2. Los juegos de imaginación, en los que los niños
imitan y se inventan situaciones, son muy útiles para el
desarrollo mental del niño de cuatro años. Por ejemplo,
cuando Jessica estuvo ya bien adaptada a la escuela
infantil pasó por un período en el que tanto en casa
como en la escuela jugaba sola con una serie de
muñecas que componían una familia. Estaba usando el
juego para darle vueltas a sus ideas sobre cómo se
lleva la gente entre sí. Inventaba historias con las
muñecas. A veces ella dirigía totalmente el cotarro y las
muñecas hacían exactamente lo que ella quería,
mientras que otras veces las muñecas no se portaban
así de bien y se producían discusiones y peleas.
3. Otro juego comedia es el de pretender que se es
otra persona. Disfrazándose o simplemente
pretendiendo que va vestido de otra manera, el niño de
cuatro años se identifica con personajes distintos y
estudia sus caracteres. Así, no es casualidad que sea
tan popular entre los niños jugar a papás y mamás.
También, los niños piensan mucho en lo que significa
ser niña y lo que significa ser niño.
4. Las respuestas a esas preguntas dependen en
parte de las ideas que se tengan sobre niñas y niños y
mujeres y hombres en la sociedad en la que el niño
vive. Pero dependerán también de la manera en que se
combinen dos factores: primero, el sentimiento claro que
tenga el niño de ser quien es y lo que es; segundo, la
capacidad del niño para identificarse con personajes
diversos.
5. Con la imaginación todos somos capaces de
intuir cómo es cada persona. Nos ayuda a hacerlo el
conocimiento que tengamos de los diversos aspectos
de nuestro propio carácter. El niño que es duro y
despectivo con niños más pequeños que él obra así
porque tiene reprimida su propia faceta de niño
protector y dulce. La niñita que se va quedando por
los rincones y no se atreve a unirse a los demás tiene
olvidado el carácter emprendedor y valiente que hay
dentro de ella.
6. A veces preocupan a
los padres las clases de
identificaciones que los niños
hacen. Una madre tenía
decidido que las niñas han de
ser resueltas y no le gustaban
los estereotipos sexuales al
uso.
Por eso se quedó perpleja cuando su hija desarrolló una
pasión por los collares y los vestidos y tomó el aire de
una princesita. Cuanto más se esforzaba por persuadir a
Nell de que usara jeans y más insistía en que las joyas y
el ballet son cursilerías, más se afianzaba Nell en sus
gustos y más cosas se ponía encima para parecerse a
una reina.
7. Conviene saber que pasiones como esa de
Nell suelen ser pasajeras. La realidad es que Nell
estaba explorando un deseo suyo de ser una gran
señora muy bien vestida, y cuantos más jarros de
agua fría le echaba encima su madre, más molesta
y amenazada se sentía Nell. Una historia parecida
es la de Mike, cuyo padre cogió un enfado cuando
vio al niño metido en un vestido de mujer y llevando
un bolso. Mike no estaba confundido, sabía muy
bien que era un niño. Lo que pasa es que en ese
momento estaba pensando en cómo sería eso de
ser mujer, y lo expresó dramatizándolo.
8. A esta edad los niños
cambian rápidamente de
juegos. Tal vez solamente
se deba uno sentir intrigado
si el niño se queda mucho
tiempo impersonalizando un
mismo personaje. Por
ejemplo, el niño que
siempre hace el papel de
bebé en los juegos con
otros niños puede ser que
esté encontrando difícil
afirmarse como niño de
mayor edad.
9. JUEGO COOPERATIVO
Sin embargo, en general, los
niños se muestran más
dispuestos a empezar a
compartir ideas y a
combinarlas para construir
algo mejor que lo que
habrían conseguido si
hubieran seguido solos.
A esta edad, los niños pasan de
jugar solos, los unos junto a los
otros, a establecer un juego
más cooperativo: se han dado
cuenta de que si trabajan
juntos, pueden obtener algo
distinto. Por supuesto, siempre
hay niños que quieren dirigir lo
que sucede, otros que prefieren
seguir a los líderes y, aún otros,
que prefieren seguir jugando
solos.
10. JUEGOSYJUGUETES
Hoy día tenemos una enorme
diversidad de juguetes diseñados para
niños de cuatro años. Es importante
reflexionar sobre el significado que las
cosas tienen para el niño, y claro está
que los diferentes juguetes tienen
diferentes significados para él.
11. Existen juguetes que consisten en piezas con las que se
construye algo, que ayudan al niño a pensar cómo
funcionan las cosas, cómo se hacen, cómo se reparan.
12. La actividad física, como
el trepar por las barras y
el montar en la bicicleta o
en el triciclo, desarrollan
la confianza mental y
también la musculatura.
Hay juguetes como las
muñecas y los ositos
capaces de adquirir su
propia personalidad.
13. Jugar incluye pensar acerca de las dos
realidades básicas: la realidad del mundo exterior, de
los sitios, las cosas y la gente; y la realidad del mundo
interior, el mundo de la imaginación, la memoria, las
ideas, los sentimientos, un mundo que está tan lleno
de personajes imaginarios como el mundo exterior está
lleno de gentes de verdad. En sus juegos el niño de
cuatro años da vueltas en su mente a cuestiones
básicas acerca de lo que es la realidad, tales como qué
diferencia hay entre lo que es “de verdad” y lo que es
“de mentira”, entre hecho y ficción, entre verdad y
mentira.
14. A veces a los niños les gusta que los padres entren
en sus juegos. Hasta hay veces que los niños fuerzan con
insistencia a los padres a jugar con ellos. Los niños que no
saben jugar solos son un poco preocupantes, además de
ponerse a veces muy cargantes. La mayoría de los niños
acaban aprendiendo a jugar con los adultos, con otros niños
y a jugar solos. Por supuesto que cada niño tiene sus
preferencias pero en general todos ellos gustan de jugar de
las tres maneras. Si un niño pasa tiempo sin atreverse a
jugar o no sabiendo a qué jugar, tendremos que tratar de ver
qué le está pasando.
15. La madre de Carola solicitó consejo profesional acerca de
la niña. Carola se había hecho tan tímida y tan nerviosa a
la hora de jugar que era casi como si le hubiera cogido
miedo a los juguetes. El psicoterapeuta estuvo observando
a Carola y a la madre juntas. En la habitación había
muñecas y otros juguetes. Carola se puso a jugar al lado
de su madre, cogió una muñeca y la iba a acostar en la
cuna cuando la muñeca se cayó de costado. “¡Oh, pobre
muñeca!”, gritó la madre con voz angustiada. Carola quedó
paralizada. Dejó la muñeca y vino a pegarse a la madre.
Hay niños que disfrutan con que los adultos se mezclen en
sus juegos, pero éste no era el caso de Carola. Poco a
poco se fue viendo claramente que Carola era uno de esos
niños que necesitan que se les refuerce su seguridad
ayudándoles a trazar bien clara la línea entre hecho y
fantasía. Las muñecas son muñecas y las personas son
personas. Necesitaba asegurarse de que las cosas son lo
que son. Ocurría que su inseguridad había contagiado a su
madre y ésta estaba sintiendo angustia. La madre, en vez
de reflexionar sobre ello y ver qué se podía hacer, le
estaba devolviendo la angustia a la niña.
16. ¿Qué tenemos que decir acerca de la cantidad y las
clases de juguetes? A todo el mundo le gusta comprarle un
juguete a un niño. Con frecuencia -¿y por qué no?- nos
gusta comprarles a los niños cosas que nosotros mismos
no hemos tenido o cosas que a nosotros nos han gustado
cuando éramos niños. Claro está que a veces nuestros
niños son distintos de nosotros y nos equivocamos con
ellos. También ocurre a veces que los padres ven molestos
que su niña de cuatro años deja arrinconado un juguete
caro y se entretenga a las mil maravillas con una cacerola
vieja, dos jarritas de plástico, unos tarros de jalea vacíos y
buena cantidad de barro. Es el sentido común el que nos
marca un término medio. Unas veces habrá que seguir los
gustos del niño y otras veces convendrá despertar en él
gustos nuevos, y todo esto manteniendo un equilibrio entre
lo que es demasiado y lo que es demasiado poco.
17. El exceso de juguetes crea problemas.
Probablemente es cierto que si el niño cree que se le
pueden estar comprando cosas nuevas todo el tiempo
pierde interés en lo que tiene. La vista de muchos
juguetes rotos, aunque estén ya suplantados por los
nuevos, tiene un efecto deprimente. Por supuesto que la
mayoría de adultos preferiríamos que nuestros niños no
creyeran que el camino hacia la felicidad está en poseer
más y más cosas.
18. El niño que está todo el tiempo
diciendo “quiero esto, quiero lo
otro” no es más feliz cuanto
más tiene. Lo que está
haciendo ese niño es decirnos
de manera velada que está
echando de menos algo. El
nuevo juguete o la nueva
bolsa de caramelos no podrán
apaciguar sino por breve
tiempo ese sentimiento de que
algo le falta. En seguida
vendrá una nueva demanda.
En vez de acallar las quejas
con amenazas, recapacitemos
y tratemos de ver qué es lo
que está pasando con el niño.
19. Una última reflexión sobre los juguetes. A la edad
de cuatro años los niños suelen seguir apegados a su
osito o a su mantita. Ésta es cuestión muy delicada y
debemos ser respetuosos con el niño al tratar esos
objetos pero debemos también hacerlo desde una
perspectiva adulta. Por un lado sabemos lo importantes, a
veces lo necesarios, que esos objetos son para el niño de
cuatro años. Por otro lado no siempre es útil hacer como
si también nosotros creyéramos que sin el osito el mundo
se viene abajo. Todos los niños necesitan para sentirse
seguros tener la convicción de que están gobernados por
los adultos, por gente que conoce bien la realidad. Con
eso como telón de fondo el niño se siente seguro para
representar papeles, sacar a la luz sus conflictos y jugar
con las ideas de lo real y lo no real.