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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA DINÁMICA
Tutor: Dr. Euclides Sánchez. Autora: Ana Bischoff.
Noviembre, 2003.
Resumen
La presente investigación ofrece una visión distinta del fenómeno depresivo
en la mujer, examinando las construcciones que hacen sobre el mismo los
profesionales que ejercen la psicología clínica. Se comienza por una revisión de los
conceptos de normalidad-anormalidad, depresión y la teoría socioconstruccionista
como modelo teórico de base. Los resultados de la investigación se exponen en dos
partes: una en la que se presenta un análisis descriptivo, y otra donde se hace un
resumen integrativo-interpretativo entre el contexto conceptual y los resultados. El
abordaje cualitativo de la depresión permitió una manera distinta de comprenderlo y
contribuyó a conocer la manera en que tal concepto ha sido construido a través de las
interacciones psicoterapeuta-paciente.
A Diego
...una
vez
cerrada
tras
de
mí
la
puerta,
muchas
ventanas
quedaron
abiertas
para
que
la
luz
entrara
a
aquel
lugar.
PALABREO DE LA RECLUTA
Andrés Eloy Blanco
Quién le va a secar el llanto,
si pasó la comisión
y le dejó el corazón
como capilla sin santo.
Si vino el reclutamiento,
se fue Juan y queda Juana;
si tiene llanto y sabana
por todo acompañamiento.
Si una comisión de viento
prendió el olor del mastranto;
si reclutaron el canto;
si no hay nube en el cielo
que le preste su pañuelo
¿quién le va a secar el llanto?
Qué va a haber potro en potrero,
ni pareja en el velorio,
ni garza en el dormitorio,
ni vaca en el lamedero;
cómo va a haber becerrero
trenzando leche y canción,
si van casa y galerón
camino de San Fernando,
cómo no va a estar llorando,
si pasó la comisión.
Mire: se llevó la vaca;
mire: se llevó el te quiero,
se llevó el ¡ay, que me muero!,
de media noche en la hamaca;
se llevó la guacharaca,
la manta de guarnición,
la promesa de varón
en el hijo prometido;
mire: se llevó el latido
y le dejó el corazón.
Y allí está, sin más testigo
que esperar mañana y tarde,
su menos de Dios lo guarde,
su más de hasta cuándo amigo,
becerrera del castigo
trenzando cana y quebranto,
y ha sufrido tanto y tanto,
y enterró tanto recuerdo,
que tiene el costado izquierdo
como capilla sin santo...
La Voz del Mal
Georges de Faure, 1895
AGRADECIMIENTOS
Agradezco encarecida y totalmente a todos aquellos seres que de un modo u
otro me apoyaron, acompañaron y soportaron en este difícil trecho de mi vida, en
especial por haber sido una fuente inagotable de inspiración y fuerza, por haberme
tenido paciencia y haber resistido todas las asperezas y vicisitudes de las ideas.
A mi madre por convertirse en la mujer más comprensiva que he conocido. A
mi padre por ser todo un roble, y por seguir siéndolo a pesar de los golpes. A mis
hermanos por ser alegría en la distancia... aún estando tan lejos. A mi hija Rebeca,
por ser mi motivo y al mismo tiempo mi aliciente.
A Paula que con su luz refulgente y destelleante me sacó de la Edad Media a
tiempo para ver mi Renacimiento. A Irene por surgir como el Fénix de entre las
cenizas justo frente a mis ojos. A Sandra por romper el tedio y ayudarme. A Argelia,
Catherine, Thereday, Aline, Miriana, Nathaiyuth y Luisa por su apoyo, amistad y
sonrisas. A Hendry por las traducciones y los ratos de tertulia, porque me enseñó que
una mujer sí puede tener un amigo. A Carlos Nelson por salvarme de que se dañara el
computador. A Iván Balza, Francisco Ayala, Raúl Ramos, Simón Castillo, Marijosé Perez y
Carlos Guía por hacer más gratas mis horas frente a la computadora. A Harold por
permitirme ser su presente y por regresar del pasado más que a tiempo. A Ana Sánchez por
ser guía y compañía cuando me creí sola.
A mi analista por abrir la puerta y dejarme salir. A los entrevistados por prestarme un
poco de su tiempo, espacio y sabiduría. A los profesores que me abrieron ventanas para que
aprendiera algo sobre la vida además de sus materias: Ricardo Aldazoro, Máximo Di
Salvatore, Jorge Kwan, Pedro Feliú, Ana Fe Fernández, Fernando Giulianni, María del Mar
Palermo, María Rosa Orantes, Francis Krivoy, Cristina González de Garroni y Euclides
Sánchez. A todos los demás profesores que me abrieron las puertas al conocimiento. A
Ernesto Rodríguez por su picante ironía e inagotable mano amiga.
A mi tutor, por haberme abierto una nueva ventana al conocimiento, por dejarse
querer y admirar, por su motivante y contagioso buen ánimo, en fin por todo, es invaluable.
ÍNDICE
ÍNDICE 7
I. INTRODUCCIÓN: 10
II. CONTEXTO CONCEPTUAL 12
A. La normalidad y anormalidad desde diferentes perspectivas psicológicas. Aportes de
la psicología anormal y de la psicopatología. 12
1. Modelos de base para definir la ‘normalidad/anormalidad’...........................................................12
1.1 Entre los modelos descriptivos (o criteriales) se encuentran: .................................................12
1.2. Los modelos explicativos son de tres tipos: biológico, sociológico y psicológico................14
2. Las definiciones de normalidad y anormalidad..............................................................................17
B. Depresión 19
1. Síntomas y/o manifestaciones de la depresión...............................................................................20
2. Causas de depresión.......................................................................................................................22
3. Diversas perspectivas psicológicas de la depresión. Origen, definición y tratamiento..................23
3.1. La perspectiva psicoanalítica:.................................................................................................23
3.2. La perspectiva de la psicología clínica:..................................................................................24
4. Definición de depresión..................................................................................................................27
5. Género y depresión.........................................................................................................................28
6. Depresión femenina........................................................................................................................30
C. Construccionismo 32
1. Desconstruyendo la irracionalidad, la depresión y la psicoterapia.................................................37
III. CONTEXTO PERSONAL 41
IV. PREGUNTA O TÓPICO DE ESTUDIO 42
7
V. OBJETIVO GENERAL 42
OBJETIVOS ESPECÍFICOS 42
VI. MÉTODO 42
1. Justificación de la utilización de la perspectiva de la Investigación Cualitativa para
estudiar la depresión femenina. 43
2. Descripción de: 44
2.1. Contexto del estudio....................................................................................................................44
2.2. Forma como se estableció la relación con los participantes........................................................45
2.3. Selección de los participantes: ....................................................................................................45
2.4. Método para la recolección de los datos: ...................................................................................46
2.5. Análisis de la información recolectada: .....................................................................................48
VII. ANÁLISIS Y SÍNTESIS 50
1. Versión de la mujer para los psicólogos entrevistados. 50
1.1. Introspectiva................................................................................................................................50
1.2. Expresiva.....................................................................................................................................50
1.3. Fuerte...........................................................................................................................................51
1.4. Responsable.................................................................................................................................51
2. Cómo se enferma una mujer en términos generales?. 52
2.1. En qué momento?........................................................................................................................52
2.2. Lo biológico.................................................................................................................................52
2.3. Lo social y/o cultural...................................................................................................................53
2.4. Lo común: “es cierto, nuestras consultas están llenas de mujeres” [E9, PPL, Masc, pág 6, p15].
............................................................................................................................................................54
3. El concepto de depresión: 55
3.1. La metáfora:................................................................................................................................55
3.2. Un trastorno que se caracteriza....................................................................................................56
3.3. Es algo cotidiano.........................................................................................................................56
3.4. Una oportunidad..........................................................................................................................57
4. Causas de depresión (el círculo vicioso): 57
4.1. Biológicas....................................................................................................................................58
4.1.1. Desarreglo en los neurotransmisores: .................................................................................58
4.1.2. Lo genético o hereditario:....................................................................................................58
4.1.3. Enfermedades físicas...........................................................................................................59
4.2. Conflictos en la infancia temprana:.............................................................................................59
4.3. Un cambio...................................................................................................................................60
4.4. Lo escondido u oculto.................................................................................................................61
4.5. El papel del entorno social..........................................................................................................61
4.5.1. Lo social, la cultura.............................................................................................................61
4.5.2. El grupo familiar..................................................................................................................62
4.5.3. La pareja..............................................................................................................................62
5. Síntomas de depresión (el recetario): 64
8
5.1. Somáticos:...................................................................................................................................65
5.2. No querer hacer nada de nada....................................................................................................65
5.3. Con tristeza..................................................................................................................................66
5.4. Sin tristeza...................................................................................................................................66
5.5. Baja autoestima...........................................................................................................................67
6. Tipos de depresión. 67
6.1. Reactiva o aguda..........................................................................................................................68
6.2. Endógena.....................................................................................................................................68
7. La definición de la historia clínica o anamnesis... 69
7.1. Los contenidos. ...........................................................................................................................69
7.2. Utilidad........................................................................................................................................70
7.2.1. Para dar un “sentido”...........................................................................................................70
7.2.2. Para diagnosticar o tratar.....................................................................................................70
8. El diagnóstico en general. 71
8.1. El manual (DSM – IV)................................................................................................................72
8.1.1. Orienta o ubica.....................................................................................................................72
8.1.2. Es rígido o estricto...............................................................................................................72
8.1.3. Está hecho para investigar...................................................................................................72
8.1.4. No sirve para tratar al paciente............................................................................................73
8.2. Evaluación psicológica...............................................................................................................73
8.3. Contratransferencia......................................................................................................................73
8.4. La entrevista y observación clínica.............................................................................................74
8.5. Varía con el tiempo.....................................................................................................................75
8.6. El punto de vista del paciente......................................................................................................75
8.7. Diagnóstico de “estructura”.........................................................................................................76
8.7.1. Estructura yóica...................................................................................................................76
9. ¿Qué es la terapia psicológica en términos generales?. 78
9.1. ¿ Qué hace el psicólogo?............................................................................................................78
9.1.1. Funciones generales.............................................................................................................79
9.1.2. Funciones de experticia & empatía.....................................................................................80
9.2. Lo que busca el terapeuta...........................................................................................................80
9.2.1. Qué hay detrás del síntoma?................................................................................................81
9.3. Lo que busca el paciente..............................................................................................................81
9.3.1. El nivel socioeconómico......................................................................................................82
9.4. Lo que compete a la relación terapeuta-paciente........................................................................83
9.5. Comunicación del diagnóstico al paciente.................................................................................83
9.6. La visión de lo individual en la terapia.......................................................................................84
9.7. Mejorando lo presente.................................................................................................................84
9.8. La Terapia de la depresión: “entonces necesitas... exacto! Que alguien con una linterna te
alumbre y te de una mano y te saque de ahí” [E1, PCD, Fem, pág 5, p17].......................................85
9.8.1. Hospitalizar, medicar o contener?.......................................................................................85
VIII. INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN 88
Lo psicológico de ser mujer 88
Lo que está tras la depresión femenina: 89
Depresión femenina: ¿síndrome o proceso?: 91
9
El paciente: ¿responsable o víctima?: 93
El tratamiento de la depresión: 94
Lo que permanece oculto para el paciente: diagnóstico y teoría: 95
PARA FINALIZAR ESTE APARTE, CREO NECESARIO REALIZAR UN
CONSOLIDADO CRÍTICO DE LO QUE REPORTA LA PRESENTE
INVESTIGACIÓN ACERCA DEL FENÓMENO DEPRESIVO EN LAS MUJERES.
LO QUE NO PUEDE SER NEGADO UNA VEZ LEÍDA LA PRESENTE, ES LA
GRAN IMPORTANCIA DE LA DEFINICIÓN SOCIOCULTURAL DEL GÉNERO
FEMENINO EN EL SIGNIFICADO DE LA DEPRESIÓN, UNA VEZ DEJADO
EXPLÍCITO ÉSTE PUNTO LA DEPRESIÓN FEMENINA PUEDE SER
CONSIDERADA COMO UNA CONSTRUCCIÓN RESULTANTE NO SÓLO DE LA
PSICOLOGÍA, LA TEORÍA O LOS PSICOTERAPEUTAS, SINO DE LAS
INTERACCIONES SOCIALES, DE LOS RANGOS DE DOMINANCIA DEFINIDOS
COMO MASCULINOS, Y DE LA NATURALIZACIÓN Y LEGITIMACIÓN DE UNA
SERIE DE LENGUAJES Y PRÁCTICAS AL RESPECTO DEL GÉNERO Y DE LA
EMOCIONALIDAD. TODO ELLO DA PIE A LA NECESIDAD DE INCLUIR
CULTURA Y GÉNERO EN LA DEFINICIÓN CONCEPTUAL DEL MAL MÁS
COMÚN DE PRINCIPIOS DE SIGLO, QUE SIGUE SIENDO CONSIDERADO A
PESAR DEL PASO DE LA HISTORIA COMO EL ORIGEN DE TODAS LAS
DEMÁS PATOLOGÍAS, COMO EL PUNTO DE PARTIDA DE LA LOCURA (O DE
LA CURA). LA DEPRESIÓN CONSTITUYE UN CONGLOMERADO DE
SIGNIFICADOS, PROPIEDADES Y DIMENSIONES QUE PUEDEN ESTAR TANTO
PRESENTES COMO AUSENTES EN UNA PERSONA PARA QUE ÉSTA SEA
DIAGNOSTICADA COMO ‘DEPRIMIDA’ O ‘DEPRESIVA’ PARA DIFERENCIAR
DE ALGÚN MODO EL PASO DEL SÍNTOMA A LA ENFERMEDAD COMO
IDENTIDAD. 96
IX. CONCLUSIONES 97
X. RECOMENDACIONES: 102
XI. BIBLIOGRAFÍA 103
XII. APÉNDICE 108
10
I. INTRODUCCIÓN:
La depresión es un fenómeno que posee múltiples interpretaciones, tanto que
diversos profesionales de la salud la ven de modo distinto: algunos le imponen tareas
a quienes la sufren (los conductistas), otros la consideran un síntoma de otra cosa y se
concentran en ayudar a la persona a "elaborar" aquellas razones que lo han llevado a
deprimirse (los psicoanalistas) y así sucesivamente.
Lo que resulta aún más interesante es la afirmación de que son las mujeres las
que padecen más de depresión o vayan más a la consulta psicológica; pareciera que la
tristeza formara parte de ser mujer (y creo que lo digo con conocimiento de causa).
Pienso que la depresión femenina no debe ser algo criticable, ni justificable, sino más
bien debía ser aceptado como parte de la realidad de las personas, ello podría ayudar
a darle un significado diferente al tradicional de enfermedad.
El conocimiento que se ha producido sobre la depresión en general y en la
mujer en particular, proviene de estudios probabilísticos, estadísticos, en fin
científicos, que han obviado el contexto cualitativo del fenómeno depresivo:
Producto de tales estudios científicos se conocen múltiples causas de la depresión,
entre las que se mencionan las de tipo hereditario, las de tipo bioquímico y las de tipo
social y psicológico. Por otro lado, la depresión ha sido ampliamente evaluada en
estudios clínicos, paraclínicos y hasta neurológicos, contribuyendo a realzar así su
importancia como objeto de análisis. Se afirma en consecuencia que sigue siendo un
problema de salud pública, que continúa presentándose incansablemente a través de
la historia y de las diversas culturas.
Motivada por estas preocupaciones, especialmente por la inconformidad con
la manera tradicional de abordar la depresión en la mujer, he realizado la presente
tesis, en la cual intento evidenciar que la depresión tiene un matiz histórico, que es
una construcción social y ofrecer un aporte construccionista del fenómeno depresivo
10
en la mujer. Con este propósito la investigación se centró en examinar las
construcciones que se hacen sobre la depresión femenina en profesionales que ejercen
la psicología clínica.
Espero que los resultados que se presentan estimulen otras trabajos similares
de modo que en un cierto tiempo podamos contar con una base de conocimientos
alternativos sobre la depresión en la mujer.
El trabajo comienza por una revisión de los conceptos de normalidad-
anormalidad, depresión y una sinopsis de la teoría socioconstruccionista. A
continuación se exponen los resultados de la investigación en dos partes: una en la
que se presenta un análisis descriptivo y otra segunda, donde se hace un resumen
integrativo-interpretativo entre el contexto conceptual y los alcances de la presente
investigación.
11
II. CONTEXTO CONCEPTUAL
A. La normalidad y anormalidad desde diferentes perspectivas psicológicas.
Aportes de la psicología anormal y de la psicopatología.
Antes de empezar a analizar el tema de la depresión, es menester adentrarnos
un poco en los modelos o criterios que apoyan las definiciones de normalidad y
anormalidad y en las definiciones mismas de dichos términos, para así tratar de
comprender luego cómo la depresión es ubicada en una de estas acepciones.
1. Modelos de base para definir la ‘normalidad/anormalidad’
Según Kisker (1984) la decisión de que una conducta sea anormal o no,
depende del modelo teórico de base. El autor define dos tipos de modelos: los
descriptivos, que se basan en el juicio y la opinión del observador, y los explicativos,
que hacen referencia a las causas de las desviaciones conductuales.
1.1 Entre los modelos descriptivos (o criteriales) se encuentran:
 Aquellos que consideran la anormalidad como un defecto moral, donde la
conducta es clasificada como ‘buena’ o ‘mala’ según el grado en que sea irritante,
irresponsable, desagradable, amenazadora o problemática. También puede ser
entendida como una desviación social indeseable, es decir, se considera anormal
aquello que es valorado de manera negativa por la sociedad. Esto implica una
deficiencia, ya que todas las sociedades no comparten los mismos valores y un
individuo altamente inhibido o sobreadaptado puede portarse de un modo
ejemplar a los ojos de la sociedad a costa de un intenso sufrimiento interno
(Kisker, 1984; Latner, 1996; Martín, 1976);
 Aquellos que se basan en la idea de la perfección como ‘ideal’ a seguir. Debido a
que el ‘ideal’ o ‘lo que debe ser’ es un juicio de valor, varía de persona a persona,
12
y de sociedad a sociedad, por lo que en este criterio también se encuentra una
deficiencia. Es equiparable al criterio de la salud mental ‘ideal’ propuesto por los
humanistas Rogers y Maslow, que enfatizan la importancia de alcanzar algún
objetivo positivo (Coleman, 1977; Kisker, 1984; Latner, 1996; Richard, 1957;
Sue, 1996);
 Aquellos que consideran a la anormalidad como una desviación social, se basan
en la normalidad como moda o algo que pone en práctica la mayor parte de la
gente, por lo que varía según la época, el lugar y factores socio-culturales. Según
este criterio lo normal es el promedio, y cualquiera que se desvíe
‘significativamente’ de él es anormal. Asimismo, se equipara la anormalidad con
las conductas que ocurren con menos frecuencia en la población. Aunque no toda
desviación es anormal, puesto que existen personas que se desvían en direcciones
‘sanas’ o valoradas de un modo positivo por la sociedad, tales como los atletas
olímpicos, los concertistas de piano y los ganadores del premio Nobel (Kisker,
1984; Latner, 1996; Martín, 1976; Sue, 1996). Coleman, Butcher y Carson
(1990), hacen la salvedad de llamar desadaptación a lo que aquí se denomina
‘desviación’ para así aumentar la posibilidad de cambio o ‘mejoría’ y cuestionan
el hecho de que este criterio excluya la posibilidad de que las normas sociales
puedan ser patológicas. Dado que un sistema de valores es tan bueno como otro
para quienes lo adoptan, en consecuencia debe tomarse en cuenta el contexto
específico que rodea a una persona antes de afirmar que su conducta es anormal.
A éstas formas de definir lo anormal se agregan dos criterios más propuestos
por Martín (1976):
 Los criterios multiculturales, que suponen la existencia de una serie fija de
trastornos mentales, cuyas manifestaciones son comunes independientemente de
la cultura o sociedad en la que aparezcan.
13
 Los criterios prácticos (o clínicos) que incluyen a los subjetivos: malestar (físico o
psicológico), rareza (conducta rara, inusual, desviación de una norma social, o
una percepción falsa de la realidad), e ineficiencia (falta en el cumplimiento de
los papeles esperados cotidianamente). Éstos implican la expresión de pena,
infelicidad, miedo, dolor, etc. y estas expresiones suelen acompañar algunas
reacciones anormales, pero esto no siempre es así ya que existen personas que
niegan cualquier dolencia, e incluso pueden asegurar que todo es maravilloso,
aunque no lo sea. También podrían considerar a la persona enferma como
incapacitada, limitada e ineficiente, lo que quiere decir que la persona es incapaz
de hacer ciertas cosas, aunque se espera que haga lo que su capacidad le permita
hacer (Kisker, 1984; Martín, 1976; Sue, 1996).
Es pertinente aclarar que los criterios descritos anteriormente se aplican a la
conducta normal y anormal, ya que ambas son formas de adaptación del individuo a
su entorno, tal y como lo señala Coleman (1977).
Ahora pasaré a mencionar los modelos de tipo explicativo.
1.2. Los modelos explicativos son de tres tipos: biológico, sociológico y psicológico.
 El modelo biológico posee cuatro variantes del concepto anormalidad:
− La anormalidad como enfermedad (o modelo médico),
− como una condición heredada (o genética),
− como una deficiencia constitucional (o congénita), y
− como un desequilibrio bioquímico, que desempeña un papel especial en los
trastornos del estado de ánimo (incluida la depresión).
El modelo Sociocultural expresa cuatro definiciones posibles del
‘desequilibrio mental’:
14
− Conducta anormal causada por desórdenes en el proceso normal de socialización
durante la infancia.
− Conducta anormal originada por desorganización social (migraciones, pobreza,
racismo, etc.).
− Cada cultura determina las formas de comportamiento anormal admitiendo que lo
que es normal en una cultura puede no serlo para otra.
− La enfermedad mental como un mito (es decir, como algo inexistente en la
realidad), considerando tal acepción como dañina e injustificada (Sarason, 1996;
Sue, 1996).
 El modelo Psicológico en dos de sus vertientes: la psicoanalítica que expone la
conducta anormal como un síntoma de conflictos inconscientes de la
personalidad, y la conductual que afirma que tanto la conducta normal, como la
anormal son aprendidas. Luego, dentro de los modelos psicológicos, también se
encuentran el humanismo, el modelo interpersonal y el existencialista
En cuanto a la vertiente psicoanalítica, Kubie (1951) sostiene que un ‘acto’
puede ser normal o anormal en la medida en que está determinado por mecanismos
psicológicos ‘conscientes’ o ‘inconscientes’ respectivamente; ello influye en los
propósitos en base a los cuales la acción se lleva a cabo, o lo que es lo mismo, en el
contenido de la misma. En este orden de ideas, lo ‘consciente’ en un individuo puede
ser influenciado por la razón, por el éxito o fracaso, en fin por el aprendizaje,
permitiéndole adaptarse a la sociedad de manera flexible en ‘libertad’ (libre de la
opresión de lo inconsciente). Lo ‘inconsciente’, por el contrario, es rígido e inflexible
y no puede ser influido por la razón, porque persigue fines ocultos para la persona
que nunca pueden ser alcanzados, lo que vuelve repetitiva a la conducta y ‘esclava’
de motivaciones desconocidas. En fin, lo anormal está motivado por cosas de las que
no somos responsables, por conflictos que reprimimos en la niñez y que pugnan por
salir de una manera brusca y descontrolada una vez que crecemos. Sólo accedemos a
dichos conflictos con la ayuda del analista; al liberarlos adquirimos la fuerza
15
necesaria para enfrentar desavenencias e incertidumbres sin que generen cólera,
ansiedad o depresión ‘paralizantes’ y desaparece cualquier actividad ‘ciegamente
compulsiva’.
Con relación a la vertiente conductista, Coleman (1977) considera a la
conducta anormal como un efecto de:
− Una falla en aprender las conductas o habilidades necesarias para la adaptación.
− El aprendizaje de conductas ineficaces o mal adaptativas.
− Situaciones problemáticas que requieren del individuo hacer discriminaciones o
tomar decisiones de las que no se siente capaz.
Para el Humanismo, las causas de psicopatología son un aprendizaje de
valores defectuoso, con ideales de superación desadaptativos y mecanismos de
autodefensa (concentración de energías en la satisfacción de necesidades orgánicas
básicas e incongruencia ante la realidad) que tienen como resultado un bloqueo del
crecimiento y autorrealización de la persona (Coleman, 1977).
Por su parte, el modelo interpersonal considera como el origen de la conducta
anormal a comunicaciones defectuosas y relaciones interpersonales insatisfactorias,
que pueden remontarse a la niñez, cuando el concepto de sí mismo pudo ser
deformado por otros significativos que juzgaron al niño como poco valioso y lo
rechazaron, o cuando una educación estricta le dificultó aceptar e integrar al ‘yo
malo’ en su autoconcepto (Coleman, 1977).
El modelo existencialista, asevera que la anormalidad es la derrota en alcanzar
una adecuada identidad de sí mismo y un estilo de vida significativo (Coleman,
1977).
En síntesis, éstos modelos psicológicos, han admitido posiciones diferentes
con respecto a lo que es normal y lo que no lo es. Coinciden en un punto: hay un
16
malestar que afecta la vida del individuo, de manera que lo hace ineficaz para
adaptarse a su entorno. Su disenso radica en la explicación del origen de dicho
malestar.
En resumen, todos los modelos mencionados anteriormente constituyen el
punto de partida para casi todas las definiciones de normalidad y anormalidad, o lo
que es lo mismo, de ‘salud’ y ‘enfermedad’ como veremos a continuación. Ello a
pesar de los problemas que aún hoy existen para definirlas, tales como:
− La ambigüedad de dichos términos, ya que las palabras ‘salud’ y normal designan
a la vez lo ideal y lo habitual (o común), por lo cual suele confundirse lo ‘ideal’
con lo socialmente esperado o con lo normativo, es decir, lo ideal vendría siendo
parecerse a la ‘mayoría’ (Canguilhem, 1971; Kisker, 1984; Stern, 1951),
− La ausencia tanto de un límite preciso entre lo normal y lo anormal, como de un
modelo de hombre que sirva como patrón de comparación entre lo que es normal
y lo que no lo es (Coleman, 1977; Martín, 1976; Phares, 1999),
− La ausencia tanto de un rasgo descriptivo que compartan todas las formas de
conducta normal o anormal, como de un criterio que sea suficiente para definirlas
(Phares, 1999),
− La multiplicidad de factores que influyen en tales acepciones, como el tiempo (o
historicidad), la cultura (o sociedad), la persona (intra e interindividualmente),
etc. (Castro, 1976; Contreras, 1998; Martín, 1976; Richard, 1957; Sue, 1996).
− La imposibilidad de objetivar dichos términos, por la subjetividad que les es
intrínseca, lo cual los transforma en acepciones reduccionistas y simplistas
cuando se las fuerza a ser objetivas (Kisker, 1984; Richard, 1957; Szasz, 1973).
2. Las definiciones de normalidad y anormalidad
Kubie (1951), reseña que al psicoanálisis le es insuficiente la definición
estadística de lo normal según la cual es lo que la mayor parte de la gente piensa,
17
hace o siente; la afirmación de ‘todo el mundo lo hace’ puede ser la aseveración de un
hecho, pero nunca su explicación. Según este autor la distinción entre conducta
normal y anormal es relativa y no absoluta, no depende de normas culturales o
legales, ni del grado en que contribuya al bienestar o a la destrucción de la sociedad,
ni del nivel en que sea extravagante u ordenada; es decir, que lo que pasa por normal
en nuestro mundo, no lo es de ninguna manera. Esta definición de alguna forma
expresa disidencia hacia los criterios descriptivos mencionados más arriba para
definir a la conducta normal o anormal; sin embargo, es coincidente con lo expuesto
en el modelo psicoanalítico, según el cual, aquello que nos perturba o nos hace actuar
en forma repetitiva, es de algún modo oscuro o inconsciente para nosotros. Veamos la
definición que sigue:
Canguilhem (1971) sostiene que una salud perfecta continua es un hecho
anormal ya que la experiencia del ser vivo incluye de hecho a la enfermedad. Según
este autor la salud es un concepto normativo que define un ‘ideal’ que es en sí mismo,
inobservable o inexistente, es decir, que la salud continua es una norma que no existe.
En esta otra definición se discrepa nuevamente de los criterios descriptivos, pero sólo
de los que consideran a la ‘salud’ o lo normal como una especie de ‘ideal perfecto’ a
seguir, claro que se hace la salvedad de que dicho ideal varía de persona a persona,
por lo que no necesariamente es ‘inexistente’.
Por su parte, Castro (1976) afirma que no se puede separar lo biológico de lo
psicológico cuando se habla de salud, y que ésta no es independiente del paso del
tiempo, del individuo, ni del medio (social-ambiental). Este autor asevera que ni los
individuos normales escapan a los conflictos, sino que los afrontan de manera
adecuada, aunque en ocasiones también fallan en su ‘estabilidad’. En el origen de las
enfermedades mentales se encuentra un desequilibrio bio-psico-social, y sólo se
puede diferenciar al individuo ‘sano’ del ‘insano’ por sus grados de adaptación a la
realidad. En esta definición se salva un obstáculo propuesto por el autor anterior, al
decir que el individuo normal no escapa a la posibilidad de padecer alguna clase de
18
trastorno, que la salud continua de hecho no existe y que incluye a la enfermedad.
Esto es reafirmado por lo que sigue:
Martín (1976) propone así una interesante definición de salud mental:
La persona psicológicamente sana no escapa por necesidad a las
tensiones y presiones de la vida; de cuando en cuando tendrá que
luchar con impulsos conflictivos, tendrá crisis en las relaciones
interpersonales, y experimentará fuertes emociones de pesar, ira o
miedo. Sin embargo, en general es capaz de funcionar eficientemente
y de encontrar satisfactoria la vida en la mayor parte de sus aspectos.
Puede tener relaciones duraderas y emocionalmente satisfactorias con
los amigos, el cónyuge, los padres o los hijos; puede trabajar efectiva
y productivamente, y puede jugar, reír, descansar y divertirse. Puede
tener apreciación realista de sus propias capacidades y defectos, o al
menos no recurre a mecanismos más extremos de negación o
distorsión de aquellos aspectos que desearía que fueran diferentes.
Básicamente se considerará como un miembro valioso de la raza
humana (p.6).
Aunque el autor citado se acerque mucho al criterio de ‘salud mental ideal’
admite la presencia de conflictos en la vida del individuo normal, por lo cual podría
concluirse que de ninguna manera se pretende definir a la salud como un hecho
continuo.
Ahora pasaré a describir más ampliamente la depresión en general, y luego en
particular la depresión femenina, que es el punto central de la presente investigación.
B. Depresión
Al tratar de calificar la depresión como una situación normal o anormal,
según algunos de los criterios que diferencian un estado del otro (mencionados en el
capítulo anterior), se observa que puede ubicarse tanto en el primer estado como en
el segundo, lo cual podría indicar que existe una depresión normal y una que no lo es.
Bien lo explica Freud en su obra “Duelo y Melancolía” donde distingue a la
19
depresión normal (o duelo) que sobreviene por la pérdida de un ser amado o una
abstracción del mismo (como por ejemplo la patria, la libertad, etc.); de la depresión
anormal (o melancolía) que es un estado de ánimo doloroso, donde además hay
inhibición, anhedonia, desinterés, pérdida de autoestima, autoreproches y
sentimientos de culpa. En la melancolía hay además, inmadurez del “yo” lo que
determina una forma dependiente de relacionarse con los demás. (Weffer, 1976;
Escalante, 2001; Ostow, 1973). Luego, se afirma que la diferencia entre depresión
normal y patológica depende de la habilidad de la persona deprimida para manejar la
situación. (Kisker, 1984; Sue, 1996)
Podría considerarse a la depresión como anormal cuando produce algún tipo
de malestar subjetivo, rareza y/o ineficiencia. A falta de un criterio extensible, los
manuales de diagnóstico han enumerado algunas características observables del
fenómeno depresivo, con el fin de posibilitar su diagnóstico y atención especializada.
Dichos criterios serán mencionados a continuación. De cada persona depende su
duración, frecuencia, tipo específico de manifestación e intensidad, lo que suele ser
muy variable. (Martín, 1976; Castilla del Pino, 1964).
1. Síntomas y/o manifestaciones de la depresión
En los manuales DSM-IV (Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos
mentales) y CIE-10 se enumeran los síntomas o criterios de los cuales el paciente debe
presentar cinco (5) (que incluyan al primero y/o al segundo de ellos) y éstos a su vez deben
producirle un malestar clínicamente significativo o afectar alguna de las áreas de
desenvolvimiento cotidiano del paciente, sea el laboral, académico y/o o el de interacción
cotidiana, para que reciba el diagnóstico de depresión. Éstos síntomas son los siguientes:
 Humor depresivo o tristeza la mayor parte del día, casi todos los días.
 Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las actividades la
mayor parte del día, casi todos los días.
 Fatiga o pérdida de energía.
20
 Inhibición (enlentecimiento) o agitación motora, casi todos los días.
 Dificultad para dormir (insomnio) o necesidad aumentada de dormir
(hipersomnia).
 Disminución (anorexia) o aumento (hiperorexia) del apetito, o pérdida o ganancia
significativa del peso corporal (mayor al 5% del peso en un mes).
 Sentimientos de inutilidad o culpa excesivos e inapropiados.
 Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, dificultad para tomar
decisiones, casi todos los días.
 Ideas recurrentes de muerte o suicidio, con o sin planes para cometer suicidio o
intento de suicidio.
Luego se hacen otras especificaciones al diagnóstico según la intensidad (leve,
moderada o grave), duración (episódica, en remisión o crónica) y características
(melancólica, atípica, catatónica, con o sin síntomas psicóticos, etc.) de cada
depresión.
Kisker (1984); Martín (1976); Sarason y Sarason (1996); Moizeszowicz
(1982); Tellenbach (1976); y Sue (1996) ofrecen una descripción de estos síntomas
que permite subdividirlos en tres categorías: somática-fisiológica, cognitivo-
conductual y afectiva.
 Somática-fisiológica: incluye síntomas vegetativos: disminución de la presión
sanguínea; falta o exceso de apetito, sueño, función sexual y/o intestinal; resfrío o
catarros, dolor de cabeza, menor secreción de saliva. Y síntomas corporales:
pérdida del tono muscular y tristeza en la expresión facial, disminución de la
actividad psicomotora y trastornos hormonales en las mujeres asociados al ciclo
reproductivo (menstruación, embarazo y/o parto). Desde el punto de vista
neuroquímico, puede presentar niveles bajos de catecolaminas y serotonina en el
sistema nervioso central.
21
 Cognitiva-conductual: se observa una visión pesimista de la vida, una actitud de
inseguridad, duda y derrota, pensamientos de muerte, disminución y/o dificultad
de la concentración, lentitud en el pensamiento y la acción, expectativas negativas
del futuro, pérdida de la motivación, autoacusación de incompetencia,
autodenigración, dificultad para tomar decisiones, descuido de la autoimagen,
dificultad para ser eficiente o productivo.
 Afectiva: se expresan sentimientos de tristeza y/o desánimo, pérdida o inhibición
de interés y energía, desesperanza, insatisfacción o ansiedad, sentimientos de
culpa, baja autoestima, autoreproches, desaliento, temores, sentimientos de
inutilidad y futilidad, aislamiento de los demás y llanto o cólera como reacción
ante la frustración.
Ahora se pasará a describir lo que puede originar éstos síntomas.
2. Causas de depresión
Tres grupos de factores han sido considerados como importantes dentro de la
etiología de la depresión, éstos son el social, biológico y psicológico. El psicológico a su vez,
presenta varias vertientes teóricas explicativas que serán expuestas más adelante.
 Social: Los estudios transculturales sugieren que factores tales como la cultura y las
experiencias sociales desempeñan un papel importante en el origen de los trastornos
afectivos. Éstas investigaciones han evidenciado que la frecuencia y manifestación de los
síntomas de depresión varían considerablemente de una cultura y/o sociedad a otra, por
ejemplo en el oriente predominan los síntomas de índole somático y los síntomas
cognitivos-conductuales, mientras que en los occidentales se destacan las
manifestaciones afectivas. Además, hay períodos en la vida de una persona en los cuales
sería casi imposible no deprimirse al ser ésta una reacción socialmente aceptada y
esperada ante cierto tipo de circunstancias, por lo que podría decirse que los síntomas
están en cierta medida determinados socialmente. (Sue, 1996; Polaino-Lorente, 1985).
22
 Biológico: Las causas biológicas de la depresión se centran en la predisposición genética,
en una disfunción fisiológica o en la combinación de las dos. Se ha demostrado que los
factores hereditarios inciden con más fuerza que el ambiente sobre los trastornos del
ánimo. El riesgo de padecer depresión aumenta cuanto más cercano sea el vínculo
parental (siendo el más fuerte ser gemelo monocigótico). En cuanto a la disfunción
fisiológica, se ha confirmado una alta incidencia de factores bioquímicos en la depresión
como son las afecciones en la cantidad de catecolaminas del cerebro (neurotransmisores)
que influyen en la conducta motora activa y las emociones. La depresión también ha sido
vinculada con un inicio rápido e incremento del sueño de movimientos oculares rápidos
(REM) y con anormalidades en la regulación neuroendocrina, específicamente altos
niveles de cortisol, hormona que es segregada por la corteza suprarrenal en el cerebro
(Calderón, 1984; Sue, 1996). Se dice que éstos factores son los causantes de las
depresiones llamadas endógenas (sin causas desencadenantes reconocibles) ya que en
éste tipo de depresión es difícil hallar un desencadenante externo (duelo reciente o
lejano) se le adjudican desencadenantes internos de tipo biológico. (Moizeszowicz, 1982;
Martín, 1976).
 Psicológico: El estrés psicológico (ej. la muerte de un ser querido, una enfermedad física
crónica, la frustración de los objetivos importantes en la vida; la pérdida de poder, de
bienes, etc.) puede actuar como un desencadenante de depresión, más aún cuando el
individuo carece de recursos para afrontar tal estrés (Sue, 1996; Kisker, 1984; Polaino-
Lorente, 1985; Calderón, 1984). Este tipo de estrés podría ser el desencadenante de las
depresiones llamadas reactivas. (Moizeszowicz, 1982; Martín, 1976). Las causas
psicológicas de la depresión serán explicadas más específicamente a continuación según
sus distintos enfoques teóricos.
3. Diversas perspectivas psicológicas de la depresión. Origen, definición y
tratamiento.
3.1. La perspectiva psicoanalítica:
La psicoanalista Bleichmar (1976), adscribe la génesis de la depresión a un ideal del
Yo que se ofrece como meta inalcanzable y convierte al individuo en un eterno insuficiente
23
(frustrado) con relación al deseo que sus padres le inculcaron de ser completo y perfecto. La
identificación con unos padres desvalorizados también puede llevar al paciente a construirse
a sí mismo como una persona depresiva porque de allí vendrá el autoreproche y el incremento
de la agresión en él. Cuanto más frustración más ira, que al no ser canalizada adecuadamente
y por la culpa que generaría dirigirla contra el agresor (padre al cual se dirigen sentimientos
ambivalentes de amor y odio) se convierte en autoagresión. El sentimiento de culpa de una
persona puede provenir de sus identificaciones con elementos culposos de una figura parental
(que asume como suyos) o con elementos de la representación de sí que el Otro construye
(sea ésta infundada o no). En cuanto al tratamiento de la depresión, variará según el tipo
particular de manifestación de la misma (concepción individualista). Lo que se busca con la
terapia psicoanalítica es que la persona establezca nuevas significaciones a sus recuerdos,
reorganizando su mundo conceptual y resignificando sus experiencias.
3.2. La perspectiva de la psicología clínica:
Esta perspectiva incluye los puntos de vista de la psicología clínica psicodinámica, la
conductual y la cognitiva o cognoscitiva, a las cuales nos referiremos a continuación.
3.2.1. La psicología clínica desde su enfoque dinámico:
Según Sarason y Sarason (1996) y Kisker (1984), para ésta perspectiva la depresión
está relacionada con la separación indeseada (sea ésta una pérdida, rechazo o abandono) de
una persona amada debido al estado de bienestar que la presencia de ésta proporcionaba. En
un principio la persona se siente enojada con quien ha muerto (o se ha ido, etc.) porque éste
la ha abandonado y resiente la separación, pero luego esa hostilidad es dirigida contra sí
mismo y se convierte en la causa de la depresión. Esta conducta autodestructiva puede ser
una forma de autocastigo, diseñada para liberar al paciente de los sentimientos de culpa
asociados a deseos y acciones inaceptables. Si la culpa está acompañada de baja
autoestimación y una sensación de insuficiencia y fracaso personal (como resultado del
rechazo, el ser ignorado, mal rendimiento y/o falta de éxito) la persona puede sentir la
necesidad de ser castigada por su fracaso, en cuyo caso la depresión constituye una de las
formas como se satisface esta necesidad de castigo. El tratamiento psicodinámico consiste en
revelar los procesos inconscientes que causan la conducta del paciente. Ésto se hace mediante
24
la palabra (es decir: a través de la interacción verbal entre terapeuta y paciente) y la
reinterpretación de los pensamientos y sentimientos del paciente, ayudándole así el terapeuta
a comprender las distorsiones de la realidad y que el presente es distinto al pasado en el cual
carecía de autonomía y control.
3.2.2. La psicología clínica desde el enfoque conductual:
Según Sue (1996) y Davinson y Reale (1980), los conductistas tienden a ver la causa
de depresión como una reducción del reforzamiento. Cuando se pierde un ser amado
inmediatamente se reduce el nivel acostumbrado de reforzamiento positivo (afecto,
compañía, apoyo, aliento, bienestar material o emocional), lo que disminuye el nivel de
actividad (hablar, trabajar, hacer deporte, pasear, etc.) de la persona afectada. Si esta
reducción del nivel de actividad impulsa a otras personas a expresar cierto grado de simpatía
hacia el paciente, la depresión puede llegar a cronificarse. Se considera, además, que cuando
las personas obtienen reforzadores inadecuados o insuficientes del ambiente y/o no se
proporcionan reforzamiento positivo por sí mismas, puede deberse a que carecen de las
habilidades requeridas para reemplazar los reforzamientos ambientales perdidos.
El tratamiento desde ésta perspectiva consiste en un entrenamiento en habilidades
sociales. El mismo consta de las siguientes fases: a) se le enseñan al paciente habilidades
sociales verbales y no verbales de comportamiento deseado; b) después de ensayar esta
primera fase el terapeuta asigna una “tarea” en la cual el paciente debe adaptar la nueva
habilidad de un modo útil en su cotidianeidad; c) se entrena al paciente para que sea más
receptivo ante las señales de las personas de su entorno, y para transformar en consecuencia
su comportamiento; d) el paciente aprende a adoptar criterios realistas para su desempeño y a
reforzarse positivamente a sí mismo; e) el paciente aprende a llevar un programa de
actividades diario en el que enlista los eventos cotidianos hora tras hora y estima el grado de
“placer” de cada evento; ello incrementa la posibilidad de que se vea envuelto en algunos
acontecimientos reforzantes. (Sarason y Sarason, 1996; Kisker, 1984; Sue, 1996; Davinson y
Reale, 1980).
25
3.2.3. La psicología clínica desde su enfoque cognitivo o cognoscitivo
Según Sarason y Sarason (1996); Kisker (1984); Sue (1996); y Davinson y Reale
(1980) los teóricos cognoscitivos, aseveran que los depresivos operan desde una “tríada
primaria” de puntos de vista negativos (o distorsionados): a) sobre sí mismos (baja
autoestima y sentimientos de culpa), b) sobre la situación y/o experiencias presentes (si sale
mal es mi culpa, si sale bien es cuestión de suerte) y c) sobre el futuro (indefensión o
desesperanza aprendida). Dicho esquema negativo de pensamiento es tipificado por cuatro
errores de lógica que, además, son causantes (y/o efectos) de depresión: 1) Inferencia
arbitraria: Tienden a sacar conclusiones que no se apoyan en la evidencia disponible; parecen
no ser capaces o no estar dispuestos a ver otras explicaciones más probables. 2) Abstracción
seleccionada: Toman un incidente o detalle menor fuera de contexto (que además es
negativo) como el más importante y los incidentes en los que se enfocan tienden a ser
triviales. 3) Generalización exagerada: Tienen la tendencia a sacar una conclusión radical
acerca de sus capacidades, desempeño o valía partiendo de una sola experiencia o incidente.
4) Magnificación y minimización: Tienden a exagerar (magnificar) las limitaciones y
dificultades y a restar importancia (minimizar) a los logros y éxitos.
El tratamiento cognoscitivo de la depresión implica enseñar al paciente a: 1)
identificar pensamientos (cogniciones) autocríticos negativos que ocurren de manera
automática, 2) identificar la conexión entre los pensamientos negativos y la depresión
resultante, 3) examinar con cuidado cada pensamiento negativo y decidir si puede ser
argumentado objetivamente, y 4) intentar reemplazar los pensamientos negativos
distorsionados con interpretaciones realistas de cada situación. (Sarason y Sarason, 1996;
Kisker, 1984; Sue, 1996; Davinson y Reale, 1980)
A modo de conclusión, y con base a Myers (2000), los beneficios en común que
ofrecen las diversas terapias son tres: a) Una esperanza para las personas desmoralizadas, es
decir, que con la responsabilidad del cliente las cosas pueden ir mejor si la persona cree en el
tratamiento. El resultado de la terapia varía con la actitud del cliente (motivación, confianza y
compromiso) pues cada terapia, a su manera, puede utilizar los propios poderes de curación
del paciente. b) Una nueva perspectiva de sí mismo y del mundo, puesto que cada terapia
ofrece a las personas una explicación de sus síntomas y una forma alternativa de mirarse a sí
26
mismos o de reaccionar ante sus mundos, lo cual les ayuda a cambiar sus comportamientos y
a desarrollar una nueva actitud. c) Una relación de empatía y confianza, atenta y afectuosa,
que es la que ofrece un terapeuta eficaz. En resumen, las personas que buscan ayuda,
generalmente mejoran más que las que no lo hacen, aunque éstos últimos al sentirse apoyados
por relaciones estrechas (con personas que ofrecen compañerismo, capacidad de cuidar y/o
protegerle, amistad y afecto) son menos propensas a necesitar o a buscar psicoterapia y
pueden mejorar sin someterse a ella.
Ahora se pasará a revisar algunas definiciones de depresión.
4. Definición de depresión
Antiguamente la depresión fue definida como melancolía, una entidad única y
exclusivamente biológica. El vocablo melancolía (bilis negra) deriva del griego y se
encuentra por primera vez en el Corpus Hippocraticum donde se describe la melancolía como
enfermedad y cómo es contraída por causa de una discrasia, es decir por mezclarse la sangre
con la bilis y la flema. Para entonces se decía que la sangre albergaba al espíritu el cual podía
resultar afectado por una mezcla anómala de humores. Más tarde se consideró a la melancolía
como una forma fundamental de locura, a partir de la cual se desarrollarían todas las demás
formas de trastornos mentales (Castilla del Pino, 1964; Tellenbach, 1976; Amarista, 1988).
La depresión definida como síndrome o enfermedad está conformada por los
síntomas descritos anteriormente en la sección referente a los síntomas. Por otro lado, según
Castilla del Pino (1964), la depresión puede ser concebida de tal forma debido a la
modificación (percibida por la persona) de un estado no deprimido, a uno deprimido. Más
claramente, está relacionado con una autopercepción de anormalidad. Luego, la depresión
definida como síntoma es un trastorno afectivo que acompaña otros estados patológicos, sean
éstos psiquiátricos (como esquizofrenia, abuso de sustancias o alcohol) o no (como
enfermedades médicas físicas).
Kisker (1984) por su parte, asevera que la palabra depresión se ha usado para
referirse a un sentimiento o tono emocional subjetivo de breve duración, a una disposición de
ánimo o estado sostenido durante un lapso prolongado, a una emoción en la que los tonos
27
emocionales se combinan con cambios fisiológicos detectables, y a un desequilibrio de la
personalidad con síntomas característicos, lo cual indica que ha sido concebida de manera
genérica (es decir que es común a varias acepciones o instancias). Según Sobre-Casas (1997),
las propuestas para aclarar éste problema son: hablar de tristeza cuando se está frente a un
estado psíquico que no se aleja demasiado de lo normal, de disforia en lo sintomático y de
melancolía en los cuadros clínicos graves.
5. Género y depresión
Según Sarason y Sarason (1996); Sue, (1996); y Davinson y Reale, (1980) el factor
de riesgo principal para la depresión es ser mujer. Veamos a continuación algunos
argumentos al respecto.
La depresión es más común entre las mujeres que entre los hombres, sin importar la
región del mundo, raza, etnicidad y clase social. Según las estadísticas las mujeres tienen casi
el doble de probabilidad de sufrir depresión que los hombres. Esto resulta difícil de sustentar,
ya que puede suceder que las mujeres, en comparación a los hombres, solicitan más el
tratamiento cuando están deprimidas, y esto determina que los índices de depresión femenina
aparezcan más elevados. A esto se agrega que los diagnosticadores o el sistema de
diagnóstico (entiéndase manuales) pueden estar prejuiciados hacia el hallazgo de depresión
en las mujeres. Incluso Puede suceder también que la depresión en los hombres, adopte otras
formas y en consecuencia reciba diagnósticos diferentes como el de dependencia de
sustancias (alcohol, drogas, etc.), tal como lo sugieren Sue (1996) y Ostojic y Precht (2000).
Para autores como Sue (1996) y Cochrane, (1992), sin embargo, sólo una pequeña
parte de la diferencia de frecuencia de depresión entre la mujer y el hombre podría quedar
explicada por las tres posibilidades indicadas, ya que el índice real de depresión es mayor en
las mujeres. Los motivos de esta diferencia podrían tener que ver con factores psicosociales:
Uno de éstos es el rol social tradicional de la mujer, pues las mujeres han sido alentadas a
presentarse como atractivas, sensibles (amables y emocionales) ante otras personas y pasivas
(o inhibidas) en las relaciones, lo cual podría no ser tan exitoso para obtener reforzamiento
positivo de los demás como las respuestas asertivas y más fuertes asociadas comúnmente a
los hombres. Ésto junto a la subordinación a los hombres y carencia de oportunidades
28
ocupacionales (o mayor exposición a la frustración) podrían estar provocando mayor
depresión en las mujeres. Por éstas razones, las mujeres podrían ser mas propensas a
experimentar falta de control en las situaciones de la vida, pudiendo atribuir tal desamparo a
una carencia imaginaria de valía personal.
Por otra parte Sue (1996) afirma que las diferencias de género en cuanto a la
depresión han sido atribuidas a la forma en que responden las personas a los estados de
ánimo deprimidos, lo cual puede contribuir a la cronicidad, gravedad y recurrencia de los
episodios depresivos: Las mujeres tienden a rumiar y amplificar sus estados de ánimo
depresivos, mientras que los hombres amortiguan o encuentran medios de minimizar la
disforia. Tal tendencia en la mujer podría prolongar los sentimientos depresivos.
Por su parte, Cochrane (1992) expresa que a pesar de los varios mecanismos
biológicos que se han propuesto como posibles causas de las diferencias de los géneros
respecto a la depresión, tales como las diferencias genéticas, la tensión premenstrual, la
depresión postparto, la menopausia e incluso el uso de anticonceptivos, éstas no son
suficientes para explicar las grandes diferencias entre las tasas de depresión de ambos grupos.
El rol social de cada género parece influir con más fuerza.
Cochrane (1992) también afirma que la autoestima es importante como defensa ante
el estrés generador de depresión, y que los hombres tienen niveles más altos de autoestima
que las mujeres porque socialmente las características masculinas en general son mucho más
valoradas que las femeninas. El éxito en el trabajo y la posibilidad de gestionar por si mismo
redes de contacto social son útiles para enfrentar dicho estrés. Estas fuentes de afecto suelen
estar más al alcance de los hombres, como también una mayor posibilidad de recibir el apoyo
y comprensión de su pareja.
Según Ostojic y Precht (2000) las mujeres tienden a internalizar sus penas y se
culpan, mientras que los hombres las externalizan, lo que los puede proteger de
sentirse y parecer deprimidos, pero no de estarlo.
29
Independientemente del carácter polémico de si la mujer tiende o no a ser más
depresiva que el hombre, lo cierto es que hay la percepción entre los psicólogos
consultados para este trabajo de que existe un índice significativo de consulta por
depresión en las mujeres.
6. Depresión femenina
En las mujeres la depresión hace su aparición como una situación cotidiana de
sus vidas, esto quizá debido a la superposición que resulta de los factores dinámicos
que conducen a la depresión y los rasgos que conforman el núcleo de la subjetividad
femenina. Socialmente, muchos valores masculinos como asertividad y fuerza, son
valorados positivamente mientras que los femeninos no tienen la misma valoración
positiva como son la emocionalidad, la obediencia, la dulzura y la complacencia.
Así, una mujer mientras más se adapte al estereotipo femenino tendrá mayor
predisposición a la depresión, por lo que podría concluirse que lo que predispone a la
mujer a la depresión es su propio rol. La femineidad tal como está concebida en
nuestra cultura sería el factor de mayor riesgo. En otras palabras, y como dice
Bleichmar (1991), socialmente se atribuye a la mujer la responsabilidad por los
cuidados (de una familia, relación amorosa, etc.), en torno al amor se define su
identidad y su ética, pero si fracasa en ello vivencia depresión.
Bleichmar (1991) asevera, además, que la pérdida (o la impotencia) para la
realización del deseo en la mujer no sólo pone en peligro el suministro de afecto, sino
su oportunidad para participar en forma activa en una experiencia que confirme la
continuidad y el valor del yo-en-relación. La soledad provocada por la pérdida,
implica la ausencia de referentes valorativos de ese yo-en-relación, lo cual es
experimentado como un fracaso o una insuficiencia en su femineidad debido a la
derrota en la posibilidad de recuperación del objeto perdido o en la falta de confianza
en la propia capacidad para modificar una situación externa. Como consecuencia de
esto las mujeres desarrollan sentimientos depresivos de culpa, autopersecusión y
30
extrema responsabilidad, pues es en torno al cuidado del objeto que su femineidad se
pone a prueba. Por ser tales cuidados inherentes a su “naturaleza”, el fracaso en la
relación no sólo es motivo de dolor sino de autoreproche, lo cual contribuye a su vez
a disminuir la autoestima. En este orden de ideas, dos clases de personalidad se
consideran predispuestas a la depresión: aquella que desatiende sus propios deseos,
siempre dispuesta a complacer a otros y responsabilizándose por lo que no va bien
(superpuesta al rol femenino); y aquella caracterizada por perseguir un objetivo, para
luego ser perseguida por su objetivo, porque siente que será amada por otros sólo si
es exitosa en el logro de sus objetivos.
Burin, Moncarz y Velázquez (1991), además, aseveran que los roles de las
mujeres tales como el de madre, esposa, ama de casa y muy especialmente la
maternalización de los roles que desempeñan, las disponen a estar más atentas a las
emociones y sentimientos propios y ajenos, sobretodo los ligados a la frustración, al
dolor, al sufrimiento, a la angustia, a la insatisfacción. Éstos roles estereotipados
ubican a las mujeres en el predominio de la esfera emocional, y por tanto las hacen
más propensas al diagnóstico de depresión. Es su adhesión a la norma en su
cotidianeidad lo que genera tal malestar y no una desviación de la misma. Asumir
éste rol no sólo implica compromisos maternales, sino la inhibición de la hostilidad,
lo cual impone ideales inalcanzables para constituirse como mujer
De lo expuesto deviene la importancia del reconocimiento de la depresión
femenina desde el contexto discursivo de quien la trata, el terapeuta, para comprender
la forma como es diagnosticada y de qué manera esto influye en el significado que le
atribuye. La depresión femenina, además de ampliamente estudiada desde diversas
perspectivas clínicas, constituye un tema muy ligado a los modos como se significa y
construye a la mujer en la sociedad. Debilidad, labilidad afectiva o sentimentalismo,
delicadeza, flaqueza, naturaleza cambiante y enigmática, son características
femeninas que logran superponerse a las distintas patologías del afecto. Cierta
inestabilidad y una alta sensibilidad al cambio hacen a la mujer más proclive a
31
deprimirse, luego se le está más “permitido” a la mujer que al hombre la expresión de
múltiples sentimientos. ¿Hasta qué punto éstos factores pueden justificar su
diagnóstico como enfermedad?, o ¿hasta qué punto es normal ante los cambios del
ciclo biológico de la mujer hablar de depresión?: eso sólo pueden saberlo los
profesionales que reciben a éstas mujeres diariamente en su consulta, y perciben
cómo todas éstas situaciones pueden contribuir al desarrollo de una depresión
femenina. (Sue, 1996; Cochrane, 1992; Burin, Moncarz y Velázquez, 1991; Ostojic y
Precht, 2000; Bleichmar, 1991).
Es oportuno aclarar que la bibliografía dentro de este campo es muy extensa y
variada como para ser abarcada en la presente investigación, y en lugar de pretender
englobarla (lo que no sería factible para un trabajo de licenciatura) se ha querido
hacer un esbozo o acercamiento a éste fenómeno tan ampliamente estudiado como es
la depresión.
Al no quedar totalmente aclarado el fenómeno depresivo en la mujer, se abre
la oportunidad de buscar su comprensión por otros medios, en este caso es necesario
su entendimiento desde un punto de vista que contemple el carácter constructivo del
lenguaje, de allí la utilidad del construccionismo social como modelo teórico de base
para la presente investigación.
C. Construccionismo
Según Ibáñez (2001), el construccionismo, o construccionismo social, nos
dice que el pensamiento humano construye sus elaboraciones de manera
argumentativa y dilemática, es decir, recurriendo a argumentos y contraargumentos
sin perder nunca de vista que toda postura se inserta en un conjunto abierto de
posturas posibles. Se hace mucho énfasis en el lenguaje y el papel que éste representa
en la construcción de la realidad: las cosas no existen por sí mismas, sino que las
hacemos existir mediante nuestras categorías lingüístico-conceptuales, mediante las
32
convenciones que establecemos y mediante nuestras prácticas discursivas. Tal
lenguaje está a su vez motivado por nuestras características, nuestra historia, nuestro
modo (paradigmático) de estar en el mundo, y tiene una función formativa, es decir,
es creador de algunos aspectos de los objetos a los que se refiere. Por otro lado,
Aguilar (2002), concidiendo con la postura de Ibáñez, señala que el construccionismo
social entiende a la realidad como una producción social construida a través del
lenguaje, instituciones, relaciones de poder y prácticas históricas contextualmente
localizadas.
En cuanto a los supuestos del construccionismo, según Gergen (1996, p73-
78), son los siguientes:
“Los términos con los que damos cuenta del mundo y de nosotros mismos no están
dictados por los objetos estipulados de éste tipo de exposiciones”. Las relaciones
entre los objetos y sus significados son arbitrarias, dependen de un contexto y
lenguaje específicos, más limitado aún si es el discurso de la ciencia ya que éste suele
privilegiar determinadas explicaciones de los hechos sobre otras.
“Los términos y las formas por medio de las que conseguimos la comprensión del
mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, producto de intercambios
situados histórica y culturalmente y que se dan entre personas”. Las descripciones
y/o explicaciones son el resultado de prácticas sociales y adquieren su significado
sólo en contextos relacionales actuales específicos, por lo que están limitadas en todas
partes y en todo momento. Dichas explicaciones llegan a ser “objetivas” cuando
tienen antigua raigambre y son utilizadas unívocamente, es decir, son “legitimadas” o
“naturalizadas”.
“El grado en el que un dar cuenta del mundo o del yo se sostiene a través del tiempo
no depende de la validez objetiva de la exposición sino de las vicisitudes del proceso
social”. Lo que quiere decir que la realidad y el lenguaje que la “representa” no
33
tienen vínculos estrechos, o que una puede depender de la otra en un grado arbitrario.
Luego, lo que determina la forma de percibir al mundo depende del método de
aproximación a la realidad, o más específicamente de la ciencia que es la que se
caracteriza por dicho método y posee además el poder que le da el conocimiento.
“La significación del lenguaje en los asuntos humanos se deriva del modo como
funciona dentro de pautas de relación”. Las muestras del lenguaje son integrantes de
pautas de relación, excrecencias de modos de vida específicos, rituales de
intercambio, relaciones de control y de dominación; dependiendo así las
declaraciones del modo en que funcionan, qué actividades facilitan y cuáles se
impiden, a quiénes privilegian y a quiénes restringen.
“Estimar las formas existentes de discurso consiste en evaluar las pautas de vida
cultural; tal evaluación se hace eco de otros enclaves culturales”. Se reconoce el
poder del contexto cultural sobre las construcciones de lenguajes locales y
específicas, así como también se reconoce su generalización a otros contextos
similares.
Por su parte Ibáñez (2001) p. 226-235, expone los siguientes presupuestos
ontológicos del construccionismo social:
“Reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad social”. Todo lo que es
social está relacionado con el lenguaje y la cultura. Lo social surge del mundo de
significados intersubjetivos o compartidos entre varias personas y esto permite
investir a los objetos con una serie de propiedades que son construidas por medio de
la comunicación. Tales significados (simbólicos), no pueden ser encerrados en una
formulación precisa porque varían de un contexto a otro junto a sus fuentes de
determinación, como son la estructura social y las posiciones que ocupan las
personas.
34
“Reconocimiento de la naturaleza histórica de la realidad social”. Los fenómenos,
prácticas y estructuras sociales tienen “memoria”, es decir, lo que son en un momento
dado, es inseparable de la historia de su producción. Ello implica que el conocimiento
sobre la realidad ha de ser idiosincrático y concreto, específico a una sociedad.
“Reconocimiento de la importancia que reviste el concepto y el fenómeno de la
reflexibilidad”. Ser “reflexivo” consiste en verse con los ojos de los demás, verse en
los ojos de los demás, anticipar los efectos de sentido (o de otro tipo) que producimos
en los demás, entender lo que hacen o lo que pretenden los demás, todo ello por la
conciencia de sí mismo que permite la reflexividad. Los conocimientos que el
individuo va construyendo acerca de sí mismo en el transcurso de sus interacciones
con los demás, modifica esas interacciones, lo cual modifica a su vez el conocimiento
de sí. Cuando tal reflexividad se extiende a la psicología, le permite tomarse a sí
misma como objeto de análisis.
“Reconocimiento de la agencia humana”. Concebir al ser humano como “agente”
consiste en creerlo capaz de constituirse en fuente de determinación última de sus
propias conductas, es decir, capaz de autodirigir o autodeterminar sus conductas con
base en unas decisiones internamente elaboradas.
“Reconocimiento del carácter dialéctico de la realidad social”. Tal concepción
“dialéctica” abre dos aspectos: la naturaleza relacional de los fenómenos y el carácter
procesual de los mismos. En su aspecto relacional se reconoce que la sociedad sólo
adquiere su estatus de existencia a través de las prácticas desarrolladas por los
individuos, a la vez que éstos existen como seres sociales mediante su producción por
la sociedad, tratándose de un proceso de mutua construcción en el cual los actos sólo
adquieren sentido en el contexto donde se expresan y el contexto está construido por
los actos que resultan de él. En su carácter procesual, se encuentra a los objetos
sociales en un constante devenir de continua creación y recreación, de constante
reproducción y transformación que remite a la dimensión histórica de la realidad.
35
“Reconocimiento de la adecuación de la perspectiva construccionista para dar
cuenta de la realidad social”. El punto de vista construccionista exige una actitud de
duda metódica ante cualquier atribución de realidad a los fenómenos u objetos cuya
existencia parece estar sólidamente acuñada en nuestro lenguaje, con la finalidad de
“desnaturalizarlos”. Para ello es necesario tomar en cuenta el papel de las
convenciones lingüísticas de los fenómenos sociales, dilucidar la naturaleza del
proceso mediante el cual los procesos discursivos tienen la capacidad de constituirse
en fuente de producción (aunque parcial) de los objetos sociales, y aclarar el
mecanismo que permite que confundamos las propiedades de nuestra forma de hablar
de las cosas con las propiedades de las propias cosas (Shotter, 1987 citado por Ibáñez,
2001).
En cuanto a los presupuestos epistemológicos, Ibáñez (2001) plantea el
reconocimiento de la dimensión hermenéutica (interpretativa) de los hechos sociales
y la defensa de una concepción no-representacionista de la ciencia, la cual involucra
una preocupación por la naturaleza socio-histórica del conocimiento científico y las
prácticas que lo construyen.
Sintetizando un poco lo propuesto tanto por Gergen (1996) como por Ibáñez
(2001): se puede decir que el construccionismo ofrece la posibilidad de una
comprensión distinta a la de la ciencia acerca de la realidad, ya que la considera un
producto social resultante de interacciones lingüísticas, consensos, relaciones de
poder e institucionales y prácticas sociales, y la entiende como un proceso histórico y
específico a un contexto particular. Se privilegia al sujeto como activo, reflexivo y
co-constructor de la realidad en la que está inmerso. Y el fin es tratar de
desobjetivizar aquellos fenómenos que han adquirido fortaleza en sus
conceptualizaciones al punto de convertirse en creadoras de realidades por
convenciones sociales.
36
Ahora se pasará a describir los resultados de algunas investigaciones
realizadas bajo el marco del construccionismo social sobre los temas tocados en
capítulos anteriores, tales como normalidad, anormalidad y depresión.
1. Desconstruyendo la irracionalidad, la depresión y la psicoterapia.
Según Parker y Georgaca (1999) necesitamos algún abordaje de lo irracional,
ya que en la experiencia humana el lenguaje excluye y construye al mismo tiempo lo
irracional, para ello da la alternativa de la “desconstrucción” única capaz de recuperar
el término subordinado (irracionalidad) en una oposición conceptual y transformarlo
para utilizarlo en contra del término dominante (racionalidad), revelar
contradicciones en él, entender cómo surge el concepto y nombrar al otro que está
silenciado y subyugado dentro del discurso (Harper, 1996). Ello permite cuestionar
las grandes nociones de razón y no-razón.
Según Parker y Georgaca (1999), para desconstruir los términos normalidad y
anormalidad es necesario dirigir la mirada no al loco, sino a la cultura, las
instituciones y lenguaje que hacen que la locura importe tanto, ya que son las
instituciones de poder y conocimiento las que estructuran la manera en que
entendemos la salud y su relación con lo psíquico, y es el lenguaje el que organiza la
razón y estructura lo que imaginamos fuera de ella (o enfermedad mental).
Según Harper (1996) en este caso, cualquier intento de hablar acerca de la no-
razón se somete a lo razonable y ya no es más no-razonable. El establecimiento de la
razón crea y sostiene a la no-razón y viceversa. Tan sólo puede decirse que algo anda
mal en el individuo cuando él o ella es comparado con la sociedad. Así se busca
diferenciar individuos y compararlos con una norma idealizada cuyo concepto
estadístico tiene connotaciones morales y regulatorias. El poder de la patología viene
de la construcción de una forma particular de subjetividad e identidad para la persona
considerada enferma. Los manuales de diagnóstico por su parte, prestan poca
37
atención al contenido de los fenómenos y mucha a su forma, en la que se transforman
comportamientos en síntomas que están tanto presentes como ausentes; a lo que se
agrega que los pacientes nunca encajan perfectamente dentro de las categorías (Sarbin
y Kitsuse, 1994).
Por otro lado, los autores arriba citados señalan que se coloca al paciente en
una posición de víctima en la que es culpabilizado y al terapeuta en una posición de
poder en la cual los significados pueden ser impuestos en vez de ser producidos en
interacción. La responsabilidad moral del paciente en el tratamiento consiste en dar
cuenta de sus padecimientos y el por qué permanece estancado(a) en ellos; en fin,
confesarse. Aproximaciones construccionistas contemplan la forma en que las
estructuras sociales construyen una realidad en la que los individuos se ven obligados
a asumir ciertas posturas, y se da importancia al contexto en el cual se dan los
problemas, tomando como base el principio de que el sí mismo y el sujeto son de
hecho producciones sociales, históricas y contingentes (Parker y Georgaca, 1999;
Parker, 1999; Harper, 1996).
Específicamente con respecto a la depresión, Karp (1994) en entrevistas a
personas que habían sido diagnosticadas como depresivas, halló que todos los
respondientes describieron: a) un período de sentimientos incipientes durante el cual
carecieron del vocabulario para etiquetar su experiencia como depresión, b) una fase
durante la cual concluyen que “algo está realmente mal”, c) una fase de crisis que los
empuja a un mundo de expertos terapéuticos, d) una fase de asumir una identidad de
enfermedad durante la cual teorizan sobre la(s) causa(s) de su dificultad, y e) una fase
durante la cual o se entregan a la identidad de enfermedad o definen la depresión
como una condición que pueden superar. Cada uno de estos momentos incluyó y
requirió redefiniciones del self, pero, además, las personas difirieron
considerablemente en la cantidad de tiempo que pasaban en una fase particular. Era
típico para estas personas, que provenían de circunstancias familiares severamente
disfuncionales, pasar largos períodos de tiempo sintiéndose diferentes, incómodos,
38
marginados. Durante el proceso de psicoterapia las personas comenzaban a
comprender que el problema puede ser interno y no situacional. Después aparecía el
dilema de hacer público o mantener en privado éstos sentimientos. Hacerlos públicos
por la búsqueda de un remedio, implicaba asumir una identidad estigmatizante y
negativa, por lo que muchos preferían mantenerlos en privado por considerarlos,
además, incomunicables, incomprensibles o indescriptibles (aludieron a ahogarse,
sofocarse, sensación de vacío, estar perdido, ser capturado por una tormenta, estar
aislado, caer en un hueco negro, etc.) y temer que no serían entendidos.
Según Stoppard (1998), las teorías que explican la depresión son asumidas
con aplicabilidad general y se excluyen las diferencias de género e inclusive las
corporales. Diversas nociones sociales acerca del cuerpo como la figura física ideal, y
el cuerpo práctico o útil hacen presión en los roles femeninos siendo origen muchas
veces de síntomas depresivos. Así una nueva perspectiva del “cuerpo vivido” le
permite ser un artefacto simultáneamente físico y simbólico producido natural y
culturalmente. Según esta autora, la depresión en las mujeres representa una forma de
“protesta” en contra de la opresión femenina dentro de las estructuras de poder social
patriarcales, sostenidas por discursos de feminidad en los que están obligadas a
desempeñarse en una gran cantidad de roles dentro (madres, amas de casa, etc.) y
fuera de sus casas (empleos remunerados, carreras académicas, etc.). El rol femenino
demanda una serie de comportamientos y experiencias, que juzgadas contra una
norma sin género, son clínicamente neuróticas. Por esta razón la depresión como
enfermedad sirve así a una cantidad de funciones sociales: urgir a las personas que
vean los eventos como un asunto de la psique en vez del dominio público, motivar la
autorregulación (sobretodo en las mujeres) y enfatizar la responsabilidad personal en
vez de una necesidad de cambio social (Parker y Georgaca, 1999; Parker, 1999).
Las diversas psicoterapias toman por dadas descripciones de patologías que a
menudo oprimen a las personas, mientras pretenden ayudarlas. Para desconstruir la
psicoterapia es necesario hacer justicia a las historias que las personas cuentan sobre
39
sus padecimientos y adoptar una postura crítica que permita entender la serie de
perspectivas que operan desde ciertas posiciones de poder. Una nueva perspectiva
terapéutica basada en la comunicación y en cómo se construye nuestro lugar en la
cultura, para conectar la terapia con lo que sucede en el mundo, respetando las
realidades vividas por los clientes, sería una práctica emancipatoria. Ésta podría
dedicarse a habilitar la construcción de auto-narrativas que permitan a las personas
vivir en paz consigo mismas, de manera que no reduzcan su identidad a pacientes
victimizados. Para ello sería necesario reemplazar la visión centrada en el síntoma por
una centrada en escuchar al cliente de un modo distinto, enfocándose sobre temas y
guiones improvisados que surjan de un análisis sociocultural en vez de “síntomas”.
(Parker y Georgaca, 1999; Parker, 1999; Harper, 1996, Sarbin y Kitsuse, 1994).
Siguiendo las propuestas de estos autores, es necesario comenzar a
encaminarnos hacia un tipo de psicoterapia que incluya las diferencias de género en
su estructuración (también la noción de “cuerpo vivido”), así como la perspectiva del
paciente acerca de lo que le ocurre, para permitir a estos significados ser incluidos en
las prácticas sociales, o al menos crear un espacio de resistencia ante las posiciones
de poder generadoras de patología.
La depresión es una construcción social que hacen tanto los denominados
pacientes, como los profesionales de la terapia (psicólogos clínicos) que intervienen
en su tratamiento, prueba de ello es que sus propiedades son definidas tomando como
guía los criterios que aparecen en el manual (DSM-IV) y éste a su vez es constituido
y escrito según un consenso. Dicha enfermedad es diagnosticada desde el terapeuta y
asumida por el paciente según cómo se la significa en dicho lenguaje-consenso. Por
otro lado, no se conocen investigaciones en nuestro contexto sobre cómo los
psicólogos clínicos significan la depresión, particularmente la de la mujer, que es la
que se afirma como más frecuente. De allí la inquietud que sirve como punto de
partida para el presente estudio.
40
III. CONTEXTO PERSONAL
Mi interés en el tema de la depresión femenina está relacionado con el hecho
de que durante mi formación como psicólogo percibí ciertas “faltas” o ausencias en el
tema de la depresión, más que todo por las diversas contrariedades que se observan en
ella y que parecen no tener explicación. En sus síntomas se ve una especie de
extremismo entre el comer y/o dormir mucho o nada, llorar mucho y aislarse
socialmente (o todo lo contrario). Muchas veces tuve la sensación de que todo era
depresión y cualquier otra cosa distinta era un trastorno psicopático que finalmente en
su génesis sólo tenía un fondo depresivo.
Pero mi preocupación principal consiste más bien en lo que las teorías no
responden; que no es el por qué de la depresión precisamente, sino más bien algo más
relacionado con el ¿qué?. Es decir qué es la depresión, cómo se vive, qué
sentimientos entraña, qué cosas obviamos los psicólogos al estudiarla; porque parece
que pasamos por alto las particularidades en pos de un consenso científico, cuando
nuestro interés en la conducta siempre ha partido de la riqueza del estudio caso por
caso.
Y ¿por qué la mujer? por cuestiones estadísticas, ya que las mujeres asisten
más a consulta que los hombres, y demuestran más sus sentimientos depresivos
mientras los hombres los evaden o niegan. Por lo que han visto mis ojos, y siguen
viendo los ojos de todos (tanto los familiares de las pacientes como sus
diagnosticadores) es la gran frecuencia con que la depresión se presenta en las
mujeres. Y aunque me molesta la palabra “frecuencia” no encuentro otro referente;
como siempre el lenguaje nos limita más de lo que nos ayuda a expresarnos. Luego la
tristeza –como la alegría- existe y es necesaria muchas veces como forma de
expresión de las realidades humanas. En este sentido me gustaría hallar una forma de
nombrar a la depresión de otra manera, por ejemplo con una metáfora.
41
IV. PREGUNTA O TÓPICO DE ESTUDIO
Dado lo expuesto anteriormente se considera pertinente la formulación de la
siguiente pregunta de investigación:
¿Cuáles son las construcciones que hacen los psicólogos clínicos de la depresión
femenina?
V. OBJETIVO GENERAL
Conocer las construcciones de un grupo de psicólogos clínicos venezolanos
acerca de la depresión femenina.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Ψ Conocer las construcciones sobre la definición de la depresión.
Ψ Conocer las construcciones sobre las causas de la depresión.
Ψ Conocer las construcciones sobre el tratamiento de la depresión.
VI. MÉTODO
Antes que nada creo necesario definir la investigación cualitativa y sus
características. Según Sánchez (2000) la investigación cualitativa se orienta hacia el
estudio de la vida cotidiana y valora las visiones que las personas tienen de ella
dentro de su propio contexto, además se fundamenta en la realidad como construcción
social por lo cual se admite la influencia de condiciones circunstanciales en la misma.
Para Sánchez (2000) la investigación cualitativa se caracteriza por tener una
noción de realidad múltiple (ontología relativista), es decir, que toma en cuenta las
múltiples perspectivas de los participantes acerca del fenómeno de estudio en su
42
carácter más dinámico. La investigación cualitativa también es considerada
interactiva, porque cada parte del diseño de investigación interactúa con las otras de
modo que un cambio en una de las partes modifica a las otras, y porque el
investigador y los participantes también interactúan entre sí. La investigación
cualitativa es, además, idiográfica, ya que asume los hechos como pertenecientes a un
lugar y momento determinados; y holística porque estudia al fenómeno en su
totalidad, tanto en su constitución como en su relación con el contexto situacional.
Finalmente, el diseño de la investigación cualitativa es emergente porque se
desarrolla conjuntamente con la evolución del conocimiento sobre el objeto de
estudio: no se elabora previamente sino que va conformándose a lo largo del curso de
la investigación.
1. Justificación de la utilización de la perspectiva de la Investigación Cualitativa
para estudiar la depresión femenina.
En las investigaciones actuales sobre depresión se encuentra una amplia gama
de estudios relacionados con variables, siempre buscando la causalidad de dicho
fenómeno, aportando cada vez más datos sobre su relación con otros trastornos y con
cierto tipo de síntomas. Se busca la causa esperando que al eliminarla se eliminará
con ella a su efecto (la depresión), o podrá evitarse que ocurra. Todas estas
investigaciones a gran escala (con sendas muestras) han sido de gran ayuda en la
caracterización y descripción del fenómeno depresivo, inclusive en su explicación
deductiva, siempre dentro del marco científico cuantitativo.
Luego, y con el interés en este caso de comprender el fenómeno depresivo, he
optado por la investigación cualitativa, ya que ésta me permite actuar inductivamente,
es decir, partir de la multiplicidad de realidades expuestas por los actores y no de una
teoría determinada. Además, en lugar de fragmentar al objeto de estudio en variables
se le considera una totalidad, un proceso histórico inseparable del contexto en el cual
se da. La investigación cualitativa busca la particularidad y no la repetición de un
fenómeno, se interesa por la subjetividad, ya que niega la supuesta neutralidad y
43
objetividad científicas, abriendo paso así al reconocimento de las perspectivas de los
entrevistados expresadas en sus propias palabras (Wiesenfeld, 1997).
2. Descripción de:
2.1. Contexto del estudio.
El contexto es natural, e incluye su vinculación con las experiencias de los
participantes, se reconoce a la realidad estudiada como múltiple (no homogénea) e
idiográfica (histórica y contextualmente específica). El contexto se toma por
desconocido, se busca entrar en “conversación” con y sobre el tema de la depresión
sin basarse sólo en la perspectiva del investigador.
En nuestro caso se eligió a los psicólogos clínicos como participantes, por la
amplia relevancia de sus opiniones como terapeutas dentro de lo que se conversa
acerca de la depresión y acerca del modo en que se le significa.
A continuación presento un cuadro donde especifico la información contenida
en el código que identifica a las declaraciones de los entrevistados según el orden en
el que fue realizada, la orientación teórica del entrevistado, su género, el total de
páginas y párrafos por entrevista.
# de
entrev.
Orientación teórica del
entrevistado
Género del
entrevistado
Años de
experiencia
profesional (aprox.)
# total de
págs de la
entrev.
# total de
párrafos de la
entrev.
E1 Psicología Clínica
Dinámica
Femenino 5 22 84
E2 Psicología Clínica
Dinámica
Masculino 6 27 109
E3 Psicología Clínica
Dinámica
Femenino 10 25 105
E4 Psicología Clínica
Dinámica
Masculino 25 21 94
E5 Psicología Clínica
Conductual
Femenino 10 23 109
44
E6 Psicoanálisis
Jungiano
Femenino 25 24 118
E7 Psicología Clínica
Conductual y
Dinámica
Femenino 5 25 115
E8 Psicoanálisis
Freudiano-
Kleiniano
Masculino 27 30 122
E9 Psicoanálisis
Lacaniano
Masculino 30 17 65
2.2. Forma como se estableció la relación con los participantes.
La relación con los participantes se estableció de manera temporal (se redujo
al período de duración de la entrevista) tomando en cuenta la posibilidad de una
segunda (o tercera) reunión con el participante en caso de que fuese necesario aclarar
algún punto en particular de sus opiniones. El hecho de que todos ellos me fueron
recomendados por alguien más (allegado a ellos) facilitó el primer contacto
telefónico, y tras la concertación de la entrevista ésta fluyó en todos los casos como
una conversación, concluyendo con la recomendación de otro profesional a ser
entrevistado y con la apertura a la posibilidad de una reunión adicional si fuese
necesaria. Los psicólogos que se mostraron interesados en los resultados fueron
invitados a la defensa de la tesis.
2.3. Selección de los participantes:
Es intencional, es decir que se adecuó a la diversidad de construcciones, es
emergente (se modifica en función de la recogida de datos), lo que permitió una
selección serial y modificación periódica de la muestra.
La muestra estuvo conformada por psicólogos clínicos (cuatro de ellos
dinámicos, uno conductual, uno conductual y dinámico, y tres psicoanalistas) de
ambos géneros, de diversas edades y años de experiencia, en un número de 9 (4
45
hombres y 5 mujeres). Y que además poseen experiencia en el tratamiento de
pacientes femeninas con diagnóstico de depresión.
Dicha muestra es de tipo no probabilística, porque no cumple con los
requerimientos estadísticos de representatividad de la investigación científica. Según
Sabino (1980), dentro de las muestras no probabilísticas, la muestra de la presente
investigación responderá al subtipo “Muestra intencionada” puesto que es escogida
en forma completamente arbitraria, designando a cada participante según las
características que el investigador considera relevantes.). También puede ser
denominada serial según Lincoln y Guba (1985), ya que permite al propósito de la
variación máxima ser alcanzado lo mejor posible seleccionando cada miembro de la
muestra solamente después que se ha analizado al anterior participante. Cada
miembro sucesivo se puede elegir para ampliar la información obtenida ya, para
obtener otra información que contraste con ella, o para completar boquetes en la
información obtenida hasta ahora, es decir, se seleccionan de acuerdo con la
necesidad de ampliar, de probar, y de completar la información. Tales informantes
sucesivos son obtenidos por recomendación de participantes ya entrevistados.
2.4. Método para la recolección de los datos:
Entrevista: La entrevista es una forma de interacción social en la cual son los
mismos actores sociales quienes proporcionan los datos relativos a sus opiniones,
creencias, etc., datos éstos que por su misma naturaleza es imposible observar desde
fuera. En ella se hacen preguntas a una o varias personas acerca de temas de interés
para el investigador, cuyas respuestas serán objeto de análisis e interpretación por
parte del mismo. A través del discurso del entrevistado y respetando su
espontaneidad, se le guía por una lista de puntos de interés que se van explorando a lo
largo de la entrevista. (González, 1997; Blanchet, Ghiglione, Massonnat y Trognon,
1989).
46
En la presente investigación se utilizó la entrevista de tipo semi-estructurada
(Apéndice), debido a que sus características se adecuan a los objetivos de la misma:
El entrevistador propone al entrevistado una serie de temas a conversar, sobre los
cuales el entrevistado tiene cierta libertad para expresar sus opiniones. Su énfasis está
en la construcción del individuo. Sus pasos: se selecciona un tema o pregunta de
investigación, luego se divide en subtemas o áreas de preguntas, se le da una
secuencia a dichos subtemas (se organiza) y finalmente se formulan las preguntas
para cada subtema. (Flick, 1998)
Este tipo de entrevista transcurre como una conversación, (previa consigna
inaugural del entrevistador para definir el objetivo de la entrevista) en la cual el
entrevistador va haciendo las preguntas contenidas en un guión, con un orden
establecido, que será el mismo para todos los entrevistados, con la intromisión de
algunas preguntas aclaratorias (Sabino, 1980; González, 1997; Blanchet y cols,
1989).
Se entrevistó a los psicólogos clínicos con base en un guión preelaborado de
entrevista, a fin de conocer sus construcciones sobre la depresión femenina. Las
entrevistas fueron administradas en diferentes días, en función de las citas acordadas
con cada participante. Cada entrevista fue grabada y revisada antes de su
transcripción, con la finalidad de detectar tópicos que requiriesen precisión o una
segunda entrevista con la misma persona y para puntualizar los contenidos que
podrían enfatizarse en entrevistas con otros sujetos. Su duración osciló entre 45
minutos y 1 ½ hora.
La función de las preguntas de la investigación fue de guía para la
conversación. A objeto de introducir al participante en el tema se comenzó con el
tema del significado de la mujer en psicología, enfatizando siempre que las respuestas
o exposiciones fuesen hechas de manera natural, utilizando su vocabulario usual.
47
2.5. Análisis de la información recolectada:
Se realizó en tres fases divisibles conceptualmente, aunque en la práctica
varios procesos se dieron en forma simultánea.
Primera fase del proceso o descripción:
Paso 1: Primera lectura de las entrevistas para así familiarizarse con el contenido de
las mismas. Uso del ‘memo’ para acumular las ideas e interpretaciones que surjan a lo
largo de cada lectura que se haga de las entrevistas.
Paso 2: Segunda lectura de las entrevistas, identificación y numeración de los
párrafos en c/u, y posteriormente codificar las entrevistas según el número de la
misma (o lugar que se le asigna según el contexto en que se hizo), especialidad u
orientación teórica del entrevistado, género del mismo, página y número de párrafo.
Paso 3: Tercera lectura de las entrevistas e identificación de las unidades de
información presentes en las mismas, entrevista por entrevista, y registro en fichas o
tarjetas. Asignar en la medida de lo posible, un concepto a cada unidad de
información, con el fin de codificarla temporalmente y así facilitar su manejo
posterior.
Segunda fase del proceso o análisis:
Paso 4: Categorizar, juntando aquellas unidades de información que aparentemente
relaten el mismo contenido; y aquellas consideradas irrelevantes colocarlas en un
grupo llamado ‘misceláneas’.
Paso 5: Desagregar aquellas categorías que tengan un mayor número de unidades de
información, para hacerlas más específicas. Construir subcategorías para formular
criterios más precisos de comprensión de las categorías.
48
Paso 6: Revisar todo el proceso de categorización anterior prestando especial
atención al grupo de ‘misceláneas’. En este momento algunas tarjetas pueden ser
descartadas y otras pueden ser asignadas a nuevas categorías.
Paso 7: Identificar propiedades y dimensiones de las categorías que permitan
establecer las reglas de inclusión y exclusión de las mismas, de manera que el
conjunto de categorías sean heterogéneas entre sí, y homogéneas internamente.
Tercera fase del proceso o interpretación:
Paso 8: Relacionar las categorías entre sí, primero según todas las entrevistas en
general, para obtener una idea global de la construcción de los entrevistados. Luego,
relacionando los testimonios con el marco conceptual de la investigación, y otras
relaciones detectadas durante el proceso de categorización. En este momento también
pueden surgir nuevas categorías.
Paso 9: Revisar todo el proceso realizado hasta el momento, reescribiendo las partes
que así lo requieran. (Lincoln y Guba, 1985; Strauss y Corbin, 1990; Wisenfeld,
1997; Sánchez, 2000).
49
VII. ANÁLISIS Y SÍNTESIS
1. Versión de la mujer para los psicólogos entrevistados.
Al decir lo que es una mujer, se enumeran algunas cualidades o
características, haciéndose comparación con las del hombre. Entre tales cualidades
femeninas se mencionan la capacidad de introspección, una mayor expresividad de
sus conflictos y/o para buscar ayuda, fuerza y responsabilidad.
1.1. Introspectiva.
La introspección es definida como una cualidad que permite a la mujer estar
más atenta a sus señales internas, ser intuitiva y sensible a lo que ocurre en su
subjetividad.
La mujer está... como que más atenta a las señales internas, como que
tiene mayor capacidad de introspección [E1, PCD, Fem, pág 3, p9]
Por esa parte como más reflexiva, más introspectiva que caracteriza a la
mujer [E3, PCD, Fem, pág 1, p3]
...es un ser humano que tiene unas particularidades en su personalidad que
la hacen ser una persona muy sensible, comprensiva, intuitiva, yo le
pondría digamos como esas características [E4, PCD, Masc, pág 1, p1]
1.2. Expresiva.
Se describe a la mujer como una persona expresiva, capaz de buscar ayuda
cuando la necesita, lo que les permite un mayor acceso a las consultas
psicoterapéuticas.
La mujer está más abierta a navegar por lo subjetivo, le es más fácil
conversar de su mundo subjetivo... [E6, PPJ, Fem, pág 5, p19]
Entonces la mujer tiene como más permiso de decir cómo se siente, es
como más expresiva [E7, PCC, y D, Fem, pág 6, p28]
50
Las mujeres tendemos a expresar más y a consultar más lo que nos está
pasando [E3, PCD, Fem, pág 1, p2]
Se permite que la mujer se queje, se permite que la mujer se lamente, en el
hombre no, tú aguantas porque eres macho [E2, PCD, Masc, pág 7, p28]
Pero no, los hombres no lloran, las mujeres bueno desahógate [E2, PCD,
Masc, pág 6, p23]
1.3. Fuerte.
La fuerza de una mujer se traduce en la gran cantidad de responsabilidades
que asume.
La mujer es más fuerte, la mujer es la que lleva la familia, la mujer es la que
cría los hijos, la mujer es la que sale a trabajar... [E7, PCC y D, Fem, pág 3,
p11]
Por eso es que las mujeres que están solas criando a sus hijos son guapas,
es un dicho no? o sea son mujeres fuertes [E5, PCC, Fem, pág 19, p85]
A mí me parece que la mujer siempre ha sido como el pilar de la familia
[E7, PCC y D, Fem, pág 3, p13]
1.4. Responsable.
Se define a la mujer de hoy como alguien que asume y ejerce
responsabilidades.
La mujer hoy trabaja, hoy en día a veces es soporte único del hogar, es la que
soporta económicamente al esposo, es la que tiene mayor responsabilidad [E1,
PCD, Fem, pág 1, p2]
Es parte de la educación de la mujer, hay una inducción a la
responsabilidad, a hacerse cargo de cosas, de hecho estamos marcando la
maternidad [E8, PPK, Masc, pág 21, p72]
Síntesis:
Se caracteriza a la mujer por ser más intuitiva, sensible y atenta a sus señales
internas, por ser más expresiva (lo cual le facilita la búsqueda de ayuda), más fuerte,
51
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
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Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa
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Depresión femenina, un abordaje desde la investigación cualitativa

  • 1. UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN ESCUELA DE PSICOLOGÍA DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA DINÁMICA Tutor: Dr. Euclides Sánchez. Autora: Ana Bischoff. Noviembre, 2003.
  • 2. Resumen La presente investigación ofrece una visión distinta del fenómeno depresivo en la mujer, examinando las construcciones que hacen sobre el mismo los profesionales que ejercen la psicología clínica. Se comienza por una revisión de los conceptos de normalidad-anormalidad, depresión y la teoría socioconstruccionista como modelo teórico de base. Los resultados de la investigación se exponen en dos partes: una en la que se presenta un análisis descriptivo, y otra donde se hace un resumen integrativo-interpretativo entre el contexto conceptual y los resultados. El abordaje cualitativo de la depresión permitió una manera distinta de comprenderlo y contribuyó a conocer la manera en que tal concepto ha sido construido a través de las interacciones psicoterapeuta-paciente.
  • 5. PALABREO DE LA RECLUTA Andrés Eloy Blanco Quién le va a secar el llanto, si pasó la comisión y le dejó el corazón como capilla sin santo. Si vino el reclutamiento, se fue Juan y queda Juana; si tiene llanto y sabana por todo acompañamiento. Si una comisión de viento prendió el olor del mastranto; si reclutaron el canto; si no hay nube en el cielo que le preste su pañuelo ¿quién le va a secar el llanto? Qué va a haber potro en potrero, ni pareja en el velorio, ni garza en el dormitorio, ni vaca en el lamedero; cómo va a haber becerrero trenzando leche y canción, si van casa y galerón camino de San Fernando, cómo no va a estar llorando, si pasó la comisión. Mire: se llevó la vaca; mire: se llevó el te quiero, se llevó el ¡ay, que me muero!, de media noche en la hamaca; se llevó la guacharaca, la manta de guarnición, la promesa de varón en el hijo prometido; mire: se llevó el latido y le dejó el corazón. Y allí está, sin más testigo que esperar mañana y tarde, su menos de Dios lo guarde, su más de hasta cuándo amigo, becerrera del castigo trenzando cana y quebranto, y ha sufrido tanto y tanto, y enterró tanto recuerdo, que tiene el costado izquierdo como capilla sin santo... La Voz del Mal Georges de Faure, 1895
  • 6. AGRADECIMIENTOS Agradezco encarecida y totalmente a todos aquellos seres que de un modo u otro me apoyaron, acompañaron y soportaron en este difícil trecho de mi vida, en especial por haber sido una fuente inagotable de inspiración y fuerza, por haberme tenido paciencia y haber resistido todas las asperezas y vicisitudes de las ideas. A mi madre por convertirse en la mujer más comprensiva que he conocido. A mi padre por ser todo un roble, y por seguir siéndolo a pesar de los golpes. A mis hermanos por ser alegría en la distancia... aún estando tan lejos. A mi hija Rebeca, por ser mi motivo y al mismo tiempo mi aliciente. A Paula que con su luz refulgente y destelleante me sacó de la Edad Media a tiempo para ver mi Renacimiento. A Irene por surgir como el Fénix de entre las cenizas justo frente a mis ojos. A Sandra por romper el tedio y ayudarme. A Argelia, Catherine, Thereday, Aline, Miriana, Nathaiyuth y Luisa por su apoyo, amistad y sonrisas. A Hendry por las traducciones y los ratos de tertulia, porque me enseñó que una mujer sí puede tener un amigo. A Carlos Nelson por salvarme de que se dañara el computador. A Iván Balza, Francisco Ayala, Raúl Ramos, Simón Castillo, Marijosé Perez y Carlos Guía por hacer más gratas mis horas frente a la computadora. A Harold por
  • 7. permitirme ser su presente y por regresar del pasado más que a tiempo. A Ana Sánchez por ser guía y compañía cuando me creí sola. A mi analista por abrir la puerta y dejarme salir. A los entrevistados por prestarme un poco de su tiempo, espacio y sabiduría. A los profesores que me abrieron ventanas para que aprendiera algo sobre la vida además de sus materias: Ricardo Aldazoro, Máximo Di Salvatore, Jorge Kwan, Pedro Feliú, Ana Fe Fernández, Fernando Giulianni, María del Mar Palermo, María Rosa Orantes, Francis Krivoy, Cristina González de Garroni y Euclides Sánchez. A todos los demás profesores que me abrieron las puertas al conocimiento. A Ernesto Rodríguez por su picante ironía e inagotable mano amiga. A mi tutor, por haberme abierto una nueva ventana al conocimiento, por dejarse querer y admirar, por su motivante y contagioso buen ánimo, en fin por todo, es invaluable. ÍNDICE ÍNDICE 7 I. INTRODUCCIÓN: 10 II. CONTEXTO CONCEPTUAL 12 A. La normalidad y anormalidad desde diferentes perspectivas psicológicas. Aportes de la psicología anormal y de la psicopatología. 12 1. Modelos de base para definir la ‘normalidad/anormalidad’...........................................................12 1.1 Entre los modelos descriptivos (o criteriales) se encuentran: .................................................12 1.2. Los modelos explicativos son de tres tipos: biológico, sociológico y psicológico................14 2. Las definiciones de normalidad y anormalidad..............................................................................17 B. Depresión 19 1. Síntomas y/o manifestaciones de la depresión...............................................................................20 2. Causas de depresión.......................................................................................................................22 3. Diversas perspectivas psicológicas de la depresión. Origen, definición y tratamiento..................23 3.1. La perspectiva psicoanalítica:.................................................................................................23 3.2. La perspectiva de la psicología clínica:..................................................................................24 4. Definición de depresión..................................................................................................................27 5. Género y depresión.........................................................................................................................28 6. Depresión femenina........................................................................................................................30 C. Construccionismo 32 1. Desconstruyendo la irracionalidad, la depresión y la psicoterapia.................................................37 III. CONTEXTO PERSONAL 41 IV. PREGUNTA O TÓPICO DE ESTUDIO 42 7
  • 8. V. OBJETIVO GENERAL 42 OBJETIVOS ESPECÍFICOS 42 VI. MÉTODO 42 1. Justificación de la utilización de la perspectiva de la Investigación Cualitativa para estudiar la depresión femenina. 43 2. Descripción de: 44 2.1. Contexto del estudio....................................................................................................................44 2.2. Forma como se estableció la relación con los participantes........................................................45 2.3. Selección de los participantes: ....................................................................................................45 2.4. Método para la recolección de los datos: ...................................................................................46 2.5. Análisis de la información recolectada: .....................................................................................48 VII. ANÁLISIS Y SÍNTESIS 50 1. Versión de la mujer para los psicólogos entrevistados. 50 1.1. Introspectiva................................................................................................................................50 1.2. Expresiva.....................................................................................................................................50 1.3. Fuerte...........................................................................................................................................51 1.4. Responsable.................................................................................................................................51 2. Cómo se enferma una mujer en términos generales?. 52 2.1. En qué momento?........................................................................................................................52 2.2. Lo biológico.................................................................................................................................52 2.3. Lo social y/o cultural...................................................................................................................53 2.4. Lo común: “es cierto, nuestras consultas están llenas de mujeres” [E9, PPL, Masc, pág 6, p15]. ............................................................................................................................................................54 3. El concepto de depresión: 55 3.1. La metáfora:................................................................................................................................55 3.2. Un trastorno que se caracteriza....................................................................................................56 3.3. Es algo cotidiano.........................................................................................................................56 3.4. Una oportunidad..........................................................................................................................57 4. Causas de depresión (el círculo vicioso): 57 4.1. Biológicas....................................................................................................................................58 4.1.1. Desarreglo en los neurotransmisores: .................................................................................58 4.1.2. Lo genético o hereditario:....................................................................................................58 4.1.3. Enfermedades físicas...........................................................................................................59 4.2. Conflictos en la infancia temprana:.............................................................................................59 4.3. Un cambio...................................................................................................................................60 4.4. Lo escondido u oculto.................................................................................................................61 4.5. El papel del entorno social..........................................................................................................61 4.5.1. Lo social, la cultura.............................................................................................................61 4.5.2. El grupo familiar..................................................................................................................62 4.5.3. La pareja..............................................................................................................................62 5. Síntomas de depresión (el recetario): 64 8
  • 9. 5.1. Somáticos:...................................................................................................................................65 5.2. No querer hacer nada de nada....................................................................................................65 5.3. Con tristeza..................................................................................................................................66 5.4. Sin tristeza...................................................................................................................................66 5.5. Baja autoestima...........................................................................................................................67 6. Tipos de depresión. 67 6.1. Reactiva o aguda..........................................................................................................................68 6.2. Endógena.....................................................................................................................................68 7. La definición de la historia clínica o anamnesis... 69 7.1. Los contenidos. ...........................................................................................................................69 7.2. Utilidad........................................................................................................................................70 7.2.1. Para dar un “sentido”...........................................................................................................70 7.2.2. Para diagnosticar o tratar.....................................................................................................70 8. El diagnóstico en general. 71 8.1. El manual (DSM – IV)................................................................................................................72 8.1.1. Orienta o ubica.....................................................................................................................72 8.1.2. Es rígido o estricto...............................................................................................................72 8.1.3. Está hecho para investigar...................................................................................................72 8.1.4. No sirve para tratar al paciente............................................................................................73 8.2. Evaluación psicológica...............................................................................................................73 8.3. Contratransferencia......................................................................................................................73 8.4. La entrevista y observación clínica.............................................................................................74 8.5. Varía con el tiempo.....................................................................................................................75 8.6. El punto de vista del paciente......................................................................................................75 8.7. Diagnóstico de “estructura”.........................................................................................................76 8.7.1. Estructura yóica...................................................................................................................76 9. ¿Qué es la terapia psicológica en términos generales?. 78 9.1. ¿ Qué hace el psicólogo?............................................................................................................78 9.1.1. Funciones generales.............................................................................................................79 9.1.2. Funciones de experticia & empatía.....................................................................................80 9.2. Lo que busca el terapeuta...........................................................................................................80 9.2.1. Qué hay detrás del síntoma?................................................................................................81 9.3. Lo que busca el paciente..............................................................................................................81 9.3.1. El nivel socioeconómico......................................................................................................82 9.4. Lo que compete a la relación terapeuta-paciente........................................................................83 9.5. Comunicación del diagnóstico al paciente.................................................................................83 9.6. La visión de lo individual en la terapia.......................................................................................84 9.7. Mejorando lo presente.................................................................................................................84 9.8. La Terapia de la depresión: “entonces necesitas... exacto! Que alguien con una linterna te alumbre y te de una mano y te saque de ahí” [E1, PCD, Fem, pág 5, p17].......................................85 9.8.1. Hospitalizar, medicar o contener?.......................................................................................85 VIII. INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN 88 Lo psicológico de ser mujer 88 Lo que está tras la depresión femenina: 89 Depresión femenina: ¿síndrome o proceso?: 91 9
  • 10. El paciente: ¿responsable o víctima?: 93 El tratamiento de la depresión: 94 Lo que permanece oculto para el paciente: diagnóstico y teoría: 95 PARA FINALIZAR ESTE APARTE, CREO NECESARIO REALIZAR UN CONSOLIDADO CRÍTICO DE LO QUE REPORTA LA PRESENTE INVESTIGACIÓN ACERCA DEL FENÓMENO DEPRESIVO EN LAS MUJERES. LO QUE NO PUEDE SER NEGADO UNA VEZ LEÍDA LA PRESENTE, ES LA GRAN IMPORTANCIA DE LA DEFINICIÓN SOCIOCULTURAL DEL GÉNERO FEMENINO EN EL SIGNIFICADO DE LA DEPRESIÓN, UNA VEZ DEJADO EXPLÍCITO ÉSTE PUNTO LA DEPRESIÓN FEMENINA PUEDE SER CONSIDERADA COMO UNA CONSTRUCCIÓN RESULTANTE NO SÓLO DE LA PSICOLOGÍA, LA TEORÍA O LOS PSICOTERAPEUTAS, SINO DE LAS INTERACCIONES SOCIALES, DE LOS RANGOS DE DOMINANCIA DEFINIDOS COMO MASCULINOS, Y DE LA NATURALIZACIÓN Y LEGITIMACIÓN DE UNA SERIE DE LENGUAJES Y PRÁCTICAS AL RESPECTO DEL GÉNERO Y DE LA EMOCIONALIDAD. TODO ELLO DA PIE A LA NECESIDAD DE INCLUIR CULTURA Y GÉNERO EN LA DEFINICIÓN CONCEPTUAL DEL MAL MÁS COMÚN DE PRINCIPIOS DE SIGLO, QUE SIGUE SIENDO CONSIDERADO A PESAR DEL PASO DE LA HISTORIA COMO EL ORIGEN DE TODAS LAS DEMÁS PATOLOGÍAS, COMO EL PUNTO DE PARTIDA DE LA LOCURA (O DE LA CURA). LA DEPRESIÓN CONSTITUYE UN CONGLOMERADO DE SIGNIFICADOS, PROPIEDADES Y DIMENSIONES QUE PUEDEN ESTAR TANTO PRESENTES COMO AUSENTES EN UNA PERSONA PARA QUE ÉSTA SEA DIAGNOSTICADA COMO ‘DEPRIMIDA’ O ‘DEPRESIVA’ PARA DIFERENCIAR DE ALGÚN MODO EL PASO DEL SÍNTOMA A LA ENFERMEDAD COMO IDENTIDAD. 96 IX. CONCLUSIONES 97 X. RECOMENDACIONES: 102 XI. BIBLIOGRAFÍA 103 XII. APÉNDICE 108 10
  • 11. I. INTRODUCCIÓN: La depresión es un fenómeno que posee múltiples interpretaciones, tanto que diversos profesionales de la salud la ven de modo distinto: algunos le imponen tareas a quienes la sufren (los conductistas), otros la consideran un síntoma de otra cosa y se concentran en ayudar a la persona a "elaborar" aquellas razones que lo han llevado a deprimirse (los psicoanalistas) y así sucesivamente. Lo que resulta aún más interesante es la afirmación de que son las mujeres las que padecen más de depresión o vayan más a la consulta psicológica; pareciera que la tristeza formara parte de ser mujer (y creo que lo digo con conocimiento de causa). Pienso que la depresión femenina no debe ser algo criticable, ni justificable, sino más bien debía ser aceptado como parte de la realidad de las personas, ello podría ayudar a darle un significado diferente al tradicional de enfermedad. El conocimiento que se ha producido sobre la depresión en general y en la mujer en particular, proviene de estudios probabilísticos, estadísticos, en fin científicos, que han obviado el contexto cualitativo del fenómeno depresivo: Producto de tales estudios científicos se conocen múltiples causas de la depresión, entre las que se mencionan las de tipo hereditario, las de tipo bioquímico y las de tipo social y psicológico. Por otro lado, la depresión ha sido ampliamente evaluada en estudios clínicos, paraclínicos y hasta neurológicos, contribuyendo a realzar así su importancia como objeto de análisis. Se afirma en consecuencia que sigue siendo un problema de salud pública, que continúa presentándose incansablemente a través de la historia y de las diversas culturas. Motivada por estas preocupaciones, especialmente por la inconformidad con la manera tradicional de abordar la depresión en la mujer, he realizado la presente tesis, en la cual intento evidenciar que la depresión tiene un matiz histórico, que es una construcción social y ofrecer un aporte construccionista del fenómeno depresivo 10
  • 12. en la mujer. Con este propósito la investigación se centró en examinar las construcciones que se hacen sobre la depresión femenina en profesionales que ejercen la psicología clínica. Espero que los resultados que se presentan estimulen otras trabajos similares de modo que en un cierto tiempo podamos contar con una base de conocimientos alternativos sobre la depresión en la mujer. El trabajo comienza por una revisión de los conceptos de normalidad- anormalidad, depresión y una sinopsis de la teoría socioconstruccionista. A continuación se exponen los resultados de la investigación en dos partes: una en la que se presenta un análisis descriptivo y otra segunda, donde se hace un resumen integrativo-interpretativo entre el contexto conceptual y los alcances de la presente investigación. 11
  • 13. II. CONTEXTO CONCEPTUAL A. La normalidad y anormalidad desde diferentes perspectivas psicológicas. Aportes de la psicología anormal y de la psicopatología. Antes de empezar a analizar el tema de la depresión, es menester adentrarnos un poco en los modelos o criterios que apoyan las definiciones de normalidad y anormalidad y en las definiciones mismas de dichos términos, para así tratar de comprender luego cómo la depresión es ubicada en una de estas acepciones. 1. Modelos de base para definir la ‘normalidad/anormalidad’ Según Kisker (1984) la decisión de que una conducta sea anormal o no, depende del modelo teórico de base. El autor define dos tipos de modelos: los descriptivos, que se basan en el juicio y la opinión del observador, y los explicativos, que hacen referencia a las causas de las desviaciones conductuales. 1.1 Entre los modelos descriptivos (o criteriales) se encuentran:  Aquellos que consideran la anormalidad como un defecto moral, donde la conducta es clasificada como ‘buena’ o ‘mala’ según el grado en que sea irritante, irresponsable, desagradable, amenazadora o problemática. También puede ser entendida como una desviación social indeseable, es decir, se considera anormal aquello que es valorado de manera negativa por la sociedad. Esto implica una deficiencia, ya que todas las sociedades no comparten los mismos valores y un individuo altamente inhibido o sobreadaptado puede portarse de un modo ejemplar a los ojos de la sociedad a costa de un intenso sufrimiento interno (Kisker, 1984; Latner, 1996; Martín, 1976);  Aquellos que se basan en la idea de la perfección como ‘ideal’ a seguir. Debido a que el ‘ideal’ o ‘lo que debe ser’ es un juicio de valor, varía de persona a persona, 12
  • 14. y de sociedad a sociedad, por lo que en este criterio también se encuentra una deficiencia. Es equiparable al criterio de la salud mental ‘ideal’ propuesto por los humanistas Rogers y Maslow, que enfatizan la importancia de alcanzar algún objetivo positivo (Coleman, 1977; Kisker, 1984; Latner, 1996; Richard, 1957; Sue, 1996);  Aquellos que consideran a la anormalidad como una desviación social, se basan en la normalidad como moda o algo que pone en práctica la mayor parte de la gente, por lo que varía según la época, el lugar y factores socio-culturales. Según este criterio lo normal es el promedio, y cualquiera que se desvíe ‘significativamente’ de él es anormal. Asimismo, se equipara la anormalidad con las conductas que ocurren con menos frecuencia en la población. Aunque no toda desviación es anormal, puesto que existen personas que se desvían en direcciones ‘sanas’ o valoradas de un modo positivo por la sociedad, tales como los atletas olímpicos, los concertistas de piano y los ganadores del premio Nobel (Kisker, 1984; Latner, 1996; Martín, 1976; Sue, 1996). Coleman, Butcher y Carson (1990), hacen la salvedad de llamar desadaptación a lo que aquí se denomina ‘desviación’ para así aumentar la posibilidad de cambio o ‘mejoría’ y cuestionan el hecho de que este criterio excluya la posibilidad de que las normas sociales puedan ser patológicas. Dado que un sistema de valores es tan bueno como otro para quienes lo adoptan, en consecuencia debe tomarse en cuenta el contexto específico que rodea a una persona antes de afirmar que su conducta es anormal. A éstas formas de definir lo anormal se agregan dos criterios más propuestos por Martín (1976):  Los criterios multiculturales, que suponen la existencia de una serie fija de trastornos mentales, cuyas manifestaciones son comunes independientemente de la cultura o sociedad en la que aparezcan. 13
  • 15.  Los criterios prácticos (o clínicos) que incluyen a los subjetivos: malestar (físico o psicológico), rareza (conducta rara, inusual, desviación de una norma social, o una percepción falsa de la realidad), e ineficiencia (falta en el cumplimiento de los papeles esperados cotidianamente). Éstos implican la expresión de pena, infelicidad, miedo, dolor, etc. y estas expresiones suelen acompañar algunas reacciones anormales, pero esto no siempre es así ya que existen personas que niegan cualquier dolencia, e incluso pueden asegurar que todo es maravilloso, aunque no lo sea. También podrían considerar a la persona enferma como incapacitada, limitada e ineficiente, lo que quiere decir que la persona es incapaz de hacer ciertas cosas, aunque se espera que haga lo que su capacidad le permita hacer (Kisker, 1984; Martín, 1976; Sue, 1996). Es pertinente aclarar que los criterios descritos anteriormente se aplican a la conducta normal y anormal, ya que ambas son formas de adaptación del individuo a su entorno, tal y como lo señala Coleman (1977). Ahora pasaré a mencionar los modelos de tipo explicativo. 1.2. Los modelos explicativos son de tres tipos: biológico, sociológico y psicológico.  El modelo biológico posee cuatro variantes del concepto anormalidad: − La anormalidad como enfermedad (o modelo médico), − como una condición heredada (o genética), − como una deficiencia constitucional (o congénita), y − como un desequilibrio bioquímico, que desempeña un papel especial en los trastornos del estado de ánimo (incluida la depresión). El modelo Sociocultural expresa cuatro definiciones posibles del ‘desequilibrio mental’: 14
  • 16. − Conducta anormal causada por desórdenes en el proceso normal de socialización durante la infancia. − Conducta anormal originada por desorganización social (migraciones, pobreza, racismo, etc.). − Cada cultura determina las formas de comportamiento anormal admitiendo que lo que es normal en una cultura puede no serlo para otra. − La enfermedad mental como un mito (es decir, como algo inexistente en la realidad), considerando tal acepción como dañina e injustificada (Sarason, 1996; Sue, 1996).  El modelo Psicológico en dos de sus vertientes: la psicoanalítica que expone la conducta anormal como un síntoma de conflictos inconscientes de la personalidad, y la conductual que afirma que tanto la conducta normal, como la anormal son aprendidas. Luego, dentro de los modelos psicológicos, también se encuentran el humanismo, el modelo interpersonal y el existencialista En cuanto a la vertiente psicoanalítica, Kubie (1951) sostiene que un ‘acto’ puede ser normal o anormal en la medida en que está determinado por mecanismos psicológicos ‘conscientes’ o ‘inconscientes’ respectivamente; ello influye en los propósitos en base a los cuales la acción se lleva a cabo, o lo que es lo mismo, en el contenido de la misma. En este orden de ideas, lo ‘consciente’ en un individuo puede ser influenciado por la razón, por el éxito o fracaso, en fin por el aprendizaje, permitiéndole adaptarse a la sociedad de manera flexible en ‘libertad’ (libre de la opresión de lo inconsciente). Lo ‘inconsciente’, por el contrario, es rígido e inflexible y no puede ser influido por la razón, porque persigue fines ocultos para la persona que nunca pueden ser alcanzados, lo que vuelve repetitiva a la conducta y ‘esclava’ de motivaciones desconocidas. En fin, lo anormal está motivado por cosas de las que no somos responsables, por conflictos que reprimimos en la niñez y que pugnan por salir de una manera brusca y descontrolada una vez que crecemos. Sólo accedemos a dichos conflictos con la ayuda del analista; al liberarlos adquirimos la fuerza 15
  • 17. necesaria para enfrentar desavenencias e incertidumbres sin que generen cólera, ansiedad o depresión ‘paralizantes’ y desaparece cualquier actividad ‘ciegamente compulsiva’. Con relación a la vertiente conductista, Coleman (1977) considera a la conducta anormal como un efecto de: − Una falla en aprender las conductas o habilidades necesarias para la adaptación. − El aprendizaje de conductas ineficaces o mal adaptativas. − Situaciones problemáticas que requieren del individuo hacer discriminaciones o tomar decisiones de las que no se siente capaz. Para el Humanismo, las causas de psicopatología son un aprendizaje de valores defectuoso, con ideales de superación desadaptativos y mecanismos de autodefensa (concentración de energías en la satisfacción de necesidades orgánicas básicas e incongruencia ante la realidad) que tienen como resultado un bloqueo del crecimiento y autorrealización de la persona (Coleman, 1977). Por su parte, el modelo interpersonal considera como el origen de la conducta anormal a comunicaciones defectuosas y relaciones interpersonales insatisfactorias, que pueden remontarse a la niñez, cuando el concepto de sí mismo pudo ser deformado por otros significativos que juzgaron al niño como poco valioso y lo rechazaron, o cuando una educación estricta le dificultó aceptar e integrar al ‘yo malo’ en su autoconcepto (Coleman, 1977). El modelo existencialista, asevera que la anormalidad es la derrota en alcanzar una adecuada identidad de sí mismo y un estilo de vida significativo (Coleman, 1977). En síntesis, éstos modelos psicológicos, han admitido posiciones diferentes con respecto a lo que es normal y lo que no lo es. Coinciden en un punto: hay un 16
  • 18. malestar que afecta la vida del individuo, de manera que lo hace ineficaz para adaptarse a su entorno. Su disenso radica en la explicación del origen de dicho malestar. En resumen, todos los modelos mencionados anteriormente constituyen el punto de partida para casi todas las definiciones de normalidad y anormalidad, o lo que es lo mismo, de ‘salud’ y ‘enfermedad’ como veremos a continuación. Ello a pesar de los problemas que aún hoy existen para definirlas, tales como: − La ambigüedad de dichos términos, ya que las palabras ‘salud’ y normal designan a la vez lo ideal y lo habitual (o común), por lo cual suele confundirse lo ‘ideal’ con lo socialmente esperado o con lo normativo, es decir, lo ideal vendría siendo parecerse a la ‘mayoría’ (Canguilhem, 1971; Kisker, 1984; Stern, 1951), − La ausencia tanto de un límite preciso entre lo normal y lo anormal, como de un modelo de hombre que sirva como patrón de comparación entre lo que es normal y lo que no lo es (Coleman, 1977; Martín, 1976; Phares, 1999), − La ausencia tanto de un rasgo descriptivo que compartan todas las formas de conducta normal o anormal, como de un criterio que sea suficiente para definirlas (Phares, 1999), − La multiplicidad de factores que influyen en tales acepciones, como el tiempo (o historicidad), la cultura (o sociedad), la persona (intra e interindividualmente), etc. (Castro, 1976; Contreras, 1998; Martín, 1976; Richard, 1957; Sue, 1996). − La imposibilidad de objetivar dichos términos, por la subjetividad que les es intrínseca, lo cual los transforma en acepciones reduccionistas y simplistas cuando se las fuerza a ser objetivas (Kisker, 1984; Richard, 1957; Szasz, 1973). 2. Las definiciones de normalidad y anormalidad Kubie (1951), reseña que al psicoanálisis le es insuficiente la definición estadística de lo normal según la cual es lo que la mayor parte de la gente piensa, 17
  • 19. hace o siente; la afirmación de ‘todo el mundo lo hace’ puede ser la aseveración de un hecho, pero nunca su explicación. Según este autor la distinción entre conducta normal y anormal es relativa y no absoluta, no depende de normas culturales o legales, ni del grado en que contribuya al bienestar o a la destrucción de la sociedad, ni del nivel en que sea extravagante u ordenada; es decir, que lo que pasa por normal en nuestro mundo, no lo es de ninguna manera. Esta definición de alguna forma expresa disidencia hacia los criterios descriptivos mencionados más arriba para definir a la conducta normal o anormal; sin embargo, es coincidente con lo expuesto en el modelo psicoanalítico, según el cual, aquello que nos perturba o nos hace actuar en forma repetitiva, es de algún modo oscuro o inconsciente para nosotros. Veamos la definición que sigue: Canguilhem (1971) sostiene que una salud perfecta continua es un hecho anormal ya que la experiencia del ser vivo incluye de hecho a la enfermedad. Según este autor la salud es un concepto normativo que define un ‘ideal’ que es en sí mismo, inobservable o inexistente, es decir, que la salud continua es una norma que no existe. En esta otra definición se discrepa nuevamente de los criterios descriptivos, pero sólo de los que consideran a la ‘salud’ o lo normal como una especie de ‘ideal perfecto’ a seguir, claro que se hace la salvedad de que dicho ideal varía de persona a persona, por lo que no necesariamente es ‘inexistente’. Por su parte, Castro (1976) afirma que no se puede separar lo biológico de lo psicológico cuando se habla de salud, y que ésta no es independiente del paso del tiempo, del individuo, ni del medio (social-ambiental). Este autor asevera que ni los individuos normales escapan a los conflictos, sino que los afrontan de manera adecuada, aunque en ocasiones también fallan en su ‘estabilidad’. En el origen de las enfermedades mentales se encuentra un desequilibrio bio-psico-social, y sólo se puede diferenciar al individuo ‘sano’ del ‘insano’ por sus grados de adaptación a la realidad. En esta definición se salva un obstáculo propuesto por el autor anterior, al decir que el individuo normal no escapa a la posibilidad de padecer alguna clase de 18
  • 20. trastorno, que la salud continua de hecho no existe y que incluye a la enfermedad. Esto es reafirmado por lo que sigue: Martín (1976) propone así una interesante definición de salud mental: La persona psicológicamente sana no escapa por necesidad a las tensiones y presiones de la vida; de cuando en cuando tendrá que luchar con impulsos conflictivos, tendrá crisis en las relaciones interpersonales, y experimentará fuertes emociones de pesar, ira o miedo. Sin embargo, en general es capaz de funcionar eficientemente y de encontrar satisfactoria la vida en la mayor parte de sus aspectos. Puede tener relaciones duraderas y emocionalmente satisfactorias con los amigos, el cónyuge, los padres o los hijos; puede trabajar efectiva y productivamente, y puede jugar, reír, descansar y divertirse. Puede tener apreciación realista de sus propias capacidades y defectos, o al menos no recurre a mecanismos más extremos de negación o distorsión de aquellos aspectos que desearía que fueran diferentes. Básicamente se considerará como un miembro valioso de la raza humana (p.6). Aunque el autor citado se acerque mucho al criterio de ‘salud mental ideal’ admite la presencia de conflictos en la vida del individuo normal, por lo cual podría concluirse que de ninguna manera se pretende definir a la salud como un hecho continuo. Ahora pasaré a describir más ampliamente la depresión en general, y luego en particular la depresión femenina, que es el punto central de la presente investigación. B. Depresión Al tratar de calificar la depresión como una situación normal o anormal, según algunos de los criterios que diferencian un estado del otro (mencionados en el capítulo anterior), se observa que puede ubicarse tanto en el primer estado como en el segundo, lo cual podría indicar que existe una depresión normal y una que no lo es. Bien lo explica Freud en su obra “Duelo y Melancolía” donde distingue a la 19
  • 21. depresión normal (o duelo) que sobreviene por la pérdida de un ser amado o una abstracción del mismo (como por ejemplo la patria, la libertad, etc.); de la depresión anormal (o melancolía) que es un estado de ánimo doloroso, donde además hay inhibición, anhedonia, desinterés, pérdida de autoestima, autoreproches y sentimientos de culpa. En la melancolía hay además, inmadurez del “yo” lo que determina una forma dependiente de relacionarse con los demás. (Weffer, 1976; Escalante, 2001; Ostow, 1973). Luego, se afirma que la diferencia entre depresión normal y patológica depende de la habilidad de la persona deprimida para manejar la situación. (Kisker, 1984; Sue, 1996) Podría considerarse a la depresión como anormal cuando produce algún tipo de malestar subjetivo, rareza y/o ineficiencia. A falta de un criterio extensible, los manuales de diagnóstico han enumerado algunas características observables del fenómeno depresivo, con el fin de posibilitar su diagnóstico y atención especializada. Dichos criterios serán mencionados a continuación. De cada persona depende su duración, frecuencia, tipo específico de manifestación e intensidad, lo que suele ser muy variable. (Martín, 1976; Castilla del Pino, 1964). 1. Síntomas y/o manifestaciones de la depresión En los manuales DSM-IV (Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos mentales) y CIE-10 se enumeran los síntomas o criterios de los cuales el paciente debe presentar cinco (5) (que incluyan al primero y/o al segundo de ellos) y éstos a su vez deben producirle un malestar clínicamente significativo o afectar alguna de las áreas de desenvolvimiento cotidiano del paciente, sea el laboral, académico y/o o el de interacción cotidiana, para que reciba el diagnóstico de depresión. Éstos síntomas son los siguientes:  Humor depresivo o tristeza la mayor parte del día, casi todos los días.  Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días.  Fatiga o pérdida de energía. 20
  • 22.  Inhibición (enlentecimiento) o agitación motora, casi todos los días.  Dificultad para dormir (insomnio) o necesidad aumentada de dormir (hipersomnia).  Disminución (anorexia) o aumento (hiperorexia) del apetito, o pérdida o ganancia significativa del peso corporal (mayor al 5% del peso en un mes).  Sentimientos de inutilidad o culpa excesivos e inapropiados.  Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, dificultad para tomar decisiones, casi todos los días.  Ideas recurrentes de muerte o suicidio, con o sin planes para cometer suicidio o intento de suicidio. Luego se hacen otras especificaciones al diagnóstico según la intensidad (leve, moderada o grave), duración (episódica, en remisión o crónica) y características (melancólica, atípica, catatónica, con o sin síntomas psicóticos, etc.) de cada depresión. Kisker (1984); Martín (1976); Sarason y Sarason (1996); Moizeszowicz (1982); Tellenbach (1976); y Sue (1996) ofrecen una descripción de estos síntomas que permite subdividirlos en tres categorías: somática-fisiológica, cognitivo- conductual y afectiva.  Somática-fisiológica: incluye síntomas vegetativos: disminución de la presión sanguínea; falta o exceso de apetito, sueño, función sexual y/o intestinal; resfrío o catarros, dolor de cabeza, menor secreción de saliva. Y síntomas corporales: pérdida del tono muscular y tristeza en la expresión facial, disminución de la actividad psicomotora y trastornos hormonales en las mujeres asociados al ciclo reproductivo (menstruación, embarazo y/o parto). Desde el punto de vista neuroquímico, puede presentar niveles bajos de catecolaminas y serotonina en el sistema nervioso central. 21
  • 23.  Cognitiva-conductual: se observa una visión pesimista de la vida, una actitud de inseguridad, duda y derrota, pensamientos de muerte, disminución y/o dificultad de la concentración, lentitud en el pensamiento y la acción, expectativas negativas del futuro, pérdida de la motivación, autoacusación de incompetencia, autodenigración, dificultad para tomar decisiones, descuido de la autoimagen, dificultad para ser eficiente o productivo.  Afectiva: se expresan sentimientos de tristeza y/o desánimo, pérdida o inhibición de interés y energía, desesperanza, insatisfacción o ansiedad, sentimientos de culpa, baja autoestima, autoreproches, desaliento, temores, sentimientos de inutilidad y futilidad, aislamiento de los demás y llanto o cólera como reacción ante la frustración. Ahora se pasará a describir lo que puede originar éstos síntomas. 2. Causas de depresión Tres grupos de factores han sido considerados como importantes dentro de la etiología de la depresión, éstos son el social, biológico y psicológico. El psicológico a su vez, presenta varias vertientes teóricas explicativas que serán expuestas más adelante.  Social: Los estudios transculturales sugieren que factores tales como la cultura y las experiencias sociales desempeñan un papel importante en el origen de los trastornos afectivos. Éstas investigaciones han evidenciado que la frecuencia y manifestación de los síntomas de depresión varían considerablemente de una cultura y/o sociedad a otra, por ejemplo en el oriente predominan los síntomas de índole somático y los síntomas cognitivos-conductuales, mientras que en los occidentales se destacan las manifestaciones afectivas. Además, hay períodos en la vida de una persona en los cuales sería casi imposible no deprimirse al ser ésta una reacción socialmente aceptada y esperada ante cierto tipo de circunstancias, por lo que podría decirse que los síntomas están en cierta medida determinados socialmente. (Sue, 1996; Polaino-Lorente, 1985). 22
  • 24.  Biológico: Las causas biológicas de la depresión se centran en la predisposición genética, en una disfunción fisiológica o en la combinación de las dos. Se ha demostrado que los factores hereditarios inciden con más fuerza que el ambiente sobre los trastornos del ánimo. El riesgo de padecer depresión aumenta cuanto más cercano sea el vínculo parental (siendo el más fuerte ser gemelo monocigótico). En cuanto a la disfunción fisiológica, se ha confirmado una alta incidencia de factores bioquímicos en la depresión como son las afecciones en la cantidad de catecolaminas del cerebro (neurotransmisores) que influyen en la conducta motora activa y las emociones. La depresión también ha sido vinculada con un inicio rápido e incremento del sueño de movimientos oculares rápidos (REM) y con anormalidades en la regulación neuroendocrina, específicamente altos niveles de cortisol, hormona que es segregada por la corteza suprarrenal en el cerebro (Calderón, 1984; Sue, 1996). Se dice que éstos factores son los causantes de las depresiones llamadas endógenas (sin causas desencadenantes reconocibles) ya que en éste tipo de depresión es difícil hallar un desencadenante externo (duelo reciente o lejano) se le adjudican desencadenantes internos de tipo biológico. (Moizeszowicz, 1982; Martín, 1976).  Psicológico: El estrés psicológico (ej. la muerte de un ser querido, una enfermedad física crónica, la frustración de los objetivos importantes en la vida; la pérdida de poder, de bienes, etc.) puede actuar como un desencadenante de depresión, más aún cuando el individuo carece de recursos para afrontar tal estrés (Sue, 1996; Kisker, 1984; Polaino- Lorente, 1985; Calderón, 1984). Este tipo de estrés podría ser el desencadenante de las depresiones llamadas reactivas. (Moizeszowicz, 1982; Martín, 1976). Las causas psicológicas de la depresión serán explicadas más específicamente a continuación según sus distintos enfoques teóricos. 3. Diversas perspectivas psicológicas de la depresión. Origen, definición y tratamiento. 3.1. La perspectiva psicoanalítica: La psicoanalista Bleichmar (1976), adscribe la génesis de la depresión a un ideal del Yo que se ofrece como meta inalcanzable y convierte al individuo en un eterno insuficiente 23
  • 25. (frustrado) con relación al deseo que sus padres le inculcaron de ser completo y perfecto. La identificación con unos padres desvalorizados también puede llevar al paciente a construirse a sí mismo como una persona depresiva porque de allí vendrá el autoreproche y el incremento de la agresión en él. Cuanto más frustración más ira, que al no ser canalizada adecuadamente y por la culpa que generaría dirigirla contra el agresor (padre al cual se dirigen sentimientos ambivalentes de amor y odio) se convierte en autoagresión. El sentimiento de culpa de una persona puede provenir de sus identificaciones con elementos culposos de una figura parental (que asume como suyos) o con elementos de la representación de sí que el Otro construye (sea ésta infundada o no). En cuanto al tratamiento de la depresión, variará según el tipo particular de manifestación de la misma (concepción individualista). Lo que se busca con la terapia psicoanalítica es que la persona establezca nuevas significaciones a sus recuerdos, reorganizando su mundo conceptual y resignificando sus experiencias. 3.2. La perspectiva de la psicología clínica: Esta perspectiva incluye los puntos de vista de la psicología clínica psicodinámica, la conductual y la cognitiva o cognoscitiva, a las cuales nos referiremos a continuación. 3.2.1. La psicología clínica desde su enfoque dinámico: Según Sarason y Sarason (1996) y Kisker (1984), para ésta perspectiva la depresión está relacionada con la separación indeseada (sea ésta una pérdida, rechazo o abandono) de una persona amada debido al estado de bienestar que la presencia de ésta proporcionaba. En un principio la persona se siente enojada con quien ha muerto (o se ha ido, etc.) porque éste la ha abandonado y resiente la separación, pero luego esa hostilidad es dirigida contra sí mismo y se convierte en la causa de la depresión. Esta conducta autodestructiva puede ser una forma de autocastigo, diseñada para liberar al paciente de los sentimientos de culpa asociados a deseos y acciones inaceptables. Si la culpa está acompañada de baja autoestimación y una sensación de insuficiencia y fracaso personal (como resultado del rechazo, el ser ignorado, mal rendimiento y/o falta de éxito) la persona puede sentir la necesidad de ser castigada por su fracaso, en cuyo caso la depresión constituye una de las formas como se satisface esta necesidad de castigo. El tratamiento psicodinámico consiste en revelar los procesos inconscientes que causan la conducta del paciente. Ésto se hace mediante 24
  • 26. la palabra (es decir: a través de la interacción verbal entre terapeuta y paciente) y la reinterpretación de los pensamientos y sentimientos del paciente, ayudándole así el terapeuta a comprender las distorsiones de la realidad y que el presente es distinto al pasado en el cual carecía de autonomía y control. 3.2.2. La psicología clínica desde el enfoque conductual: Según Sue (1996) y Davinson y Reale (1980), los conductistas tienden a ver la causa de depresión como una reducción del reforzamiento. Cuando se pierde un ser amado inmediatamente se reduce el nivel acostumbrado de reforzamiento positivo (afecto, compañía, apoyo, aliento, bienestar material o emocional), lo que disminuye el nivel de actividad (hablar, trabajar, hacer deporte, pasear, etc.) de la persona afectada. Si esta reducción del nivel de actividad impulsa a otras personas a expresar cierto grado de simpatía hacia el paciente, la depresión puede llegar a cronificarse. Se considera, además, que cuando las personas obtienen reforzadores inadecuados o insuficientes del ambiente y/o no se proporcionan reforzamiento positivo por sí mismas, puede deberse a que carecen de las habilidades requeridas para reemplazar los reforzamientos ambientales perdidos. El tratamiento desde ésta perspectiva consiste en un entrenamiento en habilidades sociales. El mismo consta de las siguientes fases: a) se le enseñan al paciente habilidades sociales verbales y no verbales de comportamiento deseado; b) después de ensayar esta primera fase el terapeuta asigna una “tarea” en la cual el paciente debe adaptar la nueva habilidad de un modo útil en su cotidianeidad; c) se entrena al paciente para que sea más receptivo ante las señales de las personas de su entorno, y para transformar en consecuencia su comportamiento; d) el paciente aprende a adoptar criterios realistas para su desempeño y a reforzarse positivamente a sí mismo; e) el paciente aprende a llevar un programa de actividades diario en el que enlista los eventos cotidianos hora tras hora y estima el grado de “placer” de cada evento; ello incrementa la posibilidad de que se vea envuelto en algunos acontecimientos reforzantes. (Sarason y Sarason, 1996; Kisker, 1984; Sue, 1996; Davinson y Reale, 1980). 25
  • 27. 3.2.3. La psicología clínica desde su enfoque cognitivo o cognoscitivo Según Sarason y Sarason (1996); Kisker (1984); Sue (1996); y Davinson y Reale (1980) los teóricos cognoscitivos, aseveran que los depresivos operan desde una “tríada primaria” de puntos de vista negativos (o distorsionados): a) sobre sí mismos (baja autoestima y sentimientos de culpa), b) sobre la situación y/o experiencias presentes (si sale mal es mi culpa, si sale bien es cuestión de suerte) y c) sobre el futuro (indefensión o desesperanza aprendida). Dicho esquema negativo de pensamiento es tipificado por cuatro errores de lógica que, además, son causantes (y/o efectos) de depresión: 1) Inferencia arbitraria: Tienden a sacar conclusiones que no se apoyan en la evidencia disponible; parecen no ser capaces o no estar dispuestos a ver otras explicaciones más probables. 2) Abstracción seleccionada: Toman un incidente o detalle menor fuera de contexto (que además es negativo) como el más importante y los incidentes en los que se enfocan tienden a ser triviales. 3) Generalización exagerada: Tienen la tendencia a sacar una conclusión radical acerca de sus capacidades, desempeño o valía partiendo de una sola experiencia o incidente. 4) Magnificación y minimización: Tienden a exagerar (magnificar) las limitaciones y dificultades y a restar importancia (minimizar) a los logros y éxitos. El tratamiento cognoscitivo de la depresión implica enseñar al paciente a: 1) identificar pensamientos (cogniciones) autocríticos negativos que ocurren de manera automática, 2) identificar la conexión entre los pensamientos negativos y la depresión resultante, 3) examinar con cuidado cada pensamiento negativo y decidir si puede ser argumentado objetivamente, y 4) intentar reemplazar los pensamientos negativos distorsionados con interpretaciones realistas de cada situación. (Sarason y Sarason, 1996; Kisker, 1984; Sue, 1996; Davinson y Reale, 1980) A modo de conclusión, y con base a Myers (2000), los beneficios en común que ofrecen las diversas terapias son tres: a) Una esperanza para las personas desmoralizadas, es decir, que con la responsabilidad del cliente las cosas pueden ir mejor si la persona cree en el tratamiento. El resultado de la terapia varía con la actitud del cliente (motivación, confianza y compromiso) pues cada terapia, a su manera, puede utilizar los propios poderes de curación del paciente. b) Una nueva perspectiva de sí mismo y del mundo, puesto que cada terapia ofrece a las personas una explicación de sus síntomas y una forma alternativa de mirarse a sí 26
  • 28. mismos o de reaccionar ante sus mundos, lo cual les ayuda a cambiar sus comportamientos y a desarrollar una nueva actitud. c) Una relación de empatía y confianza, atenta y afectuosa, que es la que ofrece un terapeuta eficaz. En resumen, las personas que buscan ayuda, generalmente mejoran más que las que no lo hacen, aunque éstos últimos al sentirse apoyados por relaciones estrechas (con personas que ofrecen compañerismo, capacidad de cuidar y/o protegerle, amistad y afecto) son menos propensas a necesitar o a buscar psicoterapia y pueden mejorar sin someterse a ella. Ahora se pasará a revisar algunas definiciones de depresión. 4. Definición de depresión Antiguamente la depresión fue definida como melancolía, una entidad única y exclusivamente biológica. El vocablo melancolía (bilis negra) deriva del griego y se encuentra por primera vez en el Corpus Hippocraticum donde se describe la melancolía como enfermedad y cómo es contraída por causa de una discrasia, es decir por mezclarse la sangre con la bilis y la flema. Para entonces se decía que la sangre albergaba al espíritu el cual podía resultar afectado por una mezcla anómala de humores. Más tarde se consideró a la melancolía como una forma fundamental de locura, a partir de la cual se desarrollarían todas las demás formas de trastornos mentales (Castilla del Pino, 1964; Tellenbach, 1976; Amarista, 1988). La depresión definida como síndrome o enfermedad está conformada por los síntomas descritos anteriormente en la sección referente a los síntomas. Por otro lado, según Castilla del Pino (1964), la depresión puede ser concebida de tal forma debido a la modificación (percibida por la persona) de un estado no deprimido, a uno deprimido. Más claramente, está relacionado con una autopercepción de anormalidad. Luego, la depresión definida como síntoma es un trastorno afectivo que acompaña otros estados patológicos, sean éstos psiquiátricos (como esquizofrenia, abuso de sustancias o alcohol) o no (como enfermedades médicas físicas). Kisker (1984) por su parte, asevera que la palabra depresión se ha usado para referirse a un sentimiento o tono emocional subjetivo de breve duración, a una disposición de ánimo o estado sostenido durante un lapso prolongado, a una emoción en la que los tonos 27
  • 29. emocionales se combinan con cambios fisiológicos detectables, y a un desequilibrio de la personalidad con síntomas característicos, lo cual indica que ha sido concebida de manera genérica (es decir que es común a varias acepciones o instancias). Según Sobre-Casas (1997), las propuestas para aclarar éste problema son: hablar de tristeza cuando se está frente a un estado psíquico que no se aleja demasiado de lo normal, de disforia en lo sintomático y de melancolía en los cuadros clínicos graves. 5. Género y depresión Según Sarason y Sarason (1996); Sue, (1996); y Davinson y Reale, (1980) el factor de riesgo principal para la depresión es ser mujer. Veamos a continuación algunos argumentos al respecto. La depresión es más común entre las mujeres que entre los hombres, sin importar la región del mundo, raza, etnicidad y clase social. Según las estadísticas las mujeres tienen casi el doble de probabilidad de sufrir depresión que los hombres. Esto resulta difícil de sustentar, ya que puede suceder que las mujeres, en comparación a los hombres, solicitan más el tratamiento cuando están deprimidas, y esto determina que los índices de depresión femenina aparezcan más elevados. A esto se agrega que los diagnosticadores o el sistema de diagnóstico (entiéndase manuales) pueden estar prejuiciados hacia el hallazgo de depresión en las mujeres. Incluso Puede suceder también que la depresión en los hombres, adopte otras formas y en consecuencia reciba diagnósticos diferentes como el de dependencia de sustancias (alcohol, drogas, etc.), tal como lo sugieren Sue (1996) y Ostojic y Precht (2000). Para autores como Sue (1996) y Cochrane, (1992), sin embargo, sólo una pequeña parte de la diferencia de frecuencia de depresión entre la mujer y el hombre podría quedar explicada por las tres posibilidades indicadas, ya que el índice real de depresión es mayor en las mujeres. Los motivos de esta diferencia podrían tener que ver con factores psicosociales: Uno de éstos es el rol social tradicional de la mujer, pues las mujeres han sido alentadas a presentarse como atractivas, sensibles (amables y emocionales) ante otras personas y pasivas (o inhibidas) en las relaciones, lo cual podría no ser tan exitoso para obtener reforzamiento positivo de los demás como las respuestas asertivas y más fuertes asociadas comúnmente a los hombres. Ésto junto a la subordinación a los hombres y carencia de oportunidades 28
  • 30. ocupacionales (o mayor exposición a la frustración) podrían estar provocando mayor depresión en las mujeres. Por éstas razones, las mujeres podrían ser mas propensas a experimentar falta de control en las situaciones de la vida, pudiendo atribuir tal desamparo a una carencia imaginaria de valía personal. Por otra parte Sue (1996) afirma que las diferencias de género en cuanto a la depresión han sido atribuidas a la forma en que responden las personas a los estados de ánimo deprimidos, lo cual puede contribuir a la cronicidad, gravedad y recurrencia de los episodios depresivos: Las mujeres tienden a rumiar y amplificar sus estados de ánimo depresivos, mientras que los hombres amortiguan o encuentran medios de minimizar la disforia. Tal tendencia en la mujer podría prolongar los sentimientos depresivos. Por su parte, Cochrane (1992) expresa que a pesar de los varios mecanismos biológicos que se han propuesto como posibles causas de las diferencias de los géneros respecto a la depresión, tales como las diferencias genéticas, la tensión premenstrual, la depresión postparto, la menopausia e incluso el uso de anticonceptivos, éstas no son suficientes para explicar las grandes diferencias entre las tasas de depresión de ambos grupos. El rol social de cada género parece influir con más fuerza. Cochrane (1992) también afirma que la autoestima es importante como defensa ante el estrés generador de depresión, y que los hombres tienen niveles más altos de autoestima que las mujeres porque socialmente las características masculinas en general son mucho más valoradas que las femeninas. El éxito en el trabajo y la posibilidad de gestionar por si mismo redes de contacto social son útiles para enfrentar dicho estrés. Estas fuentes de afecto suelen estar más al alcance de los hombres, como también una mayor posibilidad de recibir el apoyo y comprensión de su pareja. Según Ostojic y Precht (2000) las mujeres tienden a internalizar sus penas y se culpan, mientras que los hombres las externalizan, lo que los puede proteger de sentirse y parecer deprimidos, pero no de estarlo. 29
  • 31. Independientemente del carácter polémico de si la mujer tiende o no a ser más depresiva que el hombre, lo cierto es que hay la percepción entre los psicólogos consultados para este trabajo de que existe un índice significativo de consulta por depresión en las mujeres. 6. Depresión femenina En las mujeres la depresión hace su aparición como una situación cotidiana de sus vidas, esto quizá debido a la superposición que resulta de los factores dinámicos que conducen a la depresión y los rasgos que conforman el núcleo de la subjetividad femenina. Socialmente, muchos valores masculinos como asertividad y fuerza, son valorados positivamente mientras que los femeninos no tienen la misma valoración positiva como son la emocionalidad, la obediencia, la dulzura y la complacencia. Así, una mujer mientras más se adapte al estereotipo femenino tendrá mayor predisposición a la depresión, por lo que podría concluirse que lo que predispone a la mujer a la depresión es su propio rol. La femineidad tal como está concebida en nuestra cultura sería el factor de mayor riesgo. En otras palabras, y como dice Bleichmar (1991), socialmente se atribuye a la mujer la responsabilidad por los cuidados (de una familia, relación amorosa, etc.), en torno al amor se define su identidad y su ética, pero si fracasa en ello vivencia depresión. Bleichmar (1991) asevera, además, que la pérdida (o la impotencia) para la realización del deseo en la mujer no sólo pone en peligro el suministro de afecto, sino su oportunidad para participar en forma activa en una experiencia que confirme la continuidad y el valor del yo-en-relación. La soledad provocada por la pérdida, implica la ausencia de referentes valorativos de ese yo-en-relación, lo cual es experimentado como un fracaso o una insuficiencia en su femineidad debido a la derrota en la posibilidad de recuperación del objeto perdido o en la falta de confianza en la propia capacidad para modificar una situación externa. Como consecuencia de esto las mujeres desarrollan sentimientos depresivos de culpa, autopersecusión y 30
  • 32. extrema responsabilidad, pues es en torno al cuidado del objeto que su femineidad se pone a prueba. Por ser tales cuidados inherentes a su “naturaleza”, el fracaso en la relación no sólo es motivo de dolor sino de autoreproche, lo cual contribuye a su vez a disminuir la autoestima. En este orden de ideas, dos clases de personalidad se consideran predispuestas a la depresión: aquella que desatiende sus propios deseos, siempre dispuesta a complacer a otros y responsabilizándose por lo que no va bien (superpuesta al rol femenino); y aquella caracterizada por perseguir un objetivo, para luego ser perseguida por su objetivo, porque siente que será amada por otros sólo si es exitosa en el logro de sus objetivos. Burin, Moncarz y Velázquez (1991), además, aseveran que los roles de las mujeres tales como el de madre, esposa, ama de casa y muy especialmente la maternalización de los roles que desempeñan, las disponen a estar más atentas a las emociones y sentimientos propios y ajenos, sobretodo los ligados a la frustración, al dolor, al sufrimiento, a la angustia, a la insatisfacción. Éstos roles estereotipados ubican a las mujeres en el predominio de la esfera emocional, y por tanto las hacen más propensas al diagnóstico de depresión. Es su adhesión a la norma en su cotidianeidad lo que genera tal malestar y no una desviación de la misma. Asumir éste rol no sólo implica compromisos maternales, sino la inhibición de la hostilidad, lo cual impone ideales inalcanzables para constituirse como mujer De lo expuesto deviene la importancia del reconocimiento de la depresión femenina desde el contexto discursivo de quien la trata, el terapeuta, para comprender la forma como es diagnosticada y de qué manera esto influye en el significado que le atribuye. La depresión femenina, además de ampliamente estudiada desde diversas perspectivas clínicas, constituye un tema muy ligado a los modos como se significa y construye a la mujer en la sociedad. Debilidad, labilidad afectiva o sentimentalismo, delicadeza, flaqueza, naturaleza cambiante y enigmática, son características femeninas que logran superponerse a las distintas patologías del afecto. Cierta inestabilidad y una alta sensibilidad al cambio hacen a la mujer más proclive a 31
  • 33. deprimirse, luego se le está más “permitido” a la mujer que al hombre la expresión de múltiples sentimientos. ¿Hasta qué punto éstos factores pueden justificar su diagnóstico como enfermedad?, o ¿hasta qué punto es normal ante los cambios del ciclo biológico de la mujer hablar de depresión?: eso sólo pueden saberlo los profesionales que reciben a éstas mujeres diariamente en su consulta, y perciben cómo todas éstas situaciones pueden contribuir al desarrollo de una depresión femenina. (Sue, 1996; Cochrane, 1992; Burin, Moncarz y Velázquez, 1991; Ostojic y Precht, 2000; Bleichmar, 1991). Es oportuno aclarar que la bibliografía dentro de este campo es muy extensa y variada como para ser abarcada en la presente investigación, y en lugar de pretender englobarla (lo que no sería factible para un trabajo de licenciatura) se ha querido hacer un esbozo o acercamiento a éste fenómeno tan ampliamente estudiado como es la depresión. Al no quedar totalmente aclarado el fenómeno depresivo en la mujer, se abre la oportunidad de buscar su comprensión por otros medios, en este caso es necesario su entendimiento desde un punto de vista que contemple el carácter constructivo del lenguaje, de allí la utilidad del construccionismo social como modelo teórico de base para la presente investigación. C. Construccionismo Según Ibáñez (2001), el construccionismo, o construccionismo social, nos dice que el pensamiento humano construye sus elaboraciones de manera argumentativa y dilemática, es decir, recurriendo a argumentos y contraargumentos sin perder nunca de vista que toda postura se inserta en un conjunto abierto de posturas posibles. Se hace mucho énfasis en el lenguaje y el papel que éste representa en la construcción de la realidad: las cosas no existen por sí mismas, sino que las hacemos existir mediante nuestras categorías lingüístico-conceptuales, mediante las 32
  • 34. convenciones que establecemos y mediante nuestras prácticas discursivas. Tal lenguaje está a su vez motivado por nuestras características, nuestra historia, nuestro modo (paradigmático) de estar en el mundo, y tiene una función formativa, es decir, es creador de algunos aspectos de los objetos a los que se refiere. Por otro lado, Aguilar (2002), concidiendo con la postura de Ibáñez, señala que el construccionismo social entiende a la realidad como una producción social construida a través del lenguaje, instituciones, relaciones de poder y prácticas históricas contextualmente localizadas. En cuanto a los supuestos del construccionismo, según Gergen (1996, p73- 78), son los siguientes: “Los términos con los que damos cuenta del mundo y de nosotros mismos no están dictados por los objetos estipulados de éste tipo de exposiciones”. Las relaciones entre los objetos y sus significados son arbitrarias, dependen de un contexto y lenguaje específicos, más limitado aún si es el discurso de la ciencia ya que éste suele privilegiar determinadas explicaciones de los hechos sobre otras. “Los términos y las formas por medio de las que conseguimos la comprensión del mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, producto de intercambios situados histórica y culturalmente y que se dan entre personas”. Las descripciones y/o explicaciones son el resultado de prácticas sociales y adquieren su significado sólo en contextos relacionales actuales específicos, por lo que están limitadas en todas partes y en todo momento. Dichas explicaciones llegan a ser “objetivas” cuando tienen antigua raigambre y son utilizadas unívocamente, es decir, son “legitimadas” o “naturalizadas”. “El grado en el que un dar cuenta del mundo o del yo se sostiene a través del tiempo no depende de la validez objetiva de la exposición sino de las vicisitudes del proceso social”. Lo que quiere decir que la realidad y el lenguaje que la “representa” no 33
  • 35. tienen vínculos estrechos, o que una puede depender de la otra en un grado arbitrario. Luego, lo que determina la forma de percibir al mundo depende del método de aproximación a la realidad, o más específicamente de la ciencia que es la que se caracteriza por dicho método y posee además el poder que le da el conocimiento. “La significación del lenguaje en los asuntos humanos se deriva del modo como funciona dentro de pautas de relación”. Las muestras del lenguaje son integrantes de pautas de relación, excrecencias de modos de vida específicos, rituales de intercambio, relaciones de control y de dominación; dependiendo así las declaraciones del modo en que funcionan, qué actividades facilitan y cuáles se impiden, a quiénes privilegian y a quiénes restringen. “Estimar las formas existentes de discurso consiste en evaluar las pautas de vida cultural; tal evaluación se hace eco de otros enclaves culturales”. Se reconoce el poder del contexto cultural sobre las construcciones de lenguajes locales y específicas, así como también se reconoce su generalización a otros contextos similares. Por su parte Ibáñez (2001) p. 226-235, expone los siguientes presupuestos ontológicos del construccionismo social: “Reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad social”. Todo lo que es social está relacionado con el lenguaje y la cultura. Lo social surge del mundo de significados intersubjetivos o compartidos entre varias personas y esto permite investir a los objetos con una serie de propiedades que son construidas por medio de la comunicación. Tales significados (simbólicos), no pueden ser encerrados en una formulación precisa porque varían de un contexto a otro junto a sus fuentes de determinación, como son la estructura social y las posiciones que ocupan las personas. 34
  • 36. “Reconocimiento de la naturaleza histórica de la realidad social”. Los fenómenos, prácticas y estructuras sociales tienen “memoria”, es decir, lo que son en un momento dado, es inseparable de la historia de su producción. Ello implica que el conocimiento sobre la realidad ha de ser idiosincrático y concreto, específico a una sociedad. “Reconocimiento de la importancia que reviste el concepto y el fenómeno de la reflexibilidad”. Ser “reflexivo” consiste en verse con los ojos de los demás, verse en los ojos de los demás, anticipar los efectos de sentido (o de otro tipo) que producimos en los demás, entender lo que hacen o lo que pretenden los demás, todo ello por la conciencia de sí mismo que permite la reflexividad. Los conocimientos que el individuo va construyendo acerca de sí mismo en el transcurso de sus interacciones con los demás, modifica esas interacciones, lo cual modifica a su vez el conocimiento de sí. Cuando tal reflexividad se extiende a la psicología, le permite tomarse a sí misma como objeto de análisis. “Reconocimiento de la agencia humana”. Concebir al ser humano como “agente” consiste en creerlo capaz de constituirse en fuente de determinación última de sus propias conductas, es decir, capaz de autodirigir o autodeterminar sus conductas con base en unas decisiones internamente elaboradas. “Reconocimiento del carácter dialéctico de la realidad social”. Tal concepción “dialéctica” abre dos aspectos: la naturaleza relacional de los fenómenos y el carácter procesual de los mismos. En su aspecto relacional se reconoce que la sociedad sólo adquiere su estatus de existencia a través de las prácticas desarrolladas por los individuos, a la vez que éstos existen como seres sociales mediante su producción por la sociedad, tratándose de un proceso de mutua construcción en el cual los actos sólo adquieren sentido en el contexto donde se expresan y el contexto está construido por los actos que resultan de él. En su carácter procesual, se encuentra a los objetos sociales en un constante devenir de continua creación y recreación, de constante reproducción y transformación que remite a la dimensión histórica de la realidad. 35
  • 37. “Reconocimiento de la adecuación de la perspectiva construccionista para dar cuenta de la realidad social”. El punto de vista construccionista exige una actitud de duda metódica ante cualquier atribución de realidad a los fenómenos u objetos cuya existencia parece estar sólidamente acuñada en nuestro lenguaje, con la finalidad de “desnaturalizarlos”. Para ello es necesario tomar en cuenta el papel de las convenciones lingüísticas de los fenómenos sociales, dilucidar la naturaleza del proceso mediante el cual los procesos discursivos tienen la capacidad de constituirse en fuente de producción (aunque parcial) de los objetos sociales, y aclarar el mecanismo que permite que confundamos las propiedades de nuestra forma de hablar de las cosas con las propiedades de las propias cosas (Shotter, 1987 citado por Ibáñez, 2001). En cuanto a los presupuestos epistemológicos, Ibáñez (2001) plantea el reconocimiento de la dimensión hermenéutica (interpretativa) de los hechos sociales y la defensa de una concepción no-representacionista de la ciencia, la cual involucra una preocupación por la naturaleza socio-histórica del conocimiento científico y las prácticas que lo construyen. Sintetizando un poco lo propuesto tanto por Gergen (1996) como por Ibáñez (2001): se puede decir que el construccionismo ofrece la posibilidad de una comprensión distinta a la de la ciencia acerca de la realidad, ya que la considera un producto social resultante de interacciones lingüísticas, consensos, relaciones de poder e institucionales y prácticas sociales, y la entiende como un proceso histórico y específico a un contexto particular. Se privilegia al sujeto como activo, reflexivo y co-constructor de la realidad en la que está inmerso. Y el fin es tratar de desobjetivizar aquellos fenómenos que han adquirido fortaleza en sus conceptualizaciones al punto de convertirse en creadoras de realidades por convenciones sociales. 36
  • 38. Ahora se pasará a describir los resultados de algunas investigaciones realizadas bajo el marco del construccionismo social sobre los temas tocados en capítulos anteriores, tales como normalidad, anormalidad y depresión. 1. Desconstruyendo la irracionalidad, la depresión y la psicoterapia. Según Parker y Georgaca (1999) necesitamos algún abordaje de lo irracional, ya que en la experiencia humana el lenguaje excluye y construye al mismo tiempo lo irracional, para ello da la alternativa de la “desconstrucción” única capaz de recuperar el término subordinado (irracionalidad) en una oposición conceptual y transformarlo para utilizarlo en contra del término dominante (racionalidad), revelar contradicciones en él, entender cómo surge el concepto y nombrar al otro que está silenciado y subyugado dentro del discurso (Harper, 1996). Ello permite cuestionar las grandes nociones de razón y no-razón. Según Parker y Georgaca (1999), para desconstruir los términos normalidad y anormalidad es necesario dirigir la mirada no al loco, sino a la cultura, las instituciones y lenguaje que hacen que la locura importe tanto, ya que son las instituciones de poder y conocimiento las que estructuran la manera en que entendemos la salud y su relación con lo psíquico, y es el lenguaje el que organiza la razón y estructura lo que imaginamos fuera de ella (o enfermedad mental). Según Harper (1996) en este caso, cualquier intento de hablar acerca de la no- razón se somete a lo razonable y ya no es más no-razonable. El establecimiento de la razón crea y sostiene a la no-razón y viceversa. Tan sólo puede decirse que algo anda mal en el individuo cuando él o ella es comparado con la sociedad. Así se busca diferenciar individuos y compararlos con una norma idealizada cuyo concepto estadístico tiene connotaciones morales y regulatorias. El poder de la patología viene de la construcción de una forma particular de subjetividad e identidad para la persona considerada enferma. Los manuales de diagnóstico por su parte, prestan poca 37
  • 39. atención al contenido de los fenómenos y mucha a su forma, en la que se transforman comportamientos en síntomas que están tanto presentes como ausentes; a lo que se agrega que los pacientes nunca encajan perfectamente dentro de las categorías (Sarbin y Kitsuse, 1994). Por otro lado, los autores arriba citados señalan que se coloca al paciente en una posición de víctima en la que es culpabilizado y al terapeuta en una posición de poder en la cual los significados pueden ser impuestos en vez de ser producidos en interacción. La responsabilidad moral del paciente en el tratamiento consiste en dar cuenta de sus padecimientos y el por qué permanece estancado(a) en ellos; en fin, confesarse. Aproximaciones construccionistas contemplan la forma en que las estructuras sociales construyen una realidad en la que los individuos se ven obligados a asumir ciertas posturas, y se da importancia al contexto en el cual se dan los problemas, tomando como base el principio de que el sí mismo y el sujeto son de hecho producciones sociales, históricas y contingentes (Parker y Georgaca, 1999; Parker, 1999; Harper, 1996). Específicamente con respecto a la depresión, Karp (1994) en entrevistas a personas que habían sido diagnosticadas como depresivas, halló que todos los respondientes describieron: a) un período de sentimientos incipientes durante el cual carecieron del vocabulario para etiquetar su experiencia como depresión, b) una fase durante la cual concluyen que “algo está realmente mal”, c) una fase de crisis que los empuja a un mundo de expertos terapéuticos, d) una fase de asumir una identidad de enfermedad durante la cual teorizan sobre la(s) causa(s) de su dificultad, y e) una fase durante la cual o se entregan a la identidad de enfermedad o definen la depresión como una condición que pueden superar. Cada uno de estos momentos incluyó y requirió redefiniciones del self, pero, además, las personas difirieron considerablemente en la cantidad de tiempo que pasaban en una fase particular. Era típico para estas personas, que provenían de circunstancias familiares severamente disfuncionales, pasar largos períodos de tiempo sintiéndose diferentes, incómodos, 38
  • 40. marginados. Durante el proceso de psicoterapia las personas comenzaban a comprender que el problema puede ser interno y no situacional. Después aparecía el dilema de hacer público o mantener en privado éstos sentimientos. Hacerlos públicos por la búsqueda de un remedio, implicaba asumir una identidad estigmatizante y negativa, por lo que muchos preferían mantenerlos en privado por considerarlos, además, incomunicables, incomprensibles o indescriptibles (aludieron a ahogarse, sofocarse, sensación de vacío, estar perdido, ser capturado por una tormenta, estar aislado, caer en un hueco negro, etc.) y temer que no serían entendidos. Según Stoppard (1998), las teorías que explican la depresión son asumidas con aplicabilidad general y se excluyen las diferencias de género e inclusive las corporales. Diversas nociones sociales acerca del cuerpo como la figura física ideal, y el cuerpo práctico o útil hacen presión en los roles femeninos siendo origen muchas veces de síntomas depresivos. Así una nueva perspectiva del “cuerpo vivido” le permite ser un artefacto simultáneamente físico y simbólico producido natural y culturalmente. Según esta autora, la depresión en las mujeres representa una forma de “protesta” en contra de la opresión femenina dentro de las estructuras de poder social patriarcales, sostenidas por discursos de feminidad en los que están obligadas a desempeñarse en una gran cantidad de roles dentro (madres, amas de casa, etc.) y fuera de sus casas (empleos remunerados, carreras académicas, etc.). El rol femenino demanda una serie de comportamientos y experiencias, que juzgadas contra una norma sin género, son clínicamente neuróticas. Por esta razón la depresión como enfermedad sirve así a una cantidad de funciones sociales: urgir a las personas que vean los eventos como un asunto de la psique en vez del dominio público, motivar la autorregulación (sobretodo en las mujeres) y enfatizar la responsabilidad personal en vez de una necesidad de cambio social (Parker y Georgaca, 1999; Parker, 1999). Las diversas psicoterapias toman por dadas descripciones de patologías que a menudo oprimen a las personas, mientras pretenden ayudarlas. Para desconstruir la psicoterapia es necesario hacer justicia a las historias que las personas cuentan sobre 39
  • 41. sus padecimientos y adoptar una postura crítica que permita entender la serie de perspectivas que operan desde ciertas posiciones de poder. Una nueva perspectiva terapéutica basada en la comunicación y en cómo se construye nuestro lugar en la cultura, para conectar la terapia con lo que sucede en el mundo, respetando las realidades vividas por los clientes, sería una práctica emancipatoria. Ésta podría dedicarse a habilitar la construcción de auto-narrativas que permitan a las personas vivir en paz consigo mismas, de manera que no reduzcan su identidad a pacientes victimizados. Para ello sería necesario reemplazar la visión centrada en el síntoma por una centrada en escuchar al cliente de un modo distinto, enfocándose sobre temas y guiones improvisados que surjan de un análisis sociocultural en vez de “síntomas”. (Parker y Georgaca, 1999; Parker, 1999; Harper, 1996, Sarbin y Kitsuse, 1994). Siguiendo las propuestas de estos autores, es necesario comenzar a encaminarnos hacia un tipo de psicoterapia que incluya las diferencias de género en su estructuración (también la noción de “cuerpo vivido”), así como la perspectiva del paciente acerca de lo que le ocurre, para permitir a estos significados ser incluidos en las prácticas sociales, o al menos crear un espacio de resistencia ante las posiciones de poder generadoras de patología. La depresión es una construcción social que hacen tanto los denominados pacientes, como los profesionales de la terapia (psicólogos clínicos) que intervienen en su tratamiento, prueba de ello es que sus propiedades son definidas tomando como guía los criterios que aparecen en el manual (DSM-IV) y éste a su vez es constituido y escrito según un consenso. Dicha enfermedad es diagnosticada desde el terapeuta y asumida por el paciente según cómo se la significa en dicho lenguaje-consenso. Por otro lado, no se conocen investigaciones en nuestro contexto sobre cómo los psicólogos clínicos significan la depresión, particularmente la de la mujer, que es la que se afirma como más frecuente. De allí la inquietud que sirve como punto de partida para el presente estudio. 40
  • 42. III. CONTEXTO PERSONAL Mi interés en el tema de la depresión femenina está relacionado con el hecho de que durante mi formación como psicólogo percibí ciertas “faltas” o ausencias en el tema de la depresión, más que todo por las diversas contrariedades que se observan en ella y que parecen no tener explicación. En sus síntomas se ve una especie de extremismo entre el comer y/o dormir mucho o nada, llorar mucho y aislarse socialmente (o todo lo contrario). Muchas veces tuve la sensación de que todo era depresión y cualquier otra cosa distinta era un trastorno psicopático que finalmente en su génesis sólo tenía un fondo depresivo. Pero mi preocupación principal consiste más bien en lo que las teorías no responden; que no es el por qué de la depresión precisamente, sino más bien algo más relacionado con el ¿qué?. Es decir qué es la depresión, cómo se vive, qué sentimientos entraña, qué cosas obviamos los psicólogos al estudiarla; porque parece que pasamos por alto las particularidades en pos de un consenso científico, cuando nuestro interés en la conducta siempre ha partido de la riqueza del estudio caso por caso. Y ¿por qué la mujer? por cuestiones estadísticas, ya que las mujeres asisten más a consulta que los hombres, y demuestran más sus sentimientos depresivos mientras los hombres los evaden o niegan. Por lo que han visto mis ojos, y siguen viendo los ojos de todos (tanto los familiares de las pacientes como sus diagnosticadores) es la gran frecuencia con que la depresión se presenta en las mujeres. Y aunque me molesta la palabra “frecuencia” no encuentro otro referente; como siempre el lenguaje nos limita más de lo que nos ayuda a expresarnos. Luego la tristeza –como la alegría- existe y es necesaria muchas veces como forma de expresión de las realidades humanas. En este sentido me gustaría hallar una forma de nombrar a la depresión de otra manera, por ejemplo con una metáfora. 41
  • 43. IV. PREGUNTA O TÓPICO DE ESTUDIO Dado lo expuesto anteriormente se considera pertinente la formulación de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son las construcciones que hacen los psicólogos clínicos de la depresión femenina? V. OBJETIVO GENERAL Conocer las construcciones de un grupo de psicólogos clínicos venezolanos acerca de la depresión femenina. OBJETIVOS ESPECÍFICOS Ψ Conocer las construcciones sobre la definición de la depresión. Ψ Conocer las construcciones sobre las causas de la depresión. Ψ Conocer las construcciones sobre el tratamiento de la depresión. VI. MÉTODO Antes que nada creo necesario definir la investigación cualitativa y sus características. Según Sánchez (2000) la investigación cualitativa se orienta hacia el estudio de la vida cotidiana y valora las visiones que las personas tienen de ella dentro de su propio contexto, además se fundamenta en la realidad como construcción social por lo cual se admite la influencia de condiciones circunstanciales en la misma. Para Sánchez (2000) la investigación cualitativa se caracteriza por tener una noción de realidad múltiple (ontología relativista), es decir, que toma en cuenta las múltiples perspectivas de los participantes acerca del fenómeno de estudio en su 42
  • 44. carácter más dinámico. La investigación cualitativa también es considerada interactiva, porque cada parte del diseño de investigación interactúa con las otras de modo que un cambio en una de las partes modifica a las otras, y porque el investigador y los participantes también interactúan entre sí. La investigación cualitativa es, además, idiográfica, ya que asume los hechos como pertenecientes a un lugar y momento determinados; y holística porque estudia al fenómeno en su totalidad, tanto en su constitución como en su relación con el contexto situacional. Finalmente, el diseño de la investigación cualitativa es emergente porque se desarrolla conjuntamente con la evolución del conocimiento sobre el objeto de estudio: no se elabora previamente sino que va conformándose a lo largo del curso de la investigación. 1. Justificación de la utilización de la perspectiva de la Investigación Cualitativa para estudiar la depresión femenina. En las investigaciones actuales sobre depresión se encuentra una amplia gama de estudios relacionados con variables, siempre buscando la causalidad de dicho fenómeno, aportando cada vez más datos sobre su relación con otros trastornos y con cierto tipo de síntomas. Se busca la causa esperando que al eliminarla se eliminará con ella a su efecto (la depresión), o podrá evitarse que ocurra. Todas estas investigaciones a gran escala (con sendas muestras) han sido de gran ayuda en la caracterización y descripción del fenómeno depresivo, inclusive en su explicación deductiva, siempre dentro del marco científico cuantitativo. Luego, y con el interés en este caso de comprender el fenómeno depresivo, he optado por la investigación cualitativa, ya que ésta me permite actuar inductivamente, es decir, partir de la multiplicidad de realidades expuestas por los actores y no de una teoría determinada. Además, en lugar de fragmentar al objeto de estudio en variables se le considera una totalidad, un proceso histórico inseparable del contexto en el cual se da. La investigación cualitativa busca la particularidad y no la repetición de un fenómeno, se interesa por la subjetividad, ya que niega la supuesta neutralidad y 43
  • 45. objetividad científicas, abriendo paso así al reconocimento de las perspectivas de los entrevistados expresadas en sus propias palabras (Wiesenfeld, 1997). 2. Descripción de: 2.1. Contexto del estudio. El contexto es natural, e incluye su vinculación con las experiencias de los participantes, se reconoce a la realidad estudiada como múltiple (no homogénea) e idiográfica (histórica y contextualmente específica). El contexto se toma por desconocido, se busca entrar en “conversación” con y sobre el tema de la depresión sin basarse sólo en la perspectiva del investigador. En nuestro caso se eligió a los psicólogos clínicos como participantes, por la amplia relevancia de sus opiniones como terapeutas dentro de lo que se conversa acerca de la depresión y acerca del modo en que se le significa. A continuación presento un cuadro donde especifico la información contenida en el código que identifica a las declaraciones de los entrevistados según el orden en el que fue realizada, la orientación teórica del entrevistado, su género, el total de páginas y párrafos por entrevista. # de entrev. Orientación teórica del entrevistado Género del entrevistado Años de experiencia profesional (aprox.) # total de págs de la entrev. # total de párrafos de la entrev. E1 Psicología Clínica Dinámica Femenino 5 22 84 E2 Psicología Clínica Dinámica Masculino 6 27 109 E3 Psicología Clínica Dinámica Femenino 10 25 105 E4 Psicología Clínica Dinámica Masculino 25 21 94 E5 Psicología Clínica Conductual Femenino 10 23 109 44
  • 46. E6 Psicoanálisis Jungiano Femenino 25 24 118 E7 Psicología Clínica Conductual y Dinámica Femenino 5 25 115 E8 Psicoanálisis Freudiano- Kleiniano Masculino 27 30 122 E9 Psicoanálisis Lacaniano Masculino 30 17 65 2.2. Forma como se estableció la relación con los participantes. La relación con los participantes se estableció de manera temporal (se redujo al período de duración de la entrevista) tomando en cuenta la posibilidad de una segunda (o tercera) reunión con el participante en caso de que fuese necesario aclarar algún punto en particular de sus opiniones. El hecho de que todos ellos me fueron recomendados por alguien más (allegado a ellos) facilitó el primer contacto telefónico, y tras la concertación de la entrevista ésta fluyó en todos los casos como una conversación, concluyendo con la recomendación de otro profesional a ser entrevistado y con la apertura a la posibilidad de una reunión adicional si fuese necesaria. Los psicólogos que se mostraron interesados en los resultados fueron invitados a la defensa de la tesis. 2.3. Selección de los participantes: Es intencional, es decir que se adecuó a la diversidad de construcciones, es emergente (se modifica en función de la recogida de datos), lo que permitió una selección serial y modificación periódica de la muestra. La muestra estuvo conformada por psicólogos clínicos (cuatro de ellos dinámicos, uno conductual, uno conductual y dinámico, y tres psicoanalistas) de ambos géneros, de diversas edades y años de experiencia, en un número de 9 (4 45
  • 47. hombres y 5 mujeres). Y que además poseen experiencia en el tratamiento de pacientes femeninas con diagnóstico de depresión. Dicha muestra es de tipo no probabilística, porque no cumple con los requerimientos estadísticos de representatividad de la investigación científica. Según Sabino (1980), dentro de las muestras no probabilísticas, la muestra de la presente investigación responderá al subtipo “Muestra intencionada” puesto que es escogida en forma completamente arbitraria, designando a cada participante según las características que el investigador considera relevantes.). También puede ser denominada serial según Lincoln y Guba (1985), ya que permite al propósito de la variación máxima ser alcanzado lo mejor posible seleccionando cada miembro de la muestra solamente después que se ha analizado al anterior participante. Cada miembro sucesivo se puede elegir para ampliar la información obtenida ya, para obtener otra información que contraste con ella, o para completar boquetes en la información obtenida hasta ahora, es decir, se seleccionan de acuerdo con la necesidad de ampliar, de probar, y de completar la información. Tales informantes sucesivos son obtenidos por recomendación de participantes ya entrevistados. 2.4. Método para la recolección de los datos: Entrevista: La entrevista es una forma de interacción social en la cual son los mismos actores sociales quienes proporcionan los datos relativos a sus opiniones, creencias, etc., datos éstos que por su misma naturaleza es imposible observar desde fuera. En ella se hacen preguntas a una o varias personas acerca de temas de interés para el investigador, cuyas respuestas serán objeto de análisis e interpretación por parte del mismo. A través del discurso del entrevistado y respetando su espontaneidad, se le guía por una lista de puntos de interés que se van explorando a lo largo de la entrevista. (González, 1997; Blanchet, Ghiglione, Massonnat y Trognon, 1989). 46
  • 48. En la presente investigación se utilizó la entrevista de tipo semi-estructurada (Apéndice), debido a que sus características se adecuan a los objetivos de la misma: El entrevistador propone al entrevistado una serie de temas a conversar, sobre los cuales el entrevistado tiene cierta libertad para expresar sus opiniones. Su énfasis está en la construcción del individuo. Sus pasos: se selecciona un tema o pregunta de investigación, luego se divide en subtemas o áreas de preguntas, se le da una secuencia a dichos subtemas (se organiza) y finalmente se formulan las preguntas para cada subtema. (Flick, 1998) Este tipo de entrevista transcurre como una conversación, (previa consigna inaugural del entrevistador para definir el objetivo de la entrevista) en la cual el entrevistador va haciendo las preguntas contenidas en un guión, con un orden establecido, que será el mismo para todos los entrevistados, con la intromisión de algunas preguntas aclaratorias (Sabino, 1980; González, 1997; Blanchet y cols, 1989). Se entrevistó a los psicólogos clínicos con base en un guión preelaborado de entrevista, a fin de conocer sus construcciones sobre la depresión femenina. Las entrevistas fueron administradas en diferentes días, en función de las citas acordadas con cada participante. Cada entrevista fue grabada y revisada antes de su transcripción, con la finalidad de detectar tópicos que requiriesen precisión o una segunda entrevista con la misma persona y para puntualizar los contenidos que podrían enfatizarse en entrevistas con otros sujetos. Su duración osciló entre 45 minutos y 1 ½ hora. La función de las preguntas de la investigación fue de guía para la conversación. A objeto de introducir al participante en el tema se comenzó con el tema del significado de la mujer en psicología, enfatizando siempre que las respuestas o exposiciones fuesen hechas de manera natural, utilizando su vocabulario usual. 47
  • 49. 2.5. Análisis de la información recolectada: Se realizó en tres fases divisibles conceptualmente, aunque en la práctica varios procesos se dieron en forma simultánea. Primera fase del proceso o descripción: Paso 1: Primera lectura de las entrevistas para así familiarizarse con el contenido de las mismas. Uso del ‘memo’ para acumular las ideas e interpretaciones que surjan a lo largo de cada lectura que se haga de las entrevistas. Paso 2: Segunda lectura de las entrevistas, identificación y numeración de los párrafos en c/u, y posteriormente codificar las entrevistas según el número de la misma (o lugar que se le asigna según el contexto en que se hizo), especialidad u orientación teórica del entrevistado, género del mismo, página y número de párrafo. Paso 3: Tercera lectura de las entrevistas e identificación de las unidades de información presentes en las mismas, entrevista por entrevista, y registro en fichas o tarjetas. Asignar en la medida de lo posible, un concepto a cada unidad de información, con el fin de codificarla temporalmente y así facilitar su manejo posterior. Segunda fase del proceso o análisis: Paso 4: Categorizar, juntando aquellas unidades de información que aparentemente relaten el mismo contenido; y aquellas consideradas irrelevantes colocarlas en un grupo llamado ‘misceláneas’. Paso 5: Desagregar aquellas categorías que tengan un mayor número de unidades de información, para hacerlas más específicas. Construir subcategorías para formular criterios más precisos de comprensión de las categorías. 48
  • 50. Paso 6: Revisar todo el proceso de categorización anterior prestando especial atención al grupo de ‘misceláneas’. En este momento algunas tarjetas pueden ser descartadas y otras pueden ser asignadas a nuevas categorías. Paso 7: Identificar propiedades y dimensiones de las categorías que permitan establecer las reglas de inclusión y exclusión de las mismas, de manera que el conjunto de categorías sean heterogéneas entre sí, y homogéneas internamente. Tercera fase del proceso o interpretación: Paso 8: Relacionar las categorías entre sí, primero según todas las entrevistas en general, para obtener una idea global de la construcción de los entrevistados. Luego, relacionando los testimonios con el marco conceptual de la investigación, y otras relaciones detectadas durante el proceso de categorización. En este momento también pueden surgir nuevas categorías. Paso 9: Revisar todo el proceso realizado hasta el momento, reescribiendo las partes que así lo requieran. (Lincoln y Guba, 1985; Strauss y Corbin, 1990; Wisenfeld, 1997; Sánchez, 2000). 49
  • 51. VII. ANÁLISIS Y SÍNTESIS 1. Versión de la mujer para los psicólogos entrevistados. Al decir lo que es una mujer, se enumeran algunas cualidades o características, haciéndose comparación con las del hombre. Entre tales cualidades femeninas se mencionan la capacidad de introspección, una mayor expresividad de sus conflictos y/o para buscar ayuda, fuerza y responsabilidad. 1.1. Introspectiva. La introspección es definida como una cualidad que permite a la mujer estar más atenta a sus señales internas, ser intuitiva y sensible a lo que ocurre en su subjetividad. La mujer está... como que más atenta a las señales internas, como que tiene mayor capacidad de introspección [E1, PCD, Fem, pág 3, p9] Por esa parte como más reflexiva, más introspectiva que caracteriza a la mujer [E3, PCD, Fem, pág 1, p3] ...es un ser humano que tiene unas particularidades en su personalidad que la hacen ser una persona muy sensible, comprensiva, intuitiva, yo le pondría digamos como esas características [E4, PCD, Masc, pág 1, p1] 1.2. Expresiva. Se describe a la mujer como una persona expresiva, capaz de buscar ayuda cuando la necesita, lo que les permite un mayor acceso a las consultas psicoterapéuticas. La mujer está más abierta a navegar por lo subjetivo, le es más fácil conversar de su mundo subjetivo... [E6, PPJ, Fem, pág 5, p19] Entonces la mujer tiene como más permiso de decir cómo se siente, es como más expresiva [E7, PCC, y D, Fem, pág 6, p28] 50
  • 52. Las mujeres tendemos a expresar más y a consultar más lo que nos está pasando [E3, PCD, Fem, pág 1, p2] Se permite que la mujer se queje, se permite que la mujer se lamente, en el hombre no, tú aguantas porque eres macho [E2, PCD, Masc, pág 7, p28] Pero no, los hombres no lloran, las mujeres bueno desahógate [E2, PCD, Masc, pág 6, p23] 1.3. Fuerte. La fuerza de una mujer se traduce en la gran cantidad de responsabilidades que asume. La mujer es más fuerte, la mujer es la que lleva la familia, la mujer es la que cría los hijos, la mujer es la que sale a trabajar... [E7, PCC y D, Fem, pág 3, p11] Por eso es que las mujeres que están solas criando a sus hijos son guapas, es un dicho no? o sea son mujeres fuertes [E5, PCC, Fem, pág 19, p85] A mí me parece que la mujer siempre ha sido como el pilar de la familia [E7, PCC y D, Fem, pág 3, p13] 1.4. Responsable. Se define a la mujer de hoy como alguien que asume y ejerce responsabilidades. La mujer hoy trabaja, hoy en día a veces es soporte único del hogar, es la que soporta económicamente al esposo, es la que tiene mayor responsabilidad [E1, PCD, Fem, pág 1, p2] Es parte de la educación de la mujer, hay una inducción a la responsabilidad, a hacerse cargo de cosas, de hecho estamos marcando la maternidad [E8, PPK, Masc, pág 21, p72] Síntesis: Se caracteriza a la mujer por ser más intuitiva, sensible y atenta a sus señales internas, por ser más expresiva (lo cual le facilita la búsqueda de ayuda), más fuerte, 51