparecieron
en la selva, el pequeño corrió al poblado y relató los hechos. Son los que esta mujer
los ha recogido también en su casa y busca la forma de poder darles una
formación.
Recurrió a mí, no porque quería que sus últimos retoños se inscribieran en
la catequesis de la Primera Comunión, sino porque no podía sacar a toda la familia
adelante y solicitaba una ayuda para los dos pequeños. ¿Qué iba a hacer?.
Comprometerme a pasarla un saco de harina de maíz al mes para que los
pequeños vivieran en un entorno familiar pero que al mismo tiempo no pasaran
demasiada necesidad.
Esto ocurrió en nuestros campos.Era domingo.Papa Kabulo se encontraba
con su mujer, su nieta, una mujer joven que ya había dado a luz a cuatro hijos, y el
marido de esta, sentados en la puerta de la casa, disfrutando de la brisa en aquella
tarde calurosa del mes de julio. Vieron que en la lejanía una nube de humo
ensombrecía el horizonte, pero no lo tomaron en consideración porque parecía
2. estar muy lejos y aún no se oía el ruido de las llamas, sin embargo estaban atentos
a los cambios del viento por si las llamas tomaran otra dirección y el fuego se
acercara de sus campos.
La nieta y su marido habían llegado para ayudarles a recoger el maíz
porque él se encontraba sin trabajo y por otra parte, en su casa pasaban más bien
hambre que todo lo contrario. Después de haber trabajado para los abuelos
estaban seguros de que no iban a volver con las manos en los bolsillos sino que les
agradecerían con creces por el servicio prestado y les regalarían varios sacos de
maíz con los que podrían dar de comer a sus hijos que habían quedado en la
ciudad.
Seguían conversando mientras observaban con inquietud el movimiento del
humo temiendo que finalmente las llamas llegaran hasta donde tenían los campos
en los que todavía no habían recogido el maíz.
El fuego se iba acercando, se oía ya el crepitar de las llamas y el ruido del
fuego que se acercaba. Temían que iban a perdertoda la cosecha y dejando lo que
tenían en sus manos corrieronhacia sus campos con intención de desviar el fuego
y salvar así sus cosechas. Con ramas, palos, machetes y todo lo que pudieron
encontrar se afanaban vigorosamente para que el fuego no convirtiera en humo el
esfuerzo de todo el año.
Parecía que iban a ganar la batalla. El frente contra el que tenían que luchar
era muy extenso. Se distribuyeron separadamente para defender cada cual un
trozo. Llegaron refuerzos del poblado y se afanaban en la misma pelea porque
también había más gente que no había recogido el maíz. Entre todos consiguieron
parar el frente aunque el fuego siguió por los laterales pero ya los campos estaban
salvados. La gente sudaba, estaban negros del humo, pero sonrientes porque
habían conseguido lo principal. Su maíz estaba a salvo.
Empezaron a volver para el pueblo y se iban agrupando las familias. Kabulo
encontró a su mujer y al marido de su nieta pero ella, ¿dónde estaba?. Empezaron
a llamarla, a gritar su nombre, pero no aparecía y se iba haciendo de noche.
Recorrieron los campos en la oscuridad pero no vieron nada, ni la mujer respondía
a sus llamadas.
Preocupados, volvieron a su casa porque era inútil continuar con las
pesquisas ya que no se veía nada, con la intención de volver a la madrugada
siguiente y continuar en su búsqueda. Todos los vecinos se pusieron de acuerdo
para acompañarles y cuando a eso de las seis de la mañana empezó a clarear,
todos se juntaron para buscarle a la desaparecida.
Se distribuyeron para poder abarcar la mayor extensión posible e iban
avanzando por la zona quemada de los campos con la inquietud de encontrarla por
aquellos lugares. Efectivamente, al poco tiempo la descubrieron. Estaba calcinada,
abrasada, el fuego la había quemado completamente. Corrió la voz y llegó a oídos
de los abuelos, que acudieron presurosos al lugar en el que estaba. Gritaron y
lloraron su muerte, pero no había nada que hacer. Había dejado de respirar, no
había ningún síntoma de vida que pudiera suscitar la esperanza de reanimarla.
No había nada que hacer. Tampoco podían levantar el cadáver sin la
autorización del juez, pero el poblado en el que habita se encuentra a unos 50 Km
del lugar. Fue uno en bicicleta a buscarlo para que levantara acta de lo ocurrido,
pero no se encontraba en el poblado. Avisaron al Jefe de la tribu y envió cuatro
3. policías para que velaran el cadáver en espera de que llegara la autoridad
competente.
Pero dicha autoridad no llegó, quien llegó fue un teniente del ejército con
varios militares que están estacionados en otro poblado que dista unos 30 Km en la
dirección opuesta. No podían mover la víctima, la cubrieron con un paño como el
que usan ellas para vestirse y los militares, acompañados por los jóvenes del
poblado y los abuelos, se pasaron el día y la noche velando el cadáver en plena
naturaleza. Para los militares, el servicio que estaban haciendo era un trabajo,
luego se creían en la obligaciónde que sus necesidades fueran satisfechas, y cada
poco pedían café, comida, tabaco, etc. Les importaba bien poco el dolor de aquel
viejo abuelo que lloraba la pérdida de su nieta.
Al día siguiente el teniente ordenó que la enterraran pero antes tenían que
pagarle el equivalente a 250 $, una cabra, y varias gallinas. Fabricaron una especie
de angarilla y depositaronsobre ella el cuerpo de la pobre mujer. Tenían que limpiar
muy bien los restos del cuerpo que habían quedado en el lugar, trozos del paño de
ella chamuscados, jirones de piel que se cayeron cuando la movieron. Todo tenía
que quedar limpio, de lo contrario, la gente de aquellos parajes podría aprovecharse
de aquellos restos para preparar mejunjes o pócimas para fabricar sus fetiches y
provocar el mal a alguno de los alrededores.
El abuelo no tenía ese dinero. El presidente de la comunidad recurrió al
dispensario, a la escuela, al molino, para ver si entre todos los servicios podrían
alcanzar la suma que les pedían. Consiguieron reunir unos 180 $, pero el teniente
les dejó enterrar el cadáver si prometíanfirmemente completarlo que faltaba. Como
así lo hicieron.
El hijo del abuelo, que era el padre de la mujer, había muerto hacía unos
años y la madre había regresado a su familia, en la que había encontrado otro
marido y vivía su vida con normalidad. Sin embargo, las relaciones no eran buenas,
ya que los abuelos habían perdido a seis de sus hijos a consecuencia de una
enfermedad de la sangre que es bastante corriente en esta tribu. Eran considerados
como hechiceros.
Las malas noticias corren enseguida, y los parientes de la fallecida, en
cuanto se enteraron de la muerte de la mujer cogieron el primer autobús que
pudieron y se presentaron en la casa que tiene Kabulo en la ciudad. Ellos viven en
Lubumbashi, que se encuentra a unos 125 Km de nuestra zona. Rompieron la
puerta, entraron en ella y destrozaron todo lo que pudieron. No quedó ni una
ventana cuyos cristales permanecieran intactos, destrozaron la TV, se llevaron
varias sillas, desgarraron el pobre mobiliario que encontraron, y no contentos con
su hazaña se pusieron en camino para llegar al pueblo en el que el abuelo estaba
cultivando.
El abuelo había recibido una llamada por el móvil en la que se le
comunicaba lo que estaba ocurriendo en su casa y se puso en camino para intentar
explicarse ante sus parientes. Afortunadamente se cruzaron en el camino sin que
pudieran reconocerse y él llegó a Panda y se presentó en la alcaldía para explicar
lo que pasaba y pedir que unos militares le acompañaran con el fin de evitar
cualquier pelea. El alcalde le dijo que el desplazamiento de los policías implicaba un
gasto y que tendría que pagarles por su servicio y como el abuelo no tenía un duro
en el bolsillo se marchó en solitario asumiendo que le podría pasar cualquier cosa.
4. Ya había pasado la horda y allí no quedaba sino la casa destrozada. Poco
después llegó su mujer e intentaron barrer los trozos de cristales rotos y los
destrozos ocasionados por los parientes. Ningún vecino intervino para defenderle
durante los ataques de furor contra su persona. Las autoridades tampoco
intervinieron. Se había corrido la voz de que era un hechicero.
Ha pasado unas semanas y el Jefe de la tribu le ha dicho que él tiene que
“pisar” las zona en la que murió su nieta para que aquella tierra pueda ser de nuevo
cultivable pero para ello tiene que pagarle una cabra, dos gallinas, una calabaza de
cerveza indígena y un poco de dinero. Si no tiene medios para pagar la deuda,
tiene que salir del poblado porque no se puede encontrar con él en alguno de los
caminos que frecuentan y solo una vez pagada la deuda, él mismo fijaría la fecha
de su regreso al poblado.
Los abuelos de la víctima son “extranjeros” en aquella zona, porque su tribu
se encuentra a más de 1.000 Km de distancia, son kasais y los nativos son
wakaondes, es decir, katangueses, que aparentemente se entienden bien pero no
pierden una ocasión, si se les presenta, para enriquecerse impunemente del
esfuerzo de los kasais . Estas divisiones tribales están castigadas por la ley, pero
la gente sigue actuando como mejor le parece porque nadie se va a poner en
contra de los nativos..
La mujer estaba preocupada porque es el momento de cultivar. Han
comenzado las primeras lluvias y no se puede perder ni un solo día. Aprovecharon
el que un día yo fuera a visitar el poblado para venir conmigo en el coche y traer
algo de comida que les quedaba en los campos porque en su casa de Panda no
tenían nada.
Ellos quieren volver porque allí se encuentran sus campos y pueden tener
la comida con facilidad pero el Jefe no les autoriza. Se enteraron de que se
encontraba en la ciudad y le llamaron por teléfono para decirle que habían reunido
lo que les había solicitado,pero el Jefe se mostró muy molesto por el hecho de que
cogieran la delantera y se pusieran en contacto con él ya que debería ser él quien
les llamara y no al revés.
Por tanto, no les queda más remedio que continuar en Panda y buscar una
forma de vida, a pesar de que han perdido todos sus campos, y el molino que
tenían en su primera casa no funciona, se encuentran físicamente bastante
“gastados”, y su cartilla del Banco hace tiempo que ha dejado de funcionar.
**********No creo que todos los africanos participen de la misma mentalidad, pero
los de nuestra zona están de suerte, porque resulta que son más inocentes que un
recién nacido. Cuando alguien es arrestado por robo, adulterio, destrozos en la
casa del vecino, etc., se consideran como si ellos nunca hubieran realizado una
mala acción, sino que el único responsable es el demonio.
Hace unos días ocurrió un accidente en el que los viajeros que iban en su
interior resultaron malheridos. Al ruido del estrépito, de cristales rotos y chapas
retorcidas, la gente acudió al lugar del accidente y entre ellos dos jóvenes que
comenzaron inmediatamente, no a socorrer a los heridos, sino a despojarles de
cuanto les interesaba, especialmente el dinero, el reloj, el móvil, pero cuando
estaban actuando en plena faena, acudió la policía y les detuvieron a los dos por
ladrones.
5. La defensa de ambos fue la misma, ellos no tenían intención de robar, pero
sintieron como si alguien les empujara violentamente y les obligara a apoderarse de
lo que tenían en ese momento ante sus manos. La policíales escuchabasin prestar
demasiada atención, mientras los esposaban para llevarles al cuartelillo. La
televisión llegó para filmar el suceso y les enfocaron a los dos chicos, quienes
seguían proclamando su inocencia ante las cámaras.
Desgraciadamente, con frecuencia ocurre que cuando hay un accidente, la
gente corre presurosapero no para salvar vidas o tratar de ayudar a los malheridos,
sino para aprovecharse de lo que puedan encontrar de provechoso para satisfacer
sus caprichos. Y lo que es más grave, a veces, se les “ayuda” a alcanzar el “más
allá” a los que se encuentran moribundos como consecuencia de los golpes que
han recibido.
Una mujer puede caer enamorada en los brazos de un vecino y cuando se
siente descubierta va a implorar su inocencia porque si ha actuado mal no es por
vicio o porque despreciara a su marido sino porque una fuerza inexplicable, la
fuerza del demonio, le ha empujado hacia esa persona.
Como casi siempre se defienden de la misma manera, la policía no les cree
y les juzgan por sus fechorías,a no ser que haya un buen fajo de billetes por medio
y entonces los delitos se arreglan de otra forma.
Un abrazo.