1. Pensamiento pedagógico radical: Escuela y desarrollo
Posted by madalen under Blog, educación
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Es de gran interés el artículo de referencia publicado por Jon Igelmo en su blog
Pensamiento Pedagógico Radical, en una entrada que titula “Escuela y desarrollo” y que
reproduzco casi en su integridad.
Seguro que muchos de los que se acerquen a este post han podido escuchar alguna vez ese
discurso tan progresista que nos dice eso de que para salir del círculo de la pobreza la clave
es fomentar la escolarización. Hacer que los niños pobres asistan puntualmente a sus clases
de matemáticas, lengua, ciencias naturales, gimnasia y demás historias, según esta teoría, es
el paso necesario para alcanzar el conocimiento necesario que lleva al desarrollo y la
felicidad consecuente. De hecho, negar hoy que la escuela es el camino para salir de la
pobreza y la infelicidad es poco menos que ir contra de la ley de la gravedad.
Ahora bien: ¿Por qué entonces se muestra como evidente esta relación entre escuela y
desarrollo cuando en realidad hay pocas pruebas que lo demuestren?
Posiblemente para responder a esta pregunta es preciso apuntar a una fecha concreta:
el 20 de enero de 1949. Día en el que el presidente Truman volvía a tomar posesión del
cargo de presidente de EEUU tras su reelección. En su discurso el presidente hizo un
balance exitoso del impacto económico, político, social y cultural que el Plan Marshall
estaba teniendo en la Europa devastada. En este análisis los países que ya estaban
implementando ecuaciones industriales occidentales para salir de la destrucción y del
retraso eran considerados como países desarrollados. Quienes aún lo estaban intentando
quedaban clasificados como “en vías de desarrollo” y aquellos que estaban lejos de
alcanzar este objetivo, para Truman, eran países “subdesarrollados”. Quedaban definidos,
en consecuencia, un primer, un segundo, y un tercer mundo, y el Presidente de la nación
más “desarrollada” del planeta se comprometía a ayudar a esto últimos para salir del
subdesarrollo.
En consecuencia, el camino hacia el desarrollo quedó vinculado no sólo con un modelo
económico a seguir, el capitalista, sino también con un conglomerado de instituciones
encargadas de canalizar el conjunto de servicios demandados por la población. Cada
institución respondía a una necesidad, y la igualdad de oportunidades, tan propia del sueño
americano, encontraba en la escuela la institución translucida donde volcar los más altos
deseos e ideales -Hoy es la UNESCO la que reafirma esta labor, ver Informe Delorsde
1996: La educación encierra un tesoro-. Según esta teoría, aún imperante, cualquiera puede
llegar a cualquier lugar del espectro social si se esfuerza en el cole, mientras que en la
práctica todo el mundo sabe que lo que cuenta es tener una buena familia que te financie los
estudios (¿Plan Bolonia?) o un buen contacto que te consiga un trabajo digno.
IvanIllich en los años sesenta, en uno de sus panfletos titulado La alianza para el progreso
de la pobreza (En IvanIllich Obras Reunidas Vol. I, Fondo de Cultura Económica, p. 61 y
2. 62), que en su día fue escrito para responder al plan desarrollista La Alianza para el
Progreso lanzado por Kennedy en 1960 para América Latina, ponía un ejemplo que hoy
puede ser igualmente útil para responder a quienes nos intentan seguir convenciendo de que
el camino del desarrollo pasa por la escuela (especialmente ONGs, Fundaciones
internacionales, y organismos internacionales como la UNESCO )
Supongo que puede llevarnos a la reflexión sobre conceptos como “modernidad” y
“desarrollo” en una sociedad en crisis que ha dejado de creer que el conocimiento lleva, por
sí sólo, al logro social o personal.
Qué entiendo por un pensamiento
pedagógico radical
Publicado por Jon Igelmo Zaldívar el 4 septiembre, 2008
Comentarios (2)
1
Hace ya unos meses que este Blog echó a rodar y aún no he dedicado ni una línea a explicar
el título que da nombre a esta bitácora. Es más, en alguno de los primeros comentarios que
recibí, alguien me criticaba por adoptar una postura radical en un campo tan humanista
como la pedagogía. Por el tono del mismo, casi parecía que ser radical era poco menos que
ser un terrorista del pensamiento. Y creo que eso no es así; ni mucho menos. Intentaré
explicarme.
Para tal fin voy a exponer un fragmento de un texto que Erich Fromm escribiera para la
introducción del libro Alternativas de IvanIllich. En este texto, Fromm señalaba que si bien
eran muchos los puntos en los que no terminaba de congeniar con Illich, sí existía, al
menos, una actitud que le hacia sentirse fuertemente vinculado con su colega. Esta actitud
la denominó: “radicalismo humanista”. (IvanIllich, 1977, Alternativas, pp. 7-8-9 Cuadernos
de Joaquín Mortiz):
¿Qué se quiere decir con radicalismo? ¿Qué es lo que implica radicalismo humanista?
Por el radicalismo no me refiero principalmente a un cierto conjunto de ideas sino más
bien a una actitud, a una “manera de ver”, por así decir. Para comenzar, esta manera de
ver puede ser caracterizada por el lema: de omnibusdubitandum; todo debe ser objeto de
duda, particularmente compartidos por todos y que como consecuencia han asumido el
papel de axiomas indudables del sentido común.
En este sentido, “dudar” no implica un estado psicológico de incapacidad para llegar a
decisiones o convicciones, como es el caso de la duda obsesiva, sino la disposición y
capacidad para cuestionar críticamente todas las asunciones e instituciones que se han
convertido en ídolos, en nombre del sentido común, la lógica y lo que se supone que es
“natural”. Ese cuestionamiento radical sólo es posible si uno no da por sentados los
conceptos de su propia sociedad o de todo un período histórico –como la cultura
3. occidental desde el Renacimiento- y, más aún, su uno aumenta el alcance de su percepción
y se interna en los aspectos de su pensar. Dudar radicalmente es un acto de investigación
y descubrimiento; es comenzar a darnos cuenta de que el Emperador está desnudo y su
espléndido atuendo no es más que el producto de nuestra fantasía.
(Erich Fromm, 1900-1980)
Dudar radicalmente quiere decir cuestionar; no quiere necesariamente decir negar. Es
fácil negar simplemente al aseverar lo opuesto de lo que existe; la duda radical es
dialéctica en cuanto abarca el proceso del desenvolvimiento de los opuestos y se dirige
hacia una nueva síntesis que niega y afirma.
La duda radical es un proceso; un proceso que nos libera del pensamiento idolatrante;
un ensanchamiento de la percepción, de la visión creativa e imaginativa de nuestras
posibilidades y opciones. La actitud radical no existe en el vacío. No empieza de la nada,
sino que comienza en las raíces, y la raíz, como dijo una vez Marx, es el hombre. Pero
decir “la raíz es el hombre” no quiere significar un sentido positivista, descriptivo.
Cuando hablamos del hombre no hablamos de él como una cosa sino como un proceso;
hablamos de su potencial para desarrollar sus poderes; los poderes de dar mayor
intensidad a su ser, mayor armonía, mayor amor, mayor percepción. También hablamos
del hombre como un potencial de ser corrupto, de su poder de acción que se transforma en
la pasión de poder sobre los demás, de su amor por la vida que degenera en pasión
destructora de la vida.
El radicalismo humanista es un cuestionamiento radical guiado por el entendimiento de la
dinámica de la naturaleza del hombre; y por una preocupación por el crecimiento y pleno
desarrollo del hombre. En contraste con el positivismo contemporáneo, el radicalismo
humanista no es “objetivo”, si por “objetividad” se entiende teorizar sin una meta
manifiesta con pasión y que impulse y nutra al proceso del pensamiento. Pero al
radicalismo humanista es extremadamente objetivo si por ello se entiende que cada paso
en el proceso del pensamiento está basado en evidencia críticamente analizada, y si
además adopta una actitud crítica frente a premisas del sentido común. Todo esto significa
que el radicalismo humanista cuestiona toda idea y toda institución desde el punto de
4. vista de que ayuden y obstaculicen la capacidad del hombre para aumentar su vitalidad y
alegría.