TRIFOLIO DIA DE LA TIERRA.pdf Perdida libertad y educación social. • Pérdida ...
Colegio intiyan
1. COLEGIO INTIYAN
NOMBRE: MATEO COBOS
Crónicas de la guerra de Atahualpa y Huáscar
La guerra civil entre Huáscar y Atahualpa marca la decadencia del Imperio de los
Incas. Al término de esto el monarca triunfante, Atahualpa, no disfrutaría mucho de
su victoria pues ya los españoles pisaban territorios del Tahuantinsuyo y
posteriormente, llevarían a efecto el apresamiento del soberano iniciando con ello la
conquista y dominación española en nuestro suelo.
La sucesión del trono
El legítimo heredero, designado por Huayna Cápac, era su hijo el príncipe Ninan
Kuyuchi, quien murió casi al mismo tiempo que su padre, víctima de una extraña
peste que asoló la región ecuatoriana (probablemente fue la viruela traída por los
españoles y que se propagó desde Panamá). Pero como aún en vida, Huayna
Cápac había designado a Huáscar como segundo sucesor al trono imperial,
entonces éste ciño la Mascapaicha que lo acreditaba como gobernante del
Tahuantinsuyo al que, también, aspiraba su hermano bastardo Atahualpa, que
habiendo nacido en el Cusco había sido asimilado a la nueva nobleza de Quito y
que, de esta forma, veía Postergadas sus ambiciones.
La guerra civil
Encolerizado, a su vez, Huáscar y porque su hermano no había acompañado los
restos de su padre, de Quito al Cusco, y porque tampoco había acudido a rendirle
homenaje de sumisión y pleitesía, castigó con la muerte a la embajada Que
Atahualpa le habia enviado para presentarle sus excusas por su inasistencia al
Cusco. Pensó de esta manera Huáscar, hacer sentir su autoridad. No lo consiguió ya
que esta actitud del gobernante cusqueño, provocó la sublevación de Atahualpa,
desencadenándose la guerra civil.
En el curso de los acontecimientos, Huáscar consiguió éxitos iniciales. El
general Atoc, enviado por él, logro derrotar a las huestes de Atahualpa en la batalla
de Tumi-pampa. Atahualpa fue hecho prisionero pero logró fugarse. Reorganizó su
ejército y emprendió la ofensiva, avanzando hacia el sur y contando con la
colaboración de antiguos generales de su padre como Quisquis, Chalcuchímac y
Rumiñahui.
Cerca al Cusco derrotaron al ejército de Huáscar en la batalla de Quipay-pampa.
El ejército triunfante de Atahualpa se volcó sobre la Ciudad Imperial, la que fue
saqueada y destruida completamente. Huáscar fue hecho prisionero y obligado a
presenciar esta destrucción. Se buscaba no dejar vestigios de lo que había sido la
ciudad del Cusco, así como de su arrogante nobleza imperial.
2. En esta forma se precipitaba la ruina del Tahuantinsuyo. El poderío imperial estaba
debilitado. Atahualpa, luego de la victoria de sus generales, retornó hacia el norte,
deteniéndose en Cajamarca. En estas circunstancias hacían su aparición los
españoles en las costas de Tumbes. Más tarde, Atahualpa fue hecho prisionero por
los invasores españoles y, desde allí, mandaría matar a su hermano Huáscar que aún
se encontraba en prisión. A su vez, él fue ajusticiado el 26 de julio de 1533.
Jacinto Collahuazo
Jacinto Collahuazo fue un cacique otavaleño, con educación formal, que fue hecho
prisionero por haber escrito un libro en quichua, relacionado con la guerra
entre Huáscar y Atahualpa. Su obra fue quemada en público, por el Corregidor de Ibarra, y fue
condenado a la cárcel, donde pasó sus últimos días. Es considerado como el primer cronista
indígena ecuatoriano.
Nació en Otavalo en 1665.1 (Acerca de su nacimiento hay algunas versiones. En la actualidad,
la versión más cercana a la realidad parece ser la prueba presentada por el investigador
Jaramillo, Víctor Alejandro (ver cita debajo) "Hay un documento hallado en el archivo de la
primera Notarla Cantonal de Otavalo, consistente en la numeración, padrón o apuntamiento de
los indios naturales del Asiento de Otavalo, por el Contador don Juan Francisco Aguado, juez
de comisión por el excelentísimo señor conde de Santistevan, Virrey de estos reinos, en fecha
veinticinco de enero de mil seiscientos sesenta y cinco años. Según ese testimonio, Jacinto
Collahuaso nació en Otavalo; fueron sus padres Don Antón Collabase y Doña Bárbara
Cofichoguango; sus hermanos, Andrés Collabase, Lorenzo Collabase, Magdalena
Pichaguango, Magdalena Cofichaguango y Juan Cofichoguango." (Jaramillo, Víctor Alejandro
(1975) "Jacinto Collahuazo" Sarance Revista del Instituto Otavaleño de Antropología Octubre
1975, Año 1, Número 1.)
Desde temprana edad se dedicó afanosamente al estudio de la historia, escribió una obra
conocida como "Historia de la guerra civil entre Atahualpa y su hermano Atoco, conocido
como Huáscar Inca". En esa época, los amautas (profesores en la tradición inca) y los
aravicos (poetas indígenas), así como los historiadores indígenas, eran perseguidos porque
tales asuntos estaban reservados a los conquistadores. Por eso, al conocer de la obra de
Collahuazo, un corregidor español ordenó que ésta sea quemada inmediatamente en una
plaza pública, encargando de dicho «trabajo» al mismo autor, quien cumplió con dicho
mandato en el año 1708.
«Collahuazo, inteligente y estudioso, se alzó de la mediocridad del ambiente para alcanzar el
justo prestigio que sin disminuirse, más bien creciendo, ha ido de generación en generación
admirando, inyectando rebeldía contra la esclavitud y formando conciencia de luz en esos
hombres que entraron en tinieblas el rato menos pensado» (F. y L. Barriga López.- Diccionario
de la Literatura Ecuatoriana).
A la edad de 80 años y a pedido de su confesor, escribió un resumen de su obra destruida a la
que llamó “Las Guerras Civiles del Inca Atahualpa, con su hermano Atoco, llamado Huáscar
Inca”, en la que relató de manera clara y veraz esa época tan importante de la historia de esta
parte de América.
elogio de la muerte de atahualpa
3. En un corpulento guabo
un viejo cárabo está
con el lloro de los muertos
llorando en la soledad;
y la tierna tortolilla
en otro árbol más allá,
lamentando tristemente
le acompaña en su pesar.
Como niebla vi los blancos
en muchedumbre llegar,
y oro y más oro queriendo,
se aumentaban más y más.
Al venerado padre Inca
con una astucia falaz
cogiéronle, y ya rendido
le dieron muerte fatal.
¡Corazón de león cruel,
manos de lobo voraz,
como a indefenso cordero
le acabasteis sin piedad!
Reventaba el trueno entonces
granizo caía asaz,
y el sol entrando en ocaso
reinaba la oscuridad.
Al mirar los sacerdotes
tan espantosa maldad,
con los hombres que aún vivían
se enterraron de pesar.
¿Y por qué no he de sentir?
¿Y por qué no he de llorar
si solamente extranjeros
en mi tierra habitan ya?
¡Ay!, venid hermanos míos,
juntemos nuestro pesar,
y en ese llano de sangre
lloremos nuestra orfandad,
y vos, Inca, padre mío
que el alto mundo habitáis
estas lágrimas de duelo
no olvidéis allá jamás.
4. ¡Ay! No muero recordando
tan funesta adversidad.
¡Y vivo cuando desgarra
mi corazón el pesar!