1. Análisis.
El divino Narciso (1692) de sor Juana Inés de la Cruz es una obra teatral en un
acto cuyo propósito es exponer un argumento religioso; en su época, a este tipo de
obras se les conocía como autos sacramentales. A partir de una loa introductoria
en donde se hace una analogía entre la antropofagia ritual prehispánica y la
eucaristía católica, se representa el misterio del sacrificio de Cristo, quien aparece
alegóricamente como Narciso, el personaje mitológico que se enamora de su
propio reflejo, la Naturaleza Humana. Por otro lado, el demonio está encarnado en
la ninfa Eco, acompañada por las entidades abstractas Soberbia y Amor Propio.
En el auto se presentan largos parlamentos de los personajes, se describe la
escena de autoenamoramiento de Narciso y de su muerte, equivalente a la
crucificción. Esta trama alegórica es un buen ejemplo de la estética barroca del
periodo, en la que el mundo se comprendía por medio de complejas metáforas
llenas de erudición clásica y bíblica.
Publicada en Sevilla dentro del Segundo volumen (1692), la obra está
inspirada en El divino Orfeo del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca.
Aunque El divino Narciso pueda resultar una obra difícil para el lector
contemporáneo (por su complejidad y tema), la belleza poética de sus versos hace
de esta obra una de las cumbres de la poesía de sor Juana y de la lengua
española.
Análisis 2.
En “El divino Narciso” se presenta al mundo precortesiano como enigmático y
misterioso, lleno de tradiciones en principio incomprensibles para los novohispanos de
la época. Sor Juana siente simpatía e incluso aprecio por ellos, pues, contrario a la
costumbre de la literatura colonial, no representa a los indígenas como seres irracionales
y salvajes.
La redención de la humanidad es el móvil más importante de la obra. El divino Narciso
es Dios mismo, que busca a la ovejuela descarriada a fin de llevarla a su rebaño y en el
camino encuentra a cada una de las naturalezas humanas. Ello entraña un intento por
mostrar la esencia del catolicismo de una manera simple, lo que consigue de una manera
magistral.
El pensamiento político del auto corresponde a un proyecto de integración política, más
que a un intento de evangelización. En algunas partes Sor Juana denuncia el maltrato
que los indígenas sufren a manos de los españoles, por lo que de cierta forma señala que
los fundadores de Nueva España fueron los frailes y no los conquistadores. Esta
representación de América es única en la literatura colonial hispanoamericana.
2. Muchos de sus pasajes, sobre todo las intervenciones del pastor, recuerdan la obra de
San Juan de la Cruz y del Fray Luis de León, dos de los más importantes escritores
místicos de la literatura española del Siglo XVI.
El título de este auto sacramental alude a "El divino Orfeo", de Pedro Calderón de la
Barca, quien es, muy probablemente, el escritor que más influenció la obra dramática de
Sor Juana Inés de la Cruz.
Para Sor Juana los autos sacramentales son el remedo diabólico de la Eucaristía
cristiana, preocupación que aparece ya en los primeros cronistas de la Conquista, en
quienes la monja pudo haber tenido su fuente. A la vez, muestra cómo la dulzura de la
Religión, caritativa dama española, contrasta ante la firmeza de su marido el Celo,
sospechosamente parecido a los conquistadores. El drama sorjuanesco de las querellas
maritales tiene su antecedente, otra vez, en Calderón de la Barca.
En esta obra se narra la leyenda de Narciso y cómo murió por haberse enamorado de sí
mismo al ver su reflejo, sin embargo la obra contiene muchos y muy interesantes
matices más allá de ser simplemente una adaptación de la leyenda. Lo más resaltante
parece ser la inmensa carga religiosa de la obra y la genialidad y talento con que ésta
autora mezcló la mitología y la religión, no sólo por la inclusión de los personajes
bíblicos, que además representan una pequeña parte de la obra, sino por la manera en
que logra que sintamos a Narciso como si de cierta manera se tratara de el Hijo de Dios
(Jesús Cristo).
Este sentimiento aparece desde el propio inicio de la obra, durante los cantos de la
Sinagoga y la Gentilidad, adorando la primera a Dios y la segunda a Narciso con la
particularidad de que cuando la Naturaleza Humana les pide unir sus cantos, el “Alabad
al Señor todos los hombres” y el “Aplaudid a Narciso fuentes y flores” se funden en un
solo discurso a una sola divinidad. Indudablemente no es ése el único lugar dónde
hallamos a Narciso como el Hijo de Dios, sino también cuando tras su muerte se le
vuelve a hallar y declara que subirá para estar junto a su padre, tal como lo hizo Jesús, y
destaca sobre todo las importantísimas declaraciones de Eco, quien le expresa que la
Naturaleza Humana siempre ha sido pecadora y que si él ha muerto por sus pecados y
ella continúa pecando ¿Bajaría entonces de nuevo para volver a morir?.
Es una muy buena reflexión sobre la religión y la manera como vemos a Dios. También
podemos apreciar esa relación con Jesús en el discurso en el que se habla de que pasará
cuarenta días caminando y Eco lo va a buscar para tentarlo porque ya debe tener
hambre, esto nos lleva casi inmediatamente a la caminata de Jesús por el desierto,
cuando el demonio le tentó durante cuarenta días. No puede negarse la diferencia
principal entre el Narciso mitológico y éste Narciso divino de la obra, quien cuando
declara “Que mi belleza sola / es digna de adorarse”.
...” no lo hace con vanidad y desdén, sino con verdad rigurosa como Cristo, hombre y
Dios que es. La mitología no deja de jugar un papel importante a lo largo de la obra, y
por ello, cuando se está describiendo a Narciso se incluye sutilmente la leyenda de
Jacinto, joven con quien Apolo jugaba en los campos de Esparta y al que un día hirió de
muerte con el disco, por esto y con profundo dolor, Apolo lo transformó en una flor con
forma de lirio pero de color púrpura, y grabó sus gemidos en sus pétalos que dicen
3. “¡ay!, ¡ay!. Jacinto está también atado en leyenda a Áyax. Lo cierto es que Sor Juana
Inés enlaza el nombre Jacinto tanto con la flor, como con la fábula mitológica.
En toda la trayectoria del personaje de Narciso, resalta la frase en la que se declara “he
de estar en un ser” (escena XII). Dicha frase tiene dos sentidos uno familiar y otro
teológico, es decir, que no dejará de amar a la Naturaleza Humana y al mismo tiempo
está unida a ella como si fueran una sola persona. Destaca mucho también como en esa
misma escena, con la utilización de la frase “la dicha mayor de la humanidad” se refiera
la autora a la muerte de Cristo, no por deleite en su sufrimiento, sino porque gracias a
ello la humanidad ha sido redimida de sus pecados.
Personajes
En éste trabajo merece nuestra atención particular uno de los autos sacramentales: “El
Divino Narciso” del cual se ha hecho mención anteriormente (sobre todo a su loa). Ésta
obra cuenta con personajes alegóricos, mitológicos y una pequeña participación de
personajes bíblicos:
Personajes alegóricos: Sinagoga, Gentilidad, Naturaleza Humana (protagonista),
Eco (antagonista), Soberbia, Amor Propio y Gracia.
Personaje mitológico (protagonista): Narciso: bellísimo hijo de la ninfa Liríope
y del río Cefiso; personificación mitológica de la hermosura del adolescente.
Personajes Bíblicos: Abel, Enoc, Abraham y Ángel, Moisés.
Criterios
De igual manera la Naturaleza Humana juega un papel “triple” en ésta obra. En algunos
puntos se le percibe como la madre de Narciso, sobre todo por la manera en que Eco la
describe destacando que poseen una semejanza y que por eso ella debe evitar que él la
vea, porque se sentiría identificado. En otras ocasiones se le siente como la enamorada
de Narciso, que lo busca y lo ansía como pareja, con fines de encontrarlo la Gracia la
ayuda a esconderse en un lugar donde sabe que Narciso podrá verla (sobre un árbol que
se refleja en el río) y finalmente se le percibe como hija de Narciso, a quien él redime y
protege y ama con un amor fraternal muy intenso (como se supondría que es el amor de
Dios) y a quién no juzga, sino que trata como a su ovejuela perdida, llevándonos a la
imagen bíblica de que loshumanos erramos como ovejas, y que Jesús es el buen pastor,
quien vino a buscar desde el cielo a su “ovejuela” (Naturaleza Humana).
Eco, por su parte, es representada como una hermosa mujer acompañada siempre por la
Soberbia y el Amor Propio, lo que la lleva a querer ser la esposa de Narciso y siendo
rechazada por éste busca venganza, lo que incluye el deseo de la muerte de Narciso. Sin
embargo cuando sus planes se ven frustrados se ahoga de dolor y está a punto de
suicidarse, pero su Soberbia y Amor Propio no se lo permiten buscando consolarle de
alguna manera. Finalmente termina por ser el “eco” de las palabras de lamento de
Narciso y en ese momento establecen una conexión que nos hace pensar en la
posibilidad del perdón y la redención de aquellos que en algún momento nos han
ofendido. Claro que ésta conexión es sólo momentánea porque luego ella debe poner en
tela de juicio el amor de Narciso por la Naturaleza Humana, además es innegable la
intención de poner este personaje como antagonista, siendo que nos da suficientes datos
4. para relacionarlo con la figura opuesta a Dios, es decir, el demonio, teniendo todos en
cuenta que este personaje era el ángel más querido por Dios, pero que por sus malos
sentimientos fue desterrado del Paraíso, de la misma manera en que Narciso rechazó a
Eco.
Sor Juana explica incluso un poco de lo que es esta naturaleza de Eco en su obra,
dejándonos ver que los demonios, en naturaleza, son ángeles o espíritus puros,
hermosos, dotados de ciencia y poder y que estaban destinados tras una prueba a la
visión beatífica de Dios, sin embargo, los que fueron rebeldes fueron condenados a pena
eterna (citando la Biblia y a otro gran autor: Santo Tomás), inclusive justifica la ira de
Eco contra la Naturaleza Humana, denotando que le tienen envidia de que vaya a ocupar
el sitial celeste que ella perdió. Es notable que sea Eco la encargada de explicar el
carácter sobrenatural del eclipse que se describe en la obra, resumiendo la explicación
astrológica y descartándola como posibilidad para lo que allí ocurrió. Conocemos que
cuando Cristo fue crucificado el Sol se obscureció fuera del orden natural, y es ésa la
relación que vemos aquí con éste eclipse al momento de la muerte de nuestro Divino
Narciso.
Los personajes bíblicos que se usan en ésta obra, aunque breves, denotan un interés de
dar a conocer lo que esos personajes hicieron por su fe y su bondad, como a modo de
dar una lección, y se citan las diferentes situaciones pasadas por cada uno de ellos,
como Abel, quien ofreció mejor sacrificio a Dios que Caín. Pero de éstos personajes el
más resaltante es Enoc, ya que da la impresión de representar a dos Enoc bíblicos: el
primogénito de Caín y el padre de Matusalén, cuando en realidad se da referencia a
Enós, el hijo de Set.
Conocimiento y feminismo
No cabe duda de que es una obra escrita por una mujer profundamente religiosa, que
además demuestra su conocimiento de la Biblia y de la literatura en general al poner y
mezclar frases tales como salmos y pasajes bíblicos así como la inclusión de la fusión
de dos mitos (el de Narciso y el de Orfeo) para enriquecer uno con el otro. De igual
manera existen ciertos esbozos de autobiografía en esta obra, como por ejemplo el
hecho de que Sor Juana Inés incluya en ella la respuesta a una carta recibida por Sor
Filotea (que en otra oportunidad se descubriría que la verdadera identidad de Sor Filotea
era la del obispo Fernández de Santa Cruz quién reprendía a Sor Juana Inés de la Cruz
por sus intereses literarios considerándolos profanos), aunque es conocido que más
adelante en su vida Sor Juana Inés escribe una respuesta directa a ésta carta llamada
“Respuesta a sor Filotea” donde hace una excelente defensa por el derecho femenino a
expresarse libremente.
Análisis de algunas escenas
Algunos de los ejemplos de la inclusión de pasajes bíblicos son los siguientes:
Escena I: alabad al Señor todos los hombres. (principio del Salmo 116)
Escena IV: pero perdónalos o bórrame de tu libro. (Éxodo, XXXII, 32). En éste
caso ha sucedido, que algunos, obviando que es un texto bíblico el que ella cita,
han querido atribuirle a Sor Juana un “desliz teológico”.
5. Escena VI: buscadme y me hallaréis. (Jeremías, XXIX, 12-3).
Es impresionante que ésta obra posea matices incluso en lo que respecta a su métrica, ya
que podemos apreciar que en un romance octosílabo, se encuentran intercalados
irregularmente algunas cuartetas de hexasílabos. Por ejemplo en la escena III:
que haces que de mí me olvide,
por hacer que a mí me quiera
(porque el Amor Propio
es de tal manera,
que insensato olvida
lo mismo que acuerda);
pues eres en quien empiezan,
y tú eres en quien acaban...
Sin embargo, en los textos antiguos, en lugar de representarse así como cuartetas de
hexasílabos se representaban como parejas de dodecasílabos.
De la misma manera podemos observar liras de seis versos, como el de la escena VI,
que consta de cuatro de 11 y dos de 7 con el esquema de rimas A-B-a-B-C-C, y que
resulta ser uno de los más celebrados pasajes líricos de este auto. En ésta obra también
se observa una glosa del “Cantar de los Cantares”, es decir, que se le encuentra
expresado en palabras más comprensibles. Más adelante, en la escena VII, se observa
otra combinación métrica: un romance de 7 “endechas” divididas a cada cuarteta por un
estribillo de dos versos de 5 y 11, pareados con la misma asonancia de las coplas.
Resulta sorprendente que se hayan podido combinar el romance anteriormente indicado
con Liras de 2 heptasílabos, un tetrasílabo y otros dos heptasílabos y un endecasílabo
(rimando “a b b a c C”, y además con un doble artificio simétrico: el tetrasílabo,
compuesto de bisílabo repetido; y el endecasílabo, cuatrimembre) en la misma escena
(VII). Posteriormente en la escena VIII, se observa que la canción está escrita en Liras
de cuatro versos de 7 y uno de 11, con rima de “a b b a A”. Cabe destacar que en éste
punto existe una hermosa paráfrasis bíblica del último Cántico de Moisés, en el
Deuteronomio.
En la escena XI se observan coplas de tres octosílabos, seguidos cada uno por un
versillo menor, a modo de ecos que luego se recogen formando el verso final de una
redondilla de hexasílabos con el esquema de consonancias: Aa, Bb, Cc, CDC. En la
escena siguiente, en una nueva serie de coplas de ecos, la cuarteta final de cada una ya
no es de hexasílabos, sino también de octosílabos. En ésta escena doce se observa un
soneto sumamente emotivo, profundamente teológico, en el que Cristo habla de su
muerte en la Cruz. Cristo dijo: “Nadie me quita la vida; sino que yo la entrego” y
expiró. Hace referencia esta escena también a la frase “Dios mío ¿Por qué me has
abandonado?”, que también fue dicha por Jesús estando en la Cruz. Finalmente, en la
escena XVI observamos un romance en “í-o” que recopila toda la historia del amor del
Cristo a la Humanidad. Algunos autores lo han considerado como una de las más
primorosas “relaciones” del íntegro teatro hispano, y una de las mayores cúspides líricas
y teológicas de toda la poesía de Sor Juana.
Otra de las cosas importantes que se observan en ésta obra es la inclusión de muchos
pasajes de obras de Calderón de la Barca. Éste detalle ha sido mencionado
6. anteriormente, pero en ésta ocasión he de puntualizar algunos de los lugares donde se
manifiesta ésta inclusión.
La escena VII, por ejemplo contiene la frase “Los brazos me da”, que es una corrección
de “los brazos dáme”; en el Siglo XVII era normal la anteposición del pronombre
complementario en el imperativo, lo cual se certifica en “La Humildad Coronada” de
Calderón. También en la escena VIII podemos hallar relación, en el momento en que la
frase “la medula escogida...” aparece puede pensarse que aún cuando más adelante fue
comprendida como “médula”, Sor Juana intentaba seguir la forma grave del latín
“medulla” (meollo), tal como Calderón lo hiciera en “La cena del rey Baltasar”.
Continuando con las comparaciones, la escena XVI también merece mención. En ella
Sor Juana representa la Eucaristía tal como Calderón, en sus autos La vida es sueño (al
utilizar la frase “Sin igual fineza”) y La devoción de la misa (dónde Calderón decía: “en
quién como espejo roto, se había quedado el sol...” Y Sor Juana utiliza la imagen de los
espejos en su obra).
De igual manera, en la misma escena XVI observamos la frase “Altares de vidrio”, que
fue utilizada por Calderón en su loa para “La semilla y la cizaña”, llamando al cielo
“esos campos de vidrio”. Respecto de los paisajes utilizados por Sor Juana Inés de la
Cruz para el desarrollo de la obra, debo decir que no fue un rasgo demasiado llamativo,
hasta el momento en que menciona la fuente de agua hacia la cual la Gracia dirige a la
Naturaleza Humana. En un principio pensé que podía tratarse de una imagen que nos
llevase al sacramento del bautismo, siendo que la Naturaleza Humana sería bautizada
para el perdón de el pecado original, sin embargo, al notar que en ningún momento la
Naturaleza Humana hace contacto con la fuente y al prestar más atención a la
descripción del lugar, podría decirse que se refiere a la pureza de la Virgen María al
momento de concebir a Cristo. Por eso es que esa fuente no puede ser envenenada,
porque representa la santidad de la madre de dios. Esto se refleja en la primera parte de
la escena IX, cuando Narciso dice: “Llego, mas ¿Qué es lo que miro?...”, en este
momento está mirando su imagen perfectamente reflejada en la fuente: la Inmaculada
Virgen María (semejanza antes mencionada), a quien la gracia añadió la máxima
proximidad a la naturaleza divina.
Considero que la situación CLIMAX de ésta obra es el momento en que Narciso muere
(Cristo muere), por la inmensa carga de emotividad que posee, porque más allá de morir
por haberse enamorado de sí mismo, muere por amor a todos nosotros; es impresionante
como Sor Juana explica el milagro de la resurrección y la lección que con eso Jesús nos
ha dado. Es importante la manera como la autora se detiene a explicar la importancia de
la Eucaristía, la manera como expresa lo que es el pan y el vino como cuerpo y sangre
del Hijo de Dios, la manera en que Narciso habla a la Naturaleza Humana, enseñándole
que sus pecados han sido perdonados y que como humana que es, Cristo siempre estará
dispuesto a perdonarla nuevamente porque sabe que aunque caiga, se volverá a levantar.
La décima musa mexicana
Sor Juana Inés de la Cruz ha debido ser necesariamente una mujer muy culta y
conocedora, con muy buenos hábitos de lectura y una muy buena retentiva, porque aún
me es difícil expresar la sorpresa que me invade respecto a la sencillez con la que
fusiona todo un mar de recursos en una obra que tras una simple primera ojeada puede
parecer tan simple de comprender. Hay cosas que no se comprenden sencillamente
7. leyendo la obra, Sor Juana nos insta a leer entre líneas o tal vez no lo haga adrede, sino
que nos lleva a eso a través de la manera de expresarse. No es sólo la fusión de
mitología y religión, sino también la libertad para utilizar la métrica, para fusionar
personalidades en los personajes, para incluir sus propias influencias, para trasladarnos
a una lección tan comprendida antes como ahora, porque aún cuando es complicada en
su construcción, es fácil en su lectura y da permiso a la interpretación.
El auto sacramental a “El Divino Narciso” es una obra llena de genialidad, poesía,
desarrollo y considero que aún cuando es un tema religioso (lo cual es lógico por la
condición de monja de Sor Juana), tiene mucho que enseñar al público de toda
Latinoamérica. No conozco el legado de Sor Juana Inés de la Cruz en general, pero si
todo lo demás tiene parecido en genialidad (no necesariamente en contenido) con ésta
obra no hay preguntas ni dudas de porqué el pueblo mexicano siente tal orgullo de su
escritora y se honran en llamarla “La décima musa mexicana” ni mucho menos de
porqué en la Universidad Autónoma de México se ocupan de difundir su obra y de
investigar su vida, historia y los enigmas que la rodearon.
Datos de la autora
Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana Inés de la Cruz nació en Nepantla, México. Religiosa y poetisa mexicana del
Siglo XVII, fue la principal figura de las letras en Hispanoamérica durante ese siglo. Su
obra va de lo religioso a lo profano, Los principales territorios de su literatura
comprenden la prosa polémica filosófica, la lírica (sobre todo amorosa) y el drama. Su
producción literaria abarca diversos estilos y así desde 1680 a 1688, atraviesa una época
de gran producción literaria, en la que abundan admirables sonetos, endechas, glosas,
quintillas, décimas, redondillas, ovillejos amorosos, religiosos, filosóficos y satíricos,
numerosos romances, composiciones en las que destaca su gran variedad de metros y
estrofas. Muere durante una epidemia de Peste. No había alcanzado aún los cuarenta y
cuatro años.