Manual de bienvenida

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MANUAL DE
BIENVENIDA DEL
COLABORADOR
Realizado por:
Departamento de Comunicación y Marketing
Móvil: 0969286043
observatorioec@live.com

Noviembre 2012

TW: @votocatolicoec FB: Observatorio Electoral Católico

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INDICE
Presentación

Misión

Visión

El Voto Católico

Objetivos

Manifiesto Resumido

Declaración de principios


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Presentación
¿Qué es el OEC?
El OEC es una iniciativa privada de carácter cívico que tiene como
objetivo examinar nuestra realidad política desde el prisma de la
DSI (Doctrina Social de la Iglesia).
Nuestros 3 Pilares básicos donde descansamos nuestros principios
son:
1. LA LIBERTAD DE LA PERSONA

2. DERECHOS HUMANOS.

3. LA FAMILIA
¿Cuál es Nuestros Objetivos a corto plazo?
• A corto plazo, la misión es informar a todos los ecuatorianos
católicos habilitados para votar, sobre el perfil de los distintos
candidatos a la Presidencia de la República y dar a conocer su
plan de gobierno, realizando un match de sus propuestas
versus nuestros 3 pilares, de esta manera promover un "voto
consciente y católico" entre la ciudadanía.
¿Qué información difundiremos?
• Las posturas de los candidatos a la Presidencia de la República
sobre temas referentes a la vida, la familia, la libertad en
general.

• Lo qué están dispuesto a hacer para favorecer sus posturas
profamilia, prolibertad religiosa o provida.

• En caso de ser Prochoice que acciones va a tomar durante su
mandato.


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• La creencia religiosa de cada candidato y si va a respetar la
libertad religiosa.

• Un match entre sus propuestas y nuestros 3 pilares básicos.

• Sus planes de Gobierno integros.

Misión

Promover el voto conciente entre electorado católico, analizando
los planes de Gobierno de los principales candidatos a la
Presidencia de los Comicios del año 2013 desde la perspectiva de la
Doctrina Social de la Iglesia y monitorear las acciones del
Presidente en funciones según el mismo lineamiento.

Visión
Ser líder y ejemplo en todo el país de una organización profesional,
que busca la excelencia; ser ágil, innovadora, transparente, dirigida
por un dinámico activismo de alto nivel participativo, que
concientiza el voto a la población católica del Ecuador.

El Voto católico
I. ENSEÑANZA DE LA IGLESIA:

1. La Iglesia católica no tiene partido. Como institución, la Iglesia


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acoge a todos los bautizados y no apoya a ningún partido político;
más aún, acepta que una misma fe puede inspirar opciones
políticas diversas.

2. Los fieles católicos pueden afiliarse y votar libremente por el
partido político y por el candidato que, sin contradecir sus
convicciones morales y religiosas, mejor responda al bien común de
los ciudadanos.

3. La jerarquía de la Iglesia, es decir, los diáconos, presbíteros y
obispos, no pueden afiliarse a ningún partido político, ni apoyar
públicamente a un candidato en particular. Es su derecho y deber
proponer los principios morales que deben regir el orden social y,
en privado, votar por quien quieran.

4. Los fieles católicos están obligados a ser coherentes con su fe en
público y en privado; no pueden, por tanto, sin traicionarse a sí
mismos, adherirse o votar por un partido o por un candidato
contrario a sus convicciones religiosas y a sus exigencias morales.

II. POR TANTO, UN CATÓLICO:

5. No puede votar por un partido o por un candidato que esté en
contra del respeto absoluto que se debe a la vida humana desde la
concepción hasta su desenlace natural, como serían los que
propician el aborto, la eutanasia o la manipulación de los
embriones.

6. No puede votar por un partido o por un candidato que no


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respete la dignidad de la persona humana, como serían los que
defienden o promueven la prostitución, las uniones homosexuales
o lesbianas, los anticonceptivos físicos o químicos, la pornografía
especialmente la infantil, la clonación humana, el uso o tráfico de
drogas, la venta indiscriminada de alcohol, el machismo, la
discriminación étnica y racial.

7. No puede votar por un partido o por un candidato que no
respete el derecho primario de todo hombre o mujer a practicar, en
privado o en público, individualmente o en grupo, sus creencias
religiosas; o que obstaculice de cualquier manera la enseñanza de
la religión, prohíba las manifestaciones públicas de fe o se oponga a
la instalación de los lugares para el culto que pida la comunidad.

8. No puede votar por un partido o por un candidato que se oponga
o niegue el derecho inalienable de los padres de familia a escoger el
tipo de educación que, de acuerdo a sus convicciones, quieran para
sus hijos.

9. No puede votar por un partido o por un candidato que no le
garantice, con certeza moral, que utilizará honestamente los
dineros y bienes públicos; que va a cumplir lo que promete; que
buscará el bien común y no el provecho propio y de sus
colaboradores.

10. No puede votar por un partido o por un candidato que no se
comprometa a promover la dignidad de la familia fundada sobre el
matrimonio monogámico entre personas de opuesto sexo; a
combatir la violencia, la drogadicción, la injusticia


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institucionalizada, la corrupción pública y que no haga propuestas
creíbles en favor de los más necesitados.

III. AL CONTRARIO, UN CATÓLICO:
11. Debe votar, preferentemente, por un candidato que respalde
con su ejemplo las virtudes humanas y cristianas como son el
respeto a los demás, el saber escuchar, el diálogo, el decir la
verdad, la honestidad, la vida morigerada, la fidelidad conyugal y el
amor a su familia.

12. Debe votar, preferentemente, por un candidato que demuestre
con hechos su espíritu de servicio a los demás, con especial
preferencia hacia los pobres y que en todo y sobre todo defienda la
dignidad de la persona humana.

13. Debe votar, preferentemente, por un candidato que tenga
cualidades de gobierno y que garantice la vigencia del estado de
derecho mediante la aplicación de la ley, sin excepción de personas
o de cargos.

Objetivos del OEC
1. Concientizar el Voto dentro de los electores católicos.

2. Convertirnos en el grupo de presión más fuerte para el
gobierno en reivindicaciones morales.

3. Ser referentes en el tema de la aplicación de la Doctrina Social
de la Iglesia en la vida pública.


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4. Convertirnos en líderes de opinión en el tema de la
implementación de políticas públicas según la Doctrina Social
de la Iglesia.

EL MANIFIESTO RESUMIDO
La conciencia social cristiana sigue vigente desde que la primera
encíclica social fuera trasmitida al mundo el Viernes 15 de Mayo de
1891 por el Papa León XIII. Rerum Novarum era un llamado de
atención a toda la Iglesia de las consecuencias de la Revolución
Industrial. En ella, el entonces Papa León XIII expresaba sin
ambigüedades su apoyo a movimientos de resistencia laborales en
pro de la reivindicación de sus derechos como lo eran las uniones o
sindicatos, pero sin acercarse al socialismo marxista, pues también
hacia énfasis en el derecho a la propiedad privada. Es importante
destacar que en Rerum Novarum se discutía sobre las relaciones
entre las empresas, los trabajadores, el gobierno y la Iglesia
proponiendo una organización socioeconómica.

Ahora más que nunca es indispensable que se organice en el país
una veeduría privada fundamentada en la doctrina social de la
Iglesia, que presente un programa de acción sujeto a las actuales
realidades nacionales, que se convierta en el ojo de Águila que
pueda interpretar los verdaderos, sentimientos, problemas y
angustias que sentimos como católicos ante el atropello de
nuestras creencias morales, es momento de levantar la bandera de
la defensa de la fe ante el avance amoral de ciertos grupos de
presión enfrascados en un odio hacia la Iglesia y su moral cristiana.


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Convencidos como estamos de que hay una crisis universal en los
valores y moral cristiana que alcanza todos los dominios de acción
del hombre, un grupo de hombres y mujeres católicos de todo el
país y de todos los sectores y estratos sociales, hemos organizado
un sistema de veeduría ciudadana “OBSERVATORIO ELECTORAL

CATOLICO” y presentamos a la consideración de nuestros
miembros nuestra declaración de principios inspirados en la
doctrina social cristiana.

Los que formamos parte del OEC somos hombres y mujeres
católicos practicantes, obedientes al papa y al magisterio, ajenos a
todo fundamentalismo. En lo único que no transigimos es nuestra
posición frente a las constantes amenazas y violaciones a la moral
cristiana, que a la postre se ha evidenciado en una economía sin
Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios.

La degradación actual del hombre comienza a observarse en el
siglo XIV en la Europa cristiana. En este devenir de la historia vemos
un saldo desfavorable, los corazones se han desprendido
totalmente del amor al sacrificio, de la verdadera devoción a la
cruz, y de las aspiraciones de santidad y vida eterna. Esta ausencia
de vida virtuosa se ve reflejada en el hombre actual.

Observamos con desagrado como la filosofía abiertamente atea se
ha filtrado de a poco en la cultura moderna y ha engendrado
monstruos como la Masonería, el liberalismo, el capitalismo brutal,
el marxismo, el socialismo, el comunismo. Estos sistemas políticos
han propagado en la sociedad actual el ateísmo practico, derivando
en el corazón y la mente de los hombres la libre aceptación de una
cultura de muerte, exponiendo al hombre a su condenación eterna
al ver como normas de la sociedad el derecho al aborto, al divorcio,


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a la inmoralidad sexual, la ideología de género y a un sinnúmero de
aberraciones modernistas.

Los medios de comunicación social, administrados por gente sin
escrúpulos siguen difundiendo el veneno del indiferentismo
religioso, de la liberización de los imperativos morales, penetrando

en la intimidad de la vida familiar. No contentos con proveer las
reales necesidades de la gente, impulsados por una insaciable
hambre de ganancia, hacen propaganda de productos inútiles y tal
vez dañinos, incitando al consumo y al desperdicio. De todo esto
resulto una sociedad consumista, hedonista, pagana. El placer ha
llegado a ser el fin de la vida, y el dinero, indispensable medio para
procurarlo. El apetito de los placeres terrenos se va transformando
en ansias, las diversiones se hacen cada vez más inmorales. Los
hombres se preocupan cada vez más con ellas, en los trajes, en las
maneras, en el lenguaje, en la literatura y en el arte, el anhelo por
una vida llena de deleite de la fantasía y de los sentidos, va
produciendo progresivas manifestaciones de sensualidad y molicie.

La nación ecuatoriana es fundamentalmente cristiana y, por ello,
no debería prosperar la filosofía modernista abiertamente atea. El
ecuatoriano actual no profesa el ateísmo de los filósofos; sin
embargo están sumergidos en ello, aunque sea de una forma
inconsciente, hasta la saturación. Es el ateísmo práctico, el ateísmo
de la vida. Dios, si no es negado explícitamente, es olvidado,
tratado como si no existiera, ignorado por completo y reducido a
un objeto de segunda clase.

Nuestro movimiento surge en este ambiente tan hostil para el
católico, no respiramos su aire, no somos hijos de esta época,
somos contracorrientes, radicales, contrariamos lo que el mundo
nos propone insistentemente.


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El estado actual de la política ecuatoriana está viciado del trabajo
de los lobbys que promueven políticas abiertamente contrarias a la
Iglesia por ello consideramos que es indispensable organizar una
veeduría privada que reinstale un ambiente verdaderamente
católico, con la correspondiente reinstauración de los principios
éticos y morales del cristianismo en las leyes.

Hasta el momento los católicos hemos sido espectadores pasivos
de cómo estas tendencias desordenadas que por su propia
naturaleza luchan por realizarse; comienzan por modificar las
mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las
costumbres, sin tratar el principio de modo directo.

Por ello el OEC con plena organización nacional tiende su llamado a
la acción a través de la colaboración con nuestro movimiento
privado que bajo un genuino ideal de justicia, ayude a fomentar su
programa de acción y a llamar a todos los hombres y mujeres
católicos del Ecuador que tengan la aspiración realista de ser
seguidores de Cristo para que ingresen a sus filas y estar en
capacidad de generar el mayor grupo de presión nacional de la
historia moderna del Ecuador.

Nuestra veeduría ciudadana tiene como objetivo inmediato el
seguimiento de las propuestas de los candidatos a la presidencia
del Ecuador en las elecciones del 2013.

El presente manifiesto va dirigido a todos los hombres y mujeres de
la República de verdadera tendencia cristiana, a los estudiantes,
empleados, obreros, artesanos, campesinos, patrones a quienes les
inspire un afán de progreso moral y que tengan fe en la
reinstauración de la conciencia cristiana, para que formen parte de
nuestra veeduría privada, para que cooperen en la tarea de vigilar


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el siguiente proceso electoral al amparo de nuestro ideal de
genuino y noble interés de retorno a las costumbres cristianas.

Aspiramos a que aquella inmensa masa de ciudadanos que se
siente como prisionero de esta época, sitiado por el ejército de la
inmoralidad, reflexione en la necesidad y en la urgente tarea de
evaluar por primera vez y de forma seria los planteamientos de los
candidatos a la máxima dignidad de nuestro país.

El Ecuador no puede continuar con las continuas violaciones a los
derechos naturales del hombre, ni los seres honestos y coherentes
de esta patria podemos seguirle dando la espalda a tan importantes
temas, tenemos que poner en práctica nuestro sentido de la
urgencia. Debemos desenmascarar los peligros de nuestra
situación, es un rasgo esencial de una acción auténticamente
cristiana denunciar los males de nuestra época.

El Ecuador necesita de todos sus hombres y mujeres identificados
con el evangelio y que preocupados por su patria y el estado actual
de su sociedad despierten de una vez por todas y que comience la
correspondiente acción y colaboren con su trabajo, consecuente
con el pensamiento cristiano que profesan.

En la encíclica “Inmortale Dei”, León XIII describió en estos
términos la cristiandad medieval: “Hubo tiempos en que la filosofía
del evangelio gobernaba los Estados. En esa época la influencia de
la sabiduría cristiana y su virtud divina penetraban las leyes, las
instituciones, las costumbres de los pueblos, todas las categorías y
todas las relaciones de la sociedad civil”. Es esta añoranza la que
nos inspira. En esas líneas de León XIII se pueden apreciar nuestra
convicción de que el ciudadano ecuatoriano que profese la religión
católica, cualquiera que sea su posición social o económica, tiene el
derecho a que sus posiciones morales sean respetadas en el campo


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de su fuero individual y en sus relaciones de familia y con los demás
seres del convivir colectivo.

Es muy cierto que a la Iglesia le pertenecen los medios propios para
promover la salvación de las almas. Pero la sociedad y el Estado
tienen medios instrumentales para el mismo fin. El pleno derecho y
la obligación moral del católico, contribuyendo con su capacidad,
entusiasmo y convicción lo obligan a hacer uso de estos medios
para orientar según el curso de su conciencia la actual realidad
nacional y consecuencia de esto la obtención de una vida mejor a la
que tiene derecho la familia ecuatoriana y dejar en herencia un
Ecuador libre de leyes corruptas y corruptoras.

Defendemos el derecho a la vida, a la honra, a condiciones de
existencia suficientes, al trabajo y, pues a la propiedad, a la
Constitución de una familia parental, y sobre todo al conocimiento
y práctica de la verdadera Religión. Las desigualdades que atenten
contra estos derechos son contrarias a la filosofía cristiana por lo
tanto contrarias a nuestra Fe.

En todo el Estado se están organizando las Oficinas de inscripción
para formar parte del OEC. Invitamos a los ecuatorianos a formar
parte de él; todos aquellos que posean una clara visión del
panorama actual de nuestra sociedad, un amor fundamental a la
coherencia y un ánimo fuerte están llamados a enrolarse a nuestra
veeduría en cualquiera de sus áreas de trabajo; pero queremos
dejar constancia que el OEC pretende ser una coalición de
hombres patriotas, honestos, serios, responsables y que no nos
interesa el aglutinamiento de personas que no estén
compenetradas en nuestro ideal y que pretendan imponer el
desorden en nuestras filas.


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Estamos dispuestos a divulgar nuestra acción en todos los campos
posibles ya que nuestra convicción es que el Ecuador necesita
justicia y progreso social y tales son enunciados básicos de nuestro

ideal. Por ello serán norma de conducta entre todos nuestros
afiliados la libertad para pertenecer o retirarse de la agrupación y la
severa disciplina para quienes permanezcan en ella.

Nuestra veeduría debe mostrar por entero las arbitrariedades que
se realizan en nombre del pueblo ecuatoriano en el campo moral y
económico, y en mostrar las posibles consecuencias, ya sea en cada
una de sus manifestaciones o maniobras aparentemente inocentes
e injustificadas.

Emprenderemos una resurrección del sentir moral, porque no hay
nada que derrote a un pueblo virtuoso y que verdaderamente ame
a Dios.

Hombres y mujeres del Ecuador es un deber de fidelidad personal
afiliarse al OEC: La Patria reclama un nuevo orden social, para ello
debemos enfrentar a los enemigos de la moral cristiana con ufanía
y arrojo, con coraje y valentía. Reclama, además, que todos los
ciudadanos católicos de la Patria de buena voluntad intervengan
activamente en la preparación y estructuración de la nueva visión
política del país. El OEC se ha fundado en el ideal de Patria y abre
sus puertas a todos vosotros para que ingreséis en sus filas y
trabajéis honestamente en la realización de nuestro lema:“Justicia y
Progreso”

DECLARACION DE PRINCPIOS DEL OEC


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“La doctrina y la actividad de la Iglesia en el campo social –declara
el concilio vaticano II- constituyen aspectos de la vida de la Iglesia
(Unitatis redintegratio, n.6) y deben contribuirá dar un sentido más
humano al hombre y a su historia (Gaudium et spes, n.40). Por ello
la Iglesia se reserva el derecho de predicar en todo momento y
todas partes su doctrina social con autentica libertad y de dar su
juicio moral incluso sobre materias referentes al orden político,
cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la
salvación de las almas” (Ibidem, n.76).

El OEC ofrece a sus distinguidos miembros un conjunto de
principios de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de
acción para que los cambios en profundidad, que exigen las
situaciones de miseria y de injusticia, sean llevados a cabo, de una
manera tal que sirva al verdadero bien de los hombres. Además el
reconocimiento real de los valores fundamentales inherentes a la
dignidad humana

LA LIBERTAD DE LA PERSONA
El hombre tiene una libertad participada. No es un ser perfecto solo
Dios tiene libertad absoluta. El hombre está condicionado por los
deberes y derechos con respecto a otras personas y a Dios. A esto
se denomina libertad responsable.

El hombre con su libertad puede hacer cuanto puede y quiere, pero
con responsabilidad, pues libertad sin responsabilidad es
libertinaje, que es el abuso de la libertad. El hombre cuando más
ejercita su libertad para la verdad y el bien es más libre, y más se
perfecciona como ser humano.
LA IGUAL DIGNIDAD DE TODAS LAS PERSONAS
El hombre se enriquece y perfecciona, en cuanto hombre, por
medio de sus potencias y facultades empleadas convenientemente


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por su libertad, es decir, mediante la búsqueda inteligente de la
verdad y el bien, como el conocimiento se ordena a la verdad y el
amor al bien; la persona humana se perfecciona y actúa rectamente
buscando la verdad y obrando el bien. A esta Ordenación, por ser
natural en el ser humano, se le llama ley natural moral. El hombre
está orientado por naturaleza a la verdad y el bien, pero ha de
hacerlo responsablemente.

La dignidad le viene al hombre, principalmente de ser creación de
Dios, hecho a imagen suya, y radica en su naturaleza, que es
corpórea y espiritual, de ser responsable; de ser capaz de
autogobernarse, y de tener intrínseca exigencia moral y religiosa.

LOS DERECHOS HUMANOS
Los principales derechos fundamentales son:
Derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona;
Derecho a la integridad física y moral;
Derecho a los medios suficientes e indispensables para un nivel de
vidas digno: alimentación, vestido, vivienda, descanso, asistencia
sanitaria, servicios sociales;
Derecho al debido respeto de su persona y a la buena reputación;
Derecho a la seguridad en caso de enfermedad, invalidez, viudez,
vejez, desempleo y en cualquier eventual perdida de los medios de
subsistencia por circunstancias ajenas a su voluntad;
Libertad religiosa, de la conciencia y en el pensamiento;
Libertad de manifestar y defender las propias ideas, derecho a la
cultura y a tener una objetiva información de los sucesos públicos;
Derecho a la educación y, en relación con el, a la libertad de
enseñanza;
Derecho a la libre elección de estado y derecho a fundar una familia
(matrimonio);


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Derecho a la propiedad privada, sin excluir los bienes de
producción;
Derecho a la reunión y asociación;
Derecho a la huelga y a libertad sindical;
Libertad de residencia, de circulación y emigración;
Derecho a la participación activa en la vida pública;
Derecho a participar personalmente en la consecución del bien
común;
Derecho a la defensa jurídica de los propios derechos;
Derecho a la nacionalidad.

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
La subsidiariedad significa la intervención complementaria y auxiliar
de las estructuras sociales superiores a favor de los individuos y de
las pequeñas comunidades. La sociedad tiene que ayudar a los
individuos es una clara afirmación del principio de solidaridad.

La subsidiariedad significa “ayuda de arriba hacia abajo”. El concilio
vaticano II ha puesto especialmente de manifiesto la importancia
del principio en materia educativa y escolar y en la cooperación
económica internacional.

EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD
Solidaridad significa un reciproco estar unidos y obligados. Con ello
se rechazan los principios ordenadores de la sociedad tales como el
individualismo, que niega la naturaleza social del hombre y en la
sociedad no ve mas que una asociación finalista para equilibrar
mecánicamente los intereses particulares como el colectivismo que
priva al hombre de su dignidad personal y le degrada a mero objeto
de procesos sociales y sobre todo económicos.


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El principio de solidaridad no está en el punto medio de
individualismo y colectivismo, sino que representa una nueva
afirmación sobre la relación entre el hombre y la sociedad.

Por una parte este principio se basa en la reciproca unión
objetivamente dada (vínculos comunitarios) del individuo y de la
sociedad y por otra parte, significa la responsabilidad moral
resultante de una estructura ontológica (compromiso comunitario).
Es por tanto, simultáneamente un principio ontico y ético.

LA FAMILIA, PRIMERA SOCIEDAD NATURAL
El matrimonio es fundamento de la familia.

El fundamento esencial humano es el mismo en el varón y en la
mujer. Es funesto presentar la sexualidad como degradación del
hombre, como intentaron especulaciones enemigas del cuerpo y de
lo sexual, del culto mistérico de los orientales, del gnosticismo, del
neoplatonismo y sobre todo del maniqueísmo.

El rol actual es completamente egoísta, aparentemente se da uno
cuando realmente se busca a uno mismo. La experiencia en la
entrega sexual es para el hombre y para la mujer expresión
misteriosa anímica y corporal de su darse y entregarse en la
comunidad de amor que es el matrimonio. Por eso el cristiano no
ve en el sexo algo malo, sino una fuerza de enorme profundidad,
regalada por Dios e intrínsecamente referida al matrimonio.

Mientras que el animal no puede resistir el instinto sexual, sino que
impulsado por el tiene que servir a la procreación, al hombre le es
dado dominar y espiritualizar la energía sexual, y no solo por una
enfermiza represión, sino mediante una autentica sublimación. Es
decir le es dado vivir castamente.


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La desaparición de la responsabilidad moral y la difusión de los
anticonceptivos han hecho crecer notablemente el comercio sexual
prematrimonial y extramatrimonial convirtiéndola en una fugaz
experiencia.

El instinto sexual necesita disciplina sino ejerce una fuerza
destructiva sobre el hombre como en la mujer cuando se degenera
por motivos egoístas. Es funesto que muchos hoy llamen amor a la
lujuria actualmente ya no se dice “puesto que eres mi mujer, te
quiero”, sino “puesto que te quiero serás mi mujer”.

El amor se da desinteresadamente: El hombre no sale garante con
algo sino consigo mismo, no ama algo que el otro tenga sino ama al
otro tal como es.

El ágape tan importante en el matrimonio no persigue, como el
eros, la elevación vital del propio yo, sino la del tu. El ágape trata de
comprender al otro penetrando en sus sentimientos; lo acepta tal
como es –incluso en sus límites y debilidades- y no proyecta en el
imágenes ideales inconscientes, es una atención pura al ser del
otro, una penetración única al ser del otro.

El fin primario del matrimonio es la generación y educación de los
hijos. El matrimonio, como declara el Concilio Vaticano II, “no ha
sido instituido solamente para la procreación” también en los
matrimonios infecundos “sigue en pie el matrimonio como
intimidad y comunión total de vida”. Después d Dios a nadie se
debe estimar y amar más que al propio esposo, esto grafica la
estrechísima relación entre Cristo y su Iglesia.


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