1. Dime, ¿cómo evalúas y te diré qué clase de maestro eres?
Aprender implica, básicamente, superar obstáculos y errores. Las estrategias y
métodos de evaluación aplicados en los procesos de enseñanza y aprendizaje
tienen una extraordinaria repercusión en los resultados de dichos procesos.
Por lo que enseñar, aprender y evaluar son tres procesos que no se pueden
separar, la tarea más importante del docente es acompañar el aprendizaje del
estudiante. La enseñanza debe ser vista como el resultado de una relación
personal del docente con el estudiante.
Por lo anterior podemos afirmar que, si queremos que los estudiantes obtengan
éxito en sus aprendizajes, se debe tener en cuenta lo siguiente: Es necesario que
se dé un buen proceso de coevaluación y autoevaluación; es decir, sin evaluación
de las necesidades del alumnado, no habrá tarea efectiva del profesorado. Y sin
autoevaluación del significado que tienen los nuevos datos, las nuevas
informaciones, las distintas maneras de entender o de hacer, no habrá progreso.
Por otro lado, la finalidad principal de la evaluación es la regulación tanto de la
enseñanza como del aprendizaje, en donde se pueden identificar tres momentos-
claves del proceso de enseñanza en los que la evaluación formativa tiene
características y finalidades específicas: 1. La evaluación inicial. 2. La evaluación
mientras se está aprendiendo. 3. La evaluación final.
Es importante revisar las formas de compartir con los alumnos la información
recogida al evaluar. Las notas numéricas no dan información útil para regular
aprendizajes, ya que dos números similares pueden ser indicadores de problemas
muy distintos. Y evaluar sin compartir significados no tiene sentido, es una pérdida
de tiempo para el que enseña y para el que aprende. Los jóvenes aprenden
reconstruyendo los conocimientos de los adultos, no repitiéndolos.
En la escuela debe cambiar el estatus del error, éste es un indicador de los
obstáculos con los que se enfrenta el pensamiento del alumno al resolver las
2. cuestiones académicas y el reto del profesorado es comprender sus causas para
que sea posible que los corrija.
El error es un buen indicador de los procesos intelectuales con los que el alumno
afronta la realización de una actividad. Cuando se percibe su vertiente positiva en
el aprendizaje, se convierte en algo creativo en vez de destructivo. De la misma
forma, penalizar los errores sólo conduce al desánimo de los que aprenden (y
también del docente). Para que los alumnos pierdan el miedo a expresarlos deben
producirse cambios muy importantes en la gestión del aula y en la finalidad que se
otorga a la evaluación. Conviene tener en cuenta que sólo quien ha cometido los
errores puede corregirlos, por lo que la función del docente es proponer acciones
que ayuden a los alumnos a autorregularse.
Cabe resaltar que la evaluación formadora postula que para que los estudiantes
desarrollen su capacidad de autorregularse es necesario que lleguen a apropiarse
de los objetivos y de los criterios de evaluación del profesorado, y a tener un buen
dominio de las capacidades de anticipación y planificación de la acción, lo que
implica incorporar estos aspectos como objetivos prioritarios de aprendizaje.
Es necesario tener en cuenta que, todo docente debe implementar en el aula el
trabajo cooperativo, teniendo en cuenta que, si el conocimiento se construye a
partir del intercambio, la discusión y la reelaboración en equipo, no tiene sentido
un trabajo competitivo.
Por otro lado, no se debe evaluar conocimientos aislados, como se hace en la
mayoría de los exámenes tradicionales, tienen poco interés por que se olvidan
rápidamente y no demuestran que se haya aprendido algo de forma que sea útil
para actuar. En cambio, evaluar competencias comporta comprobar si se saben
aplicar saberes bien diversos para interpretar y tomar decisiones con relación a
situaciones contextualizadas, distintas de las trabajadas en clase porque no
valdría plantear los mismos ejemplos o problemas que los utilizados para
aprender; y complejas, que requieren combinar distintas variables y puntos de
vista.
3. Además, una evaluación de los resultados sólo tiene sentido proponerla cuando
hay probabilidades de que el alumno evaluado tenga éxito. El reto de todo docente
es conseguir que la mayoría de sus alumnos obtenga buenos resultados, y esto
pasa por preservar su autoestima. Sin embargo, al igual que más exámenes no
garantizan un buen aprendizaje, negarlos tampoco ayuda a aprender. Las
personas necesitamos ponernos a prueba, demostrarnos si somos competentes
en algunos aspectos; por lo que, los docentes deben realizar el proceso de
retroalimentación con los estudiantes y así ellos puedan superar las dificultades
que se le presentaron.
Para evaluar se puede utilizar una gran diversidad de actividades, instrumentos y
técnicas, pero muchas veces los instrumentos se convierten en protagonistas,
cuando de hecho son sólo medios para alcanzar distintas finalidades, eso sí,
medios que pueden facilitar la tarea. No podemos pasar por alto el instrumento de
evaluación, que es también un instrumento de aprendizaje. Por tanto, no sólo sirve
para identificar qué se sabe, sino, sobre todo, para reflexionar sobre el
conocimiento que se tiene y tomar decisiones de cambio si son necesarias.
Estos son medios para evaluar y, cuando su finalidad es formativa, para aprender.
Conviene recordar que los resultados de un aprendizaje dependen no tanto de si
el instrumento de evaluación calificadora esté bien diseñado, como de si se ha
aprendido bien.
Las pruebas externas juegan un papel fundamental cuando pueden ser utilizadas
para mejorar, pero depende fundamentalmente de si los profesores pueden llegar
a comprobar que quienes promueven estas evaluaciones colaboran con ellos en la
resolución de los problemas de la práctica educativa, y les proporcionan ayudas
que favorezcan su autonomía. Si sólo las perciben como medio de control, de
penalización en caso de malos resultados y de sistema de selección, la evaluación
provocará efectos contrarios a los aparentemente buscados.
En síntesis, la evaluación es la actividad que más impulsa el cambio, ya que
posibilita la toma de conciencia de unos hechos y el análisis de sus posibles
causas y soluciones. Podemos afirmar que enseñar, aprender y evaluar es un
4. arte que poseemos los docentes comprometidos en el proceso de enseñanza-
aprendizaje de los estudiantes, teniendo en cuenta el currículo y el contexto donde
nos desenvolvemos y siendo capaces de desarrollar en ellos competencias que
les servirán a enfrentarse a su diario vivir.
Por último, los invitamos a reflexionar sobre lo siguiente:
Siempre nos deberíamos preguntar si quien fracasa es el alumno o el
método aplicado para ayudarlo a aprender.
Elaborado por:
Alicia Mora Velásquez
Asleit Alcocer Polo
Referencias:
SANMARTÍ, N. 10 ideas clave Evaluar para aprender. 1.' edición: enero 2007. Editorial GRAÓ, de
IRIF, SLC / Francesc Tárrega, 32-34, 08027 Barcelona
https://www.ugr.es/~recfpro/rev41ART2.pdf
https://protecciondatos-lopd.com/empresas/curriculum-oculto/