1. REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE LA FRONTERA IUFRONT
SAN CRISTOBAL ESTADO TÁCHIRA
INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA
(Ensayo)
Autor:
Zulma Sánchez
CI.21.341.668
San Cristóbal, Agosto de 2015
2. En estos días es fácil equivocarse. La turbulencia geopolítica, las crisis
económicas y las convulsiones sociales se suceden a tal velocidad que no da
tiempo de pensar con calma y calibrar bien lo que está sucediendo en el
mundo. En este ambiente tan revuelto, algunas ideas han arraigado tanto
entre expertos como en la opinión pública internacional. A pesar de su
popularidad, varias de ellas están equivocadas. Por ejemplo, estas tres:
1. Vladímir Putin es el líder más poderoso del mundo.
Por ahora. ¿Pero cuán duradero es el enorme poder que hoy
concentra? No mucho. La economía rusa, que no iba bien desde antes del
conflicto con Ucrania, se ha debilitado aún más debido a las severas
sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa. El valor del rublo ha
caído a su mínimo histórico, la fuga de capitales es enorme (74.000 millones
de dólares tan solo en el primer semestre), la inversión se ha detenido y la
actividad económica se contrajo. El Kremlin ha debido echar mano de los
fondos de pensiones para mantener a flote grandes empresas cuyas
finanzas han colapsado al perder acceso a los mercados financieros
internacionales.
La producción de petróleo ha disminuido y las nuevas inversiones de
las que depende la producción futura se han parado. Por otro lado, el
machismo bélico de Putin le ha dado nueva vida y mayor protagonismo a una
organización que él detesta y que estaba en vías de extinción: la OTAN. Y
esta semana se confirmó el fracaso de Putin en detener el acercamiento de
Ucrania a la Unión Europea, después de que el Parlamento de Kiev y la
Eurocámara ratificaran un acuerdo de asociación. Putin seguirá siendo un
líder importante y sus actuaciones tendrán consecuencias mundiales.
Después de todo, preside autocráticamente uno de los países más grandes
del mundo y su nacionalismo lo ha hecho muy popular entre los rusos. Pero
su estrategia económica, sus relaciones internacionales y su política
doméstica son insostenibles.
3. 2. Obama fracasó.
La popularidad de Obama es la mitad de la de Putin. La renuencia del
presidente norteamericano a intervenir militarmente, de manera mucho más
agresiva, en Siria, Ucrania o contra el Estado Islámico le ha valido severas
críticas. Su fracaso a la hora de lograr el apoyo del Congreso para aprobar
leyes indispensables ha expandido la idea de que Obama es un novato que
no sabe manejar el poder o que EE UU ya no es una superpotencia, o no
sabe actuar como tal. Esta afirmación se debe a que se tiende a
sobreestimar el poder de EE UU. Y a la creencia de que basta con que la
Casa Blanca decida intervenir para que los problemas se arreglen o se
mitiguen. Esto nunca fue cierto, aunque antes el presidente norteamericano
gozaba de un mayor grado de libertad que ahora.
Pero el mundo ha cambiado, y el poder ya no es lo que era. Incluso el
presidente de EE UU tiene menos poder que el que tenían sus predecesores.
Desde esta perspectiva, Obama se ha manejado mucho mejor de lo que le
conceden quienes creen que su cargo confiere poderes casi sobrehumanos
Esta tendencia, sostiene, irá en aumento.
3. China es la próxima superpotencia del planeta.
Es inevitable que dentro de unos años China tenga la economía más
grande del mundo. Sus fuerzas armadas también están creciendo
rápidamente, así como su protagonismo internacional. Su influencia en
África, América Latina y sus vecinos asiáticos es indudable. La capacidad del
Gobierno chino para construir grandes infraestructuras es también
incuestionable y su éxito económico y social es fenomenal. Esto hace que
muchos supongan que China será la nueva potencia hegemónica del siglo
XXI. Yo no lo creo. Sabemos que existen dos Chinas: una industrializada,
moderna, la de los rascacielos, la globalización y gran dinamismo económico.
Pero también sabemos que hay una China muy pobre y con enormes
necesidades insatisfechas de vivienda, salud, educación, agua, electricidad,
4. etc. El ingreso del 48% de la población que vive en esta China más pobre y
rural es un tercio de lo que ganan sus compatriotas en las ciudades.
Sorprende, además, que, a pesar de sus éxitos, el Gobierno muestre gran
inseguridad. Gasta más en seguridad interna que en defensa externa, por
ejemplo. Un tercio del territorio chino, Tíbet y Xinjiang, vive en una crónica
ebullición política a la que Pekín responde con fuerte represión y permanente
intervención militar. Y los esfuerzos gubernamentales por controlar la
información, censurar Internet y limitar el intercambio de ideas son
legendarios.
Este ambiente inhibe la innovación, ingrediente indispensable para
que un país tenga éxito. Es obvio que China tendrá cada vez más peso en la
economía y la política del mundo. Pero no será la potencia dominante.
EL FIN DEL PODER
El poder está cambiando de manos: de grandes ejércitos disciplinados
a caóticas bandas de insurgentes; de gigantescas corporaciones a agiles
emprendedores; de los palacios presidenciales a las plazas públicas. Pero
también está cambiando en sí mismo: cada vez es más difícil de ejercer y
más fácil de perder. El resultado, como afirmaMoises Naim, es que los
líderes actuales tienen menos poder que sus antecesores, y que el potencial
para que ocurran cambios repentinos y radicales sea mayor que nunca. En
El fin del poder, Naim describe la lucha entre los grandes actores antes
dominantes y los nuevos micropoderes que ahora les desafían en todos los
ámbitos de la actividad humana.
La energía iconoclasta de los micropoderes puede derrocar
dictadores, acabar con los monopolios y abrir nuevas e increíbles
oportunidades, pero también puede conducir al caos y la parálisis. A partir de
estudios nuevos y provocadores y de su experiencia en asuntos
internacionales, Naim explica como el fin del poder está remodelando el
5. mundo en que vivimos. En este punto debemos hablar de un secreto un poco
oscuro de la política mundial: muchos comentaristas de política internacional
no saben mucho de economía o de política económica. Los profesionales de
las relaciones internacionales a menudo hablan de la “alta política” y de la
“baja política” y frecuentemente relegan los asuntos económicos a la última
categoría.
Esta ignorancia importa cuando comentaristas políticos tratan de
escribir sobre economía global. Naturalmente se guiarán por los datos más
accesibles. Hay que aceptar que algunos de los datos más obvios sugieren
en efecto una fragmentación del orden económico global. La extraordinaria
resistencia del sistema observada desde 2008 significa que puede aguantar
una siguiente crisis? En teoría sí. Muchas de las reformas posteriores a 2008
han sido diseñadas para incluir amortiguadores de choque a sacudidas en la
economía mundial. No obstante, en las relaciones internacionales, las
concepciones erróneas colectivas pueden crear su propia realidad. Si los
analistas siguen diciendo que el sistema falló, los expertos dedicarán tiempo
y esfuerzo en tratar de concebir una forma de corregir algo que no está
fallando.
Además, es realmente difícil corregir estas ideas equívocas una vez
que se afianzan –sobre todo si el asunto no es parte de los conocimientos
especializados del analista. Irónicamente, la única manera de frenar el
funcionamiento del sistema es la poca confianza de sus principales
partidarios. “Es un hecho que está en plena mudanza: de EE UU o Europa a
Asia, de los palacios presidenciales a las plazas públicas, del
anquilosamiento de las grandes compañías a la frescura de las startups.
Estas mudanzas son muy importantes, pero no basta con consignar esos
movimientos de A a B. Es importante tener en cuenta que el poder que le
llega a B es menor que el que tenía A”.
El director durante 14 años de la influyente revista Foreign Policy
admitió lo “intimidante” de su tarea (también se escuchó el adjetivo
6. “polémico”). No tanto por la sombra de la caudalosa literatura precedente
sobre el tema como porque el ensayo, que cuando apareció en inglés
mereció comentarios elogiosos hasta de Bill Clinton (“cambiará tu manera de
leer las noticias, tu manera de pensar en política y tu manera de mirar el
mundo”), defiende “tesis que van en contra de la narrativa dominante”. “Sé
que afirmar que el poder se está volviendo más frágil y vulnerable contradice
la percepción más extendida de que vivimos en una época en la que el poder
está cada vez más concentrado y de que quienes lo poseen son más fuertes
y están más afianzados que nunca”.
Admite Naím en el libro, antes de lanzarse a una estimulante
refutación, de la que ayer ofreció un resumen por temas: de la fuerza militar,
un Gulliver al que le crecen enanos como los drones (el recurso al héroe de
Swift también salió a relucir anoche) a la política y su imparable
descentralización, el mundo empresarial o las religiones, donde se dan
fenómenos inéditos como la sangría de fieles a la que asiste el catolicismo
en América Latina en favor de nuevos cultos, con su dinamismo “.
Observando dichos escenarios, sus conclusiones podrían resumirse de la
siguiente manera: urge cambiar nuestra forma de pensar el poder para poder
enfrentar una oleada de innovaciones que empezará desde abajo, será
caótica y lenta pero inevitable.