Trabajar por la identidad cristiana no es hoy, en efecto, tarea fácil. Cada cual se identifica con lo que vive, sobre todo si tiene capacidad para reflexionar sobre ello.
Compromiso Socio-Político y Cultural, como cristiano (a)
1.
2. Constatamos que existe una profunda crisis de identidad del
cristiano como tal en relación a su presencia y actuación en
el área socio-política. Esto se expresa, sobre todo, en el
temor a manifestarse en lo que es, en lo que cree, lo que
piensa… No se llega a confrontar el programa y la praxis
política con la exigencias éticas de la fe.
La presencia de personas católicas, de auténtica formación
religiosa, en los partidos políticos y en importantes
funciones de gobierno ha sido muy común a la largo de
nuestra historia. También en la actualidad podemos ver a
gran número de personas con notable formación religiosa
ocupando puestos de responsabilidad en el Gobierno del
MAS (Movimiento Al Socialismo). Sin embargo, es una
presencia tan discreta que no se la llega a sentir. Alguien los
ha definido como “católicos vergonzantes”.
4. En estos días muchos cristianos se echan las manos
a la cabeza, preguntándose cómo es posible que
se den fenómenos como el del Código Da Vinci,
producto-ficción que acaba convenciendo de sus
mentiras a muchos lectores, también cristianos.
Es que no tienen formación, dicen unos. Otros
replican: Es la hora de un examen de conciencia,
entre los responsables de la formación de los
cristianos. De esto me gustaría tratar aquí, ya al
margen de la citada novela y película, que tomo
simplemente como un símbolo.
5. Trabajar por la identidad cristiana no es hoy, en
efecto, tarea fácil. Cada cual se identifica con
lo que vive, sobre todo si tiene capacidad para
reflexionar sobre ello. Esto parece importante
en el momento actual de transformación de
las culturas. Bajo la manta de la globalización
tecnológica, que debería facilitar el diálogo, se
ocultan las asechanzas de los
enfrentamientos.
6. “A menudo los cristianos nos
convertimos en el mayor
obstáculo para cuantos desean
acercarse a Cristo. A menudo
predicamos un Evangelio que
no cumplimos. Ésta es la
principal razón por la cual la
gente del mundo no cree”.
7. Dice el Papa que los
cristianos se preocupan
mucho por las
consecuencias sociales,
culturales y políticas de
su compromiso, pero
consideran la fe como
algo obvio que se da por
presupuesto, mientras
que este presupuesto no
sólo no aparece como
tal, sino que incluso con
frecuencia es negado.
8. Preocupados por la eficacia de
nuestros compromisos quizás
hemos olvidado que la
acción de los cristianos en el
mundo es sobre todo la
continuación de la obra del
mismo Cristo: evangelizar,
llevar la buena noticia de la
salvación a todos los
hombres, a todos los
pueblos.
9. Superada la contraposición fe y política, los
cristianos comprometidos advierten la necesidad
de una nueva legitimación de su quehacer
político que retorne a las mismas raíces del
mensaje cristiano, reasignando a la política
calidad y confianza. La política debe ser el
complemento y, en cierto sentido, la anticipación
del deber cristiano de la caridad. Construir la
sociedad resulta también un deber que nace de la
profesión de la fe y un medio para testimoniarla.
10. No tiene sentido auténtico si no
es vivida dentro de la lógica
de la Encarnación. Es una fe
llamada a hacerse historia en
un sentido concreto y
específico y, de este hacerse
historia, la acción política
será su dimensión
insustituible.
11. En la política debemos encontrarla en:
Su competencia
Preparación
Entrega generosa
Fuerte espiritualidad evangélica
Honestidad
coherencia más que en los criterios de fe.
Serán, éstas, las características que otorgarán dignidad y nobleza al
quehacer político de nuestros laicos comprometidos. No es
casualidad que la Iglesia venere, entre sus santos, a numerosos
hombres y mujeres que han servido a Dios a través de su generoso
compromiso en las actividades políticas y de gobierno. Entre ellos
recordamos a santo Tomás Moro, proclamado patrono de los
gobernantes y políticos. Supo, en efecto, testimoniar hasta el
martirio la “inalienable dignidad de la conciencia” (Juan Pablo II).
12. Para el cristiano, entonces, a la luz
de cuanto hemos venido
exponiendo, la política no es una
prohibición sino un deber. El
cristiano sabe que, en el
Evangelio, no encontrará un
código de moral política donde se
puedan conseguir soluciones
técnicas a los problemas, sino un
espíritu que le haga superar la
cómoda neutralidad y le impulse
a luchar por la justicia y a
rectificar conductas incorrectas.
13. Desde León XIII, ha sido un denominador común
en las enseñanzas de los Papas el recordar a
los cristianos sus deberes "públicos". La Iglesia
ha ido, además, descubriendo la
fundamentación filosófico evangélica de dicho
compromiso y transmitiéndola a lo largo de
las diversas encíclicas sociales.
14. Podemos afirmar que son los grandes valores morales en los que se apoya y sujetan el compromiso
socio-político de todo cristiano:
• La Verdad: en una triple relación: Relación a Dios, Relación al Hombre y Relación a la Sociedad.
• La Libertad: como Don de Dios al hombre, manifestación de la responsabilidad moral del hombre,
referida a la búsqueda de Dios, vinculada a la Verdad y al Bien, y en una doble perspectiva, interior
(personal) y exterior (social).
• La Unidad: Origen, Naturaleza, Fin inmediato en el mundo, Habitación, Fin sobrenatural, Medios
para alcanzar este fin, Relaciones con Jesucristo, Precepto de la Caridad.
• La Igualdad: Vinculada a los Derechos Humanos.
• La Justicia: Conmutativa, Distributiva, Legal y SOCIAL.
• "La justicia social, en la visión cristiana, constituye la base, la virtud clave y el valor fundamental de
la convivencia socio-política"( Juan Pablo II).
• La Caridad: especialmente en este campo, la "Caridad Política".
• Paz: como manifestación de la triple dimensión de la reconciliación: con Dios, con uno mismo, y con
los demás, y la paz como don escatológico y tarea humana.
15. La Democracia no es confundible ni identificable con
indiferencia.
Nunca el compromiso público debe llevar a un creyente a ocultar
o disimular su Fe.
Rechaza el miedo a la convivencia en libertad.
No debemos olvidar aquí, como criterios personales, los que
recordaba Juan Pablo II en Haití (III-1983): "Los cristianos
quieren ser hombres de esperanza, de amor y de acción
responsable'
16. "Católicos en la Vida Pública" encontramos las
dos vías:
• individual
• asociada.
Individual: exige la correcta actuación
profesional, la responsabilidad en el ejercicio
de la participación ciudadana, especialmente
en el "voto", y la consideración especial hacia
los más desfavorecidos.
Asociada: se invita a la creación de asociaciones
civiles de católicos que integren activamente el
tejido social.
17. • Obras de inspiración cristiana: aquellas que tienen
como base de su actuación la concepción cristiana del
hombre y de la sociedad.
• Obras confesionales: en CVP se reconoce este carácter
a las escuelas, hospitales y obras sociales promovidas
por diócesis, congregaciones religiosas o asociaciones
de laicos canónicamente constituidas .
• No se nos debe de olvidar los diversos planos a través
de los cuales se manifiesta esta presencia: familia,
profesión, politice, etc.
18. Juan Pablo II nos recuerda que el
hecho de que ninguna
realización humana se
identifique plenamente con el
Reino de Dios no podrá ser
nunca motivo ni excusa para
desentenderse de los hombres
en su situación personal
concreta y en su vida social,
nacional, internacional, en la
medida en que ésta -sobre
todo ahora condiciona a
aquélla.
19. El fin es por causa de su fidelidad al Evangelio que la Iglesia
debe comprometerse en las cuestiones socio – económicas
y políticas. La fe cristiana no es un hecho puramente
interior y privado; debe tener consecuencias sociales,
económicas, políticas y culturales.
Los que creen en el Evangelio deben tener el imperioso deber
de construir la ciudad terrena según el plan de Dios. Es
importante precisar aquí que el fin que se busca a través
del compromiso socioeconómico y político, en cualquier
nivel, no debe ser la consecución de privilegios egoístas o
de beneficios injustos, sino la consecución y la realización
del bien común para el desarrollo del hombre y la defensa
de la dignidad de la persona humana.