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Flores del mal unido
1. LAS FLORES DEL MAL:
Y el Infierno se hizo Verbo
BIBLIOTECA ESCOLAR
I.E.S. JOSÉ CADALSO
Octubre – Diciembre 2014
2. Índice
Texto1 – Charles Baudelaire: “Al lector”, Las flores del mal (s. XIX)
Texto 2 (bilingüe) – Charles Baudelaire: “Sepultura”, Id.
Texto 3 – Charles Baudelaire: “El vino del asesino”, Id.
Texto 4 – Charles Baudelaire: “Las letanías de Satán”, Id.
Texto 5 – Arthur Rimbaud: “La virgen necia”, Una temporada en el
infierno (s. XIX)
Texto 6 (bilingüe) – Edgar Allan Poe: El cuervo (s. XIX)
Texto 7 – Pedro Antonio de Alarcón: El clavo (s. XIX)
Actividades
3. 12/12/2014 Las flores del mal/Al lector - Wikisource
Las flores del mal/Al lector
De Wikisource, la biblioteca libre.
< Las flores del mal
Nota: Poema dedicado al lector de Las flores del mal.
La necedad, el error, el pecado, la tacañería,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Está todo vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;
Cada día hacia el Infierno descendemos un paso,
Sin horror, a través de las tinieblas que hieden.
Cual un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja ramera,
Robamos, al pasar, un placer clandestino
Que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja.
Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
Desciende, río invisible, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
Todavía no han bordado con sus placenteros diseños
El lienzo banal de nuestros tristes destinos,
Es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.
Pero, entre los chacales, las panteras, los podencos,
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4. 12/12/2014 Las flores del mal/Al lector - Wikisource
Los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,
Los monstruos chillones, aullantes, gruñones, rampantes
En la jaula infame de nuestros vicios,
¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!
Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,
Haría complacido de la tierra un despojo
Y en un bostezo tragaríase el mundo:
¡Es el Tedio! — los ojos preñados de involuntario llanto,
Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
Tú conoces, lector, este monstruo delicado,
—Hipócrita lector, —mi semejante, — ¡mi hermano!
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5. 7/10/2014 Les Fleurs du mal/1861/Sépulture - Wikisource
Sépulture
< Les Fleurs du mal | 1861
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Charles Baudelaire
Les Fleurs du mal (1861)
Poulet-Malassis et de Broise, 1861 (pp. 160-161).
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Une Gravure fantastique ►
LXX
SÉPULTURE
Si par une nuit lourde et sombre
Un bon chrétien, par charité,
Derrière quelque vieux décombre
Enterre votre corps vanté,
À l’heure où les chastes étoiles
Ferment leurs yeux appesantis,
L’araignée y fera ses toiles,
Et la vipère ses petits ;
Vous entendrez toute l’année
Sur votre tête condamnée
Les cris lamentables des loups
Et des sorcières faméliques,
Les ébats des vieillards lubriques
Et les complots des noirs filous.
◄ La Musique Une Gravure fantastique ►
Catégorie : Textes validés
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6. 7/10/2014 Les Fleurs du mal/1861/Sépulture - Wikisource
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7. 12/12/2014 Sepultura - Wikisource
Sepultura
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Nota: Poema número 70 de Las flores del mal (edición de 1861).
Si en una noche pesada y sombría
Un buen cristiano, por caridad,
Detrás de unos viejos escombros
Entierra vuestro cuerpo alabado,
A la hora en que las castas estrellas
Cierran sus ojos abrumados,
La araña en ellos hará sus telas,
Y la víbora sus crías;
Escucharéis durante todo el año
sobre vuestra cabeza condenada
Los aullidos lamentables de los lobos
Y de las brujas famélicas,
El retozar de los viejos lúbricos.
Y las conspiraciones de los negros rateros.
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8. 12/12/2014 El vino del asesino - Wikisource
El vino del asesino
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Nota: Poema número 106 de Las flores del mal (edición de 1861).
Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
Cuando regresaba sin un sueldo,
Sus gritos me desgarraban los nervios.
Tanto como un rey soy dichoso;
El aire es puro, el cielo admirable...
¡Teníamos un verano semejante
Cuando me enamoré!
La horrible sed que me desgarra
Tendría necesidad para saciarse
De tanto vino como puede contener
Su tumba; — lo que no es poco decir:
La he echado al fondo de un pozo,
Y hasta he arrojado sobre ella
todas las piedras del brocal.
—¡La olvidaré si puedo!
En nombre de los juramentos de ternura,
De los que nadie nos puede desligar,
Y para reconciliarnos
Como en los buenos tiempos de nuestra embriaguez,
Le imploré una cita,
Por la noche, en un camino oscuro.
¡Ella acudió! —¡loca criatura!
¡Somos todos más o menos locos!
Estaba todavía bonita,
¡Si bien muy cansada! Y yo,
¡Yo la quería mucho! He aquí porque
Le dije: ¡Deja esta existencia!
Nadie puede comprenderme. Uno solo
Entre estos borrachos estúpidos
¿Pensó en sus noches morbosas
Hacer del vino una mortaja?
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9. 12/12/2014 El vino del asesino - Wikisource
Esta crápula invulnerable
Como las máquinas de hierro
Jamás, ni en verano ni en invierno,
Ha conocido el amor verdadero,
¡Con sus negros encantos,
Su cortejo infernal de clamores,
Sus frascos de veneno, sus lágrimas,
Su estrépito de cadena y de osamentas!
—¡Heme aquí, libre y solitario!
Estaré esta noche borracho perdido;
Entonces, sin miedo y sin remordimiento,
Me echaré en el suelo,
¡Y dormiré como un perro!
El carretón de pesadas ruedas
Cargado de piedras y de barro,
El vagón desenfrenado puede quizá
Aplastar mi cabeza culpable
O cortarme por la mitad,
¡Yo me río, tanto como de Dios,
Del Diablo o de la Santa Mesa!
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10. 12/12/2014 Las letanías de Satán - Wikisource
Las letanías de Satán
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Nota: Poema número 120 de Las flores del mal (edición de 1861).
¡Oh tú!, el más sabio y el más hermoso de los Ángeles,
Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado,
Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte!
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
Curandero familiar de las angustias humanas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, aun a los leprosos, a los parias malditos
Enseñas por el amor el gusto del Paraíso,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
¡Oh, tú, que de la muerte, tu vieja y fuerte amante,
Engendras la Esperanza, —una loca encantadora!
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que infundes al proscripto esa mirada serena y altiva
Que condena todo un pueblo alrededor de un patíbulo,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que sabes en qué rincones de las tierras envidiosas
El Dios celoso oculta las piedras preciosas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú, cuya clara mirada conoce los profundos arsenales
Donde duerme sepultado el pueblo de los metales,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
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11. 12/12/2014 Las letanías de Satán - Wikisource
Tú, cuya larga mano oculta los precipicios
Al sonámbulo errante en el borde de los edificios,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, mágicamente, ablandas los viejos huesos
Del borracho retardado hollado por los caballos,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, para consolar al hombre débil que sufre,
Nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que pones tu impronta, ¡oh!, cómplice sutil,
Sobre la frente del Creso implacable y vil,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que pones en los ojos y el corazón de las rameras
El culto de la llaga y el amor de los andrajos,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Báculo de los exiliados, lámpara de los inventores,
Confesor de los ahorcados y de los conspiradores,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Padre adoptivo de los que en su negra cólera
Del paraíso terrestre arrojó Dios Padre,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Plegaria
¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas
Del Cielo, donde tú reinas, y en las profundidades
Del Infierno, donde, vencido, sueñas en silencio!
Haz que mi alma un día, bajo el Árbol de la Ciencia,
Cerca de ti repose, a la hora en que sobre tu frente
Como un Templo nuevo sus ramas se desplieguen!
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12. 12/12/2014 Las letanías de Satán - Wikisource
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13. 12/12/2014 Delirios I: La virgen necia - Wikisource
Delirios I: La virgen necia
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D E L I R I O S
I
V I R G E N N E C I A
EL ESPOSO INFERNAL
Escuchemos la confesión de un compañero del infierno:
«Oh divino Esposo, mi Señor, no rechacéis la confesión de la más triste de vuestras siervas.
Estoy perdida. Estoy borracha. Estoy impura. ¡Qué vida!
«¡Perdón, divino Señor, perdón! ¡Ah, perdón! ¡Cuántas lágrimas! ¡Y cuántas lágrimas pienso
aún derramar!
«Después, ¡conoceré al fin al divino Esposo! Pues nací sometida a Él. —¡El otro puede
golpearme hasta mientras!
«¡Por el momento, estoy atrapada en lo más profundo de este mundo! ¡Oh amigas mías...! No,
no sois mis amigas... Jamás delirios ni torturas semejantes ... ¡Qué estupidez!
«¡Ah! cuánto sufro, cuánto grito. Realmente estoy sufriendo. Y sin embargo, ya todo me está
permitido, pues todo se le permite a la que va cargada del desprecio de los más despreciables
corazones.
«En fin, hagamos ya esta confesión, aún cuando haya de repetírla veinte veces más, —¡igual de
sombría, igual de insignificante!
«Soy esclava del Esposo infernal, aquel que perdió a las vírgenes necias. Es sin duda ese
demonio. No es un espectro, no es un fantasma. Pero a mí, que perdí la prudencia, que estoy
condenada y muerta para el mundo, —¡ya no podrán matarme!— ¡Cómo describíroslo! Ya ni
siquiera sé hablar. Estoy de duelo, lloro, tengo miedo. ¡Un poco de aire fresco, Señor, si así lo
consentís, si realmente lo consentís!
«Soy viuda... — Era viuda... — pero sí, antes solía ser muy seria, ¡y desde luego no nací para
acabar convertida en esqueleto...!— Él era casi un niño... Sus misteriosas delicadeces me sedujeron.
Y olvidé todo mi deber humano para seguirlo. ¡Qué vida! La verdadera vida está ausente. No
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14. 12/12/2014 Delirios I: La virgen necia - Wikisource
pertenecemos al mundo. Voy adonde él va, hago lo que él quiere. Y a menudo se encoleriza contra
mí, contra mí, contra la pobre alma. ¡El Demonio!— Porque es un Demonio, sabéis, él no es
hombre.
«Y dice: «No me gustan las mujeres. El amor es para reinventarlo, eso se sabe. Las mujeres no
desean más que una posición asegurada. Cuando la adquieren, corazón y belleza son dejados a un
lado: sólo queda un frío desdén, el alimento del matrimonio, hoy en día. O bien veo mujeres, con
signos de felicidad, que hubiesen podido ser buenas camaradas mías de no haber sido devoradas
desde el principio por brutos tan sensibles como fogatas..."
«Lo escucho hacer de la infamia una gloria, de la crueldad un encanto. «Soy de raza lejana: mis
padres eran escandinavos; se perforaban las costillas, bebían su propia la sangre. —Me voy a hacer
cortaduras por todo el cuerpo y a tatuar, quiero ser tan repugnante como un mongol; ya verás,
aullaré por las calles. Quiero volverme completamente loco de rabia. Jamás me muestres joyas, pues
me arrastraría y me retorcería sobre la alfombra. Mi riqueza la quiero toda manchada de sangre.
Jamás trabajaré...» Muchas noches, mientras me poseía, revolcándonos en el piso: ¡yo luchaba con
él!— Y al anochecer, ebrio a menudo, se apostaba en las calles o en las casas para darme un susto
de muerte. —«De verdad que me van a cortar la garganta; será tan asqueroso». ¡Oh, esos días en
que le gusta pasearse con aires de criminal!
«A veces habla, en una especie de dialecto enternecido, de la muerte que nos hace arrepentir,
de los desdichados que sin duda existen, de los trabajos penosos, de las partidas que desgarran el
corazón. En las pocilgas donde nos emborrachábamos, él lloraba al pensar en aquellos que nos
rodeaban, rebaño de miseria. Levantaba del suelo a los borrachos en las calles oscuras. Sentía la
piedad de una mala madre por los niños pequeños. —Luego se iba mostrando gentilezas de niñita en
el catecismo.— Fingía estar enterado de todo, comercio, arte, medicina. —¡Y yo lo seguía, que más
podía hacer!
«Veía todo el decorado de que, en su mente, él se rodeaba: vestimentas, paños, muebles; y yo
le prestaba armas, otro rostro. Veía todo lo que lo conmovía, tal y como él hubiese querido crearlo
para sí mismo. Cuando me parecía que su espíritu estaba inerte, lo seguía, lejos, en extrañas y
complicadas acciones, buenas o malas: aún estando segura de que jamás podría entrar a su mundo.
Junto a su hermoso cuerpo adormecido, cuántas horas nocturnas pasé en vela preguntándome por
qué deseaba tanto evadirse de la realidad. Jamás hombre alguno tuvo deseo semejante. Reconocía
que él —sin temer por su causa— podía llegar a ser un serio peligro para la sociedad. —¿Tal vez
posee el secreto para cambiar la vida? No, no hace más que buscarlo, me contestaba yo. En fin, su
caridad está hechizada y soy su prisionera. Ninguna otra alma tendría suficiente fuerza —¡fuerza de la
desesperación!— para soportarla,— para ser protegida y amada por él. Además, no podía
imaginármelo con otra alma: siempre vemos nuestro Ángel, nunca el Ángel de alguien más,— creo.
Yo estaba en su alma como en un palacio que se ha abandonado para no ver a nadie tan poco noble
como vos: eso era todo. ¡Ay! dependía por completo de él. ¿Pero qué hubiera podido querer él de
mi existencia cobarde y apagada? No me ayudaba a mejorar en lo absoluto, ¡si bien tampoco me
mataba! Tristemente despechada, le dije algunas veces: «Te comprendo». Él se encogía de hombros.
«Así, al renovarse mi pena sin cesar y al encontrarme cada vez más perdida ante mis ojos —
¡como ante todos los ojos que hubieran querido mirarme, si no hubiera estado para siempre
condenada al olvido de todos!— tenía cada vez más y más hambre de su bondad. Con sus besos y
sus abrazos cariñosos, me sentía en un cielo, un cielo sombrío, en el que entraba y en el que hubiera
querido ser abandonada, pobre, sorda, muda, ciega. Ya empezaba a acostumbrarme. Y nos veía a
ambos como a dos niños buenos, libres para pasearse por el Paraíso de la tristeza. Nos
reconciliábamos. Muy emocionados, trabajábamos juntos. Pero después de una penetrante caricia,
me decía: «Qué divertido te parecerá todo esto por lo que has pasado cuando yo ya no esté.
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15. 12/12/2014 Delirios I: La virgen necia - Wikisource
Cuando ya no tengas mis brazos bajo tu cuello, ni mi corazón para que reposes sobre él, ni esta boca
sobre tus ojos. Porque tendré que irme, muy lejos, algún día. Pues hace falta que ayude a otros: es mi
deber. Aunque no sea nada agradable... querida alma mía...» De inmediato yo me imaginaba,
habiendo partido él, presa del vértigo, precipitada en la más terrible sombra: la muerte. Y lo obligaba
a prometerme que no me abandonaría. Veinte veces me hizo esa promesa de amante, con la misma
frivolidad que yo cuando le decía: «Te comprendo».
«Ah, jamás he estado celosa por él. No creo que me vaya a abandonar.¿Qué futuro tendría?
No conoce a nadie; jamás trabajará. Quiere vivir sonámbulo. ¿Con sólo su bondad y su caridad
podría obtener derechos en el mundo real? Por instantes, olvido la miseria en que he caído: él me
hará fuerte, viajaremos, cazaremos en los desiertos, dormiremos sobre los adoquines de ciudades
desconocidas, sin cuidados, sin penas. O yo despertaré, y las leyes y las costumbres habrán
cambiado, —gracias a su mágico poder,— el mundo, aunque continúe siendo el mismo, me dejará a
merced de mis deseos, de mis dichas, de mis indolencias. ¡Oh!, ¿me darás la vida de aventuras que
existe en los libros para niños, como recompensa, después de haber sufrido tanto? Pero él no puede.
Ignoro su ideal. Me ha dicho que tiene remordimientos, esperanzas: pero que eso no es de mi
incumbencia. ¿Le hablará a Dios? Tal vez yo debiera dirigirme a Dios. Pero estoy en lo más
profundo del abismo, y ya no sé rezar.
«Si él me explicara sus tristezas, ¿las comprendería mejor que sus burlas? Me ataca, pasa horas
avergonzándome con todo lo que ha podido conmoverme del mundo, y se indigna si lloro.
«—¿Ves a ese elegante joven entrando a esa bella y tranquila casa? Se llama Duval, Dufour,
Armando, Mauricio, ¿qué sé yo? Una mujer se ha consagrado a amar a ese malvado idiota: está
muerta, y sin duda es una santa allá en el cielo ahora. Tú me harás morir así como él hizo morir a esa
mujer. Es nuestro suerte, la que nos toca a los corazones caritativos...» ¡Ay! había días en que todos
los hombres le parecían juguetes de delirios gortescos: y se reía espantosamente, durante mucho
tiempo. —Después, recobraba sus maneras de joven madre, de hermana amada. ¡Si fuera menos
salvaje, estaríamos salvados! Pero su dulzura también es mortal. En definitiva, estoy sometida a él.—
¡Ah, qué necia soy!
«Tal vez un día desaparezca maravillosamente; pero es preciso que yo lo sepa antes; si mi
amiguito ha de subir a un cielo, ¡no quiero perderme su asunción!»
¡Menuda pareja!
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16. 7/10/2014 The Raven and Other Poems/The Raven - Wikisource, the free online library
The Raven and Other Poems/The Raven
From Wikisource
< The Raven and Other Poems
←title and contents The Raven and Other Poems by Edgar Allan Poe
The Raven The Valley of Unrest→
Pages 1–5 of a transcription. See The Raven (Poe) for other versions by the same author.
THE RAVEN.
ONCE upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
"'Tis some visiter," I muttered, "tapping at my chamber door—
Only this, and nothing more."
Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow;—vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow—sorrow for the lost Lenore—
For the rare and radiant maiden whom the angels name Lenore—
Nameless here for evermore.
And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me—filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
"'Tis some visiter entreating entrance at my chamber door—
Some late visiter entreating entrance at my chamber door;—
This it is, and nothing more."
Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I, "or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you"—here I opened wide the door;——
Darkness there, and nothing more.
Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,
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17. 7/10/2014 The Raven and Other Poems/The Raven - Wikisource, the free online library
And the only word there spoken was the whispered word, "Lenore!"
This I whispered, and an echo murmured back the word, "Lenore!"
Merely this, and nothing more.
Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon I heard again a tapping somewhat louder than before.
"Surely," said I, "surely that is something at my window lattice;
Let me see, then, what thereat is, and this mystery explore—
Let my heart be still a moment and this mystery explore;—
'Tis the wind and nothing more!"
Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore;
Not the least obeisance made he; not an instant stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door—
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door—
Perched, and sat, and nothing more.
Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
"Though thy crest be shorn and shaven, thou," I said, "art sure no craven,
Ghastly grim and ancient raven wandering from the Nightly shore—
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning—little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door—
Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door,
With such name as "Nevermore."
But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing farther then he uttered—not a feather then he fluttered—
Till I scarcely more than muttered "Other friends have flown before—
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before."
Then the bird said "Nevermore."
Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I, "what it utters is its only stock and store
Caught from some unhappy master whom unmerciful Disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore—
Till the dirges of his Hope that melancholy burden bore
Of 'Never—nevermore.'"
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18. 7/10/2014 The Raven and Other Poems/The Raven - Wikisource, the free online library
But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird, and bust and door;
Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore—
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking "Nevermore."
This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamplight gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!
Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by angels whose faint foot-falls tinkled on the tufted floor.
"Wretch," I cried, "thy God hath lent thee—by these angels he hath sent thee
Respite—respite and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe and forget this lost Lenore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil!—prophet still, if bird or devil!—
Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted—
On this home by Horror haunted—tell me truly, I implore—
Is there—is there balm in Gilead?—tell me—tell me, I implore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil—prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us—by that God we both adore—
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore—
Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore."
Quoth the raven, "Nevermore."
"Be that word our sign of parting, bird or fiend!" I shrieked, upstarting—
"Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken!—quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!"
Quoth the raven, "Nevermore."
And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
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19. 7/10/2014 The Raven and Other Poems/The Raven - Wikisource, the free online library
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted—nevermore!
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20. 12/12/2014 El cuervo (T.Libre) - Wikisource
El cuervo (T.Libre)
De Wikisource, la biblioteca libre.
Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
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21. 12/12/2014 El cuervo (T.Libre) - Wikisource
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser osado,
viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara "Nunca más".
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
Dijo entonces :"Nunca más".
Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir qué quería la funesta ave ancestral
al repetir: "Nunca más".
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22. 12/12/2014 El cuervo (T.Libre) - Wikisource
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Dios estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas te imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algún bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Y el impávido cuervo osado aún sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!.
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23. 12/12/2014 El cuervo (T.Libre) - Wikisource
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24. 11/12/2014 El clavo :6 - Wikisource
El clavo :6
De Wikisource, la biblioteca libre.
- VI -
El cuerpo del delito
Pocos segundos después de terminar mi amigo Zarco la relación de sus amores, llegamos al cementerio.
El cementerio de *** no es otra cosa que un campo yermo y solitario, sembrado de cruces de madera y
rodeado por una tapia. Ni lápida ni sepulcros turban la monotonía de aquella mansión. Allí descansan, en la fría
tierra, pobres y ricos, grandes y plebeyos, nivelados por la muerte.
En estos pobres cementerios, que tanto abundan en España y que son acaso los más poéticos y los más propios
de sus moradores, sucede con frecuencia que, para sepultar un cuerpo, es menester exhumar otro, o, mejor
dicho, que cada dos años se echa una nueva capa de muertos sobre la tierra. Consiste esto en la pequeñez del
recinto, y da por resultado que, alrededor de cada nueva zanja, hay mil blancos despojos que de tiempo en
tiempo son conducidos al osario común.
Yo he visto más de una vez estos osarios... ¡Y en verdad que merecen ser vistos! Figuraos, en un rincón del
campo santo, una especie de pirámide de huesos, una colina de multiforme marfil, un cerro de cráneos, fémures,
canillas, húmeros, clavículas rotas, columnas espinales desgranadas, dientes sembrados acá y allá, costillas que
fueron armadura de corazones, dedos diseminados..., y todo ello seco, frío, muerto, árido... ¡Figuraos, figuraos
aquel horror!
Y ¡qué contactos! Los enemigos, los rivales, los esposos, los padres y sus hijos, están allí, no sólo juntos, sino
revueltos, mezclados por pedazos, como trillada mies, como rota paja... Y ¡qué desapacible ruido cuando un
cráneo choca con otro, o cuando baja rodando desde la cumbre por aquellas huecas astillas de antiguos
hombres! Y ¡qué risa tan insultante tienen las calaveras!
Pero volvamos a nuestra historia.
Andábamos Joaquín y yo dando sacrílegamente con el pie a tantos restos inanimados, ora pensando en el día
que otros pies hollarían nuestros despojos, ora atribuyendo a cada hueso una historia; procurando hallar el
secreto de la vida en aquellos cráneos donde acaso moró el genio o bramó la pasión, y ya vacíos como celda
de difunto fraile, o adivinando otras veces (por la configuración, por la dureza y por la dentadura) si tal calavera
perteneció a una mujer, a un niño o a un anciano; cuando las miradas del juez quedaron fijas en uno de aquellos
globos de marfil...
-¿Qué es esto? -exclamó retrocediendo un poco-. ¿Qué es esto, amigo mío? ¿No es un clavo?
Y así hablando daba vueltas con el bastón a un cráneo, bastante fresco todavía, que conservaba algunos
espesos mechones de pelo negro.
Miré y quede tan asombrado como mi amigo... ¡Aquella calavera estaba atravesada por un clavo de hierro!
La chata cabeza de este clavo asomaba por la parte superior del hueso coronal, mientras que la punta salía por
el que fue cielo de la boca.
¿Qué podía significar aquello?
https://es.wikisource.org/w/index.php?title=El_clavo_:6&printable=yes 1/2
25. 11/12/2014 El clavo :6 - Wikisource
De la extrañeza pasamos a las conjeturas, ¡y de las conjeturas al horror!...
-¡Reconozco la Providencia! exclamó finalmente Zarco-. ¡He aquí un espantoso crimen que iba a quedar
impune y que se delata por sí mismo a la justicia! ¡Cumpliré con mi deber, tanto más, cuanto que parece que el
mismo Dios me lo ordena directamente al poner ante mis ojos la taladrada cabeza de la víctima! ¡Ah! Sí... ¡Juro
no descansar hasta que el autor de este horrible delito expíe su maldad en el cadalso!
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Categoría: El clavo
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